METAMORFOSIS 263
Venganza.
Habían pasado 4 meses desde ese fatídico atentado, las vidas de los esposos no sería igual a partir de ese diciembre de 1964, el hijo de ambos crecía bajo incertidumbre pues pese a tener meses de vida sus padres tenían un distanciamiento, y para ese mes de diciembre hubiese sido el momento de su bautismo, ahora estaba programado para esa fecha del segundo sábado del mes de abril de 1965 cuando el niño cumplirá los nueve meses de vida, Margot iba cada domingo después de misa hacia el panteón a visitar la tumba de su amado hijo Ronald Elías, tenía un marcado resentimiento en Jasmani por esa irresponsabilidad, aunque al pasar el tiempo no se sabía de autores ni cómplices de ese macabro hecho, “¿quién podría ser?” era la pregunta, se suponía algún familiar de su ex esposo o alguien del pueblo de como muchos que le tenían rencor, pero ¿quién?, Elena ahora visitaba periódicamente a su amiga de la infancia, conversaba para darle ánimo, le recordaba la existencia de su tierno hijo Jonathan Jasmani, Margot asentía, en realidad los mayores cuidados de ella ahora eran para ese tierno hijo que lo tuvo con Jasmani, el pequeño se movía en la cuna, con la alegría reflejada en su rostro se tomaba los piecitos descalzos con sus manitos, emitía una picaresca sonrisa que cautivaba a las mujeres, el niño les era muy atrayente, “¡es muy bonito tu hijo!” “¡tiene una sonrisa hermosa, que atrae!”, la madre se limitaba a ver los movimientos corporales de su hijo acostado en esa cuna, se había ido su primogénito pero le queda éste, comparaba la intensidad de amor y en su interior de madre comprendía que su primer hijo fue engendrado con pasión y mucho amor mientras que este hijo vivo le fue engendrado sólo con pasión ante un hombre fornido que imaginaba salir su hijo de esa forma, sin lugar a dudas Margot a quien más quería era a su primer hijo, le recordaba a ese hombre que la hizo su mujer a pesar de estar casada con su esposo Elías, y tuvo que se r un familiar para tener un hijo tras las angustias de los intentos y el no poder tenerlo con su esposo que era él quien realmente era estéril, ese pobre hombre don Elías no lo sabía tanto como si su esposa y decidió callar, tener ese hijo con el familiar y hacérselo pasar a su esposo como suyo, es por ello que Elena notaba la actitud de Margot ante su tierno hijo de poco cariño e indiferencia, le apenaba el futuro que podría tener ese niño, ese día había llegado a conversar con su amiga para los preparativos del bautismo, Elena sería la madrina de Jonathan Jasmani; así, llegó la noche en que sería bautizado el pequeño Jonathan Jasmani, con matillas españolas evocando la colonia para las mujeres y con ropa clásica del lugar para los hombres, no hubo fiesta, el luto no lo ameritaba, más sí se hizo la ceremonia religiosa, fue un simple convite para los invitados y luego el partir, Elena quedó al cuidado del que desde ahora sería su hijo postizo como se refería de su ahijado, Margot optó con el tiempo a dedicarse más a sus negocios, estaba atenta a sus deudas como a sus ganancias, Jasmani en el tiempo libre disponible le asesoraba en lo contable, para el esposo era vital cuidar a su hijo, temía que le sucediese lo de su hermanito, las empleadas veían la escena de su patrona entregada a los libros contables y a los viajes de negocios mientras que en otra escena se veía a Jasmani junto a Elena cuidando a ese tierno niño precioso, así pasarían el tiempo los dos cuidando a Jonathan Jasmani, una tarde, un niño llevaba su caña de pescar al hombro, iba triste, no había pescado ningún pez, se sentó contrariado en un alto de roca saliente a una hondonada, iba descalzo con su short ajustado y una remera, era el típico hijo de un humilde peón, de pronto escuchaba gemidos, se sobresaltó, a su tierna edad vibraba de curiosidad y como si fuese un experto cazador toma la actitud de ir sigiloso por el monte, lo que vio en su delante escondido en el monte lo dejó sorprendido, el cuerpo desnudo del patrón estaba sobre el cuerpo sin ropa de la comadre del patrón, la estaba penetrando piernas al hombro, el niño vivaracho sonreía jocosamente al ver que ese pene al entrar le hacía deformaren rictus la expresión de Elena, sin duda era un pene grueso y largo muy velludo, la hacía gemir en cada embestida de pene, ella con sus manos se aferraba a las caderas de su amante, aquel patrón que jocosamente le exclamaba “¡si fuese más joven de seguro que te preñaría!” “¡donde pongo el ojo, pongo la bala!”, la mujer sin soltarse de su amante le decía “¡no estoy vieja!” “¡puedo darte un hijo!”, “¿estás segura?” “¡si, lo estoy!”, Jasmani sonreía frente a