METAMORFOSIS 253
Caballito.
El agua cristalina se mostraba ante los movimientos de los pies descalzos de Osman que estaba sentado sobre ese puente improvisado de entablado, su mirada se fijaba en la puesta del sol entre la vegetación, había cierta frescura del viento que agitaba su pelo y se impactaba en su piel, se podía escuchar el sonido de los animales, estaba preocupado pues su madre no venía, le había prometido traer comida, a lo lejos se escucha unos pasos entre hojas secas, era su madre, rápidamente fue descalzo a recibirle las cosas que traía, estaba feliz viendo esos alimentos, caminaron hacia la ramada felices, estaban subiendo esas escaleras rústicas cuando de pronto escucharon un estruendo de mortero, sólo pudieron entrar a tiempo y esconderse debajo del catre, vino un silencio prolongado, se escuchaba pisadas por los alrededores, las pisadas parecían de sonido armónico, voces fuertes se escuchaban en el ambiente, ya para ese momento la oscuridad primaba en el lugar, todo estaba bajo control se decía, se escuchaba toques de puerta, desde dentro preguntaban por la persona que llamaba, se identificaba como militar de carrera, la mujer con temor abrió la puerta, en su delante se encontraba un atractivo militar de principesca presencia, la mujer quedó impactada por tener cerca a tan precioso caballero de armas, Osman salió de su escondite extendiendo la mano en señal de saludo y respeto, el militar preguntó por su situación tras el desagradable evento, los dijeron que no tenían problemas de salud, el militar pidió disculpas por el mal cálculo de lanzamiento, entendía que estas tierras eran de propiedad de Joaquín Valdés, la mujer le invitó a tomar café lo cual aceptó el militar, se presentaron y se conoció el nombre de aquel militar: Edgar Fausto, nacido en la capital del país de la canela, en 1941, Otilia le dijo que era muy joven para ser un militar de tan alta carrera, el joven le dijo que su carrera militar era vocación de servicio familiar, desde su tatarabuelo que participó en las guerras de independencia todas las siguientes generaciones de primeros varones de la familia hacían el servicio de carrera militar, Osman atendía con gusto aquellas expresiones, la plática era amena hasta que se acerca un subalterno indicándole actividades pendientes a realizar, el militar se despide y al hacerlo Osman vio la cara emocionada de su madre al tenderle la mano, el hombre sin lugar a dudas era muy atrayente, tenía un apego fuerte, se despidió dándole un espontáneo beso, Osman en cambio un sentido abrazo, se sintió bien a que le diese un frote en su hombro de forma muy cálida, lo vieron partir en un jeep, madre e hijo se pusieron a comer y beber, la mujer le dijo que le había conseguido trabajo remunerado en la estancia como mozo de servidumbre, la idea no era muy grata para él pero se resignó a trabajar al día siguiente, atrás quedarían esos momentos de explorar caminos cercanos a la ramada, atrás quedaban esos tiempos libres de ir hacia la cascada del arroyo, tendría ahora que compartir el tiempo con el estudio de la escuela y ahora convivir con la servidumbre en la casona de la estancia Valdés, al día siguiente fue acompañando a su madre a la estancia como lo haría de ahora en adelante, al llegar su sorpresa fue ver estacionado el jeep que la noche anterior estaba estacionado en la ramada, se trataba de Edgar Fausto, el joven de lata carrera militar de veintiún años, la entrar madre e hijo se encontraron con la patrona, estaba un poco inquieta por la visita a tan temprana hora del día, ella tenía marcado a su hijo Joaquín Lupercio nacido en mayo de 1960, el niño de dos años se acostó en el sillón, estaba descalzo recién levantado de dormir puesto un pijama, el militar felicitaba a la patrona por tener un hijo hermoso que con seguridad se parecía a ella, la mujer agradeció los elogios, le pidió disculpas al no poder entrevistarse con su esposo Joaquín Valdés pues dos días antes había salido por negocios a la capital, el militar entendió aquello, le informó que su presencia era de pedir permiso para ejecutar maniobras militares, reiteró las disculpas por el suceso acontecido ayer, la mujer firmó el permiso para que se puedan realizar maniobras militares de seguridad nacional, la patrona en nombre de sus esposo pensó que no habría ningún inconveniente y que seguramente su esposo estaría complacido de ayudar a fuerzas armadas, el militar muy atento agradeció la deferencia de la mujer dueña de la estancia, la orden se la guardó en el bolsillo, la mirada entre Osman y el militar se cruzaban atentamente, la patrona le dijo a Otilia que le acompañase a prepararle algo al militar y a la tropa, el atento militar se levantó haciendo una venia característica marcial agradeciéndole a la atenta mujer, las dos mujeres se despidieron con amplia sonrisa, en la habitación biblioteca quedaba Osman sentado de frente al militar, a su lado estaba el pequeño Joaquín Lupercio que se daba roles sobre el sofá, el militar le hizo un ademan para que se acerque sentándose en el regazo del uniformado tocándole las insignias brillosas, el niño era muy atento con los mimos que el militar le daba, “¡los niños son muy bonitos a esa edad!” “¿no crees Osman?” el pequeño de ocho años movía alegre afirmativamente la cabeza, la nariz del militar rozaba las mejillas del niño “¡la piel es muy suave!”, las manos del militar de veintiún años rozaban los muslos vestidos del pequeño, de inmediato lo sentó sobre sus muslos “¡caballito!” “¡caballito!” le decía al niño al levantar y bajar las piernas dobladas como si el niño estuviese a galope, Osman le llamó la atención ver al militar cuya nariz rozaba el cuello y le besaba los hombros, “¡verdad que son bonitos a esa edad!” “¡son juguetones!” movía las piernas haciendo que el niño se mueva creándole alegría, lo tenía abrazado por detrás y lo besaba con los ojos cerrados, Osman vio que el niño se movía gustoso