Me fue fácil convencer al chico, de que se convirtiera en mi esclava, ya que se estaba muriendo de hambre…
Un chico del campo que llega a la gran ciudad se encuentra que no es fácil conseguir empleo, por no trabajar no tiene dinero, y un hombre mayor le ofrece ayuda a cambio de que se deje hacer todo lo que él quiera. .
Me fue fácil convencer al chico, de que se convirtiera en mi esclava, ya que se estaba muriendo de hambre…
Cuando el hambre le apretó, y todo a su alrededor se oscureció, no le quedó más remedio que convertirse en mi esclavo.
Cuando este joven llegó a la capital, soñaba despierto que iba a conseguir un empleo fácilmente, que tendría su propio apartamento, y hasta un lujoso auto.
A las pocas semanas se dio cuenta de que, todo eso, solo eran sueños, no tenía ni la preparación adecuada, ni experiencia de trabajo, y para colmo el poco dinero que había llevado se le había terminado.
En menos de lo que canta un gallo, lo votaron de la pensión, por lo que le tocó dormir en las calles, a la última entrevista de empleo que tuvo le dijeron, que mejor buscase trabajo como barrendero, ya que ni tan siquiera licencia de manejar tenía.
Ya llevaba un par de días sin comer, cuando lo vi por primera vez, me le acerqué, buscándole conversación al tiempo que lo invité a tomarse un café, con pan.
El joven de inmediato me contó todo lo que le había sucedido, pero antes de despedirme, le dije. “Sé que las estás pasando muy mal, pero si quieres yo te puedo ayudar, solo tienes que dejar que yo te haga lo que se me antoje, sin que protestes, y tendrás casa, comida, y ropa mientras me hagas caso, me mames la verga, y te dejes dar por el culo, las veces que yo quiera”.
Él me escuchó asombrado, quizás pensando cómo me atrevía a ofrecerle tal cosa, pero antes de que, reaccionase mandándome pal carajo, me levanté, pague la cuenta, y le dejé una pequeña tarjeta con mi teléfono y dirección.
De seguro que él pensó en votarla, pero en lugar de eso, la guardó en un bolsillo de su pantalón.
El resto de esa semana, la pasó recogiendo basura, y ayudando a limpiar una tienda de reparación de televisores, por lo que se ganó algo de dinero.
Pero el mismo día que le pagaron, en la noche un par de vagos mal encarados le robaron, cuando en el lugar donde acostumbraba a quedarse dormido.
Lo asaltaron, llevándoseme todo, y dejándole prácticamente sin nada, a punta de cuchillo le hicieron desvestir, y cuando uno de ellos insistió en que se quitase los interiores, insinuó que le quería dar por el culo.
Por suerte gritaron tanto, e hicieron tanto alboroto que algún vecino llamó a la policía, apareció una patrulla, y lo único que pudo recuperar fueron sus pantalones.
Los policías le regañaron, y le dijeron que tuvo suerte de que ellos pasaran, en ese justo momento, porque de lo contrario, seguramente por lo menos le hubieran comido el culo, y hasta quizás le hubieran obligado a que les mamase la verga.
Para luego por lo menos darle una paliza, o atravesarle con el cuchillo.
El pendejo, estaba bien desesperado, deseoso de regresar a su pueblo, pensando que ahí por lo menos nadie le haría daño.
Además, me confesó que es bien miedoso, por lo que pensar en asaltar a otra persona, meterse en la casa de alguien, y robarle, o arrancarle la cartera a una mujer, es algo que jamás se atrevería hacer, más que todo por miedo a que lo agarrasen, le dieran una paliza, y después para completar le metieran preso.
Esa noche la pasó, al lado del cuartel de la policía, muerto de hambre, y con frio, pensando que podía hacer para regresar a su pueblo.
Pero encontró en el bolsillo de su pantalón, la tarjeta que yo le había dejado, yo vivo en el lado de la ciudad, prácticamente en las afueras, por lo que no tuvo más remedio que irse caminando hasta mi casa.
Cuando finalmente llegó, serían como las siete de la noche, me dijo que él pensaba pedirme que le ayudase, a regresar a su pueblo, resignado hacer lo que yo le ordenase, al fin y al cabo, nadie se enteraría solamente él.
Cuando tocó la puerta, y al yo abrirla, él apareció, casi llorando me contó lo que le había sucedido, le hice entrar dentro de mi casa, y mientras le servía un café con leche, y pan, le pregunté si había tomado una decisión, con respecto a lo que yo le había dicho.