frente, “¿quieres que te haga un hijo?” “¡si, Jasmani, lo quiero!” “¡hazme un hijo!”, el sorprendido hombre le pregunta “¿sabes lo que eso representa?” insinuaba que en su vida estaba su compadrazgo de su ahijado y aún más le invitaba a reflexionar sobre la presencia de Margot la esposa de su ahora amante, “¡sí, lo sé!”, ella fue sincera al decirle “¡pese a todo te amo!”, le repitió con seguridad “¡te amo!”, y reafirmando se lo dijo viéndole a los ojos, “¡te amo, no lo puedo guardar más este puro sentimiento por ti!” le miró con seguridad “¡te amo!” “¡deseo tener un hijo contigo!” “¡hazlo, por favor!”, “¡hazlo!”, con cierta seguridad y angustia ella exclamaba “¡intentémoslo!” “¡quiero darte un hijo!” aquel pequeño escuchaba esas tiernas declaraciones de amor, para su sorpresa esa señora vivía cerca de la humilde casa donde arrendaba junto con sus humildes padres, ahora el niño entendía cuando desde su ventana frecuentemente lo veía pasar a ese hombre, muchas veces seguidas pasaba por su casa hacia la casa de la vecina quien lo recibía con calidez, seguramente ya pensaba el niño de qué se trataban esas visitas y así por curiosidad se acercaba a la casa de la vecina y por la pared escuchaba gemidos muy parecidos a los de sus padres que se encerraban en el cuarto a hacer el papá y la mamá, así pues aquel niño notaba que la señora se la veía muy tranquila y sonriente al salir a la calle, Elena estaba feliz entregándose a su macho viril, el sexo prevalecía ante el compadrazgo, lo disimulaban bien, ahora en aquel sitio el niño escuchaba el clamor de la vecina, “¡quiero tener un hijo tuyo!” el hombre decía “¿pero, qué dirá Margot si se entera?”, ella manifestaba a manera de consolarle “¿y si se parece a mí?” “¡mis anteriores hijos varones se parecían a mí!” ¡así que no se parecerá a ti Jasmani!”, suspiró para seguir hablándole tiernamente “¡tu hijo se parece a tu mujer!”, “¡sí, pero tiene algunos rasgos físicos a mí!” “¡tú lo sabes, Elena!” ella le miró fijamente, sonrió “¡está bien!” contuvo el aire diciéndole “¡si llego a tener un hijo tuyo, me marcho del pueblo!” le acarició las mejillas, “¡quiero tener algo tuyo y mío aquí!” con sus manos mostraba su vientre, echaba a llorar diciendo “¡mis tres hijos varones han muerto!” “¡estoy sola!”, con sus manos le acarició las mejillas al incrédulo amante “¡el destino quiso conocerte!” lo besó apasionadamente y lentamente se fue acostando sobre la mujer a la que le abrió las piernas, el niño curioso observaba las piernas abiertas con esos dedos alargados de pies descalzos, vio que las pelvis se unían y volvía a penetrarle pero ahora con más intensidad ese pene se deslizaba por la entrada de la vagina mandándole a guardar ese trozo de carne muy deseado por ella, se notaba el culo y caderas de Jasmani alzándose y bajándose sobre ese cuerpo femenino, se notaba la unión de las pelvis y esos vellos púbicos rozándose ante la unión de sus cuerpos, se veía entrar y salir ese pene erecto humedecido, “¡eres mía, sólo mía!” “¡sí, mi amor, sólo tuya!”, el gustito al hombre le venía, desde hace mucho no hacía el amor con su mujer, ahora le tocaba hacerlo con su comadre Elena como sucedía en encuentros anteriores en donde ella dio cuenta de la necesidad sexual de Jasmani su amante en clandestinidad y ese lugar apartado era propicio para la entrega de pasiones, ella sentía ese pene dentro de sus entrañas, cerrando los ojos exclamaba, “¡hazlo!”, “¡hazlo!” “¡hazme un hijo!”, “¡hazme un hijo!”, sintió ese semen dentro y se inclinó un poco, “¡mételo bien adentro!” “¡más!” “¡más!” “¡sigue!” “¡sigue!” “¡no pares!”, la pelvis se rozaban y se movían más de la cuenta, estaban en pleno éxtasis, animado Jasmani seguía escuchándole decir “¡sigue!”, “¡quiero darte un varón!”, “¡un varón!”, Jasmani continuaba, ya había dejado todo el semen dentro, y fue que allí quedó el pene dentro de la vagina, estaba latente, sí, muy latente, con ese gustito de haber acabado lanzando todo el semen dentro de la vagina, estaba humedecido, sus venas pronunciadas estaban así de tanta penetración, su glande dentro presentaba estar amoratado, el niño vio esos cuerpos desnudos tendidos en el suelo, se daban muchos besos, luego los vio ponerse de pie, ella acuclillada se dejaba limpiar la vagina por su amante viendo el niño a la vecina bien abiertas de piernas, y vio que el amante de la vecina lo hacía con su glande, se abrazaron así desnudos para luego vestirse y salir de ese lugar muy abrazaditos, el niño los siguió a prudente distancia llegando a un camino bifurcado en donde los amantes se separaron no sin antes de despedirse con apasionados besos y con la promesa de verse en ese lugar, los