con esos mimos, el militar lo sostuvo de la cadera haciéndole girar de cuerpo poniéndole sentado sobre sus muslos, las piernas estaban abiertas, “¡caballito!” “¡caballito!” y ante eso el niño se movía hacia arriba y hacia abajo como si estuviese galopando, Osman miraba los pies descalzos que se agitaban ante el movimiento ocasionado, “¡te ves bien!” “¡mi pequeño!” el niño se deslizó más hacia el cuerpo del militar quedando los dos cuerpos pegados uniéndose los dos penes vestidos, las dos pelvis estaban unidas y el militar seguía moviendo al niño “¡caballito!” “¡caballito!” “¡eso!” “¡muévete así!” “¡así!” “¡vaquerito!” “¡vaquerito!”, instantes después se vio a los dos muy juntitos que se inclinaban y se alzaban así abrazaditos, el militar le daba besos en la mejilla que el niño aceptaba, de vez en cuando sus manitos de dos años tocaba las insignias brillosas del militar, se escucharon pasos del entablado y el militar guardaba la compostura poniendo al niño sentado a su lado, Otilia llegó para decirle a su hijo que le ayude en la cocina, intentó marcar al niño pero el militar le dijo que desearía estar en compañía del niño “¡me gustan mucho jugar con los bebés!”, la solicita mujer aceptó asintiendo, salió con su hijo, “¡tranquilo!” “¡ven acá Joaquín!” “¡te va a gustar!”, lo sentó en su regazo sobre los muslos, unieron sus pechos con un abrazo, la nariz se deslizaba por ambas mejillas, le acariciaba el pelo diciéndole “¡qué bonito eres en realidad!”, “¡mira qué bonitas manitos tienes!” el niño sonreía, le pasaba el dedo índice por esos labios rojizos ensalivados “¡qué bonitos labios tienes mi precioso!”, pasó los dedos por el cuello, de pronto el niño se sintió sobresaltado, “¡deja ver!” “¿qué tenemos aquí?” el dedo índice del joven militar deslizó el elástico del pijama viéndose el flácido penecito de Joaquín Lupercio, “¡qué lindo está!” comenzó a estirarlo y manosearlo sutilmente hasta que se puso erecto “¡guauu!” “¿eso es tuyo?” “¡qué enorme lo tienes!”, le volvió a cubrir el pene y siguió moviéndole “¡caballito!” “¡caballito!”, hizo una pausa yendo a ver por los alrededores, a distancia sin que sea visto el militar vio a todos ocupados en la cocina, retornó consciente que tenía un tiempo propicio para seguir “jugando” con el niño, rápidamente se sentó en un rincón para no ser visto y de allí estar prevenido de la entrada de alguien, “¡ven mi niño bonito!” “¡vamos a jugar!”, “¿lo quieres?” el niño reía aceptando, “¡ven, siéntate aquí!” lo puso sentado sobre sus muslos, “¡veamos lo que tienes!” el niño miraba dejándose deslizar el pijama “¡en verdad que lo tienes precioso!” el pene descubierto del niño era suave al tacto del militar, “¡hermoso!” “¡hermoso!”, sentía placer indescriptible el pequeño, “¡ahora mira esto!”, el militar rápidamente sacó por la cremallera con mucho cuidado su pene erecto, movió más al pequeño para que se una el penecito con ese pene venoso grueso, se notaba la desproporción de tamaños debido a las edades, “¡mira éste!” “¡lindo también!” “¿verdad que sí?”, el niño asentía con una amplia sonrisa “¡hagámoslos jugar!” los sostuvo “¡caballito!” “¡caballito!” ante ese movimiento los dos penes se movían deslizándose uno con otro, “¡caballito!” “¡caballito!” el militar se contuvo ante ese roce de los penes, el niño los miraba con mucha atención, era la primera vez que un pene así le rozaba, “¡ahora te voy a voltear!” le bajó un poquito más el pijama, sabía que el tiempo era corto pero se atrevió a arriesgarse, el culito del niño se posó sobre el pene erecto del militar entre la rajita del culito puso el glande que ya tenía liquido pre seminal, y fue punteando deslizándoselo, el niño puso una cara algo extrañada, era la primera vez que sentía eso, el militar joven lo pudo notar al tener delante la carita del niño, “¡te está gustando!” “¿verdad?” el niño con cierta seriedad movía negativamente su cabecita frunciendo su rostro “¡tranquilo!” “¡verás que con el tiempo te va a gustar mi precioso!” las manitos se sujetaban con fuerza en los hombros del militar hasta que escuchó un gemido fuerte de labios del niño, el militar de inmediato reaccionó y lo puso en pie acomodándole el pijama, de inmediato se arregló su ropa de militar esperando sentado a los anfitriones, y no se equivocaba, pues minutos después fue llamado a comer en amplio comedor, a su lado estaba el pequeño de dos añitos, la patrona notaba la química entre el niño y el militar, las miradas se cruzaban con simpatía entre el militar y Otilia, “¡ha sido agradable su atención!” “¡gracias!”, “¡siempre será un gusto atenderle!” “¡venga las veces que desee!” “¡será siempre bien atendido!” Otilia y su hijo completaban las atentas frases de la patrona moviendo afirmativamente la cabeza al mismo tiempo, el niño se levantó de su silla para abrazar de la cintura al militar esa actitud llenó de gozo a todos los presentes, marcó al pequeño hasta la entrada principal junto con dos militares de alto rango, el niño marcado abrazaba del cuello al militar, su carita la puso en la mejilla, sonriente el militar manifestaba, “¡espero algún día tener un niño muy precioso y muy mimoso como Joaquín!”, le dio un beso en la mejilla, viendo al niño le dijo “¡tus padres deben estar muy orgullosos de ti, mi precioso!” el nene se aferró más al abrazo del militar, lo bajó al piso y se acuclilló dándole una navaja sacada de su bolsillo, “es para ti” “¡con ella acuérdate que somos amigos!”, le acarició el pelo y le dio un beso en la frente, para sorpresa de Osman recibió una caricia en la mejilla, “¡estás haciendo un buen trabajo!” “¡muchas felicidades Osman querido!” el militar se despedía agitando amablemente la mano, la voz emocionada de Otilia manifestaba un “¡vuelva pronto!” el militar seguía agitando la mano enguantada, en su pensar estaba el “¡claro que volveré!” hizo una mueca irónica, Osman era el más entusiasta en aquella despedida, había recibido una atenta caricia.
