Me gustó, que le dieran por el culo, a mi marido….
Mientras se encuentran en un campo una pareja es asaltada, ella es violada por varios de los asaltantes y al marido lo sodomizan por bocón..
Me gustó, que le dieran por el culo, a mi marido….
En ocasiones, mi esposo, y yo teníamos nuestros desacuerdos, en torno a lo que debíamos hacer en la cama.
A él no sé por qué oscura razón, le encantaba darme por el culo, sin consideración alguna, al grado que en más de una ocasión me había dejado con mi culo bien adolorido.
Lo peor de todo para mí es, que ni tan siquiera lograba que yo por lo menos disfrutara algo.
Al principio se aprovechaba de mí, cuando él me emborrachaba, y yo como una tonta, perdía el sentido, ya que, al llegar a la casa, y en ocasiones hasta dentro del mismo auto, me quitaba toda la ropa, dejándome completamente desnuda.
Luego me colocaba boca abajo, y si podía me ataba a la cama, con los brazos y piernas bien abiertos, para luego comenzar a sodomizarme, sin que yo pudiera ofrecerle resistencia alguna.
Al principio, para colmo, cuando me despertaba con mi culo bien adolorido, y unos cuantos mordiscos en mi nuca, el muy desgraciado hasta me daba las gracias por el buen rato que lo hice disfrutar.
Lo que al principio yo algo confundida, no me quejaba, pero después de un tiempo, aparte de que claramente le dije que dejase de hacerme eso, al ver que continuaba con su mala maña, dejé de beber hasta perder el sentido.
Durante un tiempo si me descuidaba, era capaz de ponerme algo ya sea en lo que esté yo bebiendo, o hasta comiendo, para que me quedase profundamente dormida, y hacer lo que más le gustaba, que era darme por el culo.
Hace dos años, tuvimos que ir de viaje a donde su familia, ya que su abuelo había fallecido, como mi marido aparecía en el testamento, decidió que los dos fuéramos.
Así que tuvimos después de que llegamos al pueblo, asistimos al velorio, luego al funeral, y finalmente a la rápida lectura del testamento.
Para enterarnos que había heredado, una finca, la que no conocía, así que apenas pudimos, más que todo por curiosidad, fuimos a visitarla.
Realmente era una vieja casucha de madera y zinc, con yo no sé cuántos árboles frutales, café, bananas, y un sin número de gallinas sueltas.
Además de un pequeño riachuelo, que atraviesa la propiedad, por lo que decidimos, irnos a pasar el fin de semana, en ese lugar, antes de regresar a casa.
Él se trajo unas cuantas cajas de cerveza, compramos comida ya preparada, y nos fuimos. Como estábamos completamente solos, después de instalar una caseta de campaña, y medio limpiar los alrededores en torno al riachuelo, comenzamos a beber unas cuantas cervezas.
Fue cuando me propuso que nos quitásemos toda la ropa, para disfrutar de la naturaleza, y bañarnos completamente desnudos en una pequeña poza que tenía esa quebrada, la verdad es que no dudé en hacerlo.
Aun sabiendo que, en situaciones como esas, si me descuidaba, es que a él le gusta darme por el culo.
Ya mi marido y yo llevábamos un buen rato besándonos, y acariciándonos mutuamente, cuando se le ocurrió ponerse a mamar mi coño, dentro de la poza de agua, al mismo tiempo que con sus manos comenzó a acariciar mis nalgas.
Por lo que me imaginé por dónde venía, pero a diferencia de otras muchas ocasiones, el sentir su lengua dentro de mi vulva, así como la manera tan especial en que me chupaba, y sabrosamente me mordisqueaba todo mí clítoris, y los labios de mi vagina.
Me hizo pensar que, si quería darme por el culo, bien valía la pena todo el sabroso esfuerzo que estaba haciendo, arrancándome profundos gemidos de placer.
Cuando de momento, aparecieron cuatro hombres, mal encarados, y armados hasta los dientes.
De inmediato nos hicieron salir del agua, y aunque yo, sumamente avergonzada, procuré tapar toda mi desnudes, con mis brazos, y manos.
Bastó que uno de ellos me apuntase con su arma, y me ordenase que me quedase quieta, y que bajara mis brazos, para que yo fijando la mirada en la tierra, le obedeciera.