días pasaron y ese niño disfrutaba viendo en cada encuentro a la pareja de amantes haciendo el amor en aquel apartado lugar lo cual lo hacían dejando un día, se veía muy feliz a aquella mujer de cuarenta y seis años aspiraba a tener un hijo de su amante, hasta que un día aquel niño los vio despedirse por un camino bifurcado, el niño vio desde lo lejos de la loma a los amantes abrazados, ella estaba muy feliz pero él no tanto, se limitaba a sonreír, ella lo abrazaba con emoción desbordante, ella se pasaba las manos por su barriga y de acuerdo a los ademanes que presenciaba se podía notar que ella esperaba un hijo de él, se despidieron y fueron por senderos distintos, el niño siguió al patrón, vio que alguien se acercaba a indicarle algo, se trataba de un peón que en presurosa carrera a caballo iban en dirección a la estancia, al llegar se apeó del caballo, presuroso fue a la habitación de su esposa donde vio ese cuadro dramático y muy triste, su mujer tenía en su regazo el cuerpo inerte de su hijo, estaba histérica, lloraba a descontrol, él quiso acercarse pero ella no se lo permitía, de igual forma lo hizo cuando quiso tomar a su hijo en sus brazos, ella era una fiera en ese momento, levemente tocaba el bracito extendido inerte cuya piel ya estaba fría, Margot besaba repetidamente el cuerpo desfallecido de su tierno hijo, para ella fue brutal haber perdido a sus dos hijos en tan corto tiempo, Jasmani estaba contrariado, no atinaba a entender el porqué delo que estaba viendo, qué había pasado, por qué su hijo muerto, a causa de qué, dirigió la mirada a la triste criada, sólo que al verse cruzar las miradas la humilde muchacha salió corriendo de la habitación y se sentó a llorar en una silla en la entrada de la estancia, desde allí tomó camino a la montaña, sorprendentemente el semblante de la joven mujer cambió, respiraba hondo caminando briosa por el sector, a lo lejos vio aquella casa de campo, el portón estaba abierto, caminó por el camino pedregoso, vio la puerta entreabierta, la recibió en la sala aquella pintoresca mujer, tenía un fino cigarrillo en la boca, el humo delante de su rostro se disipaba para dar paso a la visibilidad del rostro de la joven criada, le hizo gestos para que se siente, hubo un silencio leve, se miraron a al rostro, la mirada inquisidora de aquella mujer hizo inquietar el rostro de la joven que respiró hondo diciendo “¡ya todo está hecho!”, al oír sonrió, “¿estás segura?”, respiró hondo, “¡segura!”, “¿cómo saberlo?”, la mujer tendió la mano mostrándole el frasco vacío, “¡se lo tomó todo en el jugo!”, la mujer toma el frasco, sonríe y sorpresivamente lo lanza al fuego, “¡es para que no quede huellas!”, la joven criada hizo una mueca irónica, tal vez se vanagloriaba de lo que había hecho, la mujer misteriosa expresaba “¡se lo merecía!” “¿verdad?”, la criada se puso en pie, “¡sí!”, “¡la patrona merece sufrir!”, además aclaraba el porqué de lo que había hecho “¡ojo por ojo!” “¡diente por diente!”, respiraba hondo para contestar, “¡la patrona es mala!” “¡mala!” “¡se lo merece estar así!”, de pronto se mostraban lágrimas delimitándose por las mejillas humedeciéndolas, “¡ella lo mató!” “¡sé que ella fue!”, respiraba profundamente “¡mató al amor de mi vida!”, la mujer seguía sentada pasiva escuchando las bajas pasiones de la joven criada, hacía boconadas de humo, se puso en pie rodeándole y poniéndole por detrás la mano en el hombro, “¡hiciste un buen trabajo!” “¡te diste el gusto de vengarte!” “¡ahora tendré el gusto de pagarte!”, la criada dio un giro, acompañó a la mujer hacia la puerta que daba a un amplio salón, esperó afuera, la puerta se abre y la mujer extiende un fajo de billetes de mediana denominación, “¡toma por tu trabajo y por tu gusto de haberlo hecho bien!” la criada manifestaba “¡más es por el gusto de vengarme que por el dinero que pese a todo me hace falta!”, ambas sonrieron viendo el fajo de billetes “¡esto no me devolverá a mi ser amado!”, golpeaba el fajo de billetes en sus manos, hizo una reverencia y salió de la estancia, la mujer quedó sentada fumando, a su espalda del sillón se podía apreciar colgada un rifle calibre 22, ese artefacto de muerte logró matar al pequeño Elías y dejar mal herido a Jasmani, de una gaveta cercana sacó la fotografía de un niño, de solo verle le corrieron las lágrimas, era su hijo amado, desde hace mucho tiempo le había seguido a ese hombre, ahora se estaba vengando, se propuso hacerle la vida amarga, tomo un vaso de coñac y salió hacia las caballerizas; a distancia de allí una presurosa criada caminaba por el sendero, de pronto fue interceptada por el cruce de un jinete montado en su caballo, el