METAMORFOSIS 247
Entronque.
Ana Fernanda lloraba a solas de una manera desconsolada la pérdida de su hijo Daniel Eduardo, estaba inquieta, presurosa a hacer algo, no soportaba haber perdido a su hijo de esa forma, caminaba en círculos debido a su mal estado de ánimo, para ese momento estando a solas le hacía falta la compañía de su compañero sentimental, recordaba su situación actual dependiente de lo que ese prestante hombre le ayudaba en forma económica, pero eso no era suficiente, ni los cortos momentos que estaba con ella al salir y al hacer compras o comer algo en la fuente de sodas o en aquellos discretos restaurants, le molestaba esa forma anónima de encontrarse y salir cuidándose de los comentarios, ella lo que ahora deseaba era estar constantemente gozando de la compañía de él, de Joaquín Valdez, ese hombre por aquel tiempo también había perdido a su hijo Lupercio asesinado vilmente, Joaquín desconocía la identidad del asesino de su hijo, la desesperanza primaba en el pensar y sentir de Fernanda, tomaba y prendía un cigarrillo que era lo que en algo le calmaba al fumar, cerca de allí se encontraba la cuna de su hijo fruto de ese amor clandestino con el agroindustrial potentado de la selva del país de la canela, un niño precioso muy parecido a ella, que sin lugar a dudas en su rostro infantil se reflejaba la belleza materna, un niño al que su difunto hermano quería y cuidaba mucho, de pronto se escucha que tocan a la puerta, ella se extrañó, no era tiempo de fin de semana para visita de Joaquín, abrió con prudencia pensando en alguna vecina conocida, al otro lado de la puerta se encontraba la figura del hombre al que menos lo pensaba y esperaba, se trataba del ex senador, el doctor a quien tiempo atrás había sido su secretaria, se trataba de Luis Daniel Pérez, temerosa le hizo pasar ante la súplica del visitante por querer conversar con ella, se sentaron a platicar en donde salió a recuerdo el hijo de ambos, de aquel desafortunado Daniel Eduardo asesinado en un enfrentamiento con la policía, tarde supo el doctor que aquel muchacho era su hijo, vino a pedir explicaciones, vino a preguntarle por qué no le dijo la verdad, así la vida de ellos cambiaría y él estaría aún vivo, indignada ella se limitó a verle al rostro, le dijo que ni sus preguntas ni todo lo explicado o por explicar ya no tiene sentido, el doctor trató de acercarse junto a ella pero fue rechazado de inmediato, escuchó el llanto del niño en su cuna, el doctor sabía que ese niño era hijo de su socio en los negocios Joaquín Valdés a quien lo había visto en el hospital tras la muerte de Daniel Eduardo, Luis Daniel quería acercarse a ella, de súbito ella se sorprendió al ser tocadas sus manos por las del doctor y al escuchar la propuesta de volver a empezar, ella suavemente retiró sus manos y le dijo en tono severo que su relación en tiempo ya es pasado, le recordaba a Luis Daniel que él tenía a su novia del país del norte y que ella tiene el amparo de Joaquín Valdés, el doctor no aceptaba esa realidad, de corazón le decía que sentía algo por ella, que después de tanto tiempo sin verle había renacido ese deseo de amor, le dijo que deseaba estar cerca, que le daría todo lo que quisiera para hacerla feliz, ella con su tono lastimero y expresión decepcionante le dijo al ex senador que ya hace mucho tiempo atrás él le había dado lo más hermoso que mujer alguna tendría, su hijo, ahora difunto ya nada servía sus intenciones, ni tenía sentido todo lo dicho, miraron hacia la cuna donde un precioso niño aún sin ropa estaba con deseos de comer y de vestirse, ella pidió que se marche y no vuelva más, el médico cabizbajo comprendió el mensaje, sin embrago vio esos ojos llenos de ternura y de firmeza al despedirse tomándole las manos temblorosas, le miró a los ojos, sonrió, le dijo que no se daba por satisfecho, que insistiría, y exclamó con certeza que la seguía amando, que nunca la olvidaría, que si hubiese dicho la existencia de ese hijo seguramente la vida de Daniel Eduardo sería otra, ella se limitó a decirle insistentemente que ya era tarde, se notaba obsesión y carácter de pertenencia en el doctor, quiso recordarle los momentos vividos y sobre todo toca un punto vital, aquel en que ella se entregó a él por vez primera en aquel motel, le recordó que él fue su primer hombre, que eso hecho por ellos en esa cama ella nunca lo olvidará, y así, ella bajó la mirada y reaccionó altiva cuando los brazos del médico se posaban sobre los hombros de ella tocándole el pelo en círculos, hizo un quite pero él la retuvo de los hombros, la abrazó con fuerza uniendo sus cuerpos, le dijo que ese amor quedó sellado de forma imborrable naciendo luego un hijo maravilloso, ella se detuvo a escucharle sin esforzarse en liberarse de esos brazos que la tenían sujeta y cada vez sentía que la apretaban más uniéndose al cuerpo del médico, lentamente la nariz del hombre se deslizaba sobre las mejillas de ella que cerraba los ojos instintivamente y estaba ya muy temblorosa, el médico le decía frase hermosas, a las que ella de a poco asentía, cada vez se dejaba acariciar, estaba siendo de a poco sometida a ese pase de manos por sus hombros, su cuello y finalmente su rostro, lentamente los labios sintieron ese contacto, en verdad ella aún lo amaba, cómo no olvidar esos momentos apasionados de entrega absoluta, cómo no olvidar esos “te quieros”, esos mimos mientras trabajaban juntos de jefe y secretaria, cómo no recordar esos detalles, cerrando los ojos se dejó llevar por las caricias y besos en el cuello, de pronto se acordó de Joaquín justo cuando su blusa se deslizaba por el antebrazo, se mostraba a medias los pezones que fueron rozados por las manos del doctor, estaba inquieta, vio caer su ropa, quedaba en calzón, ella se dejaba llevar de las caricias como recuerdo de aquel ayer amoroso, volvía a sentir esa sensación de electricidad en su cuerpo que únicamente lo había logrado el padre de su primer