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Dominación Hombres, Gays, Sexo con Madur@s

METAMORFOSIS 262

Espejito.
Fernanda viaja a la capital a realizar diligencias y dejó al cuidado a Joaquín Lupercio, era una soleada mañana del segundo sábado decembrino de 1964, el niño ya había desayunado y ahora se  encontraba jugando a los autitos en su rincón de juegos del cuarto junto con Osman, tenía aún puesto el pijama, a su lado estaba un niño hijo de un peón que recientemente había llegado a la estancia  trabajar junto con la familia, el niño y ese joven llamado Segismundo tenían una notable confianza, y siempre aceptaba compartir de los juegos junto con el hijo del patrón, de repente se acerca el papá del pequeño y le dice al joven Segismundo de dieciséis años que vaya al pueblo a hacer un mandado, el nene se da cuenta que al joven no le gustó la idea, sin embargo se resignó y se fue, lo acompaña a la salida en el jardín tomados de la mano, Joaquín Lupercio en su inocencia pensaba que le acompañaría al pueblo pero desde la planta alta el papá le dijo al niño que se quedase, un poco triste y molesto se quedó sentado en la banca de la entrada a la estancia, hacía pucheros, se notaba el engreimiento con el que sus padres lo trataban, vio con tristeza que Segismundo se alejaba, Joaquín Lupercio quedaba sentado cabizbajo con pucheros y con los dedos entrelazados cuyas manitos se posaban en los muslos, el padre le dijo que de allí no salga de la casona pues se avecinaba tormentas pero al pasar el tempo hizo una desobediencia y se puso en pie caminando por los alrededores dando fuertes puntapiés a las plantas y luego corría al garaje a buscar el avioncito que lo había dejado hace mucho tiempo en el camión la vez que fueron a comparar abarrotes en la abacería medio surtida del pueblo, en compañía de su papá, entonces mientras se acercaba a l lugar de pronto escucha que alguien en el interior decía “¡cállate!” pensaba que era a él a quien se refería esa voz, se puso sobresaltado, miró a los lados pero no había gente que hablase, así que por prudencia se dirigía por detrás alejándose un poco, aunque la necesidad de tener su avioncito le obligaba ir caminando hacia la pared del garaje que hacía hueco junto con la cercanía a la columna, desde allí vio a un pequeño hijo de un peón abajo con los brazos tendidos y encima de él a Osman que movía su pene y su culo para arriba y para abajo al movimiento de caderas, realmente Osman estaba deleitándose con el cuerpo y el culito de ese niño no tan agraciado de rostro, era un niño de piel morena clara, ambos estaban debajo del camión, allí tenían sus ropas interiores hasta los tobillos y habían puesto una lona como cama debajo del camión, cuando de repente el patrón Joaquín Valdés llamaba a Osman desde la planta alta de la  casona, Osman con su mano le tapaba la boca al pequeño  Alexander de seis años recién cumplidos y le decía “cállate” “espera un ratito más” “deja que llame” “no nos está viendo”, le preguntaba al pequeño con su cara sobre el pelo “¿quieres el dinero para los dulces?” el nene movía la carita afirmativamente, “¡bien!” “¡entonces quédate quietecito!” “¡no te muevas pues no me dejas cogerte bien!”, de aquel corto diálogo pasó un ratito y de repente al alzar la cadera vio el pene grandote de Osman que estaba bien parado, lo alzaba y lo frotaba en el culo de Alexander, la cabeza de ese pene estaba roja de tanto frote hasta que se vio a Osman que lo volteó boca arriba, Alexander puso sus piernitas rodeando la cadera de Wilson, éste le introdujo la cabeza de su pene y Alexander gimió, Wilson la sacó rápido un poco asustado, dijo “lo tienes muy cerradito” “otra vez verás que rico” “¡salgamos ya!” “¡aquel viejo se puede enfurecer y llamarme la atención!” “¡no quiero que me grite!” “¡no es mi padre!” observaba de lejos que se vestían y salía corriendo a la casona sin parar hasta llegar a su cuarto, Segismundo todavía no llegaba con el mandado, a lo lejos se escuchaba que el papá de Joaquín Lupercio le llamó la atención a Osman porque no contestaba su llamado, éste le dijo que había salido al parque con Alexander, era mentira, bien sabido era por Joaquín Lupercio que ambos estaban haciendo el amor debajo del camión, en eso llega Segismundo y le dice que es mentira porque no lo vio allí, el papá del niño lo regañó con más fuerza a Osman y le ordenó que limpiase el jardín con Alexander a vigilancia de Segismundo, eso era una afrenta para Osman, entendía que estaba perdiendo la credibilidad, no era bueno para él, pese a ello se incrementaba el celo hacia el pequeño Joaquín Lupercio que estaba sentado viéndoles trabajar, en su mente pensaba que ese lugar también le correspondía a su medio hermano, en secreto Osman reconocía que de los idilios en la cascada junto a la cabaña abandonada el patrón y su madre habían engendrado a su medio hermano, fue así que tiempo después al descuido Osman para quitarse la rabia y el celo de envidia le dio un golpe en la cabeza a Segismundo y así ambos se fueron de golpes, claro está, Segismundo llevó ventaja porque le dio dos patadas lo hizo llorar en eso sale el patrón que los separa y Segismundo al rato fue a seguir jugando con el hijo del patrón, pasaba el tiempo y se notaba que Osman se alejaba de la presencia del niño a causa de Segismundo al estar con él, los celos y la envidia le carcomían el alma al verse rezagado en la confianza que le tenía el patrón, durante la cena el papá de Joaquín Lupercio decidió que los chicos durmieran en la casona haciendo una pijamada tal cual lo hacen los niños capitalinos del país de la canela, la idea fue bien vista por los pequeños siendo en contraste la mirada recelosa de Segismundo, Osman dormiría con Segismundo en la cama litera del cuarto de huéspedes, Alexander y Joaquín Lupercio los más pequeños, dormirían en la cama del hijo del patrón  que es grande, Osman y Segismundo se miraron como que no les gustó la idea pero se resignaron, el patrón con cara de jocosidad les dijo y les advirtió que no peleen, Osman dormirá en la cama de alto y Segismundo en la cama de debajo de la litera, la pijamada dio comienzo en la sala, desde hace mucho tiempo Joaquín Lupercio no había sido tan feliz de jugar con su padre en compañía de sus amiguitos, ante tanto movimiento de juegos ya tocaba de ir a dormir, en el cuarto a través de la ventana se veía el claro de luna y la luz de la casa encendida