Me convertí en un sumiso castrado (parte 2)
Tras ponerme una jaula en el pene, aquel hombre me ayudó a perder la virginidad.
Si leíste la primera parte sabes lo que me ocurrió. Si no, deberías echarle un vistazo.
El caso es que me encontraba en la casa de un tipo de 24 años muy atractivo con un físico envidiable, que me había puesto una jaula en el pene, constriñéndolo a la mínima expresión ejercitándose al verme castrado.
No había sido difícil ponerme el instrumento, porque mi pene flácido era de un tamaño casi infantil. Mis huevos, contraídos por el frío del agua, quedaron libres, siendo lo único visible bajo el frondoso arbusto negro que cubría casi por completo los hierros del «juguete». No obstante, una vez que el tipo empezó a manosear mi cuerpo, mi mente se olvidó por completo de aquello y solo pudo pensar en el deseo de perder la virginidad y saber qué se siente al ser penetrado.
Mi lengua se entrelazaba con la suya dentro y fuera de nuestras bocas. Terminó de desnudarse y sus manos fueron a mis pezones y los pellizcaron con ansia, arrebañándome gemidos de placer. Era como volver a estar en manos de Héctor, solo que esta vez no tenía delante a un chico infantil inexperto, sino a un hombre de verdad, la intimidad de su hogar, un hombre que no se contentaría con una mamada, que no hundiría su nariz en mis axilas, pero que igualmente me pondría cuatro patas y me obligaría a lamerle de arriba abajo, comenzando a sus pies y terminando en su entrepierna, no sin pararme un segundo a contemplarle. Sus músculos eran, para alguien como yo que solo conocía los de sus compañeros de clase, asombrosos. Y su polla… No pude evitar pensar que se parecía a la de mi padre. Tenía una forma similar, tanto en el tronco como en los huevos, y el vello algo más suave que el mío, que era una mata abundante y rizada.
Me la introduje en mi boca y la chupé con ansia. Como Héctor, empujó mi cabeza para hundírmela en la garganta. Me la habría puesto muy dura de no ser por la chastity cage. Era extraño, sentía algo en mi entrepierna, bajo el vientre, pero mi cuerpo no parecía saber cómo reaccionar, y yo seguía chupándola a gran velocidad, respirando su aroma a hombre, su sudor.
En un momento dado me recordó mis propias palabras, todo lo que le había dicho de los fetiches, y quiso recrearlos. Me puso boca arriba en el suelo, me puso los pies en la cara y me ordenó acompañarle a cuatro patas hasta la cocina, donde me puso un cuenco con agua en el suelo. Bebí a lametazos, humedeciendo mis labios. Él aprovechó para acariciar mis suaves glúteos, posar sus dedos en mi ano y cubrirme el culo a besos. Tras ello, me giré y allí mismo volvió a empujarme contra su polla. Se sentó en el suelo para estar más cómodo mientras exploraba las cavidades de mi boca, haciéndome babear con sus embestidas. Decía que le chupaba bien y, sorprendido, me preguntó cuántas veces lo había hecho antes. Solo un par de veces, a un amigo. Aquello le puso aún más.
—Yo hace mucho que no estoy con alguien, y en el último análisis salí limpio. Puedes chupar tranquilo, no te vas a contagiar nada.
No había pensado en la posibilidad y de repente me entró miedo, pero confié en él. Si no había riesgo, no debía preocuparme. Claro que él lo había sacado a colación de cierta idea que no me confesó hasta llevarme de vuelta a su cuarto y ordenarme subir a la cama y mantener allí la postura de un perro: quería follarme a pelo, para, según dijo, que mi primera vez fuera especial y más placentera. Y aunque al principio tuve mis dudas, tanto por el hecho de no utilizar condón como porque no me creía preparado para soportar su verga en mi culo, acepté, o, mejor dicho, me obligó a aceptar. No le gustó que verme dubitativo y me golpeó en el culo con la palma de la mano. Le gustó y me colocó sobre sus rodillas, disponiendo libremente de mi culo y poniéndomelo rojo a base de bofetadas. Se había percatado de que aquello me gustaba tanto o más que a él y no quiso perder la oportunidad de dejarme el culo rojo. Entre tantos golpes y mis correspondientes gritos y gemidos, se juntó lubricante en los dedos sin que yo me diera cuenta y empezó a dilatarme, hundiendo un dedo tras otro a prisa y estimulándome, tal y como había hecho Héctor en las duchas de la piscina.
