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Dominación Hombres, Gays, Heterosexual

METAMORFOSIS 266

Susto.
Desde aquel cuarto se escuchaba un diálogo entre los esposos en la sala, planificaban el viaje, hablaban de él, de su futuro en la capital, era octubre de 1965, aún a destiempo pero era necesario viajar, ya desde tiempo atrás Fernanda pedía a su esposo que le permita estar en la capital los fines de semana ya que deseaba poner al niño en un internado de clérigos con mucho renombre en la élite capitalina, para ello era necesario que se adapte a esa vida citadina, le decía a su esposo que era lo mejor para el niño ante la vida en este sector en la selva del país de la canela, con el pasar del tiempo Joaquín ya aceptaba esa propuesta de su esposa, a fin de cuentas para él era de mucho bienestar pues así tendría más tiempo de ver al hijo engendrado con aquella empleada amante, desde lejos Osman miraba atento al pequeño Joaquín Lupercio, estaban jugando sobre la cama con unos autitos y soldaditos de hojalata, luego él se sienta en el extremo de la cama y lo sienta al pequeño que tenía un muñequito en sus manitos, le rodeaba con los brazos por la barriga, el mentón se posaba en el pelo del pequeño, allí se sentía la respiración, las manos se deslizaban por los muslos, el niño tenía puesto un pijama con sandalias en donde se podían ver los dedos de sus pies cavos que se movían al viento, mientras miraba sus pies los comparaba con los pies de Osman que eran planos con dedos alargados pero bien formados con líneas atractivas en el filo de contornos de los pies, Osman estaba descalzo y tenía puesto un short con una remera ligera, había llegado a la estancia Valdés por un mandado de su madre y se quedó un rato a jugar con el niño, Osman seguía rozando sus manos en los glúteos, lo estaba preparando para lo mejor, unieron las mejillas luego le olía el pelo sedoso bien cuidado, le pasó la nariz por el cuello impregnado de talco aromático fino traía de la capital del país de la canela “¡hueles rico!” “¡muy rico!” metió la mano detrás del pijama holgado, Joaquincito sintió el roce y sonrió, su piel se ponía rojiza, sabía lo que estaba pasando, el dedo hurgaba la rajita, sacó la mano de allí llevándosela a la nariz, pasó el dedo ahora por la nariz del pequeño “¡huele tu culo!” le pasó por la nariz para que oliese, el nene sonrió, empezó a hacer con las piernas movimientos como de cabalgadura, el niño sonreía más mostrando tener confianza en aquel muchacho, Osman también, estaban contentos con ese movimiento, pero también inquietos pues no se escuchaban ya diálogos de los esposos, le puso en pie al niño caminando detrás del pequeño tomándole de los hombros, se acercaron al marco de puerta en dirección a la vista del corredor que daba a la sala, no estaban, inquietos continuaron caminando hacia la cocina, no estaban, mientras caminaban  les saludó la cocinera, tomaron una fruta para comérsela, allí quedó sentado el pequeño en un taburete descalzo agitando sus piecitos, mientras Osman subía las escaleras a recoger el mandado de su madre para retornar a su ramada, no demoró mucho tiempo que se lo ve bajar las escaleras yendo a donde estaba el pequeño Joaquín Lupercio, la mirada de la empleada fue hacia Osman que de forma cómplice le hacía ademanes al pequeño para que lo acompañase, así la empleada vio a los dos niños subiendo las escaleras, Osman llegó a una puerta en la que pegaba lo oreja y le dijo que haga lo mismo, obediente Joaquín Lupercio escuchaba a través de la puerta los gemidos venidos desde el interior de la habitación, en voz baja y a discreción Osman exclamaba “¡están cogiéndose!”, “¡seguro!” “¡seguro!”, “¡están cogiéndose!”, esta una forma de llamarle la atención al pequeño, “¡escucha Joaquincito!” “¡escucha!” el niño sonreía escuchando los gemidos “¡el patrón está encima de la patrona!”, “¡seguro!”, “¡seguro!”, “¡están jugando al papá y a la mamá!”, “¡están jugando!” “¡escucha!” “¡escucha!” “¡oye cómo la hace moverse en la cama!” en verdad que los gemidos eran fuertes, Fernanda se entregaba por interés a Joaquín Valdés, lo hacía por ellos, por sus dos amores verdaderos, no deseaba que Joaquín se ponga en contra o indisponerle, estaba siendo lo que debería hacer, los dos niños escuchaban esos gemidos, Fernanda se dejaba llevar por los instintos  sexuales de su marido, a fin de cuentas no quería importunarle, a fin de cuentas, simplemente le gustaba ser así de sometida, más del doctor Pérez al que ha sido el único hombre al que le ha dado dos hijos varones y preciosos por cierto, de esa forma en cada encuentro que Fernanda tenía con Luis Daniel Pérez se jactaban de haber hecho hijos bonitos, los niños del otro lado de la puerta festejaban de manera picaresca aquellos gemidos, “¡se los escucha haciendo el juego!” “¡je!” “¿los oyes Joaquincito?” el nene seguía con su oreja pegada en la puerta escuchando, se dibujaba una sonrisa en su rostro que se fue diluyendo al sentir la mano de Osman que se deslizaba por su coxis pasando por la separación de los glúteos haciendo que uno de los dedos se mete un poco en el ano de piel clara, la mano continuaba deslizándose de forma que va de arriba hacia abajo, de arriba hacia abajo, de arriba hacia abajo, así, así, esa mano se deslizaba en esa piel brillosa suave llena de colágeno, de inmediato esa mano de Osman se deslizó por los testículos lampiños de piel blanca, la mano hurgaba en la tela ahora el pasar por el tronco del pene de Joaquincito comprobando que ya estaba erecto, deslizó el dedo sintiendo ese pene erecto lampiño, Joaquincito aún estaba con su carita pegada en la puerta, su rostro reflejaba las sensaciones vividas por la reacción que le causaba ese deslizamiento de la mano de Osman en su pene, la cara de Osman se acercaba a al del nene, la respiración chocaba en el pelo, los labios se acercaban a los oídos mientras la mano continuaba deslizándose por el pene lampiño de Joaquincito, “¡lo tienes paradito!” “¡je!” “¡je!”, “¡mira!” los ojos del hijo del patrón dieron vista a ese bulto que se formaba en la tela de su pijama corto, las manos se movían por dentro de la tela del pijama estirando, Joaquincito entrecerraba los ojos en señal de placer, Osman dio cuenta de aquello, le manoseaba con soltura provocándole un gustito delicioso, el nene sintió además que la otra mano de Osman se deslizaba por el culito, por la rajita, punteando el ano, los labios de Osman rozaban el pelo del niño metiéndose algunos en su boca chocando su respiración “¿te gusta lo que te hago Joaquincito?” “¿te gusta?” “¿eh?” “¿te gusta?” a ojos cerrados el niño movía afirmativamente la cabeza “¡me alegro!” “¡hazlo así siempre!” “¡como ahora yo te lo hago!” “¡hazlo!” “¡hazlo!” y mientras le decía eso el dedo entraba y salía en el ano, entraba y salía en el ano, entraba y salía en el ano, lo que hacía de esa sensación más gustosa en el culo del pequeño “¡no olvides de hacerte esto a solas!” “¡no olvides que yo te lo enseñé!” “¡siempre al hacerlo acuérdate de mí!” “¡acuérdate!” “¡más aún cuando estés a solas!”, “¡ahora que te vas para allá lejos acuérdate de lo que te enseñé!” “¡recuérdame cuando estés a solas por allá en tu cuarto!” “¡acuérdate de mí!” “¡acuérdate de esto!” de inmediato Joaquincito vio deslizarse su pijama un poco debajo de la cadera  “¡acuérdate de esto!” sintió una punta de carne detrás en su culito que además rozaba su coxis “¡por eso acuérdate de mí!” el pene de Osman erecto se alojaba entre la rajita del culo y empezaba a moverse, empezaba a deslizarse por esa piel suave de