con gasóleo en los candiles todavía no se apagaba, a su lado Alexander estaba muy dormido, pasó un buen momento hasta que se notaba que la puerta se abría y se cerraba, pensó que era su papá para ver cómo estaban, pero en realidad era Osman puesto short y su remera , el pequeño Joaquín Lupercio entreabrió sus ojos que estaban a punto ya de dar el salto a dormir, vio que Osman se acercaba al extremo de la cama, de pronto vio que lo movió a Alexander por sus hombros, el niño que estaba al lado de Joaquín Lupercio le despertó y dejaba que abriese los ojos, “¡silencio!” “¡quédate quieto!” miró a su lado a Joaquín Lupercio que parecía estar dormido pero que en realidad vio que a su amiguito estando a su lado era marcado de brazos de Osman, lo bajó al suelo a Alexander acostándole sobre la alfombra que estaba junto a la cama, Joaquín Lupercio disimulaba estar dormido pues pudo escuchar que le decía: “tranquilo, shhh” “no hagas ruido” “Joaquincito está dormido” “No te preocupes no se va despertar si tu no haces ruido” “Ya vi que su papá está dormido” “¡vamos a seguir jugando Alexito!” “¡nadie nos molesta!” Alexander le preguntó por su hermano y le dijo que “¡También está dormido, tiene un sueño pesado, tú lo sabes!”, hubo un pequeño silencio, por unos segundos no dijeron más palabras y se quitaron la ropa hasta quedar completamente desnudos, con reojo a cierta distancia Joaquín Lupercio observaba todo desde esa cama, Osman de espaldas se sentó desnudo en una silla y de esa manera puso en sus piernas unidas al desnudo Alexander cuyas piernitas se posaban sobre los muslos del muchacho, Osman le besaba la espalda con gran placer, jugueteaban cabalgando, el penecito de Alexander se movía de igual manera que cuando las piernitas se agitaban mostrándose esos deditos de pies alargados agitados al aire, unían las mejillas viéndose moverse las piernas, los piecitos de Alexito se deslizaban sobre las piernas de Osman, sus mejillas estaban cálidas cuando le pregunta “¡te gusta que te tenga así!” “¿verdad?”, Alexander solo miraba sus piernas sobre las de Osman, luego cambiaron de posición, ahora era que Alexander puso su pecho sobre el asiento de la silla, estaba arrodillado, dejando parado su culo al descubierto, los vellos del pene de Osman arrodillado empezaron a frotar el culo de Alexander que se dejaba hacer todo, Osman escupió el culito, pasó la lengua en la rajita del culito de Alexander que sentía cómo le hacía a la baba impregnándose en la piel, Osman empezó a introducirla poco a poco mientras Alexito gemía, se podía ver sus piernas un tanto abiertas, seguía punteándole, con las manos abría más los cachetes del culo de Alexander hasta que se veía cómo se movían más rápido, la silla se corría pero no hacían caso, la cara de Alexander era como si tuviera estreñimiento, la cabecita del pene de Osman rozaba repetidamente por debajo del culo llegando a las bolitas lampiñas que eran  los testículos de Alexander hasta que vio un líquido transparente salido de su pene, y que estaba mezclado con restos de orina,  deslizándose e impregnándose  en la espalda de Alexander, pasaron unos segundos, no se movían, hasta que Osman arrodillado con sus manos cogía su pene bien parado y daba golpecitos en el culito de Alexander, se notaba cómo el tronco del pene sonaba al golpeteo, Osman se reía bajito viendo el cuerpo dormido del hijo del patrón, Alexander se volteó sentándose en la silla abriéndose de piernas y mostrando su parado penecito, Osman se arrodillaba en el piso y así empezó a mamárselo, el penecito se le paró a Joaquín Lupercio al ver eso desde la cama acostado, ahora supo quién le había enseñado todo eso a Alexander, al rato se limpiaron la humedad de la espalda y la punta de los penes humedecidos con sus calzoncillos, Osman le decía: “¡tendrás cuenta de lavar tu calzoncillo!” “¡no dejes que lo haga tu mamá!” “¡te lo puede oler!” “¡cuidado!” le acarició el culo aun desnudo diciéndole a Alexito “¡te espero mañana en el arroyo!” “¡iremos a ese lugar que te encanta!” “¡nos vamos montados a caballo!” el niño le miraba fijamente, forzadamente asentía, vio que Osman estiraba su mano “¡ten!” “¡te lo has ganado bien!”, de súbito marcaba a Alexito dándole besitos eso miraba Joaquincito disimuladamente acostado en su cama con los ojos entreabiertos, lo baja al niño un poco ahora marcándole de la cintura haciendo giros en el suelo, luego se detuvo y le puso al niño descalzo de pie en el suelo, le acariciaba las mejillas “¡esto que hicimos es nuestro secreto!” le miraba fijamente a los ojos “¡no den saberlo!” “¿entendiste?” el nene movía temeroso su carita de forma afirmativa, sonrió de complacencia besándole la frente, levantó su mirada observando a lo lejos en la cama el cuerpo supuestamente dormido del pequeño hijo del patrón de esas tierras, le acarició el pelo a Alexito diciéndole “¡buen chico!”, sonreía satisfecho de lo que le había hecho, Osman estaba ahora agitando su pene con sus manos metidas en el pijama mientras era observado detenidamente por Alexito “¡aquí adentro está tu amiguito!” “¡ahora va a descansar!”, sonrió emotivamente mientras Alexito miraba esos movimientos en la tela, Osman se sacó las manos llevando uno de los dedos a la nariz y sonreía, quiso que el niño huela su dedo pero se esquivaba, luego se puso a manosear el culo de Alexito diciendo “me lo voy comiendo de poquito en poquito” el niño entendía muy bien lo que decía, “¡no te olvides, te espero para llevarte al arroyo!”, la puerta se cerraba pues Osman iba saliendo, entonces, allí quedaba Alexito, aun se notaba su pene erecto, Osman había pensado mayormente en su placer que en darle con su cuerpo expuesto un poco de ese placer al niño, Alexito quedaba con deseos de seguir haciendo sexo, lentamente se acercó  al extremo de la cama, a través de los ojos entreabiertos Joaquincito veía que Alexito se acostaba de espaldas en forma de cuerpo en perfil, estaba pensativo estirándose el penecito, seguramente pensaba en lo que había hecho minutos antes con Osman, disimuladamente el hijo del patrón acercó su carita y olía rara su espalda como a un tufo indescriptible típico de los hijos mal alimentados de los peones, una manitos de Alexito se metió dentro del pijama por el culo, se notaba que la sobaba, Joaquincito veía que Alexito pasaba una de las manos por su culito suave y escuchaba suspiraba a la vez, se escuchaba la respiración acelerada de