METAMORFOSIS 254
Pistolita.
Los acontecimientos se daban para que el prestigioso militar ascienda en su carrera de agregado militar en la embajada del país de la canela en la ciudad luz, en la despedida del aeropuerto estaba su madre Noelia y Carlos Felipe del Olmo su padre biológico al que aún tenía recelo de saberse hijo fuera del matrimonio legal del que creía era su padre y que llevaba su apellido, junto a él estaba su actual esposa Amanda y su único hijo Carlos Gustavo Eleuterio, marcó a su tierno hijo colmándole de mimos y caricias ante los presentes, le prometió que le traería muchas cosas deliciosas a su llegada, el niño le abrazó del cuello y le daba besos en la mejilla lo que también su padre correspondía, llorosa Noelia fue a su abrazo, Carlos Felipe a cierta distancia presenciaba con orgullo ver a su hijo primogénito subir de categoría pero a la vez lamentaba su partida pues dejaba a sus tesoros como se refería de su esposa e hijo, lamentaba también que haya perdido la vida su primera esposa con su tierno hijo, ahora el militar bajó al piso a su tierno hijo acariciándole el pelo y fue a abrazar al menor de sus hermanos Carlos y para sorpresa se acercó a darle un abrazo a su padre biológico lo que hizo que sus ojos se cristalicen, fue muy efusivo simplemente mirándose a los ojos sin palabras, el padre asintió tocándole las mejillas, el pequeño rodeó de las piernas a su abuelo quien lo marcó e hizo que los tres se abracen, se unían así las tres generaciones en ese momento, los tres descendientes de linajes europeos, descendientes de una nobleza no reconocida en sociedad pero que la llevaban en la sangre, allí se veía la postura principesca del niño heredada de su abuelo y de su padre, tenían sentimientos encontrados, delante del abrazo de su hijo le pidió perdón pues la vida lo había puesto en el mismo destino que vivió su padre cuando se supo que Carlos Felipe del Olmo supo de boca de Noelia que le había dado un hijo al que él desconocía de su existencia en aquel altercado, Noelia dijo en ese momento que Gustavo Adolfo era su hijo y años después algo parecido ocurrió cuando Amanda tras mucho tiempo de silencio le dijo que le había dado un hijo a Gustavo Adolfo al que él desconocía de su existencia pero ahora estaba allí juntos, se escuchaba por los altoparlantes la salida del vuelo, su compañero edecán de viaje se unió para ir al avión se despidió de su familia, Gustavo Adolfo abrazó con más fuerza a su tierno hijo y a su padre, su madre y su hermano menor se unieron al abrazo, en ese instante aparece presuroso al encuentro su primo Luis Izaguirre y le da un abrazo cuando ya subía por el andén en dirección al avión que lo llevaría a la ciudad luz, agitaban todos las manos en señal de despedida, la relación de Luis era muy cordial con su familia, aunque con Amanda el trato era simple y algo gélido saludándole simplemente con un estrechón de manos y acarició tiernamente el pelo de su hijo, llamó en un aparte a su tía Noelia informándole que su abuelo Rodolfo Buonanote estaba delicado de salud, con suma impresión Noelia se acercó a su esposo para informarle lo sucedido, era urgente su viaje, Carlos Felipe aceptó que fuese a ver a su padre, Luis dispuso de su auto para llevarle, así entonces Gustavo Adolfo emprendía su viaje en avión su madre Noelia lo hacía en auto para asistir a su anciano padre terrateniente, al llegar los esperaba la fiel Amacilia llevándoles a la habitación donde descansaba el anciano terrateniente descendiente de los Romanov, al entrar coincidieron con la salida del doctor quien les dijo la situación del paciente cuya salud decayó tras la reunión de los jefes de gobierno local y nacional en la estancia del doctor Daniel Pérez, para Noelia se creó un interés el conocer la causa de su decaimiento cuando días antes gozaba de plena paz y quietud gracias a los cuidados de su fiel Amacilia, ella presurosa fue al encuentro con su padre evitando llorar, al ver a su hija se emocionó agradecido de que haya venido, preguntó por su nieto militar del que se sentía orgulloso al heredar esa carrera militar digna de un descendiente Romanov y sutilmente su respuesta fue discreta limitándole a decir que su nieto querido estaba de maniobras en territorio y que pronto vendría, el anciano angustiado manifestaba su deseo de conversar, debía decirle muchas cosas de las que sólo los dos deberían saberlo, se sentía aun consciente de que sus fuerzas se debilitaban, le dijo a su hija que últimamente su conciencia le minaba de tantos secretos, Noelia dijo que a nombre de su hijo podría ayudarle pero el anciano se negaba rotundamente a decirle algo, vio a su alrededor preguntando por su bisnieto el hijo de Gustavo Adolfo, aquel niño al que desde el primer momento que lo vio le impactó mucho pues recordaba a alguien muy querido, preguntó por el niño, pidió que se acerque, Noelia le dijo que lamentablemente no había viajado con él, la angustia aumentó fijamente en el rostro del anciano, pidió firmemente verlo, Noelia miraba a su sobrino, en un aparte hicieron un corto diálogo del que el anciano observaba y dijo con un tono severo “¡quiero ver a mi bisnieto!” pero el asombro entre Noelia y Luis se amplió al escuchar de boca del anciano “¡deseo hablar con Carlos Felipe del Olmo!” “¡necesito de su presencia!” “¡que venga él también!” con sus manos temblorosas dibujaba su autoridad y su deseo, Noelia estaba sorprendida con el gesto de su padre, hace pocas horas se vio un simple reencuentro entre padre e hijo y ahora se podía dar entre suegro y yerno, Luis presuroso obedeció las indicaciones de su abuelo y realizó un telegrama urgente, al llegar a la casona del Olmo un sorprendido Carlos Felipe no daba crédito a lo que leía, el poderoso terrateniente Rodolfo Buonanote que estaba muy delicado de salud pedía su presencia y la del pequeño, hizo puño el telegrama, había pasado mucho tiempo con ese rencor que igual le daba ir o no, a fin de cuentas ya Rodolfo Buonanote era un anciano y sería adecuado por el amor de su mujer quitarle ese peso de rencor que llevaba a cuestas, a fin de cuentas se alegraba saber que todos los hijos de Noelia era bien recibidos por Rodolfo Buonanote y recordó aquella vez en que le ayudó a superar ese crack financiero cuando cierta turba de campesinos invadieron parte de las propiedades del anciano, el resentimiento del yerno era por Elsa Peñalba la madre de Carlos Felipe del Olmo que por irresponsabilidad del marido se entregó a Rodolfo engendrando un hijo que lamentablemente falleció al no poder parir, lo culpaba de haberse quedado con gran parte de la tierra y sobre todo no le perdonaba el haber sido el causante para el suicidio de su padre con un revolver puesto en la sien cuando lo encontró tendido en el suelo, en esencia ese era el rencor pero ahora iría con su nieto a tal encuentro, así, al pasar el tiempo un auto de época lujoso llegaba a estacionarse en la entrada de la estancia Buonanote, aquella construcción de la época victoriana de siglo XIX que aún se alzaba imponente en aquel tercer miércoles de septiembre de 1963, había manejado personalmente el vehículo desde la capital, viendo el paisaje le recordaba ciertos momentos vividos de su infancia, pasó por la propiedad que un día le perteneció a su padre que fue herencia de sus ancestros, hizo un alto en el panteón llevando a su nieto a saludar a su bisabuelos enterrados en ese lugar, a discreta distancia Amanda era testigo de esa simple ceremonia, al bajarse del auto ya Noelia los esperaba junto a Amacilia en la entrada de la casona, Carlos Felipe iba tomado de la mano de su nieto cuya otra mano el niño la tomaba a su madre, al entrar Noelia marcó a su nieto, vio que Carlos los había acompañado, él también quería ver a su abuelito querido, Noelia lamentaba que sus dos hijos Pedro Artemio y Gustavo Adolfo se encuentren ahora en el exterior, apareció Luis a saludarle con recelo pues no era muy afecto a la amistad con quien había tenido tantos desencuentros de los que él se había enterado, luego de saludarle prefirió tomar un morral y hacer camino en dirección las caballerizas para visitar a la familia del monte palomar, aquella propiedad de Aparicio su difunto padre biológico que ahora estaba arrendada a una pareja de humilde s campesinos, Luis iba a visitarles y sobre todo tenía la necesidad de estar con el pequeño que sin duda le era de mucha atracción, rápidamente se despidió de su tía Noelia tomando dirección a las montañas, detrás de Noelia y Amacilia iban los recién llegados e ingresaron en dirección a la habitación del anciano nacido el 27 junio de 1870 en la entonces ciudad imperial de Maikop-junto al río Belaya, primero ingresó Amacilia y