METAMORFOSIS 270
Macho.
La puerta se abre lentamente mostrándose la luz de luna que con su luz describía ese rostro infantil precioso, estaba próxima la medianoche, aquel niño bonito caminaba portando su pijama usando sandalias propias para dormir, alguien con sigilo lo seguía detrás sin que él diese cuenta de su presencia, ese niño nacido en mayo de 1960 cumplirá el siguiente mes de junio de 1967 sus siete años, sus padres Fernanda y Joaquín estaban ausentes en todo este tiempo por motivo de negocios viajando por el interior, le prometieron a su llegada que le harían una fabulosa fiesta, lo llevarían a la estancia, a festejar con sus amiguitos del lugar, por ahora iba al baño con la necesidad de micciar, iba un poco adormitado, restregándose sus manitos en los ojos y bostezando, el pijama escasamente se agitaba al viento, tras sus movimientos, su caminar era sin prisa mostrando pasividad con calma, a pasos lentos iba entrando en el baño cercano a las literas del dormitorio, el día de mañana habrá un evento deportivo y existía mucha expectativa, él participaría del evento, se le había descubierto capacidades para participar, el clérigo Fermín le apoyaba ganándose la confianza del hijo del terrateniente de la selva del país de la canela, el pequeño niño bonito se arrimaba al urinario con su pecho para deslizarse el elástico del pijama con sus dos manitos de dedos alargados, arqueaba sus cejas y mostraba su rostro lleno de complacencia al hacer el acto de micciar, con sus deditos de la manito sujetaba el algo erecto pene, para su sorpresa junto a él llegaba el clérigo Fermín, ese religioso al que el niño tenía confianza, no paraba de sonreír como era su habitual estado de conducta en el clérigo, de reojo miraba el penecito que continuaba expulsando orina, exclamaba al niño “¡vaya!”, “¡vaya!”, “¡miren a quién tenemos aquí!” “¡a estas horas!”, el pequeño quedó turbado, casi moja las sandalias con un brusco movimiento, el clérigo se arrima al urinario junto y se baja el pijama para micciar, al niño le inquietaba la forma de respirar profundamente en aquel hombre que también exclamaba “¡qué bonito está!” refiriéndose al pene del pequeño que continuaba expulsando orina, estaba ruboroso, con mucha pena y vergüenza se subía el pijama, el clérigo sonreía tras el manto de la noche en aquel lugar, le miró a los ojos viendo el recelo en el rostro, le dijo con tono de seguridad “¡tranquilo pequeño!”, “¡todos los hombres lo tenemos así a tu edad!”, sonrió acariciándole el pelo con el brazo estirado sobre el separador de pared y cerámica del urinario, “¡a medida que vamos creciendo lo que tú tienes ahora cambia o se transforma después!”, para sorpresa Fermín le pregunta con cierto trago de saliva en la garganta motivo de su ansiedad, “¿Quieres verlo?” el niño se sorprende estando desentendido, o haciéndose para disimular, “¿qué cosa?” el clérigo sonríe “¡esto!”, “¡mira!”, se muestra un prominente pene grueso, venoso y depilado en apariencia juvenil cuando en realidad es de edad adulta pero bien conservado, “¡mira!”, “¡es precioso!” , “¿verdad que sí?, el estático niño no atinaba a decir palabra se limitaba a ver a ese tronco erecto de pene que mucho le llamaba la atención, “¡no tengas pena!” “¡mira!” “¡conoce!”, pausadamente miraba a reojo ese pene, tenía recelo de mirarle con amplitud, dejarse ver el pene del clérigo era una señal para el pequeño, “¡ven!”, “¡tenle confianza!” le hizo acuclillar, “¡mírale de cerca!” se mostraba ese pene con el glande al descubierto, estaba venoso, lo agitaba al pene mostrándole a plenitud en donde ciertas gotas se caían al efecto de micciar “¡como que quiere jugar!” le dijo con aire burlesco, la expresión de recelo primaba en su bonito rostro, lentamente de un hombro le toma el clérigo y le hace acuclillar, “¡mira!” “¡conócelo de cerca!” “¡anda!” “¡tócale sin pena!”, “¡vamos, toca!” “¡toca!” el niño estiraba la manito rozando con las puntas de los dedos el tronco del pene del clérigo, “¿ves que suave está?”, “¡sigue tocando!”, “¡sigue tocando!” lo que el clérigo desconocía era que aquel niño bonito ya tenía experiencia en ese tipo de acto, el nene al disimulo mostraba extrañeza, le hizo poner de pie, lo arrimaba al rincón del urinario, “¡ahora déjame ver al tuyo!” rápidamente le desliza el pijama “¡ah!” “¡qué bonito está!” “¡es lindo igual a tu carita!” “¡déjame sentir si está suave!”, “¡verdad!” “¡suavecito!” el dedo se deslizaba en el tronco del penecito haciéndole que se ponga tieso, para su sorpresa el nene vio que el clérigo pasaba la nariz oliendo, luego lamiendo con la lengua, ese penecito estaba rijito sacándole suspiros al niño con ese sexo oral, recordaba lo que le hacía Segismundo y en algunas ocasiones recordaba de ese modo cuando lo hacía con Osman quien terminó por desvirgarle, lo chupaba hasta el cansancio, tuvo conciencia que estaban allí, rápidamente el clérigo le arregla el pijama al niño, la noche de luna mostraba las siluetas caminando por los pasillos centenarios de aquel internado, el niño que iba tomado del hombro