su pechito más mostrándose  en su acelerada respiración, Joaquincito creía que su amiguito acostado junto a él  iba a llorar por los altos suspiros que daba, pero en realidad él no sabía que eran porque Osman no había satisfecho su deseo sexual completamente, Joaquincito escucha decir entre cortos gemidos el nombre de Osman, es que Alexito a ojos cerrados recordaba lo hecho hace poco, Joaquincito vio que su amiguito sacó la manito para olerla, la volvió a meter suspirando debido al pase del dedo por la rajita del culito y la volvió a llevar a su nariz esa manito de dedos alargados, su pelo lacio castaño oscuro se posaba sobre la almohada dándole la espalda a Joaquincito, el nene creía que el hijo del patrón estaba profundamente dormido y ahora se metía la mano entre el pijama estirándose el penecito, deslizaba un poco al pijama para verse el pene que era estirado por los deditos, Joaquincito entreabría los ojos viendo la espalda de su amiguito Alexito, apenas notaba que su amiguito giraba de cuerpo y así Joaquincito cerraba sus ojitos, la  cara de Alexito quedó junto a la del hijo del patrón al dar esa vuelta brusca, le miraba con atención ese rostro bonito que tenía Joaquín Lupercio, de esa forma ya estaba escuchando y percibiendo su aliento, discretamente el hijo del patrón se voltea de espaldas a él y al rato sentía una respiración que golpeaba sobre la nuca asimismo que su ligero pijama de tela de primer línea de orden capitalina hecha exclusivamente para él ya se deslizaba por la mitad de los glúteos, luego siguió su calzoncillo finito, eran las manitos de Alexander que actuaban, Joaquín Lupercio se dejaba, le frotaba el penecito tocándole el hombro con una de sus manitos de dedos alargados, Alexito seguía acostado detrás de Joaquincito sin verle el rostro, estaba oliéndole con su carita que estaba sobre uno de los bracitos, mientras el penecito se deslizaba sobre la raja del culito entre la tela del pijama también deslizaba su manito a tocarle el penecito vestido llegándole a estirarlo por la tela aquellos lampiños testículos con sus deditos más grandes, se entiende que lo hizo para despertarse mayormente, quería cogerle y lo entendía así porque se vio que el penecito se le paró poniéndose erecto rápidamente describiéndole esa erección en la tela del pijama, de un imprevisto estímulo el tierno hijo del patrón dio la vuelta mirándose el rostro muy cerca, el primero en sonreír fue Alexito y le siguió con más intensidad Joaquincito, “¡mira Joaquincito!” “¿jugamos?” el tierno hijo del patrón miraba atento ese pene erecto de su amiguito que lo invitaba a “jugar”, Joaquincito se limitaba a sonreír mientras Alexito le bajaba el pijama ahora hasta los muslos, de esa forma los penecitos se encontraron con esos hermosos cuerpitos puestos de perfil, Alexander le puso su piernita sobre la de Joaquincito quedó elevada llegando a la cadera del nene, se le acercó más y agitan los penes al contacto, con su dedito gordo del pie buscaba la raja del, sentían mutuamente que su calorcito de su pechito en mi espaldita a más de su penecito que rozaba mi culito, Alexito se montó sobre Joaquincito casi igual como cuando lo vio con Osman, la cama se movía haciendo ruido ante los bruscos movimientos de cadera, le bajó al suelo, ya para ese momento se notaban los penes erectos, Joaquincito lo recibió a Alexito con las piernas abiertas juntando sus pechos, las caderas se alzaban y se bajaban, las manitos de Alexito rozaban los bracitos de su amiguito, estaba sintiendo placer sobre el nene, le rozó con su penecito repetidas veces el culito, le llevó a la silla quitándole el pijama mostrándose ese culo blanco y allí Joaquincito se dejó llevar de las manos de su amiguito y así abrió sus piernitas, Alexander primero le chupaba el penecito tanto que Joaquincito ya sentía un gustito de orinar, en segundo lugar unieron los penes rozándolos y moviendo las caderas, luego volvió a chupárselo a Joaquincito, “¡ya!” “¡quiero ir al baño!” dijo el tierno hijo del patrón, le puso en pie al niño, Alexito le dijo que espera, se arrodilló delante de la cama y se inclinó y fue en ese momento que vio Joaquincito el culo abierto y los testículos con el tronco del pene de su amiguito que se movían como péndulos en la acción de su cuerpito en buscar la bacinilla, así es que con agrado fue a llevarle la bacinilla sacada de la cama, allí lo sentó, se escuchaba la orina salida del pene sobre la porcelana, “apúrate que es mi turno” le decía Alexander al hijo del patrón mientras éste le veía que se manoseaba el pene, le salieron muchos gases y ambos sonreían ante la escucha de ese sonido que los gases efectuaban al salir del culo del Joaquín Lupercio, el nene agitó las manitos para que le ayude a levantarse, en los glúteos quedaba la señal del borde de la bacinilla, de inmediato Alexander se sentó en la bacinilla y también orinaba y botaba gases por el culito, los nenes reían a la intensa luz de luna, luego fueron a la cama acostándose y quedándose abrazados hasta el otro día en que fueron despertados por la servidumbre; después de desayunar el hijo del patrón salía al patio, observaba al pequeño Alexander que lavaba su ropa, a corta distancia de allí Segismundo arreglaba una bicicleta, se acercaba a ver lo que hacía, Alexander se acercó a ayudarle al hermano, tiempo después Joaquín Lupercio jugaba con Alexander con los muñequitos y autitos que el amigo de su mamá como se refería al médico  Luis Daniel Pérez le había regalado, estuvieron así hasta que se acerca el patrón diciéndole a Segismundo que lo acompañase al pueblo junto a los peones a comprar reses recién llegadas de la capital, emocionado el muchacho fue a asearse y vestirse, de esa manera salieron al pueblo, el patrón le dijo a Alexander que quedaba a cargo del cuidado del niño, triste de nuevo estaba Joaquincito al no ser llevado al pueblo, se fue a su habitación a jugar a solas, era típico a su edad esos berrinches, desde la ventana veía con tristeza a su padre irse al pueblo, tiempo después se dedicó a jugar, arrimado a la puerta estaba Alexander que resignado ya no podía ir a encontrarse con Osman, eran órdenes del patrón en cuidar a Joaquincito y se debería cumplir su voluntad, tenía las manos metidas en el short raído que llevaba puesto junto a la remera y las sandalias, lentamente se fue acercando a donde su amiguito estaba jugando con los autitos, con recelo tomó uno esperando