hijo, vinieron los besos apasionados, los abrazos, ella se dejó entregar por él rodeándole sus brazos sobre el cuello, lo apretaba, lo sentía, él vio con mucha satisfacción que su camisa y pantalón ella los desabotonaba cayendo al suelo junto con la ropa de ella, no daban caso a los llantos del niño que poco a poco se incrementaba, abrazados y sujetos llegaron al extremo de la cama, él se inclinó deslizándole el calzón y besándole los muslos de forma apasionada, se notaba que ambos se deseaban tras el llanto del niño, ella estaba muy sensible viéndose desnuda, lentamente se fue acostando en la cama mientras él se sacaba lo que le quedaba ropa, ese pene, ese pene, ese pene, visto por sus ojos le recordaba esas sensaciones, el glande empezó a rozar los labios vaginales y el clítoris, ella se entregaba con gemidos al sentir esos roces de glande en su cuevita, sus manos se apoyaban en los hombros del hombre que se inclinaba a meterle el pene por ese agujerito vaginal de esa mujer de treinta y cinco años a quien a sus diecinueve años se le había entregado en cuerpo y alma y del que en 1946 habría nacido su hijo Daniel Eduardo, sintió que todo el pene entraba, como en los buenos tiempos pensó Luis Daniel de sesenta y dos años, se aferró con sus manos a la cadera de la mujer, estaba poseso, deseaba sentirla y sentirla, más y más, así, así, así, el glande hacía furor en las entrañas de Ana, el niño veía a través de sus ojos la imagen borrosa de dos cuerpos adultos acostados en la cama, su madre bien abierta de piernas y ese hombre acostado sobre ella alzando y bajando las caderas desnudas, miraba el rostro apacible de su madre emitiendo gemidos desde lo más profundo de su ser, los brazos estirados con las manos entrelazadas, el hombre esforzándose al máximo, ella estaba quieta recibiendo los embates, las embestidas de ese pene erecto, el niño desnudo se paraba en la cuna con ruedo de malla comprada por su padre, sus deditos se metían por esos ojales, se aferraba a ellos, con su boquita botaba saliva por el borde metálico al cual pasaba luego sus mejillas, el llanto se iba bajando, estaba cansado de llorar, siguió viendo a su madre ahora en posición perrito sobre la cama mientras el pene grueso entraba por el culo femenino, los gemidos ahora eran más intensos, el niño lentamente se sentó en la cuna y empezó a llorar más fuertes mientras miraba a las manos de Luis Daniel que se apoyaban en los hombros de Ana Fernanda y ahora las caderas iban de adelante hacia atrás, de adelante hacia atrás, de adelante hacia atrás, esos movimientos los miraba aquel precioso niño de apenas un año y medio de vida, ya tenía instintos de caminar, se llamaba Joaquín Lupercio, seguía viendo a su madre ser sometida sexualmente por ese hombre que ahora la ponía acostada a piernas abiertas, miraba la unión de las frentes sudorosas, miraba las piernas abiertas de su madre rozando las caderas que se alzaban y bajaban de aquel desconocido hombre que no era su padre, a su tierna edad no entendía de esos movimientos de ambos cuerpos en la cama, sólo se limitaba a ver que los labios de aquel hombre buscaban a los de su madre siendo ella que le correspondía, de pronto vio movimientos rápidos de cadera que hacían chirriar los resortes de la cama, pero de a poco los movimientos se iban deteniendo, vio que su madre quiso zafarse pero él la contuvo sosteniéndola fuerte con los brazos, ella sintió el semen dejado en su orificio vaginal, el niño los que se quedaban quietecitos, el cuerpo del hombre desnudo sobre el cuerpo de su madre, ella reaccionó al escuchar el llanto del niño, salió de la cama para asistirlo, el hombre sentado en el borde de la cama miraba restos de semen en el glande, miró hacia e cuerpo desnudo de esa hermosa mujer desnuda que marcaba a su tierno hijo al que le daba de amamantar, estaba con hambre, aún le daba de seno, le vio el vello de su vagina, estaba húmeda, sonrió, había sido suya de nuevo, se puso en pie y la abrazó por detrás uniendo el humedecido glande al culo de ella, le susurró al oído que se quedaría la noche con ella, se miraron, ella un poco inquieta cabizbaja, le quitó los temores con un beso muy apasionado, los sentimientos encontrados se diluían en la mujer ante cada caricia del hombre allí presente, atrás quedaba la figura diluida de Joaquín Valdés, el doctor fue a la cama a esperarla bajo la cobija, harían muchos actos sexuales en aquella noche y las seguidas, para ellos, recordando y recuperando el tiempo perdido.
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Flor estaba muy distraída con copa en mano y con cigarrillo con protector en la otra emulando las casquivanas de la década de principios del siglo XX, el humo se disipaba viendo a los asistentes bebiendo con gusto y deseo, uno en especial al fondo de la taberna le llamaba la atención, había venido por ella tras a la invitación de la familia de don Elías y prestante dueño de tierras, se dejó ver por él, hizo un gesto de reverencia hacia la mujer, le dijo que aún era temprano y que se tomase unas copas nomás hasta que sea la hora en que baje su compañera, estas invitaciones del patrón Elías a las vedettes se venían haciendo desde junio de 1962, el hombre asintió obediente, suspiró prolongadamente, llevó su copa a la boca, tragó despacio la bebida, lo miraba con fijación atenta, estaba pasiva ante su alrededor, el ambiente de ella era el ideal, llevó el cigarrillo a su boca exhalando el humo, había pasado mucho tiempo, mucho tiempo, desde aquel momento, seis años para ser exactos, más de un lustro, sonreía al verle igual, sonreía con sarcasmo al no ser reconocida por él, le divertía por lo que estaba pasando, lo tenía tan cerca pero tan lejos a la vez, había averiguado sobre su presencia en el pueblo, se decía de él que era muy leal al patrón así como también muy trabajador, sabía negociar el comercio pese a ser reconocido tan sólo como a un peón de estancia, era cordial y