Nada más de ver, cómo esos cuatro tipos nos miraban, supe que, sin lugar a duda, me pensaban violar.
Mientras dos de ellos nos apuntaban con unas armas largas, los otros dos nos ataron, y amordazaron.
Sin tan siquiera permitirnos, que nos pusiéramos algo de ropa encima, luego los cuatro se dedicaron a rebuscar entre nuestras pertenencias, apropiándose de todo aquello que les daba la gana.
Rápidamente dieron con las cajas de cerveza, y con la comida, y frente a nosotros dos comenzaron a beber y a comerse toda la comida que habíamos llevado, sin dejar de fijarse en mí.
A todas estas a pesar de la mordaza, mi esposo me dijo que, si trataban de violarme, que no lo permitiese, opusiera resistencia, cosa que al parecer uno de los asaltantes escuchó, y riéndose les dijo a sus compañeros. “Miren lo que el cabrón este le dijo a su mujer que, si ve que la vamos a violar, que opusiera resistencia, que no se dejase. ¿Qué les parece?”
Los otros tres tipos, se rieron, y el que escuchó a mi marido diciéndome esas palabras, se paró entre mi esposo y yo, y agarrando su arma la colocó en la cabeza, y me dijo. “Mira perra, si quieres que mate a tu marido, nada más atrévete a contradecirnos, una sola vez y le vuelo la tapa de los sesos, a él.”
Pero de inmediato se dirigió a mi esposo diciéndole. “¿Verdad cabrón que tú quieres que nos acostemos con tu perra?” Esto sin dejar de presionar con fuerza el cañón de una pistola, contra la cabeza del.
El pobre no dijo ni pio, todo asustado, se limitó a mover de manera afirmativa su cabeza, luego soltando las amarras que me sujetaban, y prendiendo un raro y apestoso cigarrillo, que seguramente era de marihuana, me dijo. “Bueno perra, ya sabes, hoy te darás gusto, tragándote todas las vergas que quieras, así que dale varios jalones a esto.”
Y aun en contra de mi voluntad comencé a fumar esa cosa, para luego de la misma manera, tomarme varias cervezas corridas.
No pasó mucho rato, cuando ya entre dos o tres de ellos acariciaban todo mi cuerpo, me besaban, me chupaban las tetas, y me pusieron a mamar.
Frente a los desorbitados ojos de mi esposo, que no apartaba la vista de mi cuerpo, y vio claramente cuando mientras uno me penetraba por el coño, otro me enterraba su verga por la boca.
Sin que yo opusiera resistencia alguna, es más, les puedo decir que, a pesar de todo, no me sentí tan mal, quizá por lo mucho que había sido obligada a fumar, y a beber se puede decir que yo estaba además de borracha, drogada.
Durante todo el tiempo que ellos tres me estuvieron violando, me obligaron a decirle a mi marido lo mucho que todo eso me gustaba, aunque no fuera cierto del todo.
A cada rato, y frente a él, cada vez que terminaba de tener sexo, con alguno de ellos tres, me mandaban a que me lavase el coño, en la pequeña poza, lo que yo gustosamente hice una y otra vez, mientras ellos continuaban obligándome a fumar de esa porquería, y beber.
Pero no sé qué le pasó a mi esposo, que de momento, mientras veía como esos tres tipos, hacían conmigo lo que les daba la gana, y yo tontamente me reía, disfrutando de todo lo que ellos tres me hacían.
El cuarto tipo, que se encontraba montando guardia, mientras sus compañeros se divertían conmigo.
Ese tipo como que se dio cuenta de que mi esposo se había excitado, al ver como entre los otros tres tipos, ya fuera que me penetrasen por el coño, o por mi boca se divertían, y como yo lo disfrutaba un montón.
Deteniéndose al lado de mi esposo, le dijo. “¿Te gusta ver cómo pisan a tu mujer, mis amigos?” mi esposo no le respondió, pero de inmediato ese cuarto tipo apuntándole con el arma le dijo. “Ponte hacerte una paja, ya mismo, mientras mis amigos se divierten con tu esposa.”