esperaron unos instantes pues se encontraba dormido, estaban sentados con mucha paciencia, ya al despertar sus temblorosas manos dibujaban su característico ademán autoritario heredado por los avatares de la vida al saberse un bastardo hijo de Vladimir Romanov, nieto ilegitimo de Alejandro II más aún al saberse nieto de Alejandro II, de saberse medio hermano de los hijos de Vladimir Romanov: Alejandro, Boris, Cirilo, Andrés y Elena quien siendo la menor fue la última en morir en 1957, de los hijos sólo quedaba él, no deseaba morir sin confesar todo, no deseaba irse sin aclarar situaciones, allí estaban a la espera del desenlace, de lo que el terrateniente iba a decir, hablaba con sus manos de una forma más directa que Amacilia le entendía, ella había en parte ocupado el lugar de la esposa del anciano, su amante a espaldas de su esposa cuando vivía, de su amor salió un hijo, para ese momento estaba en la capital, Leandro, en secreto lo sabía, lo sentía, aunque la madre no se lao había dicho, en ese momento un presuroso hombre se acercaba a la sala amplia, llegaba con su esposa y con la hija de ésta, su adorable hijastra Mielicilla, se trataba de Vladimir Ifimovich, hijo no reconocido por su padre Rodolfo Buonanote separándolos a él y a su hermano tras la primera gran guerra, quería verle, se había comunicado recientemente, Noelia tras saludarle lo toma del brazo llevándole a sentar a conversar en un rincón apartado, estaba muy contrariado, estuvo con él hace poco y se lo veía adecuado, los dos medio hermanos de padre vieron que Carlos Felipe se puso en pie siendo llevado del brazo por Amacilia, los presentes vieron a un pensativo hombre que ingresaba a la habitación, seguido se vio salir del cuarto a la presurosa y muy fiel Amacilia que le hacía señas a Noelia para que ingrese a la habitación, vio a su esposo sentado junto a la cama del enfermo anciano que cavilaba, la mirada fija entre ambos mostraba su entereza, el primero en hablar fue el anciano de 92 años, decía irónicamente que había vivido bastante y que había gozado mucho de esa vida, aún extrañaba su ciudad natal de niño donde fue feliz, aún extrañaba las frías aguas del Belaya cuando se bañaba desnudo haciendo desafíos al mundo, se acordó de su madre y en el momento en que un cosaco imperial lo llevó a vivir un tiempo como vasallo de su padre biológico siendo el bastardo, recordó la primera gran guerra y sus horrores de cómo salió bien librado con su familia, lamentó la caída del gobierno imperial, aun así se reconocía Romanov por tanto un tipo con sangre noble, las facciones lo determinaban pues su rostro era muy parecido a Vladimir Romanov, muy atento y en silencio su yerno Carlos Felipe le escuchaba, el anciano continuaba con su relato, ahora describía el momento de encuentro de su hijo Reniek, de cómo por ese entonces se salvó de morir a causa de un mortero, hizo un largo suspiro para hablar de su llegada en barco a la mayor de las Antillas en un barco a vapor y de allí tiempo después describió cómo se estableció en lo que ahora es su propiedad del país de la canela, de cómo fue ganado terreno y produciendo la tierra obtenida, de cómo llegó a ser un referente en el pueblo y también en la ciudad cercana, habló de lo orgulloso que se sentía de sus nietos y de sus yernos, al ser aludido Carlos Felipe quiso hablar pero el anciano continuaba su relato, habló de sus aspiraciones y sus logros como hombre del campo, agradeció la ayuda prestada por su yerno Carlos Felipe del Olmo en aquellos momentos difíciles en los que parecía que la turba se apoderaría de sus bienes, irónica ayuda del hijo de aquel hombre que sería su rival, tocaba el punto crítico por el que había venido, entre otras cosas se refirió a la madre de Carlos Felipe, Elsa Peñalba, una joven y hermosa mujer que conoció en las tribulaciones dadas por su joven esposo, de su romance clandestino, en su cara le dijo al yerno que había amado con sinceridad a su madre, Elsa representaba el bálsamo de curación del alma pues ella era toda llena de fe y esperanza, de amor del bueno, Carlos Felipe se puso cabizbajo escuchando esas palabras, Noelia veía a su esposo moviendo a boca cerrada los maxilares en señal de incomodidad, el anciano continuaba diciendo que lamentaba ese desliz pasional, pero ella veía en Rodolfo aquel paño de lágrimas al quien acudir, logró conservar parte de la fortuna dilapidad por su esposo, y entre aquellos encuentros sucedió lo que tenía que pasar y concibieron a un niño, Carlos Felipe interrumpió diciendo que ese niño había fallecido, estaba acostado junto al cadáver de su madre la cual no pudo lograr dar un adecuado alumbramiento, luego de hablar hubo un corto silencio, el anciano retoma la plática, manifiesta que no es así, Carlos Felipe insiste de la presencia de su hermanito muerto junto a su madre, se sorprende al saber que ese no era el niño hijo de Rodolfo y Elsa, se trataba de un niño recién nacido puesto allí junto a Elsa y que ese niño en realidad había muerto junto con sus padres, Carlos Felipe se puso en pie con cierta incredulidad reflejada en su rostro, preguntaba si ese no era su hermanito fallecido entonces adonde estará su hermano ahora, qué fue de la vida de él y quien será ahora su medio hermano, el anciano vio con angustia a su yerno, Noelia estaba asombrada enterándose de la existencia de un hijo de su padre, era su secreto develado, se asombraba al saber que su padre había tenido un hijo con la madre de su esposo, un hijo, que a fin de cuentas era un hermano común entre los esposos, Noelia continuaba observando en silencio, algunas lágrimas se deslizaban por su rostro, el anciano continuaba manifestando que ese niño puesto allí se debía a un montaje, la partera tuvo mucho que ver en aquello, esa mujer semanas después la encuentran muerta de forma misteriosa en una cañada, no había sido robo pues se le encontró dinero en sus bolsillos, billetes con mediana denominación, había sido fracturada su cabeza en tres partes con algún objeto contundente, de la existencia de ese niño no se supo hasta hace poco en que el anciano sin querer estando sentado en un rincón oscuro escuchó la plática de Fulgencio Arichabala con un personaje oscuro no muy conocido por él, Carlos Felipe del Olmo al escuchar el nombre de Fulgencio Arichabala se puso en pie, ese hombre prestante era su rival, su enemigo, su esposa pidió que se calme haciéndole sentar sutilmente, el anciano dijo a su yerno que en aquella reunión Fulgencio confesaba sus crímenes, vio muy seriamente a los ojos de su yerno indicándole que la noche en que el padre de su yerno estaba bebido y tras la discusión que Rodolfo tuvo con el padre de su yerno, aquella noche Rodolfo salió de la casa muy contrariado dejándole a aquel desgraciado descendiente de hidalgos españoles, Fulgencio Arichabala había estado trepado en un árbol cerca de la ventana escuchando, se escabulló discutiendo con aquel hombre dueño de casa, forcejearon y un tiro se escuchó, Fulgencio salió por donde entró, y no solo eso, esa misma noche lluviosa fue a casa de la partera, , hicieron el cambio de bebés, el fallecido por el recién nacido, así de esta forma fue llevado ese niño para ser criado en la capital, Carlos Felipe estaba cubriendo su rostro lleno de lágrimas con sus manos, se puso en pie presuroso haciéndose la pregunta de quien ahora sería su hermano, dónde poder encontrarle, el anciano dijo que esa noche se enteraba del paradero, el yerno se acercó al suegro, exigió la dirección, el anciano emitió una sonrisa simple, le dijo que estaba viviendo en la capital, se volvió a sentar para seguir escuchándole, para ese momento los ojos del anciano estaban llenos de lágrimas, le dijo que era el momento que sepa la verdad y por lo cual le había llamado, tenso el yerno escuchaba el nombre de aquel personaje que era su hermano, al escuchar ese nombre se puso en pie, contrariado movía la cabeza, su mejer lo abrazaba, hubiese preferido escuchar otro nombre y no aquel, el anciano comprendía su situación, había pasado lo mismo, solo que agregado a ello su presión arterial y un casi desmayo que contuvo para evitar ser visto, Fulgencio y al personaje oscuro caminaron hablando ahora de negocios, el anciano estaba muy contrariado pues en muchas ocasiones había hablado de negocios con aquel personaje que era su hijo desaparecido, si había cierta química pero también recelo, quien iba a pensar que fuese aquel personaje su hijo con Elsa Peñalba madre de Carlos Felipe del Olmo, estaban inquietos, Noelia lloraba con desconsuelo, tenían un hermano en común con su esposo, un hermano que al parecer sin saberlo le había hecho mucho daño e inclusive estuvo a punto de asesinarle, estaban muy