culo bonito, Osman cerraba los ojos sintiendo ese roce de su pene en el culito del hijo del patrón, “¡te estoy cogiendo igual que tu papá se lo hace a tu mamá!” “¡estamos jugando al papá y a la mamá!” “¡tú eres mi mujer!” “¡mi mujer!” “¡mi mujer!”, “¡acuérdate de esto!” “¡de cómo te hago mi mujer!” le abrazaba al niño y movía las caderas “¡acuérdate!” la pelvis de Osman con su pene se movían adelante y atrás, adelante y atrás haciéndole moverse de igual forma al niño precioso,  “¡acuérdate a solas!”, “¡acuérdate de mi que soy tu marido!” “¡y tú eres mi mujer!” “¡mi mujer!” “¡mi mujer!” los movimientos de pelvis continuaban, pero de inmediato la reacción de Osman fue de detenerse de inmediato al escuchar que los adultos estaban dialogando, rapidito se subieron la ropa, Osman presuroso llevó de la mano al niño al cuarto infantil acondicionado para él, allí esperaron a que los adultos salgan de la habitación donde antes habían hecho sexo pleno, el muchacho nacido en junio de 1954 y que ahora tenía once años tomaba de atrás al pequeño Joaquincito nacido en mayo de 1960 y que ahora tenía  cinco años de edad, por la hendija de la puerta vieron hacia el pasillo a los esposos que iban abrazados en dirección a la escalera, prudentemente los niños bajaron luego, jugaban en la sala como si nada hubiese pasado, le empleada fue llevando a Joaquincito a cambiarse de ropa, así que también para Osman ya era el momento de partir, el patrón Joaquín le hacía unas preguntas sobre el estado de salud de la madre  y del hermanito, en lo que Osman se estaba despidiendo para montarse en el caballo e ir a su ramada donde estaba su madre y su hermanito esperándoles fue entonces que en ese instante sale Fernanda la esposa del patrón Valdés diciéndole que le comunique a su madre que iría a visitarle a ella y al niño llevándole algunos obsequios comprados en la capital y que ahora tenía tiempo para llevárselos personalmente, Osman obediente asintió con una amplia sonrisa de cordialidad y respeto, un presuroso Joaquincito recién cambiado de ropa se agarraba a la falda de su madre y brincaba como un niño engreído pidiéndole a su madre permiso para ir a caballo con Osman, que allí la esperaría, ella miró a Joaquín y éste le hizo una venia de consentimiento, Fernanda le dijo al niño que podía ir pero con cuidado, con ayuda de su padre logró montar a caballo quedando sentado delante de Osman quien tenía las riendas, el noble corcel iba lento en su andar hasta perderse de la estancia en donde aceleraba la marcha, el pelo al viento del niño y los besos repetidos que Osman le daba en ese pelo daban como inicio a esa aventura que sin duda en ese día quedará marcada para ambos, iban felices galopando por ese paisaje selvático tupido de vegetación, el sendero y ciertos tramos de carretera les daban la vista próxima a la ramada, se apearon debajo del entablado de la ramada donde estaba acostado el pequeño Rubén Alberto nacido en marzo de 1965 y que ya para ese entones tenía siete meses de haber nacido, estaba acostado en una hamaca, completamente dormido, Joaquincito se acercó a verle por vez primera, uno de sus deditos rozaba la manito del recién nacido, Otilia aún sorprendida por la visita miraba el enternecedor encuentro de los hermanos, vio a su hijo Osman que también su mirada se centraba en ver la manito de Joaquincito que acariciaba al bebé, Joaquincito vio a la madre “¡es muy bonito!” sonrió, a lo que la mujer sonriente le dijo “¡se parece a padre!” Osman y Otilia se miraron en forma cómplice sabiendo que Joaquincito desconocía que Rubén Alberto era su medio hermano, aunque Osman y Otilia desconocían que realmente Joaquincito no era medio hermano de Rubén Alberto, el hijo tendió la mano para darle los encargos e informarle que la patrona vendría a visitarle y a eso se debe la presencia de Joaquincito, Otilia acarició el pelo del pequeño, paradójicamente no vio en el rostro del niño rasgos que se asemejen al patrón Joaquín Valdez, miraba en la expresión del niño el parecido sólo a su madre,  no se parecía al padre ni en la sonrisa hermosa que mostraba al estar feliz de estar allí, el niño continuaba haciéndole mimos al bebé, Otilia miraba con atención igual que su hijo, luego Otilia subió la rústica escalera de tablones de madera diciendo que iba a preparar gallina para recibir a la patrona, Osman llevó a dar de comer y beber al caballo en la orilla del arroyo de aguas cristalinas, vio a Joaquincito sentado sobre los tablones del improvisado puente de madera, sus piecitos se movían al viento, se notaba esa piel blanca de los muslos y piernas en sí preciosas, Osman estaba descalzo tomando agua en un balde para llevar a la ramada, le dijo al niño que se quite las sandalias y se acerque a jugar, así, el pequeño Joaquincito descalzo caminaba por la orilla viendo los pececitos, animado estaba que era visto por Otilia desde lo alto de la ventana de la ramada, le dijo a su hijo Osman que le ayude con la ropa para que pueda bañarse si deseaba el niño a lo que Joaquincito con brincos de alegría aceptaba dejándose sacar la ropa guindándola en un árbol quedándose solo en calzoncillo, así los dos niños jugaban correteando por la arena y el agua del arroyo, hacían castillos y demás formas de arena que a ratos eran vistos por Otilia, tener a los hijos de los patrones era un gran compromiso, Otilia llamó a a los niños para comer, delicadamente lo hacía el pequeño Joaquincito, Osman miraba con detenimiento el cuerpo del niño sentado mostrándose la longitud de sus piernas rellenitas, de esos pies alargados con sus dedos bien formados, a veces se fijaba en la entrepierna, en ese calzoncillo que mostraba el bultito, miraba esas manitos llevándose alimentos a disfrutarlos con esos labios rojizos bien delineados, esas pestañas bien definidas que hacían de ese rostro muy atrayente para quien lo observa llevándose la admiración, sin duda alguna que Joaquincito era un niño muy bonito, Otilia opinaba así pensando que Fernanda y Joaquín deberían sentirse muy halagado por las amistades al ser felicitados por tener un hijo muy lindo, su mirada de madre se posaba en la cuna donde ahora estaba acostado el pequeño, fue a marcarle y a darle de lactar con le seno, le mimaba viéndole el rostro diciéndose interiormente que su pequeño también era precioso y que a Joaquín le había dado un hijo muy hermosos, lo que no comprendía el que Joaquincito y Rubencito no tengan parecido, por una parte mejor para ella, sentada  la madre le dijo a Osman que luego de comer fuese a recolectar fruta silvestre para hacer un dulce y ciertas yerbas medicinales para el niño, Joaquincito pidió ir con Osman a lo que Otilia acepta recomendándole a su hijo por el cuidado hacia el hijo del patrón, emprendieron la marcha hacia el sendero que conducía hacia un lugar ya programado por Osman, iban galopando los dos niños, pasaron por algunas lomas, llegaron a ese lugar familiar para Osman, “¡mira Joaquincito!” “¿te gusta?” el niño asentía, se apearon, ya antes Joaquincito había estado allí, la última vez fue con el militar Edgar Fausto, era muy pequeño para recordar así como ahora, vieron en su delante la cabaña ruinosa “¡vamos!” entraron, el nene miraba los alrededores, de pronto sintió que era abrazado por detrás pero aun así no dejaba de observar las paredes de la ruinosa cabaña, “¡la hizo tu hermano mayor!” “¡se llamaba como tú, Lupercio!” Joaquincito seguía mirando, estaba parado escuchando, siente un bulto detrás en su culito, siente que su cuello recibe besos con deslizamiento de lengua lo cual hace que su piel