la reacción del nene que sin embargo lo tomaba con naturalidad jugando con él, mientras jugaban se empujaban graciosamente hasta terminar jugando a las luchitas, allí en es apostura de luchitas Alexander quedaba acostado encima de Joaquincito haciéndole pujar, no lo soltaba, es más, empezaba a alzar y bajar las caderas, Joaquincito ya intuía en eso y se quedaba quietecito pese a que pujaba, luego daban roles por el piso y ahora Joaquincito quedaba encima de Alexander, “¡hazlo!” le decía, “¡házmelo ahora tú!”, le tomaba de las caderas alzándolas y bajándolas a tal punto que Joaquincito ya entendía y lo hacía solo, sonreían de ver cómo Joaquincito aumentaba su metamorfosis,  luego de separarse sorpresivamente Alexander se ubica delante del espejo grande que llega al piso, puesto así para ver al niño al momento de vestirse, Alexander le da la espalda al espejo y rápidamente se desliza la trusa mostrándose ante el espejo ese culito desnudo, después se inclina para verse el huequito del culito abierto con las manitos, Joaquincito se sorprendía agradablemente, hizo lo mismo parándose junto a su amiguito, se deslizaba el pantaloncito corto y el calzoncillo y se puso inclinado abriendo su culito junto al espejo, los dos niños estaban de igual postura, “¡mira!”, “¡mira!” le decía el amiguito, “¡lo tienes rosado el hoyito!”, reían viéndose fijamente el culito a través del espejo, “¡espejito!” “¡espejito!” “¿Cuál de los dos tiene el mejor culito?”, al decir eso los dos reían, se abrían más el hoyito para verlo mejor en el espejo, posteriormente de verse tanto el hoyito decada uno  se buscaron para abrazarse y verse cómo sus caderas se movían viéndose el roce de sus penes haciendo el movimiento de caderas de adelante y hacia atrás, con sus mejillas unidas veían esos abrazos sujetos con el movimiento de pelvis, sus sonrisas eran amplias, estaban sus manitos unidas a sus culitos, se veían sus pies descalzos, luego se frotaban las espaldas, de nuevo Alexito se encorvaba acuclillado abriéndose el culito con las manitos viéndoselo a través del espejo, “¡mira mi culo!” la carita de Joaquincito se acercaba a ver ese culito, Alexito veía a través del espejo la carita de su amiguito sonriente viéndole el culito, “¡toca!” “¡toca!” el dedo índice rozaba ese culito, “¡ahora huele!” “¡huele mi culo!” Joaquincito se llevó el dedo a la nariz oliendo el dedito que había pasado por el culito por esa entrada del ano, “¡ahora ponte tú!” Alexito le ayuda a encorvarse a su amiguito, le abre los glúteos, “¡mírate el culito!” “¡mira!” muy atento miraba su culito a través del espejo, Alexito pasaba el dedito por el culito introduciéndole un poquito por el ano lo cual hizo gemir al nene, sorprendido Alexito vio que el dedo se había metido más de lo que a él se lo metían, sin duda creyó que a ese culito ya estaba roto, metió otro poquito del dedo y en verdad verificaba aquello pese a que el niño gemía, fueron simples segundos de lo que hizo pero bastaba para que Alexito entendiera que ese culito alguien se lo había roto, el primero en sospechar de aquello fue a Osman, sacaba el dedo de inmediato y se lo pasó por la nariz, “¡huele rico!” decía Alexito “¡ahora huele tu culito Joaquincito!” le pasaba el dedo a su amiguito, de repente a través del espejo Joaquincito vio que las manos de Alexito se aferraban a las caderitas, vio a través del espejo que la pelvis se pegaba a sus glúteos y empezaba el movimiento haciendo ver en el espejo el deslizamiento del penecito de Alexito en el culito de Joaquincito, los niños inquietos se miraban en es apostura de perito, el uno empujando y el otro siguiendo ese movimiento dejándose coger, “¡así se cogen los perritos!”  “¡así!” “¡así!”, el movimiento sexual lo miraban por el espejo, reían, “¿los has visto Joaquincito?” el niño movía la carita afirmativamente en respuesta, “¿verdad que les gusta?” “¿sí?” el nene movía la cabeza de igual modo afirmando que los había visto, así agarrado como lo tenía le fue llevando a poner el pecho en el colchón, sus bracitos se estiraban y su pelvis se colocaba junto al extremo de la cama, sintió el roce del pene de su amiguito en el culito, se le escapaba un leve suspiro, el cuerpito ante ese movimiento de pelvis se hacía de adelante hacia atrás, “¡así coge el gallo a la gallina!” “¡así!” “¡así!”, seguía diciéndole Alexito al hijo del patrón “¡así se cogen los perritos!” “¡así!” “¡así!”, Joaquincito encorvado en la cama se dejaba llevar por los movimientos de pelvis sobre su culito, el mentón de Alexito estaba sobre el pelo oloroso del niño bien cuidado por sus padres, se apartó parándose delante del nene acostado, Alexito así parado se estiraba el pene, “¡date vuelta Joaquincito!”, el nene dio vuelta a orden de su amiguito y allí quedó abierto de piernas con su penecito erecto, despacio se acercó y pega su pelvis a la de Joaquincito, se movía circularmente y en otra se alzaba y bajaba la pelvis, le decía al hijo del patrón, “¡así coge mamá y papá!” Joaquincito tenía las manos tendidas en la cama, mientras las pelvis tocaban y frotaban, vio que Alexito cerraba los ojos en señal de gusto por lo que le estaba haciendo, “¡soy el papá!” “¡soy el papá!” decía con agrado, de pronto se detuvo, quedó unos instantes acostado sobre Joaquincito, los muslos rozaban las piernitas, después continuaba alzando y bajando la pelvis, “¡así hacen tu papá a tu mamá!” “¡así!” “¡así!” las pegadas de pelvis y roces se hacían más fuertes haciendo que el cuerpito de Joaquincito se mueva más de la misma forma que sus piernitas, de nuevo se detuvo, Joaquincito vio a su amiguito apartarse de su cuerpito, en pie le miraba sonriente, de inmediato se acostó en la cama con los brazos estirados y las piernas abiertas, aun encorvado en la cama Joaquincito escuchaba a su amiguito “¡ahora ven tú!” “¡hazlo!” el nene de inmediato se subió a la cama y se acostó encima del cuerpo de Alexito, de pronto la pelvis de Joaquincito empezó a alzarse y a bajarse haciendo que el penecito suyo roce con el de su amiguito, “¡ahora tú eres el papa!” “¡sigue!” “¡sigue!” Joaquincito no paraba de moverse, los movimientos de penes continuaban, “¡así le hace el gallo a la gallina!” “¡así!” “¡así!” el pelo de Joaquincito rozaba la cara de Alexito, la atracción se incrementaba mutuamente, mientras que a una distancia allá en el bosque un jinete contrariado estaba sentado junto a su caballo lanzando piedras en el arroyo.