tristes, no lo podían creer, el anciano se refirió a ese oscuro personaje quien en realidad había sido el causante de toda esta rivalidad, se trataba de Matilde Peñalba, madre de Fulgencio, quien envidiaba a Elsa, todo este tiempo aquella mujer había mantenido una calidad amistada con Rodolfo Buonanote sin saber que era ella quien sabía del paradero de ese niño, era ella en parte quien tuvo que ver con el asesinato de la partera, el anciano lo escuchó de los labios propios de Matilde Peñalba que hablaba con su hijo, esa mujer a la que consideraba su íntima amiga había sido la causante de su desgracia en la relación con Elsa Peñalba, ahora se daba cuenta que aquel personaje oscuro femenino había cambiado la vida de muchas personas de la familia Arciniegas, Cota, Berlingieri, Izaguirre, Pozzo, Buonanote, Del Olmo, Peñalba, Arichabala, Macay, Paltán, Pérez, entre otras, sin duda decía el anciano Rodolfo Buonanote que Matilde Peñalba era el eje de tal conspiración en su contra y en las de aquellas familias, esa mujer seguramente nunca quiso a su prima Elsa, nunca quiso ver la felicidad, allí en ese rincón sin ser visto había escuchado las declaraciones de las que aceptaba su hijo con aceptación inusitada para el anciano, ahora que todo ya estaba claro recurría a lavar su conciencia confesándole todo a su yerno, reconocía que ese romance con la madre de su yerno no tendría perdón alguno pero trataba de menguar su error esperando la comprensión del descendiente de hidalgos españoles, el descendiente Romanov quería un acercamiento, deseaba que ese hijo esté a su lado igual que ahora lo está Vladimir Ifimovich esperando a ser recibido por su padre, Carlos Felipe algo lloroso se puso en pie siendo ayudado por su esposa Noelia, aún temblaba, solo se limitó a agradecer la noticia, no esperaba respuesta de aquello escuchado, vería lo que se podía hacer, antes de despedirse le pidió que recuerde su petición, el anciano le agradeció por querer a su hija Noelia, estaba muy satisfecho con esa relación y lamentaba lo ocurrido con sus dos primeros hijos, le agradeció el haberle dado nietos varones muy preciosos como su bisnieto hijo de Gustavo Adolfo y Amanda que sin lugar a duda habían heredado ese linaje Romanov y el de los nobles hidalgos españoles, lo que les permitían sobresalir del resto de personas que tenían a su alrededor y eso le hacía sentirse orgulloso, se refirió a su nieto más querido ahora ausente en los Alpes helvéticos, Gustavo Adolfo, lamentaba los hechos de cómo había sido concebido fuera del matrimonio de Noelia y Gustavo, pero sin embargo era el fruto de un verdadero amor que así ya lo entendía y bendecía el anciano, sus meditaciones continuaban aunque se notaba la fuerza que se debilitaba, el yerno sentado a su lado pedía que no se esfuerce pero el anciano deseaba continuar, pero entre Noelia y Amacilia lograron que se calme, Carlos Felipe se despidió de su suegro con un estrechón de manos saldando así su resquemor, ahora el yerno sabría lo que tenía que hacer, al salir el yerno entraba su hijo Pasha, que había adoptado el nombre de Vladimir Ifimovich, el anciano acariciaba a su hijo, también a su esposa, estaba muy feliz de verles, a unos metros de allí Carlos Felipe del Olmo salía de la casona de estancia victoriana, estaba pensativo, quiso estar sólo y conducía el auto en dirección al panteón familiar, allí derramaba lágrimas ante la tumba de sus padres, miró hacia la tumba vacía de su abuelo, prometió encontrar su cuerpo y traerlo en santa paz a su lugar en el mausoleo que le aguardaba, lejos de allí Luis Izaguirre hijo del difunto campesino Aparicio no daba crédito de saber que su padre biológico llevaba sangre de los Arciniegas y consecuentemente él también lo llevaba, paradójicamente había sido primo hermano de la primera esposa de su primo militar Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote, mientras cabalgaba pensaba en aquellas vidas perdidas de identidad, su padre Aparicio vivió siempre pensando que era un simple campesino cuando en realidad descendía de noble familia criolla del país de la canela, ahora miraba hacia el monte palomar, la propiedad la compartía con su media hermana Amarilis cuando en realidad él sabía que esa niña era hija del hombre de negro y Lucrecia, al llegar su sorpresa fue grata al ver al pequeño Bruno Sebastián ayudando en los quehaceres de su madre, estaba descalzo puesto sólo un ajustado y raído short que al sentarse se podía ver parte del pene lampiño salido por una manga de tela suave, vio los movimientos de las caderas y sus manitos agitadas al viento, igual se notaba el pelo lacio que cubría como cerquillo su frente haciéndole muy lindo su rostro, Luis se encontraba gustoso de verle, se saludaron efusivamente, la madre del niño salió presurosa a saludarle y ayudarle a sujetar el caballo, aunque eso no era necesario lo aceptaba de buen agrado, los tres entraron al a humilde vivienda, estando allí Luis aprovechaba para darle regalos traídos de la capital del país de la canela, estaban felices con los regalos, lógicamente el más entusiasmado era el pequeño Bruno Sebastián, coenzaba así una serie de visitas en las que se consolidaba la amistad del matrimonio con Luis teniendo como nexo al pequeño hijo de la pareja de esposos, con el tiempo llegaría a convencerles de que permitiesen que su hijo se convierta en su apoderado para darle una mejor vida y posición social adecuada en la capital, se marcaba así el destino del pequeño que será a futuro un referente en sus vidas.
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Era la fresca mañana del segundo sábado de septiembre de 1963 cuando desde una habitación en el piso alto Dionisio de trece años estaba desnudo tendido en su cama, estaba pensativo, mucho, tanto así que de tanto pensar perdió la noción del tiempo para ir a desayunar y su meditación fue interrumpida por la voz de su madre pidiéndole que baje, el muchacho hizo una mueca muy descriptible, estaba muy cómodo estirándose el pene tieso, estaba muy contento ante la invitación que recibiera su familia de ir a la alberca de su vecino el acaudalado Fulgencio Arichabala, sólo se puso la remera y el short para ir al evento, bajó presuroso las escaleras, se notaba los rayos de sol entrando por esos ventanales, ya en la mesa la madre le daba instrucciones a sus hijos Dionisio y Reinaldo para que se portase bien, les recordaba que la estabilidad económica de la familia se la debían al ilustre vecino, los dos muchachos de trece y quince años no sospechaban que para sostener a la familia de la forma en la que ahora se encontraban ella tuvo que darle su cuerpo al prestante vecino, a ella le gustaba el buen trato que el vecino le daba a sus hijos , sobre todo al más pequeño de trece años con quien tenía un gran a pego familiar ya que al morir asesinado su padre quedó muy pequeño y Fulgencio las hacía de protector, tanto así que ese día estaba entusiasmado de comer e ir a visitar a Fulgencio como lo hacía periódicamente, a desconocimiento de la madre del muchacho en cada visita traía dinero que lo escondía secretamente o algunos regalos que le mostraba a su madre entusiasmándose ambos por la dicha de tener una gran “amistad” con el acaudalado vecino, lo que la mujer desconocía era que los regalos eran a causa de que el pequeño Dionisio le entregaba su cuerpo al anciano y en las veces en que en cada encuentro le hacía sexo oral, ese día se estaba preparando para lo de siempre, escuchó de boca de su hermano Reinaldo de quince años que no asistiría pues tenía que ir con los amigos de colegio, para Dionisio escuchar eso era lo mejor, así no tendría reparos en aprovechar de cierto momento para escabullirse a las habitaciones para esperar al anciano y hacerle sexo oral y todo lo que quiera con su cuerpo joven, escucharon el ruido de motor de auto ingresando por el portón atravesando el jardín y por fin detenerse estacionándose en la entrada de la gran casona donde una empleada recibía a Cayetana y Mateo Fulgencio que salían del auto, vestían traje de baño pues jugarían en el jardín y en la alberca, Fulgencio había pedido que Reinaldo y Dionisio asistan para que jueguen y a la vez cuiden a los niños, se preparaba dulces y pastel como siempre a la visita de los niños hijos de Fernanda, esta vez habían venido sin la empleada que le hacía de la nana de compañía, para ese momento Dionisio estaba muy entusiasmado y quiso levantarse para ir a la casa del vecino pero su madre le tomó de la mano diciéndole que termine de desayunar para luego ir a la mansión Arichabala a la alberca, Reinaldo veía el entusiasmo de su hermano y emitía una mueca irónica, los dos hijos salieron del comedor, un auto