METAMORFOSIS 273
Hojarasca.
El clima en la ciudad luz durante el mes de febrero es generalmente frío y bastante húmedo, ya que se encuentra en pleno invierno, las temperaturas suelen estar entre los cero grados centígrados y ocho grados centígrados, la temperatura máxima en febrero rondaba por esa época los dos a siete centígrados, se incluyen por debajo en las noches más frías, ese día estaba nublado o lluviosos, y se podía apreciar leves precipitaciones relativamente frecuentes, se aprecia que la nieve es poco común, pero no es imposible en algunas ocasiones en partes montañosas lejanas a la ciudad luz, ese tipo de clima experimentaba Fernanda en su caminar con su hijo Mateo Fulgencio por esas calles empedradas, madre e hijo llevaban ropa de abrigo, incluyendo un buen abrigo, bufanda, guantes y un sombrero, ya que el viento hacía estragos con la sensación térmica mucho más fría de lo acostumbrado en febrero de ese año de 1968, pasaron por el parque convenido y entraron a una cafetería, allí un hombre se puso en pie, irradiaba de felicidad de sólo verles, Fernanda se extrañó de no ver a Corina, se dieron un beso en ambas mejillas y se sentaron a comer y beber, miraban las manitos del niño de casi diez años cumplidos tomaba con gusto el recipiente que contenía chocolate, el empaque de chocolate tenía la insignia de su país de nacimiento, mientras que los adultos tomaban café del país de la canela, “¡qué bueno que están aquí!” expresaba algo triste, el niño miraba su recipiente, sus manitas blancas eran muy parecidas a la del doctor, Fernanda discretamente le tomaba de las manos al descendiente de italianos, para el niño esa costumbre es normal pues creía que ese doctor al quien periódicamente se hacía revisar era amigo de su madre, lejos estaba de pensar que aquel hombre fuese su padre, desde muy niño tenía eso presente, los adultos se cuidaban de guardar las apariencias, Fernanda había logrado convencer a su esposo para que el doctor Cota Berlingieri sea el médico de cabecera de los niños, el doctor miraba con orgullo a ese niño que se iba convirtiendo en un joven apuesto, le miraba con detenimiento aquel brilloso pelo bien cuidado, aquel fijo perfil del rostro lo cual se asemejaba mucho y se parecía más al crecer, el médico sabía que aquel niño de piel muy blanca era el más aplicado de la clase y ya mejoraba su acento galo, en silencio el médico gozaba y se sentía bien contando con su presencia, el auto esperaba para llevarles a su consultorio de la ciudad, allí era auscultado el niño por la enfermera que lo preparaba, en ese tiempo Fernanda le pregunta por su estado emocional, tristemente le decía que era necesario regresar al país de la canela, lo haría en los próximos semanas en compañía de su madre Corina, no precisaba el tiempo de estadía, lamentaba no poder estar en abril de ese año de 1968 en el que su hijo Mateo cumpla los diez años de vida, la mujer le dio un beso en la mejilla sin que Mateo lo notase pues a{un se encontraba entretenido con la enfermera haciéndole el triaje, aquella mujer lo atendía desde la primera visita, pasaron momentos juntos, con mucha alegría escuchaban del niño su deseo de ser doctor, se ponía el estetoscopio y socarronamente se ponía la toga, el niño se sorprendía de ver llorar a su madre, estaba muy emocionada viéndole, el doctor Cota Berlingieri era el más emocionado de ver que algún día su hijo amado sea un profesional de la medicina, instintivamente los adultos se tomaron de la mano, fueron a abrazarle al niño, en ese instante la enfermera los mira con detenimiento y alegría, va a atender al llamado de la puerta, se trataba de un cliente desesperado por el alumbramiento de su esposa, pedía que lo acompañase, con cierta duda el médico toma su bolso y lo sigue, al despedirse del niño le dice con mucha ternura que estaba muy orgulloso de él, tiempo después madre e hijo caminan por las humedecidas calles de la ciudad luz, vieron cercana una turba de estudiantes que iban al ayuntamiento, tiempo después comprenderían el mensaje que esos intrépidos jóvenes en alza darían conocer al mundo.