se ponga como de gallina, siente que su pene se pone erecto, de pronto mira que su pantaloncito se desliza sobre sus piernas cayendo a las sandalias, “¡ven!” “¡sácate la ropa!” la ropa queda colgada, “¡déjame verte mi amor!” el cuerpo desnudo de Joaquincito da vueltas repetidas, “¡lo tienes parado!” “¡je!” “¡je!” “¡está tieso!” “¡tieso!” “¡je!” “¡je!” Joaquincito lanzaba una esforzada sonrisa con mucha timidez, “¡no tengas pena, nadie nos ve!” “¡nadie, mira!” mientras decía eso se desvestía quedando desnudo igual que el niño, “¡no tengas pena!” “¡vamos a bañarnos!” “¿sí?” el nene ahora muy contento asentía y se dejaba llevar de la mano de Osman lanzándose al agua, le marcó en el agua diciéndole a l bajarle y abrazarle “¡ahora estamos solos aquí!” “¡solo estamos tu y yo!”, le aseguró en el abrazo con fuerza “¡tú y yo!”, le bajó un poquito sin dejarle de sujetar para que los dos penes se rocen, luego las piernas del nene rodeaban las caderas de Osman, el pene erecto de once años rozaba el culito de cinco años, “¡recuerda lo que vamos a hacer hoy!” unieron las frentes viéndose a los ojos “¡jugaremos a la mamá y al papá!” “¡así como jugaron hace rato tu mamá y tu papá!” “¿te acuerdas Joaquincito?”, el niño tímidamente asentía, aun sentía recelo, sentían sus penes erectos rozándose las pelvis dentro del agua, así lo había puesto Osman que se movía en el agua junto al niño, Osman por el contrario estaba feliz de tenerle allí lejos de las miradas de alguien, el lugar entre la selva tupida era un buen refugio para hacer el sexo, le sostuvo de los glúteos, “¡esto va a ser mío!” “¡sí, mío!” “¿verdad Joaquincito?”, unieron las frentes y luego se dieron un apasionado beso con lengua, “¡lo haces bien mi pequeño!”, unieron las mejillas viendo el dedo de la mano extendida de Osman hacia la cascada “¡mírala!” “¿te acuerdas?” el nene movió negativamente la carita, “¡eras pequeño, entiendo!”, “¡vamos!”, le llevó marcado y entraron entre el agua, Joaquincito se maravillaba viendo en su delante la caída de agua y detrás la pared húmeda de tierra, le llamaba la atención ese espacio entre ambos, los dos cuerpos se sentaron a contemplar la caída de agua por dentro, el rostro de Joaquincito se humedecía por el efecto del golpe de agua en las rocas saltando gotas de agua, miraba el arco iris que se formaba, sus manitos tomaban las rocas brillosas, “¿te gusta el lugar mi pequeño?”, “¡sí, Osman!”, Osman se puso en pie acercándose a la pared de tierra y roca, miraba el cuerpo sentado de espaldas con las líneas de la columna vertebral y el culito del hijo del patrón, el niño estaba de espaldas, miraba esos pies descalzos y otra vez se fijaba en el culito, instintivamente se manoseaba el pene desnudo erecto aún lampiño pero que pese a su corta edad de once años ya sabía mucho de encuentros sexuales, ahora su experiencia se ponía a prueba con el culito de ese pequeño, “¡mira!” le dijo al niño llamándole la atención a lo que Joaquincito se pone de pie, su pene estaba flácido y se dejó guiar por las indicaciones que daban las manos de Osman, “¡aquí dice“–>R<–>L<–  empezaron a hacer su hijo” debajo la siguiente línea “30-IX-61”!”, el dedito infantil iba deslizándose ante la mirada del niño “¡esto fue hace cuatro años más o menos!”  “¡la hizo tu hermano!” Joaquincito le vio a los ojos algo inquieto “¡sí!” “¡aquí deseaba tener un hijo con una niña!” “¡lamentablemente lo mataron y no pudo!” “¡ella también murió!” el niño miraba el rostro seguro de Osman al hablar, a mano de Osman se desliza hacia abajo a donde hay otra línea “¡mira lo que dice esta!” “¡E.F. =>  1963!”, sonrió viéndole fijamente al pequeño, subió la mano a la primera línea diciéndole “¡esta la hizo tu hermano pues aque jugaba al papá y a la mamá!” bajó el dedo pasandolo por la segunda línea, “¡mira!” “¡aquí el quejugó al papá y a la mamá… ers tú y Edgar Fausto!” “¡jugaste con él hace dos años!” “¡eras pequeño y no te acuerdas!” la manito de Joaquincito pasaba con sus dedos por esa línea, “¡él casi te rompió todo el potito!” “¡je!” “¡je!”, le marcó “¡travieso!” “¡niño travieso!” pesea los movimientos que le hacía Osman la mirada de Joaquincito estaba centrada en esa línea que marcaba “E.F. =>  1963”, “¡coincidencia!” “¿verdad?”, “¡ven!” “¡juguemos!” el nene vio acostarse sobre la arena húmeda el cuerpo desnudo de Osman, “¡ven Joaquincito, acuéstame sobre mí!” el nene lentamente se fue acostando sobre Osman, los penes se rozaban la acadera de Joaquincito se alzaba y bajaba “¡hazlo mi amor!” “¡así!”  “¡así!” “¡hazlo!”, luego dieron una vuelta y ahora sobre la arena estaba acostado Joaquincito que pujaba teniendo el peso del cuerpo de Osman sobre el suyo, de igual forma los penes se movían al deslizarse la spelvis, se apartó del niño, le hizo sentar de piernas abiertas, “¡ahora voy a probar de este bocado!” se metió el pene en la boca, lo chupaba y lo lamía con fuerza, aparta su cara del pene y allí queda sentado a piernas abiertas Joaquincito con sus manitos tocandos el pene humedecido de saliva, “¡ven acá!” ve que Osman se puso en posición perrito y Joaquincito agarrado de  la cintura movía la pelvis con el pene deslizándose por la rajita del culo tal cual como lo hacían en sus encuentros en la estancia, y ahora venía el gran momento, para Osman era importante relajar al pequeño dándole masajes aun cuando estaba acostado de cara a la arena, empezó por pasarle la lengua entre los glúteos, escupió saliva constantemente sobre el culito humedeciendo su dedo índice y metiéndolo poco a poco, le hacía bufar al pequeño Joaquincito cuya piel blanca se hacía rojiza de los pujes que daba y la fruncida de ceño que mostraba en esa intensidad, ponía más saliva en el dedo comprobando hasta dónde meter con aguante, las manos tendidas con los brazos estirados a los costados del cuerpo del pequeño hacían que el cuerpo de once años se coloque sobre el cuerpito de cinco años, “¡sé que vas a agaunatar!” “¡vas a ser mío!”, “¡mío!”, “¡así como te entregaste a Edgar Fausto!” “¡ahora entrégate a mí!” “¡soy tu marido!”, “¡tú marido!”, la carita se posaba sobre aquellas manitos de dedos largos, pero el tiempo en tenerlas así sería muy corto pues Osman estaba lamiendo el hoyo anal, aunque, sea verdad, el muchacho de once años le estaba cogiendo con su lengua en tono de gusto y excitación, le gustaba todo aquello; lo estaba disfrutando y más aún cuando, intempestivamente, se inclina y va metiendo en el culo el pene, “¡Cómo te gusta mi pene! “¿Verdad, Joaquincito?” ¡Qué lindo niño eres!” Osman exhala, Joaquincito siente cuanto ahora empieza  la penetración anal y es que así comenzó a meterle el glande en el culo, “¡ah!” “¡sí!” “¡sí!” “¡todo el tronco te va para adentro!” “¡te lo meto bien adentro!” “¡ah!” “¡qué lindo!” exclamaba, entre gemidos y jadeos de placer Osman que se daba el gran banquete sexual sometiendo al hijo del patrón, traba de que sus embestidas en algo gusten al pequeño, su pelvis golpeaba fuertemente contra los glúteos del culo “¡Qué culazo!” “¡Qué culazo!” “¡Qué pedazo de culo!” “¡es mío, sólo mío!”, ¡Es una delicia tu culo, Joaquincito!” el pequeño al sentir dentro de su culo ese pene empezó a gritar de dolor y susto, mientras que Osman le daba unos bombeos alucinantes y deliciosos con el pene dentro de ese culito cuyas paredes del culo se dilataban y se ampliaban, “¡este culito es mío ahora!,  “¡quédate quietecito Joaquincito!” “¡me moría de ganas por ese culo yo también!”, “¡sé que el primero fue Edgar Fausto!” “¡lo dice allí!” “¡sé que fue mientras en la cabaña leía algo escrito que dejó tu hermano Lupercio!”, Osman sacó  el pene de ese culo infantil pero para hacer en un movimiento certero ubicándose detrás y le fue penetrando instantáneamente, “¡Cómo te gusta esto!”, “¡tu culito es maravilloso!” “¿Verdad Joaquincito?”, el nene bufaba como respuesta deseaba que se lo saque porque le dolía, cerraba los ojos sintiendo placer ese muchacho de once años, “¡Es un culazo!” “¡Es un gran culo!” “¡sin duda Joaquincito, tu culito es el mejor culo del mundo!” Joaquincito continuaba boca abajo, el cuerpo de Osman seguía encima del niño bonito hijo de los patrones,  le penetraba más y se pegaba aún más al culito, las siluetas que dibujaba el lugar daban a entender que parecían un solo objeto carnal unido por dos cuerpos desnudos, ese culito de cinco años estaba bien pegado a esa pelvis de once años y así y todo se movían por iniciativa de Osman, así estuvieron unos instantes, hasta que comenzaba a sentir el vaivén de Osman y por cierto a sentir el movimiento de su pene, “¡ah!” “¡sí!” “¡así!” “¡así!” “¡te quiero Joaquincito!”  “¡te quiero mucho!” el brusco roce de la pelvis de Osman sobre ese culo se escuchaba fuertemente y cogida va, cogida viene, se la hacía con intensidad, hizo a un lado su mejilla y empezó a besarle en la boca, “¿Querías más adentro?” le decía pasando la lengua por el  cuello, Joaquincito estaba colorado de tanta embestida, Osman sería para él algo especial en su vida corta ya que el pene de ese muchacho de once años había hecho más furor que el militar que lo penetró con delicadeza la primera vez  estando en ese mismo sitio hace mucho tiempo atrás, “¿quieres más adentro?” insistía Osman con sus preguntas pues sentía la puntita del pene entrando en el culito, “¿eh?”, “¿lo quieres toditito adentro?” le besaba el pelo repitiéndole “¿lo quieres?” “¿eh?” “¿eh?” “¿lo quieres Joaquincito?” el niño no dijo nada, sentía la punta del pene que se deslizaba adentro de su culo, mordía sus labios, apretaba en puño sus manitos sobre la arena húmeda, cerraba intensamente los ojitos, las venas se intensificaban y se mostraban delimitadas en sus sienes de piel blanca muy sedosa al contacto de las manos, le salía saliva de la boca y lágrimas de sus ojos, empezaba a llorar, las embestidas se hacían más intensas, el pene entraba ya, le besaba el cuello a lo loco, “¿quieres mi leche Joaquincito?” “¿quieres?” era intenso el dolor sentía ese pene haciendo molestia en su culito, sentía escozor, de pronto hubo más movimiento de pene en su culito, sintió que entraba todo “¿quieres mi leche?” “¡eres mi mujer!” “¡mi mujer!” “¡te estoy dando por el culo!” “¡no olvides este momento!” “¡nunca lo olvides!” “¡ah!” “¡ah!” “¡toma mi pene!” “¡ah!” empujaba la pelvis hacia el fondo y la alzaba “¡ah!” la dejó abajo, el pene adentro“ ¡toma mi pene!” “¡toma!” le latía el pene saliéndole el semen depositado dentro del culito de Joaquincito “¡toma!” Osman gemía fuerte  mientras el pequeño sentía lo caliente del roce del pene dentro de su culito blanco voluminoso, sacaba el pene de ese culito de niño precioso, allí quedaba acostado Joaquincito inmóvil sobre la húmeda arena de esa agua de manantial de arroyo que caía sobre su suave espalda en la que ahora le daba de besos constantes los labios de Osman, “¡buen chicho!” pasaba las manos por las desnudas costillas viendo la trayectoria de sus dedos “¡buen chico!” repetía esa frase, la misma que escuchaba él luego de ser sodomizado en ese entonces siendo muy pequeño del difunto patrón don Elías, “¡buen chico!” tembloroso estaba Joaquincito, sentía ardor dolor, el agua cubría el pelito sedoso y se escurría por su carita, de igual forma caía en su culito deslizándose por los glúteos cuya separación delimitaba hilillos de sangre, Osman los vio y pasó agua delicadamente por esa zona del cuerpo, trataba de levantarle, “¡ven!” “¡siéntate!” le ayudaba a asentarse con dificultad,  “¡tranquilo!” “¡ya está!” el pene estaba adentro “¡ya está!” bien adentro, le acariciaba el pelo, se sentó en la arena dentro del agua, del culo se iban esos restos de sangre, que rozaban la espalda y parte del coxis, con la mano los diluyó, “¡fuiste muy bueno en jugar!” los dedos de Osman recorrían las mejillas y labios del niño “¡eres el mejor!”, con dificultad aun al caminar el niño se dejaba llevar de manos de Osman saliendo de debajo de la cascada del arroyo, mientras Osman nadaba sin preocupación miraba a un pensativo Joaquincito cuya carita estaba apoyada en rodilla, estaba sentado en la orilla viéndose los pies, Osman miraba ese penecito rozando la arena, estaba flácido, se ladeó para pasarse el dedo por el culo y olérselo, estaba inquieto viéndose un hilillo de sangre, se puso triste, se acercó sentándose junto al niño, “¡tranquilo!” “¡ya te pasa!” “¡tranquilo!”, se acostaron lentamente de perfil sobre la arena, le abrazó acariciándole el culo y la cabeza, “¡mi niño!” “¡mi precioso!”, vieron hacia el sol, era el momento de partir, se montaba en el caballo, vio fijamente la cabaña abandonada, regresó a ver esa cascada en donde de forma definitiva Osman le había roto el culo, la alegría del niño se convirtió en una sensación de pasividad, Osman trataba de animarle pero el niño contestaba lo suficiente, miraba al infinito, los alrededores no le servía de importancia, sólo sentía ese ardor y ese escozor, ese algo indescriptible de molestia interna en su culito, estaba inquieto, tembloroso, se dejaba besar de Osman, al llegar con las frutas y yerbas se sorprendieron al ver un grupo de peones, a su llegada los hombres tomaron al niño, de igual manera a Osman, los estaban esperando, eran los guardaespaldas del patrón Joaquín Valdés, los subieron al auto, el muchacho preguntaba por su madre uno de los guardaespaldas le dijo que estaban a donde ellos van que es a la casona de la estancia, allí eran recibidos por una asustada Otilia, el niño fue llevado a su cuarto, Otilia le dijo a su hijo que los patrones habían sido secuestrados por la guerrilla, se desconocía del paradero, pidió que le haga compañía al niño, que lo saque a distraer pero no salir de los alrededores, en ese momento llegaban dos blindados del ejército con varios hombres, tomaron posesión estratégica del lugar haciendo las respectivas pesquisas junto con los policías del sector rural, el pueblo estaba a la expectativa de los acontecimientos, llegó la noche y aun no se tenía rastro alguno, todos en la estancia estaban con altas expectativas, Otilia era la indicada para atender a la fuerza pública, dispuso a su hijo Osman que le dé las atenciones a Joaquincito, que siempre esté a su lado, al pasar la noche el niño fue llevado a su cuarto infantil a dormir, al entrar el muchacho cerraba la puerta, “¡as{i estaremos seguros aquí!”, Osman le ayudaba a desvestirse quedando el niño completamente desnudo, “¡te ves bien así!” “¡hace calor!”, fue a abrir las ventanas, Joaquincito seguía parado descalzo sobre ese piso entablado, Osman se sentaba en una silla arrimada a un rincón de donde le hacía señas para que el niño se acerque, “¡ven!”, descalzo se acercaba a Osman, “¡siéntate sobre mí!”, “¡así!”, “¡así!” le daba besos en el cuello, las manos plenamente abiertas se deslizaban por los muslos desnudos del hijo del patrón, “¡que suaves y lisas tus piernitas mi amor!”, “¡las tienes bien formaditas!” “¡oh!”, “¡ah!”, gesticulaba al roce de sus manos en ese penecito al que le estiraba y agitaba transformando su flacidez en erección, “¡mira cómo se pone de tieso!”, “¡es una maravilla!” los dos miraban los movimientos de manos en el pene, “¡está tan suave y delicioso que me lo voy