METAMORFOSIS 252
Aire.
La brisa de mar golpeaba su rostro que mostraba un pensamiento profundo, las lágrimas salidas recorrían sus mejillas, su pelo lacio de agitaba al viento, se encontraba en el lugar del accidente donde fallecieron sus padres, había tomado una bicicleta desde la casa de playa para llegar allí, aún se notaban los restos del accidente, se sentó a meditar, lanzaba piedras, cada vez trataba que fuesen más lejos, era el segundo domingo novembrino de 1962, a sus cortos años ya tenía cierta madurez en sus juicios, sin embargo la pena le abrumaba, en verdad su padres le hacían falta, sin darse cuenta una figura masculina estaba parada detrás custodiando su presencia en el lugar, se dio cuenta al ver esa sombra salida de su espalda que llegaba en su delante, dio un giro y vio la figura adulta del hombre barbado, se puso inquieto pues deseaba estar a solas, hizo una mueca de incomodidad que notó aquel hombre, sin embargo se sentó junto al niño, no dijeron palabra, se escuchaba el susurrar del viento marino que agitaba sus pelos, de pronto esa gélidas manifestaciones de silencio fueron rotas por el hombre barbado “¡gracias!”, el niño le miró al rosto “¡de nada!” “¡fue su voluntad!” “¡y la cumplí!” como en la anterior ocasión el niño quiso irse dejando a solas a Agustín, esta vez el hombre lo toma del brazo “¡espera!” “¡por favor… quiero que escuches lo que voy a decir!” “¡será la última vez!” “¡siéntate… por favor!” el niño con cierta molestia reflejada en el rostro se sentó pasivamente junto a su padre biológico, “¡Daniel Nicolás… entiendo por lo que estás pasando!” “¡pero es necesario que lo sepas!” “¡a más de saber que eres mi único hijo!” “¡quiero decirte que desde que supe de tu nacimiento nuca he dejado de quererte!” “¡en lo posible siempre he tratado de estar cerca de ti… cuidándote!”, “¡en todo momento… en cualquier lugar!” el niño miraba hacia el horizonte escuchando a Agustín, “¡quiero que sepas que siempre te he querido como lo que eres… mi hijo amado!”, “¡mi hijo adorado!” “¡entiendo que estés enojado conmigo!” “¡que otra hubiese sido nuestras vidas juntos los tres!” “¡pero es preciso que sepas la verdad!” “¡sólo quiero que escuches!” “¡será seguramente nuestra última plática si así lo deseas… respetaré tu voluntad!”, el niño apoyó su mentón en las rodillas de piernas dobladas, el viento agitaba el pelo cubriéndole en parte sus ojos, hubo un pequeño silencio, “¿quieres saber el verdadero origen de tu nacimiento?” el niño alzó la cara y su mirada se cruzaba con la de Agustín, sus gestos faciales daban a entender de su inquietud por saberlo, Agustín lo entendió así, “¡conocí a tu madre cuando llegué a trabajar de jardinero en la mansión Arichabala!” “¡ella y su esposo no podían tener hijos, mucho se decía por las discusiones que sostenían!”, “¡de pronto fuimos conversando y llegamos a intimar!”, “¡tu madre me contaba sus penas!” “¡de a poco fuimos siendo cada vez más íntimos en los consejos!”, “¡poco a poco creció la necesidad de estar juntos!” “¡yo era muy joven!” “¡tuve relaciones con otra mujer de la mansión!” “¡adquirí experiencia sexual con aquella mujer amiga de tu madre!”, “¡para mi tu madre era muy especial!” “¡nos amamos con sinceridad!” “¡nuestro amor siempre fue puro!” “¡yo era ese desahogo que no podía tener con Nicolás Arichabala!”, “¡de pronto nuestro idilio se descubrió!” “¡optó el patrón Fulgencio por despedirme!” “¡Nicolás no estaba enterado de ese idilio mío con tu madre!” “¡tiempo después caí en una trampa puesta por Fulgencio Arichabala llevándome a la cárcel por u crimen que no cometí!” “¡en la cárcel supe de tu existencia tiempo después!”, “¡cuando vi tus facciones en una foto en la que apareces en un timón de barco!” “¡eres muy parecido a tu madre!” “¡pero sabía que eras mi hijo!” “¡más cuando tu madre lo ratificó!” “¡la primera vez que tuve contacto contigo fue cuando siendo muy pequeño te caíste al mar por una travesura!” “¡te salvé de ahogarte!” “¡sentí