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Se podía ver el sonido de la marcha en algunos grados de estudio, los niños deambulaban por el lugar, a lo lejos se veía otro grupo de niños jugando cerca de la alberca, a su alrededor quedaban los baños, los más modernos estaban cerca y a un par de centenar de metros se encontraban los baños con los que se iniciaron la construcción de aquel internado en 1888, estaban próximos a cumplir el ochenta aniversario, en marzo de 1968, los estudiantes de todas las edades se preparaban para tal acontecimiento, en esos baños antiguos rodeados en parte por una crecida maleza hacía que pocos niños y adolescentes deambulaban por allí, además por la presencia de un cerco de alambre de púas con madera les dificultaba el paso, por ello había poca vigilancia de los clérigos creyendo que el lugar era cerrado e inexpugnable, más aún que aquellos baños ya estaban dados de baja por su tiempo de funcionalidad expirada, pero un adolescente con un niño lograban pasar de incógnito corriendo presurosamente hacia ese lugar, corrieron y se escondieron en los alrededores, seguros de no ser vistos entraron presurosos a una de aquellos antiguos cubículos de baño de ese internado, el estudiante adolescente le hacía gestos de que se saque las sandalias y se baje el short mientras miraba hacia afuera, al dar vuelta vio que el nene se había bajado la ropa, sonrió, “¡buen chico!” le dijo satisfecho, aún respiraba aceleradamente tras la carrera que hizo hacia ese lugar llevando de la mano al pequeño, volvió a ver hacia afuera, esperó con su mirada viendo a los exteriores, pensó que era la hora, se inclinaba para sacarse los tenis y los calcetines, le miró sonriente “¡verás que nos divertiremos de los lindo!”, bajó el short dejándose ver el pene descubierto, no esperaba a más, “¡te voy a disfrutar!”, “¡vamos a jugar delicioso!”, volvió a ver por la hendija al exterior, regresa a verle al nene “¡ven!” “¡acércate!” “¡ven!” en ese estrecho lugar el nene se da modos de acercarse, “¡déjame sacarte los tenis y calcetines!” le sentó sobre el frío bloque que le hacía de improvisado inodoro antiguo, se pudo ver en un rincón las sandalias, los calcetines y el short, así quedaba a medio desnudarse ese pequeño, “¡alza los brazos!” así de a poco le iba deslizando la remera deportiva que llevaba puesta, la lanzaba a donde estaba el resto de ropa, el nene quedó parado desnudo completamente, el adolescente se acuclilla tomándole de las costillas haciendo que sus labios chupen las tetillas del nene, “¡que rico que estás!”, el adolescente de casi catorce años tenía erecto el pene, “¡así me gusta tenerte mi cielo!”, las manos recorrían la espalda sutilmente haciéndole suspirar, “¡eres bonito!”, “¡muy bonito!” “¡mi tesoro!”, lentamente a punta de besos iba bajando hacia donde estaba el penecito, con la boca lo chupaba y le hacía que se ponga tieso, “¡mira qué bonito lo tienes!” “¡es lindo!” “¡todo para mí!” seguía mamando y chupándole “¡qué rico caramelo!” lo vio brilloso “¡se ve lindo, mi amor!” “¡míratelo!”, es precioso, inclinaba su cuerpo poniendo a rozar su culo contra el penecito del niño, “¡te tibieza!”, “¡que porte!” “¡me gusta tu pene mi amor!” “¡me gusta!”, el adolescente daba círculos repetidos con su culo en el penecito y la pelvis lampiña del nene, “¡así!” “¡así!” “¡cógeme mi pequeño!” “¡mi culo es tuyo ahora!” “¡cógeme!” “¡cógeme!” le decía con insistencia, el nene sonreía sujetándose de las caderas del adolescente, abría la boca sonriente y hacía con los ojos cerrados gestos de gusto dibujados en el rostro, al pequeño ese movimiento y esa postura sin duda que le gustaba, “¡cógeme!” “¡cógeme!”, se movía y se movía en círculos y adelante atrás, adelante atrás, se detuvo, “¡bien, ahora que probaste!” “¡ahora me toca!”, “¡ven!”, le sentó en ese inodoro improvisado de larga data, sintió lo frío en sus muslos y posaderas, le acercó el pene a los labios “¡vamos, ahora chúpamelo!” el