probar!” “¡espera!” le hizo poner de pie a Joaquincito llevándole a sentar en el extremo de la cama, allí le abrió de piernas, se arrodilló delante de ese hermoso penecito pasándole delicadamente la lengua, de ese modo la punta se deslizaba por el tronco, apenas le deslizaba el prepucio y la punta de la lengua rozaba la punta del penecito haciéndole suspirar al niño, luego se lo metía completamente en la boca y era allí que suspiraba el pequeño Joaquincito, los labios se deslizaban por el tronco del pene, luego se lo sacaba de la boca mostrándose el pene ensalivado, “¡mira cómo te quedó!” “¿te gusta?” Joaquincito ponía una mirada de complacencia, no podía evitar eso, se resignaba a verse así, estaba sentado aún a piernas abiertas viendo desvestirse a Osman, le miraba de pies a cabeza, de pronto Osman une los pechos y lentamente se acuesta sobre el niño encorvándose en la cama, hace que las pelvis se rocen de nuevo y asimismo los penes, se siente el roce de las pieles, Osman cierra los ojos a vista de Joaquincito, el rostro del muchacho muestra placer, abre los ojos y mira lo que su pelvis hace sobre la del pequeño de cinco años, le sonríe, “¡sé que te gusta lo que hacemos!” “míralos cómo juegan!” alzaba y bajaba la pelvis para que Joaquincito observe cómo el pene erecto venoso lampiño de once años se deslizaba sobre el penecito de cinco años  “¡te gusta nuestro juego!” “¿verdad que sí?”, movía la pelvis en forma circular, haciendo que el pene del nene sienta ese roce, “¡ahora date vuelta!”, lentamente giraba mostrándose lo voluminoso de su culito, “¡ahora serás como lo hicimos hace rato!” se acuesta sobre el hijo de los patrones y empieza a deslizarle el pene en ese culito bonito, la suavidad de la piel hacía de sensación agradable el roce del pene en los glúteos, ya iba punteándole cuando se escucha la reacción de Joaquincito el hijo de los patrones secuestrados:  “¡no!” “¡no!” decía con su carita sobre el colchón “¡sí!”  “¡sí!”  “¡déjame abrirte bien culo!” “¡deja!” “¡deja!” contrastaba respondiendo Osman animado ya con meterle todo el pene en ese culito  “¡quiero sentir tu culo!” “¡ese culito es mío!” “¡mío!”, el pene entraba “¡ya!” exclamó a lo que Joaquincito se ponía incómodo “¡no!”  “¡no!” “¡ya!” “¡no!” “¡me duele!” la cara de Osman se posaba sobre la cabeza de Joaquincito y aojos cerrados exclamaba “¡sh!” “¡silencio!” “¡nos pueden escuchar!” “¡silencio!” “¡déjate!” “¡no te hagas!” “¡te gusta mi pene!” se sintió más adentro el pene “¡no niegues que te gusta vérmelo cuando me lo saco para micciar!” “¡acuérdate Joaquincito de las veces en que lo miras!”, empujaba la pelvis y agarraba con fuerza al niño sin soltarle así como lo estaba penetrando “¡déjate!” “¡déjate!” respiró hondo para decirle “¡no te veré por un tiempo!” “¡quiero que te vayas bien despachado!” la pelvis se movía intensamente cada vez más y más “¡te vas bien cogido!” “¡bien cogido!” “¡bien cogido!” “¡déjate!”, “¡tu culo es mío!” “¡sólo mío!” “¡ah!” “¡ah!” “¡ah!”. Resignado Joaquincito se dejaba penetrar por ese pene erecto de once años, llegó el momento en que se dejaba penetrar ya que un cierto gusto afloraba en esas circunstancias, la metamorfosis en Joaquincito se hacía evidente y la sensación de apego por lo que estaba experimentado en su ano le hizo en parte sentir agrado, su cuerpo se movía al pendiente de lo que el cuerpo de Osman lo hacía, allí quedó por un rato el cuerpo de Osman sobre Joaquincito, el pene iba saliendo de ese culito, vio el cuerpo tendido de ese precioso niño “¡ves!” “¡fue rico!” “¡no vas a negar que no te gustó!” vio complacido que ese culito ya no botaba sangre, aunque pese a que el culito le latía al niño ese pene de Osman le había causado sensación de agrado, “¡anda al baño si quieres!”, Joaquincito se puso en pie y caminó lentamente a su baño, se sentó pujando mientras lo veía a Osman que en la ducha se limpiaba el pene, “¡míralo!” “¡míralo Joaquincito!” “¡estuvo jugando en tu cuevita!” “¡je!” “¡je!” lo agitaba al pene la mirada de Joaquincito fue a dar al piso viéndose sus piecitos descalzos, se acercó al niño y le rozaba la punta del pene en los labios, “¡abre la boca Joaquincito!” “¡chupa!” el nene hizo caso y le pene de Osman entraba en la boquita infantil, fue un corto instante de sexo oral, le acarició las mejillas y viendo al nene a los ojos le dijo “¡eres precioso Joaquincito!” “¡eres el niño más bonito que he visto!” “¡seguramente tus padres te hicieron con mucho amor!” esas palabras de Osman impactaron en la mente del pequeño hijo de los patrones secuestrados; a unos kilómetros de aquel lugar una pareja esperaba amordazada y vendada lo que sería de su suerte de vida, solo escuchaban voces, alguno que otro tono fuerte, se hablaba de ejecución, se decía que podría ser al amanecer, otros decían que ahora mismo, los esposos se apegaban por instinto, Fernanda estaba suplicante por la vida suya y la de su esposo, pedía clemencia por su hijo, estaba muy pequeño y quedaría solo y sin protección de sus padres, hubo un silencio, los levantaron del suelo, les condujeron por un sendero, todo estaba en silencio, sin hablar, de pronto uno de ellos les dijo que se sienten como puedan, instintivamente se movieron arrimándose a un árbol, todo era tinieblas pues las vendas de los ojos no les permitían ver a sus captores, estaban inquietos, sorprendentemente la voz de una mujer decía “¡dense por bien servidos!” se escuchó el rastrillo del seguro de los fusiles  Galil ACE, y el AK-47, uno de ellos apuntaba a la frente de Joaquín Valdez, se escucharon frases fuertes con improperios, el tono de voz de los captores iba en aumento,  Fernanda continuaba con su súplica, los esposos estaban vendados y amarrados, una voz dijo estar lista para la ejecución, hubo un leve silencio luego roto por el llanto y la histeria de Fernanda, su esposo expresaba frases de súplica por la vida de su esposa y la suya propia, los captores reían a carcajadas, la punta del fusil seguía en la frente del terrateniente, de pronto una voz cortó la burla y diatriba, una voz autoritaria hizo su entrada, era la del jefe al que estaban esperando la orden para la ejecución, pese a ser guerrilleros tenían ese espíritu de camaradería y disciplina jerárquica, eran los mismos que habían combatido meses antes cerca de la ramada donde vivían Otilia y Osman, los guerrilleros con deleite esperaban la orden, pero para sorpresa interpretaron el mensaje de señas, Fernanda y Joaquín sintieron sus pies liberados, sólo se escuchaba esa frase “¡por ser la madre de nuestro camarada caído en combate Daniel Eduardo te dejamos libre!”, “¡en nombre de nuestro camarada caído quedan en paz!” se escuchó un silencio roto ahora por el llanto de Fernanda “¡mi hijo!” “¡mi hijo me ha salvado!” “¡mi hijo!” “¡alabado sea!” “¡alabado sea!”, “¡mi hijo adorado!” “¡gracias!” “¡gracias!” rompía en llanto, su esposo escuchaba, hubo tranquilidad, pasaron muchas horas para poder liberarse, a cierta distancia fueron interceptados por una patrulla militar que los llevó a la estancia, dieron los auxilios correspondientes y luego subieron a estar con Joaquincito su hijo amado con el que pasaron acostados toda la noche, al día siguiente Fernanda y Joaquincito viajaban a la capital, el destino lo había querido así y el desenlace de sus vidas estaba en su punto, el agua caía por esa cascada de arroyo, el golpe del agua en las rocas lanzaba esas gotas al aire, se impregnaban en la pared, allí justo en donde Osman dejó su sello de acción de ese día memorable dejando en primera línea:  0 8> <8 J y debajo 8/65.