en ese momento la angustia de ser padre!” le acariciaba el pelo “¡mi pequeño!” el niño de ocho años se dejaba para gusto de Agustín, “¡desde allí todo ha sido cuidado para ti bajo las sombras!” “¡cuando aparecí en la vida de tu madre todo fue un revivir para ella!” “¡estaba librada de las peleas!” “¡teníamos una razón de vivir!” “¡éramos felices viéndote crecer!” “¡estábamos haciendo una nueva vida!” “¡teníamos felicidad teniéndote a nuestro lado!” hubo un silencio, Agustín vio lágrimas salidas de los ojos de su hijo, “¡lamento que nos hayas visto de esa forma aquel día!” hubo otro silencio, el niño miraba al horizonte, “¡dificil poder resistirse al amor nuestro!” “¡nos queríamos mucho!” “¡estábamos felices de tenerte como nuestro hijo!” el niño se pasó la mano por los ojos diciendo “¡ella cambió de carácter cuando llegaste a nuestras vidas de nuevo!” “¡es verdad… la veía más feliz!” “¡la extraño!” le vino las lágrimas y sollozos, el hombre abrazó a su hijo y él se dejó, se abrazaron fuertemente, “¡me hace falta!” “¡extraño a mi mamá!” el hombre besaba el pelo de su hijo “¡yo también la extraño!” “¡la extraño mucho!”, siguieron así abrazados por unos segundos, “¡hijo mío!” “¡te quiero mucho!” “¡si pudiera hacer algo para que estés bien!” “¡te quiero mucho!” los dos lloraban abrazados, sin lugar a dudas el recuerdo de Justin parecía unirlos más, y se confirmaba cuando de Daniel Nicolás salió la tan añorada palabra para Agustín “¡papá!” “¡papá!” el abrazo fue más fuerte, el niño estaba desesperado “¡no me dejes!” “¡no me dejes!”, el joven barbado tiernamente le decía “¡no lo haré!” “¡nunca lo haré!” “¡hijo mío!” “¡mi hijo precioso!” le besaba las majillas “¡mi hijo!” le besaba la frente “¡mi hijo!” le besaba el pelo “¡te quiero mucho!” unieron las frentes “¡mucho!”, sonrieron con esperanza uniendo las mejillas humedecidas por el correr de lágrimas, bajo un tierno abrazo, el viento y esa humedad del aire cobijaban a padre de veinticuatro años e hijo de ocho años estando muy abrazados mirando el horizonte.
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En las últimas semanas Luis Izaguirre frecuentaba el lugar de juegos de cancha, de lejos veía a Dagoberto, para él era una figura conocida desde la infancia, aunque por ahora no lo reconocía ya por tanto tiempo transcurrido, gustaba mucho ver jugar luego de la jornada de trabajo en la oficina, tras la trágica muerte de Orestes y últimamente de Melquiades estaba en solitario, dedicaba su tiempo a hacer deporte en esos lugares, aquella tarde del segundo sábado novembrino de 1962 acababa de jugar sentándose en una de las gradas bebiendo agua del tomador, siente la presencia de un niño que se cae sobre su humanidad, de inmediato lo sostiene para que no caiga bruscamente y se golpee en el suelo pedregoso, lo abraza y ve que el tío contempla la escena y se acerca a ver a su sobrino, el niño está bien, lo abraza al tio para que lo marque y lo lleva a su sitio, le dice que de allí no se mueva, se acerca Dagoberto a Luis para agradecerle, se dan la mano y Dagoberto vuelve al juego, tiempo después la mirada de Luis se cruza con la del niño, de repente el pequeño Ricardo Heriberto se sienta a su lado, sin lugar a dudas que nacía la química entre ese niño y el adulto, a lo lejos jugando pelota Dagoberto veía a Luis y al pequeño muy sonrientes, pidieron a Luis forme un equipo para el próximo juego aceptando gustosamente, tiempo después Luis jugaba viendo al tío y al sobrino bebiendo en los graderíos, el juego duró poco y Luis fue a sentarse al graderío, de lejos las miradas se cruzaban entre ellos, Dagoberto fue llamado para el segundo juego de pelota, le dijo a su sobrino que se quedase sentado en el lugar, fue a jugar y el niño miraba hacia donde Luis estaba sentado bebiendo, el niño se acerca a pedirle, gustoso Luis le da de beber, Dagoberto miraba gustoso la actitud de aquel hombre de negocios que se daba un tiempo para jugar, Luis le dijo al niño que se