Sumamente avergonzado, me dijo que sí, aunque esperaba que yo le ayudase a regresar a su pueblo.
Me le quedé viendo, y le dije. “Te ayudaré, pero ya sabes el precio, así que vete a dar un buen baño que, te hace falta, y cuando termines hablamos”.
Después de bañarse salió, y como yo me había hecho cargo de su sucia ropa, le dije que se pusiera una toalla.
Así que me hizo caso, y al regresar al comedor donde le había servido el café, encontró la mesa servida, para él, en ese momento era un verdadero banquete.
Lo único que le pedí que hiciera, fue que se quitase la toalla, y parado frente a mí, que diera media vuelta, por lo que quedó de espaldas a mí.
Coloqué una de mis manos sobre sus nalgas, y luego de una suave nalgada le dije. “Vete a comer, luego hablamos de lo que debes hacer”.
Realmente estaba muerto de hambre, y mientras se tragaba todo lo que yo le había servido, comencé a decirle. “Bueno por ahora, una vez que comas, quiero que reposes, ya en otro momento, te ayudaré a depilar todo tu cuerpo, más adelante me darás el culo, y todo lo demás”.
Mi invitado mientras se atragantaba toda la comida, sencillamente sin hablar, asentía con mi cabeza, pero seguramente pensando de qué forma después de comer, y descansar algo, quizás pudiera robarme algo de ropa, y dinero, lo suficiente como para marcharse a su pueblo.
Lo que él ignoraba era que yo le había puesto un fuerte somnífero en la comida, motivo por el cual al rato de terminar de comer se caía del sueño.
Cuando terminó de cenar, el pobre estaba explotado, debido a la larga caminata, y lo que yo le había puesto en la comida, que tenía un sueño tremendo, con decirles que yo mismo le ayudé a llegar hasta la cama, donde le acosté.
Cuando despertó al día siguiente, seguramente sintió cierta incomodidad entre sus nalgas, pero como estaba desesperado por ver cómo se podía marchar, no le dio mucha importancia.
Hasta que, al salir de la habitación, envuelto en una sábana, se encontró conmigo, yo estaba completamente desnudo sentado en un gran sillón en el medio de la sala.
Me le quedé viendo y le dije. “Que culito más sabroso tienes”, al escucharme decirle eso, se quedó como petrificado, le costó algo de trabajo entender, que yo me había aprovechado de él mientras se había quedado dormido.
Ya que en el café que le di, le puse una buena carga pastillas para dormir, no supo que decirme, ni cómo reaccionar, hasta que le conté lo que había sucedido después de que se quedó dormido. “Anoche después de que te quedaste profundamente dormido, como un tronco, como me encontraba algo aburrido, pensé que yo mismo podía depilarte”.
Fue cuando se dio cuenta, o se fijó que no tenía un solo vello sobre su piel, incluso hasta los pelos de sus bolas, y de sus axilas, se los había depilado completamente.
Luego continué diciéndole, con una gran sonrisa en mi rostro. “Después al ver tu culito tan lindo, y sin un solo vello, me provocó meterte mi verga, por eso es por lo que tienes toda esa leche dentro de ti.”
Fue cuando instintivamente se tocó el culo, y por entre sus nalgas, sintió una especie de costra seca, además de una ligera molestia, y algo grasoso.
Él aun bastante asombrado, y avergonzado por lo que yo le había terminado de contar, permaneció de pie, hasta que me escuchó ordenarle. “Ahora entra al baño, expulsas lo que te he dejado dentro, es como si cagaras, luego te das un buen baño con agua caliente, y mucho jabón, al terminar de bañarte, te lavas la boca, hay un cepillo de dientes de color rojo en el baño, y después te secas, dejas la toalla en el baño, que te espero aquí sentado para que me des una buena mamada”.
Sumisamente me obedeció, hizo todo lo que le dije al pie de la letra, al terminar de secarse, tal y como se encontraba regresó a la sala, donde yo le estaba esperando, completamente desnudo, sentado en el sillón, manipulando mi verga con una de mis manos.
Sin saber qué hacer, se paró frente a mí, y le ordené que se arrodillase y se acercase a mí, gateando.
Cosa que hizo, según yo se lo fui ordenando, así que tímidamente abrió su boca, y agarrando mi verga se la introdujo dentro, tras cerrar sus labios, le ordené que comenzara a chupármela lentamente, y a medida que él iba mamando mi verga, fui colocando mis manos sobre su cuerpo, primero sobre su cabeza, luego sobre su cuello, y la parte alta de su espalda.