pene se agitaba cerca del rostro hasta que le rozaba las mejillas, así de poco el glande rozaba y despacio le hacía tragar su virilidad a ese nene de menor edad, el adolescente estaba en pie, un poco inclinado de la cadera, tenía los ojos cerrados, a la vez que con sus manos acariciaba la cabeza del pelo sedoso castaño claro del niño que seguía sentado en el inodoro con parte del pene metido en la boca moviéndose hacia adelante y hacia atrás, sacando y metiéndolo en la boca, sacando y metiéndole, se notaba su edad cerca de unos seis años debido a que sus pies descalzos quedaban al aire, se sostenía con sus manitos de suave piel blanca en el borde del extremo del inodoro, y se podía ver en sus ojitos cerrados, mientras recibía aquél trozo de carne sexual con absoluta ansiedad del adolescente, se notaba un alargado pene, con glande grueso y tronco venoso que se deslizaba por esa boca, tenía muy tupidos los vellos púbicos lacios, que delimitaban su pelvis haciéndola más atractiva a la vista de ese pequeño travieso, al sacarlo de la boca ya podía ver el glande brilloso a plenitud y se podía notar su brillo por efecto de la saliva, voluntariamente miraba a la cara del adolecente y dejaba abrir su boca para meterse parte del glande hacia adentro, “¡cada vez que te lo meto siento te gusta más!”, “¿verdad que sí?” le acariciaba el pelo mientras el niño chupaba el glande asintiendo por ratos, el pequeño travieso cerraba los ojos para sentir más ese deslizamiento del tronco del pene en sus labios, hizo un alto para ver por la hendija hacia el alrededor, nadie a la vista, baja la mirada y ve su pene ensalivado, le mira al pequeño, “¡ahora dame tu culo!” pone una tapa de madera sobre el inodoro y así voluntariamente el niño da vuelta poniéndose de pecho sobre esa madera, su encorvado cuerpito muestra ese culito relleno de carne con piel suave que las manos de ese muchacho empieza a sobar exclamando “¡qué rico culito!” “¡precioso!”, “¡precioso!” los pies descalzos quedan rozando entre el aire y sobre esas hojas secas del piso, su pelo rozaba en parte con las telarañas del rincón donde se encorvaba más, sus manitos quedan suspendidas al viento, así quedaba esperando el roce de uno de los dedos gordos del pie que se deslizaban entre la rajita del culo de ese niño precioso, el dedo entraba apenas por ese culito rasgando el ano, y ya para ese entonces el nene empezaba a gemir sintiendo las punteadas de ese dedo gordo del pie del muchacho, el dedo gordo ahora se deslizaba más rápido entre la raja, se podía sentir la tibieza del culo en ese dedo, lo metía lo más que se podía, el adolescente jadeaba, con lento vaivén, “¡ahora le toca a tu amiguito!” al escuchar eso el nene se puso tenso, siente golpes del erecto pene en sus glúteos, luego un roce entre la raja del culito, una mano se ubica sobre la espalda del pequeño, “¡aguanta!” “¡ahí te va!” el niño empezó a pujar, el pene iba entrando, “¡ah!”, “¡qué rico!” “¡qué rico!” mordía los labios y gemía, “¡ah!”, “¡te voy cogiendo!”, “¡te voy cogiendo!”, cerraba los ojos inspirado en ese sentir, “¡eres mi mujer!”, “¡mi mujer!”, las caderas se movían más y más “¡te lo clavo!”, “¡te lo clavo!”, casi le vino el gustito por eyacular pero se contuvo, ese acto le hizo latir la parte que conecta su pene con el culo del muchacho, los dedos del niño se aferraban a la tabla, “¡está más abiertito desde la última vez!”, deja el pene latiendo sobre el glúteo, se notaba los restos de líquido preseminal dejado como rastro en la piel de ese glúteo, le besaba la espalda y el cuello deteniéndose a besar intensamente el pelo sedoso y con buen olor a sudor de niño mezclado con el perfume puesto por su madre, el nene sintió ligero su cuerpo a la vez que alivio pues el cuerpo del adolescente se apartaba yendo a ver por la hendija, “¡ven!”, “¡siéntate ahora!” los muslos y el culito sentían la mampostería de ese improvisada letrina antigua, pasaba una mano por el pelito de