del clérigo vio que se desviaban de curso en el camino, “¡vamos a jugar un poco!” “¡no te pasará nada!” “¡ya lo verás!” “¡la pasaremos bien!”, el nene en realidad sabía lo que el esperaba, sintió las dos manos del clérigo sobre sus hombros y el bulto que le rozaba el culito sobre la fina tela del pijama que llevaba puesto, acercó el rostro ala oreja del niño de los labios salía “¡verás que bien lo vamos a pasar!” “¡te va a gustar!”, “¡ya lo creo!”, entraron en la habitación, el niño miraba en parte los alrededores, el ambiente claro-oscuro daba cierta pasividad, estaban solos en la habitación, aprovecha el clérigo para quitarse el pantalón y ponerse cómodo con el calzoncillo y una ligera camisa, el pequeño con mucha atención observaba con detalle cada movimiento que hacía con la ropa, el clérigo le hacía guiños y él sonreía respondiendo con cierto matiz combinado de inocencia y recelo pues sabía que lo que estaban haciendo no era correcto, aun así se dejaba llevar por el momento, se sentaron juntos en el extremo de la cama, la mano pasaba por la pierna vestida “¡eres muy lindo!”, “¡precioso!” le decía para ganarse la confianza, era una perfecta forma de estar cerca para ganarse la confianza en el niño, su rostro pasaba por los brazos para poder sentirlo de cerca y oler su aroma a niño bonito, al sentirle le provocaba excitación y erección, él, continuaba sentado en el extremo de la cama, se imaginaba haberlo visto antes en la alberca con sus piernas blancas y largas, le maravillaba ver ése paquetito que resaltaba en su entrepierna, con los dedos pasaba describiendo esas caderas tan pequeñas, con sus manos pudo sostenerlo con la intención de que deseaba estar más cerca de él, que su piel roce con la suya, así que lo sostuvo de las caderas sentándole sobre la entrepierna, así el pene quedaba debajo de ese culito vestido, por apego empezó a hacer movimientos de cabalgadura, la espalda se acoplaba al pecho del clérigo dándole mimos constantes, luego el clérigo se acuesta en la cama poniendo al niño encima de su cuerpo, se movía únicamente para sentirle el calor de ese precioso cuerpo, así lleva una mano a las piernitas y bracitos suaves y bien cuidados como todo el resto del cuerpito bien cuidado a causa de las atenciones dadas por su mamá, así pudo tocar esa piel de brazos suaves, recorrer con su manos aquellas suaves mejillas, le miraba con ternura ante lo cabizbajo que estaba dando señal de recelo, tiernamente pasaba los dedos por las cejas, mostraba empatía “¡no tengas pena mi niño precioso!” unieron las frentes, “¡te quiero mucho!”, “¡lo sabes!”, “¡eres un niño precioso!”, “¡eres muy especial!”, “¡te quiero!”, “¡te quiero… mucho!”, “¡mucho!” le decía sin dejar de mirarle con ternura, haciendo que las manos se deslicen con sutileza por la espalda hasta recorrer lo voluminoso de ese traserito vestido con esa suave fina tela de pijama de figuras infantiles de la época, “¡te ves bien así!”, le sonrió y le acariciaba el pelo, “¡no tengas pena, verás que bien la vamos a pasar!”, “¡siéntate!”, allí se podía ver los piecitos descalzos bien formaditos con dedos alargados y empeine plano del pequeño sentado sobre la pelvis del acostado clérigo, deslizaba el culito vestido sintiendo el roce ambas telas de pijamas, “¡qué bien te mueves mi niño!” “¡muy bien!”, “¡muy bien!”, le fue inclinando hacia adelante para olerle el culo por la tela del pijama, cerraba los ojos para percibir el olor característico de niño bien cuidado, la carita del pequeño rozaba con las piernas del clérigo, así le deslizó el pijama mostrándose la mitad descubierta de los glúteos, fue en ese momento que la nariz se deslizaba por la rajita del culo de aquel niño sorprendido, sin duda Fermín iba más allá, le desliza de las caderas para tenerle más cerca de su nariz a ese culito, abre los glúteos rozando la nariz, “¡huele rico!”, “¡muy rico!”, lo apretaba a su boca que en parte le chupaba, deslizó un poco más la tela del pijama para ver lo voluminoso del culo mientras el niño seguía encorvado con la cara en las rodillas de Fermín, así era como de esa forma además a los glúteos los apretaba sintiendo la tibieza y suavidad de sus formas, les mordía de manera sutil que le hacía delirar al pequeño, los saboreaba chupando constantemente dejando rastros de saliva en la rajita, estrujaba con los dedos de una manera que le hiciera dar gusto al niño por ese contacto suave y delicado, el semblante del niño era de relajación ahora, para Fermín esa actitud del niño era un avance en lo que se proponía más adelante, el traserito seguía en el rostro del clérigo, “¡date vuelta!” “¡así!” “¡así mi precioso!”, “¡date vuelta!” “¡andá!”, le hizo mover con cuidado haciendo que ahora el pene y el traserito quedaba sobre la cara de Fermín y el pequeño se recueste sobre las piernas, le dio leves movimientos e hizo que el traserito se pusiera a rozar la cara, de esa forma le pasaba la lengua sobre sus muslos, se lo estaba haciendo con sutileza haciéndole delirar y sacándole suspiros, sin lugar a dudas Fermín sabía lo