sonaba la bocina llamando a Reinaldo quien se despide de su madre con un beso muy atento, mientras que el más pequeño de sus hijos se despedía dándole un beso en la mano como siempre yendo en dirección a la mansión, el atento guardia le hizo pasar y desde la ventana la madre miraba suspirante a su pequeño hijo que jugaba con los dos niños Arichabala, corrían por ese jardín a medio sol en el firmamento, la bisabuela orgullosa de sus dos nietos que lo visitaban estaba sentada bajo un frondoso árbol bebiendo jugo de frutas, tenía a su mano un abanico el cual agitaba metódicamente, la vecina vio entrar a un lujoso auto del que salió el pequeño Daniel Nicolás, iba acompañado del chófer y había ido a comprar ropa para bañarse en la alberca, bajaba con su abuelo que recibió su llegada con mucha felicidad ya que sus tres nietos lo abrazaban de la cintura repartiéndose los espacios en el anciano, saludó a su madre Matilde Peñalba y se sentó a beber jugo de frutas, encendió un habano, entre la cortina de humo veía al pequeño Mateo Fulgencio que movía sus caderas muy adecuadamente brioso para un niño de esa edad, se le notaba muy feliz junto a su hermanita, el ajustado short que llevaba puesto complementaba la remera que tenía, igual que los demás andaba descalzo, su amplia sonrisa le daba para estar muy alegre, la mirada fija del abuelo en el niño se hacía notoria en la madre que con breves frases de conversa trataba de distraerle, lo hacía un rato pero luego volvía a ver a ese precioso niño, su nieto, como el se enorgullecía en decirlo, masticaba con furia el habano viendo el traserito humedecido que se notaba en la tela, en ese instante una empleada de compañía le dijo a Matilde que tenía una llamada, la anciana con algo de dificultad se incorporó siendo acompañada por la mujer del aviso, tiempo después los niños rodeaban al abuelo, Daniel Nicolás que se unió a los juegos era el más entusiasta por ser el mayor con un mes de diferencia de vida respecto a su prima Cayetana, el joven Dionisio estaba a prudente distancia del hombre que miraba los gestos, estaba pendiente de alguna orden que emitiera el anciano millonario del país de la canela, sus nietos se sentaban en sus muslos, no importaba que mojen el pantalón, los abrazaba y le daba besos de forma paternal acariciándoles la piel y el pelo humedecido tras salir de la alberca, Dionisio continuaba bañándose en la alberca ante la expectativa de cualquier mandato, el muchacho daba de vueltas en el agua, Daniel y Cayetana fueron a jugar en el agua con Dionisio mientras que el pequeño Mateo Fulgencio estaba sentado en los muslos de su abuelo que lo mimaba y el acariciaba mucho, “¡estás muy bonito hoy!”, le daba besos repetidos den las mejillas rozagantes, le decía en el oído rozándole la nariz “¡te tengo una sorpresa!” “¡mira hacia allá!” la mirada de los ojos miel del niño era para la bodega de vinos, aquel lugar apartado de la casona en las que pocas personas la visitan, “¡mira hacia ya!” “¿lo ves?” el niño con mirada fija en el lugar movía afirmativamente su cabeza repetidamente, “¡tienes que ir hacia allá!”, “¡tendrás tu premio!”, “¡tienes que hacer un jueguito!” el niño divertido de rostro expectante le miró a la cara al abuelo, “¡jugarás a policías y ladrones!” el niño daba de aplausos cuando escuchó que el premio era lo que él pidiese “¡una bicicleta!” el abuelo le acarició el pelo húmedo y le dio un beso, “¡a tendrás!”, “¡sólo que…!” hizo una pausa y el niño pregunta “”¿qué… abuelito?, Fulgencio sonrió “¡tú eres el ladrón… y tendrás que dejarte atrapar del policía allí dentro!” le acarició el pelo, “¡debes dejarte hacer lo que el policía te haga!” “¿entendiste?”, el niño aplaudía en señal de gusto, “¡es un juego… Mateo!” “¡en el que debes ser un ladrón valiente!”, “¿quieres jugar?” el niño se puso en pie brincando “¡sí!” “¡sí!” “¡abuelito!” le acarició los brazos llevándolo a sentarse ahora entre su entrepierna, puso el mentón sobre el pelo del niño oliéndolo pausadamente, le hablaba con la boca rozándole el pelo, “¡verás mi niño cómo te vas a divertir!” “¿de verdad abuelito?” “¡sí… mi niño!” “¡te vas a divertir mucho!” le besaba el pelo y lo olía, “¿juego contigo abuelito?”, Fulgencio reía ampliamente “¡no mi pequeño!” “¡lo hará alguien a quien quieres mucho!” “quién, abuelito” “¡es una sorpresa!” “¡no comas ansias!” en lo sentado que estaba el niño le pasó las manos por las humedecidas piernitas rellenitas alargadas propias de niño descendiente de padre europeo, estaba viéndole agitar los piecitos descalzos con esos deditos alargados y finos y empeine plano muy particular que se distinguía de los otros niños, posteriormente le puso en pie, unieron las mejillas “¡observa!” el anciano estiró el brazo indicándole la ruta que debía seguir entre las plantas grandes de palmeras tupidas de jardinería, le mostraba que debería ir entre los crotos, cucardas y helechos para no ser visto y de allí corriendo para llegar a la bodega de vinos, ya con anticipación de forma premeditada Fulgencio había dejado entreabierta la puerta para que el niño pueda ingresar, así lo hizo, vio que el niño tenía una mirada desafiante de entusiasmo, el abuelo vio que Mateo Fulgencio corría entre las palmeras escabulléndose entre las demás plantas sin ser visto hasta que entró en la bodega de vinos, Dionisio que estaba atento a los movimientos de ese niño bonito d entendió el movimiento de manos de Fulgencio y disimuladamente fue saliendo de la alberca quedando Daniel y su prima Cayetana, con presurosa carrera entre las palmas y cucardas llegó a la bodega de vinos, de lejos el anciano Fulgencio sonreía bebiendo y fumando, sus dos nietos continuaban jugando en la alberca con objetos inflables comprados recientemente en el centro capitalino y que estaban de moda en aquel tiempo, las manitos de Mateo Fulgencio rozaban los bordes de la estantería de vinos, le llamaba la atención aquellas botellas multicolores de diversas etiquetas, el polvo estaba sobre aquellos recipientes, pasaba los dedos y soplaba, el niño caminaba descalzo, solo tenía puesto el short de baño de mangas ajustadas a sus piernas y voluminoso culito, estaba muy distraído viendo los objetos del lugar, ya antes en varias ocasiones había estado allí, de pronto observó una luz que se intensificaba y que de inmediato se diluía por el efecto de abrir y cerrar de puertas, oyéndose a la vez un chirrido de bisagras seguramente oxidadas, de pronto sintió a su lado la compañía de Dionisio quien lo abrazaba por detrás haciéndose notar su pene erecto abultado en el short puesto, aún el agua escurría en parte por su cuerpo, las manos húmedas tocaban los hombros del precioso niño, lentamente la nariz rozaba el cuello del pequeño que estaba atento viendo un objeto de catar vino, de pronto sintió el golpe del aliento de Dionisio en su cuello de niño bonito, los roces se dieron de las manos de Dionisio en el cuello del nieto de Fulgencio Arichabala, “¡es muy bonito!” “¿verdad?” le dijo al niño que asentía sin perder la mirada al objeto, “¡es tan bonito como tú!” el niño al escuchar eso empezó a sonreír, “¡en verdad que eres muy bonito!”, lo toma de la mano “¡ven!” “¡vamos acá!” algo extrañado se dejó llevar, inocentemente el pequeño Mateo Fulgencio le pregunta “¿Qué allí vamos a jugar a los policías y ladrones como me dijo mi abuelito?” “¿tú eres el policía?” Dionisio sonriente afirmaba moviendo la cabeza sin dejar de verle a los ojos, el rostro libidinoso de aquel muchacho era de gusto al estar a solas con ese hermoso niño, “¡sí… yo seré tu carcelero!” “¡ven!” “¡aquí jugaremos!” el nene se dejó llevar siendo llevado de la mano de aquel muchacho, “¡te va a gustar ese jueguito!”, vio que su short era deslizado a sus talones, se aferró a los hombros de Dionisio para alzar los piecitos y liberarse de la única ropa que llevaba puesta “¡uyy!” “¡lo tienes parado!” el nene al ver su pene y al escuchar aquello se sonrojó emitiendo una sonrisa tímida, los dedos de Dionisio que estaba ya acuclillado delante del niño empezaron a mover el penecito, “¡es precioso!” “¡es una pistolita!” la nariz pasaba por los testículos del niño que suspiraba, “¡es una pistolita que hace pum, pum!” el niño sonreía “¡pum, pum!” repetían en señal de iniciar aquel ”jueguito”, y conforme continuaban las chupadas ese penecito se crecía hasta ponerse completamente tieso. Dionisio exclamaba “¡es precioso lo que tienes aquí!” “¡qué pistola!” el niño sonreía, “¡se hizo una linda pistola!” “¡cómo creció!” “¡que bonita tu pistola Mateo Fulgencio!” el niño miraba su pene ensalivado con mucho agrado, “¡mira, yo también tengo mi pistola!” “¡mira Mateo!” “¡mira mi pistola!” se bajó el short exhibiéndose su pene