Metamorfosis FemDom 1/6
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lamepies67.
Apenas si pude verla cuando me despertó con sus caricias en mi espalda con el látigo. Los azotes me arrancaron un ahogado grito debido a la mordaza. Me liberó de ella y de mis prisiones, colocadas la noche anterior en forma de cadenas que atenazaban mis manos a la espalda junto a mis pies, obligándome a permanecer de rodillas en el rincón de la habitación cerca del pie de la cama.
-“Hoy me acompañaras de paseo, caminando detrás de mi, para iniciar tu nuevo estado de esclavitud”.
Lo dijo mientras acercaba su pie desnudo a mi boca, introduciéndolo hasta el fondo de mi garganta, mientras mi lengua se apuraba en lamer las manchitas negras de polvo que lo cubría.
Otros veinte azotes, certeros, espaciados y quemantes; aligeraban mi tarea frenética de lamer cada centímetro de sus plantas alternativamente hasta dejarlas relucientes.
Agradecía sus caricias que disminuían la excitación que producía la humillante situación de lamer el sucio de los pies de mi ama Wanda. De otro modo el arné de cintas de cuero que aprisionaba mi sexo semirrecto me hubiera ocasionado un dolorosa y frustrada erección, bajo el cinturón de castidad con candado que apenas cubría mi escroto y la cinta de cuero que apretaba la juntura de mis nalgas desnudas.
Cuando casi terminaba mi labor se incorporo de la silla, me tomo por el pelo obligándome a seguirla a gatas tras ella en “cuatro patas” hasta el centro de la habitación. Abrió el armario dejándome de rodillas tras Ella, y me arrojo un pequeño short y una franela.
-“Vístete esclavo inútil”
Lo hice rápidamente y me quede mirando hacia mi Ama, esperando me diera alguna ropa extra, pues bajo la franela ajustada se evidenciaban los bultos producidos por las pinzas que aun presionaban mis tetillas y la cadena que las unía. Además permanecía aun descalzo.
-¿Qué pasa esclavo, acaso no deberías agradecer a tu Ama la ropa que te da?, tómala como una dadiva y me sigues a dos pasos de distancia.”
Me acerque a Ella en cuatro patas y bese devotamente sus pies, me atribulaba tener que salir a la calle descalzo y un tanto pobre y ridículamente vestido. Mi turbación arranco una ligera sonrisa de mi Ama Wanda, volteando de cuando en cuando durante el trayecto por las calles para ver el esfuerzo que hacia en esquivar las zonas calientes o empedradas de la acera.
Me sentía muy humilde y perforado por las eventuales mirandas de los viandantes, que me veían caminar solo cabizbajo a esas tempranas horas de la mañana. Pero las miradas masculinas se posaban mayormente en la bella figura de mi Ama Wanda, que caminaba graciosamente delante de mí. Nadie podía imaginar que aquella dama bien vestida y adornada con aretes, collar y pulseras de oro macizo tendría algo que ver con la triste y humilde figura que le seguía a pocos pasos de distancia.
De pronto Wanda se detuvo frente a una tienda, entró y yo le esperaba afuera en la acera; en unos breves minutos le vi asomarse y con un ademán de su mano entendí que debía entrar a la tienda. Era una peluquería unisex, atendida solo por un hombre no tan joven y algo afeminado; quien se dirigió a nosotros
-En que puedo atenderles?
No respondí, y dirigí una discreta mirada a mi Ama, sin mirarle directamente, en espera de alguna indicación. Esa discreción pareció agradarle a Wanda, al tiempo que expresaba, dirigiéndose al peluquero directa y secamente, mientras tocaba mí cabello:
-“quiero que le cortes todo el pelo, dejándole la cabeza como bola de billar sin lustrar”
El peluquero quedó inmóvil como esperando alguna reacción de mi parte, baje la mirada y me senté en la silla giratoria, esperando ser esquilmado como cordero cuando va al matadero.
El peluquero simplemente se acerco a hacer su trabajo y de reojo pude ver que a Wanda se divertía la situación y disimulando mi silencio le expresó al peluquero:
-“es inútil que le hables, no entiende nuestro idioma”
La desnudez de mis pies malogrados por el andar descalzo y mi cabeza completamente rapada acentuaron mi sumisión. Ahora solo tenia bellos en las cejas, pues mi cuerpo estaba completamente depilado desde el día anterior, como me había indicado mi Señora que debía permanecer, afeitando todo mi cuerpo cada vez que me ordenaba bañarme.
