METAMORFOSIS 246
Entrelace.
Amarilis de diez años, apretó las piernas y sentía que los espasmos hacían efecto en su cuerpo, un orgasmo impactaba en su vaginita de niña hermosa que latía con fuerza, estaba en posición boca arriba, ve que Adrián Fernando empieza a lamer sus labios vaginales humedeciéndolos de saliva, estaban frescos tras haberse bañado con agua fría, metía la lengua lo más posible dentro de su vaginita, lamiéndole hasta volverse en el calor corporal normal, así estaba con esos movimientos de lengua hasta humedecérsela bien, se quedaba contemplado tal hermosura de como la vagina de Amarilis estaba humedecida de saliva, después de unos minutos de tanto contemplarle con su boca y lengua fue a los muslos de esas piernas bien abiertas, ella gemía ante sus piernas abiertas con los pies alzados en el hombro de aquel muchacho excitado de placer, las manos con dedos alargados de ella buscaban acariciar el pelo lacio de aquel muchacho, la lengua pasaba por los muslos, la estaba calentando grandemente, la respiración golpeaba en la pelvis, los dedos se deslizaban en las piernas, Amarilis se encontraba atrapada en las mieles del deseo sexual, se había entregado a él semanas después de que Luis Izaguirre tras la muerte del campesino Aparicio, supuesto padre de la pequeña, la llevase a vivir a casa de su verdadero abuelo Teodomiro, el hombre gordo padre de Adrián Fernando, la pequeña era bien cuidada por la servidumbre pero deseaba ser querida ante el frío carácter de su abuelo, con el tiempo esos encuentros con aquel muchacho que la desvirgó en aquella cueva cercana al río se iban haciendo constantes, Adrián Fernando se convirtió de nuevo en el acompañante en su soledad, hacían cosas juntos y reverdecían su relación, ella estaba apegada a él, su abuelo gustaba de esa relación que para él era la de una sobrina con su tío, los besos se repetían en cada rincón a prudencia de los habitantes de esa gran casona capitalina, los paseos se incrementaban y allí Adrián Fernando pudo ver de mejor forma el cuerpo en crecimiento de Amarilis, se estaba convirtiendo en toda una hermosa mujer, ahora, en este momento, en que Amarilis estaba acostada en esa cama de forma pasiva, sintió el efecto de ese glande que entraba en su vagina, el muchacho exclamó que se lo haría con amor, como la primera vez que se lo hizo, ella estaba pausada, tenía ese deseo que se consolidaba con ese modo de sentirse penetrada, el tronco del pene se deslizaba entrando y saliendo de esa humedecida vagina, los testículos rozaban la pelvis vellosa y los pelos se unían al roce de las pelvis, {el olía el cuerpo natural de ella mientras seguía penetrándola con delicadeza, ella daba gemidos intermitentes que se aumentaban cuando todo ese pene entraba en sus entrañas, él le decía que ya iba a terminar, que faltaba poco, le dijo para acabar juntos, armónicamente las pelvis se movían sobre esa chirriante cama de resortes de época de mediados del siglo XX, entrelazaron las manos con fuerza, la pequeña seguía y se dejaba llevar por el ritmo de la pelvis de su querido e iniciador Adrián Fernando, el movimiento de las pelvis se hacía acelerado, las manos se apretaban sujetándose más, ambos al mismo tiempo sentían ese gustito, Adrián la estimulaba diciéndole que moje su pene, que moje su pene, que moje su pene, ella empezó a dar fluidos vaginales, era poco para esa edad de niña preciosa pero suficiente para ese pene juvenil lleno de vida y gracia de sensibilidad, la besó quedando pegados los labios mientras sentían que el semen se deslizaba en el interior de la vagina, allí le dejó todo el semen con el pene adentro totalmente, ella se dejaba besar, se dejaba acariciar, escuchaba de labios del joven lo linda que era, Amarilis tenía sin duda la genética de su madre Lucrecia y de su difunto padre el hombre de negro que era hermano de aquel joven que ahora le rozaba el humedecido pene de semen en los pezones desnudos, vio el hilillo