Me gustan las travesuras pt 2
continuando los juegos con Carlos.
La noche de aquel día aún sentía la emoción del momento, me estrujaba contra la cama del éxtasis que sentía.
Los días que prosiguieron no sucedió nada fuera de lo normal e incluso pareciera como si nunca hubiera sucedido algo, las veces que me crucé con Carlos tuvimos el trato de siempre.
Transcurrido 2 meses me entero de que mi hermana pensaba ir al cine con su novio y yo pido ir con ellos, pero ella no quería llevarme porque era una cita no obstante tras insistir mi madre le exige que me lleve y me piden que cuide de ella. Después que estamos listo vamos a la casa de su novio y me entero de que Carlos nos acompañaría, ya en el carro yo estaba contento en el puesto de adelante mientras mi hermana charlaba con su novio, aunque había momentos que se tornaban raro y podía notar como la mano de él, desaparecía en el bolso de mi hermana que tenía puesto sobre sus piernas. Luego de un rato el auto se detiene y observo como mi hermana y su novio se despiden tras bajarse.
—a las 7 pm—, dice el hermano de Carlos.
—¿a dónde van? —, pregunté, pero nadie respondió y simplemente el carro avanzó, por lo que le pregunté a Carlos del por qué nos habíamos separado.
Carlos sin pelos en la lengua me dice: —¿Qué crees? tu hermana quiere verga —.
Luego de eso paseamos un poco antes de ir al cine, luego de eso también me llevaron a las salas arcade y de regreso tras ver un McDonald digo: —quisiera una cajita feliz—. Y veo como el auto gira en esa dirección y pide la cajita además de algo adicional para él. Estaba contento, no recordaba haberme divertido tanto en el mismo día hasta llegué a pensar que Carlos tenía mucho dinero porque me compró todo lo que le estuve pidiendo porque de haber sido un paseo con mis padres no me habría comprado ni la mitad de lo que Carlos me había dado.
Carlos y yo charlábamos en el auto mientras comíamos en aquel mirador, me preguntó de como lo había pasado entre otras cosas y de pronto Carlo dice: —ay, la cagué—. Y cuando volteo observo que tenía la verga fuera llena de salsa. —¿podrías limpiarme? —, me pregunta Carlos mientras yo me preguntaba del por qué la tenía afuera, no obstante, me dejé llevar y le chupé la salsa de su pene.
—ya que estás ahí, ¿Qué tal si me lo mamas? —.
Me quedé pensando y luego pregunto en tono de juego: —¿pero aquí? —.
—dale, no hay nadie que nos vea—, pero yo me quedaba pensando mientras tenía su verga en mano, —te llevé al cine y te compré todo lo que querías, creo que me merezco que me compenses algo, ¿no crees? —.
—mmm—. “Solo tenía que mamárselo”, llegué a pensar. comienzo a darle pequeñas lamidas y su verga reaccionaba al contacto de mi lengua después Carlos se echa algo de salsa en la cabeza y murmura algo. En el momento que saboreo la salsa embarrada en su pene Carlos se tensa y exhala con fuerza.
—¡si…, lo haces muy bien! —, y me pone la mano en la cabeza.
Después comienzo a sentir el mismo sabor amargo que en la piscina, pero esta vez era mucho más notorio su sabor, se lo menciono a Carlo sin embargo me pida que lo lama y me lo trague. Si bien no estaba a gusto con el sabor tampoco deje de mamárselo, en cierta manera me gustaba su reacción y en el modo en que me pedía que continuara, con cada segundo que pasaba sentía mi boca más pastosa además que podía notar cierta textura entre la saliva hasta que de pronto me sujeta la cabeza con fuerza y me suelta tremendo chorro.
—¡no lo escupas!, o ensuciaremos el carro—.
Los pensamientos me pasaron super rápido por la cabeza, creo que fueron milésimas de segundo, tenía la boca llena y no podía escupir por lo que la 2da carga no lo podría aguantar asi que la opción que tomó mi cuerpo fue la de tragar aquello. Era pegajoso, algo salado también agrio y algo difícil de tragar. No podía quitar mi cara de asco aun así me esforcé.
—bien hecho, sabía que podías hacerlo—, Carlos estaba contento y yo me sentí igual tras recibir sus elogios al punto de volvérselo a mamar para limpiárselo.
—que putito, ¿te gusta mi verga? —, nuevamente se le puso dura mientras la lamía, —un momento, vamos a acomodarnos—.
Carlos se baja del auto y baja los asientos de atrás dejando mucho espacio e incluso desenrolla una colchoneta. —así estaremos más cómodos—. Y me tiro en aquella colchoneta, luego que Carlos entra y cierra la puerta, me pide que me quite el pantalón que ahora era su turno. Una vez que estaba sin pantalones Carlos se me echa encima, me separa las piernas y me come el pilín, yo me río mientras siento como su lengua juega con mi diminuta vara, pero después de un minuto siento como me empieza a lamer el culo, en ese instante pedí que parara me daba muchísimas cosquillas incluso se podría decir que me picaba, algo así como cuando las lombrices se alborotaban por lo que no pude evitar meterme un poco el dedo para rascarme.
—con que lo quieres por el culito—, mientras trata de meter su dedo junto al mío.
—es que me estaba haciendo muchas cosquillas—.
