ME LLAMA PUTITA!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alejoscar.
Soy un hombre de 42 años, bien parecido, castaño, de piel blanca y poco vello. No me definiría como homosexual y aunque desde siempre me ha dado morbo ese tipo de relaciones nunca las había llevado a la práctica.
Estoy casado y llevo una vida sexual con mi mujer, digamos que sin sobresaltos. A veces entro en chats y tengo conversaciones eróticas con hombres y a veces sesiones de cibersexo con la cam.
Hace 2 años, en una de ellas, conocí a un hombre, algo mayor que yo con quien tuve varias sesiones de cibersexo, en las que descubrí que me gustaba fantasear con que era su “zorrita”. Nos veíamos, nos hablábamos y nos masturbábamos juntos. Uno de esos días me propuso quedar para vernos en realidad. A mi me daba mucha vergüenza, pero me convenció diciéndome que le gustaba mucho y que lo que hiciéramos sería muy parecido a lo que ya habíamos hecho por cam, que me iba a encantar porque era muy caliente y le ponía muy caliente a él y que no haríamos nada que yo no quisiera. Como era de mi ciudad, quedamos en un parque conocido – que tiene muchos recovecos- y para disimular acordamos ir vestidos como para hacer running, aunque me pidió que me pusiera un tanguita de mujer debajo (ya lo había hecho en las sesiones de cam).
Llegamos casi a la vez a aparcamiento. Él llevaba una camiseta de tirantes y unos pantalones de atletismo y por lo que me pareció intuir, si nada debajo. Tenía buen cuerpo, con unas piernas musculosas y velludas, los brazos fuertes y el pecho también velludo. Yo llevaba unas mallas cortas y una camiseta ceñida. Nos bajamos del coche y nos saludamos. Yo estaba bastante nervioso y excitado, pero a él se le veía muy tranquilo. Nos dimos la mano, pero tiró de mí y me abrazó poniendo las manos en mi culo.
– ¡ Qué buena estas, zorrita!- me dijo. – enseñamé tu tanguita, anda!. Me dio la vuelta y me bajó un poco las mallas hasta verme el tanga. – Uff!! Exclamó, mientras yo notaba como se rozaba contra mi culo.
– ¡ venga, vamos, que si no me voy a correr aquí mismo!.
Empezamos a andar hacia el parque metiéndonos por los caminillos. Él se lo conocía bastante bien. Mientras me decía lo buena que estaba (siempre me hablaba en femenino cuando estábamos en faena). Me preguntaba que si le gustaba y yo le decía que si que estaba muy excitado y un poco nervioso.
Al llegar a un sitio un poco escondido, se quitó la camiseta, diciendo que hacía calor.
¡Mira, ¿te gusta?, ven acariciamé, me dijo. Me puse muy cerca de él y le empezé a a cariciar el torso. – Besamé las tetas. Me cojió de la nuca y restregaba su pecho en mi cara. Me hizo besarle los sobacos. ¿Te gusta el olor a macho?, me preguntaba. Yo gemía y le decía que me encantaba. Me sacó mi camiseta, me dijo que me quitara las mallas. Me dio la vuelta y empezó a acariciarme el culo mientras me besaba en el cuello. Se quitó sus pantalones y cogió mi mano y la llevó hasta su polla.
– ¿Te gusta, verdad putita?. Yo le decía que si entre gemidos y suspiros. Así como sin querer le estaba haciendo una paja a un tio y me encantaba.
Se sentó en un banco y me sentó en sus piernas mientras me sobaba. Me tocaba las tetas, la polla y hasta metía un dedo e mi culo. Me hizo ponerma entre sus piernas, de rodillas para masturbarle. Mientras lo hacía le besaba los muslos, se los mordisqueaba. Sentía el olor de su polla….
– Métetela en la boca, maricona- me dijo. Le dije que me daba un poco de cosa, de pudor. Se reía – O sea, que estas desnudo entre las piernas de un tio, con su polla en la mano, besándole los muslos y no le quieres comer la polla?- La verdad es que tenía razón. En el fondo estaba deseando, asi que le miré, sonreí, saque la lengua y empezé a darle lametones en su pollón y en sus huevos. Me cojió la cabeza y me la metió en la boca. Uhmmmm, que placer sentí. Me encantaba comerle la polla a mi macho, que me cogiera la cabeza y me follase la boca mientras me decía que era la mejor putita que había tenido.
Cuando llevaba un rato mamándosela, me la sacó y me dijo que quería mi culo. Le dije que eso si que me daba pudor, pero me contestó que sólo quería masturbarse entre mis nalgas. Me apoyé en el banco ofreciéndole mi culo, que llenó de saliva. Puso su polla entre mis nalgas y empezó a restregarse. Cuando la notaba pasar por mi entrada me estremecía. Él lo notaba y cada vez se entretenía un poco más en ella hasta que la metió un poquito. Eso arrancó de mi un grito de placer. Me preguntó si quería que siguiese y le dije que si. Empezó a metérmela muy despacio agarrándome de las caderas mientras me decía guarrerías cada vez más fuertes:
¡Toma puta!, ¡cómo sabía yo que te ibas a dejar dar por culo! Y cosas asi. A mi esa sensación de sentirme poseido y dominado por un macho, me encantaba. Era mi fantasia hecha realidad. Al rato me la sacó se sento en el banco y me hizo sentarme encima de él mirándole, con las piernas abiertas. Me la metió de nuevo en esa posición mientras me daba azotes, me comía las tetas y yo le abrazaba. Me corrí encima de él y cuando él estaba a punto me la sacó y me hizo chupársela otra vez hasta que me llenó la boca de leche que me rebosaba.
Luego me hizo limpiarle la corrida, la suya y la mia, con la boca y antes de vestirnos me dijo:
– Ven que voy a mear. Me cogió la mano y me hizo sujetársela mientras meaba. Al acabar me dijo que le limpiara las últimas gotas con la boca.
– ¡eres una zorra estupenda! Me dijo.
Cuando volvía a mi casa me dolía el culo, pero me volví a excitar con el sabor de su semen en mi boca!
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