de líquido blanco que se describía al roce del glande, estaba animada, muy animada, se sentía llena para ese instante pero luego de sentir que salía el pene de la cavidad de su vaginita volvió a sentir ese deseo, ese pene poco grueso y largo había dejado esa inquietud de aun gusto por más, ella lo sentía pero no lo decía por recelo, como un flash le vino a la mente el cuerpo desnudo de aquel muchacho blanco con estilo principesco, ese muchacho que anhelaba tenerlo en su delante para satisfacer con ese pene grueso todos sus deseos, si Adrián Fernando fue su iniciador en el sexo, aquel hijo de Carlos Felipe del Olmo es el ideal de sus ratos de pasión, las penetradas y embestidas continuaban, el muchacho se esforzaba con su pene en satisfacerla, para ella inicialmente cuando fue desvirgada consideraba ese pene ideal pero mientras probaba el pene de ese muchacho blanco se iba adaptando y gustando de otros penes más prominentes, Amarilis deseaba más y más pese a los besos con lengua sostenidos, en otro momento quedaron desnudos por un buen tiempo en la cama, las caricias eran constantes, el olor a cuerpo húmedo trascendía, luego de un tiempo la volvió a penetrar y a dejarle semen dentro de su vaginita, desde ese momento Amarilis se convertía en objeto sexual de Adrián Fernando, hijo del hombre obeso.
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El pelo al viento de ese joven de diecisiete años nacido en 1945 cuando su madre Eugenia tenia dieciséis años frotaba la frente frunciendo los ojos, iba en un auto descapotable, recientemente su padre lo había comprado, estaba aprendiendo a manejar, estaba muy emocionado, tocaba de ir a manejar en la periferia de la capital en aquel segundo sábado del mes de agosto de 1962, las ordenes gélidas de su padre le turbaban un poco la concentración haciéndole desviar a la orilla del camino, Cesar Andrés Gómez González hijo del industrial Jairo Andrés era muy fiel amigo de lealtad pura de Fulgencio Arichabala, manejando despacio se distrajo impactando en la humanidad del indigente que pasaba por allí, el perro acompañante recibió también el impacto, presuroso detuvo el auto, el muchacho salió a socorrer al indigente, el sorprendido padre seguía sentado observando que su hijo ponía en pie a aquel hombre, al ver su fisonomía más de cerca le fue llamando la atención ese peculiar modo de hablar, se trataba de alguien conocido, salió del auto, de inmediato le atendió mientras su hijo se preocupaba de atender a Nerón, el indigente estaba aún nervioso por el percance sufrido, Cesar Andrés quedó impresionado viendo al noble can, se emocionó al verle que se ponía en patas aunque con algo de dificultad en una de sus patas, Jairo Andrés tomaba del brazo al sorprendido indigente, le dijo para llevarle al hospital a lo que irónicamente responde que mejor a un restaurant, eso conmociona al prestante industrial subiendo al indigente y al can en el descapotable, la apariencia del hombre hizo que Jairo decidiera llevarle a casa e invitarle a comer, el estado de asepsia del hombre hizo que acepte, el can tenía raspadura en una de sus patas y no ponía sostenerse por sí solo resignándose a quedar acostado, as manos del joven acariciaban el pelo del noble can, al llegar a ese lugar de arriendo junto a la casa lujosa la madre del muchacho de diecisiete años salió a su encuentro, tenía puesta una ropa casual de época, vio a su esposo que llevaba de brazos al indigente, ella se extrañó, vio a su hijo sentado en el descapotable, estaba con ese noble animal que por muchos años había sido compañero de aventuras del indigente, se notaba su pelaje que mostraba sus años de vida, ella se asombró mucho al verle, sin lugar a duda era un perro de lidia cruzado, ella lo acarició, le recordaba a su perra Lía, tenía el mismo pelaje, estaba entusiasmada, el indigente quedó parado viendo a distancia a la mujer acariciando a su perro, Eugenia le preguntó por los años del can, le