Ella veía las revistas distraídamente, con las piernas cruzadas una sobre otra y jugueteaba con su sandalia que apenas se sostenía en la punta de su pie, cuando el barbero culminó su trabajo.
Ya habían dos o tres clientes mas sentados que llegaron luego, y mi Señora me miró dejando caer la sandalia que jugueteaba en la punta de su pie al tiempo que su mano extendida con su dedo índice señalaba el piso; comprendí de inmediato y me arrodille a tratar de calzarla; entonces posó su pie desnudo sobre mi cabeza rapada, como acariciándolo mientras le besaba sumisamente sus pies; bajo las miradas incrédulas de los presente.
Se incorporó, saco un billete de su cartera para pagar y me hizo señas de que le esperara afuera.
El frescor de la mañana en mi recién pelada cabeza distraía mi turbación por el aspecto de desnudez que literalmente tenia de pies a cabeza, situación excitante, limitada solo por el cinturón de castidad disimulado bajo el short, que aprisionaba mi sexo erecto.
Caminamos unas pocas calles mas, en un sector menos concurrido de la ciudad, y se detuvo en una tienda de mascotas, entre tras Ella por el ademán que efectuó con los dedos a la altura de su esbelta cintura, como el que llama a su mascota. Se dirigió al dependiente, señalando unos collares de cuero con tachuela, para perros que estaban exhibidos en la pared tras el mostrador. Wanda le indico al dependiente
-“Quiero uno como esos pero mas grande”
-Para que raza de perro lo quiere?, pregunto el señor.
Mi Ama Wanda se volteo hacia mí, poniendo su mano en mi cabeza y empujándola hacia abajo para que me arrodillara frente a Ella, de modo que mi cabeza quedaba casi a la altura del mostrador, soliéndole al tendero le dijo
-“Para un perro como este”
Y acto seguido comenzó a probarme un par de collares hasta conseguir uno de mi tamaño. Era de cuero negro de unos 6 cm de ancho, con varias argollas de metal crudo que colgaban bajo mi barbilla y a ambos lados de mis hombros.
Me tomó con ambas manos cada una de mis orejas, lacerándome con sus uñas, mientras el tendero se encargaba en el otro extremo del mostrador a manipular la caja registradora para darle el cambio; y acto seguido me escupió la cara copiosa y repetidamente
-“largo esclavo, espérame afuera”
Camine cabizbajo, humillado como nunca y sin limpiarme su dulce elixir de su boca que chorreaba sobre mi rostro, y le esperé en la acera cerca de la puerta.
Salió prendió un cigarrillo y me miro sonriente:
-“Te ves como un completo esclavo, no te animes mucho que apenas comenzamos”
Y siguió caminando, cruzado la calle en dirección a un sexshop de la acera del frente, cruzándola en zip-zap para evitar un par de charcas con barro. Hice lo propio tras Ella, se detuvo a unos pasos frente a mí y dijo graciosamente:
-“no, no esclavito; devuélvete y pasa en línea recta”
Pude ver como se reía ante mi duda cuando tuve que caminar descalzo por las charcas llenas de barro, enlodando todos mis pies casi hasta los tobillos.
-“Mírate como te has puesto las patas, creo que hay que castigarte por guarro y cochino; recuérdamelo al llegar a casa para azotarte las patas con la vara hasta que chilles, ja ja ja!”
Y entro al sex-shop; como antes luego de unos veinte o treinta minutos que se me antojaron interminables, se asomó en la puerta para que le siguiera hacia adentro.
Había seleccionado varias objetos que estaban aun sobre el mostrador, entre ellos varios látigos y fustas, que hábilmente los hacia silbar en el aire.
Me hizo arrodillarme frente a Ella y la chica morena que le atendía, y me espetó
-“Súbete la franela y pon los brazos sobre la nuca”
No podía creer que me fuera azotar allí mismo, frente a una desconocida, así sin mas, pero no podía dejar de obedecer, la fuerza de su palabras y el tono de su voz eran idénticos a los que me había acostumbrado tras largas secciones de sumisión y practicas BDSM con las que había ido minando nuestra relación en tantos años. De pronto uno, dos y mas candentes azotes estrellaron mi espalda, primero un látigo, luego una fusta y después dos otros instrumentos lacerantes de tres o siete colas; que me hicieron estremecer y arrancaron unos gemidos involuntarios.
