Me detuvieron en las guarimbas por guebon y me violaron
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Tader.
Advertencia: el relato es verídico y contiene escenas fuertes que quizás no sean para todo público.
Al principio era una violación, pero como comprenderán es obvio que a estas alturas más que un trauma sólo se volvió una experiencia más para contar.
Por último, todos estamos claro que es imposible acordarse de los diálogos al pie de la letra, y tendré que parafrasear con lo que recuerde.
Igual hay diálogos que sí me acuerdo porque son frases que marcan la vida de uno, y más en una situación tan fuerte como esta.
Si no te gusta leer mucho, entonces es mi deber recomendarte que no continúes porque aquí hay muchas cosas que leer.
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Escribo esto EL 13 de abril, 2018.
El año pasado, 2017, en Venezuela se llevaron a cabo unos eventos algo catastróficos que muchos recuerdan como manifestaciones alzadas por la mayoría de los estados, porque ya no es un secreto lo que sucede aquí.
De hecho, si mi memoria no me falla, ya ha de haber pasado el aniversario de dichas manifestaciones que se mantuvieron durante meses, y de hecho provocaron que mi universidad se fuera a paro temporal por todo el cierre de las estaciones del metro.
No perderé tiempo en describirme con lujo y detalle porque no viene al caso, pero voy a dejarte con una sencilla imagen mental mía.
En realidad, soy un chico de piel blanca clara (casi europeo tostado) de 21 años que para el año pasado tenía 20, y tengo la pequeña desgracia/bendición de aparentar menos edad de la que tengo, algo de familia.
Lo cual, sí, parecía y parezco tener menos de la edad real.
No te dejes engañar, el que tenga menos edad no significa que no sepa escribir coherentemente, ya que estudio en la U-Simon-B y ahí todos somos unos nerds.
En resumen: soy un niño, y uno muy guevon al parecer.
Los militares y la policía son unos malditos, eso es de entrada algo que tienen que saber.
Y yo sabía historias de que agarraban a muchachos al azar y los detenían injustamente sin hacer nada sólo para aumentar el número de desaparecidos.
Yo creía esas historias porque… que va, son unos malditos bien malditos, y aún los odio, pero en mi mundo de fantasía “¿qué iba a llamar yo la atención si me la paso con un libro en la mano, mi bolso lleno de cuadernos, y tengo unos lentes que aumentan más mi jovialidad frente a los demás?” Bueno, pues bien equivocado que estaba.
Muchas advertencias me dieron.
Un día bajaba de la Universidad al medio día luego de haber pasado toda la mañana estudiando en la biblioteca y de haber aprovechado unas pocas clases que algunos profesores podían dar.
Como era de esperarse las estaciones de Chacaito-Chacao estaban cerradas, así que el bus me dejó en Plaza Venezuela.
Yo tenía que ir a Chacaito al Allegro a preguntar por clases de Violonchelo, y maldita sea parece que nadie en este jodido país sirve porque ponen los teléfonos del local y nadie responde.
(Hola, si tú haces esto: te odio con toda mi alma).
En pleno camino por Chacaito, pudiendo ver que no había mucha gente, se prendió el peo justo en ese momento.
Todos comenzaron a correr, yo me quedé sin saber qué hacer porque no preví esta situación y sentía que si corría más bien iba a llamar más la atención.
Así que caminé a paso rápido hacia un centro comercial.
Lanzaron bombas lacrimógenas adentro, me comenzaron a arder todas las mucosas que no podía ver ni respirar, tosía, me dolía el pecho, y eso fue lo que me motivó a correr fuera del recinto comercial.
En el momento que empecé a correr sin ver hacia donde iba, unos militares me agarraron de la hebilla del bolso y me tiraron al suelo.
Yo les grité que me estaba asfixiando, que qué hacían, que yo no había hecho nada.
-Callate ma’guevo que tú andabas en mala pinta.
Yo me hiperventilé y desesperé porque quería decirle que mirara mi bolso, que era un estudiante, que no tenía nada que hicera daño.
Que me dejara llamar a mi mamá.
-Telajeta maricon, vas detenido.
Los maldije todo el rato.
Me batuqueé y se los puse difícil porque con esos monos jamás se puede hablar civilizadamente.