dijo veinte aproximadamente agregando jocosamente que es más viejo que lucifer, el industrial y su hijo rieron, el muchacho no paraba de acariciar al can, estaba contento, a {el le gustaban mucho los perros, recordaba aquella vez en el internado cuando el superior lo llevaba a ver a los perros, de allí sucedió aquello, la atracción carnal, recordaba cómo el superior lo desvirgó en aquel lugar, recordaba la sangre salida de su culo en 1953, cerca de allí el mismo pensamiento tenía la madre de Cesar Andrés, viendo a su esposo pensaba en aquella entrega, aquella primera vez, en aquel solitario lugar tranquilo, en aquel año de 1943, el tiempos de guerra mundial, Eugenia se entregaba a Jairo y bajo coincidencia su perrita Lía era desvirgada metros lejanos por Taby, salía sangre del pene de Jairo como a varios metros de allí Taby sacaba su miembro ensangrentado, de regreso ama y perrita llegaban a la casona desvirgadas, para Eugenia la figura varonil de Jairo la impresionó tanto que por esa causa se produjo la entrega y el posterior matrimonio, lejos estaba de sospechar el pasado de Jairo pues había abandonado a Clemencia la madre de sus dos hijos Arnulfo y Agripina, los dejó de muy tierna edad, ahora Eugenia acariciaba al perro, el indigente fue conducido a ser aseado, sentándose luego en la mesa comiendo tanto así como si el mundo se acabase, en un rincón el perro comía carne y derivados a vista de Cesar Andrés y su madre Eugenia, fue un gran tiempo de charla, Jairo tenía una expresión que daba a entender sus inquietudes respecto a ese indigente, lo miraba tratando de recordar su rostro en alguna parte, estaba avejentado, se lo veía muy arrugado el rostro, Jairo se imaginó por lo que habría de haber pasado, sorprendentemente sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de Eugenia que traía en sus manos un retrato suyo con su perra Lía, a los presentes sorprendió el parecido de Lía con Nerón, dijo que se lo había tomado en la entrada de la estancia, el indigente tragó la comida con dificultad al ver el letrero del fondo, esa fachada, esa casona, la de sus vecinos, recordaba con angustia aquel día de desesperanza dejando sus tierra y propiedades, recordaba el abandono de su hermano yendo a la capital y entre tanto desapego se encontró con un cachorrito deambulando por el lugar, desde ese momento él sería su compañero de aventura, se hijo indigente y su can callejero deambulando como fantasmas por diferentes sitios, ahora comprendía el origen de su noble amigo, sin duda, Nerón era hijo de Lía, tuvo temor en decirlo, cayó con la idea de no perder a su fiel amigo, de un impulso decidió marcharse, agradeció por la comida, estaba muy inquieto y se daba a notar de los otros presentes, hizo gestos a su can pero este sorprendentemente se quedó acostado, en muchos años el indigente percibió el rechazo de Nerón, trataba de llevárselo con gestos pero el can continuaba acostado, al rato se levantó yendo a acostarse donde estaba sentada Eugenia, no cabe duda que el carácter de pertenencia humana los canes saben interpretarlo, estaba muy feliz de acariciar al perro, el indigente estaba desconcertado que mejor decidió seguir sentado, Cesar se unió a acariciar al can, Jairo continuaba observando el rostro del indigente, Eugenia manifestaba el enorme parecido entre los perros, se escucha tocar la puerta, aparece la sirvienta anunciando una llamada para el joven Cesar Andrés, presuroso iba a contestar y de súbito el perro lo acompaña, para desconsuelo del indigente sorpresivamente Nerón se había encariñado con el muchacho, el perro se sentó en pose imperial junto al joven sentado atendiendo el teléfono, del otro lado del auricular una voz suave y complaciente le invitaba a que estar en ese lugar, miró hacia el interior de la sala donde estaban sus padres, le dijo que iría tiempo después, tras el auricular la respuesta era que no tarde mucho, al colgar el auricular el perro acompañó a