Me quiso someter y el sometido fue otro.*
Un cachondo chico quiso abusar de mi, pero fue al revés. .
Había aceptado ayudar en la limpieza de la casa de unos vecinos, con los cuales había mucha confianza y amistad.
Ellos tienen cuatro hijos de los cuales sólo el más pequeño vive con ellos.
Eduardo de 19 años. Un chico algo escuálido, piel trigueña, mide 1.68.
Tengo 24 años. Soy de piel morena clara, pechos chicos, cadera ancha, algunos dicen que tengo bonitas piernas, cabello corto y uso lentes.
Todo comenzó cuando ya llevaba dos semanas de haber ido para la limpieza.
Los papás de lalo, estaban saliendo constantemente por asuntos personales.
Ese día Eduardo no fue a la universidad, cosa que me incomodaba un poco, porque con él en casa no podría escuchar música a buen volumen.
Por lo regular acostumbro a usar short, con alguna playera holgada y así andaba haciendo los quehaceres.
Me sentía más incomoda porque varias veces cache a mi vecinito fisgoneandome.
Vi que se encerró en su habitación, por lo que me sentí más tranquila sin que me estuviera morboseando.
Al terminar mis labores y cortésmente, fui a avisarle a lalo que ya era hora de irme.
Él me pidió que pasara, para tomarle la temperatura porque se sentía mal.
Muy confiadamente entre a su cuarto.
Lo veo tendido en la cama, me acerco a revisarlo y el muy sinvergüenza intento acariciarme el culo.
– ¿Que te pasa, estas pendejo?
– Ven. Te va a gustar. ¿O que. Apoco soy menos guapo que el mugroso de tu novio?
– Es cosa que no te importa. ¡Dejame!
Grite al momento que él tomó mi mano.
En eso. Me tomó con más fuerza y me puso sobre la cama, poniéndose encima de mi.
Traté de safarme, le grite y más cosas.
Él comenzó a besar mi cuello e intentaba besarme en la boca.
– Siempre me has gustado, dejame hacerte el amor.
Y así se animo a manosearme.
– ¡Eres un idiota. Sueltame o te arrepentirás!
Mis gritos e insultos no funcionaron, pero lo que me hacía me exitaba.
Al notar que ya no hacía nada. Él siguió besando mi cuello, tocando mis senos y lo que podía, frotando su cuerpo como si tuviéramos sexo. Y en eso…
¡Comenzó a jadear, dando señales de que se había venido!
Se tiro junto a mi y casi llorando me pidió que me fuera.
– ¡Andale. Por pendejo. Pinche idiota!
Y así me reía de él.
Pero el estúpido logro calentarme; por lo que al bajar la mirada a su entre pierna, vi la gran mancha humeda, me dio tanta exitación que ahora yo misma me le fui encima.
Ahora Eduardo era quien pedía que no le hiciera nada. Luego de tanto.
Logre sacarle los pantalones y al ver su verga flácida y mojada, me fui a chuparla como poseída.
Ahora sus gritos eran de placer.
Se retorcía en cada lamida y en cada beso a su verga.
– ¿Te gusta verdad perro? Ahora verás. Serás mi juguete.
Me levante para desvestirme frente a él, quien ponía cara de sorpresa.
Estando desnuda, volví a estar encima y esta vez le saqué lo que aún tenía de ropa.
Le di a mamar mis pechos, tome sus manos y me las pase por todo mi cuerpo.
Me di a la tarea que oliera y disfrutará de mi semi depilada vagina.
Su inexperiencia me ponía más caliente.
Una vez que se acoplo a mi panochita.
Le hice su primer 69, para revivir su asunto, el cual levantado no se veía nada despreciable.
Una vez despierto el palo, me monte en el. Lalo daba más gemidos de los que dio cuando se la mamé.
Me derretia su grosor y lo largo de aquello.
Me incline a besarlo, cosa que si supo hacer.
Sus manos recorrían mi espalda, mis nalgas, tocaba mis pechos con cierta vehemencia.
Sus ojos bien abiertos me hicieron suponer que tendría otra descarga, pero ya era demasiado tarde.
Se había vaciado dentro de mi.
No me quedaría con las ganas, así que volví al 69, sin importar el hecho de si a lalo le daba asco o no probar ambos jugos.
Me tumbe en la cama y le pedí me besara por donde le diera en gana.
La que ardía era yo, pero tenía que hacer volver la erección de lalo.
Me dio un oral que para apenas haberle enseñado aprendió bien.
Puse su pija a la entrada de mi vulva para ver si así podía revivirlo de nuevo.
Al lograrlo, lo puse a montarme.
Yo daba pequeños giros, pidiendo que no se viniera.
Finalmente tuve mi orgasmo.
Y en compensación a Eduardo, le volví a dar una felación.
Esta vez tarde un poco, pero al final me tomé su lechita.
Bese a lalo, me vestí y me fui, porque mi novio ya me esperaba.
Jamás tocamos el tema de ese dia, apezar que seguí yendo a su casa.
Bueno. Mejor así.
Aunque sigo insistiendo que el sometido fue él.
Vladimir escritor.
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