erecto, “¡ahora te toca a ti oler y a chupar esta pistola con la que jugaremos!” obediente tomó el pene con sus manitos como ya lo haría en otras ocasiones en las que Dionisio le enseñó a abrir la boca y meterse el glande en la cavidad bucal, el tronco del pene salía ensalivado por tantas chupadas lamidas y punteadas de lengua en las chupadas que le daba y que a punto estuvo de eyacular pero se contuvo, “¡ven!” “¡siéntate aquí!” al sentarse le hizo abrir las piernas “¡ahora vas a saber lo que es jugar a policías y ladrones!” “¡te voy a agarrar fuerte de la cintura como en las películas que has visto!” “¿ok?” el pequeño asentía viéndole a los ojos, vio que era sujetado por las manos de Dionisio, suspiró, “¡sólo que yo soy el policía y tú serás el ladrón!” “¡te moverás al caminar como hembrita!” el niño se extrañó mostrando su rostro de inquietud, Dionisio con expresión de seguridad en el rostro manifestaba “¡sí!” “¡tú serás un ladrón que camina como hembra!” “¡te agarro fuerte como ahora y te custodio!” esa palabra última no la entendía el pequeño pero a fin de cuentas se dejó llevar, “¡ahora te voy a soltar!” “¡tienes que correr para que yo no te atrape!” las manos de Dionisio liberaron el cuerpo de Mateo Fulgencio que empezó a correr por alrededor de los mostradores, “¡corre como hembra Mateo!” “¡vamos!” “¡recuerda que debes correr como hembrita!” “¡hazlo!” el niño movía las caderas como hembra en verdad doblando las manos en ese acto muy femenino, Dionisio reía al verle en ese movimiento afeminado, “¡eso Mateo, sigue así!” “¡corre así Mateo!” ambos cuerpos corrían descalzos y desnudos hasta que Dionisio logró atraparlo “¡te tengo picarón!” lo alzó por detrás y bajándolo lentamente al suelo, “¡ahora jugaremos a las luchitas!” Dionisio se acostaba encima de Mateo Fulgencio tanto así estaban acostados en el piso que no dieron cuenta que la puerta se abría mostrando un haz de luz que se diluía rápidamente ante el movimiento de cierre, el visitante se escondió a prudente distancia viento que la pelvis de Dionisio se alzaba y se levantaba sobre la pelvis del pequeño, los ojos del visitante se maravillaban viendo ese espectáculo de movimientos corporales que instintivamente se llevó la mano al pene vestido, luego Dionisio levantó al pequeño, “¡ahora vamos allá!” lo marcaba hasta llegar a recostarle con cuidado sobre una amplia mesa que tenía forro de terciopelo, le hizo abrir de piernas y así el niño estaba muy sonriente, le hacía cosquillas “¡eres mi prisionero favorito!” el niño reía ampliamente ante la mirada del visitante que continuaba escondido viendo a Dionisio que le abría las piernas al pequeño “¡ahora vamos a hacer que las dos pistolas disparen!” al sentir el roce de pelvis y de penes Dionisio reía “¡pum!” “¡pum!” “¡mira las pistolas!” “¡hacen pum, pum!” “¡pum!” “¡pum!”, se veía el movimiento del culo de Dionisio al lazarse y bajarse por efecto del movimiento de su pelvis sobre la de Mateo, “¡Mateo bonito!” “¡ahora viene lo mejor del juego!” “¡eres mi prisionero!” “¡pero ahora te voy a soltar!” “¡mira Mateo, me voy a acostar y vas a cargar tu pistola en mi culo!” “¡ya sabes cómo hacerlo!” Dionisio se tendió en el piso y de inmediato Mateo se acostó sobre el muchacho haciendo que su penecito lampiño rozagante se deslice entre las separaciones de los glúteos, sintió delicioso, “¡eso Mateo!” “¡así!” “¡carga tu pistolita!” “¡cárgala!” “¡métela!” “¡métela!” el nene mordía los labios tratando de que su penecito algo entrase en ese culo juvenil, “¡sigue así!” “¡sigue!” “¡cárgala!” hizo varios movimientos de sus caderitas hasta que quedó estático, la cara de Mateo se posó sobre la espalda de Dionisio, su penecito sobresalía en la alzada caderita, de inmediato se apartó de Dionisio y fue a un rincón a tomarse el penecito y a lanzar orina a la pared de ese rincón, acostado en el piso Dionisio veía micciar al pequeño que se pasaba la mano por la cintura y se rascaba el culito, Dionisio se pasaba la mano por el culo y con un dedo rozaba la entrada del ano llevándolo a olerlo en la nariz, se puso en pie diciéndole al pequeño “¡veo que la cargaste mucho y ahora está disparando!” ambos reían viendo salir las últimas gotas de orina de ese pene tieso lampiño, lo abrazó por detrás rozándole las tetillas con las manos “¿te gustó el jueguito?” el nene asentía con movimiento de su carita, recibió besos en la mejilla y golpe de respiración en el cuello seguido de lamido de lengua, lo marcaba llevándole a la mesa de terciopelo, “¡ahora vas a cargar mi pistola!” el visitante aún seguía escondido viendo a Dionisio que lo acostaba al niño poniéndole los tobillos sobre sus hombros, “¡ahora vas a sentir rico cuando cargue mi pistola!” el húmedo pene con liquido preseminal empezó a moverse a roce por la entrada del ano de Mateo quien ya para ese momento empezaba a gemir, luego al puntear el glande en la entrada del culito la piel del niño se puso rojiza, mordía sus labios, fruncía el rostro, ya antes lo había sentido en otros encuentros con Dionisio haciendo “jueguitos diferentes” solo que ahora el dolor se venía más intenso “¡aaayyyy!” “¡yaaa!” “¡yaaa!” “¡me lele!” “¡yaaa noo!” “¡ya no!” “¡lele!” “¡lele!” “¡aayyy!” “¡aayyy!” Dionisio continuaba con su deseo de desvirgarlo, “¡espera Mateo!” “¡aguanta!” “¡aguanta!” “¡aún no la cargo bien!” “¡aguanta mi niño!” “¡espera, ya casi!” “¡ya casi, mi niño!” pero al bufar Mateo exclamaba “¡yaaa nooo!” “¡lele!” “¡me lele!” el glande de Dionisio percibió una humedad “¡ya casi termino mi precioso!” “¡ya casi!” “¡ya casi!” “¡aguanta!” “¡aguanta!” le tapó la boca, pues sabía que estaba a punto de desvirgarlo, otro empujón más de cintura y ese culito de niño bonito sería desflorado naciendo así la metamorfosis de ese hermoso niño, pero no pudo ser pues la puerta se abre de golpe con un fuerte chirrido escuchándose la voz de Daniel Nicolás, el visitante de inmediato intercepta la entrada del niño que detrás suyo llegaba su prima Cayetana, el visitante los sacó de la bodega preguntándole por su llegada, la respuesta la obtuvo viendo llorar a Cayetana que había sufrido un leve rasguño en el brazo, Fulgencio Arichabala, acarició a la pequeña llevándola marcada al interior de la mansión, trató de que Daniel Nicolás lo acompañase pero ingresó al interior de la bodega y vio a Dionisio y Mateo sentados sobre la mesa aterciopelada jugando con vasos de catar, habían aprovechado de ese tiempo en rápidamente ponerse el short, Daniel vio la respiración agitada de Dionisio que se encontraba tembloroso sin articular palabra más que un gesto facial de extrañeza por su presencia y el rostro de pasividad de su primo que estaba cabizbajo, los tres salieron de la bodega y continuaron jugando en la alberca, Dionisio lo abrazaba siempre por detrás a Mateo rozándole el pene vestido ene ese voluminoso culito que el pequeño sentía ese bulto deslizándose sobre él, mientras Daniel daba la espalda o introduciendo todo su cuerpo dentro del agua, Dionisio se aprovechaba en acariciarle el cuello y besarle las mejillas pasándole constantemente la lengua, todo esto lo hacía precaviendo por si alguien los viese aunque esas acciones duraban segundos, por debajo del agua deslizaba su mano metiéndola para rozarle el culito y sacándola rápidamente, se notaba que al nene le gustaba esos roces de manos recibidas, Daniel notaba la gran amistad entre ambos, Dionisio hacía de líder de juegos que a las cansadas le hacía agitar, tanto así que Daniel salió de la alberca para ir al baño, en ese lapso de tiempo Dionisio aprovechó en besarle y acariciarle además de manosearle el culito, le hizo que sienta el bulto vestido juvenil sobre el culito, en la oreja sentía aquellos golpes de respiración que instintivamente su penecito se ponía erecto, de ello daba cuenta cuando la mano de Dionisio sentía el toque de ese penecito erecto “¡lo tienes lindo!” le decía a la oreja “¡quiero que la cargues!” unieron las mejillas y sonreían “¡te gusta… picarón!” “¡te gusta!” “¡está hermoso!” le tomó la mano y se lo metió por el short “¿ves?” “¡lo tienes durito!” el nene rozaba sus manitos sobre su penecito erecto, lo sentía muy bien a su tacto sumado que estaba húmedo, las mejillas seguían unidas, se sentían muy unidos al tacto de sus pieles calientes, tenían incrementado ese apego, tenían ese instinto de unirse, Mateo descubría ciertos toques que los dedos de Dionisio le daba en el culito, el dedo entraba un poquito haciéndole abrir la boca exclamando cierta inquietud, “¡te gusta!”, “¡viste… eres lindo!” la nariz rozaba el palo húmedo, recordó que pronto vendría Daniel Nicolás por tanto se apresuró a decirle “¡más tarde te espero en la bodega!” seguían unidas las mejillas “¡quiero