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Natalia estaba ansiosa esperando a Raúl, debía decirle muchas cosas de lo que había investigado, no estaba segura de cómo empezar pese a que en muchas ocasiones lo había hecho, ahora no, se trataba de alguien que fue especial en su vida, se tronaba los dedos, empezó a llegarle un fuerte sudor, deseaba que lo dicho a futuro no le dañe su porvenir, su vida, ya ha sufrido lo suficiente con haber perdido a sus tres hijos varones, estaba separado de su mujer y vivía ilusionado con aquella mujer con la que soñaba ser feliz, hasta allí todo bien pero ciertos hechos cambiarán su pensar y posiblemente también su modo de ver la vida tras llegar y pasar en esa puerta para que se dé ese momento en que le diga lo que ha investigado, tocan a la puerta, ella de sobresalto se acerca a abrirle, sonríen, se saludan afectuosamente con un beso en la mejilla, lo invita a pasar, luego de cierto diálogo trivial Raúl va al grano, deseaba saber lo investigado por ella, la mujer hace una pausa para tragar saliva, respira hondo y simplemente salen de sus labios nombre y apellido esperados ser escuchados por sus oídos varoniles: Elsa Peñalba, al oír aquello el hombre agacha la cabeza y sus manos se entrelazan con su pelo, el color de su piel cambia por la intensidad de su presión arterial, luego un poco de silencio, y se escucha en el ambiente la identidad de una persona más salida de los labios de Natalia: Rodolfo Buonanote, el hombre de un impulso expresa su extrañeza, el por qué, agita presurosamente sus manos, el cómo, el cuándo, el de que sí, le vino algo de histeria, él realmente estaba contrariado, no atinaba razonamiento, la mujer le describía los acontecimientos, pidió que tome asiento, ya antes había escuchado los nombres de esos dos personajes sin duda, siendo niño le creyeron muerto, desde niño escuchaba esos nombres de las personas a quienes la partera le dieron como custodia, ahora sabía que esa partera fue la que lo sustituye por un niño fallecido recientemente al nacer, el destino quiso que sea así, a fin de cuentas todo el pueblo supo que Elsa Peñalba esposa de Clemente del Olmo fallecía dando a luz, lo que la plebe desconocía es que ese hijo es el fruto de un idilio con el mejor amigo de la pareja, aquel hombre caucásico venido del viejo continente establecido en el país de la canela, aquel hombre de acento característico extranjero varonil y de gran porte principesco, Natalia le tomaba de las manos y le dijo que su hermana era Noelia y a la vez era su cuñada pues le decía al contrariado Raúl que es hermano de Carlos Felipe del Olmo, tamaña odisea, ser hermano de dos esposos, él unía la sangre, Raúl agitaba las manos preguntándole muchas cosas y no atinando en su orden de decirlas, preguntó que de cómo obtuvo la información, ella dijo que fue circunstancial cuando descubrió la relación de Serafín del Olmo con los Arichabala, ese indicio hizo posible atar cabos y formar conjeturas que permitían tener un claro indicio de lo que se proponía al descubrir en esencia esa relación familiar entre los Arichabala en vinculo de sangre con los Del Olmo y los Buonanote, pero sobre todo por la línea de sangre de los Peñalba, las sospechas en Raúl se confirmaban, levantó la cara mirando al techo con significado de ver al infinito, cerró sus ojos su mente estaba transportándole hacia aquellos hechos cuando en su niñez recibía el férreo castigo, pero eso impidió a fortalecer el cariño, la compresión y el modo de aspirar a algo y lo obtuvo en el ejército, lamentaba haber tenido un cariño no correspondido por sus supuestos padres al vivir con ellos, ahora veía el mundo diferente, ella se lo temía al verle el rostro, estaba contrariado, se encontraba triste, le pidió que le contase más detalles, estaba inquieto, quiso saber el nombre de los informantes, ella se lo negaba, no era posible, Raúl se resignó, se retiró encogido de hombros, ella quiso retenerlo contra su voluntad aduciendo que se encontraba mal pero él resignado simplemente sonrió levemente y salió de la casa, caminaba deambulando por esa calle, lo lúgubre le era indiferente, sentirse así sabiéndose ahora quien era, creía lo dicho por Natalia, ambos se conocían bien al decir algo ante la verdad, confiaba en ella y en sus investigaciones, saberse hermano de Serafín era muy sentido, sí, su hermano pretendía a la mujer que le ataría y con cual deseaba formalizar su hogar, saberse hijo de ese par de personajes le significaba cierto apego, pero también angustia ahora que sabe su origen, estaba muy triste y decepcionado, toda una vida sin el apego de un padre y saberse que existió tras el último suspiro de su madre, saberse un hijo apartado de su padre sabiéndose tan cerca de su hermana Noelia cuando visitaba la mansión del Olmo y ser atendido por su cuñado y a la vez su hermano, ironías del destino, fue en dirección a la casa de Flor, era recibido por el pequeño Ítalo Javier con el que habían tenido un gran apego, le abrazó fuerte y lloraba sobre los hombros del niño, Raúl tomaba conciencia de que ese niño había vivido lo mismo que él, se estaba criando sin padre a lo que interiormente se prometió terminar con aquello y darle un adecuado futuro a ese niño, esperó a Flor y para sorpresa de los presentes le pidió matrimonio,  ella un tanto desconcertada no lo esperaba, estaba inquieta, todo era tan rápido para dar una respuesta, de un no sé qué dentro de su alma le salió un repentino “sí” luego fortalecida su lucidez sentencia con un “¡sí quiero!”, encantados los abrazaban, solo uno guardaba sus recelos, era Ramón el padrastro de Flor, aquel hombre a distancia prudente se limitaba a aplaudir disimulando su desconcierto, el secreto de su intimidad con esa mujer que es su hijastra le hacía actuar de esa manera, la hizo suya siendo muy joven, sólo era un secreto entre padrastro e hijastra, no cabe duda que el padrastro veía al hijo de Flor con cierta inquietud, sentía cierto apego, se suponía tal vez ser el padre de ese niño, suponía que tal vez por eso se decidió que Flor fuese a dar a luz a ese niño en las montañas del interior del país de la canela, allí ella conoció a un hombre dejando a su niño en custodia de aquella anciana que luego fue cedido a Margot y a Elías para su crianza tras la muerte de la anciana, así, Ítalo Javier fue entregado después a su verdadera madre la cual hasta ahora no le ha confesado el verdadero nombre de su padre biológico por lo que volvemos a decir que Ramón presume de ser el padre del niño, lo que aquel hombre desconoce que por ese tiempo de mayo y junio de 1956 Flor llamada cariñosamente como la “niña” tenía relaciones sexuales con Squeo el patrón de Ramón el padrastro de Flor y con Jasmani el que fue propietario de la abacería y fue él quien la desvirgó siendo niña, entre ellos está el verdadero padre de Ítalo Javier nacido en diciembre de 1956, para ese entonces el padrastro no daba cara ante la presencia del niño para guardar las apariencias, ahora siempre buscaba alguna similitud con su físico, Flor era recelosa que el niño tuviese cierto apego con su padrastro pero era inevitable pues vivían bajo el mismo techo, por eso seguramente Flor aceptaba casarse con Raúl para evitar esa influencia de su padrastro en su hijo, las cosas se daban así en ese último sábado octubrino de 1965, Ítalo Javier estrenaría un nuevo padre aunque la inquietud por saber su origen en cuanto a la identidad de su padre biológico quedaría con aquel pendiente.