quedase allí, Luis salió presuroso al baño que para ese momento no había gente, se bajó el short viéndose micciar, luego de depositar la orina en el urinario se acomodó el short, para su sorpresa e niño estaba a su lado, “¡te dije que te quedases allá!” el niño sonreía y hacía gestos de que le ayudase a bajar el short, Luis lo hizo y el niño dio unos pasos mostrándose el culito descubierto, con los deditos de sus manitos tomaba el penecito para micciar, a prudente distancia Luis veía ese voluminoso culito, las caderitas las movía a los lados, se acercó a verle ese penecito lampiño que estaba tieso al momento de botar orina, las miradas se cruzaron, a Luis le sorprendió esa naturalidad del pequeño Ricardo Heriberto respecto a dejase ver sus partes íntimas, Luis miraba a su alrededor, no había gente por ese sector, le pasó suavemente la mano por la espalda hasta a llegar a tocar el culito, “¡qué hermoso!” el niño sonreía, a Luis le gustó esa actitud el pequeño, le hizo girar mostrándose ese penecito “¡oh!” “¡qué bonito!” le tocaba el pene tieso “¡es hermoso también!” le acaricio el pelo “¿quieres ver el mío?” “¿sí?” el niño con amplia sonrisa asentía, “¡míralo!”, en este momento, Ricardo Heriberto vio por vez primera un pene grueso diferente al de su tío, Luis con amplia sonrisa estaba pasando la línea de la confianza al decirle al niño agitando su pene “¡a él le gusta jugar mucho!” lo agitaba más para que el niño lo viera a plenitud, Luis estaba rayando en jocosidad “¡le gusta jugar con él!” con su pene agitado le señalaba al penecito del niño “¿quieres jugar?” el niño lo miró sonriente “¡vamos!” “¡dime!” “¿quieres jugar con él?” Luis estaba entrando en una situación interesante “¡te daré un premio si lo haces!” le acariciaba el pelo mientras el niño sonriente miraba el pene de Luis “¿te animas?” el niño sonreía asintiendo, “¡entonces, escucha lo que vas a hacer!” le dijo algo al oído, al instante el niño se aleja de Luis yendo a los graderíos, estuvo un instante viendo a su tío que jugaba atento al partido, se acercó a decirle que deseaba ir a jugar señalando un lugar de juegos, el tío le acarició el pelo diciendo que no se vaya muy lejos de allí, el niño asintió contento, salió en carrera a donde estaba Luis esperándole, al encontrarse entre matorrales se dieron un fuerte abrazo “¡viniste, mi pequeño!” “¡seguro que quieres jugar!”, el niño asentía, Luis estaba muy emocionado con la actitud del niño “¿le dijiste a tu tío lo que te dije?” el niño sin dejar de sonreír asentía “¡entonces, vamos acá!” “¡tenemos poco tiempo!” le marcó llevándole entre matorrales altos cuidándose de no ser visto, llegando allí rápidamente se acuclillaron, “¡aquí está bien para jugar!” Luis se bajó el short recordando que por estos lugares hacía el amor, y para su grata sorpresa vio que voluntariamente Marcelo Heriberto se bajaba el short, “¡bien!”, “¡ahora acuéstate!”, “¡vamos a jugar!” Luis le ayudó a deslizarse la remera y luego se acostó sobre el pequeño “¡vamos a jugar rápido para que no sospechen que estamos aquí!” “¿de acuerdo?” el niño asentía, Luis sonreía dándole un beso en la frente “¡mi pequeño Ricardo Heriberto!” “¡verás cómo lo gozarás!” el niño vio que Luis cerró los ojos pues ya sentía el roce de penes, comenzaba a sentir delicioso cogiéndose ese niño hermoso, “¡míralos cómo juegan!” “¿te gusta verlos así?” el nene sonreía, “¿te gusta mucho?” “¿eh?” Marcelo Heriberto continuaba sonriendo, Luis se sentía muy contento de que el niño aceptase ese movimiento de pelvis, así le rozó por unos instantes, Luis tragaba saliva de emoción al sentir esos roces de penes a ojos cerrados, “¡ahora dame tu culito!”, “¡voltéate!”, estaba feliz viendo que voluntariamente Ricardo Heriberto voluntariamente giraba mostrándole el culito, “¡qué lindo lo tienes!” le decía al pasarle la mano por esos glúteos que tenían restos de tela, maravillado estaba Luis ahora sintiendo su pene que rozaba el culito del nene precioso, era la primera