*******

Los niños cantaban muy atentos a las partituras de la venida de noche buena en aquel mes decembrino de 1964, era jueves 23, al siguiente día cada uno de los alumnos pasarían la nochebuena con sus familiares y apoderados, el superior y sus clérigos estaban sentados escuchando atentos esas voces infantiles y juveniles aterciopeladas, la noche continuaba, se notaba esa elegancia es sus ropas, los presentes sentían orgullo de aquellos niños y jóvenes participantes, estaban atentos a esos tonos de voz, el órgano trascendía con el sonido, Brunito estaba entre el grupo de sobresalientes cantores, sus labios bien definidos matizaban su color rojo con aquella piel tan brillosa y bien cuidada, sus manitos tomaban el texto viéndose las uñas bien definidas igual que el largo de sus dedos, el pelo bien arreglado brillaba ante las luces del escenario, salían los actores del teatro que se había creado para tan importante fecha, las venas se notaban en la periferia de  la garganta, su hermoso rostro era delimitado por la caída del pelo lacio, su porte era casi como de un príncipe europeo, parecía tener ese tipo de estirpe, los clérigos habían adoptado una postura muy atrayente al niño protegido de Luis Izaguirre, tenía un aire de ser muy atrayente, muy atractivo, la mirada del superior lo decía claramente cuando le tocaba a Brunito hacer un cuarteto, tenía una voz maravillosa, Luis miraba esos labios rosáceos formando palabras, al verle se imaginaba esos labios chupando su pene y allí le venía la risa irónica, sabía que eso va a ocurrir en cuanto termine el evento llevándole a comer para luego meterse en la cama haciendo el amor ante los días en los que no se han visto durante la semana, la participación de Bruno Sebastián terminó, los presentes aplaudían enormemente, Luis era felicitado por la acción del pequeño, muy contentos los niños del grupo coral fueron a sus habitaciones a cambiarse para regresar y estar presentes en lo que quedaba el acto y luego salir a casa con sus representantes, iba caminando alegre por los pasillos, silbaba de gusto, de repente se encuentra con uno de los clérigos el cual le abraza y le dice lo bien que ha actuado, estaba feliz, muy feliz, le abrazó y de inmediato le hizo entrar en la habitación, estando allí lo abrazaba cálidamente, le dijo algo al oído que lo dejó quieto, se dejó besar el cuello y desabotonó parte de la camisa haciendo a un lado la corbata para chuparle las tetillas metiendo la nariz por la tela oliéndole ese perfume característico de niño bien cuidado, los besos continuaban, le abrazaba apasionadamente, habían pasado dos meses de aquel hecho, sí, Fermín fue quien vio a Abner y Bruno haciendo el amor desnudos, ahora deseaba saciar ese ímpetu y ese deseo de poseerle en forma inmediata, con una mano abría la sotana y se bajaba la cremallera, salía el pene erecto depilado, no importaba el momento ni el lugar, Fermín pensó que era la oportunidad deseada, muy cerca de él Brunito lo entendía así dejándose bajar la cremallera y luego estaba mostrándose ese penecito, “¡déjame hacértelo!” “¡como lo hacías con Abner cuando los vi!”, el nene se dejó deslizar el pantalón y el calzoncillo hasta los muslos, los labios del clérigo empezaron a chupar y lamer ese penecito lampiño de niño bonito, le lamía y chupaba con ansias, se dejaba acariciar el pene, el rostro del clérigo lo pasaba por el pene exclamando lo suave y lindo que está, le daba de besitos y así mostraba la pasión que sentía por el pequeño, “¡esto va a ser nuestro secreto!”, “¡quedará entre tu yo!” “¡no diré que te vi con Abner en el cobertizo de los dormitorios!” “¡no lo diré!” “¡a cambio que te dejes amar!”, le hizo acostar de cara al colchón entre almohadas mostrándose ese culito precios suave al tacto, le daba muchos besos en el glúteo, chupó el dedo ensalivado y lo fue metiendo por el culo,  “¡te deseo mi pequeño!” el dedo entraba más mientras Bruno Sebastián gemía pujando,  “¡eres mi favorito!” “¡tranquilo!” “¡relájate!” el dedo entraba más lubricando el culito “¡sólo te pondré buenas calificaciones!” “¡ya lo veras!” “¡ya lo verás!” al decir todo eso en ese instante Bruno ya estaba de cara en la cama ahora sintiendo que el pene del clérigo iba entrando en su culo, gemía fuerte, “¡estate tranquilo mi amor!” “¡te lo haré mejor que Abner!” “¡te lo haré con amor!” “¡porque te quiero mi precioso!”, “¡te quiero!”  “¡te quiero!”, al terminar de decir aquello el pene del clérigo ya estaba todo dentro de las entrañas de Bruno Sebastián, para el clérigo al ser la primera vez que se lo metía daba a entender que alguien más ya se lo había roto al pequeño pues el pene entraba sin dificultad aunque Bruno pujaba gimiendo, se quedó quieto con el pene ensartado completamente en el culo, estaba latente y rígido, “¡eres mío ahora!”, “¡mío!” la nariz pasaba por el pelo y la nuca del hermoso niño, cerrando los ojos y oliendo profundamente el pelo exclamaba “¡te quiero mucho!” “¡mucho!”, movía su pelvis haciendo que el pene se deslice “¡eres lindo!” empujaba la pelvis “¡muy ah!” “¡lindo, ah, ah!” el peen entraba y salía, el gusto del clérigo se notaba en el rostro, estaba feliz, muy feliz, el culo de Bruno era su regalo de temporada pascuera, el niño se dejaba llevar por los impulsos del clérigo de bajo rango en la orden del internado, los movimientos aumentaban hasta que de pronto se quedó quieto, el semen quedaba en parte dentro del culo del pequeño que se quedaba preocupado al sentir que el pene salía humedecido de semen y un resto de ese líquido salía de su culo deslizándose por la piel de los glúteos, el clérigo limpiaba ese culito “¡quédate quietecito!”, “¡déjame limpiártelo!” el brillo del semen se impregnaba en el papel que con sutileza se deslizaba en la piel de Brunito, el niño quiso levantase pero Fermín le detuvo con la mano haciéndole que se acueste de cara a las almohadas, “¡quieto mi bien!” “¡aún no hemos terminado!” comenzó a besarle en forma desesperada el culo del niño, “¡desde ahora eres mi favorito!” “¿entendiste?” le dio unos ligeros golpes en los glúteos “¡mi favorito!”, el culo de Bruno estaba sudoroso, las mejillas del clérigo rozaba los glúteos, “¡me gustas mucho!” acercó su boca al oído del nene, “¿te gusto que lo hice con amor?” “¿eh?” el nene alzó la cabeza para moverla afirmativamente, el clérigo sonreía “¿quieres hacerlo de nuevo?” el nene movía afirmativamente su carita, sabía que no debía contrariar a ese personaje del internado, además, desde hace mucho tiempo su mirada era fija en la entrepierna de ese clérigo, se imaginaba el tamaño de ese bulto que ahora ya lo comprobaba dentro de su culo y en verdad que le había gustado, por eso deseaba de nuevo sentirlo, a más que sabía que ahora él era el favorito de Fermín y no deseaba desairarlo, Bruno se había criado en desamor paternal y ahora lo estaba consiguiendo de esa forma con hombres que lo utilizaban sexualmente como el caso de Luis Izaguirre su mentor, de nuevo el pene entraba en ese culito haciendo que Bruno expulse saliva, el movimiento del tronco y glande del pene hacía furor dentro del culo de ese hermoso nene, a Bruno Sebastián le gustaba mucho que Fermín se lo esté clavando, sin articular palabra y solo sintiendo esa penetración se dejaban llevar por el gusto, le dio pene hasta el agotamiento, quedó desfallecido acostado ahora junto al cuerpo del nene que quietecito sentía la dilatación del culo humedecido aún con semen, “¡vamos al baño!” “¡seguro quieres defecar!” “¿verdad?” el nene movía afirmativamente la cabeza, entró en el pequeño baño con ducha y se sentó a defecar pujando, se acercó para rozarle el pene en los labios “¡abre la boquita!” así lo hizo metiéndose todo ese glande y parte del venoso tronco del pene del clérigo, le tomaba la cabeza acariciándole el pelo mientras se efectuaba el sexo oral “¡prueba de culo!” “¡prueba!” “¡prueba!” con la boca llena de pene le miraba “¡está rico!” “¡rico!” “¡rico!”, las manitos de Bruno Sebastián se apoyaban en las caderas del clérigo que seguía moviéndose “¡ah!” “¡qué bien lo haces!” “¡eres todo un profesional!” “¡por eso me gustas más!”, Fermín sonreía viendo que le miraba el niño, tenía parte de su pene dentro de esa boquita que antes había cantado maravilloso, “¡espera!”, “¡deja!” “¡no lo saques!” “¡deja!” “¡quiero sentir tu boquita maravillosa!” se sentía el latido del pene, después la lengua pasaba por debajo de los testículos depilados y salía a la punta del glande ese movimiento lo hacía con mucha pericia, estaba muy gustoso de hacerlo, le ataría ese pene y le daba todo el empeño por hacerle sentir bien al clérigo, quedó acostado junto al nene, estaba muy satisfecho, con inusitada autoridad le miro diciéndole “¡ya puedes irte!” “¡te veré el lunes!” vio que el niño se vestía y salía de la habitación, el clérigo siguió acostado hasta dormirse plácidamente, Bruno salía con sus petacas en dirección al anfiteatro donde lo esperaba Luis para continuar observando la obra escolar, recibió abrazos y mimos, así también roces de manos en sus piernas, eso era un pretexto viéndose de manera cómplice, sabía lo que ocurrirá al salir del internado, al subir al auto Bruno vio a lo lejos aquella ventana, en ese lugar había estado hace poco descubriendo un nuevo pene atractivo, se atrevía a pensar que ese pene era el mejor de todos, Luis manejaba el auto y Bruno iba de copiloto, seguía pensativo con la idea de que ese lunes ese pene estaría dentro de su culo, la pregunta era en qué postura sexual sería cogido, sólo quedaba el pensar en su mente la expresión de Fermín, “¡te lo voy a hacer con amor!”.