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La vedette estaba esperando ansiosa el poder conversar con Margot, se cruzaba lo dedos en señal de ansiedad, la vista estaba puesta fijamente en la puerta, hasta que ésta se abre dando paso al movimiento cadencioso altivo de la patrona dueña de amplias extensiones de tierras, la mujer se sentó en su delante, hablaron sobre la situación del pequeño Ítalo Javier de seis años, la vedette le confesó que era la verdadera madre del niño, que dio a su cuidado a aquella anciana que fue recogida en este lugar, Margot escuchaba con atención, la vedette le decía que era muy importante para ella tener a su lado al pequeño, que con ella tendría ese calor de verdadera madre, Margot respiraba pausadamente mientras escuchaba a la mujer decir que su hijo era todo lo que tenía en esta vida, al turno que le tocaba hablar a Margot le preguntó cuál es la existencia del padre del niño, la vedette cabizbaja hizo una pausa de silencio y luego manifestó que el padre del niño había muerto, en un accidente laboral, no dio detalles y dijo mintiendo que él era el que mantenía el hogar y ello hizo que busque medios de subsistencia y por eso dejó al niño al cuidado de la anciana ratificando así su relato, lejos de la verdad aquello, realmente ella se fue con otro hombre dejando abandonado al niño para luego del abandono de su amante convertirse en lo que ahora es ella tras visitas de lugares nocturnos y ofreciendo su cuerpo a gente adinerada, Margot se puso en pie rodeando la silla donde estaba sentada la vedette, hizo un prolongado suspiro, fue para la mesita de recibidor sacando un cigarrillo, le convidó uno a la vedette, le preguntó si ese estilo de vida garantizaría un buen vivir a su hijo, la vedette afirmaba con seguridad que se daría el caso de protegerlo, aún estaba en edad de ser moldeado a las buenas costumbres, durante un lapso de tiempo hubo un silencio, luego de una larga meditación viéndole el rostro a la vedette Margot aceptó darle la custodia a su protegido, pensó que su hijo Ronald Elías de ya de tres años cumplidos no necesitaba tener un hermano postizo, a fin de cuentas ese niño en un tiempo cubrió la necesidad de su maternidad cuando ella no podía tener hijos pero al parir a Ronald Elías el panorama de atención y cuidado se daba a su hijo dejando a un lado al pequeño protegido, Margot pensó que no debería haber ningún lazo de hermandad entre los niños, su egoísmo y su decisión cambiará definitivamente la vida de los dos niños, así que dispuso a la vedette que se llevase al niño comprobándose que las facciones en parte eran similares entre madre e hijo, al día siguiente Ítalo Javier conocía la verdad de su origen de boca de su madre la vedette Flor, el niño se despedía con tristeza, de quien lo hizo entrañablemente fue de Jasmani que lo marcó y le dio un beso en la frente y en la mejilla adicionando la bendición que la recibió gratamente ante la mirada de Flor puesta en ellos, la amiga de la vedette tomaba las petacas del niño, Flor se despedía llevando de la manito a su hijo, el niño aún con lágrimas en los ojos agitaba la manito lo cual Margot y el pequeño Elías hacían lo mismo, en silencio pensaba Jasmani al agitar las manos que bien pudo ese niño ser su hijo pues ese niño le había despertado un cierto apego paternal que nunca antes lo había sentido y ahora pasaba por una pene grande al saber que no lo volvería a ver, Flor miró a Jasmani de una forma severa, cerró los ojos y como flashback recordaba aquel día en que se entregó a Squeo el patrón, Ramón el chófer que era su padrastro y finalmente se entregó a Jasmani, abrió los ojos saliendo de ese lapsus mental e instintivamente miró la tristeza dibujada en el rostro de su hijo, sólo ella sabe quién de los tres hombres es su verdadero padre, con mucho cariño mostrado a su hijo lo marcó dándole un sentido beso en la mejilla, él correspondió rodeando sus bracitos por el cuello uniendo las cabezas, así fue como Jasmani, Margot y el pequeño Ronald Elías se despedían del pequeño Ítalo Javier viéndole seguro en los brazos de su madre.
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Un fuerte viento hizo abrir de súbito la ventana apegada, las cortinas se movían agitándose cual si fuesen fantasmas, el frío de la ventisca llegaba a donde estaba acostado Venancio Alberto en aquel último domingo de marzo de 1963, tenía los pies descalzos sobresalidos de la sábana por donde entraba el viento lo cual hizo que lentamente abra los ojos, estaba acostado de perfil en posición fetal, su carita aún se posaba sobre su antebrazo, lentamente giró para el otro lado viéndose ante el espejo del clóset en su delante, vio su bostezo y suavemente metió sus manos dentro del pijama para tocarse el pene que por efecto del frío estaba bien erecto, con la punta de los dedos índices rozaba su glande, luego sacaba las manos para llevárselas a oler a la nariz ese peculiar olor de orina, dejó sus dedos por un momento, ese olor le hizo recordar el pene de Leroy, cerró los ojos y exclamaba de que cómo le gustaba tenerlo dentro de su culo, de todos los penes que había probado ése era el mejor, por lo grueso y bien duro al entrar con firmeza haciéndole delirar, suspiraba prolongadamente, mordía los labios a ojos cerrados pensando en aquellos momentos vividos en la playa, también se acordó de Valentín, aquel hombre que en el yate le hizo varias veces el amor, de aquellos momentos viviendo en la gran manzana cuando se entregaba al sexo en la bañera y en esa amplia cama, de nuevo metió sus manos dentro del pijama manoseándose el pene, lo tenía bien agarrado dándose placer, de nuevo cerraba los ojos y empezaba a gemir, le palpitaba el culito ante la acción de estirarse el pene así que pasó una mano por la rajita metiendo al roce del ano, con una mano en el pene y con la otra rozando el culo estaba acostado de perfil en forma