vez que se lo hacía y le parecía maravilloso, estaba pasando con su pene venoso tieso entre los glúteos, para él eso era una grandioso, impensable siquiera hace poco tener sometido ese cuerpito hermoso, trató de penetrarle pero sintió que el culito estaba cerradito, “¡aahhh!” “¡ayy!” Luis reacciona, “¡disculpa!” “¡no sabía que eras virgen aún!” el nene fruncía el rostro en señal de molestia, Luis se limitó a que su pene roce entre los glúteos logrando así a que el niño bonito se tranquilice, se notaba sobre el suelo acostado a Ricardo Heriberto con su carita apoyada en las manitos, encima de su cuerpito estaba el cuerpo de Luis con alzar y bajar la pelvis que rozaba los glúteos con el pene, los testículos peludos también se deslizaban sobre los glúteos lampiños del niño, “¡ahora vamos a terminar de jugar!”, “¡ven!”, “¡ponte así!”, Marcelo Heriberto estaba atento a lo que Luis le decía, “¡vamos a jugar rápido!” el niño estaba arrodillado delante de Luis que estiraba el pene en su delante, “¡vas a sacar algo bonito de mí!” el niño se imaginaba de lo que se trataba y eso leyó Luis en el rostro del pequeño coincidiendo que Marcelo Heriberto seguramente lo hacía siempre, y se imaginaba que era con algún adulto familiar o cercano a la familia, pues para sorpresa de Luis el niño abrió voluntaria e instintivamente la boca, eso hizo que toque el pene con sus manitos y se lo lleve a la boca, Luis sin lugar a dudas se estaba enamorando de ese precioso niño que se metía todo el glande en la boca y luego pasaba la lengua por debajo del tronco del pene desde los testículos hasta llegar a la punta del glande, a ojos cerrados Luis daba alaridos de placer “¡maravilloso!” “¡insuperable!” “¡dale!” “¡dale!” “¡así!” “¡así!” “¡aahhh!” “¡aaahhhh!” el semen salía a borbotones impactándose en el rostro del pequeño Ricardo Heriberto, el aire del momento y el viento agitaban el pelito del niño bonito humedecido su rostro de semen, “¡ya terminó el jueguito, mi amor!”, “¡toma mi precioso, con ello compras un helado!” le limpió con su pañuelo el rostro, le arregló la ropa poniéndosela de inmediato “¡anda!” “¡que no te vean!” “¡cuidado!” el niño se perdió por la espesura del monte llegando a la cancha de juegos justo cuando su tío había terminado el juego, Luis quedó por buen tiempo escondido en el lugar, al rato salió ya cuando tío y sobrino se habían ido del lugar, rodeó el lugar yendo a donde estaba estacionado su auto, llegó a la cancha al disimulo a tomar sus cosas e irse en el auto, Dagoberto y Luis se conocían así que al verlo tomado de la mano de su sobrino supo que era hijo de Lucrecia y Heriberto Alpizar, bajó la marcha del auto y sonrió al ver ese culito voluminoso que hace poco había rozado con su pene, les dijo para llevarles, el niño brincaba de gusto al verle, Dagoberto aceptó subir al ver ese lujoso auto, el niño quiso ir de copiloto y Dagoberto fue detrás, gustaba de ver el grado de confianza entre su sobrino y Luis, aunque Dagoberto en parte sabía la historia de Luis, estaban muy animado viendo el trayecto de la ciudad, Luis les invitó a tomar gaseosa, se estacionó en la próxima fuente de sodas, se sentaron animados a beber gaseosas, Dagoberto los dejó a solas pues iba a l baño, Luis le pasó el dedo humedecido cerca del pabellón de la oreja en donde había quedado leve rastro de semen, sonrieron, mientras se lo limpiaba, viéndose a los ojos le preguntó “¿te gustó el jueguito que hicimos?” el niño sonriente se puso cabizbajo “¿qué no te gustó?” Luis puso una cara de tristeza, el niño al ver ese gesto se preocupó “¡sí, sí me gustó!” Luis cambió de gesto “¡entonces quiere decir que lo seguiremos haciendo!” le pasó el dedo por el mentó “¿verdad?”, el niño respondió con un rotundo “¡sí!”, le acarició el pelito “¡eso quería saber!” “¡pero nadie debe saber de este jueguito!” Ricardo Heriberto recordaba la misma frase de su tío siempre de terminar ese “jueguito”, al niño eso ya era una regla que había que seguir, “¡lo