muy inteligente, esas informaciones cautivaban a Flor, desde hace más de siete años no sabía del paradero de su familia, ni el de su… hijo, aquel niño ochomesino al que abandonó dejándolo en brazos de una anciana, lo abandona por el amor de un hombre que a fin de cuentas le resultó ser un gigolo, un tunante, un explotador al que le costó salirse con dinero, por ahí ha de andar mintiendo a otras incautas como un tiempo lo fue ella, le dio mucho pesar dejar abandonado a su hijo de meses de nacido, se justificaba por aquel hecho de haberse entregado, recordaba aquel día de finales de abril de 1956, recordaba aquella cama amplia llena de sábanas con encajes y de tela suave, Flor recordaba lo hecho en aquella cama del patrón, estaba recuperando el aire, veía como la ponía en cuatro como una perrita y le metía el pene por la vagina, estaba moviéndose como un desesperado por más sexo dentro y fuera de ella, ella vio que el patrón apretó los dientes y frunció el entrecejo acelerando sin piedad el movimiento de cadera haciéndola gemir con una súbita expresión de emoción, Flor recordaba que la tuvo dándole pene ahora en el extremo de la cama, recordaba el gemido prolongado a ojos cerrados del patrón eyaculando abundante semen dentro de ella, luego de salir de la habitación iba muy pensativa, se había entregado al patrón, estaba inquieta pues no era virgen, caminó hacia la cochera, allí se encontraba su padrastro, era el momento de ir a casa luego de la faena, el padrastro trabajaba para aquel patrón que la hizo suya hace poco, ella recordaba aquellas manos del padrastro sobando los muslos, sabía lo que se vendría al llegar al cuarto en el que no se encontraba su hermano ni su madre, ese mismo día horas después ella recordaba que se encontraba desnuda en la cama, abiertas de piernas, el padrastro manoseaba su vaginita húmeda, la olió y sonrió, vinieron los besos apasionados, las diferencias de edades en los cuerpos desnudos se notaba claramente, gustaba que le besen el cuello, eso la excitaba, las manos del padrastro recorrían su piel tersa de caderas y glúteos, le dijo para “jugar” de aprovechar el momento, de tener claro lo que iban a hacer, vio que el glande se deslizaba por su pelvis y ombligo, luego sintió que el glande fue apuntado en el hoyito que tenía humedecido y se fue metiendo dentro de ella, tragó el ron, hizo un suspiro largo en sus recuerdos, luego recordaba que no pudo evitar gemir fuerte y arquear su cabeza hacia atrás abriendo su boca, es que ese pene era muy grueso y largo tanto así que la hacía vibrar en todo su cuerpo, parecía muy duro como una piedra preciosa brillosa y se metía todo lo que fuese posible incrementando los gemidos y jadeos de Flor, hubieron muchos gemidos salidos de Flor lo cual animaba más al padrastro y moviendo su cadera lograba penetrar el resto del pene erecto, los bellos púbicos hicieron contacto con los labios vaginales de la “niña”, ya para ese momento tenía la boca abierta y los ojos que se demostraban llenos de placer, la penetración ya era completa, se iniciaba el movimiento de caderas, Flor gemía a cada metida que el padrastro le daba en aquella cama del cuarto en el que vivían con su madre y hermano, para el padrastro es como estar en la gloria, el pene de él era muy grande, de un tamaño ideal para sentir placer de forma rápida y no esperar a que la vagina se adaptara al tamaño, los labios de Flor expulsaban gemidos que eran bloqueados gimiendo dentro de la boca del padrastro mientras lo besaba, estaba sintiendo mucho placer, el padrastro ya estaba más que animado, sus caderas se movían rápido y más se emocionaba al sentir que Flor colaboraba en todo, acoplándose a la posición de sus cuerpos y a la sutil manera de penetrarle, Flor fumando el cigarrillo recordaba que el patrón se movía hacía el contrario de ella para hacer más profundas y fuertes la forma de sentir las penetraciones, recordaba fumando profundamente que al ser penetrada por su padrastro ella balbuceaba con sus ojos de vista amplia y su boca abierta, viendo que los labios del padrastro se acercaban uno de los pezones, así que lamió y chupó fuerte y sin misericordia, arrancándole el dolor más placentero que se podía dar a esa edad, la sujetó fuerte por la nuca oprimiéndolo contra él, mientras sacaba la lengua de su boca exponiéndola al aire dejando ver expuesto el seno brilloso, le dijo que ahora se lo iba a meter de nuevo con placer, la encorvó en el extremo de la cama y le fue metiendo ese glande con tronco de pene humedecido, era una delicia sentir mutuamente ese efecto del movimiento del pene del padrastro dentro de la vagina de Flor, sin decir palabra, sólo con gemido el padrastro dejó el semen dentro de la vagina de la pequeña Flor, ella recordaba los besos dados frecuentemente una vez que terminaban de hacer el sexo, siempre le hacía notar lo importante en mantener en secreto su relación, Flor vivía enamorada del pene de su padrastro, Flor recordaba que a su padrastro le limpiaba el pene con sus manitos, de vez en cuando estando limpio el pene se lo metía en la boca haciéndole sexo oral, por ahora no sería, vio que salía presuroso al auto, pensó que seguramente tenía que culminar algún mandado o tarea dispuesta por el patrón, a los pocos minutos, se encontraba en el traspatio, se fue a acuclillar a lavarse la vaginita de tanto semen recibido, estaba llegando el ocaso, la vecindad se preparaba para la merienda en ese humilde sector, ella estaba viéndose pasar el agua en los labios vaginales de su vaginita, adentro quedaba semen, vio sus pies descalzos, se pasaba los dedos, algo de orina salía después de tanta cogida con el patrón y el padrastro, Flor recordaba ese silbido característico, aquel silbido que le llamaba la atención, allí por la ventana del traspatio de la abacería se dejaba ver aquel dueño, se puso la ropa y fue al llamado, aquel dueño de la abacería se saludó con Flor besándola en la boca y metiéndole la