polvo se levantaba y contrastaba con el rostro sorprendido de la criada que no atinaba a reacción alguna, de pronto de ese rifle sale un impacto de bala en la frente, la joven cae hacia atrás, en segundos piensa en encontrarse con el primo de Margot, aquel hombre que engendró al pequeño Ronald Elías y que había sido amante de aquella joven criada, la misteriosa mujer montada en el caballo daba vueltas mirando fijamente ese cuerpo tendido, había caído de espaldas con mirada abierta al infinito, sus párpados no alcanzaron a unirse, la mujer se apeaba del caballo, sacó el fajo de billete y se lo metió en su bolsillo, luego montaba su caballo yéndose presurosa del lugar, brillaba una letra “D” en su correa, y debajo de esa letra se podía leer claramente la expresión “since” junto con el número «1935» en piedras brillosas, allí quedaba el cuerpo de la infausta mujer, con el tiempo en los corrillos del pueblo se hablaba de un asalto, otros lo referían a la muerte del pequeño Jonathan Jasmani cuyos padres le atribuía el atentado a esa mujer, sin duda alguna la telaraña de muerte rondaba nuevamente a Margot, ahora le había tocado a su tierno hijo del que apenas tuvo nueve meses de vida.
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Los piecitos del niño se agitaban así descalzos sobre los cabos tensos de la hamaca en la que se estaba meciendo, recibía cosquillas de su amiguito que estaba acostado junto a {el, de pronto se vira en la hamaca haciendo que se cuerpo quede sobre el hijo de los patrones, así seguía haciéndole cosquillas, el niño acostado encima del hijo del patrón sólo tenía puesto el short por el cual se notaba la punta del pene vestido que se rozaba sobre el pijama, así lo sentía debajo, la cadera comenzaron a moverse a un ritmo de pose sexual, unieron las frentes y sonreían, volvió a acostarse junto al hijo del patrón, esta vez al mecerse y viendo a todos lados a su alrededor se deslizaba el short para mostrarse el pene erecto, el hijo del patrón le imitaba haciendo deslizar su pijama mostrándose ese penecito lampiño de piel blanca, estaban seguros de estar allí meciéndose en la hamaca ya que la única empleada al cuidado del niño le había encomendado esa tarea al niño hijo de peón humilde, el patrón se encontraba en el pueblo comprando provisiones, había llevado a Otilia y a sus hijos, mientras que Fernanda la madre del pequeño estaba en la capital, ahora los niños se encontraban viéndose los penes “¿quieres jugar?” le dijo mirándose el pene erecto, le vio al rostro, el nene estaba inquieto, “¡mira!” “¡quiere jugar con el tuyo!” rápidamente se acostó sobre el pequeño alzando y bajando las caderas que en parte se miraban ya que la tela del short y pijama se habían deslizado hasta medio culo descubierto, deslizaron más la tela para estar cómodos sintiéndose el roce de sus penes lampiños, unieron las frentes, sonreían en complicidad muy seguros de lo que estaban haciendo, sintieron el roce de sus tibias pelvis, la cara el hijo del peón rozaba la mejilla y su respiración impactaba en el cuello del hijo de los patrones, continuaban moviéndose los penes hasta que de pronto Alexito se sentó en el borde de la hamaca viéndose su rozagante pene recto, giraba el cuerpo para verle a Joaquín Lupercio que se estiraba el pene erecto, “¡vamos a jugar allá!” señalando con el dedo el cuarto de Joaquincito, este precios niño hijo de los patrones el próximo mes de mayo cumpliría sus cinco años, se acomodaron la ropa y fueron hacia aquel sitio, al llegar el primero en recostarse en el extremo de la cama fue Joaquincito, con las manitos Alexander le deslizaba el pijama dejándose ver ese culito blanco, a la vez Alexander se deslizaba el short quitándoselo botándolo a un lado mientras el pijama de Joaquincito quedaba sobre los talones y piecitos descalzos, agitaba el pene hasta ponerlo erecto, el nene estaba quieto al sentir que la pelvis de Alexander se pegaba a los glúteos y comenzaba a deslizarse junto con el pene erecto entre la separación de los glúteos, “¡así!” “¡así!” “¡me gusta cogerte!” cerraba los ojos diciendo “¡me gusta!” “¡me gusta!” la punta del penecito entraba en la colita, abría el culito para poder rozarle mejor, vieron sus imágenes reflejadas en el espejo “¡mira cómo te lo meto!” “¡mira Joaquincito!” “¡mira!” “¡ve!” le dio pene a roces hasta el cansancio, “¡vírate!” “¡quiero chuparte!” “¡ah!” “¡ah!” exclamaba Joaquincito al sentir la boca de Alexander que chupaba y lamía su penecito, reían mirándose, al hijo del patrón eso era lo que más le gustaba de sus “juegos” con Alexander, hace ya meses un militar le hacía lo mismo igual que lo hace Osman en su