Cesar a la sala, vio los rostros felices de sus padres, escuchó de su madre que el indigente quedaría a vivir allí con el can, Cesar se alegró mucho acuclillándose y acariciando a Nerón, para el indigente aún era sorpresivo haber aceptado aquello, su can fue la causa, el indigente estaba acostumbrado a la compañía de Nerón, Jairo ordenó que se disponga un cuarto al visitante con unas alfombras para el noble can, estaba feliz, en parte, por ahora tendría comida, se sobresaltó al escucharle hablar a Jairo con su esposa de la reunión que tendría con Fulgencio Arichabala, ese nombre para el indigente era de malestar, sin lugar a dudas él estaba conectado a los negocios de su gran amigo, sonrió el indigente, ahora con mayor razón quedaría de huésped en esa casona, precisamente horas después Fulgencio Arichabala llegaba con su madre Matilde atendiendo una invitación hecha por Jairo, estarían por unas cuantas horas, desde lejos el indigente acariciaba a Nerón que jadeaba constantemente, estaban lejos de los ilustres visitantes, el indigente puesto ropas adecuadas mordía los labios y con mirada firme llena de odio, expresaba “¡venganza!”
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El pijama se deslizaba suavemente recorriendo esas piernas hermosas llenas de colágeno demostrándose al brillar esa tersa piel, la tela cayó al piso sobre unos pies desnudos de dedos alargados, unas manitos rozaban circularmente los glúteos descubiertos de ese culito desnudo, luego esas manitos fueron a tocarse el penecito que tras cada suave manoseo se iba poniendo tieso, el placer por ese gusto le venía bien a ese precioso niño nacido en febrero de 1957, estando ahora en el primer domingo de agosto ya tenía sus cinco añitos y medio cuando se miraba que su penecito con prepucio estirado recubierto el glande tenía ese color de piel rosada de tanto estirárselo, el placer era mayor al hacerse así ese sutil manoseo, alzó sus piecitos descalzos para liberarse el pijama, suspiró, era un niño vivaracho, se vio el pene tieso, sonrió, caminó descalzo a tomar un botecito de crema sobre su mesita de noche, untó un poco en sus manitos, el agite de las manos con crema fue rápido, suspiraba, caminaba viéndose los pies descalzos, llegó s sentarse al extremo de su cama infantil comprada por su padre hijo de militar, los dedos con crema rozaban el tronco del pene haciendo una delicia de gusto provocado por ese movimiento, suspiraba estirándose el pene con gusto cerrando sus ojos color miel, lentamente se recostaba haciendo que su pelito lacio castaño claro se pose sobre la distendida sábana de su cama, hace una media hora se había despertado inquieto soñando que hacía sexo, al despertar hizo a un lado la sábana viéndose el pene erecto como punta descrita en la tela del pijama de fina tela, ahora estaba acostado en la cama con sus piernas dobladas sobre el extremo de la cama y cuyos pies se agitaban al viento, se estaba dando placer viéndose el desliz de sus dedos con crema sobre el tronco del pene que se estaba poniendo brilloso por acción de la crema, siguió así por unos minutos, sentía latidos en su culito virgen, se miraba el prepucio brilloso que recubría ese glande de pene hermoso, suspiraba y jadeaba haciendo mover los descalzos piecitos al viento, se abrió las piernas para sentir mejor ese placer de estirarse el penecito, ahora los piecitos rozaban el borde de la cama, los puso sobre el borde haciendo que sus piernas estén dobladas, se notaba el brillo de su piel llena de colágeno contrastada con el brillo de la crema en su pene y testículos cuyo roce de dedos lo hacía ahora en esa área de su pene, más suspiraba al hacerse así, tenía un gusto grande que se dibujaba en el rostro cerrando sus ojos y abriendo la boca, de inmediato sus manitos se posaron sobre las sábanas, se ladeó para pasarse el dedo por el culito virgen, la crema al impregnarse en la entrada del culo le daba una agradable sensación, la mejilla