corte cadete que un par de días atrás se había cortado, le acaricia el rostro, “¡eres muy guapo!”, “¡me imagino que te das cuenta cuando te miras al espejo!”, le siguió acariciando el rostro, “¡tienes una boca y unos labios muy lindos!”, pasaba ahora el dedo índice por sus labios, “¡mira!”, el muchacho estaba en pie con el pene se agitaba en las mejillas del niño que seguía sentado “¡vamos, tócalo!”, “¡abre la boca!” el glande iba rozando esos labios deliciosos, el muchacho guiaba aquellos movimientos de pene, la mano tomaba el pelo del nene y así llevaba toda su erección al final de la garganta, por instantes hacía un rictus en su rostro cuando el glande entraba hacia lo más profundo, mientras lo ahogaban con tal trozo viril, pero era imposible, los sonidos de la succión llenaban el aire, el muchacho se aprovecha del momento y así comienza a embestir la boquita de aquél niño bonito, se escuchaban los sonidos succión en la penetración oral no quería dejar de ver su tronco de pene ensalivado que entraba y salía, le vino de nuevo ese frenesí de ir a ver a la hendija de esa puerta, esos movimientos de cadera y pena sumado al roce de las manitos del niño sujetándose de la cadera del muchacho y así en efecto esas manitos suaves lo hacía sentir caliente y hacía que su cuerpo se estremezca, el movimiento de culo del muchacho se tensaban y relajaban en cada movimiento, tiempo después el precioso nene posaba sus manitos en el culo del muchacho, lo hacía para sujetarse poder meterse el pene de lo mejor, “¡así!”, “¡así!”, “¡me gusta!”, “¡me gusta!”, lo sentía en cada desliz pausado de ese trozo de pena y sin abrir los ojos sentía que el tronco del pene a medias se introducía en su boquita. El muchacho sacaba casi en su totalidad su virilidad y antes de sacar el glande, volvía a meter dentro de la boquita de ese niño bonito que trataba de no ahogarse en ese movimiento de pelvis y pene que estaban haciendo, “¡así”, “¡traga!”, “¡traga!”, ahora el pequeño se arrimaba un poco a la pared, cubriéndose de telarañas en parte de la espalda, esto, debido a los embistes, tanto así que tenía que sostenerse de la letrina para no caer de espalda, los ojos del niño se cerraban cuando se lo volvían a meter el pene en la garganta y se veía ese rostro rozaba los vellos púbicos de la pelvis y en su pene el muchacho bufaba, estaba feliz sintiendo aquello, ese niño estaba entrenado por él, a esa edad ese pequeño niño puede ya mostrar sus habilidades sexuales con su boca, sentía su cuerpo caliente, en los labios del menor el tronco entraba y salía húmedo de mostrándose en la boca del pequeño, se mostraba el tronco ensalivado en cada que entraba en esa pequeñita entrada, tiempo después el pene estaba afuera, lo hizo al quejarse, el nene mostraba ansiedad al verle fuera de su boquita de labios sensuales, instintivamente se quedó con la humedecida suspendida al aire, esperaba otra penetración de aquel muchacho, el niño precioso veía con detenimiento el glande del adolescente, podían ver por el glande cómo se escurría la saliva del pequeñín, volvió a mirar por la hendija, su rostro era inquietante, mientras miraba atento al exterior, de forma rápida llevó su mano para agitar su pene, así comenzó a darle gusto a su tronco de pene ensalivado, se puso a subir y bajar su mano con una velocidad de menos a más que mostraba el alto movimiento del prepucio y cómo este le cubría y se deslizaba la piel, dieron cuenta que la saliva del niñito era el mejor lubricante para aquel pene del muchacho, “¡no viene!”, “¡qué gacho!” “¡seguro se aflojó!” “¡el muy pendejo!”, miró el rostro atento del niño, quería más, el adolescente sonrió, “¡ni modo!”, “¡te toca!”, le acariciaba el pelo mirándole con fijación al rostro, “¡abre la boquita!” “¡te lo voy a mandar a guardar!”, el niño obediente abría la boca el pene entraba hasta donde adentro podía, los vellos púbicos rozaban el rostro ante el vaivén de las caderas, “¡así!” “¡así!” “¡mi