encuentros, vieron el pene ensalivado, estaba rojizo humedecido por la saliva de Alexander, “¡date vuelta de nuevo!” ahora el pequeño Alexander de nuevo empezaba a menearse con su pelvis sobre el culito del hijo del patrón, “¡tienes la piel suave!” “¡muy suave!” ese elogio era para el hijo del patrón que lo recibía con gusto, seguía viéndose en el espejo, ya a esa edad su metamorfosis se estaba consolidando, gustaba que le den por detrás, “¡ahora ven tú a mí!” le acostó sobre el cuerpo y le agarraba sujeta las caderas para que pueda deslizarse los penes, luego Joaquincito alzaba y bajaba la pelvis haciendo que se rocen los penes, estaba gustoso de hacerlo, “¡ahora chúpame!” “¡chúpame!”, le deslizó de su cuerpo, el niño se arrodilló en el suelo mientras en el extremo de la cama Alexander se abría de piernas rozando el pene en la nariz del pequeño, “¡sé que te gusta!” “¡te gusta mi pajarito!” “¡te gusta!” el nene le miraba con atención ese penecito erecto “¡travieso!”, de esa forma, así arrodillado se podía ver el pene erecto guindado de Joaquincito que con sus manitos tomaba el pene de Alexander metiéndoselo en su boquita, “¡hazlo suave!” “¡suave!” Alexander cerraba los ojos en señal de placer, de eso se daba a notar ante Joaquincito que le miraba el rostro complaciente, “¡espera!” le hizo detenerse en la mamada que le estaba dando, se deslizó el prepucio mostrándose el glande, “¡mira!”, “¡ahora chupa despacio!”, la punta de la lengua humedecía el de por sí ya húmedo glande, “¡ahora dame tu culito Joaquincito!”, de nuevo el pene de Alexander punteaba el culito del hijo del patrón, “¡ah!” “¡ah!” “¡me gusta tu culo!” “¡me gusta!” “¡me gusta!”, de pronto sintieron voces venidas de la parte de abajo que llamaban a Joaquincito, esa voz familiar no era otra que la de Osman, rápidamente se arreglaron la ropa y salieron a su encuentro, vio Osman a Alexander que le respondía con mirada tímidamente, sonrió mucho al ver a Joaquincito que se rascaba el culito, con amplia sonrisa lo abraza por detrás moviendo su pelvis vestida sobre el culito de Alexander ante la mirada inquieta de Joaquincito, Osman le dijo al oído “¿estabas jugando con el hijo del patrón en el cuarto?” “¡estaban encerrados!” “¿verdad?” esas preguntas pusieron cabizbajo a Alexander, “¿le hiciste desnudo?” “¿verdad que sí?” Alexander seguía en silencio cabizbajo, “¿se lo metiste?” la voz se transformaba en autoritaria, “¿sí o no?” “¡dime!” el nene se apartó yendo hacia donde estaba la empleada, Osman estaba feliz por el nacimiento de su hermano el último domingo del mes de marzo de 1965, venía de su ramada en búsqueda del patrón pues su madre deseaba verle, Osman más que nadie sabía en complicidad la naturaleza de su hermanito que llevaba el nombre de Rubén Alberto de apenas un mes de nacido, por medio de la empleada se enteró de la ausencia del patrón y en dónde se encontraba, así Osman decidió regresar a su ramada, estaba feliz cuidando a su hermanito, la empleada que era gran amiga de la madre de Osman le invitó a que comiese un bocado, el muchacho de casi once años acepta la invitación de buen agrado, conversaban de la felicidad de tener un hermanito, lo había deseado desde mucho antes, sólo que se ponía en silencio cuando se hablaba del supuesto padre del niño, se dijo que era un hijo de militar, con el que había tenido amoríos, eso nada más se comentaba en los corrillos, pero algunos no pensaban así, sobre todo aquellos que veían las escapadas por los corrillos y senderos del patrón con Otilia, y por discreción se reservaban comentarios, a fin de cuentas Joaquín Valdés era un hombre muy influyente en la comarca y en todo sentido del poder, Osman tenía un aire atrayente ante la empleada, era más que amistad, le cuidaba mucho al hijo de su amiga, tiempo después se veía jugar con el balón a Joaquincito, la empleada estaba ante su atención, le dijo para bañarle pues pronto vendría el patrón del pueblo y no sería verle de ese modo, le dio una ducha y le admiraba ver ese cuerpo desnudo en el hijo del patrón, le llamaba la atención ese amaneramiento que tenía a su tierna edad, la metamorfosis estaba desarrollándose en ese niño bonito, le ataría ese penecito que solo al rozarle con la mano se ponía erecto, ella guardaba la distancia de discreción pero no le era indiferente aquel penecito de piel muy pero muy suave, le dejó que se seque el pelo alterado, le puso el calzoncillo y le dijo que suba a cambiarse, que ya iba a verle, el atento niño iba subiendo descalzo las escaleras, al pasar escuchaba unos gemidos, apegó su oreja a la puerta se escuchaba mejor esos sonoros gemidos, eran los de ese muchacho de casi once años con su amiguito de siete años con el que antes ya había estado en ese cuarto, quiso mover la perilla de la puerta, pero estaba asegurada por dentro, cuando hizo el movimiento de repente vino un silencio desde dentro del cuarto, Joaquincito decidió seguir su camino rumbo a su cuarto, allí le esperaba a la empleada.