En un abrir y cerrar de ojos, tenia puestas muñequeras de cuero en pies y manos, aseguradas con candados. Fui colocado en cuatro patas en el estrecho pasillo del sex-shop, rogando que no viniera más nadie a la tienda. Se acerco a mi, se quitó las sandalias y me introdujo una de ellas hasta el fondo de mi garganta para amordazarme momentáneamente, y me bajo el short hasta la altura de las rodillas. Esperaba en esta incomoda posición, mientras mi Ama conversaba con la morena; escuche como solicitaba baterías alcalinas y como pidió algo para lubricar, era evidente lo que me esperaba. Lo deseaba y me atemorizaba, no esperaba ser sodomizado allí en un sex-shop.
Sentí como mi Ama Wanda me subía el short, y como algo punzante vibraba bajo el cinturón de castidad, aun me dolían los azotes y como el consolador purgaba por salir de mi ano pero era detenido por la tira de cuero del cinturón de castidad entre mis nalgas. Casi no advertí la actitud ni la conversación entre mi Ama Wanda y la Morena, solo se que recibió una generosa propina de manos e mi Ama, cuando la morena extendió su enorme y huesudo pie hacia mi boca y mi Señora ordenó
-“Vamos, vamos Esclavo lame sus pies para implorar los azotes”
Mientras relamía aquellos pies enormes, la morena sentada cerca del mostrador, me azotaba rudamente las nalgas con una fusta. Cada fuetazo me hacia vibrar e instintivamente mi lengua se alargaba recorriendo sus pies, confundiendo su sudor con mi saliva.
Al fin de nuevo en la calle, tras mi Ama Wanda, apenas si podía caminar, porque la breve y cruel azotaina, unida al vibrador encendido que tenía en el culo, me había dejado exhausto. Quizás por ello no repare en el penoso aspecto que había de tener, depilado, descalzo, con la cabeza rapada, con grilletes de cuero en pies y manos y con un collar de perro…exhibiendo mi sumisión por las calles.
No recuerdo cuan pronto regresamos, camine como zombi tras Wanda, sin pensar si aquella fantasía, tantas veces añorada, había sido excitante o abrumadora. Solo advertí, una calle antes de llegar, como mi Ama Wanda me deleitó caminando delante de mí, con sus sandalias en las manos, y pude detallarle sus divinas plantas, ennegrecidas por el pavimento.
Al entrar, se tumbo en el sillón, mientras como era mi deber me quitaba la única ropa que llevaba encima el short y la franela. Me acerque cuando extendió sus pies sobre el borde del sillón y le entregue el nuevo látigo del sex-shop; me acurruque a su pies y comencé a limpiarlos detalladamente con mi lengua; acompasado por el ir y venir de los azotes sobre mi maltrechas nalgas, espaldas y piernas.
Luego que consideró que sus pies estaban bien limpios, tras un largo rato de casi una hora, dejó caer el látigo, y me hizo darle placer con mi lengua entre sus muslos, halándome hacia su sexo por las orejas.
Cuando finalmente se incorporó, me puso una cadena en el collar y me arrastró hacia la mazmorra. Pude ver mi cuerpo en el espejo de la habitación completamente maquillado con enorme y profundas estrías rojas en mis nalgas, hombros, piernas y espalda; duraderos recuerdos de las caricias de mi Ama sobre mi.
Me amarró en la mazmorra, boca abajo con las manos y pies atados hacia atrás sobre mi espalda. Solo atine a decirle:
-Gracias Ama por sus caricias y regalos (me refería a las compras de la mañana)
Y añadí
-Cumplo en recordarle el castigo por ensuciar mis patas.
-“Ja ja ja, no creas que me había olvidado”, y me colocó la mordaza.
Sentí como si me desgarraran los pies, por los 20 azotes que me fueron suministrados en cada pie por la vara de abedul de mi Ama. Sudaba por el castigo y fue refrescante el baño que me dió mi Ama, al pararse con sus piernas abiertas para orinarme la cara.