Me fui entre el medio de los dos en la moto, yo todavía mareado.
Mi bolso me lo quitaron ellos, y estaba pila a ver cuando podía usar mi teléfono para llamar a mi mamá y gritar que me estaban secuestrando.
De hecho, pensé mucho en tumbarnos a los tres de la moto y salir corriendo… pero era muy probable que me dispararan por la espalda como los cobardes que son.
En fin, todo era un campo de guerra, Y yo estaba en el medio, llorando muy desesperado porque ¿cómo le iba a decir a mi mamá donde estaba? Me pasó por la mente que me iban a matar, que me iban a torturar como escuché en las cadenas de whatsapp.
Que debí haber hecho caso.
No tienen idea de cómo lloré todo el camino, tanto así que olvidé por completo por qué caminos nos metimos, en qué zona andábamos, todo.
El militar me decía que me callara y dejara de llorar, o se burlaba de mi.
Hijo de puta.
En resumen, me metieron a una celda que más que celda con barrotes parecía un cuarto con tubos y mucha gente amarrada al centro.
Eran otros estudiantes que estaban en la misma que yo, TODOS parecían mayores que yo.
Yo memoricé las caras de aquellos guardias que pasaban delante de mi.
Los veía con odio, con mis ojos inyectados en sangre, y ellos parecían disfrutar de mi dolor y miedo porque me intentaban asustar dando un paso al frente como si me fueran a pegar.
La verdad creí que hasta ahí iba a vivir.
Me esposaron al centro con unos mecates(cuerdas de metal o plástico resistente), y se quedaban vigilándonos.
Habían chicas, chicos, algunos lloraban, otros se consolaban.
Yo intenté hablar con uno de ellos, pero me decía ‘shhhhh’ como que si hablaba me metería en problema.
No pude hacer nada, ni si quiera intentando hacer lo que ví en las películas servía en esa situación.
Todo en deplorables condiciones.
Y así nos dejaron varias horas…
Las horas pasaron…y pasaron…y pasaron… yo me desesperaba porque al ver que era casi de noche, mi mamá podía estar preocupada ya, toda la familia en pánico.
¡NO TENÍA NADA EN MIS BOLSILLOS! Me lo quitaron todos las bestias esas.
No podía pensar bien.
y si.
y si… ¿pedía ir al baño? Sí, eso quizás me haría relajarme, ya que no vi ningún baño en el
lugar y no tendría que hacerlo públicamente.
Quizás habría una ventana o algo, un extractor.
Qué se yo, al menos podría relajarme a solas por un rato.
-Disculpe, ¿puedo ir al baño?
El militar se rió en mi cara como si fuera ALGO QUE me tuviera que ganar.
-Señor, le dije que tengo ganas de ir al baño.
Quiero…hacer pipí.
-Bueno orinate en los pantalones pues.
-¿No tienen un baño donde pueda ir a orinar? – lo dije a regañadientes, aguantándome un insulto.
Estuve muy insistente, preguntando e ignorando sus burlas hasta que lo saqué de quicio.
-COÑO YA VALE, cállate esa jeta antes de que te la vuelve a coñazo.
-¡PERO QUE ME ORINO!
En eso uno de los guardias, creo que su superior le dijo que dejara de ser marico y que me escoltara al baño.
Creo que sentí un alivio por ver que el superior fuera más amable, y al ver al guardia avergonzado por la orden del otro, me hizo sentir placer hasta poder sonreír en victoria.
El guardia por su puesto me dijo de mala cara:
-De qué te ries maricón – y yo sólo negué con la cabeza.
Me soltó las cuerdas, al fin veía mis manos y tenían marcas de forcejeo mientras caminaba con miedo e inseguro por todo un pasillo de concreto a penas iluminado.
Carajo… estábamos en el sótano de algún comercial o jefatura, así que el baño no tenía ventanas… bueno, al menos iba a poder tranquilizar mi pánico un rato.
El guardia se puso detrás de la puerta la abrió y como guardían, esperó afuera mientras yo corrí rapidito al cuartito.
-Dale pues mujer, entra –Me memoricé su rostro de macaco.
Un puto malandro sacado de barrio que ni hablar sabía.