que cargues tu pistola en mi culo!” el niño sonreía, “¡luego cargaré la mía!” el niño como que se fue poniendo serio, “¡tranquilo!” “¡esta vez será mejor!” le dijo esto pasándole la nariz en sus mejillas para relajarle, “¡sólo anímate!” “¡me esperas para seguir jugando!” la cara se mostraba de indecisión en el niño “¡es que… me haces doler!”, le acarició diciéndole “¡tranquilo, ya te dije que no te pasar nada!” “¡tranquilo mi Mateo!”, le acariciaba el pelo y le daba besos en la mejilla al pequeño, instantes después Daniel Nicolás observó esas caricias, “¡mira, allí viene Nicolás!” lentamente se apartando del niño y nadó a cierta distancia, Nicolás entró al agua y se veía al flotar su penecito de lo que miraba fijamente Dionisio, jugaron los tres por un instante, se daba cuenta que Cayetana estaba siendo atendida por su abuelo y ello fue que también Nicolás fue a ver cómo seguía su prima querida, la atracción entre ellos era más que de primos y de eso daba cuenta su abuelo Fulgencio, tenían cierto aire de parentesco que indudablemente le hacía pensar al anciano, desde la ventana vio que su nieto salía de la alberca mientras Dionisio distraía a Nicolás, el nene se escabullía entre las palmas y plantas altas, iba corriendo descalzo con lo húmedo de su cuerpo, el anciano contemplaba jugando a Daniel Nicolás con Dionisio, esperaba que el muchacho saliera de la alberca para ir en búsqueda del niño y consumar el acto previsto de cambiarle la vida desvirgándole el culo, dio la espalda y no vio acercarse a un vecino al borde de la alberca haciéndole sacar presuroso a Dionisio, Daniel Nicolás corrió hacia el interior de la mansión, ingresó presurosamente a donde estaba su abuelo y se enteró del mensaje del vecino dado a Dionisio, sucede que su hermano mayor habría recibido dos disparos en un atentado de robo, él y dos de los tres amigos que lo acompañaban murieron y el otro estaba grave en un hospital, muy angustiado el anciano fue a la casa de la vecina madre del difunto Reinaldo y de Dionisio, estaba cerrada, se enteró del lugar donde se encontraba en pocos minutos estuvo allí a su lado ayudándole en las exequias, todo era perturbador en ese momento, mientras por un buen rato un inquieto Mateo Fulgencio esperaba dentro de la bodega sentado pensativo viéndose los pies descalzos agitados al viento con la intención de que llegase para cargar su ”pistolita” lo cual ese resto del día no sucederá.
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Osman estaba muy pensativo meciéndose en una hamaca, había quedado allí en esa ramada a cuidar los animales en cuanto a su alimentación, luego en la tarde de ese sábado iría a dar una vuelta al pueblo que estaba sitiado de militares tras los últimos enfrentamientos de una creciente guerrilla que últimamente estaba en boga en el país de la canela, el país empezaba a desangrarse, la brisa mañanera golpeaba en su cuerpo que solamente tenía puesto un short y una simple remera raída producto del actual estado económico familiar, habían salido de fuga de aquel pueblo de la montaña, en lo pensativo que estaba recordaba a Joaquín Lupercio siendo mimado por su padre el potentado terrateniente, se pregunta sobre su origen y del paradero de su padre, ya antes lo había hecho meditando sobre una gran roca sin ser visto por la gente y en la tranquilidad de ese lugar como en el actual en la hamaca sentía esa sensación de incomodidad y de angustia por saberlo, cómo sería su físico, de que porte estaría, por qué la dejó a su madre, tal vez aquel hombre conocerá de su existencia, todo ello era un cúmulo de interrogantes que se llenaba de tristeza, en verdad que extrañaba la presencia de un padre, en sí su madre ahora lo era todo para él pero al ver a niños de su edad siquiera con sus padres peones o campesinos humildes le hubiese gustado asimismo estar con su padre, un par de veces tuvo la osadía de preguntarle a su madre pero recibía un prolongado silencio para luego escuchar que aquel hombre que lo engendró había muerto siendo él un bebé, de ahí que nada más de preguntas, tenía la inquietud pero no la persona allegada que pudiera ayudarle, aquella persona fuera de su madre que quizá le diera el indicio de quien en vida fue su padre, desde que abrió los ojos al mundo solo sentía alrededor los brazos de su madre, vio la posición del sol, apagó el radio que con interferencia daba música de época, estaba inquieto, tenía los pies estirados a causa de manosearse el pene con las manos dentro del short, era el momento de partir hacia el pueblo, debía pasar por una hondonada grande y luego otra pequeña que acortaban el paso hacia allá pero que en cierto tramo apartado debía hacerlo por tramo del camino de herradura, se puso las sandalias y salió hacia el pueblo, iba un tanto distraído en su pensamiento que una de sus sandalias tocó el penetrante fango, contrariado bajó por la hondonada de tal suerte que se sentó a repararle sentado en una gran roca, se escuchaba el revoloteo incesante de las aves selváticas, el lugar se ponía en parte agitado, la brisa era moderada ante los rayos del sol de aquel día septembrino de 1963, un cierto instinto en sí le hizo ver unos montes que se agitaban, sonrió ampliamente al ver a aquella iguana montada sobre otra, les lanzó piedras hasta verlas desaparecer entre la maleza, continuó con su camino y ya al salir a la carretera polvosa que daba al pueblo vio al jeep militar en el que iba conduciendo ese joven de nombre Edgar Fausto, militar de carrera nacido en 1941, fue agradable el encontrarse, le pidió que suba para llevarle al pueblo, durante el corto viaje le preguntó al niño de ocho años por su mamá a lo que dijo su madre estaba de viaje acompañando a los patrones, llegarían al siguiente día, hizo una mueca irónica sin perder de vista el camino, luego de un corto silencio algo pensativo le preguntó al niño por los moradores de la estancia Valdez, Osman respondió que quedaba la sirvienta al cuidado del pequeño Joaquín Lupercio y dos peones que vigilaban los alrededores, de súbito el militar hizo un giro al jeep “¡es peligroso que el pequeño quede solo con esa compañía!” “¡voy a reforzar la seguridad!” llegó al campamento militar y de inmediato dispuso una corta patrulla militar para reforzar vigilancia ante un posible foco perturbador de la guerrilla, “¡lo hago porque tengo mucha consideración a esa familia que me ha tratado muy bien!”, Osman asentía simplemente con una leve sonrisa, pidió que lo acompañase al pueblo, le invitaba a comer plato típico del lugar, Osman muy feliz aceptó, la mirada del militar era constantemente en la entrepierna del niño que a la vez se tocaba el pene vestido, a veces se tocaba el pene con el dedo índice y pulgar, estaba feliz de comer, el pelito lacio se agitaba al viento, ya deseaba llegar, el pueblo estaba en su delante y al bajarse el militar vio ese voluminoso culito de Osman, se notaba un leve amaneramiento que sin embargo delimitaba su figura de hermoso niño cuando doblaba su mano de piel suave, al entrar al comedor el militarse saludó con los comensales del lugar, Osman se maravillaba viendo el tipo de liderazgo que mostraba ese joven militar, la bebida de cerveza y cierto ron era absorbidos por el militar que estaba en sus días libres, vestía ropa civil, las chicas del lugar se acercaban a elogiarle, tenía un gran apego, al salir lo llevó al jeep al pequeño Osman que lo esperaba en el parque del pueblo, le dijo para llevarle a la casona para comprobar lo que había dispuesto, fueron en el jeep y de inmediato al llegar vieron al pequeño Joaquín Lupercio junto a la empleada que lo cuidaba, cerca de allí un militar asignado le dio el correspondiente saludo protocolar al joven militar, estaba muy animado viendo la figura bien vestida del niño, al acercarse le marcó sintiendo ese olor tradicional de colonia de época, los mimos en el niño nose hacían esperar, cerca Osman era testigo de esa adecuada relación entre el militar y el precioso niño, le preguntó al militar de custodia si había alguna novedad y recibió respuesta que no existía aparente novedad, aún tenía marcado al niño cuando entró a la casona invitado a beber fruta fresca, Osman quedó afuera pues le llamó la atención la figura de artesanías que estaban colgadas, eran las últimas adquisiciones de la patrona traídas por el patrón como regalo a su esposa, se notaba el brillo que emitían de una forma armoníaca al moverse, estaba muy atento que no dio cuenta en ese preciso momento que el militar llevó a otra habitación al pequeño marcado por sus brazos, todo esto fue a orden del militar que le dijo a la empleada que preparase emparedados para la custodia, ese momento fue aprovechado por el joven Edgar