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La fiesta estaba en todo su apogeo, Fulgencio Arichabala era el homenajeado, tenía mucho interés de que todo salga bien, a su fiesta estaba invitado Valentín, el próspero empresario naviero y de comercio marítimo, las atenciones eran para el ilustre visitante, Matilde estaba feliz celebrando junto a su nieto Daniel Nicolás, entre los invitados se encontraba el superior del internado de gran nombre en la capital, varios industriales se encontraban allí homenajeando al prestante anciano hombre de negocios, así, Fulgencio se tomaba unos minutos para atenderlos en su amplia oficina, para luego seguir con la fiesta, entre ellos estaba Squeo con su hijo Venancio, una figura muy especial era Heriberto Alpizar, en el fondo de una pared vistosa se marcaba el número “86” que eran los años que cumplía el homenajeado, debajo la secuencia “1879 – 1965” estaba engalanada de muchos globos, por un instante decidió ir a tomar aire el homenajeado, se unió su nieto, al verle le acariciaba el pelo, el pequeño se aferraba a las caderas del abuelo, existía un aire de apego, la anciana llegó para indicarle a su esposo que atendiese a los invitados que llegaban a la fiesta, de lejos estaba a trasluz una par de invitados conversando amenamente, “¡en realidad, vine al país a verte!” “¡estás muy lindo!” las manos se deslizaban por los sutiles brazos del muchacho, “¡ahora mismo quisiera hacerte el amor!” “¡te he extrañado tanto!” “¡tanto!”, cerraron los ojos acercándose los labios en señal de atracción pero de deseo sobre todas las cosas, se abrazaron férreamente, estaban tocándose los brazos, “¡deseaba verte cuanto antes!” “¡quiero que seas mío cuanto antes!” miraron a los costados, se sentían a solas en la intimidad, pero reaccionaron a tiempo al ser vistos de lejos por unos guardaespaldas que se acercaron y al verles les hicieron la venia, se trataba un eminente empresario del exterior, tenían muchas motivaciones al saludarle pues engalanaba la fiesta de cumpleaños del patrón Arichabala, los dos dieron cuenta que era muy difícil hacer el amor en la fiesta y se resignaron a tocarse y a decirse lo mucho que se aman, “¡quiero llevarte a mi país!” “¡vamos, ya has estado allá!” Venancio recordaba el motivo de haberse regresado al país de la canela dejando el país del norte, fue debido a la muerte de su madre, Venancio y Valentín continuaron con su diálogo cercano al ambiente de fiesta, por su lado pasaba un hombre misterioso, hábilmente había escondido su daga en la ropa de doble forro, había llegado en compañía de Heriberto Alpizar, fue irreconocible con esa indumentaria, lamentaba que su mascota fiel no estuviese a su lado, caminaba discretamente por los alrededores del jardín pasando por el enrejado a vista de alguno que otro guardaespaldas, cerca de allí estaba estacionado un auto de marca en cuyo interior se encontraba Corina Berlingieri, no había sido invitada pero estaba allí por un interés esencial, de su cartera sacó una antigua foto que tenía descrito a un niño bien vestido con terno de marinerito tomando un balón bajo el brazo, “¡pronto!” le pasaba la mano sobre la cara de la foto “¡muy pronto!” le salieron algunas lágrimas, “¡será hoy!” “¡seguro que es hoy!” vio por la ventana a aquel hombre misterioso, se intercambiaron señas con la seguridad de no ser vistos, ese hombre conocía la mansión Arichabala , desde hace muchos años atrás la frecuentaba constantemente, ahora tenía un deseo de venganza que se mostraba en sus ojos, estaba decidido a todo, estaba consciente de su acto, que sería el tema de los tabloides si concretaba su macabro acto, siempre estaba al acecho, tenía muy en cuenta los movimientos de su presa, sabía de sus entradas y salidas, a cierta distancia discreta se encontraba de aquel hombre, vio que Fulgencio tomaba del brazo a un hombre llevándole al interior de la biblioteca, se escuchaba tono alto en la discusión, tiempo corto después el airado hombre salía y otro entraba, Fulgencio sale de la biblioteca dejando a su visitante, le ordena al guardaespaldas seguir a ese hombre que antes había salido de la biblioteca, ingresaba a la biblioteca, aquel hombre misterioso se trataba de cubrir el rostro cuando vio a Squeo que entraba en la biblioteca, se notaba que el guardaespaldas no hacía acto de presencia, Squeo y el otro