lengua, al mismo tiempo que le metía dedos a la rajita de la vaginita sin pantaletas y sin pelo de la niña que recibía las caricias que el adulto le daba, de esa forma estaba abriendo su boquita de placer, mientras le rozaba ahora los dedos de la rajita de su culito, la marcó como si fuese su esposa llevándola a su cuarto, ella se dejó acostar, en aquella cama se palpaba sus muy dilatados e inflamados labios vaginales y rajita, hasta ahora dos adultos se la habían cogido en un solo día, ahí estaba inquieta palpándose y se preguntaba si podría aguantar al tercero, aquel hombre se acercó para desnudarse mutuamente, le abrió las piernas manoseándole los muslos y los labios vaginales, rozándole el clítoris, al verla así desnuda en esa postura, se excitó tanto pensando en eso de hacerla suya, que sin poder evitarlo metió más los dedos en su rajita y los sacó, le inició así a una dedeada de masturbación con la idea de humedecer la rajita, luego los sacó, olió su mano y daba cuenta de lo que quedaba de esencia de semen y jugos de raja, se levantó y se inclinó sobre ella, lentamente las bocas se juntaron, los dos cerraron los ojos y se dejaron llevar por el beso, él se recargo completamente en ella mientras la besaba, su lengua buscaba sentir placer, ella abrió más su boca para facilitar el contacto del beso y así la introducción de la lengua de ambos, Flor con trago en mano recordaba la cadera del aquel dueño de la abacería cuando su cuerpo desnudo se pegó a la de ella, y ella percibió la erección que el hombre tenía, sintió ternura porque él se movía poquito, tal vez no la quería asustar y le dijo que se lo haría con amor, así que él ya decidió que era tiempo de jugar un poco con ella, lentamente bajo su mano y la colocó sobre el pene que le rozaba así a su vaginita, sintió electricidad al sentir la mano de ese hombre sobre su piel de muslos, abrió más sus ojos cuando hábilmente le introdujo despacio el glande a lo que respondía con gemidos cortos al sentirse penetrada, sonreía mirando la cara de emocionado de aquel dueño de la abacería, sentía la erección de ese pene en la entrada de su vaginita, era un pene de alguien con experiencia que lejos estaba de sospechar ella que se trataba de un bisexual, era muy grueso en comparación con los que habían profanado su cuerpo, bajó más la inclinación de su cuerpo, el hombre temblaba a la vez que ella también ante esos ritmos sexuales, el dueño de la abacería estaba muy tembloroso se fue inclinando más su cuerpo desnudo hasta quedar con su pene bien dentro de la vagina, vio como ella lo miraba desde abajo y sonriendo abrió a su boca y metía y sacaba el pene, sus ojos nunca dejaron de ver a ese adulto, chupo y movió su boca a ritmo de los labios de ese hombre, ella estaba viendo y sintiendo entre asustada y excitada, para el solo hubiera bastado besuquearla, tocarle las nalgas y listo, pero ahora la tenía inclinada frente a él con todo su pene en esa vaginita que tanto le gustaba penetrar, se dejaba coger con ganas, no aguantó mucho, el pobre apenas exclamó su tensa eyaculación, la sostuvo fuerte de los glúteos y así quedó todo el semen que el hombre cuarentón eyaculó, cayó dentro de su vaginita entre espasmos y gemidos guturales del hombre que experimentaba con ella otra vez el delicioso orgasmo , Flor recordaba el momento en que aquel dueño de la abacería se apartaba de ella y salía de ese cuarto, se notaba su cuerpo desnudo de cuarentón de aquella época, ella quedaba acostada a piernas abiertas deslizándose los dedos por los labios vaginales, vio la gran mancha de semen deslizada por los muslos cayendo en la tela de las sábanas, ese había sido el tercer hombre al que en pocas horas en un mismo día se había entregado ampliamente, no podía distinguir de los tres cuál era el mejor, sólo sabía que cada uno tenía algo al que al otro le faltaba; Flor reaccionó con el cigarrillo en la boca, casi tose y se corrigió asimismo por la torpeza de portarse como una principiante ante tener en la boca el cigarrillo, en su argot el toser es señal de poca experiencia y lleva al desplante, estaba orgullosa de lo que había logrado en todo este tiempo de vedette, Jasmani se acercó para llevarle con su patrón Elías que estaba a la espera de la despampanante mujer, Flor le dijo que ya bajaría su compañera, en eso efectivamente la mujer bajaba las escaleras de la pensión, el auto partía llevando a esas mujeres, ya para ese entonces el recibimiento era el adecuado pasando a servirse a la mesa del amplio jardín preparado para el efecto, tenía un arreglo floral especial, Jasmani desde lejos miraba el ambiente de cordialidad del patrón con las visitantes, los niños jugaban en los alrededores, el mejor vestido sin lugar a dudas era Ronald Elías de tres años que lo acompañaba el pequeño Ítalo Javier nacido en diciembre de 1956, ahora tenía casi seis años de vida, Flor miraba atenta a los movimientos del pequeño, estaba temblorosa, fue un impacto emocional verlo, sintió algo descomunal e inexplicable en su interior, la mirada de Jasmani en el rostro de la mujer lo describía haciendo que también se interese en ver al pequeño de casi seis años, corría muy alegremente detrás de un balón, los dos jugaban alegremente mientras los gestos de lenguaje corporal ameno del patrón no se hacían esperar, invitó a las mujeres a que el próximo tercer sábado de septiembre de 1962 sean partícipes en la velada artística en la estancia en honor al aniversario de bodas con su esposa, cumplirían los diez años de felizmente estar juntos, Jasmani viendo de lejos a la patrona hizo una mueca irónica que Margot al verle agachó la mirada emitiendo una sonrisa forzada ante la mirada de Jasmani y ante las atentas palabras jubilosas de su esposo Elías, luego de comer fueron a recorrer la estancia, las mujeres se maravillaban viendo el adelanto tecnológico, la forma en cómo se cuidaba el ganado y luego fueron a las plantaciones, algunos empleados cargaban