Si me quejaba o gemía muy fuerte, me castigaba con otra relación de palmetazos, penetrándome con su dedo y haciéndome retorcerme de un extraño placer. Cuando considero que había tenido suficiente, volvió a meterme la polla en la boca con intención de que se pusiera tan dura que yo la disfrutara en todo su esplendor.
Y al fin llegó el momento de estrenarme. Para eso tuvo más consideración y me pidió que me pusiera boca arriba. Besó la planta de mis pies haciéndome cosquillas con sus labios y me levanto las piernas para introducirme un dedo juguetón y agresivo que parecía quieres comprobar que todo andaba bien ahí dentro, antes de que algo más grande se adentrara en terreno inexplorada.
Pero no quiso dejarme así, y me ató con esposas acolchadas los brazos al cabecero de la cama, por encima de mi cabeza. Me besó los labios mientras me atrapaba, me lamió el cuello, las axilas, los pezones, dando un pequeño mordisco, el abdomen y los huevos, que los tenía tensos y duros por la anómala situación de mi pene y la viscosa sensación que nacía algo más abajo y recorría todo mi cuerpo.
Bien sujeto, levanto mis piernas situándose delante de mí de rodillas, colocó mis pies sobre sus hombros y, muy sonriente, posó su glande sobre mi ano, presionando hasta hacerlo entrar. Comenzó un movimiento de vaivén, hacia dentro y hacia fuera, y cada vez que su cadera se acercaba la mía, su polla entraba un poquito más, y mis gemidos iban en aumento, hasta que embistió de golpe y sentí un poderoso pinchazo en mi interior que me hizo pedirle que se detuviera y me diera un respiro. Respondió pellizcándome los pezones y continuó follándome más rápido, aunque sin introducirla tan profunda como la vez del pinchazo.
Era muy placentero, pero hasta tal punto que se hacía insoportable, y me preguntaba cuánto tardaría en terminar, y si sería capaz de aguantar hasta el final. Él se mordía el labio, empezaba a sudar, sus músculos se contraían y yo veía el tronco de su polla hundirse entre mis piernas una y otra vez. Terminé por cerrar los ojos y agitar la cabeza sin dejar de gritar. Hubo de callarme tapándome la boca y entonces fue cuando sentí un nuevo pinchazo. Me la había clavado hasta el fondo. Permanecía estático, con su polla dentro de mí, y respiraba agitado. Lo comprendí: se había corrido. Y yo, para mi sorpresa, también, un poco antes que él, con la diferencia de que a mí no se me había puesto dura. La chastity cage estaba cubierta de mi semen. No entendía cómo había podido salir algo de ahí, estando constreñido es un espacio diminuto, prácticamente plano.
Si su embestida había sido intensa, el momento de extraer la verga de mi culo no fue para menos. Yo jadeaba con la respiración entrecortada, todavía con los brazos en alto, agotado. Me beso y procedió a soltarme. Mucho más tierno que antes, me preguntó si me había gustado, volvió a tratarme con la simpatía que rezumaban sus mensajes y me invitó a ducharme con él.
Al secarnos, cuando le pedí que me quitas esa jaula de la entrepierna, me topé con una negativa. Quería que la siguiera llevando, y que no me la quitase hasta nuestro próximo encuentro. No pasaría mucho tiempo, no quería que me ocasionara problemas o daños, simplemente que tuviera la obligación de aguantar sin masturbarme hasta nuestro próximo encuentro.
Me llevó de vuelta al puente en el que me había recogido. Yo no quería decirle mi dirección. Allí nos despedimos con un beso y se marchó. Yo no pude hacer lo mismo porque sentí la repentina llamada de la naturaleza. Me escondí entre unos arbustos, me baje los pantalones y allí comprobé los efectos de tener sexo sin preservativo. Su semen cayó blanco, posándose en la hierba.
No me arrepentía de nada. Había sido fantástico y deseaba repetir lo antes posible. Lo que no tenía tan claro era cómo haría para sobrevivir con semejante trasto aplastando mi polla.
Continuará.
Gran relato amigo 😃 súper exitante sigue así con esta serie, me encantó el relato tengo algunas ideas por si te interesan para tus relatos de esta serie.