Me vengué dulcemente de mi marido….
Una esposa al enterarse que su marido preño a una empleada decide castigarlo donde más le duele, por lo que realiza una fiesta emborracha al esposo y se acuesta frente a él con los invitados..
Me vengué dulcemente de mi marido….
Mi marido y yo, desde hace años mantenemos una relación de amor odio, yo sé que en innumerables ocasiones me ha sido infiel, y no es que yo lo haya perdonado, es que no se había dado el momento de vengarme de manera más dulce, desde mi punto de vista.
Además, en innumerables ocasiones, yo le he pagado con la misma moneda, pero con la diferencia de que él nunca se había enterado.
Pero al enterarme por boca de una de mis amigas, que el muy sucio había preñado a una de las empleadas de nuestro negocio, por lo que decidí joderlo.
Mi plan era simple y sencillo, le iba a dar por donde más le dolía, en su machismo, así que aproveché que hicimos una fiesta en casa, en la cual yo comencé a beber desde bien temprano.
A medida que fueron llegando nuestras amistades, me aseguré de que mi marido, también bebiera hasta más y no poder.
No es que yo tenga un aguante tremendo, es que él realmente yo hacía como que estuviese bebiendo mientras que él, tiene muy mala bebida y con poca cosa se emborracha.
Ya la fiesta estaba en su apogeo, y ya mi esposo andaba dando tumbos sin poder mantenerse de pie, así que, con la ayuda de sus mejores amigos, lo senté en una mesa.
Con toda la intención, le dejé una botella de ron a su lado, mientras que yo comencé a bailar con cuanto macho me sacaba.
Como era algo de esperar, ninguno de sus amigos al principio se quiso propasar conmigo, pero cuando yo descaradamente comencé a insinuármeles a más de uno.
Las cosas comenzaron a cambiar, una de las cosas que hice, fue no ponerme nada de ropa íntima, únicamente tenía puesta una mini bien corta, la ajustada y semitransparente blusa que combina con esa falda, mis tacos bien altos, y más nada.
Por lo que a cada paso que daba, sin querer queriendo, le mostraba mis nalgas a gran parte de los asistentes a la fiesta.
Ya a mitad de la noche mientras mi marido estaba sentado y continuaba bebiendo, yo bailando con alguno de sus amigos, dejaba que frente a él me acariciaran las nalgas.
Sin vergüenza alguna, a esa hora de la noche apenas y quedábamos en la casa él, y varios de sus amigotes y yo.
No pasó mucho rato, para que sus amigos, se quisieran aprovechar de la situación, y yo con toda intención deje que lo hicieran.
Así que, en cierto momento, mientras bailábamos, uno de ellos, me tenía bien sujeta contra su cuerpo, pude sentir aun por encima de la tela de su pantalón, como restregaba su verga contra mi vientre, al tiempo que sin vergüenza alguna me agarraba ambas nalgas con sus manos.
Hasta el joven mesero que atendía las mesas se dio cuenta, y se quedó boquiabierto, cuando vio que yo, comencé a retroceder hasta que mi pareja de baile me llevó a una de las mesas.
Prácticamente frente a todos, levantó la minifalda, sacó su miembro y me lo ha enterrado divinamente, casi frente a mi marido.
Quien no dejaba de beber, al tiempo que, con sus saltones ojos, no podía quitarnos la vista de encima.
A medida que fui sintiendo como la verga del amigo de mi marido entraba y salía de mi mojado coño, dejé que me desabotonase la blusa, quedando mis tetas al aire.
En menos de un segundo ya ambos estábamos rodeados por el resto de los que estaban en la fiesta.
Otro como que no se le ocurrió otra cosa que comenzar a masturbarse casi a nuestro lado, y yo sin perder el tiempo le eché mano a su parado miembro y lo fui conduciendo hasta mi boca.
Estaba bien dispuesta a hacerle pasar la mayor vergüenza a mi esposo, porque sabía que no importase lo que yo hiciera, jamás ni nunca se va a divorciar de mí, ya que de hacerlo simplemente quedaría en la calle.
Él no dejaba de ver como uno de sus amigos me tenía pero que te bien clavada por el coño, mientras que a otro yo le daba una tremenda mamada, y él solamente se limitaba a seguir bebiendo sin quitarme los ojos de encima.
Creo que de haber podido pararse, me hubiera matado, pero estaba tan y tan borracho que no se podía mantener de pie.
Cuando al que le estaba mamando la verga acabó sobre mi cara, al mismo tiempo disfruté de un tremendo orgasmo al no tan solo estar teniendo sexo, sino por el hecho de que era observada por todos incluso por mi marido.
Eso me excitó tremendamente, y apenas su amigo se vino dentro de mi coño, yo al terminar dando uno que otro tras pie, prácticamente me arranqué la minifalda.
Con una jarra de agua frente a todos me lavé el coño, y la cara y al terminar de hacerlo, me les quedé viendo de manera desafiante a los presentes, como diciéndoles. “¿Qué pasa es que no se atreven?”
El resto de la noche y gran parte de la madrugada, dejé que hicieran conmigo lo que les diera la gana, siempre y cuando fuera frente a mi marido, que ya aparte de estar vomitando como un desgraciado, no decía otra cosa que llamarme puta.
Esa noche hasta el joven mesero, me dio por el culo, frente a los ojos de mi esposo, cosa que a él nunca le he permitido que haga.
Eso de seguro le dio mucha más rabia, ya que apenas y se podía mover, pero sin dejar de mirarme entre las arcadas de sus vómitos, y los tragos que continuaba dándose, siguió llamándome puta, una y otra vez, hasta que perdió el sentido.
Como yo realmente no había bebido tanto, apenas aclaró el día me desperté, vi que él se encontraba tendido en el piso, durmiendo aun la gran borrachera que había agarrado.
Me di un buen baño y tomando mi auto me marché a una propiedad que tengo fuera de la ciudad.
A los cuatro días llegó mi esposo a la casa de campo, y antes de que yo dijera algo, casi llorando comenzó a pedirme perdón por lo que él había hecho.
Después me confesó que a medida que fue viendo como otros hombres me penetraban, y como yo disfrutaba de todo lo que ellos me hacían, se dio cuenta de que a él eso le excitaba y le estaba gustando mucho el verme así.
Al punto que cuando le dije que continuaría acostándome con quien yo quisiera y cuando yo quisiera, él únicamente me pidió que por favor lo dejase ver cuando yo quisiera acostarme con otros hombres.
En ese instante, le dije que de acuerdo siempre y cuando hiciera todo aquello que yo le ordenase, y al pie de la letra.
De manera bien rápida y sin pensarlo, me dijo que sería como yo quisiera, para probar si eso era cierto, me abrí el vestido, y quitándome los pantis, dándole la espalda y separando mis piernas le ordené que se pusiera a mamar mi culo.
Sentí su lengua al principio rosando mi esfínter, pero poco a poco fue introduciéndola más y más adentro de mi culo.
Haciéndome cosas deliciosas, yo estaba de lo más excitada, cuando le ordené que dejase de besar mi culo, y se dedicase a mamar mi coño.
Mientras que yo, a medida que él continuaba mamándome el coño me fui quitando toda la ropa, hasta quedar del todo desnuda.
Él muy pendejo de seguro pensó que luego le invitaría a que me metiera su verga, pero cuando le dije que fuera al patio, y llamase a un joven que debía estar lavando el auto, mi esposo se quedó en silencio y obedientemente hizo lo que le ordené.
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