-“así te quedaras esclavo, hasta que yo vuelva, y no pienso quitarte el consolador del culo”
Y la puerta se cerró tras Ella, no sin antes colocar varios ganchos sujeta ropa aprisionando mis orejas, mis testículos y mis dedos de manos y pies.
El dolor agudo de los azotes en mis patas, el ardor de los latigazos y el estar inmovilizado eran sensaciones débiles si se comparan con el efecto de presión de las pinzas en mis tetillas y de los ganchos prensa-ropa en mis dedos y orejas. La oscuridad, el olor al orine de mi Ama, el sonido y la vibración del consolador en mi culo y la erección frustrada bajo el cinturón de castidad me llenaban de morbo y me impedían conciliar el sueño a pesar del agotamiento por los deliciosos martirios de la jornada.
Me alegre cuando sentí ruidos en l puerta, mi Ama Wanda había llegado. No me hablo, encendió la luz y resonó su látigo cuatro veces sobre mi espalda, antes de soltarme.
-“Te traje la cena, sígueme para que comas, ¡perro!”
Se veía esplendida con sus pantalones pegaditos a los tobillos y su blusa-strapple. Y en el acto vació el contenido de una bolsa sobre un periódico en el piso, eran huesos medio roídos de pollo mezclados con sobras de ensalada y patatas. Mi hambre era tal que no dude en devorarlos con esmero, aunque fue algo difícil roer los huesos sin usar las manos, porque tenia que comer en cuatro patas, mientras mi espalda servia de escabel para los pies de mi Ama Wanda que veía distraídamente la TV. Tenia mucha sed, y dije
-Ama, su esclavo implora le permita tomar agua
Una patada en mi rostro me hizo caer de lado
-“Como te atreves a hablar sin permiso, si quieres atención solo puedes besar mis pies hasta que te permita hablar… bien te daré agua”
Y halándome por la cadena del cuello me hizo seguirla hacia el baño en cuatro patas, no podía creer que lo hiciera, pero en efecto lo hizo. Levanto la tapa y metió mi cabeza en W.C., al tiempo que su fusta se estrellaba en mis nalgas
-“toma agua del WC, esclavo, para que aprendas”.
Mi sumisión y gratitud expresada por los besos que le di a la fusta luego de saciar mi sed, debieron haberla compadecido.
-“Así me gusta esclavo, te has ganado un premio. Espérame echado en el balcón”
Fui a gatas hasta el balcón, preocupado porque el mismo daba a la calle, y a esa hora aun temprano en la noche podría ser visto en esa facha desde la calle o por los vecinos.
Mi Ama Wanda, se sentó en la silla; me arrojó las llaves del cinturón de castidad y mientras estiraba su pierna colocando la planta de su pie sobre mi cara, ordenó:
-“Vamos esclavo, te dejaré masturbarte mientras hablo por teléfono, ni se te ocurra tocarme solo puedes lamer el sucio de mis pies”
Comencé frenéticamente a lamer sumisamente todo el polvo de la planta de su pie, mientras mi Ama conversaba distraídamente por teléfono. Me daba morbo la humillante escena y el hecho de que podía estar siendo observado desde la calle.
No tarde en derramar mi semen copiosamente como una fuente, Wanda sonrió, apartando brevemente el auricular sin cortar la llamada;
-“Sucio Esclavo ahora limpia tu semen del piso con la lengua!”
Y por las carcajadas que le oì, resultaba evidente que su interlocutor del teléfono estaba en cuenta de mi situación de sumisión y de la humillante acción que ejercía, vale decir de tener que tragar y lamer mi propio semen derramado en el piso.
Ella se levanto, antes que terminara mi labor, escuche que me llamaba desde el baño:
-“Ven a limpiarme, esclavo lameculo!”
Su grito autoritario era más degradante que el hecho de tener que ponerme en cuclillas frente a sus bellos y redondos glúteos, mostrándome su ano aun con restos de heces. Tirando de la cadena en mi cuello y contornándose me aprisiono el rostro contra su ano y mi lengua se duplico en longitud cuando su pie calzado comenzó a apoyarse contra mi sexo.
Lamí y relamí su ano, y fui recompensado por mi Ama, quien escupió sobre mi rostro varias veces.
-“Voy a dormir, tienes dos horas para limpiar y ordenar todo, también puedes quitarte el consolador del culo y bañarte. Luego me despertaras lamiendo mis piernas y dándome placer con la lengua”.