de su arte, lo olía seguidamente, estaba conociendo ese culito por vez primera, ese culito que se lo imaginaba así cuando en ciertas ocasiones le veía al niño nadar en la alberca o cuando se sentaba abierto de piernas con su equipo de educación física imaginándose ese bultito que se formaba en la tela al que ahora rozaba su nariz mostrándose el aroma tan rico y por supuesto tan dulce, el culito estaba siendo aspirado por la boca, su intención ahora era quitarle el pijama, su deseo era verle desnudo, conocerle más así de esa forma, mientras le chupaba el culito recordaba las veces en que se miraban con cordialidad, viendo ese culito puntiagudo como avispa, y ese bultito entallado en la pelvis, se preguntaba en ese entonces cuando tenerlo en sus manos, pues ahora se cumplía su deseo, le hizo deslizar un poco abrazándole dando vueltas por la cama “¡eres precioso!” “¡muy lindo!” “¡lindo!” “¡lindo!” mientras daban vueltas en la cama el clérigo le daba repetidos besos en las mejillas, el niño medio sonriente por el halago vio cómo Fermín con sus manos le deslizaba el pijama, estaba sorprendido el pequeño viéndose parado en la cama con el pijama a los tobillos, vio con recelo al clérigo que era la primera vez en que se exponía desnudo, para calmarle le decía que no pasaba nada raro, le decía que estaba entre varones, “¡es para que juguemos mejor!” “¡está haciendo calor!”, mientras eso manifestaba se iba quitando la ropa, la poca luz sin embrago mostraba ese cuerpo desnudo a plenitud, “¡mira!”, “¡ya está!”, el clérigo deja la ropa y se acerca al niño que seguía en pie sobre la cama, “¡mira!” su mirada atenta estaba en el pene de Fermín y se iba poniendo erecto, “¡ven, acércate!”, le ayuda a sacar la camisa del pijama y al quitársela se notaba la barriga suave, el clérigo aproxima sus labios dándole besos en las tetillas, ombligo y resto del vientre, colocaba los labios en las caderas y lentamente fue bajando hacia dónde estaba el pene, sin duda que Fermín estaba disfrutando cada segundo, por fin veía ese cuerpecito desnudo como lo había soñado así antes en su cuarto manoseándose el pene, así lo soñaba tocándole sus partes íntimas, estaba muy gustoso tocando el pene tan lindo, su cabecita apenas aparecía salida del prepucio humedecido, se veía grande, tenía una ligera erección, sus voluminosos testículos estaban rosados, los labios pasaron hacia esas piernas rellenitas, quería acariciarlas sin contenerse, ¡date la vuelta! Se mostraban esas hermosos glúteos que deseaba desde hace tiempo, eran voluminosas, grandes y gordas, la figura de espalda resaltaba mucho en relación con sus piernas que las besaba, el nene continuaba rígido recibiendo esos besos de Fermín, dio pasa para ver el ese rostro de niño bonito, su piel clara, Fermín estaba tan excitado que besaba con intensidad, ahí estaba él, tan bonito, muy bien cuidado, hizo una pausa para mirarle a la cara y estaba ruborizado aún con extrañeza, estaba con vergüenza, su candidez mostraba ternura, le hace sentar en el extremo de la cama, se sienta a su lado, le abraza al niño, sintió la ternura y se dejó tocar, siguió tocando con caricia, pasa la mano desde su cabeza, pasando por el hombro con cuello, deslizaba los dedos por la espalda y allí en ese instante hizo un rictus, ese culito era tan divino que al pasar el dedo por la rajita se notaba lo húmedo que estaba y vio esos pies bien formados, su rostro infantil mostraba rubor, “¡ahora ven acá!” Fermín había puesto un par de almohadas en la que el pequeño se acostó de cara al colchón, algo mostraba su rostro rojito, al abrir con los dedos esos glúteos y rajita se notaba de ese color, se fue acostando encima del niño, empezó a moverse lentamente, se sintió el deslizamiento del pene entre la rajita del culo, era lo soñado, era lo esperado, se cumplía así aquellos anhelos, aquellas ansias, aquella forma imperiosa de sentirlo, estaba feliz, empujaba el roce de pelvis, le salió un leve gemido por esos labios rozagantes, ese enorme culo recibía la punteada del pene, y así fue que por fin se le cumplía el sueño a Fermín con esa rajita que estaba ahí siendo rozada por el glande de su pene erecto, los vellos rozaban los glúteos, se sentía fabuloso, tan cerca del glande, se sentía la tibieza de aquél agujero, estaba un poco mojado por el sudor y ligeramente rígido, se escucha leves quejidos, era el peso del cuerpo adulto sobre el del niño, bajaba la cara para ver su pene sobre el culo suave, los quejidos seguían, pensó en apartarse de ese niño, “¡voltéate!” así lo hizo, quedando de cara al techo, giró su cara viendo a su lado a Fermín que se acostaba, “¡ven acá!”, le hizo sentar en el pecho velludo que rozaba ese culito suave, le alzó de las caderas poniendo el culo sobre la boca, con leves movimientos su culito estaba sobre la nariz al oler, lo tenía suspendido en la boca, con gran gusto le daba pequeños mordiscos y la lengua pasaba, suavemente empieza a separar sus glúteos y por fin esa lengua pudo saborear esa rajita, olía ese ano con gusto, ajusta su cuerpo contra su