Usaba su gorra verde, y en el uniforme el nombre lo tenía mal cocido.
Cuando le pase por al lado olía a tufo con colonia.
Repugnante.
El baño apestaba a orines, el piso orinado, apenas un espejo estaba allí…me eché a llorar en silencio.
Abrí la llave del lavamanos mientras ahogaba mis lloriqueos con agua y lavaba la mugre del rostro.
Me quería purificar del odio, del rencor, de la preocupación… luego le contaría a mi madre.
En eso el guardia abre la puerta de repente.
-¿Y bueno maricón NO y que ORINANDO?
-¡YAVA! Primero me estoy limpiando! –le dije altaneramente escudándome por su repentina entrada.
Ni me di cuenta que la mierda esa ni seguro tenía.
-Me estuviste ladillando y jodiendo la maldita espera sólo para venir a echarte agüita?! –él pasó y cerró la puerta detrás de sí con su peso y yo me desesperé pegándome a la pared, colocando las manos al frente para que se aguantara.
Le vi la pistola en su funda, y comencé a temblar.
Volví a llorar, lo vi muy insistente, con sus cejas fruncidas.
Él me dijo que me callara, pero yo soy muy nena.
Tomé aire a todo pulmón e iba a gritar.
-¡AUX-¡ – el militar me cubrió la boca para sofocar mi grito, el cuál vino acompañado de otros más.
Mi nariz estaba descubierta y podía respirar a penas agitado, pero comencé a forcejear otra vez mientras él me aplicaba una llave de las que había aprendido en el entrenamiento supongo.
Intenté morderlo, patearlo, golpearle, cabecearle, pero estaba retenido de espalda a él con un brazo aprisionando los dos míos.
Maldije mi falta de fuerza.
-TE ME VAS A CALLAR MAMAGUEVO.
Callate esa jeta, te dije que te la volaría a coñazo
Entonces me pegó a la pared sacándome el aire de golpe, pensando que le sería más fácil retenerme.
Pero no, fue entonces que comencé a sentir su pistola rozar mi espalda baja…No.
no era su pistola.
Creí que lo era por un momento, pero entre tanto pánico comencé a razonar que lo único que podía estar rozándose tendría que ser su entrepierna.
Oye, me gusta que sean fuertes y me dominen y todo eso, pero la situación no FAVORECÍA que me sintiera bien así.
Intenté negarme muchas veces viendo hacia abajo, diciendo ‘MMMNOMNOMMNOOO’ o al menos para explicarle que si quería sexo, podíamos llegar a un acuerdo y no fuera rudo.
Pero no.
Él no me dejó ni hablar en lo absoluto.
-AYY papa, tú como que quieres guevo del bueno vale.
Ya me salió marico la jeva esta.
AYYY CHaaaamo.
– mientras decía eso, escuché la hebilla de su correa empezar a sonar como cuando alguien va a orinar, pero no, esta vez era él que andaba desabrochándose el pantalón con una mano mientras con la otra me seguía tapando la boca sin pudor de que le llenase de saliva los dedos.
La pared y la presión hacia el trabajo de retenerme.
El ‘pop’ se hizo presente cuando su botón fue desabrochado y entonces a través de la tela de su ropa interior, sentía el calor y los latidos de su entrepierna hacer contacto con mi zona íntima.
Obvio que me desesperé más, ni si quiera estaba lubricado, y conociendo la cosa… es seguro que me lo metería sin condón y sin lubricante.
Me exasperé y retorcía de más.
Su mano me bajó de golpe mis pantalones sólo por la parte de atrás, hasta descrubir mis nalgas.
Como días antes había hecho un show por cam, me las había depilado.
Igual no es como si me salga mucho pelo, después de todo tengo el metabolismo y sistema hormonal de un joven que la barba es un peo para que me crezca.
-cooooooooooño jeva, ya tienes esa cuca mojada! –no sé a qué se refería con eso.
A lo mejor que tenía sudor en la snalgas y eso me abrillantaba toda la piel.
Mi peor temor en ese momento se confirmó, porque cuando él se bajó la ropa interior y pude sentir el contacto piel-con-piel de su guevo entre mis nalgas, pude comprobar con el tacto de mi culo todas las venas, todo el grosor, la erección, el tamaño.