cestos de frutas que llevarían en su retorno al pueblo, los niños iban alegremente a su lado escoltándoles, Flor de súbito marcó a Ítalo Javier, ya lo había hecho en muchas ocasiones desde que era invitada desde junio de 1962, en cada visita se notaba mayormente la atracción de Flor por ese niño y viceversa, mientras tanto que lo hizo Margot en marcar a su hijo Ronald Elías, el patrón se había tomado algunos vasos de ron que ya se notaba lo alegre y tropezaba, la amiga al ver a Flor marcando al pequeño le decía de su sorprendente atributo maternal en cada encuentro con el niño precioso, pues se sabía que Flor no tenía hijos, ni esposo, y se desconocía de los miembros de su familia de los que ella se negaba a hablar con su amiga, Flor siempre le hacía mimos al pequeño que de igual manera le correspondía, desde ese momento hasta despedirse Flor y el niño seguían juntos, Flor y el niño caminaban por los huertos, él le decía con su inocente voz de como recolectar, a lo que ella le seguía las ordenes con dulzura tratando de que el niño precioso tuviera liderazgo y ella seguía disimulando amablemente el desconocer cómo se recolectan las hortalizas, la mano con dedos alargados y uñas pintadas con colores estrambóticos tomaban del mentón viéndole así la carita preciosa con detenimiento, se puso temblorosa al verle las finas cejas y labios cuyo pelo lacio negro caía por los ojos, le vino el instinto maternal, aquel al que su amiga desconocía, aquel secreto que era inconfesable, le vino ese instinto de pena, aquel instinto de condena en su conciencia que no le dejaba vivir por culpa de haber abandonado a su hijo, Margot viendo esa escena enternecedora entre ambos, desde cierta distancia en que estaba se acercó a ese lugar apartado donde sólo estaba Flor e Ítalo Javier recolectando hortalizas, le dijo a Flor que se vería bien en compañía del niño al que ella recogió después que una anciana vino a vivir con ellos, le contó en las condiciones en que el niño se encontraba y la anciana pidió en agonía que se mantuviese reconocido como el hijo de esa pareja para que tenga siempre pan y techo en donde vivir dignamente, Margot dijo que junto a su esposo se le cumplió los deseos de la anciana, así que el pequeño vivía dignamente con ellos, Flor quedó inmóvil al escuchar esa versión, entonces se dijo, Ítalo Javier no es hijo de la pareja de Margot y Elías sino un recogido seguramente el niño al que ella le dejó al cuidado de la anciana, temblorosa fue a arrodillarse a marcar a… ¡su hijo!, lo abrazaba con tanta vehemencia que eso extrañó a Margot, más aún cuando vio al niño que sorprendentemente correspondía a los abrazos y vio que de los ojos de Flor salían lágrimas de felicidad, Margot extrañada le preguntaba a Flor por esa actitud a lo que la mujer que tenía puesta una peluca de vedette se la acomodó diciendo que le recordaba a su hijo, para Margot era una sorpresa conocer aquel misterio de aquella vedette, el niño extrañado miraba el rostro de Flor, con sus manitos le quitaba las lágrimas del rostro, ella lo marcaba jubilosa haciéndole mimos, no lo podía creer en sus adentros, tenía en su delante a su hijo amado, no tenía los nombres que ella desearía que lleve pero ahora viéndole bien las facciones tenía mucho de gracia de… ¡su padre!, ahora crecidito se notaba aquellas facciones, lloraba y reía ante el desconcierto de Margot, ella lo lanzaba al aire y sorpresivamente jugaban a las carreras de topadas, Margot se unió al juego y luego los demás, sólo Jasmani a prudente distancia veía jugar alegremente, vio que las facciones de Flor cambiaban notablemente y también sorprendentemente, se le vio la dicha dibujada en su rostro, desde ese momento hasta la despedida se tornaba en risas, ella no disimulaba el apego a ese niño precioso, lo tenía a su lado y él le correspondía de igual modo, sólo ella guardaba en sus adentros la certeza de haber encontrado a su hijo amado, al despedirse Flor y su amiga agradecieron la velada y se iban gustosas que las canciones brindadas así como el baile en esta ocasión brindado les haya sido de agrado, con entusiasmo les dijeron a sus anfitriones que así lo harían y claro está de mejor forma en la próxima velada, Flor se acercó al niño y así lo colmaba de mimos delante de los dueños de la estancia y de Jasmani que en actitud prudente escuchó decir de labios de Flor viéndole al niño con ternura. “¡hasta pronto hijo amado!”, para la amiga era un formalismo igual para los anfitriones pero algo en sí en Jasmani le llamaba la atención de ese noble gesto en Flor que lo desconcertó cuando vio la mirada severa de ella hacia él, rápidamente se subió al auto agitándoles la mano para la despedida, le dio un besos volado al niño y antes que se mueva el auto el niño presuroso fue a darle un beso en la mejilla a Flor y ella le correspondía del mismo modo, el auto arranca y se despiden agitándose las manos, en el interior del auto en marcha la amiga le hacía ver lo atenta que era de exagerada al trato que le daba a ese niño, Flor se limitaba a escuchar con mirada al infinito y muy sonriente, para Jasmani ese niño de ahora en adelante sería de atenta fijación, le intrigaba esa ternura que Flor le daba a Ítalo Javier, que era contrastada con esa gélida forma de tratarle a él en cada charla y en cada encuentro al saludo, así pasarían los días hasta el desenlace que marcaría el destino a aquellas vidas.