cielo!” “¡te cojo!” “¡te cojo!”, “¡te empreño por la boca!” el pene se deslizaba bien lubricado de saliva, quiso contenerse pero el gustito por eyacular le pudo ganar, fue entonces, en ese momento que el muchacho saca un poco el pene dejando el glande sobre la lengua del pequeño, se hizo una mezcla entre restos de saliva y semen en su boquita “¡ah!”, “¡ah!”, “¡ah!”, se podía sentir ese contacto entre líquidos, pene y boquita, parte del líquido goteaban impactándose en el suelo sobre esas hojas secas, el niño gemía, el pequeño miraba las manos de ese muchacho que agitaba el glande esparciendo el resto de gotas salidas del glande pícaramente el nene sonreía ampliamente mostrando su complicidad y justificando su voluntaria decisión de estar allí con ese adolescente a quien le tenía confianza y en quien se había convertido en su iniciador y protector, “¡come mi niño!”, “¡come!”, transcurrido algunos segundos el muchacho pudo ver varias manchas de semen expuestas y salidas del glande cuyo líquido blanco impacta en parte de la nariz y boca del pequeño, lamía el tronco quedando aquel pene con bastante saliva impregnada, así era que ese pene brillaba, el dedo índice de su manito se deslizaba para apartar ese líquido blanco que desde hace mucho tiempo le había visto salir del pene del muchacho que le toma la manito con el dedo con semen escurrido para llevarlos a su boquita, ese líquido era blanco y denso, tomaba el tronco del pene y comenzó a azotarlo en la lengua para después frotarlo circularmente con sumo cuidado, para ese momento aún mantenía su lengua expuesta, se alojaban aquellos restos de semen que eran depositados en él, “¡come mi niño!”, “¡come!”, de esa forma el pequeño mucho disfrutaba el de tragar el líquido del muchacho, abría y cerraba la boca al probar el semen con su boca, la cerraba para tragar ese líquido “¡que rico mamas!” “¡pareces joven buey!”, “¡que rico lo haces!” apartaba el pene para besarle apasionadamente, después se aparta para ver por la hendija, el niño estaba sentado pasándose la manito por los labios, “¡sabe rico!” “¿verdad?”, el niño pícaramente asentía, no había duda que le gustaba, ante ese gesto del niño el muchacho se acercó a abrazarle “¡mi pequeño!”, “¡mi precioso!”, “¡eres lo más bello que tengo!”, “¡ven para limpiarte la boquita,!” el niño se puso en pie, se notaba sus piernas blanquitas rellenitas moviéndose con esos pies descalzos sobre las hojas secas, cuidadosamente le pasaba el short humedecido de sudor por la boca, se quedó un instante en pie viendo el alrededor mientas el muchacho se sentaba en la letrina, le toma de la mano haciendo que se acerque “¡ven mi pequeño!” y lo sienta sobre sus piernas, “¡aquí con tu marido!”, le desliza el culo poniéndole debajo del pene, le hizo abrir las piernas, miraban el movimiento de los pies en el aire testimoniando sus travesuras de manera cómplice, “¡travieso!” le decía al pasar los dedos por los labios del nene, “¡hiciste que termine rápido!”, besaba el cuello y por encima del hombro vio que el niño se abría de piernas, y por debajo del penecito lampiño aparecía el grueso pene como un mástil, “¡mira!” “¡quiere entrar en tu cuevita!” le dio un beso en la oreja y en el pelo, “¿lo dejas?” el niño pícaramente sonreía viendo el pene con fijación, “¡sé que te gusta!” “¿quieres que te lo meta?” “¿eh?” el nene sonreía, “¡sí!”, “¡sí quiero!”, de pronto sin decir más palabras le alza de las caderas, haciendo que el pene roce el culito, despacio a piernas abiertas y glúteos abiertos el pene iba entrando, lo sostenía de la cadera fijamente, “¡ah!”, “¡ah!”, no era la primera vez que lo tenía así a ese niño de casi ocho años, se inclinaban para atrás y ahora el pelo del muchacho tenía telarañas, pero eso no le distraía en su propósito de gozar ese culo infantil, ya iba entrando todo ese pene en el culo cuando se escuchó el crujir de las hojas y el chirriar de la puerta, se trataba de otro niño, de edad un poco mayor al