seguiremos haciendo entonces!” le acariciaba el pelo “¡sin que tu tío lo sepa!” ahora le acariciaba la mejilla “¿de acuerdo?” el niño asentía y la mano de Luis acariciaba el pelo de una forma paternal que al llegar Dagoberto dio cuenta de aquello, continuaron conversando agradablemente de los deportes, el niño jocosamente intervenía haciendo reír a los adultos, tiempo después el auto se estacionaba en un lugar de departamentos de arriendo, Luis les invitó a futuro a su casa a pasar alguna que otra velada con sus amigos de la cancha, Dagoberto asintió agradecido, la mirada de Luis se alzó al ver esa edificación de departamentos de arriendo, pensó que allí se encontraba Lucrecia la madre biológica de Amarilis, vio al niño y recordó el escaso parecido de sus rostros, no cabe duda que la genética de los hijos de la mujer la dominaba sus amantes, el destino iba hilando los acontecimientos en esos personajes.
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La matriarca de los Arichabala, Matilde, nacida en 1866, abuela del difunto Nicolás, quien fue el segundo hijo de segundo matrimonio de su hijo Fulgencio Arichabala, estaba revisando una serie de fotos antiguas mayormente de la época victoriana, era aquella tibia tarde del último viernes novembrino de 1962, a sus noventa y seis años se podía apreciar en tener energía, lucidez y vitalidad parecida a una persona de sesenta años, los visitantes y amistades se sorprendían del estado de salud de la prestante mujer, por sus rígidas manos pasaba la foto de su tío Amarildo Peñalba, nacido en 1830, hizo un largo suspiro recostándose en el espaldar del sillón, cerró los ojos, los dedos pasaban de forma circular el rostro de su amado pariente, era su tío favorito, aquel que le cambió la vida de muchas formas, con el la vida fue maravillosa, hasta que su cariño se iba diluyendo conforme iba creciendo, ya siendo señorita vio a su tío haciéndole el amor a una joven indígena de nombre Crispula nacida en 1863, de su romance clandestino entre patrón y empleada nació el pequeño hijo de la indígena y su tío Amarildo, el niño se llamó Rogasiano, nacía en el año de 1878, la indígena fue llevando a su tierno hijo no reconocido por el patrón lejos de la estancia Peñalba, el tío de Matilde por cierto tiempo dio dinero para las atenciones de ese niño que nació de piel morena clara, con el tiempo la inquina de Matilde hizo que su tío deje de enviar dinero a la mujer que por ese entonces vivía sólo del lavado en las casas, Matilde siguió la vida de aquel muchacho que a los veintiún años tuvo un hijo con una lavandera del lugar, el niño tuvo su nombre, Teodomiro, nacido en 1899, la hija de su tío Amarildo, Elsa Peñalba, nunca supo la existencia de los romances de su padre, Matilde sonrió irónicamente recordando la vida de estos personajes, recordaba los celos de niña que le tenía a su prima, descendientes de nobles Hidalgos españoles tenían mucha relación con la casa Del Olmo, así que tiempo después Elsa se casaba con el padre de quien sería Carlos Felipe del Olmo, actual enemigo de su hijo Fulgencio Arichabala, tomó la cajita que tenía algunos papeles y cartas y puso entre ellas las fotos de su tío e hijo pequeño, “¡cuántos años hace de aquello!”, suspiró y tapó la cajita, giró la cerradura con la llave dejándole junto a un altar, la miró por unos instantes, suspiró de nuevo “¡allí yacen varios secretos de familia!”, “¡algún día alguien lo sabrá!”, “¡seguramente se harán públicas las anotaciones!”, en eso ella no lo dudaba que así sería, bajó a recibir a los invitados, entre ellos se encontraba Teodomiro, el padre del asesinado Teodomiro padre de Gustavo Teodomiro que se encontraba junto a su abuelo en la recepción, de igual manera se encontraba el único hijo que el quedaba al hombre obeso que era Adrián Fernando, la mujer nonagenaria se sorprendió por el segundo nombre del muchacho, “Adrián” ése era el segundo nombre del tío de Matilde, significaba mucho ese nombre “Adrián” el