Fausto, militar de carrera nacido en 1941, para llevarle a jugar al niño a la habitación infantil, se notaban muchos juguetes, vio un caballito que se movía de forma articulada “¿quieres jugar al caballito?” el niño movía afirmativamente la carita lleno de risa, lo sentó sobre sus piernas y empezó a moverse haciéndole cosquillas, eso hizo que el niño diese fuertes risas que hizo al militar detenerse, sin embrago lo acostó de cara al colchón, sus labios jóvenes rozaban la oreja del pequeño quedándose quietecito a orden del militar, “¡quédate quieto!” “¡ahora vamos a jugar rapidito!” “¿sí?”, “¡ahora déjate!” los dedos de las manos del militar deslizaban el pijama dejándose ver el culito del niño, le pasó las mejillas por los glúteos “¡está suavecito!” “¡como a mi me gusta!” vio que las sandalias salían de los pies quedando esos piecitos descalzos al viento mientras cada sandalia caía al piso de la habitación infantil diseño remodelado ya que antes perteneció a su medio hermano Aarón, “¡ahora te voy a hacer el caballito!” “¡ahora, mi amor!” “¡vas asentir!” mientras decía todo eso se deslizaba el pantalón y el calzoncillo, el pene erecto rozaba le culito de Joaquín Lupercio, nacido en mayo de 1960, su medio hermano Daniel Eduardo murió cuando él tenía dos años, ahora sentía ese pene pasar por su culito, pujaba cuando sentía que el glande rozaba la entrada del ano, “¡aguanta, quiero sentirte!” “¡sentirte que te voy a preñar!” esa palabra última el nene no la entendía, estaba así resignado acostado en la cama de cara al colchón sintiendo el peso del cuerpos de ese militar atento y ese roce del glande en la entrada de su culito, “¡eres lindo Joaquín!” “¡muy lindo!” “¡qué hermoso culito tienes!” “¡eres maravilloso!” “¡maravilloso!” el nene empezó a pujar y fue en ese instante que se escucha los pasos de la empleada, ya faltaba poco para llegar cuando el militar arregla el pijama al niño, se sube el pantalón y lleva al niño al caballo articulado donde ya se estaba meciendo, se sentó a observar los movimientos del niño junto con la recién llegada empleada que estaba animosa al lado del apuesto y joven militar, se notaba su atracción, no dio cuenta del disimulado gesto de ansiedad del militar ni de su respiración acelerada, era tiempo de partir, marcó al niño hasta el comedor donde comieron y bebieron frutas, ya pasado un tiempo le marcó al pequeño hasta la entrada despidiéndose con mimos, al ponerle en el suelo vio que se rascaba el culito, Osman vio aquello y sonreía al ver que el pequeño Joaquín Lupercio se estiraba el penecito vestido del pijama, al subir al jeep iba a su lado con Osman que agitaba las manitos de ocho años en señal de despedida, el pequeño nene de tres años ahora marcado por la empleada agitaba animado sus manitos en señal de despedida, la empleada muy gustosa agradeció la custodia y deseó un pronto retorno de visita a la estancia, lo dijo a nombre de sus patrones, tiempo después se vio por el campo abierto la figura de Osman sentado en la entrepierna del joven militar que le estaba enseñando a manejar adecuadamente el jeep, llegaron a una planicie muy apartada haciendo dar círculos al jeep, eso animaba mucho al pequeño Osman, sintió debajo de su culito cómo un bulto se deslizaba, “¡manejas bien!” el roce de nariz y el golpe de respiración en el cuello hizo que la piel se pusiera como de gallina, de ello estaba atento el militar que empezó a rozar los muslos y vio cómo de la tela del pantalón aparecía tieso el penecito lampiño del niño, el militar se daba cuenta que el niño estaba quietecito, pensó que eso le gustaba, se había identificado, estaba atento con sus dos manos en el volante y a la vez viendo que una mano del militar deslizaba su short, “¡ohh!” “¡qué hermoso penecito!” el niño se ruborizó desatendiendo el manejo del jeep, “¡cuidado!” “¡mira hacia adelante!” así lo hizo a poca velocidad, el dedo pulgar e índice estiraba el penecito, “¡lo tienes precioso en verdad!” “¡qué suave!” “¡qué bonito!” el nene de reojo contemplaba ese movimiento de dedos sobre el pene que ya estaba bien tieso, “¡se lindo como está!” “¡dan ganas de jugar con él!” “¿quieres jugar?” el niño miraba al frente agarrado del volante, estaba muy inquieto, no esperó así de repente esa actitud del militar, detuvo el jeep, “¡estamos solos!” “¡no hay gente por aquí!” “¡ven!” “¡vamos a jugar!” el nene lentamente se bajó del jeep acomodándose el short que llevaba puesto y liberando las sandalias de polvo y rocas, se miraron fijamente cara a cara, Osman se puso cabizbajo, el militar le alzó el mentón con una de sus manos para volverse a ver con fijación, luego de un tiempo de silencio se vieron sonrientes, le pasó la mano por el pelo sin dejar de mirarle, “¡Osman!” “¡Osman!” “¡eres muy bonito!”, el pequeño de ocho años se puso tembloroso, le pasó la mano por las mejillas “¡sé que te gusto!” se puso cabizbajo el pequeño al escuchar esas palabras, de nuevo le alzó el mentón, “¡eres muy bonito en realidad!”, luego le pasó la nariz por el cuello dejándole la respiración poniéndose la piel como de gallina, sonrió al verle, con una sonrisa cautivadora salida de sus finas y hermosas facciones “¡me gustas!”, “¡me gustas en secreto!”, le tomó de la mano, “¡ven!” “¡vamos allá!” lo vio algo inquieto al militar “¡en ese lugar te mostraré lo mucho que me gustas!”, el niño estaba indeciso en caminar, “¡ven Osman!” “¡vamos allá!” “¡ninguna persona lo sabrá!” “¡será nuestro secreto!”, las manos acariciaban las mejillas, el niño sintió el acercamiento de los labios del militar, “¡eres bonito!” ambos cerraron los ojos al sentir el roce de sus narices, “¡eres muy bonito!” ambos rozaban sus labios hasta que se consumó su primer beso que sería el inicio de su pasión, se abrazaron y el militar en ese abrazo sintió la entrega del pequeño de ocho años, lo abrazó con intensidad así su carita se apoyaba en el pecho del militar, “¡ven!” “¡vamos!” “¡mi amor!” el niño no deseaba seguirle “¡ven!” “¡no te resistas!” “¡lo quieres tanto como yo!” el niño seguía parado sin querer moverse, el militar vio en el rostro del pequeño que afloraban sentimientos encontrados, “¡vamos!” “¡te lo haré con amos!” “¡vamos!” tensó la mano y así tomado con cierta fuerza el niño se dejó llevar pero aún se reflejaba sus temores, llegaron a un paraje rodeado de maleza en un amplio banco de arena, se sentaron viendo los alrededores, “¡aquí está mejor!” “¡ven!” el nene se puso en pie siendo abrazado por el militar, “¡me gustas mucho Osman!” las manos se deslizaban por los brazos del pequeño, “¡eres muy bonito!” continuaban los halagos, deseaba llenarle de confianza, “¡te lo haré con amor!” unieron sus frentes cerrando los ojos entrelazando los dedos de las manos sintiendo la tibieza de su piel “¡ya verás!” le dio un beso en la frente, otro en la mejilla y así hasta llegar a besarse apasionadamente, el militar se sorprendió al notar que el niño de ocho años besaba muy bien respondiendo a los movimientos con lengua de boca en boca, le ayudo al nene a deslizarse el short y la remera, se vio el pene erecto, el militar maravillado estaba con deseos “¡está precioso!” “¡qué tronco tienes!” mientras le hablaba se iba desnudando ante él que por vez primera tenía en su delante ese cuerpo desnudo con ese pene bien grueso de glande pero corto de tronco, algo así como los de media talla que había probado de aquellos hombres adultos cuando vivía en aquellas montañas del interior del país de la canela, Osman recordaba los penes de sus amiguitos del pueblo, de Jasmani y del difunto Elías quien lo desvirgó siendo muy pequeño en la cama donde dormía su madre que también sin saber la relación con su hijo fue amantes del difunto Elías, ahora tenía en su delante el cuerpo viril del militar “¡ven!” “¡acuclíllate!” obediente Osman lo hizo para sentir en sus labios el roce del glande de Edgar Fausto, el militar vio el rostro del pequeño mostrándose que era todo normal, sonrió al verle inflar las mejillas producto del ingreso del glande y parte del tronco del pene en esa boquita de labios rojizos, los pelos de la pelvis se rozaban con la nariz haciéndole picazón ante ese roce, que cubría casi toda la nariz al moverse la pelvis adelante y atrás mostrándose lo ensalivado del tronco del pene y el glande, luego la lengua del pequeño de ocho años fue hacia los testículos de Edgar Fausto que deliraba de gusto jadeando y gimiendo de placer “¡qué bien lo haces mi amor!” “¡sigue!” “¡sigue!” “¡eres divino!” “¡divino rico!” “¡rico!”, le hizo que se ponga en pie, le abrazó y le besó aun sabiendo que esos labios antes habían lamido y chupado su pene “¡me gustas mucho Osman!” “¡me gustas!” “¡me gustas!”, el nene empezó a tener más confianza, se