fetal, se miraba en el espejo esos movimientos, sonreía al verse así acostado cuando de a poco en poco iba deslizando el pijama mostrándose la cadera y parte de su voluminoso culo, seguía riéndose ahora acostado con mirada al techo, de reojo veía el pijama a los muslos y a su pene erecto como mástil, empezó a estirárselo, sentía placer mirándose al espejo, su silueta era agradable a la vista, vio sus pies, vio su sonrisa reflejada en el espejo, luego se sentó en el extremo de la cama, empezó a bostezar y a estirar brazos y piernas, se vio los pies tan bien formados muy parecidos a los de su padre Squeo, deslizó el pijama cubriéndolos pies, se puso en pie para liberarse del pijama, dio unos pasos hacia el espejo viéndose desnudo del ombligo a los pies, dio unos pasos hacia atrás y se acostó en la cama viéndose sus movimientos a través del espejo, abrió alzándose los pies, vio a través del espejo la rajita del culito por donde deslizaba el dedo índice y se lo iba metiendo, cerraba los ojos llegando a su mente la figura de Leroy de y también de Valentín, el uno le hacía el sexo con furia y el otro le hacía con delicadeza, independientemente de cómo se lo hacían a él le agradaba entregarse a ellos, bajó los pies sobre el colchón y a través del espejo miraba las piernas abiertas por donde se notaba ese pene erecto como un mástil, estaba muy complacido con su cuerpo así que se quitó el resto de su ropa quedándose acostado en cama completamente desnudo, estaba a piernas abiertas miraba al techo masturbándose el pene, se ladeaba para pasarse el dedo por el culo llevándoselo a olerlo en la nariz, sin lugar a dudas que Venancio Alberto estaba muy excitado y con alta necesidad de sexo, con altas ganas de ser penetrado, sonreía al sobarse el pene erecto, tenía la boca abierta y los ojos cerrados al sentir el placer de masturbarse, se puso de cara al colchón, todo su cuerpo estaba acostado en la cama, se miró al espejo viéndose que su cadera se alzaba y se bajaba emitiendo el nombre de Leroy de 57 años y Valentín de 22 años, sus recuerdos se remontaban a aquellas veces en que se entregaba en la cama a esos cuerpos fornidos, seguía viéndose alzando y bajando las caderas con el pene que rozaba las sabanas del colchón, reía al verse, estiró sus brazos y manos extendidas lo que más pudo en la cama, luego se sentó en el extremo de la cama a piernas abiertas viéndose el pene desnudo muy tieso, “¡es para ti… mi amor!” esa exclamación se refería a sus dos amantes, luego se puso en pie y se acuclilló de espaldas al espejo, se abrió los glúteos para verse la rajita abierta del ano, era una abertura considerable producto de tantas penetraciones de pene de muchos de sus amantes, “¡es tuyo mi amor!” se puso en pie sonriendo, caminó por la habitación viéndose los pies descalzos con dedos alargados bien formados, recordaba las veces en que fueron besados, suspiraba al caminar, se arrimó a la ventana asomándose con cuidado que desde el exterior lo viesen desnudo, vio a una sirvienta pasar y luego para su sorpresa vio pasar a Clotario que ante un sonido venido de lo alto de la casona levantó su mirada y allí estaba él a su vista completamente desnudo, Venancio Alberto se había expuesto deliberadamente a los ojos de Clotario que emitió una leve sonrisa, sus miradas se cruzaron viéndose sonrientes, la mirada de Clotario estaba en ese pene erecto de Venancio Alberto, desde la ventana lo vio entrar, sonrió de sólo pensarlo que en instantes estaría con él, pero el tiempo pasaba y se angustiaba tragando saliva, se imaginaba lo que haría en cuanto lo viese, el tiempo transcurría y no se acercaba, decidió quedarse acostado en la cama a esperarle hasta que la hoja de la puerta iba abriéndose lentamente, sonrió al verle, cerró con seguro, se acercó tocándose el bulto de la entrepierna, Venancio se arrodilló sobre la cama bajándole la cremallera del pantalón, luego fue por el calzoncillo donde ya se mostraba ese pene salido como resorte de tanto estar erecto, los dedos de Venancio lo acariciaban llevándoselo al rostro, allí el pene rozaba las mejillas y se podía ver la sonrisa complaciente de Venancio, ambos no dejaban de sonreír, Clotario tenía la mirada desafiante seguro de lo que debía hacerse, mientras que Venancio continuaba pasándose ese pene por el cuello, estaban muy animados, Clotario manifestaba “¡tengo poco tiempo!” “¡vine a ver un encargo de mi padrastro Ramón y está esperándome!” Venancio tragaba saliva diciéndole “¡no importa!” “¡ven!” “¡hagámoslo!” abrió la boca y empezaba a meterse el pene mamando constantemente, Clotario así parado disfrutaba de ese sexo oral dado de labios y boca con lengua por aquel muchacho hijo de del patrón Squeo, no se hicieron esperar aquellos gemidos de satisfacción salidos de la boca de Clotario, succionaba con deleite y sutileza, la lengua hacía círculos con la punta en el glande lo que le hacía suspirar al sentir esos deslices, le chupaba suavemente los testículos transportándole al éxtasis, ya viéndose ensalivado y muy erecto el pene lo empezó a besar, Venancio apartó su rostro del pene de forma rápida “¡no quiero que acabes dentro de mi boca!” así que se recostó en la cama viéndose a través del espejo lo tendido de su cuerpo en el colchón, a través del espejo miraba que Clotario se quitaba el calzoncillo y su medio cuerpo desnudo se acostaba sobre él, alzaba y bajaba las caderas haciendo que ambos penes erectos se rocen, “¡ya tienes pelusitas!” “¡mírales jugar!” Venancio miraba y sonreía, empezaron a besarse y a acariciarse, “¡tengo poco tiempo!”, “¡ven!”, hizo que Venancio rodee con las piernas la cadera y le inclinó rozándole el glande ensalivado en la entra del ano, “¡te voy a hacer mi mujer!” “¡como siempre mi amor!” el glande entraba deformando el ano, empezaron los suspiros, gemidos y jadeos de Venancio, “¡estabas muy caliente!” la cadera de Clotario hizo un empujón de