*******

Elena estaba alisándose el cabello, se notaban ya ciertas canas en el mismo a través del espejo, estaba contrariada, desde hace mucho tiempo no asistía a la casa de su amiga de la infancia, desde que vio esa escena entre hijastro y padrastro no deseaba volver, no concebía la idea de lo que había visto, estaba apesadumbrada, miraba desde lo alto de la ventana hacia los caminantes al pasar, d pronto uno le llamó la atención, venía hacia su casa, el caminante tocaba la entrada principal, levantó su rostro para verle, sus moradas se cruzaron, estaba muy inquieta por ello le vino un sobresalto, no deseaba entrevistarse con él, le vino la angustia, la miraba con cierta necesidad, le hizo señas para que bajase a conversar, ella con insistencia movía negativamente la cabeza, el hombre contrariado la seguía mirando con aire de congoja, tiempo después desistió de estar llamándole la atención, metió sus manos de entre los bolsillos y decidió caminar entre la gente que pasaba por el sector, un prolongado suspiro salió de su boca, estaba algo tranquila, decidió ingresar en su habitación y se acostó a pensar sobre su llegada al pueblo que la vio nacer, recordaba cuando conoció a Raúl, de cómo las circunstancias se dieron para conocer a aquel hombre de aspecto principesco que era aquel recién llegado y se transformaba en el atractivo de las jovencitas pueblerinas, fue ella quien consiguió ganárselo en buena lid de atenciones y lisonjas, hasta que decidieron salir del pueblo por causas de su carrera militar, fueron a la ciudad y allí tuvieron a sus dos hijos Melquiades y Domingo, el progresivo alejamiento de su esposo se notaba, crecía la necesidad de estar con él en la intimidad pero su carrera militar y sus actividades extras le hacían un padre ausente, escaso de dar muchos mimos a sus hijos que pese a ser varones los trataba con rigidez y poco afecto sobre todo al mayor Melquiades, eso fue uno de los detonantes para que creciera cierto resentimiento y ganas de entregarse al mejor amigo de su esposo el militar Heriberto Alpizar, de sus idilios clandestinos nació el pequeño Heriberto nombre sugerido por su esposa ya que orientó a Raúl para que su mejor amigo sea el padrino del niño, el tiempo pasaba y ese militar se encariñaba cada vez más con el pequeño, en realidad era su hijo, lo sentía intensamente en cada encuentro de paseo, o en la visita al hogar cuando lo sacaba de la cuna para prodigarle muchos mimos diciéndole lo orgulloso de ser su padre, pero le destino quiso que todo cambie desde aquel fatídico día en que asesinaron al “caudillo”, las trifulcas fueron mayores en la ciudad y en una de esas escaramuzas en la capital caía el padre de aquel niño hermoso, caía fulminado por impactos de bala, de boca de su esposo Raúl escuchaba la noticia lamentable, los platos que estaba limpiando se hicieron trizas en el suelo, no lo podía creer, tan joven, tan guapo y con un futuro prometedor en su carrera militar, no se merecía recibir esto, lo primero que hizo es ir a la cuna a marcar a su bebé, y así llorar desconsoladamente, ahora, luego de recordar el pasado ya estaban las lágrimas deslizándose por sus mejillas, sentía que pese a todo lo ocurrido él estaba vivo, se lo imagina allí ahora, fue presurosa a ver ese portarretrato en donde estaban como mosaico las fotos de sus hijos y la de él, lo besaba intensamente sin dejar de llorar diciéndole la falta que le hacía, confesaba que con él se sintió  mujer y agradecía el que la haya hecho madre de un niño precioso que seguramente ahora estará junto a él en el cielo, de pronto escuchó el golpe de la puerta, dejó guardado en la gaveta ese álbum de fotos y el portarretrato, vio desde la ventana con sorpresa a su amiga de la infancia que estaba parada tocando la puerta, tenía en su mano a su primogénito el pequeño Ronald Elías y detrás estaba la criada marcando a su niño, ella bajó presurosa a recibirles, se dieron el atento saludo afectuoso con mimos a los pequeños, le acarició las mejillas al nene sentándose en la salita contigua a la entrada, la amiga le preguntó por las pocas visitas a la estancia, a lo que Elena le respondía que era por asuntos de negocios efectuando viajes a la capital, en realidad trataba de desvirtuar su negativa de no ir a ese lugar, miraba a Ronald Elías y mostraba un rictus en la mujer que solo el niño lo podía entender y se ponía cabizbajo cuando cruzaba su mirada con Elena, el nene de casi seis años estaba inquieto y nervioso, tenía un gran recelo de verle a los ojos, era un niño muy vivaz pero en ese momento estaba receloso, Margot le dijo a su pequeño hijo que fuese a jugar al patio y que la empleada lo llevase pues deseaba conversar a solas, aprovechó Margot para invitar a su amiga a que sea parte de la ceremonia de bautismo de su hijo en calidad de madrina, qué mejor ella para serlo siendo amigas desde la infancia, Elene un poco desconcertada no atinaba a respuesta, veía la alegría en el rostro de su amiga, al principio trataba de negarse pues consideraba que mejor sería alguna de sus amigas del pueblo con mayor representatividad que ella, pero Margot estaba decida a que ella fuese la madrina de su tierno hijo Jonathan  Jasmani nacido el pasado mes de julio de 1964, lo que Margot no estaba enterada de que su hijo primogénito hacía sexo con el padrastro, Elena no deseaba serlo por aquello y se puso firme en su decisión, extrañada Margot aceptó la voluntad de su amiga, la conversación continuaba en otras temáticas, ya estaban bien definidas las cosas para la apesadumbrada amiga, en otras circunstancias de seguro lo aceptaba, ahora no, Margot un poco contrariada salió de la casa de su amiga, la despedida fue sincera y amable, el niño simplemente cabizbajo estiró la manito para despedirse de Elena, vio a su amiga caminando junto a la empleada que marcaba ese nene de cinco meses de nacido y al pequeño Ronald Elías que iba tomado de la mano, desde prudente distancia Jasmani las veía, estaba dispuesto a hablar con Elena, fue a su casa, a intentar hacerle entrar en razón de lo que había visto, habían pasado muchos días, seguramente estaría de buen modo, fue que la espera en la entrada de su casa y la aborda, no quería