Estaba sin afeitar o al menos parecía que hacía un tiempo que no se afeitaba.
El guevo era….
no diré GIGANTE, porque no lo medí ni lo pude comparar, pero maldita sea, con sólo poner sus bolas al nivel de mis nalgas, SU ENORMES testículos, podía sentir la punta acariciarme a la mitad de la columna vertebral.
Sí, imagínense que la mitad de su columna, de pie, es el guevo que le meten.
Bueno, así pasó la cosa.
Él tipo me gruñía, me suspiraba como si fuera un animal primitivo acortejando a su hembra, aunque en este caso la hembra era yo, y no estaba siendo acortejada, sino que estaba siendo FORZADO a copular con él.
Él movía las caderas restregándome todo el preseminal apestoso a guevo por todas las nalgas, entre ellas, se combinaba el sudor de mi ano con el de su pene, y cuando él ponía la punta del glande en mi entrada, yo cerraba ese culo como si la vida se me fuera en eso.
-mmmmngnn esper…a.
per.
– Intenté decirle que esperara, que al menos si pudiera dedearme yo mismo.
quizás.
Pero no.
Èl le metía a lo brutico y me decía cualquier cantidad de cochinadas.
Que era un marico, que era una jeva con pene, que era una perra en celo sediendo de leche.
Que yo quería ser preñado y cagar la lechita rica que le sale del pipe.
Obvio que no.
Aún en ese momento forcejeaba como podía pero me daba miedo que entre forcejeos, mi cadera se enganchara a la suya y su pene entrara de golpe en mi sudado ano.
Al menos inteligentemente intentaba usar su preseminal como lubricante en mi ano, moviéndose, siendo inestable, pero eso a èl le despesraba, y me nalgueaba durísimo obligando mis gritos a emanar de nuevo.
Estuvimos forcejeando no sé cuanto tiempo, para mi parecía mucho, pero seguro no fue tanto.
Entonces se escuchó un “SHLPOP” bastante mojado y de coñazo su cabeza entró en mi culo.
Tanto lubricante y nada de dilatación me había llevado a una tumba que yo mismo cavé.
Grité como pude y él decía al mismo tiempo –
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHFFFFFFFFFFFFFFFFFF Ese papo riiico! Tienes una cara de marico que no te la quita nadie.
Te voah llena esa cuca e’ leche – mentira, sólo soy joven, pero el hijo de puta confundió con que era marico…lo cuál, sí, sí es cierto, pero no por esas razones.
Sentí el grosor de su glande como nunca había sentido otro.
Como nos habíamos quedado quieto, yo por miedo a meter más centímetro sin querer, sentí esos pálpitos de un guevo cuando lo haces saltar, bueno así lo sentí en mi ano.
Entonces recordé… ¡EL CONDÓN! Maldita sea me estaba cogiendo el culo un extraño y no se puso condón.
Ya era tarde…su guevo había hecho contacto con mi recto.
Intenté pujar con fuerza para sacarlo, pero él tipo sintió lo que estaba haciendo y grave error… al momento que pujé, fue como darle la bienvenida, porque hasta la mitad de su guevo lo metió otra vez de coñazo y sentí el glande hacer un toque con mi vientre desde adentro.
Arqueé mi espalda pegándome a la pared como si eso aliviaría mi dolor de culo, mientras èl siempre decía las mismas cochinadas y su típico- OHHHHHHFFFFF ¡!! – con un apretón de culo.
Esto no era una sesión de sexo apasionante, donde el activo te lo hace con cuidado para que disfrutes.
No.
Yo para èl era una herramienta cuya utilidad era el vaciarle las bolas, y no se preocupaba para nada por mi.
Y eso lo sé porque no esperó ni un minuto cuando comenzó a enterrarme el guevo hasta la patica, y empecé a sentir sus vellos púbicos ensortijados cepillarme las nalgas de arriba abajo.
Lloriqueaba en silencio, no era posible emitir palabras sin que su mano en mi boca me dejara en paz.
Me avergonzaba que cada vez que sacara su verga, se me salieran los peos húmedos con su preseminal de mi ano, el cuál créanme…era bastante porque hasta lo sentía gotear entre mis piernas (no, no era sangre, verifiqué después).