cara, le estaba lamiendo por completo el culo y le hacía de nuevo suspirar, roza la piel y va a acariciarlo con la lengua, y mientras le acariciaba las piernas ya el niño estaba estirando las manos para sentirlo haciendo puños en la sábana, él sólo se limitaba a sentir pues continuaba sumiso y se dejaba hacer los tocamientos, ya el clérigo tenía erección, estaba concentrado mayormente en ése culo, lo sentía suyo, lo tenía sometido, estaba sentado desnudo sobre la cara, era tan excitante, estaba en el clímax, lo roza sobre su pene, él literalmente estaba desnudo no solo en el cuerpo sino en las emocionas pues sentía gusto por esos tocamientos a su tierna edad, el culo descubierto tiritaba, con las manos le toma de su cadera y lo guía para hacer movimientos suaves sobre el pene, era tan placentero, sentir el calor de esa rajita sobre el pene, deslizándose, la saliva que le había dejado junto con el líquido preseminal, lo que hacían de sus movimientos toda una grata sensación, lo movía en sentido para delante y para atrás, el niño seguía el movimiento, le toma del cuello y lo recuesta sobre su pecho, le besaba el cuello y le acariciaba la espalda, le chupaba los pezones, le estaba gustando pese su reserva, la erección que tenía en su penecito mostraba que se delataba y que de a poco gustaba lo que el clérigo le hacía, de imprevisto lo acuesta boca abajo sobre las dos almohadas para alzar sus caderas, abría las nalgas para olerlas, y así empezaba a deslizar mi verga entre esa rajita tan deliciosa, la abre para escupirle y podía notar que se empezaba a dilatar, estaba rojiza, sentía el palpitar y contraía, intenta meter un poco la cabeza y empezaron los gemidos por parte de ese niño bonito, de sus labios salieron gemidos con saliva, inmediatamente iba entrando, le habla al oído y lo calmaba, “¡soy tu macho!”, “¡no lo olvides nunca!”, “¡soy tu macho!”, eso siempre les decía a los niños que llevaba a su cuarto, el clérigo seguía deslizando el pene entre los glúteos, entró un poco y “¡oh!”, “¡sorpresa!”, “¡sorpresa!”, su glande no encontró oposición en la entrada del culito de ese niño bonito, en su interior se decía que ese culo estaba roto, sorprendente, a esa edad, ni siete años, el hijo de un hombre prestante, de un terrateniente, cuando se sepa esto, que ese niño fue desvirgado y surge la inquietante pregunta “¿por quién?”, sin embrago lo que estaba gozando era lo primordial, así que supera la sorpresa y ese tibio pene en ese tibio culo, seguía con el vaivén, subiendo y bajando, “¡así!”,“¡así!”,“¡así!” gemía internamente, el gusto iba aumentando, la sensación crecía hasta llenarle ese culo de mucho semen, allí quedó un instante el pene dentro de ese culo, más que placer el niño experimentó sorpresa y vergüenza complementaria, lo último pues quedaba en descubierto su situación comprobado por la penetración del pene, allí quedo exhausto tanto el que recibe como el que da, se acuesta sobre él, así el clérigo deslizando el pene entre ese culo y el semen, mutuamente estaban en silencio, el niño más meditaba lo que acababa de pasar, estaba inquieto, el culo le latía por el sentido de la humedad, le daba un beso en la espalda, y en la mejilla, estaba tan ligero, como flotando en el mar de la tranquilidad, tiempo después, se levantaron, se limpian, el niño está en pie de espaldas a las manos humedecidas con un trapito pasando por el culito recogiendo los restos de semen, luego el clérigo se sentaba en el extremo de la cama, Fermín sostenía el recipiente con agua que lo ponía debajo del pene cuyo glande tenía restos semen, las manitos con trapo pasaban por el tronco del pene, el niño vio la risa con ironía del clérigo, le dio un beso en la frente y le dijo que no le diga a nadie, a cambio le ayudaba en lo que quisiera, el niño tímidamente asintió, se rascaba el culito por la tela del pijama que lo estiraba por húmedo que estaba, su penecito se notaba abultado, típico de lo suave de la tela que mostraba los testículos, sus sandalias bien puestas ayudaban, iba pensativo a paso lento, recordaba lo que había pasado, sentía miedo y vergüenza, lo primero por lo que le hizo aquel clérigo maestro suyo en el aula, y por lo segundo de que ese hombre haya descubierto su intimidad sexual, llegó a recostarse en su cama, se percató que sus compañeritos de habitación dormían plácidamente, de a poco se quedó dormido, a unos cuantos metros de allí Fermín estaba completamente desnudo satisfecho en la cama, su sonrisa reflejaba en el rostro la complacencia, al fin ese cuerpo fue suyo, se reía con ironía pues pensaba que ese culito él lo iba a desvirgar, pero no fue así, se encontró con un “cajón”, se preguntaba que cómo era posible que a tan corta edad ese niño tan mimado y tan cuidado por sus padres ya haya sido desvirgado, y la pregunta más contundente era “¿quién?”, “¿quién?”, agarró una copa de vino, lo tomaba suavemente, se hacía ideas de cómo y dónde posiblemente en esa selva el cuerpo de ese niño fue desvirgado, meditaba pensando que ese rostro tan hermoso le era familiar, que