se posaba en la sábana y de la boca salía un leve gemido a causa de que se estaba punteando el dedo, de nuevo volvió a poner las piernas dobladas con los pies por sobre la sábana de la cama, de entre sus piernas abiertas así como estaba acostado vio la figura arrimada al marco de la puerta de su tío Dagoberto de treinta y seis años, inmediatamente bajó las piernas e instintivamente se cubrió con sus manitos, de inmediato se sentó en el borde de la cama haciendo que su remerita aun puesta trate de cubrir su pene, el tío se acerca a sentarse junto a él, miraba ese bote de crema sobre la cama y miraba el pene cubierto apenas por la remerita mientras le dijo que estaba en la mesa servido el desayuno, le dijo al niño que lo habían dejado a su cuidado, ya que sus padres y abuela habían salido de visita y pronto regresarían a pasear con él, el niño sonrió ampliamente, esa sonrisa era contagiosa, sin hablar más le dio un beso en la frente, el niño después se dejó que su tío lo acueste haciéndole deslizar la remera para verle el pene desnudo descubierto a plenitud, la nariz rozaba el tronco del pene infantil, se apreciaba el olor de la crema sobre la piel del pene, tomó un poco de crema para con esas manos adultos pueda estirarle el pene haciéndole tener placer, el tío le había enseñado a hacerlo, el pequeño Heriberto sentía ese manoseo en la pelvis con el movimiento circulas de los dedos e inclusive en sus testículos, el tío se apartó de la cama para poner seguro a la puerta, su espalda arrimada estaba en la pared, aun se notaba esa risa cómplice que contagiaba a su sobrino aun acostado en la cama, Dagoberto que tenía puesta una remera ajustada a su cuerpo y un short también ajustado se iba sacando las sandalias y de a poco se iba deslizando el short a vista del acostado niño, luego se sacó la remera ajustada quedando completamente desnudo delante de su sobrino, se acercó acostándose sobre el de tal forma que los dos penes estaban unos sobre otro, de ahí aprovechó de forma insinuante a alzar y bajar las caderas haciendo el respectivo roce de dos penes erectos, lo abrazó sentidamente y dieron giros en la cama, el niño se sentó en la piernas de su tío que con sus manos unió los penes, le dijo a su sobrino viendo esos penes unidos con las manos que siempre estarán juntos así, el niño sonreía y así sentado movía las caderas delante y atrás, de nuevo giraban en la cama, le dijo a su sobrino que era un niño muy bonito y que se quede quietecito, le hizo acostar suavemente y el niño vio que Dagoberto le sostenía las `piernas den los hombros, lo llevo de caderas a su cuerpo haciendo que el pene roce la entrada del ano, untó crema en la entrada del culo y en el brilloso glande de pene adulto, estaba feliz sintiendo ese roce, a su tío le tenía apego, se dejaba llevar desde muy pequeño, Dagoberto estaba generando metamorfosis en su pequeño sobrino Heriberto nieto del asesinado militar, los muslos de Heriberto estaban sobre el pecho del tío que se iba inclinando y a la vez haciéndole abrir de piernas, sus talones estaban sobre los hombros, se podía ver el movimiento rápido de los dedos de los pies, el glande con crema seguía ahora deslizándose sobre los testículos del niño haciéndole gemir de gusto, Dagoberto apreciaba esa entrega voluntaria del cuerpo de su sobrinito precioso con quien vivía desde que nació, iba metiéndole más el glande en su culito y eso le hizo sentir raro al niño que se aferraba con sus manitos a la sábana y luego esas manitos se aferraban a los brazos del tío, su culito estaba con molestia ante esa punteada de pene, le pidió a su tío que no siga porque le estaba doliendo, el glande de Dagoberto sentía que la rajita del culito de Heriberto estaba bien cerradita, estaba muy inquieto, dolía mucho aquello, Dagoberto comprendía, sólo que tenía siempre en mente en algún momento llegar a desvirgarle, pero tenía sentimientos encontrados respecto a los padres del niño, uno de ellos