Mis tripas rugían furiosas con el ritmo del militar que aclamaba mi recto como si fuera un útero.
Mis nalgas las sentía entrar en resonancia con sus embestidas de modo que estas se movían por cada impacto, y me daba una pena que sonara como un aplauso muy jugoso gracias a mi ano abierto.
De vez en cuando su cabeza se salía de mi culo, y entonces sentía lo abierto que estaba.
Olía a pene con presemen, nada de mierda.
Estaba preocupado que se me saliera la mierda por eso… pero afortunadamente mi colon estaba limpio por haber ido en la mañana al baño.
Todo había confabulado para que ese maldito mono me usara de condón.
Y lo hizo.
-Esto es lo que les hacemos a las mariconas como tú papa, las violamos, las llenamos de leche Y luego se regresan goteando leche hasta la celda.
Y si nos da la gana, la volvemos a usa’ y la volvemo a preñá esa cuca.
–Me daba asco que me lo dijera en el oído y cerca de la nariz donde el aliento a cigarro me tenía mareado.
Ya no podía forcejear… no sentí placer de ser cogido así, pero ¿qué podía hacer con un guevo en las tripas batiéndome los intestinos? Hasta mi abdomen crugía como cuando alguien está digiriendo la comida, pues así mismo me crugían cada vez que su glande lo sentía llegar hasta mi esternón.
Me daba nausas, y no podía tolerar que cada vez que el separaba su pubis de mis nalgas, el aire chasqueaba como un chicle en mi agujero anal intentando regresar al diámetro que le corresponder.
De pronto empecé a sentir más dolor, uno endurecido en mi ano, era como si la verga se le pusiera más dura de repente.
Al mismo tiempo él aceleraba en sus embestidas.
No dijo nada, sólo decia puro –OHHHHHFHFF SI…UHMMM OHHHHHFFF SI- como el maldito animal que es, hasta que dio una última embestida y se quedó adentro.
Pensé que eyacularía afuera, porque no quería tener enfermedades quizás de mi… pero no… Mis ojos se abrieron de sorpresa cuando se quedó quieto en esa última embestida y seguidamente en mi culo sentí esos espasmos fuertes.
Supe entonces que el militar me estaba usando como una mujer para preñar.
Sus espermatozoides estaban haciendo contacto con las células de mis intestinos, y en poco tiempo esas ganas de ‘pujar’ se incrementaron en cuanto más espasmos sentía en mi ano.
Sí… estaba acabando demasiado… duró así un minuto con los espasmos.
No es que lo contara sólo que así se sintió…
-MMMMN….
– ya no lloriqueaba, sólo me quejaba porque las lagrimas se me habían acabado y llegué al punto de la ‘aceptación’.
Él en cambio se reía de mi, y me nalgueaba con fuerza sin despegar su cadera de la mía.
-Viste’ putica preñada.
A ver si ahora me vas a respetar de aquí en adelante maricona, trágate la leche rica de tu papi por esa cuquita.
Me vas a dar hijos, perra.
Forcejé un poco inútilmente, con mis brazos entumecidos, mis rodillas temblando, ya ni mi propio peso podía aguantarlo.
¿Por qué coño no sacaba su pene de mi interior de una vez?!
Estuvimos un rato así, quieto, su erección sólo se había bajado un rato, y èl jadeaba en mi oreja de forma desagradable.
Ya no quería pujar… a pesar de que sentía que algunos peos se me escapaban en forma de leche que explotaban hacia afuera por ser imposible para mi de aguantarlos.
Eso le causaba gracia a èl por la forma de burlarse.
Pero entonces…les digo… que esto fue lo que pasó, y ya es parte de ustedes de creerme o no, porque en realidad no me importa yo sólo cuento la cosa como es.
La verga del militar empezó a palpitar un poco, o así se sentía al menos.
Él se afianzaba más a mi tomándome de la nalga como si fuera un pasamanos de la escalera.
Yo no entendía que pasaba hasta que lo empecé a escuchar a él:
-OUHHHUUUUUFFFF!!!! –
Me desesperé al sentir que algo dentro de mi empezaba a calentarse más que antes y una gran presión comenzaba a crecer en la puerta de mi culo que cerraba como podía.