movimiento haciendo que el pene entre totalmente en ese culito de niño precioso, “¡aahhh!” “¡aahhh!” empezó el meter y sacar el glande por el culo, luego otro empujón dejándole bien adentro por unos instantes, la mirada de Clotario estaba puesta fijamente en el rostro complaciente de Venancio Alberto, sonreía de verle así sometido, “¿quieres más?” y él respondía moviendo afirmativamente su cabeza, y así continuaban las embestidas, el movimiento se hizo más constante e intenso, los cuerpos empezaron a moverse más y los resortes de la cama sonaban, eso les estimulaba a seguir con más pasión, Venancio sentía la intensidad de ese movimiento mientras que Clotario empujaba con más ganas el pene haciéndole sentir su accionar, “¡eres mi chica!” “¡aahhh!” “¡tu culito me pertenece desde la primera vez!” “¡recuerda que yo te lo rompí!” “¡acuerdate de la primera vez cuando te vestiste de mujer y dejaste que te rompa el culo!” “¡desde ese momento eres mi chica!” “¿verdad que sì?” “¡eres mi chica!”, Venancio que a ojos cerrados sintiendo el pene dentro de su culo lo había escuchado todo le decía a Clotario mientras sentía ser embestido por ese pene“¡síiii!” “¡ssiiii!” “¡soy tu chica!” “¡Clotario!” “¡soy tu chica!” “¡no lo saques!” “¡déjalo adentro!” “¡déjalo allí!” “¡empréñame!” “¡empréñame!” Clotario conocido cariñosamente en el barrio donde vivía y en la casona de Squeo padre de Venancio reía pues sabía que eso era imposible pero le hizo caso dejando el pene adentro y tras tanto embiste le vino el gustito por dejar semen dentro del culito de Venancio Alberto, quedaron quietos por unos instantes, de a poco los pies con dedos alargados y plano empeine descansaban sobre el colchón, lentamente le fue sacando el pene humedecido con semen, vio que del culo de Venancio salía un hilillo de líquido blanco, “¡te dejé adentro mi semilla!” sonreía al decir eso, hubo silencio prolongado limitándose a verse sus cuerpos “¡debo irme!” “¡donde mi padrastro!” la mano con dedos alargados de Venancio le toma del brazo “¡espera!” “¡no te vayas!” los brazos de Venancio rodearon la espalda llevándole a su cuerpo donde unieron los pechos y sus labios dándose prolongados besos apasionados con lengua, “¡métemelo otra vez!” “¡por favor!” se dieron besos “¡está bien!” “¡ven acá!” Venancio sonrió “¡quiero que me lo hagas como lo hiciste la primera vez!” Clotario sonrió tomando los talones del niño poniéndolos sobre los hombros, lo afirmó de las caderas, lo acercó más a su cuerpo y a su pene de esa manera lo fue metiendo mientras se inclinaba un poco para que entre de mejor manera haciéndole gemir “¡así!” “¡así!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” “¡como la primera vez!” “¡la primera vez!” Clotario con su tronco de pene peludo entraba bien al calce en ese culito bufaban y gemían a la vez al mismo tiempo sus ojos estaban cerrados sintiendo el placer de meter y ser metido, así lo tuvo dándole pene en esa postura por unos minutos, la sesión de sexo anal terminó al escuchar el claxon de un vehículo “¡mi padrastro Ramón!” sin detenerse se apartó del niño y rápidamente se puso la ropa, Venancio lo abrazo junto a la puerta “¡espera!” rodeó sus brazos en los hombros dándole apasionados besos, Clotario correspondía pero se apartó al escuchar el segundo claxon, lo vio salir del cuarto, regreso a la cama viéndose desnudo acostado frente al espejo estirándose el pene y pasándose le dedo por el culo tocándose los restos de semen, sin lugar a dudas que Venancio sonreía satisfecho de lo que había hecho hace poco en esa cama; no muy lejos de allí Ramón iba conduciendo el auto en dirección al cuarto donde vivía con su compañera sentimental la madre de Clotario el “niño”, a través de los cristales podía ver la iluminada y transformada capital del país de la canela, el auto queda estacionado en la entrada del cuarto de arriendo, al entrar como siempre la actitud habitual alegre de Clotario con su madre se fue diluyendo viendo la figura de su hermana, sí, Flor la “niña” estaba en casa tras largos años sin verla, tras largos años buscándola, la dichosa madre vio el rostro sorprendido de hijo y esposo, “¡ella ha vuelto!” la vieron y estaba muy transformada desde la última vez que la vieron, madre e hijos se fundieron en un abrazo mientras Ramón estático aún se lo veía pues no salía del asombro, luego reaccionó y le fue dando un abrazo de bienvenida, estuvieron conversando un poco de sus vidas en ese tiempo en que no se habían visto, para Clotario ver a su hermana era una gran dicha, ella decía que había traído una sorpresa grata, la madre de Flor se movía de gusto en el sillón, de pronto se ve la figura de un niño deslizando la cortina llevando en sus manitos una fruta a medio comer, Flor llamó al niño sentándolo en su regazo, les presentó a su hijo Ítalo Javier, por orientación de su madre fue a darle abrazo a cada uno de los integrantes de su familia, un muy tembloroso Ramón abrazaba al niño mientras recibía la mirada cortante acusadora de la madre del niño, sintió recelo y vergüenza al ver a su hijastra mostrándole esa disimulada expresión hostil en su rostro, así Flor y su hijo Ítalo Javier vivirían en el cuarto, ella ahora colaboraba económicamente las veces que tocaba de ir a giras dejándole a su madre el cuidado de su hijo, el niño se parecía mucho a ella, durante esos días de ausencia Clotario era el encargado de ayudarle en las tareas y de llevarle a pasear, en algunas ocasiones Ramón colaboraba en esos paseos subiéndole al auto, era un niño muy vivaracho, había ocasiones en que estaba en la casona propiedad del patrón Squeo, muchas de las veces ayudaba a Ramón y Clotario en el arreglo del auto, en aquella mañana de sábado mientras ayudaba le dio deseos de micciar saliendo a un rincón del jardín para hacerlo, sintió vergüenza de hacerlo en ese lugar por ser visto y mejor optó por ir al baño, de súbito al abrir la puerta