que estaba sentado sobre el muchacho de catorce años, tenía alrededor de once años, vio a ese nene sentado sobre el muchacho “¡viniste!” “¡te esperábamos!”, tímidamente dijo “¡me quedé jugando un poco!”, en ese momento el adolescente se levanta junto con el pequeño, “¡vamos!” le dijo al nene, de inmediato entre los dos le iban quitando la ropa, el sorprendido muchacho recién llegado se dejaba quitar, primero fue su remera y luego sus tenis, calcetines y su short, el pequeño le abrazaba por delante haciendo que ese pene de once años se vaya poniendo erecto al roce del vientre de ocho años, asimismo era abrazado por detrás del adolescente de catorce años de esa manera el pene rozaba por la rajita de su culito, “¡vamos anda siéntate!” el nene se sentaba en la letrina, abriendo la boca y llevándose el pene mientras que el otro muchacho le seguía punteando el ojete del culo estaba sujeto de las caderas moviéndose adelante y atrás, así era el vaivén de ese trío, el chico de en medio exclamó, “¡vírate que quiero darte por el culo!” el nene de ocho años se recostaba sobre el inodoro improvisado de aquella vieja letrina, la hojarasca hacía un fuerte crujido ante los movimientos de los pies de ese niño de once años, el pene ensalivado mostraba el glande al descubierto, su amigo lo miraba arrimado a la pared cómo le abría el culito inclinándose un poco para irle metiendo el pene y el nene lo recibía a pujes y jadeos, “¡tranquilo!” “¡ya casi está adentro!” “¡ya casi!”, “¡ya casi!”, el movimiento de caderas era muy suave en movimiento hasta que se fue incrementando, “qué rico te lo meto!”, “¡qué rico te cojo!”, “¡qué rico tu culo!”, el niño alzaba en algo su carita viendo a la de ese muchacho de catorce años, él había sido su iniciador y ahora estaba siendo cogido por otro niño, sus miradas se cruzaban, el adolescente tenía una mirada de resignación viendo que el pene entraba todo dentro del culo de aquel niño muy precioso, continuaba dándole pene por ese culito a vista y paciencia de aquel muchacho de catorce años, “¡tu culo es lindo!” “¡lindo!” cerrando los ojos lo disfrutaba más el sentir el deslizamiento del pene sobre dentro del culito, el nene gemía y pujaba, se notaba el rostro relajado, a fin de cuentas ese pene que ahora le ensartaba el culito era menos grueso y corto, se notaba el roce de la pelvis con los glúteos, y lo empujaba bien adentro tratando de ese forma el compensar de que pueda sentir más y más esa sensación de ser penetrado por el culo, estaba siendo consciente de ser embestido con fuerza pero a ciencia cierta eso le gustaba mucho, se notaba el rostro relajado pese a que su cuerpo se movía hacia adelante y hacia atrás debido al movimiento de cadera del niño de once años sobre ese culito del niño de ocho años, las embestidas seguían, se podía notar el sudor que corría sobre la piel de la espalda, ese culo brilloso era de atención a la vista fija de aquel muchacho de once años, “¡uf!”, “¡uf!”, “¡ah!”, “¡!” se escuchaba el choque de la pelvis y los glúteos, “¡qué rico tu culo!”, “¡que rico!”, “¡tu culito!” seguía metiendo y sacando el pene a glande descubierto “¡uf!”, “¡uf!”, “¡qué rico culo me estoy comiendo!”, “¡ugg!”, “¡ugg!” se expresaba airoso, le agarraban de los hombros juntándose más en el movimiento de caderas “¡ah!”, “¡ah!”, miraba al chico de catorce y exclamaba “¡mira cómo lo cojo!” “¡mira!”, “¡ah!”, “¡ah!” y así le embestía rápidamente, las miradas entre el nene y el adolescente se volvían a cruzar, de pronto se aparta del cuerpo del nene, se pone en pie golpeando con su pene erecto esos glúteos, “¡ah!” “¡qué culo me comí!” el estar allí de ese niño de onces años se debe a que hace un par de semanas sorprendió en un apartado de la alberca al nene y al adolescente abrazados besándose con los shorts a los muslos rozándose los penes, desde ese momento fue participe con la condición de mantener su secreto, a cuentas que ese adolescente tenía pocas semanas de haber