lo había visto seguramente en otro de los tantos tiernos chicos que llevaba a su cuarto, pero éste último le era muy especial, sin dudarlo, para él ha sido y seguramente por mucho tiempo el cuerpo más lindo que ha tocado y sentido sobremanera, el clérigo Fermín, lejos estaba de saber, que desde hace mucho tiempo atrás, siendo profesor de arte, que fue el primer clérigo en recibir a Luis Alfonso medio hermano de padre de este precioso y delicado niño y lo recibió en el internado en aquel mes de febrero de 1953, ahora al igual que su medio hermano le había hecho sexo, se notaba un aire familiar en otro niño que seguramente había tocado sexualmente, se decía para sus adentros, suspiraba y meditaba, ese rostro le era familiar, continuaba suspirando, eran inquietudes que se formaban como ideas en su mente, se tocaba el pene mirándole, le miraba con calma, “¡qué gusto te diste!”, suspiraba, “¡y… seguirás!”, sin duda que ese niño sería el centro de su mayor atención, la belleza en ese rostro de niño le cautivaba, tragaba saliva de solo recordar ese rostro, suspiraba a la vez que bebía en su nombre, ya entreabría los ojos plácidamente, la noche le invitaba a dormir.
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Abril de 1967, se consideraba la fecha del nacimiento de su hijo, su único hijo, posiblemente hubiese cumplido ochenta y ocho años a la fecha, la matrona de los Arichabala había invitado a una reunión familiar, se la veía regia, como a una mujer de sesenta años, todo admiraban su fortaleza y su mando fuerte, sorprendentemente no necesitaba de bastón o cosa alguna para sostenerse, lo hacía aun con su propios medios, para ella y para los invitados en especial era muy importante el pretexto de la reunión para hablar sobre el destino de la venta de sus inversiones a cargo de Squeo, el ahora convertido en su “sucesor” de acuerdo a lo que se comentaba en los corrillos de las empresas y negocios, pero también lo era el conversar en un aparte con su consuegro el doctor Pérez, solo que para complacencia de ella se encontraba a su lado Squeo quien le señalaba con risa irónica la presencia del terrateniente Joaquín Valdés con su esposa la que fue amante del doctor Daniel Pérez, para Matilde conocedora de aquello era de suma ventaja lo que se propone hacer, en un aparte de forma sutil le advierte al doctor Pérez que sabe lo de su relación con Fernanda y la existencia de ese hijo que supuestamente es de Joaquín Valdez, a cambio del silencio pidió le ceda ciertas tierras que aunque no eran cultivables para ella eran de gran significado emocional, el pensativo doctor quedaba atónito con esa actitud de la venerable anciana que recibió como respuesta un giro de espalda acompañado de un silencio con indiferencia, al salir coinciden en encontrarse ese triángulo amoroso, la temblorosa Fernanda trataba de disimular su incomodidad, ver de frente a su hombre amado, mirar a los ojos al padre de sus dos hijos significaba recelo absoluto, más al girar su rostro y ver al hombre al que engaña se hacía todo turbulento, ver esa cordialidad entre ellos, sin saber que era engañado el terrateniente, ver el desparpajo del doctor siendo cordial crecía la risa irónica de la anfitriona que presencia a prudente distancia clavándole la mirada a Fernanda, a cierta distancia se encontraba Daniel Nicolás que al pasar el tiempo se iba convirtiendo en un niño muy apuesto, le incomodaba la presencia de Adrián Daniel el actual protegido de su abuela, el nieto se extrañaba por la actitud de la abuela en este último tiempo con ese niño, los había descubierto en pecado mortal, había decidido pasar mayormente el tiempo en el estudio viviendo en la residencia de su abuelo en la capital, lejos de la influencia Arichabala, sin lugar a dudas había perdido el favor de su abuela y él de su parte había perdido el respeto al ver ese dantesco y repugnante acto sexual en la cama de su abuela, sin embrago, el tiempo transcurría, a él le preocupaba ver a su padre y dejando un fin de semana iba hacia el pueblo de pescadores en donde su padre trabajaba, los encuentros entre padre e hijo eran muy cordiales, más, Agustín siempre tenía ese aire de complacencia ante los mimos de su hijo, no podrá olvidar aquel primer encuentro justo en esa playa donde se encontraban, el palmar daba ventisca fresca agitándoles el pelo lacio, planeaban viajes futuros al interior del país, en cada encuentro veía con satisfacción el crecimiento de su hijo, su felicidad era grande cuando leía las cartas que enviaba Cayetana con su particular ortografía francesa, esa cultura refinada la estaba absorbiendo, Agustín anhelaba ver en algún tiempo futuro a su hija, se imaginaba del porte de su hijo, pasaban abrazados leyendo una y otra vez aquellas líneas en la que brevemente describía la vida en la ciudad luz, ya anhelaba que los días pasen para estar con su verdadero padre a quien le daría un sorpresa que seguro le sentiría bien, sería después de la fiesta de septiembre que ofrecería su abuelo el doctor y ex senador Luis Daniel Pérez.