Entonces lo entendí… el militar…estaba orinando…dentro de mi culo… ¿cómo podía reaccionar? ¡El muy cabrón estaba usando mi culo como urirnario! ¡POR DENTRO!
Cuando vio que me di cuenta, él empezó a reírse mientras su verga no dejaba de vaciar su vejiga y llenar mis tripas.
Por eso mismo estaba quieto tanto tiempo, estaba buscando la concentración necesaria para poder hacerlo
-Esto es por tu ladilla con lo de orinar y al final no hiciste nada.
Ahor vas a orinar como toda una hembra, sentada en la poceta –
¿Se pueden orinar dentro del culo de otro? Ese día al parecer descubrí que sí, y que cuando lo hacen, si eres delgado como yo, tu abdomen se hincha un poco dependiendo de la cantidad de orine que tiene el otro para depositar.
Pues sí, sentí mi abdomen un poco hinchado mientras el cabrón se orinaba en mi interior.
Estaba asustado…
Para resumir la historia hasta acá, les diré que él me la sacó rápido cuando terminó de orinar echándose a un lado y de forma inmediata a propulsión mi ano se estiró hacia afuera emitiendo un chorro transparente, no amarillo.
Yo inmediatamente me senté en la poceta y comencé a pujar cayendo en cuenta en lo que se refería cuando dijo ‘orinar como una hembra’ Mis gemidos eran pujidos por la forma en que me agarraba detrás de mis rodillas buscando sacarlo todo.
Debía hacerlo, yo no quería orine de desconocido en mis entrañas.
Él se lavó su verga, se rió de mi y salió del baño, mientras yo pasé un rato… un buen rato pujando, violado.
con el culo abierto y ardido con cada expulsión de orine.
No sabía qué hacer.
Esto había distraído mi mente lo suficiente como para despreocuparme de donde andaba, pero luego caí en cuenta y mis preocupaciones volvieron, ahora con unas más… ¿qué más iban a hacerme? ¿Y si el militar tenía una enfermedad de transmisión sexual y me la dio al acabarme por dentro? ¿Y si me mataban? ¿Y si no salía?.
Les cuento: unas horas más tardes me soltaron junto con los demás y nuestras cosas intactas (sorprendentemente).
El militar no cruzó palabra conmigo alguna después de entonces y así está mejor.
Nos dejaron en el metro de la California a todos los estudiantes, unos más traumados que otros.
Cada quién se fue a su casa.
A mi me formaron el MEGA PEO de mi vida, y al explicarles, me lo volvieron a formar, pero logré llegar sano y salvo, y eso les alegró muchísimo.
Obvio que omití los detalles del baño… porque tenía mucho que asimilar.
Lloré con mi mamá un tiempo por el susto, pero se me quitó rápido.
Ella se preocupó por mi, me dijo que esos malditos iban a pagar, y yo aún lo creo.
Me dijeron para ir a declarar sobre los abusos de ellos en la celda, pero me dio miedo hacerlo y sabía que si lo había no iba a cambiar nada para a futuro (todo sigue peor).
Me hice una prueba de VIH y todos unos análisis meses más adelante (5 meses después para estar seguro) Y todo bien, estoy sano.
Ahora, desde mi punto de vista, si hubiera sido hetero, me hubiera traumado mucho, pero como soy gay el trauma duró sólo un tiempo antes de caer en cuenta que la mayor parte de las cosas me habían gustado.
Más susto pasé por que me mataran que por la “violación”, si les soy sincero.
Y obvio, al sol de hoy me hago unas pajas intentando no pensar en el terror que sentí ese momento.
Creo que soy un estudiante muy enfermo… pero bueno, debo seguir adelante después de todo ¿cierto? Cualquiera con más de una neurona sabe lo que le conviene, y que no es en este país.
Lamento haberte hecho leer casi 4300 palabras (lo hice en Word primero), pero espero tengas algún comentario al respecto, quizás entonces pueda motivarme a escribir sobre otras experiencias que no están relacionadas con esta, que sin duda fue la más HEAVY de todas.
Escrito por TADER.
PD: Sí, sigo odiando a los militares.
Por otro lado.
me encantan su fuerza, pero no dejo de odiarlos por como son acá.
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