es que en silencio Dagoberto sentía mucha atracción por su cuñado el hijo del militar asesinado, causarle un desvirga miento a su sobrino causaría problemas y desapegos si existiese la indiscreción de que el niño pueda decir lo que pasó a su abuela o padres, así que por ahora el pene rozaba sobre el penecito, el tío le dijo a su sobrino que mire pues iba a terminar el “jueguito”, tras roces del grueso pene sobre el penecito lampiño y teniéndole bien sujeto de las caderas el niño jadeaba y suspiraba, estaba muy inquieto viendo ese deslizamiento del pene, las caderas se movían más al mismo tiempo, de pronto sale semen del glande del tío, el líquido se impacta por completo en el rostro de Heriberto, Dagoberto al alejarse del niño se ríe ampliamente, va por papel para limpiarle, le dice que vaya al comedor a servirse el desayuno, al bajar lo hace descalzo puesto su pijama y remera, mientras comía veía a su tío leyendo el diario, se pone a jugar con unos autitos delante de su tío dándole a ver el culito empinado con estampas de dibujos infantiles, el tío deja a un lado el diario para ver ese culito vestido, los muslos estaban sobre las piernas dobladas, puso su pecho sobre el piso, sus piecitos descalzos tenían en la planta restos de mugre, Dagoberto se levanta para marcarle y hacerle de carrusel, el niño reía por esa acción del tío, rodaban por el piso simulando jugar a las luchitas, eso al niño le encantaba muchísimo, tenía un gran apego, estaba muy complaciente jugando de esa manera con su querido tío, le marcaba y le hacía roles, la pasaban divertido, hasta que los labios de Dagoberto rozaban las orejas del niño diciéndole para ir a “jugar” en su cuarto, para el niño esos “jueguitos” con su tío le eran muy divertidos y estaba consciente de lo que hacían, lo llevó marcado hasta su cuarto, le dijo para “jugar” a las luchitas solo que lo hicieron desnudos, así daban roles desnudos en la cama, Heriberto quedó de cara a la cama y el cuerpo de Dagoberto quedó encima, el pene erecto ahora rozaba el culito del niño, el glande punteaba sutilmente, el niño trataba de moverse mucho al sentir eses pene, Dagoberto le decía que debería estar quietecito, la pelvis de Dagoberto ya rozaba los glúteos, el pene se deslizaba entre la rajita del culo haciéndole sentir, le decía al oído que estaban “jugando” bien, además que era un niño precioso, el tío de treinta y seis años seguía acostado sobre su sobrino de cinco años y medio, era grande la diferencia de estatura pero eso no hacía para que se sintiese bien sobre todo en Dagoberto que era el activo, el niño tenía los brazos estirados muy extendidos, su carita estaba sobre algunas almohadas, la cama se movía haciendo chirriar los resortes, así lo tuvo hasta que el niño sintió que su tío se detuvo y a la vez sintió que algo de líquido se deslizaba sobre la espalda, era el semen de Dagoberto, que de nuevo le limpió la espalda con papel, decidieron quedarse acostados cubierto por una sábana, estaban en posición de perfil, la pierna de Dagoberto descansaba sobre la del pequeño Heriberto, la sabanas que delimitaban la figura de esos cuerpos se movían ya que por dentro esos movimientos de caderas en perfil rozaban los penes, dio la vuelta el tío y ya en ese instante de tiempo el sobrino se acostaba encima todavía cubierto por la sábana, se podía apreciar el movimiento de la sábana de alzar y bajarse producto de ese movimiento de caderas del niño que estaba deslizando su pene lampiño sobre el pene peludo de su tío, tiempo después se podía apreciar los dos cuerpos desnudos cubiertos por la sabana que describía el deslizamiento de los pies y piernas del tío sobre las piernitas y piecitos del sobrino, del movimiento interno de labios en aquellos los besos intensos y de las manos sobre el culito y penecito de Heriberto.
FIN DEL DUCENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO SEXTO EPISODIO
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