Me he portado como un maricón, dejé que el travesti me comiera el culo.
Cuando me volví a encontrar con el travesti me dijo. Quieres que te vuelva a comer el culo, solo tienes que seguirme hasta mi casa, pero eso sí, no camines a mi lado, iras tras de mí, sin decir nada..
Me he portado como un maricón, dejé que el travesti me comiera el culo.
Me encontraba como todos los viernes, después de mi divorcio, sentado en la barra tomándome una cerveza, cuando esa chica, algo llamativa, y bastante exótica se me acercó, y como si me conociera de toda la vida, me saludó por mi nombre, diciéndome. “Hola, tenía mucho tiempo que no te veía.”
La verdad es que, en ese momento, por más que me esforcé, no podía recordarla, aunque algo en ella me era familiar.
Por lo que, como cosa rara en mí, le dije. “Disculpa, pero por más que intento no puedo recordar quién eres.”
Ella se me quedó viendo, con una sonrisa de traviesa, y lo que me respondió fue. “Te voy a dar una pista, y si quieres me acompañas a mi casa.”
Yo sin quitarle la vista de encima, le respondí que sí, y fue cuando lo único que me dijo, fue. “Estudiamos juntos, y bien juntos.”
La verdad es que en ese instante maldije, el montón de veces, que dejé de asistir a las reuniones de ex compañeros de clases.
Pero aun y así ni idea tenía de quien se trataba, y tal como un verdadero borrego la seguí, hasta una vieja casona a pocos pasos del bar que, al verla, recordé que uno de mis compañeros de clase, vivía ahí.
Pero como que mi mente no daba para más, ya que lo único que me venía a la memoria, era el flaquito, un chico al que yo junto a otros, le comíamos el culo.
En nada que ver, con aquella hembra que caminaba frente a mí, moviendo de manera insinuante sus caderas.
Apenas entramos, me ofreció un trago, bien fuerte, por cierto, y mientras se cambiaba de ropa, siguió charlando conmigo.
Preguntándome por el resto de mis compañeros de clase, yo le fui respondiendo según mi mejor recuerdo, hasta que fui yo quien le preguntó por el flaquito.
Fue ella la que me respondió preguntándome. “¿Te refieres al chico que todos los chicos en el instituto le comían el culo, y lo ponían a mamar?” Yo sonriendo le dije si ese casualmente.
Fue cuando apareció hermosamente vestida, diciéndome. “Aquí me tienes.” Yo la verdad es que no lo podía creer, algo en su cara me recordaba al flaquito.
Pero aquel buen par de tetas, lo llamativo de sus curvas, y hasta el timbre de su voz, me decía que no podía ser.
De la impresión me tomé el trago de un solo golpe, mientras que ella, me volvió a servir otro, diciéndome. “Tómalo con calma, que es mucho lo que te debo contar.”
En efecto me contó cómo llegó a operarse, o mejor dicho a ponerse ese llamativo y hermoso par de tetas, pero al mismo tiempo, no perdía oportunidad de mostrarme sus paradas nalgas.
Lo que hizo que yo, quizás por lo mucho que ya había bebido, comenzara a pensar en clavármela.
Así que a medida que fuimos charla que charla, ella se las fue arreglando, para irse quitando la ropa, pero de una manera que yo ni me di cuenta de cómo lo hizo.
Cuando me invitó a que yo también me desnudase, y sin pensarlo dos veces, también lo hice.
Yo estaba impresionado por su lindo cuerpo, y hasta esos momentos no había visto nada más que sus llamativas nalgas, y paradas tetas, lo suficiente como para motivarme a querer clavármela.
Pero al entregarme otro trago, finalmente me mostró su miembro, y para mi sorpresa, era un poco más grande y grueso que el mío.
Yo me quedé sumamente impresionado, es más ni sabía siquiera que decir, hasta que ella acercándoseme, me ha plantado un tremendo beso en la boca, al tiempo que agarraba su miembro y el mío con una sola mano.
Yo no sé qué sentí realmente, pero a partir de ese instante, me limité sencillamente a seguir sus órdenes, sin cuestionarle nada.
Nos seguimos besando, y comenzamos a realizar un ardiente 69, que al final fui yo quien se quedó mamando.
Después de eso, me ordenó que me pusiera en cuatro, y si como mi voluntad se hubiera desaparecido, le obedecí.
A los pocos segundos, después de que por un rato estuvo introduciéndome sus dedos por el culo, comencé a sentir como, me enterraba por el culo toda su parada verga.
Yo no lo podía creer, me estaba dejando dar por el culo, como si yo fuera un verdadero maricón.
Pero lo peor de todo fue que a medida que ella continuaba enterrándome toda su parada verga, yo no dejaba de disfrutar que ella así lo hiciera, es más hasta movía mis caderas, buscando sentir más y más dentro de mi culo todo aquel gran pedazo de carne.
A todas estas, ella no dejaba de meter y sacar su verga de entre mis nalgas, hasta que finalmente se vino dentro de mí.
Yo no sabía ni que hacer, hasta que nuevamente de manera bien seca, me ordenó que le volviera a mamar su verga.
Cosa que hice, y con mucho gusto, el sentir aquel trozo de carne dentro de mi boca, me hizo disfrutar de un placer que desconocía, yo seguí mama que mama, hasta que su semen lo regó por toda mi cara.
Ya al siguiente día, me levanté no tan solo con un gran dolor de cabeza, sino que de culo también.
Salí de su casa, sumamente avergonzado, diciéndome a mí mismo que me había portado como un verdadero maricón al dejar que el travesti ese, hiciera conmigo lo que le dio la gana.
Como a la semana, la volví a ver en el mismo bar, donde nos encontramos por primera vez, y antes de que yo fuera a decir algo, ella poniéndose de pie me dijo. “Si quieres que te vuelva a comer el culo, solo tienes que seguirme hasta mi casa, pero eso sí, no camines a mi lado, iras tras de mí, sin decir nada.”
Prácticamente desde esa ocasión me he convertido en una especie de juguete sexual de ella, que comparte con otras y otros amigos de ella….
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