ingresado en el internado, poco a poco se ganó la voluntad de algunos chicos, saber que estaría junto a ese niño precioso le fue de gran alegría más aún el de volverle a ver, ahora estaba allí ese nene en ese cubículo de baño antiguo a piernas abiertas con el culo humedecido, se veían esos muslos de piel blanca, los piecitos sobre la hojarasca, se iba levantando poco a poco, se paraba junto al niño de once años a micciar, se miraban los penes expulsando orina, “¡mira todo lo que te comiste por el ojete!”, “¡mira!”, “¡mira!”, agitaba el pene y algunos hilillos de orina impactaban en los muslos, reía ampliamente mientras el otro nene se limitaba a esquivar la orina sin dejar de mirar aquel pene que antes había entrado en su culito, de repente el adolescente de catorce años abraza por detrás al niño de once años, “¡ahora ven tu acá!”, “¡te toca!”, lo mueve a manera de jugar a las luchitas, el niño arrimado a al pared de ese espacio estrecho miraba el movimiento de esos cuerpos desnudos, así vio que lo acuesta sobre la hojarasca, le alza las piernas sobre los hombros, “¡vas a ser mío!” la cintura se eleva, los pies se deslizan rodeando las caderas de aquel muchacho que lo metía lento pero seguro, se vio el rostro de impresión y molestia al ser penetrado, el culo se lubricaba con ese pene que aún tenía restos de humedad en el glande, le hacía gemir tremendamente, se inclinó un poco, hasta unir las frentes “¡siempre me ha gustado tu culo!”, “¡lo sabes y lo sentiste cuando te lo metí!”, “¡vamos!” “¡dime que te gusta mi pene!” las embestidas continuaron, los testículos se movían igual sus piecitos al aire, “¡sí!” le respondía a ojos cerrados “¡sí!”, “¡me gusta tu pene!”, “¡me gusta!” “¡me gusta!” los movimientos fueron más acelerados, así lo sostuvo en esa postura dándole pene constantemente, cada vez se movían más y más esos cuerpos de adolescentes desnudos, el nene estaba sentado a piernas abiertas tocándose el pene viendo en el suelo cómo era penetrado su amiguito, vio que del adolescente de catorce años le hacía señas “¡siéntate!” despacio logra sentarse sobre el pecho del nene de once años, “¡que te lo chupe!” “¡anda!” el pene lampiño de ocho años entraba en la boca del niño de once años, así ese muchacho de once años recibía pene por el culo y por la boca, estuvieron así con esos movimientos de pene por unos instantes, luego los tres quedaban rendidos acostados sobre la hojarasca, tiempo después dieron cuenta del momento, se vistieron y salieron presurosos del lugar tomando diferentes caminos que rodeaban al lugar, llegaron a tiempo para concurrir a los eventos de aseo que faltaban, Fermín miraba a ese niño de casi ocho años, tenía en su pelo pequeños restos de hojarasca de un sitio muy particular, decidió tomar más atención, así que días después siguió a ese niño de ocho años al que para él le significaba mucho, vio que se arreglaba la parte posterior del short, se metía las manos al culito sacándolas luego para pasarlas a olerlas por la nariz, eso le trajo mucha atención al clérigo, y esto se incrementaría pues para su sorpresa había cerca rondando por esos lugares un muchacho de catorce años recién llegado a la institución, se notaba que se arreglaba el short en su parte delantera, el clérigo suponía que ambos estarían juntos, caminaba por los alrededores y cruzando la cerca llega a los baños antiguos donde para ese tiempo había humedad y maleza, entre abrir los montes caminaba por los cubículos abriendo cada uno, hasta que fue grande la sorpresa en el que se notaba la hojarasca y trozos de cartones sobre el piso, se podía ver la seña reciente de haberse acostado sobre ellos, levanta la mirada y observa con detenimiento lo escrito en la pared:
O 8=> <=8 JL
O 8=> <=8 RH
JL 8=> <=8 RH
Sin lugar a dudas, el clérigo sabía de quienes se trataban.
FIN DEL DUCENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO TERCER EPISODIO




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