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Luis estaba acostado en la cama, recién había salido del baño, sólo tenía puesta la bata de salto de baño, aún sentía su humedecido cuerpo y la tranquilidad que le ocasiona el bañarse con relajación, estaba atento a la invitación que se le había hecho por parte de su padrastro Luis Daniel Pérez en la que le informaba lo importante de su presencia en su estancia el próximo mes de septiembre de 1967, sonreía irónicamente, faltaban cinco meses para el evento, siempre se caracterizaba el doctor de ser previsor ante los futuros acontecimientos, para Luis mientras vivió en aquella estancia el doctor no fue un padrastro ideal y con su madre tuvo muchos altibajos emocionales, en fin, iría allá, las oportunidades de negocio primaban, sobre todo expandirse en el mercado de pesca y de mariscos, era una idea atrayente, de seguro su padrastro deseaba que aporte económicamente, ya sobre ese acto había escuchado de sus amigos y colaboradores que le orientaban a sacar provecho, más si de la mano estaba de su padrastro, además a su lado tenía unos documentos recién elaborados, no dio cuenta de la presencia de aquel precioso niño nacido el 9 de marzo de 1955, que para el ahora entonces abril de 1967 ya había cumplido doce años, se le veía desarrollado, sus piernas rellenitas, sus glúteos voluminosos y su pene abultado que es lo que se notaba de ese calzoncillo que tenía puesto aquella preciosura de ser, estaba descalzo, por eso al caminar Luis no se daba por enterado, los pies de dedos alargados de aquel precioso niño eran parecidos a los de su difunta madre pero irónicamente eran distintos a los de su supuesto padre, caminaba con sigilo, vio por un instante las piernas velludas estiradas de Luis Izaguirre, vio que frotaba lentamente los pies, lentamente se acercaba, de pronto se quedó a medio camino de la cama adonde estaba Luis acostado, se arrimó a la pared junto a una amplia columna, fue en ese momento en que metía sus manos dentro del calzoncillo que llevaba puesto manoseándose el pene por dentro de la tela y fue cuando Luis bajó de su cara el documento, allí lo vio a Bruno Sebastián que le brindaba una angelical sonrisa, no había perdido su belleza de niño precioso, Luis le correspondía a más de ver con atención esa señal insinuante que era el de meterse las manos a sobrase los testículos y tronco de pene para sacarlos de la tela y llevarse las manos a oler ese sudor y resto de orina a la nariz sus deditos alargados en parte cubrían su rostro, se notaba lo bien cortadas que estaban sus uñas, Luis le había inculcado el aseo personal yendo más allá del fetichismo, la vanidad y el de tratar de resaltar sobre sus amiguitos del internado y de la vecindad, Brunito bajaba los deditos, estaba atento a Luis acostado en esa cama, no dejaba de sonreír, se iba acercando lentamente, sólo llevaba puesto el short en el que se le veía el pene erecto mostrándose su figura atrapada en la tela, Luis le hizo señales con la mano para que se acerque, lentamente se puso de rodillas junto al borde de la cama, posaba lentamente su carita sobre el salto de baño de su iniciador en los placeres carnales, se le había entregado a él, sólo a él le dio la virginidad,, allí estaba oliendo la tela pasando frotes de nariz, mientras sentía en su pelo el pasar de las manos de su benefactor tratando de relajarse, levanta la cara, pone el mentón sobre el pene vestido, le mira, le sonríe, de pronto sus manitos desatan el nudo de ese salto de baño, se abre para mostrarse ese pene erecto, allí quedaba descubierto el cuerpo de Luis, lleno de sonrisa Brunito voluntariamente posa su carita sobre el pene, pasa deslizando su nariz sobre el tronco del pene, huele constantemente, los deditos alargados eran vistos por Luis que se manoseaban el penecito que ya tenía pelusita en la piel, luego tomaba con sus manitas ese tronco de pene de su iniciador llevándoselo a rozar los labios, Luis se puso rígido haciendo a un lado los documentos ocupando sus manos en acariciar el pelo del niño que seguía ahora lamiendo el glande, de pronto se mete el pene en la boca, chupándole constantemente haciéndole sentir agrado a su protector como a él le gusta, le da palmaditas en la espalda diciéndole que se acueste encima de su cuerpo, así lo hizo, el pene de Brunito rozaba el pene de Luis, alzaba y bajaba las caderas haciendo el roce de pelvis mientras eso sucedía Luis y Bruno Sebastián se devana besos apasionados con lengua como a él le había enseñado entre otras cosas, manoseaba el culo del niño, “¡está suavecito!” los dos sonreían uniendo as frentes, “¡me gusta mucho tu culo!” “¡es mío!” “¡sólo mío!” le decía al niño con orgullo y sentido de pertenencia, estaban felices, ahora las manos sobaban los hombros y antebrazos, “¡me gustas mucho, Brunito!” viéndole