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Las lluvias eran intensas en aquel mes septembrino de 1962, sin embrago eso no impedía el caminar por esos lugares boscosos en los que recorrían, tal es el caso de muchachos como Eleuterio y su sobrino Carlos Gustavo Eleuterio nacido en abril de 1962, ya de ese tiempo tenía diez años, el hijo de Amanda y Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote estaba muy feliz visitando a sus abuelos en la selva junto con su madre que estaba gozando de vacaciones laborales, su padre el militar había viajado al exterior a cursos de capacitación, tío y sobrino caminaban por los alrededores de la vetusta ramada que es lo que quedaba de la casa de difunta Ana con sus difuntos hijos, aún estaba fresca la memoria de la desgracia, se decía de aquella desafortunada mujer siendo joven matando a sus tiernos hijos, se pusieron bajo sombra ante el sol que salía, vieron a distancia el arroyo con bastante fluido, aún estaban sostenibles los tablones por donde la difunta Renata se sentaba a micciar gustosa de ver el líquido salido de su vagina impactarse en las líneas de fluido que pasaban debajo de esos maderos o el gusto de ver caer el excremento salido de su culito rosáceo cuando defecaba, para Eleuterio parecía verla allí sobre ese entablado que figuraba como puente rústico, parecía verle allí en la orilla al pequeño Renato jugando desnudo en la arena con un balde, ahora Eleuterio en la realidad veía la carreta que guiaba su hermana Amanda, ella se detuvo para llevarlos pero el hermano decidió quedarse a seguir caminando por los alrededores, sólo el hijo se subió con ella tras saber que tomaría helado en el pueblo marcando la obediencia a su madre, formación que tenía desde que adquirió su uso de razón, Eleuterio le dijo que luego de un tiempo de regreso llevaría fruta silvestre a casa estirando el brazo e indicando la zona de las lomas, ella asintió en señal de aprobación, el muchacho vio a la carreta perderse entre la polvareda dejada por las llantas de hierro y las coces del noble alazán, Eleuterio emprendió el camino en dirección a las lomas, no había hecho mucho recorrido hasta muy adentro, ahora lo haría, vio la posición del sol, le tomaría un par de horas llegar a casa, hizo rápido su caminar por el sendero que iba a orillas del arroyo en algunos tramos, le fascinaba conocer aquellos lugares a donde no había entrado, ahora lo estaba haciendo, su cautela crecía, subía y bajaba varias lomas, su inquietud crecía, desde lo alto de la loma vio un embalse con cascada pequeña, el agua cristalina que caía era muy vistosa en el paisaje descrito, brillaba ante el reflejo de los rayos de sol, estaba muy alegre sentado viendo el panorama desde la altura sobre todo viendo volar las aves sobre el cielo, de pronto algo le llamó la atención, se trataba de aquel niño conocido, le extrañó su presencia en ese lugar, salía de aquella ruinosa ramada cuyo monte y enredaderas silvestres lo cubrían, antes una cabaña ahora una ruina de vivienda, aquel niño caminaba alegre por la orilla del arroyo, para Eleuterio se suponía que ese niño ya conocía el lugar, vio que se sentó en una roca, lanzaba piedras al agua, estaba descalzo, sus pies se agitaban en el agua, se podía ver lo alargados de sus dedos heredados de los pies de su madre, asimismo Eleuterio veía esos finos bracitos cuyas manos estaban apoyadas en la base de la roca, se notaba los dedos alargados, el pelito lacio se agitaba al movimiento del viento, Eleuterio vio que el niño se puso en pie saltando de la roca a la arena, lentamente se fue sacando la ropa que llevaba puesta quedando en la arena, se notaba su cuerpo desnudo, sus piernas medio gruesitas que contrastaban con lo delgado de sus brazos, caminaba con cierto amaneramiento que ya su padre lo notaba y sentía vergüenza de tener un hijo así, el niño suspiraba al acostarse de perfil sobre la roca, estaba pensativo, se pasaba la mano por el glúteo haciendo que el dedo se roce entre la rajita del culo, para Eleuterio fue sorpresa ver así a ese pequeño que se abría de piernas y se pasaba los dedos por entre desde los testículos hasta metérselo en su culo, el dedo medio se lo metí lo más que podía, eso sin duda era señal de que deseaba ser cogido allí y ahora, pero sólo se resignaba a manosearse, Eleuterio quiso esconderse prudentemente, y fue visto por el niño que sorprendido instintivamente se lanzó al agua a manera de disimulo, desde allí se notaba su cuerpo que brillaba por efecto de los rayos solares, Eleuterio a pesar de visto por el niño se logra esconder entre el monte de la cima de la loma, el inquieto niño sale del agua y con su cuerpo humedecido toma la ropa y se mete en la cabaña, desde la hendija de la pared de madera de la ruinosa cabaña observa hacia el lugar donde estaba escondido Eleuterio, el niño lo conocía bien a ese muchacho, su padre tenía gran consideración a la familia del muchacho, ahora más sabiendo que la hermana estaba casada con un militar de carrera y que ese niño es fruto de su amor, el niño conocía bien a la familia de Eleuterio quien desde poco años atrás jugaban mucho en la estancia, al rato sale el niño asegurándose la no presencia de Eleuterio y emprende camino apresurado hasta llegar a la estancia, Eleuterio por su parte lejos de allí recolectaba frutas llevando a su casa, al otro día Eleuterio y Carlos Gustavo caminan por las lomas, Eleuterio esperaba ver al niño pero ese día no fue así, sin embargo Carlos Gustavo estaba maravillado viendo aquella cascada pequeña donde caía agua, recorrieron los alrededores observando detenidamente cada detalle del lugar, les llamó la atención de la cascada, para ese día el flujo de agua había disminuido y se podía ver cierto espacio para entrar, se quitaron la ropa quedándose en calzoncillos, el tío miraba esa piel blanca que más resaltaba cuando su sobrino salía del agua, estaban muy alegres entrando por sobre la caída de agua, los piecitos bien formados y su piel contrastaban con las de su tío Eleuterio, las manos gruesas se estiraban para tocar el agua, el pelo castaño claro contrastaba de color al caerle el agua, brincaba gustoso viendo como el agua tocaba el rostro, Eleuterio miraba en la pared y de pronto se sorprendió viendo parte de unas iniciales inscritas en aquella pared, alguien hace mucho tiempo lo había escrito, seguramente por el dibujo se trataba de una pareja, Eleuterio no creyó que se tratase de aquel niño al que lo vio bañarse desnudo, Carlos