Ocasionalmente levantaba su vista y me veía a la cara, mientras que él a pesar de cómo se sentía continuaba mama que mama.
Luego me incliné bastante hacia adelante, y con mis manos alcancé sus nalgas, y así mientras él continuaba mamando, yo comencé a ir introduciendo uno de mis dedos dentro de su culo.
Diciéndole lo sabroso que lo tenía, hasta que de repente sintió que toda su boca se llenaba de mi leche, la que en gran parte terminó tragándose, al tiempo que yo apretaba con mis manos su cabeza contra mi verga.
Al terminar, le dije. “Lo has hecho muy bien, de ahora en adelante tú vas a ser mi esclava sexual y yo tu amo, harás todo aquello que yo te ordene, no abrirás la boca a menos que yo así te lo ordene, no hablaras con nadie a menos que yo te de permiso, por los momentos vuelve a tu habitación, prende el televisor, y el video y te quedas viendo la película que puse, después vamos a salir a comprarte algo de ropa para que la uses aquí”.
En todo momento me obedeció, hasta prendió el televisor, y el video según yo se lo había ordenado, en el que estaban pasando una película de una chica rubia, que resultó ser un chico, al que sus amigos le comían el culo, y lo ponían a mamar como él me había estado mamando mi verga.
Quizás por lo morboso de la película que estaba viendo, comenzó a hacerse la paja, después de que se vino entre sus dedos, en lugar de lavarse las manos, le provocó tragarse su propio semen.
Pasó un buen rato, lo llamé, le di algo de ropa, diciéndole que se la pusiera frente a mí, era un pantalón, que le quedaba bien ajustado tanto que sus nalgas se hacían notar bastante, con el ruedo casi a la altura de mis rodillas, además de una corta camisita, la que él mismo se amarró por encima de su ombligo, luego le entregué unas chancletas de baño y le dije. “A dónde vamos, no abras la boca para nada, deja que yo hable en todo momento”.
Llegamos en mi auto al centro comercial, y directamente fuimos a una tienda de ropa femenina, apenas entramos nos recibió el encargado saludándome a mí, y viéndolo a él me preguntó. “Este es su ahijado”.
Él no dejaba de ver el piso de la tienda, mientras yo le respondí que sí, de inmediato se le quedó viendo, y sin más ni más le dijo a una chica que le buscase varios modelos de ropa, los vio, y los metió en una gran bolsa.
En ese momento me dio la impresión de que estuvo a punto de salir corriendo de esa tienda, pero como lo vi directamente a los ojos, y le dije. “Ya es hora de ir comer, o quieres pasar hambre el resto del día.”
Al decir esas palabras hice bastante énfasis en pasar hambre el resto del día, por lo que mi supuesto ahijado, en lugar de salir corriendo, tomó asiento.
Luego el encargado de la tienda trajo unas cajas con ropa íntima femenina, me las mostró a mí, después de que di mi visto bueno, pagué todo, y nos marchamos para almorzar en una de las tiendas de comida en el centro comercial.
El solo temor de quedarse sin comer hacía que me obedeciera ciegamente, esa noche, le ordené que se vistiera con parte de las ropas que le había comprado, y al verse al espejo, se dio cuenta de que parecía una chica.
Esa noche después de cenar, y de tomar algo de vino, lo acompañé a su cuarto, yo mismo le fui desvistiendo, y tras decirle que se acostase en la cama, boca abajo, comencé a acariciar sus paradas nalgas, a todas estas, seguramente esperaba sentir que de un momento a otro le atravesase su culo con mi verga.
Pero no lo hice de inmediato, primero jugué hasta que me cansé con sus nalgas, introduciéndole mis dedos dentro de su cuerpo, hasta que dilaté su ano todo lo que pude, luego me fui colocando sobre él, y suave y lentamente comencé a sentir como mi verga lo penetraba.
Después me confesó, que en principio esperaba sentir un gran dolor, pero no fue así, para él resultó ser un placer desconocido que se le fue revelando poco a poco.
Al grado que cuando ya tenía completamente mi verga dentro de su culo, él deseaba que continuase metiéndosela más y más adentro de él.
Él restregaba con furia loca, sus nalgas contra mi velludo cuerpo, al tiempo que yo con fuerza le enterraba una y otra vez toda mi verga.
Después de esa noche realmente sentí que se había convertido en mi esclava, ocasionalmente lo comparto con alguno de mis amigos o conocidos.
Mientras tanto el chico está asistiendo a clases, de corte de cabello, estilismo, y maquillaje, todo pagado por mí, además ya le cambié el nombre, y prefiere que la llamé Úrsula.
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