apegada ve a Venancio parado agarrándose el pene en el urinario, la sorpresa fue grande de conocerse así, los ojos del niño centraron su mirada en ese pene velludo que estaba erecto, de inmediato salió del baño, paradójicamente su deseo de micciar se cortó, fue donde estaba Clotario y Ramón a seguir ayudando, Venancio Alberto pasaba por allí saludándoles, su mirada era en el rostro temeroso del niño, sonreía socarronamente, el niño no quería verle el rostro pues sentía vergüenza, Venancio fue enterado que ese niño llamado Ítalo Javier era hijo de la “niña”, Flor, en otra ocasión mientras estaba jugando con un balón se encontró con una recia figura con rostro autoritario de un hombre prestante, el niño respetuosamente le saludó estirando la mano, Squeo respondió cordialmente preguntándole su nombre, “¡me llamo Ítalo Javier para servirle!”, le preguntó al niño por el nombre de su madre “¡se llama Flor!” “¡es hermana de mi tío Clotario!”, viéndole la carita asociaba el parecido a la madre, cuando le preguntó por su padre el niño se puso cabizbajo sin responder, de inmediato dio cuenta que esa pregunta para el niño era incómoda, con el tiempo Squeo y el pequeño iban teniendo un acercamiento notable tanto así que se lo veía más tiempo jugando, de ello notaba su hijo Venancio quien a los pocos días recibía la atenta visita de Valentín que había llegado con la propuesta a Squeo de que su hijo estudie en el país del norte, en la gran manzana, Squeo le preguntó a su hijo si deseaba ir y ante la referencia de que ya había estado allí antes de la muerte de su madre decidió irse, no sólo encontraría allá apoyo de enseñanza aprendizaje sino también de un buen gusto por el sexo pues sin lugar a dudas los días de sexo con Valentín estarían a la orden del día incluyendo las relaciones que pueda tener con Leroy, aunque, sin duda, quedaba pendiente el recelo que le tenía a aquel niño al que ahora su padre le daba atención, los días pasaron y un avión despegaba con rumbo descrito en ese triángulo amoroso en el que para muchos marcarán sus vidas.
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Amarilis nacida en diciembre de 1952 estaba viajando hacia la estancia del doctor Pérez en compañía de su abuelo Teodomiro Macay aquel hombre obeso que ignoraba la relación silenciosa entre su hijo Adrián Fernando nacido en 1944, ya para ese tiempo tenía 19 años y también iba sentada junto a él su sobrina Amarilis hija de Lucrecia y el hombre de negro, para esa época tenía cumplidos los diez años, el abuelo desconocía que desde hace cuatro años atrás ellos se conocían muy íntimamente, precisamente los dos iban en el asiento trasero del auto viendo los cambios del progreso en las vías y en la geografía del sector observaban muchas plantaciones, al pasar por un extenso puente se detuvieron a estirarse las extremidades tras el largo viaje desde la capital hasta el pueblo que se divisaba a lo lejos, algunos campesinos arreando les saludaron cordialmente, entre ellos iba Gumersindo que al verle la pequeño corrió a abrazarle y a saludarle, era el mejor amigo de Aparicio su difunto padre de crianza, se maravilló al verle crecida a sus diez años de vida, su vestimenta, su arreglo físico, sus cuidados de salud se mostraban adecuadamente ante los ojos del anciano campesino, le hizo una invitación para que lo visite cuando tuviese tiempo y se despidieron, el obeso hombre prestante le aseguró que así sería muy próximamente, reanudaron el viaje y durante el trayecto de entrada al pueblo la mano de Adrián Fernando rozaba las de Amarilis, se miraban con sonrisa cómplice, de sólo pensar para ella que hace tres años la hizo su mujer le daba cierto recelo pero a la vez tenía cierto apego haciendo que sus sentimientos sean encontrados, comieron y bebieron algo antes de llegar a la estancia Pérez donde eran recibidos por su anfitrión, era una reunión de negocios en donde se tratarían políticas de agro exportación ante los cambios de comercio agropecuario mundial enviándole sugerencias al actual gobierno del país de la canela, habían varios invitados inclusive representantes del gobierno, la figura de Fulgencio Arichabala quien había ido con Squeo únicamente quien había subido de categoría como consejero tras la muerte de Nicolás Arichabala, ahora era él quien manejaba las directrices de los negocios, de esa forma es que se hacía preponderante en la reunión, los invitados recorrieron las plantaciones en las que el doctor mostraba los avances en producción junto con los caporales designados para tal actividad, los periodistas estaban atentos a sus declaraciones, en esos recorridos se unió la figura más influyente de la región que se trataba de don Rodolfo Buonanote alto terrateniente, lo hacía en compañía de su nieto Luis Izaguirre y su hija Noelia Buonanote, Amarilis se saludó afectivamente con Luis diciéndole lo bella que estaba, de pronto aparece en escena Carlos el hijo menor de Noelia quien se suma atento a saludar y felicitarle, el apuesto muchacho puso su mirada fija en el rostro hermoso de la niña de diez años de vida, hija del hombre de negro y de Lucrecia ya mostraba su donaire similar al atractivo de su madre quien la abandonó dejándola a la custodia de Aparicio su padre de crianza, ahora la pequeña Amarilis era el centro de atención de los presentes, tiempo después ella solicitó permiso para ir de vista a donde se encontraba Gumersindo, ella conocía el lugar, su abuelo aceptó diciéndole que iría en compañía de Adrián Fernando, ella vio a su joven tío y acepto resignadamente mientras de lejos miraba a Carlos con quien intercambiaba miradas de complicidad, él los vio partir, caminaron por el amplio trayecto del camino de herradura que bordeaba el río, pudieron ver cambios en la geografía, existían canales de riego, compuerta de desarenadores que eran piscinas improvisadas, se podían ver niños desnudos corriendo cuyos