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La carita de Luis casi rozaba el pene de Lastenio, se agitaba mucho el pene brilloso y velludo, Luis no dejaba de ver agitarse y moverse a ese pene mulato por sus brazos y estómago, lo veía recorrer su piel blanca, con voz baja y muy erótica Lastenio le decía a Luis, “¡vamos Luis!”, “¡déjate!”, “¡vamos a jugar como siempre!”, “¡ahora que no hay nadie lo vamos a hacer mejor!”, “¡ya no te va a doler!”, “¡verás que te va a gustar!”, “¡te voy a enseñar muchas más cosas que te van a gustar!”,  “¡tú si quieres!”, “¿verdad?”, Luis resignado asintió y se dejó llevar como siempre de las intenciones sexuales de Lastenio, era por aquel entonces el mes de septiembre de 1929, cuando él tenía sólo casi siete años de vida, era un niño sensible, era el nieto primogénito de Rodolfo Buonanote, hasta ante de nacer Gustavo Adolfo, el pequeño Luis era el engreído, el hijo mayor de Andreina Buonanote y Guillermo Izaguirre, por ese entonces aún vivía su hermano menor Maximiliano, lo que Luis desconocía por ese entonces que ese mulato siendo niño aprendió esas poses y acciones sexuales de René Buonanote, él era su tío, pues era primo de su madre Andreina venidos del Cáucaso huyendo de la primera gran guerra, aquella noche en que Lastenio acariciaba con ternura a Luis nacía a kilómetros de distancia en la estancia Pozzo Buonanote su primo Gustavo Adolfo que sería el tercer hijo de su tía Noelia Buonanote y su tío Gustavo Pozzo Savoia, el padre del niño venido de la bota europea de forma clandestina, había sido el único sobreviviente de su familia, se había escapado del instinto asesino de su tío y de sus matones siendo milagrosamente salvado por un pozo que estaba ubicado en la propiedad de sus padres, de ahí en honor al pozo derivaba su apellido “Pozzo” quién lo heredaría sus descendientes, así se firmaba cuando llegó al país de la canela siendo muy joven, hombre de recio carácter anhelaba un varón y tras haber tenido dos hijas con Noelia se sentía decepcionada hasta la llegada del anhelado varón pero dio cuenta antes de morir que Gustavo Adolfo en realidad no era su hijo sino de Carlos Felipe del Olmo, así se dieron las cosas en aquellas décadas posteriores a la primera gran guerra, esa noche el pequeño Luis sentiría más puntadas dentro de su culito por parte de Lastenio; Luis recordaba su infancia viendo su foto de niño, aquella foto tan atesorada por su padre, la trajo desde la cabaña del monte palomar donde vivía su difunto padre biológico, sonreía viéndose sentado sobre ese caballito en el que se tomaba fotos los niños en el parque del pueblo cercano a la estancia Izaguirre, en su mente se dibujaban las escenas de recuerdos de cómo Lastenio le ponía en posturas sexuales, de cómo sentía encima de su cuerpito el peso del cuerpo del mulato Lastenio, suspiró hondo, eran sus recuerdos íntimos de infancia, recordaba así a su iniciador, fue aquel muchacho, a ese mulato a quien le vio por vez primera un pene erecto cuando caminaban por las orillas del río, su madre Andreina confiaba en los cuidados que el mulato le daba, con él aprendió a atarse los cordones mostrándole orgulloso a su madre de esa habilidad como la de pescar y cazar, fue él quien le enseñó a masturbarse, fue él quien por vez primera le hizo de roces a ambos penes aquella vez en el granero cuando le vio bajarse la ropa y vio que su ropa también se deslizaba por sus piernas fue cuando se abrazaron de la cintura y fueron acostándose en el heno, y desde allí  a escondidas lo hacían sobre todo en sus caminatas por el río, fue él quien le dio el primer beso estando acostado sobre su cuerpo luego de salir del agua acostados sobre la arena, ¡cómo olvidarse del mulato Lastenio nieto de nana Dulce!, Luis respiraba hondo, tenía fijo en su mirada ese retrato de su niñez, se le escapaba un suspiro, pese a todo el mulato Lastenio no fue quien lo desvirgó sino que en realidad fue su tío René, con el tiempo supo que su verdadero padre Aparicio el humilde campesino había visto el momento en el que René desvirgaba a su sobrino el pequeño Luis Izaguirre, poco tiempo después en la cañada fue Aparicio quien asesinó a René, ese crimen quedó impune, para Luis igual da ahora revivirlo, su padre Aparicio ya está muerto y sería desagradable reanudar el caso y verificar ante la justicia que el difunto Aparicio asesinó a René, para Luis ya todo estaba dicho y hecho, sólo le quedaban los recuerdos de aquella iniciación, de pronto sintió una mano por detrás de su espalda haciéndole volver a la realidad, esa mano se deslizaba por el brazo, a la vez que unos labios se posaban sobre el cuello, la mano se deslizaba hasta llegar a la mano que sostenía esa foto, “¡eres tú de niño!” “¿verdad?” Luis sonrió ante la pregunta “¡se te ve muy guapo!” unieron las mejillas viendo las fotos, la nariz del pequeño ya rozaba el cuello, de inmediato el pene se puso erecto, Luis continuaba sentado en el extremo de la cama desnudo contemplando su foto de infancia mientras que Brunito estaba genuflexo detrás de la espalda de Luis rozándole con las rodillas, “¡más guapo eres tú… mi amor!” “¡eres muy lindo!” con una gran pasividad le vio a los ojos para expresarse con seguridad “¡eres muy lindo!”, “¡muy lindo!”, rieron dando roles motores de sus cuerpos desnudos en la cama, el pequeño se sentó sobre el pecho de su protector, la raja del culito sentía la tibieza de la piel velluda pero el inquieto niño no se perturbaba, movía su traserito sobre el pecho de Luis, sus pies descalzos se posaban a un costado de las costillas de su iniciador, lentamente se deslizaba hasta que su penecito ya rozaba la boca de Luis, sintió la saliva al entrar en esa boca el penecito lampiño, con gusto sus pies se estiraban en la cama, lentamente la espalda se recostaba sobre el cuerpo de Luis, el penecito salió de la boca quedando como un mástil delante de la nariz, se notaba brilloso de tanta saliva, estaba relajado, la nariz de Luis ahora rozaba y olía el culo de ese precioso nene, hasta que de repente los labios chupaban la rajita del culo, el nene reía y reía, los deditos de los pies se estiraban, las manitos arrugaban las sábanas en señal de placer mientras los labios de Luis continuaban chupando y chupando la entrada de ese culito, la lengua se deslizaba hasta la entrada del ano abriendo más ese culito haciéndole suspirar con esos movimientos de lengua, el nene continuaba recostado sobre el cuerpo de Luis, estiraba sus piecitos, Luis seguía con ese movimiento de lengua y labios en el culito de Brunito, se movían en la cama, se escuchaban suspiros prolongados, el nene miraba al techo entreabriendo los ojos en señal de placer, su piel subía de temperatura, eso pudo apreciar Luis al deslizar sus manos sobre las caderas y muslos desnudos de aquel precioso niño, le gustaba sentir toda esa suavidad de piel al pasar las manos, se volvía a sienta sobre el pecho de Luis, los labios chupaban frenéticamente ese penecito cada vez más brilloso por la saliva,  al sacarlo de su boca este tronco de pene lampiño rozaba la nariz de su iniciador, quedaba restos de esa saliva en la piel, se volvía a recostar para que le abra el culo y pueda la lengua deslizarse por la rajita sacándole prolongados suspiros, le dio unas palmaditas en la cadera “¡ahora, ya estás listo!”, Luis se puso en pie delante de la cama viéndole acostado a Brunito de cara a la cama sin moverse, contemplaba ese culito de niño precioso voluminoso mientras agitaba el pene, con las manos le tomó de los tobillos deslizándole en la cama, el nene reía al moverse quedando en el extremo de la cama con su cuerpo doblado, el pene de Luis rozaba la entrada del culo abierto de Brunito, “¿quieres que te lo meta?”  “¿sí?” el nene sin esperar a mucho decía “¡sí!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” Luis de un solo impulso ya iba metiéndole el pene “¡ah!” “¡ah!” Bruno Sebastián cerraba los ojos concentrándose en sentir esas embestidas saliendo de sus labios rojizos las exclamaciones “¡sí!”, “¡sí!”, Luis con los ojos cerrados sentía el placer de penetrar ese culito”, ¿te acuerdas de lo que hicimos?” “¿te acuerdas?” “¡recuerda Brunito, yo fui el primero en romperte ese culito!” la pelvis de Luis chocaba en esos glúteos voluminosos, “¡ah!” “¡ah!” “¡si!” “¡si!” “¡recuerdo!” “¡ah!” “¡recuerdo!” “¡recuerdo!” decía pujando el niño precioso, la intensidad del movimiento aumentaba, “¡te voy a preñar!” “¡te voy a preñar!” le decía al niño mientras lo embestía con el pene a ojos cerrados, “¡eres mío!” “¡nunca lo olvides!”, “¡te entregaste a mí!” “¡a mí!”, “¡nunca lo olvides!”, “¡me diste tu culo!” “¡te entregaste a mí!” “¡con amor!” “¡con mucho amor!”, “¡no lo olvides!”, “¡no lo olvides!”,  el pene entraba y salía, entraba y salía, “¡eres mío!” “¡de nadie más!” “¡solo mío!” “¡mío!” “¡mío!” cerraba los ojos concentrándose  en sentir placer mientras lo sodomizaba, “¡eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida!” “¡Brunito!” “¡Brunito!” le besaba seguidamente el cuello y su nariz se perdía en ese suave pelo lacio perfumado de restos aromáticos del jabón con el que se había duchado, de pronto el semen sale del pene alojándose en el interior del culito, Luis desfallece lentamente sobre el cuerpo encorvado de Bruno Sebastián, el pene aún está dentro, se siente la tibieza del semen que poco a poco sale junto con el pene por ese culo bien abierto desflorado, la rigidez del pene erecto va decreciendo, al salir el pene descansa sobre uno de los glúteos dejando rastros de semen en la piel, “¡ha sido hermoso lo que hicimos!” “¿no te parece Brunito?”, el nene asentía “¡sí, Luis!” “¡me gustó!” “¡quiero que siempre me lo hagas así!”, Luis sonrió, “¡mi Brunito!” “¡mi Brunito!” “¡Cuánto te quiero!” “¡cuánto!”, le besaba apasionadamente el cuerpo, “¡todo lo mío siempre será tuyo!” “¡todo!” “¡todo!” “¡mi cuerpo!” “¡mis bienes!” “¡todo!” “¡todo!” al dar la vuelta y mirarse cara a cara el rostro de Bruno Sebastián ya estaba bien iluminado de la impresión, rodeaba sus brazos en aquellos hombros de su iniciador buscando sus labios los de aquel hombre y fundirse en apasionados y muy sentidos besos, el niño se encontraba complacido, la mejor forma de de complacer era besarle, y mucho, apasionadamente, sentidamente, estaba feliz, Luis se lanzó en la cama, “¡ven Brunito!” “¡apoya tu carita en este pecho que tanto amor te dá!” el nene que estaba acuclillado en la cama no tomaba en cuenta el líquido de semen recién salido de su culito y fue a acostarse junto a Luis, se cubrieron con la sábana, abrazados sentían sus cuerpos desnudos, “¡te quiero Bruno!” “¡te amo!”, el niño con cierta mirada sentida de alegría con marcado interés correspondía a decirle “¡ya también te amo Luis!” “¡yo también!”, se vieron sonrientes, unieron las frentes, se besaron con intensidad apasionada, la sabana mostraba el movimiento de Luis acostándose sobre Bruno Sebastián, la sábana definía el movimiento de alzar y bajar las caderas sobre la tela, se notaba como lentamente la sábana se deslizaba sobre la espalda del adulto quedando a la altura del culo velludo, el movimiento de sábana daba lugar a mostrarse los pies alzados ahora de Brunito siendo sostenido de las caderas con las piernas al hombro de Luis que se aferraba a un movimiento de pene que se metía en ese hueco humedecido del culo del niño bonito, “¡siempre te quiero así!” “¡siempre!” “¡eres lo más hermoso!” “¡eres hermoso!”, el nene se dejaba hacer pasivamente, estaba sometido a los placeres de Luis, así pasaban las noches, Luis aún con esa edad tenía una marcada vitalidad sexual para someter a ese precioso niño, cada día aumentaba su apego muto, eran ya una pareja, sin lugar a dudas.

*******

En aquella {época de diciembre de 1965, aquel hombre con habano en la boca tenía una especie de cortina de humo entre su vista y el cablegrama que estaba leyendo, difuso de visión pero contundente de mensaje el papel decía lo bien que su hijo estaba en ese país del norte, con la otra mano sostenía una copa de la misma marca que gustaba a su difunto amo y patrón, con temple seguía releyendo el cablegrama, pensaba en lo lejos que se encontraba su hijo, se enteraba que iría al viejo continente a aquel país de la bota, masticaba con delicadeza el habano, notaba que el tiempo transcurría y que a su hijo lo tendría buen tiempo lejos de él, había permitido el permiso correspondiente para que viaje, para que se actualice en conocimientos, para que tome un rumbo adecuado en su vida, para que se sienta útil, para que pueda valerse sólo, para que sea como él, para que viva en parte lo que él vivió en su tiempo, se recostó en el sillón, aún tenía el habano en su boca, recostado empezó a cavilar, a pensar en su hijo, en lo lejos que estaría ahora mismo viajando a ese lejano país, dejó el habano y se dedicó a beber, pensaba en aquellos tiempos de niñez, de cómo un pan valía mucho para sobrevivir y para obtenerlo, habían ocasiones en que era necesario robar o pelear para conseguirlo, no conoció a su padre, difuso era e recuerdo que tenía de su madre, su vida la pasaba mayormente en la calle, todo lo que sabe y todo lo obtenido era por su mérito propio en calle, recordaba su encuentro con Fulgencio y lo que le costó llegar a convencerlo, eran tiempos difíciles, se criaba con desamor, la competitividad era su necesidad, la astucia era el medio, el engaño y la mentira era su fortaleza de conseguirlo, era perseverante, no daba lugar a negaciones, lo que deseaba lo conseguía a cualquier precio, sea el tiempo necesario para conseguirlo ya así lo obtenía, caso latente la madre de Venancio, la drogó y le hizo el amor so pretexto de una fiesta invitando a su esposo aquel hombre amigo de la infancia al cual traicionó haciéndole el amor con ventaja y alevosía, meses después nacía ese niño al que con el tiempo solo ella sabía su origen, sin saberlo el buen hombre que era su esposo creía en la paternidad de ese niño, tras morir, Squeo fue a verle, la trajo a vivir consigo junto a la hermana del pequeño, Squeo recordaba con gusto en los placeres sexuales vividos con esa pequeña en el yate donde la desfloraba y en donde siempre eran sus encuentros, recordaba la noticia que le dio de su embarazo, de cómo murió en el curetaje de aborto, recordaba lo de aquel hijo que no le permitió nacer por miedo a que la madre de la pequeña le diese problemas, tomó el habano llevando a la boca haciendo cortina de humo, su mente estaba perpleja, sacó la foto de la gaveta, la vio por unos segundos, sonrió, volvió a meterla dentro de unos documentos, ya casi el habano estaba consumido, lo lanzó en el recipiente metálico de basura, allí hizo unos escupitajos, vio que de apoco el fuego iba desapareciendo, sonrió, se recostó en el sillón, estaba pensativo, suspiraba largamente, entrelazó sus dedos rozándolos con sus labios, emitía una risa irónica, chueca, apacible, vio su reloj brillante, tomó el teléfono y sin dudarlo dio una orden, emprendería un viaje que sin lugar a dudas le cambiaría la vida.

FIN DEL DUCENTÉSIMO SEXAGÉSIMO SEXTO EPISODIO

15 Lecturas/23 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Betelgeuse
Etiquetas: anal, hermana, hermano, hermanos, mayor, militar, recuerdos, sexo
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