hombre salieron de la biblioteca, Fulgencio quedaba solo, sin vigilancia, sin guardaespaldas, el fondo musical de la fiesta hacía para que ese misterioso hombre abriese la puerta e ingrese a la biblioteca, sorprendido Fulgencio se puso en pie al ver ese rostro conocido desde hace muchos años atrás, “¡he venido a arreglar cuentas contigo miserable!” saca su daga que brilla ante la luz intensa imperante, “¡lo haré por mi hija Victoria Micaela!” “¡esa supuesta nieta tuya a la que el mentiste diciéndole que eras su supuesto padre y no tu hijo Mateo!”, “¡vine a cobrarte por todo el daño que le has hecho a muchas personas en tu vida!”, “¡date por muerto!”, con su mano movía la daga brillante, “¡venganza!” “¡venganza!”, Fulgencio estaba rígido aún sin salir de la ingrata sorpresa que estaba padeciendo en ese momento de tribulación, tembloroso pedía explicaciones de por qué esa actitud, no hubo tiempo de respuesta, en ese mismo instante a lo lejos un can se ponía en pie, estaba inquieto, empezaba a aullar, lo hacía como que algo presenciaba o le latía en su instinto, el noble can no paraba de aullar, César Andrés salió a callarle pero el animal insistía, lograba acariciarle para calmarle, el can hacía pausa y continuaba, a lo lejos de allí la fiesta continuaba, extrañada Matilde buscaba a su hijo Fulgencio Arichabala, vio a su nieto sentado pensativo y se acercó a animarle para que bailase, Daniel Nicolás estaba pensativo viendo hacia las personas bailar, le acarició el pelo y las mejillas y le dio un beso en la frente tomándole con las arrugadas manos las mejillas, al sentir ese gesto noble de su abuela se puso en pie para abrazarle, la anciana dejaba a su nieto sentado y así continuaba en búsqueda de su hijo, se acercó a la biblioteca y vio recién acercarse al guardaespaldas, inquieta le preguntó por haber descuidado su posición de custodia y cuidado a lo que el noble hombre dijo que había cumplido con una orden del patrón, pero que no se preocupase pues estaba allí dentro, la mujer giró el seguro, al abrir vio algo dantesco que nunca se hubiese imaginado presenciar, lo primero que hizo fue gritar descontroladamente, esos gritos desgarradores los absorbía el tono elevado de la fiesta, se acercó a ver a su hijo tendido en esa lujosa alfombra persa, tenía su cuerpo bañado en sangre, la herida en el corazón abierto mostraba lo grotesco del escenario que esa anciana estaba viviendo, no lo podía creer, su hijo, su amado hijo muerto en un charco de sangre, triste final para un personaje de la vida económica del país de la canela, el guardaespaldas reaccionó ara comprobar los signos vitales, pero se incorporó al sentir con sus manos aquel frío cuerpo que estaba tendido, se extrañaba en qué momento sucedió, se lamentaba haberle dejado solo, así a su suerte, todo parecía gris en ese momento, la impotencia y la amargura invadieron a la madre del fallecido, tomaba del brazo al guardaespaldas para que maneje la situación con prudencia, eran pasadas las horas primeras de aquel tercer domingo de abril de 1965, fecha desde ya infausta para la vida de la anciana que pese a la desgracia se manejaba su característica altivez, pidió estar sola con su hijo, el guardaespaldas al cerrar la biblioteca escuchaba gritos desgarradores de la altiva matrona de los Arichabala, afuera de la mansión Corina desde el auto miraba las señales de aquel misterioso hombre, se complacía al verle, estaba feliz, el hecho seguramente se había consumado con éxito, vio a aquel hombre salir junto a su amigo Jairo Andrés Gómez, pasaron por el lado del auto y Corina se extrañó al no darle la daga como se había pactado, los dos hombres siguieron su camino, el agroindustrial Jairo Andrés ignoraba lo que su compañero había hecho, Corina quedó mirando la expresión del hombre que al disimulo levantaba el dedo pulgar, ella sonrió, encendió la marcha del auto, exclamando “¡Hermano querido, al fin estas vengado!” suspiraba hondamente con matices de felicidad en su rostro diciendo con gusto “¡Jairo, amigo, ya estás vengado!”, tiempo después la fiesta llena de algarabía se convertía en un escenarios de dolor y desdicha, desde la puerta principal de la mansión se llevaban el cuerpo inerte de Fulgencio Arichabala hacia una ambulancia, detrás iba en el auto último modelo la madre y nieto del hombre asesinado, las luces de los fotoperiodistas brillaban en ese tenso ambiente, los flash mostraban ese cuerpo cubierto, la anciana no hubiese querido que su hijo tuviese ese fatal desenlace, ser asesinado por alguien aún desconocido, Matilde iba sentada de manos de su nieto Daniel Nicolás, le miraba con ternura “¡ahora tú eres lo último que