Me hizo su mujer
¿Quieres ser mi hembrita? Te cacharía siempre que yo quiera.
Hola, vengo a contar lo que mi amigo vivió y me contó cuando estábamos con cervezas. Lo haré en primera persona
Soy Víctor, tengo 25 años, soy de Iquitos, Perú, un lugar en la selva donde hace mucho calor, siempre he sido delgado, muy delgado, mido 1.80 desde esa edad y siempre he pesado aprox 55bkg. Soy moreno y recontra arrecho. me vine a vivir a Lima a los 16 años, para postular a la universidad, me quedé donde un tío, hermano de mi mamá, un hombre de entonces 45 años, chato, panza chelera, velludo y narizón, es colorado y recontra machista, todos los fines de semana se pone a tomar cerveza a veces con alguna hembrita o con sus amigos. Me sentía cómodo con él, se veía preocupado por mí, soy huérfano de padre, así que siempre vi en él una figura paterna que tanta falta me hace.
En ese entonces, con 16 años, yo era bastante extrovertido y arrecho, vivía de hacerme pajas, en Lima aún no conocía muchas personas, una tarde de viernes, llego a la casa y él estaba con su amigo Alberto, hombre de 45 años también, ambos con short de fútbol y bebiendo cerveza, ya llevaban una caja, y me invitaron a acompañarlos, hablábamos de música, de hembritas, del chongo que querían visitar, estos eran cada uno separado, cervezas van y vienen, en una de esas voy a orinar y Alberto va detrás mío exclamando que también tiene ganas de mear, yo entro al baño y cierro y estoy cerrando la puerta, esperando que él me espere a que salga y entra conmigo y deja la puerta abierta
– Solo quiero orinar, Vic. Igual somos hombres
Me decía mientras se sacaba la pinga y apuntaba al inodoro, yo hice lo mismo. Él tenía la pinga flácida, morena, pero flácida se veía grande, me quedé viéndola hipnotizado, él se dio cuenta.
– Qué pues es?
Me decía molesto, mientras se la sacudía y guardaba, él salió y terminé de orinar y fui a seguir acompañandolos.
Para esto, yo solo había cachado con mujeres, sí me llamaba la atención las pingas, pero nunca hice nada…
Después de tantas cervezas mi tío se retira a dormir y yo me quedé en la sala con Alberto, quien me pidió que me acerqué más a él y me abrazaba con un brazo, así bien cerca a su cuarto, con la otra mano se frotaba la pinga
– Qué te parece el tamaño de mi pinga, Vic?
– No sé, está bien creo- dije nervioso
– no sabes los coños que he roto con esto – me dijo
Eso ya me estaba calentando
– Ah sí? – Le pregunté
– Sí, pes, somos hombres, tenemos que deslechar diario. Yo. Empecé a cachar hembritas desde los 11, tú desde cuándo?
– 15
– 15 recién?, puta, estás cagado, ¿por qué tardaste tanto? – mientras se la seguía frotando
– No sé, solo no se dio antes
– O acaso eres cabro?
– No no, nada…
– Pero tienes un cuerpito de hembra, Dan ganas de violarte
– Oh – No sabía que decirle, él seguía abrazandome
– Dame un besito – me dijo con autoridad
Lo hice, un piquito
– besame bien, mierda, abre tu boca
Empezó a besarme muy fuerte y apasionadamente
– ¿Quieres ser mi mujer?
– ¿Qué significaría eso?
– Cacharte cuando yo quiera, que me atiendas, me obedezcas. Las mujeres solo sirven para obedecer a su hombre, y tu culito sería solo para mí
Accedí nervioso aún, no entendía lo que pasaba y a lo que me metía
– Putamare, te voy a destruir, csm. Ahora chupámela, obedeceme
– Está bien…
Me dió una cachetada antes de terminar de decirlo
– Háblame como mujer, mierda, eso eres ahora, mi mujer
Agudicé mi voz e imité a una mujer
– Está bien, papi…
Me encantó decirle papi, sentí muchas cosas en mí, emoción, excitación. Me sentía amado por alguien y que me iba a cuidar…
Se sacó la pinga morena y sudada, olía a hombre, restregué mi cara ahí y empecé a chupar, primera vez lo hacía, pero aprendí rápido, después de un rato ahogandome con su pinga de macho, me ordenó sentarme en ella, dándole la espalda. Como pude me acomodé e intenté acomodarlo en mi hoyito
– Putamare, que rica cintura tienes, eres toda una hembrita golosa
– Te gusta papito? – con la voz más aguda y femenina
Estaba entrando poco a poco su pinga de 19 cm en mí, dura, húmeda, y apestando a hombre, me estaba doliendo, pero aguantaba bien hasta que me la metió de golpe todo. Me quería desmayar, procuré no gritar porque mi tío, si bien estaba ya en su cuarto durmiendo de borracho, podría oír, me tapó la boca, agarró mi cintura y me empezó a moverme, entraba y salía en mí, con el tiempo más rápido, yo solo podía gemir y pedir más, más, más, más, más… Mi cuerpo se estremecía. Estaba siendo poseído por un hombre de verdad, un macho, que me iba a cuidar yo solo tenía que obedecerlo como buena mujer. Después de esa posición, me tumbó sobre el sofá, en 4, y me la empezó a clavar así.
– Así, papito, dame todo, soy tuya, soy todita tuya…
-Ahora soy tu marido, puta de mierda
Mientras me seguía rompiendo el culo…
De pronto siento que me está dando más fuerte y él empieza a gruñir y gemir grueso, su pinga se hincha dentro de mi culo roto y siento varios chorros de su leche espesa en mí. Sale de inmediato de mí, dejándome desecho y roto, se acomoda, se cambia, me da un besito y me dice que soy una buena mujer, me dice que me va a llamar cuando él quiera y que yo tengo que estar dispuesta para él…
– Frente a tu tío y quien sea, somos machitos, nada de mariconadas, está Claro!?
– Sí, papi…
– Eso, princesa, así me gusta.
Se acomodó todo y se fue…
En las siguientes partes contaré como me compró lencería de mujer
Y como para disimular acompañé a Alberto y a mi tío al chongo…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!