sentía grato ante los roces de manso en su pecho, espalda y sobre todo al acercarse las caderas para que sus penes erectos empiecen a rozarse, “¡mira!” “¡los dos están jugando a las espaditas!” se refería al roce de los penes que se mostraba la diferencia de tamaños debido a sus edades, estaba muy seguro ahora de lo que iba a hacer, su innata naturalidad de militar lo sentía el cuerpo de Osman en ese roce de manos por todo su cuerpo, “¡vamos mi amor!” “¡acá!” “¡ven!” “¡acuéstate!” lentamente con temor se fue acostando el pequeño, el militar quiso acostarse sobre Osman pero éste se movía como sintiendo recelo y temor pese a que antes se había entregado en besos y en caricias, inclusive haciendo sexo oral permitido lo que hizo que el militar piense que todo iría bien, pero no era así, “¡tranquilo mi amor!” “¡tranquilo!” “¡tranquilo, mi bebé!” al escuchar esa palabra emitida de labios del militar Osman se sintió abrumado más con las caricias en su cuerpo, lentamente sus frentes se unían, la respiración del militar de carrera golpeaba en el rostro del pequeño de ocho años que a más de sentirse abrumado sentía por vez primera un no se qué, como que sus sentimientos se encontraban dispersos, no atinaba a moverse, se dejaba llevar a causa de ese no se qué, “¡i bebé!” “¡mi bebé!” “¡está a solas conmigo!” “¡lo deseabas!” “¡ahora estoy aquí!” “¡solo para hacerte sentir amor!” “¡ya lo verás!” “¡relájate mi amor!” “¡así, quédate tranquilo!” “¡te lo voy a hacer con amor!” “¡mi bebé!” “¡mi bebé!” el niño sintió que el pene se deslizaba por sus glúteos de piel sedosa, “¡mi bebé!” el glande rozaba la separación de los glúteos haciéndole pujar, su rostro se fruncía al sentir el roce del glande queriendo entrar a su cuevita de niño bonito, “¡tranquilo mi amor!” “¡tranquilo mi pequeño!” “¡tranquilo mi bebé bonito!” se escuchaba los pujes de Osman ante los jadeos del militar, “¡tranquilo!” “¡nadie nos está viendo!” “¡estamos solos!” “¡tú y yo mi amor!” “¡solos tu y yo mi bebé pequeño!”, de inmediato se puso saliva en el glande y empezó a deslizarle por el culito “¡lo tienes rico Osman!” entraba otro poquito y el nene gemía “¡lo cuidas bien!” “¡muy bien!”, entraba otro poquito y el nene gemía más, “¡ahora y en adelante será mío!” “¡sólo mío!” el niño pujaba al sentir que el glande entraba aún más en su culito, a ojos cerrados Edgar Fausto sentía agradable el hecho de perforarle el culito, cada vez gemía más el pequeño Osman lo que le hacía excitar a ese militar de carrera, “¡ya te tengo prendido!” al escuchar eso el pequeño quiso apartarse pero estaba bien agarrado por el militar logrando que su pene llegase al fondo del pequeño, sin inmutarse y sin dejar de sonreír Edgar Fausto dejaba su semen dentro del pequeño tras largas embestidas en ese culito, al principio se hacía el que no deseaba, por temor a que el militar descubra ese gran secreto que se dio cuenta al sentir que ese culito de ocho no daba resistencia por el esfínter a su pene grueso de veintidós años, ese pene venoso salía con su tronco y glande mojado de semen y restos de excremento, “¡te lo mandé todito!” “¡todito!” suspiró haciendo pausa en hablar “¡lo tienes muy rico!” “¡sí!” “¡muy rico!”, Osman quedó quietecito, los dedos de Edgar Fausto abrían el culito viendo salir el semen con pequeños restos de excremento, se sentó a un costado del niño que seguía quietecito, estaba viéndose su pene mojado de semen, aún estaba algo erecto tembloroso y vibrante de la hazaña de haberse comido a ese culito suave de ocho años, las manos pasaron por ese culito sedoso, Osman lo permitía, el militar miraba fijamente con detalle el pase de su mano por esos glúteos, algo tembloroso se sentía Osman al escuchar del militar “¡lo tienes tan hermoso!” “¡es el mejor culito voluminoso y precioso que he visto hasta ahora!” sonrió diciéndole “¡si hubiese sido mujer ahora te hubiese preñado!” “¡sí, mi amor!” “¡te hubiese preñado!” “¡ya sabes, donde pongo el ojo, pongo la bala!”, “¡sí!” “¡te hubiese preñado!”, sonrió “¡aún así, desde ahora ya eres mi mujer!”, “¿verdad?”, “¡sé que te gustó!” “¡lo deseabas desde un principio!” el niño dio vuelta mirándose al rostro “¡sí!” “¡lo deseabas!” “¡lo vi en tu mirar inconfundible que deseabas darme tu culito!” “¡sí!” “¡no lo niegues!”, “¡desde la primera vez te gustaba!” “¡deseabas que te lo haga así, con amor!” “¿verdad?” un silencio se apoderó del niño, estaba apesadumbrado, aunque el militar le decía la verdad, Osman sólo callaba al escucharle, “¡sabía que me deseabas!”, “¡vi cuando tocabas al pequeño Joaquín Lupercio!” “¡entendí que era para mí ese mensaje cuando le acariciabas dismuladamente las partes intimas del niño!” el militar no le confesó que tenía deseos sexuales con ese niño bonito de tres años, al escuchar aquello el nene se puso cabizbajo, “¡sé que me deseas! “¡sé también que te gusto!”, el niño seguía cabizbajo aceptando todo aquello que le decía sin hacer reclamo alguno, “¡te gustaba verme y estabas escondido viéndome cuando a propósito me agitaba el pene para que lo vieras!” “¡tu mirada en mi te delataba!” le acariciaba el rostro “¡me enloquece tu piel suave!” “¡sobre todo cuando la siento con mi pene la piel de tu culito!” “¡eres maravilloso!” “¡tienes un pene rico!” “¡un culito divino que da mucha felicidad al que te lo mete!” “¿verdad que así era cuando estabas con él o con ellos?” el nene sintió mucha vergüenza al escucharle hablar así a ese militar de carrera, “¡tranquilo!” “¡ya de antemano sabía que alguien de dónde vienes te había roto el culo!” “¡lo notaba al verte caminar abierto!” sonrió viéndole al rostro “¡al mover tus pernas!” continuó sonriendo “¡pero más me di cuenta cuando la tela del short se te metía en el culito más de lo normal!”, “¡así que tranquilo!” “¡ambos nos sabemos el secreto!” “¡me gustas mucho Osman!” lentamente el militar se fue acostando sobre el cuerpo del niño “¡me gustas mucho mi amor!” empezó a darle besos en la espalda, cuello y cabeza, “¡te gusto y me gustas!” “¡eso es lo verdadero en nosotros!” “¡mi amor!” “¡mi amor!” le besaba intensamente esa suave piel, “¡soy tu marido!” “¡tú eres mi mujer!” “¡mi mujer!”, Osman se limitaba a cerrar sus ojitos color miel y a sentir esos besos para luego empezar a sentir el roce del pene en su culito, así quedó acostado de perfil el militar abrazando por detrás a Osman acostado dejándose acariciar, el golpe de la respiración chocaba en su cuello, en el fondo se sentía seguro y feliz, por vez primera aquel niño de ocho años se había entregado plácidamente a ese joven militar, en parte se diluía la imagen de Jasmani a quien se le había entregado y ni hablar de don Elías, ahora el pequeño Osman tenía una nueva ilusión en aquel militar, sólo que los tiempos daban para que se encontrasen en secreto, tiempo después se marcaba la silueta de los amantes, uno encima del otro, se escuchaban gemidos y pujes alternativos, se escuchaba el sonido del pene humedecido entrando y saliendo del culo de Osman, al fin tras un largo mete y saca el militar por vez segunda dejaba restos de semen de no tanto volumen como el primero pero semen al fin, allí le dejó metido el pene por largo rato, lo hacía para recordase de quien le había hecho el amor adecuadamente, “¡mi amor!” “¡tienes un culito maravilloso!” “¡!es el primer culito hermoso que me he comido” caminaron por los alrededores así desnudos como estar en su propio paraíso, corrían y así Osman se dejaba atrapar cayendo al suelo y besándose apasionadamente, unían las frentes “¡eres maravilloso mi pequeño!”, “¡dime!” “¿te gusto?” “¡sí!”, “¿me quieres?” “¡sí!” lo abrazó haciéndole dar vuelas al aire quedando sus pies agitados al viento igual que su sedoso pelo, abría los brazos sintiéndose libre bien abrazado y agarrado sujeto al cuerpo de Edgar Fausto, unían las frentes mientras giraban, así quedaban acostados en el suelo dando vueltas y haciéndose cosquillas, nuevamente unían las frentes sin dejar de reír, “¡es una tarde hermosa, mi amor!”, lentamente se rozaban los labios para terminar besándose apasionadamente, tiempo después sobre ese lugar apartado se veía a los dos cuerpos acostados en el suelo, así quedó la cara del niño acostada sobre el pecho del militar, le acariciaba el pelo, estaba satisfecho de en buen tiempo haberle dejado semen dos veces en el culito, bajo sombra se notaba esos dos cuerpos tendidos acariciándose mutuamente, era el momento de partir, el jeep transitaba por esos caminos selváticos polvorientos, en aquel inolvidable día de septiembre de 1963 el encuentro mutuo se convirtió en revelación.
FIN DEL DUCENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO CUARTO EPISODIO
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