penes se agitaban al viento y otros en short que daban clavados y sus pieles morenas, trigueñas y claras brillaban ante el sol de aquel segundo sábado del mes de marzo de 1963, se sentaron a contemplar el ambiente, algunos llegaban a bañarse con el recelo de los visitantes, tiempo después emprendieron camino por el sendero a un lugar muy familiar, pasaron por el monte palomar, recorrieron la casa donde de muy pequeña vivió con sus padres, ahora otras personas lo habitaban, entró a ver cómo se encontraba aquella casa de campo, aquella ramada, vio algunos cambios, observó aquella quebrada parecida a un arroyo en donde gustaba bañarse, fue al cerco a ver los cabríos, ya ninguno estaba de los que ella criaba, quiso llorar pero Adrián Fernando la retuvo abrazándole con sutilidad, entrelazaron los dedos de la manos, agarrados a la cerca, luego vieron a una pareja de esposos jóvenes que salieron a saludarles y a preguntarles si podían ayudarles en algo, Amarilis se presentó como la dueña del lugar, los esposos cordialmente la saludaron presentándose como Valeria y Matías, manifestaron que Luis Izaguirre les había dado estas tierras en arriendo hace poco nomás y que pronto vendría para los trámites trayendo los papeles, en verdad ella le había dado el poder a Luis para tal efecto, era menor de edad aun y Luis era su protector, de ello tomaba en cuenta Adrián Fernando, los cuatro recorrieron la propiedad y efectivamente se vieron mejoras en el tratamiento de las plantaciones que en vida había dejado Aparicio, el muchacho vio lo extenso de la propiedad, a lo lejos divisaron la figura de un niño que manejaba los arreos y trataba de montarse en un burro para jalar el arado, el padre fue a ayudarle con los arreos, era un niño muy vivaracho, se lo notaba en el rostro, el padre lo llevó a presentarlo, el niño estiró la manito polvosa a Adrián Fernando y a Amarilis, su mirada vivaracha cautivaba a la niña de diez años, de ello notaba Adrián Fernando, el nene instintivamente se estiraba el pantalón por sonde estaba el penecito vestido debido al sudor entre la piel y la tela humedecida, Amarilis discretamente vio esos gestos de la mano gruesa del niño que más se parecía de rostro a su padre, también le pareció agradable a Adrián Fernando que le acariciaba el pelo, el niño se presentó como Bruno Sebastián, coincidentemente hoy cumplía sus ocho años, esa grata coincidencia hizo que Adrián Fernando le diese una palmada sacando de su bolsillo un billete de mediana denominación a lo que al principio los padres no aceptaron considerando que era demasiado para un recién conocido pero ante tanta insistencia de Amarilis los padres del niño aceptaron, el niño brincaba de emoción por tal significativo regalo, el niño continuó con sus actividades, los padres les invitaron a beber y comer algo entrando en la casa de campo del monte palomar, Amarilis veía con admiración cada detalle de lo que antes era su casa, tras un largo rato de visita optaron por seguir camino vieron al posición del sol y emprendieron marcha siendo despedidos por los esposos y su hijo vivaracho, iban comentando lo ocurrido, les gustó el haber conocido a esa humilde familia, pasaron por el conocido sendero de ambos, él la tomó firme de las manos, ella se dejó llevar, estuvieron delante de esa cueva que para ambos significaba mucho, vieron a su alrededor, el paisaje en ese lugar no había cambiado en absoluto, las manos se aferraron más, detrás se escuchaba el río cuyas aguas golpeaban las rocas, esa cueva característica hecha en forma natural era motivo de sus encuentros tiempo atrás, sin pensarlo mucho entraron a ese original lugar, de inmediato vio ella a él que se manoseaba la entrepierna “¡precioso lugar!” “¿no es verdad?” ella se limitaba a ver los alrededores, sintió ser abrazada por detrás a causa de que los brazos de Adrián Fernando rodeaban las caderas de ella y sentía besos en el cuello “¿te acuerda mi amor?” ella cerró los ojos “¡aquí lo hicimos!” “¡aquí te hice mi mujer!” un respiro largo hizo ella atribuyendo a la humedad del lugar, sorpresivamente iba viendo como su ropa iba deslizándose igual que la de aquel joven apuesto, afuera unos ojos furtivos observaban a la entrada de la cueva, era Carlos quien desde hace mucho tiempo los había seguido hasta allá, no cabe duda, pensaba que ellos ya habían estado acá muchas veces tiempo atrás, dentro de la cueva Amarilis se vio desnuda ante el cuerpo desnudo de Adrián Fernando, para sorpresa de ellos aún estaban esos cartones tendidos en el suelo y estaban desteñidos por el tiempo allí se acostó Amarilis recibiendo el cuerpo de Adrián Fernando sobre el suyo, “¡aquí fuiste y serás siempre mi mujer!” “¡mi mujer!” se dieron besos apasionados con lengua ante la iniciativa del joven, ella correspondía “¿quieres que te lo meta?” ella sonriente asintió, cerró los ojos y frunció el ceño sintiendo ese pene erecto entrando en su vaginita, solo que al sentirlo a su mente llegó la imagen de Carlos del Olmo, sí, a él era a quien realmente deseaba, pensaba que ese pene penetrando su vagina era de él, de su real amor, las pelvis se unían y se apartaban ante el vaivén de las caderas, ella se agarraba a los brazos extendidos de su joven amante, “¡siente que te lo meto!” “¡siente!” “¡eres mía!” “¡mía!” todo fue tan rápido en cuanto a las embestidas que el joven cerraba los ojos en señal del disfrute de ese sueva y hermoso cuerpo de niña de diez años, mientras la penetraba la besaba apasionadamente, de se acostó suavemente sobre ella sin sacar el pene, “¡te voy a hacer mía otra vez!” entrelazaron fuertemente las manos “¡eres mi mujer!” “¡mi mujer!” al unir las frentes el brusco movimientos de caderas se detuvieron quedando estáticos, ella sintió los flujos del semen en el interior de su vaginita aun lampiña, el rostro de él se dibujaba la satisfacción plena, lo habían hecho como en otras ocasiones, ahora