hablarle pero la insistencia de Jasmani hizo que la arrime y la haga entrar al jardín cerrado de la casa de Elena, pidió ingresar a la casa, ella le dijo que lo atendería rápidamente, él aceptó, hizo una pausa para respirar hondo, “¡sé que hice mal en lo que viste!”, “¡no es correcto!”, ella escuchaba, “¡fue algo repentino!” “¡íbamos al baño!” “¡a ducharnos!” “¡como padre e hijo!” “¡porque a Ronald Elías lo considero como a mi hijo!” “¡es verdad que nos viste acariciándonos!” “¡es lo que siempre hacemos!” “¡ingresamos desnudos a ducharnos!” “¡Muchas veces Margot nos ha visto!” Elena reacciona “¡pero tu pene estaba sobándole el culo!” “¡eso no está bien!” “¡a eso me refiero de lo que te vi hacerle a ese pobre niño!” Jasmani movía la cabeza de forma negativa “¡no es así!” “¡no es así!” “¡recuerda que el niño te pidió que no le comentes a su madre!” “¡porque cometerías una injusticia!” “¡entiende, Elena!” “¡seguramente fue al tomar la toalla que él se arrimaba y en ese momento que llegaste viste el roce!” “¡por favor!” “¡créeme!” “¡no es lo que tú crees!”, ambos se quedaron viendo fijamente “¡Lo estabas acariciando!” Jasmani le vio “¡es obvio que lo acaricie, es mi hijo!” “¿cómo crees que le haría daño?”, “¡entiendo que pienses así!” “¡y he esperado un tiempo para aclarártelo!” “¡valoro tu amistad!” “¡no quiero perderla por una equivocación!” “¡por favor!” “¡tu amistad es muy importante!” “¡tanto así que Margot vio a pedirte a que seas la madrina de nuestro hijo!” “¡ahora soy yo quien te lo pide!” “¡por favor!” Elene hizo una pausa, seguramente pensaba así ya que su hijo Melquiades fue abusado sexualmente por ese tal Dagoberto convirtiéndole su preferencia al mismo sexo, seguramente su pensar y su idea la llevó a eso, vio el rostro de Jasmani, le sonrió, él respondió del mismo modo, estaban viéndose fijamente, se acercaron un poco, Jasmani abrió los brazos, ella correspondió al abrazo, “¡disculpa Elena si viste algo incorrecto!” “¡vine a aclarártelo pues significas tu mucho en nuestras vidas!” “¡no quiero perder tu amistad después de que tua has sido muy buena con nosotros!”, Elena sin decir palabras le miraba fijamente a los ojos, “¡me demuestras con tu actitud que eres sincero!” “¡te creo!” “¡no niego que me costaba creer eso!” “¡pero te entiendo!” “¡siempre he visto que a Ronald Elías lo quieres como a tu verdadero hijo y con Margot se nota que son la pareja ideal!” se dieron un abrazo “¡próximamente visitaré la estancia!” “¡déjame decirle yo que acepto ser la madrina de su hijo!” Jasmani la abrazó cálidamente “¡gracias!” le dio otro abrazo sentido, “¡te valoramos tu gesto noble!”, se despidió y al llegar a la calle al darle la espalda Jasmani emitió una mueca irónica, caminaba contento mientras Elena le miraba alejarse, suspiró, creyó que había pensado de él, a fin de cuentas Jasmani para ella se mostraba un hombre cabal, muy viril, se dejó llevar por las palabras del esposo de su amiga, le creyó, confiaba en él, volvía a sentirse bien con él, ese recelo se diluía así como renacía esa atracción por él, es que desde la primera vez que lo vio le atrajo mucho, sentía algo de atracción por él, estaba muy complacida con su aclaración, fue a la fuente de sodas del pueblo a beber algo, en la estancia Margot estaba dormida junto a su tierno hijo, la empleada estaba bordando unos escarpines de diseño de época, Ronald Elías estaba en la otra sala jugando con sus autitos, lanzó uno de ellos chocando con uno de los zapatos que miraba, levantó la carita viendo a su padrastro recién llegado del pueblo, estaba un poco mareado, le sonrió, le hizo señas al niño para que se ponga en pie y así marcarlo llevándole a la habitación de su madre uniendo las mejillas, vio a la empleada que quiso ponerse en pie y con un ademan le señalaba el asiento para que siguiese tejiendo, vio a su esposa dormida junto a su tierno hijo, dio una mueca irónica, giró dando la espalda llevando marcado al pequeño Ronald Elías, unieron las mejillas, “¿quieres jugar?” le dijo con seguridad “¡vamos allá!” le señalaba el camino a la caballeriza, montaron un fino alazán adentrándose por esos caminos de herradura, el pelo lacio crecido del niño se agitaba al viento, ya podía sentir el bulto de su padrastro detrás de su culito, estaba viendo el paisaje, llegaron a un lugar muy vistoso, “¡aquí podremos jugar mejor!” Ronald Elías bajó del caballo caminando y jalándose el pantaloncito corto, de igual manera se estiraba por delante, Jasmani muy atento miraba esos movimientos de manos de su hijastro, “¡ven!” al oír esa orden vio aquel lugar lleno de altas rocas como si fuesen unos dólmenes, a lo lejos se escuchaba la corriente del río, caminaron recorriendo el lugar, iba detrás sujetándole de los hombros a pequeño, en un instante se detuvieron, el nene quedó parado mientras Jasmani se acuclillaba detrás y empezó a besarle el cuello, “¡que hermoso que estás vestido hoy!” el tufo del aguardiente llegaba a la nariz del pequeño, estaba muy ansioso de acariciarle, sobre todo por ese traserito vestido, sin moverse el niño vio que por detrás las manos de Jasmani desabotonaba el pantaloncito cayendo en el suelo, luego vio que esas manos deslizaban el calzoncillo y asimismo caía al suelo, “¡te voy a hacer sentir!” “¡ya lo verás mi pequeño!” las manos de Jasmani ya comenzaban a agitar y estirar ese penecito de su hijastro, de pronto se puso tieso, Jasmani que tenía la cara sobre el hombro del niño sonreía viendo el movimiento de sus manos en ese penecito erecto, era lo mejor que ahora estaba sintiendo, “¡veo que cada vez te gusta que te lo estire más!” “¡Eliancito travieso!” le daba de besos en las mejillas al niño, “¡veo que te gusta porque te sonríes!” “¡picarón!” le seguía dando besos en las mejillas, Jasmani se puso delante del nene, se fue quitando toda la ropa, anteriormente ya había visto desnudo a su padrastro, “¡ten!” “¡tócalo!”, “¡siéntelo en tus manitos!” sonrió diciéndole “¡quiere jugar en tu boca!” sonrió “¡ábrela!”, el pene se fue introduciendo en esa boquita de labios carnudos, que se deformaba ante el movimiento de ese tronco grueso de pene, estaba gustoso de penetrar esa boquita, le había enseñado a mamar y chupar el pene, a su