Me preguntó ¿Cuántos te han comido el culo?
Un chico gay de closet, entra a un club deportivo, pero en las duchas se le queda viendo la verga a uno de sus compañeros, quien se da cuenta y lo pone a mamar, y luego fuera le come el culo. .
Me preguntó ¿Cuántos te han comido el culo?
Llevaba unos cuantos meses, manteniendo sexo anal, mamándole la verga, y en ocasiones hasta vistiéndome de mujer para satisfacer a mi vecino, cuando no sé porque razón, ingrese al club deportivo.
Pero una tarde al terminar mi sesión de ejercicios, mientras que algunos de los socios del club y yo, nos encontrábamos en las duchas.
Accidentalmente me le quedé observando detenidamente el miembro de uno de los presentes, mientras nos duchábamos.
Inocentemente pensé que nadie se había dado cuenta de eso, pero me equivoque, ya que el tipo al que me le quede viendo su miembro, si se dio cuenta de eso.
Él se demoró enjabonándose una y otra vez todo su cuerpo, pero en especial su miembro, al que yo, mientras el agua de mi ducha me caía sobre todo mi cuerpo, sin parpadear no le quitaba la vista de encima, a su llamativa verga.
Luego que el resto de los presentes se retiraron, el tipo ese de momento se me acercó, y colocando una de sus manos sobre mi hombro, me presionó ligeramente sin decir palabra.
En ese instante levanté la mirada y lo vi fijamente a los ojos, aunque muerto de vergüenza enseguida comprendí que era lo que él deseaba que yo hiciera.
Mis rodillas se doblaron, quedando mi boca a la altura de su erecto miembro, sin que yo hiciera nada por evitarlo.
Apenas abrir mi boca, deje que él colocase su parada verga dentro de mi boca, y me penetrase, sus manos las colocó sobre mi mojada cabeza, y comenzó a guiar la mamada que tan sabrosamente yo le daba.
Por un buen rato se lo mamé, chupe, lamí y hasta besé en la cabeza, antes de que él me sorprendiera cuando su verga comenzó a escupir, toda su leche, directamente dentro de mi boca, haciéndome tragar gran parte de su leche.
Después de eso solo me dijo. “Mañana, al salir de la práctica, nos vemos de tras del depósito de agua.”
Al día siguiente puntualmente yo llegué al depósito de agua, y al poco rato llegó él, algo nervioso le pregunté qué era lo que deseaba decirme, y él simplemente me dijo. “Que va a ser maricón, que te quiero dar por ese culo.”
Yo me quedé impresionado por la manera tan brusca, grosera, y vulgar en que me habló, por lo que comencé a retirarme, cuando me agarró por el brazo y me dijo. “O me das el culo aquí y ahora, o le voy con el cuento a los del club.”
En ese momento no lo pensé, pero de inmediato le dije. “No, no se lo digas a nadie… yo hago lo que tú quieras, pero no lo digas.”
Después de ese instante, me dijo. “Quiero darte por el culo así que ponte en cuatro,” como ese sitio era bastante retirado y lo que había alrededor eran tan solo matas, en lugar de bajarme los pantalones, me desnude completamente.
Cuando me vio hacer eso, se me quedó viendo las nalgas y me dijo. “La verdad es que si parecen las de una chica.” Y tras decir eso, mientras yo me colocaba en cuatro, él se bajó el pantalón sacando su verga la dirigió de inmediato al centro de mis nalgas.
A diferencia de mi vecino, aunque su miembro era un poco más pequeño y solo llegó a usar su propia saliva como lubricante, sentí con mayor fuerza el dolor de su penetración.
Pero a pesar de ello comencé a mover mis nalgas contra su cuerpo, buscando un mayor placer de mi parte.
El me sujetaba con fuerza por las caderas, y a medida que me hundía toda su verga dentro de mi culo, con mayor fuerza me apretaba contra su cuerpo.
Por mi parte a pesar del dolor, disfrutaba inmensamente de esos fuertes apretones, y de todas las cosas que me fue diciendo a medida que me siguió dando por el culo.
En cierto momento se comenzó a recostar sobre mí, hasta que su boca estuvo sobre mi nuca y mis orejas las que mordía sabrosamente a medida que continuaba metiendo y sacando su verga de mi cuerpo.
Yo estaba que explotaba de felicidad, me sentía tan seguro en los brazos del, ya que era como si fueran los brazos de mi vecino.
Mi repentino macho, continuó dándome por un largo rato, hasta que sus movimientos se aceleraron y me apretó con mayor fuerza, para luego detenerse poco a poco.
Hasta que después de un corto momento de tranquilidad, sacó su verga de mi culo, y me preguntó. “¿Cuántos te han comido el culo?”
Por aquello de ser discreto, y que no pensara que yo era una loquita, le dije que él era el primero al que yo le había mamado la verga y dejado que me diera por el culo.
Pero le rogué por el amor de Dios que no se lo dijera a nadie, que yo haría todo lo que él quisiera, incluso hasta me pondría ropa de mujer si él lo deseaba.
A lo que me respondió. “Solo me tienes que dar el culo y mamar mi verga cuando yo te lo diga, de lo contrario se lo cuento a todo el mundo.”
Lo cierto es que eventualmente varios de los miembros del club, se enteraron de que yo, me vestía de mujer, le daba el culo a él, y por consiguiente a ellos también se los tuve que dar, bajo la amenaza de que se lo dirían a otros.
El último año que pertenecí al club, ya mis nalgas eran bien conocidas por la mayoría de los socios, incluso por el conserje, y hasta por el administrador.
Ya que una tarde, estando en las duchas, que el conserje y uno de los socios me tenían bien clavado por la boca y el culo, entró el administrador del club.
En ese momento pensé que se iba a formar un escándalo, pero únicamente me citó a mí solo su oficina.
Al entrar y ver la manera en que me miraba, y como cerró la puerta, supe de inmediato que era lo que el administrador deseaba, por lo que sin decir una sola palabra me quité toda la ropa, y en el sofá de su oficina, hizo todo lo que le dio la gana conmigo.
Pero al entrar en la universidad, me retiré del club, y como dicen salí del closet.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!