Gustavo se acercó a ver esa inscripción, sus dedos recorrían esos relieves, miró a su tío con cierta inquietud, luego salieron de aquel sitio para lanzarse a bañar en donde el agua caía, estuvieron un buen rato allí, luego entraron a recorrer a cabaña en ruinas, el entablado aún estaba adecuado y el techo, no así ciertas paredes de madera que la vegetación había fisurado y en otros casos la estaba cubriendo, se percibía un olor peculiar, caminaban descalzos con mucho cuidado por aquel lugar, les llamó la atención otras siglas en la pared, se veía el rostro de una niña y de un hombre, se pensó que seguramente se trataban de los habitantes de este lugar cuyas tierras ahora pertenecían a Joaquín Valdés, tío y sobrino tomaban aquellas latas oxidadas de conservas, aquellas etiquetas poco legibles en esos vidrios polvosos, cajetillas de cigarrillo vacías así como cajas de fósforos, salieron del lugar para lanzarse al agua, tiempo después estaban recogiendo frutas silvestres, ese sería el último día que su sobrino le acompañaba a esos lugares pues al día siguiente el niño y su madre viajarían a la capital del país de la canela; al día siguiente Eleuterio se levantó viendo a través de la ventana una mañana nublada, desayunó para luego acompañar a sus padres a dejar en la estación del bus del pueblo la única frecuencia del día que la llevaría a Amanda y Carlos Gustavo a la capital, tenía un gran gusto aventurero esa mañana que pensaba en ir a recorrer esa cascada de arroyo, la carreta llega a tiempo para que madre e hijo aborden el bus, se despiden, luego Eleuterio se queda junto al puente del arroyo, le dice a sus padres que recolectaría fruta silvestre, al pasar del tiempo caminaba por las lomas, ya estaba al llegar, sintió gotas de lluvia cayendo en su rostro, no se intimidó viendo los nubarrones cargadas de lluvia, al entrar corriendo se protegió al entrar a la cabaña en ruinas, para su sorpresa se encontró a un niño desnudo acostado sobre un catre improvisado, la sorpresa era para ambos, al verse así asustados, los ánimos se fueron relajando, Eleuterio no dejaba de ver a aquel precioso niño desnudo en su delante, ya días antes lo había visto sobre esa gran roca a piernas abiertas pasándose el dedo por el pene y el traserito, ahora lo tenía más cerca, el pequeño de ocho años nacido en 1954 movía despacio las piernas, poco a poco se iba relajando, antes de que Eleuterio llegue se estaba estirando el pene a piernas abiertas, tenía los labios rojizos, se mostraba restos de saliva, instintivamente el niño inquieto giró su cuerpo poniéndose de cara al catre improvisado, alzaba las piernas mientras los muslos estaban fijos descansando en el catre, Eleuterio podía ver el hueco del culo infantil, estaban solos, lejos del mundo, nadie podía verles, eso pensaba el pequeño, mientras Eleuterio lo miraba fijamente, recordaba lo visto hace semanas de lo que el niño precioso hizo con ese muchacho asesinado, pensaba en aquel momento en que as{i como estaba ahora acostado el muchacho asesinado le metía el pene abriéndole todo ese culito de niño precioso, ahora lo estaba haciendo de nuevo en su delante, Eleuterio se limitaba a verle, por unos instantes se hizo el indiferente pero teniendo en cuenta el lugar donde se encontraba, el niño abría su culo con las manos para llamar la atención de Eleuterio, as{i con sus piernas abiertas formaba contorsiones graciosas con su cuerpo lo que hizo en algo sonreír a Eleuterio, la lluvia calmó un poco, algunas gotas caían en el interior cerca de donde estaba acostado el pequeño de ocho años que para Eleuterio era raro esté deambulando por esos lugares considerando que era el hijo del patrón dueño de estas tierras selváticas, sin duda el pequeño deseaba ser cogido, gemía suave en señal de aquello, Eleuterio se acercó lentamente donde él estaba acostado tocándose el pene lampiño que ya estaba bien erecto, el pequeño empezó a reír, estiraba el brazo indicando con el dedo índice la punta hecha por el pene en el pantalón corto que Eleuterio llevaba puesto, el niño seguía riendo, se agachó al verse el pene vestido, sonrió, ese fue el detonante para sentir confianza, el niño quedó con las manos pegadas al catre, estaba quietecito, tímidamente el dedo de Eleuterio recorría las piernas del pequeño de ocho años, rápidamente se quitó la camisa que estaba húmeda, el niño se arrodilló sobre el catre, insinuaba algo que Eleuterio entendía pero tenía recelo de ese pequeño, siendo más aún el hijo del patrón con el que su familia tenía una gran amistad, el niño se acostó de cara al catre y sin dejar de sonreír alzaba y baja la cadera haciendo que el pene se deslice por el catre, luego se ponía de cara y alzaba las piernas sujetándolas con las manos dibujándose expuesto el penecito que curiosamente estaba con el glande descubierto, Eleuterio al verlo pensó que aquel muchacho de catorce años asesinado logró romperle el culito y desforrarle el penecito a ese precios niño hijo de los patrones de la estancia, en un arrebato de no soportar más el deseo Eleuterio se baja el pantalón corto y el calzoncillo, mostrándose así el pene erecto velludo, el pequeño sonreía, se dejó acostar sobre Eleuterio que empezó a manosearle el culito, cerrando los ojos se imaginaba que tenía una hembra a su lado, es que los gemidos dados por el niño así lo hacía pensar, se encorvó para que lo penetrase por el culo, el glande iba entrando, ya tenía liquido pre seminal cuando entró todo el tronco del pene por el culo, el nene gemía al sentirse penetrado, le pedía más y más y más, la pelvis chocaba con los glúteos del culo, se escuchaba la ruidosa lluvia ahora cayendo con gran intensidad, tanto así que se filtraba por el techo cayendo en esos cuerpos desnudos que se movían en esa pose sexual, a Eleuterio le interesaba el sentir placer al meterle el pene por el culo pensando que era una vagina a la que se la estaba cogiendo, el niño afeminado gemía, ese pene