fijamente al rostro del pequeño exclamaba “¡eres muy lindo!”, “¡muy lindo!” sonreían viéndose fijamente a los ojos, “¡vas creciendo y te vas haciendo más precioso!” le abrazaba con intensidad besándole las mejillas, las manos rozaban los glúteos haciéndole delirar al pequeño que tenía unido la pelvis, le daba palmadas a los glúteos exclamando “¡esto es mío!” “¡sólo mío!” Bruno Sebastián sonreía viendo ahora a ese pantalón colgado en la pared, allí dentro de los bolsillos había algo que le interesaba a ahora sobremanera, de pronto su mirada se centraba en los movimientos de manos de Luis insinuándole que se diera vuelta, puso el culo delante del rostro de Luis quien le abrió pasándole la nariz “¡huele perfumado!” sonrió dándole unas palmadas a los glúteos, “¡travieso!” “¡travieso!” en verdad se había preparado para la ocasión, viene desde la habitación totalmente perfumado, así daba mucho gusto para Luis chupar ese precioso culito voluminoso, lo hacía intensamente haciendo que el niño levantase la cara en señal de placer estando con sus manos agarrado al pene erecto al que se disponía a lamer y a chupar, la lengua de Luis pasaba humedeciendo los testículos y allí se notaba laos pelitos del niño precoz, los lamía intensamente, el perfume que se había colocado en el culo y los testículos le excitaban más a Luis, aunque se notaba las diferencias entre las edades el sentimiento del deseo era mutuo, no menguaba, así apenas alzaba el culito cuando el dedo humedecido de Luis entraba en el hoyito lleno de saliva, Brunito por su parte le hacía masturbar el pene, Luis y Brunito en armónico movimiento chupaban y lamían la punta del pene, Brunito seguía acostado encima de Luis, de reojo alzaba la mirada viendo el pantalón suspendido en la pared, “¡ven!” “¡siéntate!”, obediente Brunito se sentaba sobre el pene erecto de Luis moviéndose en círculos sobre la pelvis como si fuese mujer de algarrobal, gustaba de hacerle así para sentirse bien, lentamente se apoyaba con sus manitos de dedos alargados sobre la pierna de Luis, el pene erecto iba entrando poco a poco mientras cabalgaba, arriba y abajo eran los movimientos, de arriba abajo, de abajo a arriba, las manos de Luis hacían el recorrido por los muslos de Brunito, estaba extasiado, lo tenía prendido al pequeño de doce años por ese culito hermoso, vibrante, acogedor, empalagoso, ese culito de niño precioso daba para más, claro que daba para más, así lo sentía y pensaba su iniciador que se movía fuertemente haciéndole vibrar en un contenido suspiro expulsado de tanta penetración profunda, la cama vibraba por los movimientos, estaban asolas, siempre a solas para amarse, ese fin de semana lo pasarían de lo mejor, le había prometido llevarle a la playa a visitar los negocios de su padrastro con la idea de invertir en los próximos meses, los pujes y movimientos eran constantes, le daba pene por el culo hasta cansarle, así lentamente se apartaba quedando acostado junto a su iniciador, la manito de dedos alargado le pasaba por la mejilla, los cabellos se unían, su carita descansaba en el colchón, le miraba al rostro sonriente, “¿te gustó mi niño que te cogiese así?” el niño sonriente asentía con gusto, “¿quieres más?” “¡mira que aún no termino!” el nene reía, estaba sintiendo el culito latiendo aún de tanto pene recibido, “¡te haré como a ti te gusta!” “¡ven!” “¡acuéstate!” Luis se puso en rodillas sobre el colchón, mientras que Brunito acostado en la cama se abría de piernas, las manos de Luis colocaban firmemente aquellas piernas y lo hacía además muy delicadamente en sus hombros, “¡te voy a coger como cuando te desvirgué!” “¡así, con amor!, “¡con mucho amor!”, “¿te acuerdas Brunito?” el nene asentía sonriente sabiendo lo que le esperaba, sentir placer, sentir que ese pene se metía en el culito, sentir el pecho inclinado de Luis cerca de sí, sentir ese movimiento de cadera a la vez que era penetrado con firmeza, estaba sentido, estaba deseoso, recordaba el momento de haber sido desvirgado con esa postura, era una marca en su mente y en su piel, esa marca de metamorfosis hecha por Luis en él, su niño preciso como le decía, los intensos embates daban para tener un cuadro de éxtasis y placer, Luis sabía cómo dominar la situación y la voluntad de aquel precioso niño, de pronto siente ese líquido seminal dentro de su culo que desliza en sus entrañas, el latir del pene era poco perceptible, sentía ardor pese al haber cogido en muchas ocasiones, es que el pene de Luis tan grueso y firme de longitud marcaban diferencia de ese pene con los demás, del culo salía semen, se había cumplido el deseo mutuo de cogerse, ahora presuroso el niño entraba al baño, se escuchaba de afuera el grifo con agua, unas breves exclamaciones como de pujidos, acostado en su cama Luis pensaba que dentro del baño Brunito estaba defecando y