mejor ya que se trataba de aquel lugar donde por vez primera se entregó a él, lo que el joven ignoraba era que todo ese tiempo Amarilis había tenido los ojos cerrados pensando en Carlos, pensaba que ese pene era aquel de piel blanca grueso y largo que estando todo dentro la hacía suspirar, estaba muy relajada tras la cogida recibida, se habían mojado sus partes genitales y tenían un gran tanto de humedecido semen salido del glande goteando sobre la pelvis de la nena, se sentó a piernas abiertas agitando el pene cuyo semen se deslizaba en parte por el tronco del pene, “¡mira!” “¡esto siempre será tuyo!” “¡no importa donde!” “¡con éste re hice mi mujer!” “¡mi mujer!” fue a sacar papel de su pantalón acostándole de piernas abiertas para pasarle el papel por la rajita de la vagina haciéndole suspirar, él miraba a la vaginita “¡y pensar que todo esto es mío!” “¡sólo mío!”, le besó los pies y piernas por los muslos llegando a la pelvis y a chupar los pezones, ella empezó de nuevo a jadear, mientras la besaba con lengua le pasaba la manos por la vagina recién limpia por el papel, el pase de los dedos por la vagina ya se ponía de nuevo humedecida, tenía un gran detalle esos tocamientos del joven que hacían efecto en ella, mientras detrás de la cueva Carlos continuaba observando desde unos matorrales, estaba muy inquieto con la idea de verles salir, mientras tanto adentro el joven seguía chupando y lamiendo los pezones, el joven con la iniciativa ahora se inclinaba sobre ella haciéndole que le chupe el pene “¡anda mi amor!” “¡hazlo como a ti te gusta!” “¡prueba de tu rajita!” “¡anda mi amor!” “¡prueba!” “¡prueba!” el glande se humedecía de saliva ante la entrada en la boca de Amarilis, lo hacía bien la pequeña traviesa, estaba muy firme en su sensación de placer, sus dos manitos tomadas del tronco del pene lo hacían deslizar adecuadamente en su boquita, “¡qué rico mi amor!” “¡sigue!” “¡sigue!” así estuvo chupando y lamiendo el pene, “¡ahora dame tu rajita!” “¡dámela!” agitaba el pene dándose gusto de metérselo en la vaginita que estaba a piernas abiertas, la pelvis estaba bien unida y empezaba a moverse como si fuese pistón sobre motor, la tenía bien agarrada del cuerpo en esa postura en la que le metía todo el pene, Amarilis continuaba pensando que ese pene era de Carlos, sin embrago le vino la realidad abriendo los ojos sintiendo ese brusco penetrar del pene en su vaginita, así la tuvo por largo rato hasta el cansancio, era gustosa esa segunda embestida en su vaginita, quien iba a pensar que tío y sobrina estuvieran haciendo sexo en la naturaleza, se detuvo pues semen esta vez ya no tenía, sin inmutarse salió desnudo a limpiarse la parte intima en el río mientras que Amarilis más prudente se abría de piernas pasándose el papel en la vaginita, se limpiaba prolijamente tratando de no dejar rastro en sus prendas interiores, se puso la ropa y vio entrar el cuerpo humedecido de Adrián Fernando, se arregló la puesta de su ropa y salieron de la cueva, a cierta distancia Carlos ya estaba convencido de cual fue la persona que desvirgó a Amarilis, no cabe duda que al verle salir desnudo pensó que era el propio tío, tragó saliva al ver a la pareja caminando por el sendero, él abrazándole por detrás de ella colmándole de mimos y lo más notorio en ella era que se lo permitía, ante ver esa actitud Carlos tomó una postura indescriptible de celos, sí, estaba celoso, no podía negar el apego que tenía para con ella, antes le había hecho el amor allí mismo y en otros lugares, pese a ser una tierna niña para él en verdad le era atrayente, le vino el sentimiento de pertenencia, sentía molestia el haberlos visto en esas circunstancias, lo que si era cierto a que pese sentía algo atrayente hacia ella su comportamiento cambiaría, sin lugar a dudas que su tío Adrián Fernando Macay había sido aquel joven que la desvirgó, salió de aquel lugar muy caminando pensativo fumando un cigarrillo iba a recostarse sobre una piedra saliente debajo de un frondoso árbol, estaba tan ensimismado que no dio cuenta que su tío Luis Izaguirre los había visto y se dibujaba una amplia sonrisa, Luis iba a caballo a distante sitio, tras minutos de cabalgar llegó a hacer firmar los documentos a la joven pareja de esposos arrendatarios de esas tierras, le era atrayente tenerle cerca de su lado al vivaracho Bruno Sebastián, le acariciaba con disimulo de forma paternal que a los esposos le parecía adecuado más si se trataba de recibir con sorpresa la rebaja de la cuota de dinero por arriendo lo cual los hizo más felices y entusiastas de trabajar, del morral bajó algunos alimentos y conservas en su mayoría para el niño así como algunos juguetes, Luis con esa actitud se autoproclamó padrino del niño y ello agradó a la joven pareja de esposos, dieron un recorrido por las plantaciones y el ganado cuya meta a futuro sería de aumentar la cantidad, siempre el niño estaba apegado a Luis que le acariciaba las mejillas y el pelo, en varias ocasiones lo sentaba sobre sus hombros y esto al niño le gustaba pues apreciaba que de Luis recibía más cariño que el de su padre, las manos blancas de Luis contrastaban con la piel morena clara del niño cuando iban tomados de la mano, esa tarde Luis la pasó bien compañía de la joven pareja de esposos comiendo y bebiendo los potajes traídos de la capital, mientras tantos no muy lejos de allí un apesadumbrado e inconsolable Carlos entraba a la cueva y notaba los restos de semen en el cartón y unos papeles en el suelo con restos de semen, no había duda que ambos habían hecho el amor aquí, vio hacia la pared una inscripción que le indignó A ====> (:) =8 <==== A viendo ese dibujo hecho de esa forma, confirmaba lo que tenía como sospecha, él le agregó debajo la siguiente línea 3-4-63.
FIN DEL DUCENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO TERCER EPISODIO
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