me queda en la vida!” “¡mi nieto!”, “¡mi amado nieto!”; tiempo después se hicieron los funerales casi como de estado al solicitarle el gobierno a los familiares, de gafas oscuras estaba la ancana vestida completamente de negro, a cierta distancia logró ver a Corina que vestía totalmente de blanco igual que sus gafas, ya para ese momento la noticia corría por el país de la canela “El país pierde a uno de sus hijos más ilustres”, “dolor e impotencia ante el execrable hecho de muerte en la familia Arichabala” “¿se conocerá la mano asesina y el cerebro del delito?” eran algunos de los titulares de los diarios y periódicos locales y del interior del país, una mujer sentada en su butaca leía uno de esos titulares, su mirada estaba atenta a la figura del caballero asesinado, su mano temblorosa y su rictus le hacía elevar sus emociones, aquel lector le fue conferida la confesión de aquel hombre muerto la cual consistía en manifestar que Leovigildo Arciniegas fue el hombre aquel que le hizo el amor a la fuerza a Fulgencio Arichabala en el establo en 1888 cuando tenía nueve años de edad, el hombre sabía de aquel secreto pues su padre en conversación discreta con su madre se lo había contado y él a discreción sin ser visto había escuchado de esa declaratoria en la que había sido testigo de cómo fue sodomizado aquel entonces pequeño Fulgencio Arichabala en las caballerizas siendo sometido ante aquel hombre maduro, además, aquel hombre conocía cierto secreto develado por su padre antes de morir, conoció de un secreto que le cambiaría la vida para siempre, ese secreto develado se refería a la naturaleza de su origen, pues sabía que Fulgencio Arichabala era el verdadero padre de Jairo Arciniegas y que también era padre verdadero de Isaurina Arciniegas, también se supo que el día en que se accidentó Isaurina con su hijo iban a enfrentar la verdad de su nacimiento con Fulgencio Arichabala, esa mujer sabía la vida de aquel hombre fallecido, se alegraba en sólo pensar que su nieto, su único nieto, estaba lejos, en otro país, en otro continente, vio la foto de su nieto con dulzura, y quedó pensativa en sus recuerdos ante la última vez que lo vio y le acarició mucho, estaba agradecida por el gesto de Fernanda de que pudiera estar en contacto con su nieto, lo quería tanto pues se parecía a su difunto hermano asesinado por la madre de Fulgencio Arichabala, pensó que pronto sería el turno de esa mujer, Matilde Arichabala, para la prensa ahora todo estaba en el centro de atención de aquellos niños herederos de los bienes Arichabala, también para aquel niño nieto del difunto y del doctor Luis Daniel Pérez, Daniel Nicolás, había cumplido el pasado mes de marzo sus once años de vida, su abuelo había hecho una fiesta campestre en la hacienda a la entrada de la capital, ahora sentía extrañarle, además, aparecía en ciertos actos funerarios la presencia de un niño de piel morena clara junto a Matilde Peñalba madre de Fulgencio Arichabala, se trataba de Adrián Daniel Macay Paltan, de reojo Daniel Nicolás veía a aquel niño que en los últimos días ya tomaba protagonismo, se preocupaba de ver que su abuela extrañamente se distanciaba de él al pasar las semanas, aprovechaba del tiempo para ir de visita a su padre Agustín respecto a su convalecencia tras haber recibido un atentado, para el niño de once años ver a su padre en buena forma le alegraba la vida, le contaba sus pesares en intimidad en mayor forma de lo que haría con su abuelo Luis Daniel Pérez, el padre consolaba a su hijo, aún estaba recuperándose de sus múltiples lesiones hechas por esos matones de barrio, casi estuvo de perder a su padre si no hubiese actuado con instinto, padre e hijo se extrañaron al no tener la presencia de Fernanda y sus hijos Mateo y Cayetana en los funerales de Fulgencio Arichabala como se hubiese previsto, simplemente se leyó en un apartado del diario local una comunicación expresa del prestante hombre de negocios esposo de Fernanda y padrastro de los niños lamentando el deplorable hecho de sangre que enluta familias nobles capitalinas, Daniel Nicolás aspiraba a un posible encuentro con sus primos pero eso no pudo ser, con el tiempo Matilde pasaba encerrada en su cuarto y al salir a la calle precisaba la compañía de aquel pequeño, y de vez en cuando de su nieto Daniel Nicolás, los periodistas preguntaban la evolución de los hechos del crimen, la anciana se limitaba a no contestar, Squeo había tomado el mando de los intereses de la matrona de los Arichabala, un nuevo horizonte se desplazaba sobre los herederos Arichabala.
FIN DEL DUCENTÉSIMO SEXAGÉSIMO TERCER EPISODIO
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