tierna edad ya lo hacía bien, Osman fue quien lo iniciaba, Jasmani creaba en el niño la metamorfosis, “¡lo haces muy rico!” “¡muy rico!” el nene seguía haciendo sexo oral, de pronto el pene se aparta, “¡no quiero acabar en tu boquita!” “¡mejor en tu cuevita cerradita!”, toma al niño de la manito levantándole, le marcó llevándole a un paraje rodeado rocas y arena, allí lo sentó sobre él que también estaba sentado en la orilla de la roca, los piecitos del niño se agitaban al viento así colgados de la piernas como estaban, “¡ahora jugaremos!” “¡mira!” se notaba el pene erecto saliendo por debajo del penecito, le daba muchos besos en el cuello, “¡mira!” “¡mira!” los ojos del pequeño miraban con detenimiento a ese pene erecto “¡mira!” “¡él te hará feliz!”, “¡hoy lo serás!”, “¡seguro que sí!” el dócil niño se dejaba de aquellos movimientos de las manos de su padrastro sobre sus pequeños muslos desnudos, puso la cara sobre el pelo del niño haciendo que su exhalación choque en el pelo sedoso de ese niño bonito, lo inclinó hacia adelante para tener un pequeño espacio entre su pelvis y el culito del nene para puntear el glande en la entrada del culito, se escuchaba el gemido del pequeño al sentir que el pene iba lubricando la entrada del culito, “¡todavía lo tienes cerradito!” “¡verás que de a poco te lo voy abriendo!” el nene pujaba ante las puntadas del glande en el culito, “¡con crema te lo rompo!” “¡ya lo verás!” el líquido preseminal se impregnaba en la entrada del hoyito, el glande se deslizaba en algunos movimientos haciendo que la punta se deslice hacia arriba saliéndose del lugar deseado que era el ano de Ronald Elías, le encorvó más para puntearle de mejor manera pero el culito estaba cerradito, muy cerradito, a sus casi seis años Ronald Elías ya experimentaba su metamorfosis con la influencia de Jasmani, ese nene le recordaba al “niño” a quien lo había desvirgado en su abacería, Clotario, ahora el pequeño Ronald Elías pujaba y exclama “¡ya!” “¡ya!” sentía molestia en su culito, sus manitos se aferraban a los muslos de su padrastro, tenía gran modo en estar así cogiéndole a su hijastro, estaba feliz al sentir ese pene suyo sobre el culito del nene, “¡tranquilo!” “¡calmadito!” “¡ya termina el jueguito!” “¡aguanta!” “¡aguanta!” “¡te estoy haciendo mío!” “¡mío!” “¡recuérdalo siempre!” “¡eres mío!” “¡mío!” “¡nadie debe saberlo!” “¡nadie!” “¡nadie!”, “¡me perteneces!”, le marcó ubicándolo encorvado sobre el filo de la gran roca, sus rodillas y piecitos quedaron sobre la arena casi arrodillado en posición perrito, le pasó el pene por entre los glúteos “¡siente que eres mío!” “¡siente mi pene!” “¡es tuyo!” “¡tuyo!” eso le decía emocionado y concentrado en sentir y en moverse con su pelvis a ojos cerrados, “¡te estoy gozando tu culito!” “¡me pertenece!” “¡me pertenece!” el momento de puntearle más había llegado, estaba en posición pero las negativas del niño lo perturbaban, tanto así que el niño empezó a llorar al sentir que ese glande entraba un poquito más en el culito, “¡no llores mi bien!”, “¡tranquilo!”, le acarició el pelo quitándole las mejillas del rostro, “¡ven!” “¡vamos a bañarnos!” el río estaba cerca, fueron a la orilla tomados de la mano y allí se sentaron, Jasmani le animaba al pequeño a lanzar piedras planas sobre el agua, en un lapsus de sus pensamientos pensaba si Elena los viese ahora así se sorprendería de nuevo, sonrió y marcó al pequeño, entraron al agua jugando con el agua, al salir los cuerpos húmedos se sentaron sobre la arena, la mirada del nene era en el pene de Jasmani, la metamorfosis estaba desarrollándose en el pequeño, Jasmani se dio cuenta de las miradas del pequeño, “¡te gusta mi pene!” “¿no es cierto?” el niño se puso cabizbajo al ser pillada su mirada en el pene de su padrastro, pese a que hace poco estaba llorando ahora se daba a notar con su mirada que ese pene le atraía, Jasmani  pensó entonces en hacer algo “¡vamos a jugar!” “¿quieres?” el nene estaba cabizbajo diciendo “¡no!” haciéndose el extrañado le pregunta al niño bonito “¿por qué?” y le responde “¡me duele!” se acercó a acariciarle el pelo y a darle besos en la mejilla para motivarle, estaba muy atento a las expresiones del rostro del pequeño, “¡tranquilo!” “¡jugaremos a algo que sé que te gusta!” “¡ven!” “¡vamos!” el nene se dejó llevar y fueron a acostarse sobre un frondoso árbol de samán que daba mucha sombra, le acostó poniéndole las piernas sobre sus hombros, se encorvó para levantarle un poco de las caderas para lamerle y chuparle el pene lampiño, el nene suspiraba y tenía una mirada de aceptación saliéndole una leve sonrisa del rostro, sin lugar a dudas eso a Ronald Elías le gustaba, con el pasar del tiempo lo fue llevando más a su pelvis el culito del nene hasta que el glande de nuevo punteaba el culito, el pene se deslizaba provocándole una delicia a Jasmani, así encorvado miraba el nene el pene deslizarse a movimiento de caderas, de pronto el semen se impactaba en su pechito y parte del mentón, era el testimonio del resultado del sexo que el padrastro le hizo al hijastro, lentamente se separaron pero de inmediato Jasmani lo puso al niño sobre su cuerpo manoseándole los glúteos, “¿te gustó ese juego?” el nene sonreía, “¡ese sí te gusta!” “¿verdad que sí?” el nene sonriente movía la carita afirmativamente, Jasmani ya sabría lo que tendría que hacer, tiempo después se veía la figura de un caballo llevando la silueta de un adulto y un niño proyectada por el ocaso, de pronto se escuchó un disparo, luego de caer las dos figuras al suelo se escuchó otro, y después dos más, el adulto huía entre los matorrales para ponerse a salvo mientras quedaba tendido el cuerpo ensangrentado de aquel tierno niño de casi seis años, tras un largo tiempo, todo quedó en la quietud, mal herido aquel hombre llegaba a la casa pidiendo ayuda, llevaba en su caballo ese cuerpo inerte Margot sorprendida fue a su encuentro, al ver esa escena gritó y se desmayó.

FIN DEL DUCENTÉSIMO SEXAGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO

557 Lecturas/24 junio, 2025/0 Comentarios/por Betelgeuse
Etiquetas: hermano, madre, mayor, mayores, militar, padre, papa, sexo
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