era el más grueso que había probado, Eleuterio se complacía al escucharle gimiendo mucho, le estaba abriendo más el culo, lo poco de cerradito ahora ya no quedaba nada, se apoyaba con sus manos en los hombros del pequeño, los testículos chocaban con los glúteos, le besaba el cuello, pelo y orejas, lo tenía bien sometido, era el primer culito de niño precios al que se lo estaba comiendo y no era para menos por tratarse del hijo del patrón Joaquín Valdez, le dijo el niño que no se lo saque que lo siga teniendo adentro, que deje su semen adentro de sí, y efectivamente así fue, por vez primera para Eleuterio dejaba su semen dentro del culo de un niño, se sentía extraño el deslizamiento del glande mojado dentro del culo con semen del pequeño de ocho años, así estuvieron quietecitos por unos minutos, el pequeño sonreía, en aquel lugar apartado ese niño le daba su cuerpo complacido a Eleuterio, salieron a lavarse el pene y culo, parado Eleuterio se pasaba agua por el tronco del pene y por el glande mientras que el pequeño se acuclillaba a pasarse la mano humedecida por el culo, le dio por defecar botando excremento con semen que se depositaba en la arena, las gotas de lluvia impactaban por el espina dorsal del pequeño goteando por los glúteos del niño, la lluvia no cesaba, los dos entraron a las aguas a bañarse, jugaban a las corridas en el agua, se abrazaron y se besaron, sujetos de las caderas hacían movimientos de pene, salieron a acostarse en la orina, de cara a la arena el cuerpo del pequeño recibía el cuerpo de Eleuterio, ya para ese entonces el pene otra vez estaba erecto, típico de los jóvenes de su edad, mientras lo penetraba bajo la lluvia se notaba el cambio de turbulencia del agua y el aumento rápido del nivel de agua, cansado de tanta penetración y no sacar semen Eleuterio fue a vestirse, el pequeño quedó así acostado, al rato decidió nadar con la intención de lanzarse de la roca que para sorpresa iba desapareciendo de la vista, de pronto un estruendo que venía desde la cascada del arroyo que más parecía ya un río, desde la altura se veía maderos que cayeron sobre el niño, Eleuterio intentó entrar al agua a salvarle pero tuvo la misma suerte, el agua caudalosa llevó los cuerpos en complicidad con la imperante lluvia que no cesaba, aguas abajo unos campesinos que desahogaban vieron los cuerpos flotar, estaban cerca de la ramada donde antes vivió la difunta Ana con sus hijos, para ese momento la lluvia iba bajando de intensidad, el conocer la noticia a los padres de Eleuterio fue algo fulminante, la madre fue la más afectada, el padre se sumió en mil pesares y pensamientos, estaban muy apenados, despedían por una parte a su hija con su nieto en viaje a la capital y la despedida de su hijo de una manera literal, lejos de allí se establecía una discusión entre Joaquín Valdés y su esposa, ella le reclamaba el poco cariño que desde semanas ya no le daba a su hijo, coincidía con la muerte de aquel muchacho de catorce años y de aquel niño de nueve años, en verdad que el patrón tenía recelo de su hijo y no era para menos, su mujer desconocía de la verdad, él llevó de regreso a su hijo Aarón de ocho años nacido en 1954 a la estancia, el pequeño había sido testigo del asesinato a ese pobre muchacho de catorce años, el patrón lloraba de rabia recordando el ver a su hijo desnudo sometido a ese pene del muchacho, la mujer seguía reclamándole por su desamor y su desatención, le dijo que él era el causante del aborto de su último hijo que bien podría haber sido un precioso niño varón, ante eso ella recibió bofetadas de su esposo, salió iracundo de la habitación gritándole que saldría de inmediato a la capital y que vendría posteriormente cuando lo desease, la mujer se tiró a la cama a llorar, en su pensar estaba la imagen de aquel hombre que la hizo sentir mujer y que, en realidad de él estaba esperando ese hijo, lamentaba que ya no esté allí con ella, lo extrañaba, lo deseaba, se turbaba de sólo pensar cuando le chupaba los senos, de cuando la hacía suya con ese pene grueso y bien erecto, cerraba los ojos y a voz baja invocaba el nombre de… Jasmani, sí, ese nombre que le había marcado su vida, lamentaba el no haberle dado ese hijo, se fue sin saberlo, de pronto se escuchó un grito estruendoso, se asomó a la ventana, muchos peones estaban agolpados en la entrada de la gran casona de la estancia, Dina al bajar las escaleras no podía creer lo que estaba viendo, de inmediato una empleada asistió a su encuentro evitando que se desmaye y se caiga de la escalera, Joaquín Valdés tenía en sus brazos el cuerpo desnudo de su tierno hijo de ocho años, los piernas y los brazos estaban colgados al aire, el rostro del niño mostraba señales de desfallecimiento y moretones, grito con furia y desesperación que su hijo estaba muerto, la mujer no resistió y fue sujetada por la empleada, otro peón la marcó llevándola a su habitación, iba desmayada, el patrón dispuso de inmediato la llegada del cura del pueblo y las exequias fúnebres, durante ese tiempo se corría la noticia de que el valiente Eleuterio había fallecido al intentar salvar a Aarón el hijo del patrón Joaquín Valdés, se preguntaba el populacho que sería de la desgraciada pareja, se preguntaban si continuaría su relación matrimonial ahora que ya no tenían hijos que los uniese, la respuesta a las pocas semanas se daba a conocer con el divorcio de la pareja, Joaquín Valdés tenía el camino libre para hacer vida con Ana Fernanda y su hijo Joaquín Lupercio, ahora los ojos de ese prestante hombre de negocios estaba en su hijo varón, sólo que al llegar se encontró con una fría relación con la madre de su hijo, tiempo después Dina se enteraba por amistades de la nueva relación de su ex esposo con su compañera sentimental sentía que esto no se quedaría así, se formaba el triangulo amoroso.
FIN DEL DUCENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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