—entonces yo te puedo rascar—, comenzó a jugar con mi culo a la vez que lo hacía con mi verguita.
Luego veo que saca un tubo de crema y me lo unta en el ojete.
—¿par que es eso? —, le pregunté.
Y Carlos me entierra su dedo, —para metértelo mejor—. Mi verga se endurecía cuando su dedo presionaba, de ese modo continuó jugando con mi culo y mie verga al mismo tiempo para después tomar la posición de 69 y si bien era imposible ejecutarla por la diferencia de tamaño él estuvo metiendo sus dedos mientras se la chupaba.
—ya te entran dos bien facilito—, menciona Carlos por lo que llevo mi mano atrás para tocarme y siento lo blandito que estaba mi culo.
—siento raro mi culo—, menciono.
—¿Cómo qué raro? —.
—no sé, no se siente como siempre—, era extraño, podía sentir cierto cosquilleo en general por lo que comencé a meterme los dedos, pero no se sentía molestia alguna. Metí 2, 3 dedos y después 4. —mira, me cabe la mano—, dije riéndome mientras le mostraba como me tenía mi mano dentro a excepción del pulgar.
—sí, estoy viendo—, sacó mi mano y mete la suya, aunque él no más pudo meterme parte de sus 4 dedos, Carlos movía sus dedos hacía todos lados y buscaba de abrirme todo el culo. —creo que estás listo—. Me echa a un lado y me pide que me ponga de perrito, ya podía imaginar lo que pensaba hacer así que estando en posición él se pone detrás de mí y vuelvo a sentir aquella cosa acariciándome la raja, pero a diferencia de esa vez; ahora estaba más intenso, cada vez que su verga acariciaba mi culo podía sentir como me lo hundía hasta que en una la detuvo y comienzo a sentir como estaba abriendo paso —¿no te duele verdad? —, yo muevo mi cabeza en señal de que no. Carlos estaba siendo cuidadoso, me la iba enterrando despacio y llegado a un punto la sacaba a un ritmo similar para luego volverla a meter, pero esta vez un poco más profundo, —tienes un culo verdaderamente delicioso—, me menciona Carlos al oído y me da un beso en la mejilla para luego tomar un ritmo más continuo, un mete y saca suave, pero a la vez firme en la que cada vez tocaba lo profundo parecía revolverme las tripas, algo que en un principio no fue nada grato pero luego de tantas repeticiones mi cuerpo como que comenzó a aceptarlo además con la calentura que tenía y en la situación en la que me tenían solo podía pensar en su verga y para Carlos creo que era una situación similar ya que me estaba cogiendo como si fuéramos animales. Allí estábamos en posición de perro, el sobre mi moviendo sus caderas sin parar mientras que yo estaba allí quieto resistiendo todos sus deseos e incluso me movía en contra para que me lo metiera más adentro.
A Carlos le encantaba que lo hiciera, me preguntaba si quería su verga y yo le respondía que sí. el morbo en el lugar estaba al límite que ni el aire acondicionado evitaba que sudáramos.
Y tras unos minutos su respiración se torna más fuerte al igual que sus movimientos a la vez que comienza a susurrar.
—aguanta putito que te voy a dar tu leche—, me sujeta y me da unas embestidas más fuertes.
—¡ah, ay! No tan duro—, le digo a Carlos.
Pero Carlos hizo oídos sordos, me penetró sin cesar haciéndome jadear una y otra vez inclusive aumentó el ritmo cuando me escuchó mis gemidos, me tenía totalmente sometido. hasta que Carlos se tensa y siento algo calentito fluyendo, él se tumba sobre mi riendo casi sin aliento mientras me deja sentir como su verga no dejaba de palpitarme en el ano a la vez que sentía como su leche desbordaba escurriéndose hasta mis bolitas.
—estuviste grandioso—, me dice Carlos en el momento que se limpiaba.
Yo me quedé tirado y el me pregunta: —¿estás cansado? —. asiento mi cabeza diciéndole que sí y él me dice: —duerme un poco, todavía no hace falta que pasemos por los muchachos—. Y cierro mis ojos mientras siento que Carlos me limpia el culo.
No sé cuánto tiempo dormí, pero cuando desperté ya estaba oscureciendo no obstante la sorpresa era que tenía a Carlos otra vez sobre mí.
—perdón, no me aguanté—, pero una vez que está por acabar lo echa afuera.
—¿por qué no lo hiciste adentro? —, le pregunté ya que parecía gustarle echármelo dentro.
—luego te ensucias los calzones y nos podemos meter en problemas —.
Ya una vez acondicionados Carlos llama a su hermano que pasaría por ellos, cuando los vi subieron al auto con una sonrisa de oreja a oreja que Carlos no pudo evitar hacerle bromas.
En cambio, ninguno de ellos no noto nada raro y como mis padres tampoco se dieron cuenta. Carlos continuó aprovechándose de mí, si tenía la oportunidad se la mamaba incluso en su casa y los sábados le pertenecía ya que siempre me llevaba de “paseo” o me “cuidaba” las veces que mis padres no estaría en casa.
Por dos años me entrenó como su mascota ya que se terminó yendo al extranjero, en esos dos años jugó conmigo de mil maneras; me ató, me amordazó, me metía cosas en el culo mientras se la chupaba. Era su juguete y me gustó jugar con él.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!