padre de su tío quien participó en las campañas napoleónicas y que vino al nuevo continente dejando descendencia en la ciudad luz y en el Cáucaso, acá en el nuevo continente hizo riqueza comprando tierras con el oro napoleónico, no supo más de la descendencia dejada en la ciudad luz y en el Cáucaso, “¡cuántos recuerdos!” la anciana conocedora de su rama familiar en el nuevo continente y en especial en el país de la canela continuaba recordando y atando cabos en su familia respecto ahora de ese niño Adrián Daniel Macay Paltán, cerró los ojos “Macay” el apellido de la indígena Críspula, ese apellido lo adoptaron los varones de esa rama, solo que el nombre de “Adrián” lo llevan los varones de su rama hereditaria, el hijo de la indígena Críspula Macay se llamó Adrián Rogasiano Macay, éste tuvo a su hijo Adrián Teodomiro y éste a su vez a su hijo le puso Adrián Fernando, seguramente se cumplió la promesa que la indígena le hizo su tío Amarildo a que la descendencia de varones tengan ese significativo nombre, en el caso del pequeño Adrián Daniel Macay Paltán lo heredó de su padre que ahora trabaja en la mansión Alsogaray con su padre como jardinero y su madre de cocinera, este niño acompaña a Cayetana y Mateo en las visitas a su abuelo Fulgencio Arichabala, ese niño es de gran atracción pues pese al pasar el tiempo la genética del tío de Matilde se ve reflejada en el rostro del pequeño, pese a tener su piel morena clara, este niño es gran parecido hasta en la forma de caminar y de expresarse con los labios, la visita de ese niño para Matilde Peñalba madre de Fulgencio Arichabala era de gran necesidad, aún la anciana no lograba enlazar la familia, le faltaba conocer a los padres de aquel jardinero, de quienes será hijo el padre del pequeño Adrián Daniel, si este humilde jardinero pertenece a la rama de la indígena Crispula o es de otra rama descendiente de su tío promiscuo, ante todo tenía esa inquietud, sin duda que Teodomiro el hombre obeso tenía el físico parecido al tío de Matilde, a la vez era el nexo de amistad con Fulgencio Arichabala que sin saberlo eran parientes pero que la naturaleza genética hizo que al conocerse nazca una alianza de ayuda y mutuo cuidado con respeto en los negocios lo cual complacía a la prestante anciana que aún velaba los intereses de su hijo, sobre todo en las ampliaciones territoriales para productos de exportación, estaba gustosa con la alianza con el doctor Pérez quien a través de su nieto Daniel Nicolás existía una ampliación de territorios antes perdidos y ahora recuperados al saberse el niño un Arichabala recuperando para esa familia esas tierras, lo que la anciana disimulaba no saber que ese niño realmente no era un Arichabala, era hermética esa información más aún con la muerte de los padres del pequeño, a la fiesta llegaba los esposos Alsogaray, como siempre eran bien atendidos por los anfitriones personalmente, tenían mucho apego en sus interés de negocios, como siempre a su llegada estaban los vecinos estimados de Fulgencio Arichabala, Reinaldo de catorce años y Dionisio de doce años que iban acompañando a su madre, las miradas cautivadoras entre el anciano y el joven de doce años eran muy insinuantes y tenían algo de complicidad pero con bastante discreción, tiempo después en una apartada habitación a trasluz de la noche una figura acostada en la cama estaba desnuda abierta de piernas gozando lo que le hacía la figura desnuda acuclillada tomando su pene y llevándoselo a la boca, luego de un rato la figura juvenil se acuesta al lado de la figura adulta que empieza a pasarle la mano por la espalda, la cara del joven se posa sobre el pecho velludo canoso y sonríe mientras la mano del adulto acaricia la separación de los glúteos de ese culo bonito, estaban muy juntitos en la intimidad, amándose con todo aquello, bajo los acordes de la fiesta.
FIN DEL DUCENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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