sacando el semen en base a pujes prolongados, con gusto de lo hecho se tocaba el humedecido pene flácido con restos de semen, su pene había penetrado el perfumado culito preparado para la ocasión, cuando el niño salió del baño Luis estaba sentado en el extremo de la cama, tenía en sus manos aquellos documentos por analizar, Brunito se sentó a su lado y con la mirada guiada ene l pantalón insinuante suspiraba, Luis sonrió haciendo gestos al niño que le alcance el pantalón, muy sonriente se lo entrega, del bolsillo saca varios billetes de baja denominación, Brunito esperaba más, así, poco complaciente el pequeño los recibe, sale de la habitación no muy entusiasmado, esperaba más, tenía formado un conflicto emocional, mira el reloj con su correspondiente hora, se apresura a vestirse y arreglarse, contrariado no le informa a Luis de su salida, precisaba llegar, seguramente ya lo estaba esperando, corría por esas calles empedradas, jadeaba constantemente, no se equivocaba, allí estaba esa figura arrimada a un poste, de lejos se veía el cigarrillo encendido a medio consumo, se formaba una cortina de humo cubriéndole el rostro, la poca luz del sector hacía poco visible el encuentro de esos rostros figurados en la noche de aquel abril de 1967, sin perder tiempo Brunito saca de su bolsillo los billetes de baja denominación y se los entrega, al ver detenidamente los billetes aquel personaje de incógnito reacciona colérico dándole una bofetada al niño, es que deseaba más que eso, vinieron las amenazas, pero reacciona calmándose de inmediato, así como le agitaba los hombros en señal de reclamo ahora lo abrazaba llevándole hacia lo tupido de la maleza de aquel parque capitalino, se besaban apasionadamente las lágrimas del niño se juntaban en las mejillas de aquel hombre de edad mayor a la de Brunito, fogosamente se besaban, se manoseaban, Brunito correspondía a los besos y las caricias, y además rodeaba con sus brazos el cuello de aquel personaje continuando con los besos con lengua, le dijo que había esperado por mucho tiempo por ese momento de estar juntos otra vez, de esa forma le convenció al niño a que se baje el pantalón corto y asimismo el calzoncillo interior que llevaba puesto, le abrazó al pequeño por detrás una vez que pene y culo estaban al descubierto, lentamente le encorvó y le iba metiendo el pene por el culo hasta llegar al fondo, así sujeto le daba pene hasta que quiso, el niño se dejaba tratando de ver en lo posible hacia adelante a ver si alguien llegaba y alertar por si acaso, el hombre estaba concentrado en darle gusto al penetrar, las bolas del pene chocaban los glúteos, rápidamente se sentó para que Brunito le chupe el pene diciéndole que pruebe de su culo, sonrió y sin reparos se metió a la boca ese pene que antes había estado dentro de su culo, las lamidas y las chupadas dieron efecto en el pene de aquel hombre que de inmediato Brunito sintió el semen que se impactaba en su rostro angelical de niño precioso, el semen escurría por esos labios sensuales bien definidos que hacía de su rostro una preciosura de niño, el hombre con cierta tranquilidad valoraba la acción del pequeño, de su bolsillo salió un pañuelo que le pasó por el rostro del pequeño, prolijamente le limpiaba el rostro, mientras se subía la ropa, era el momento de partir antes de ser vistos por el lugar, aquel hombre dejó en el suelo el pañuelo, no era necesario llevarlo a fin de cuentas que tenía semen y ese olor trasciende con el tiempo, caminaron llevando abrazado a Brunito, ahora con buenas palabras le decía que consiga más plata, que la de ahora no le alcanzaba a pagar aquellas deudas contraídas, sutilmente le recordaba la amenaza de que si incumple con el trato haría publica su relación con Luis, mandaría fotos y demás evidencias a la prensa, la noticia sería sensacional y ello no quería Brunito, le prometió traer más dentro de un mes, pero el porfiado hombre le dijo que no más de quince días aquí en este lugar lo esperaba para recibir el dinero que traiga, caminaron pausadamente abrazados atravesando calles, no dieron cuenta que una figura los miraba, se paró junto al pañuelo que estaba allí expuesto, lo tomó con delicadeza, vio el encaje de obsequio muy familiar, olió un poco a la vez que siguió mirándoles a distancia prudente hasta que se perdieron por esa alameda, quiso desfogar su rabia haciendo puño pero se contuvo al palpar que estaba humedecido de semen, sonrió irónicamente llevando colgado de la mano aquel calzoncillo que es la evidencia del sexo hecho hace poco, vio ese objeto y sonriendo pensaba que se verían muy pronto, de esa forma, aquel hombre se apartó del lugar en sentido contrario en los que iban los amantes.
FIN DEL DUCENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO EPISODIO



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