La verdad es que cuando uno de ellos me tenía con mis piernas bien abiertas, recostada sobre la tierra, y vi a marido masturbándose, quizás fue por lo drogada, y borracha que me encontraba, pero me excité tremendamente, y con muchas más fuerzas, continué moviendo mis caderas y diciendo lo mucho que me gustaba que me cogieran.
Cuando ese tipo terminó conmigo, uno de sus compañeros, al que al mismo tiempo le había estado mamando su verga, se vino sobre mi rostro, y mes tetas.
El tercero que ya me había enterrado su verga dentro de mi coño, como que le volvieron a dar ganas, y poniéndome boca abajo, me enterró su verga por el culo.
A todas estas mi esposo después de que se vino entre sus dedos, no sé cómo pudo quitarse la mordaza, y comenzó a llamarme puta, sucia, perra, en fin, no hubo que no me dijera.
Yo la verdad es que no lo entendía, dejé que me hicieran todo eso, para que no lo matasen, y encima le da por insultarme.
Fue cuando el cuarto asaltante que no me había tocado, le ha dado con la culata de la escopeta por la barriga, sacándole todo el aire, y dejándolo, revolcándose en el piso del dolor.
Yo traté de auxiliarlo, pero uno de los que me había violado me sujetó, y me dijo. “Quédate quieta, que ahora te vas a divertir.” Y mientras decía eso, continuó enterrándome su verga dentro de mi culo, sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.
Cuando mi pobre esposo recuperó el aire, el que lo golpeó se había bajado los pantalones, y colocando su arma contra la cabeza de mi marido le dijo. “Ahora veremos quién es la verdadera perra.”
Lo siguiente que hizo fue decirle. “Yo te lo voy a clavar por el culo, y si te opones, o me demuestras que no te gusta, se me puede zafar un tiro. ¿Qué te parece?”
Mi esposo parecía que sus ojos del susto se e iban a salir, fue cuando vi como ese tipo, separó sus nalgas, y al tiempo que su compañero continuaba clavándome sabrosamente toda su verga dentro de mi culo.
Por lo que vi como a mi marido aquel delincuente se lo clavó a él, por el culo, y no conforme con eso, otro de ellos, lo obligó a que mamase su verga mientras su amigo continuaba dándome salvajemente por mi culo.
Y a todas estas el pobre, debía decir lo mucho que le gustaba que le dieran por el culo, lo cierto es que la manera en que él continuó comportándose, realmente daba la impresión de que todo lo que le estaba haciendo, lejos de incomodarlo, como que le encantaba.
Así que tanto a él, como a mí nos violaron y sodomizaron, y nos obligaron no tan solo a mamar de manera repetida sus vergas, sino que, para colmo de males, debíamos decir, y actuar como si nos gustase.
Cuando en la madrugada apareció la policía, tanto a nosotros dos, nos habían dejado totalmente atados, con los culos al aire y llenos de leche, y desde luego se veía bien claro que, tanto a él como a mí, nos habían abusados sexualmente.
Como nos separaron, yo aun con la tremenda nota y borrachera que cargaba encima, le rendí mi declaración al policía que me entrevistó, contando todo lo que nos sucedió.
Aunque mi esposo, trató de ocultar que le habían dado por el culo, y lo habían puesto a mamar, A los hijos de puta esos, nunca, que yo sepa, los llegaron a detener.
Después de ese feo incidente, asistimos a terapia, y mientras que yo comprendí que simplemente fui víctima de unos delincuentes, que aparte de drogarme y emborracharme, amenazaron con matar a mi esposo.
Por lo que todo lo que hice, no fue nada que yo realmente quisiera hacer, pero mi esposo, cada vez que salía de terapia, como que yo lo veía mucho más compungido, y deprimido.
Luego fue que me enteré una noche estando en la cama, que eso de que le dieran por el culo, al parecer le había gustado, y mucho.
No sé de dónde se me ocurrió decirle, que me permitiese que yo me pusiera uno de mis juguetes, y lo penetrase.
Al principio pareció que la idea no le agradó mucho, pero finalmente aceptó, así que usando uno de mis consoladores, colocándome tras él lentamente se lo fui empujando.
Después de eso, volvió a ser digamos que el de siempre, aunque le sigue gustando y mucho que ocasionalmente yo lo penetre con alguno de mis juguetes.
Que singada maz rica le fieron sl marido, me gusto mucho