Me apure en cumplir sus ordenes y el tiempo paso volando, me sentía feliz de servidle a mi Diosa. Al mirarme en el espejo de la ducha luego de asearme, me vi las huellas de la jornada anterior, estaba marcado como una cebra y no pude evitar tener una erección, el reloj de la pared marcaban las 11 de la noche. Aun mas prolongada por el cunninlingus con el que desperté a mi Ama Wanda.
Cuando alcanzó el climax, mi cara y cuello estaban empapados de efluvio vaginal, me apartó rudamente con las manos y un puntapié me hizo caer al piso en el extremo de la cama.
-“voy a salir esta noche, prepara el baño y ayúdame a vestir”.
Wanda, se baño con mi ayuda, le prepare la ropa como indicó, colocando sobre la cama su blusa y falda, sus sandalias altas y sus joyas. Espere al pie de la cama arrodillado, le vestí y agradecí, de cuando en cuando, cada una de las bofetadas que me propinaba.
-“ Hoy saldré con mis amigas y llegaré tarde, dejare que te diviertas mientras tanto: A tu celda esclavo!”
Abri la puerta de la mazmorra y me apure en ponerme los brazaletes con candado en tobillos y muñecas. Me dolio mas colocarme las pinzas en las tetillas unidas a el collar del cuello por medio de una cadenita
– “Para que no me extrañes te marcare el culo con la vara de bambú. Me esperaras de pie pegado a la pared, amordazado, con el Arnè y pesas en tus testículos y un vibrador encendido en el culo para que no te aburras en mi ausencia!”
Zas, zas, me propinó varios azotes con la terrible vara de bambú que cauterizaron mis glúteos y presionaron mi pene por la excitación que me causo tan ruda humillación. Estaba agotado y finalmente cabeceaba, era difícil dormir de pie, se que lo logré por momentos, entre el dolor que ocasionaba las ataduras y las pinzas en tetillas y testículos, y por el otro los recuerdos excitantes junto al estimulo del vibrador encendido que me masajeaba continuamente la próstata.
También me preocupaba que mi Diosa Wanda saliera tan tarde y demorara tanto en regresar ¿con quien salió?, ¿que estaba haciendo tan tarde?, ¿acaso con amigos?, los temores se truncaron en celos y cierta amargura, que por momentos constituyeron un castigo psicológico que me hizo olvidar el dolor físico al que me había sometido mi Ama Wanda, mientras se divertía en una noche de marcha y de juerga. De pronto sentí los sonidos de las llaves en la puerta, afine el oído y al poco rato se abrió la puerta de la mazmorra. Mi Ama Wanda pareció que hubiera leído mi mente, pues dijo
-“ Buenos días cerdo!
Son las 5 A.m., Mi látigo te quitará los celos. Así sabrás que puedo hacer lo que me de la gana.”
-“Las únicas cuentas que te daré son las de mis azotes para que sepas que me perteneces y tu único derecho es servirme y lamer el sucio de los pies que te humillan”
Me desato y arrastró hasta el baño, uso el WD como silla, tendiéndome en el piso y comenzó a azotarme mientras restregaba sus pies en mi rostro. Los lamí ávidamente y me contentó que hubiera pensado en mí al traer sus pies muy sucios para que los lamiera como Ella sabia que me gustaba; bien por a humillación y degradación que suponía, bien por que ya me había acostumbrado a masturbarme de esa forma.
Sus azotes y el estar libre de la postura estirada con la que pase toda la noche, liberaron el entumecimiento de mis músculos. Me sentí excitadísimo pero no me quitó el arné ni el cinturón de castidad con candado que llevaba puesto.
-“basta, esclavo, te bañaré y te vestirás para que vayas a trabajar para mí”
Enseguida se irguió y me baño con su orine de pies a cabeza, el glande de mi pene semirrecto goteaba y purgaba por eyacular, excitación que solo disminuyó cuando tuve que lamer el resto de su “champaña” derramada en el piso del baño, al compás del látigo.
Finalmente me apago el consolador del culo, y hube de vestirme aun empapado en su orine, para ir al trabajo. El cinturón de castidad se disimulaba bien bajo el pantalón y las prisiones de los tobillos no se veían dentro de mis botas. Logré disimular el collar del cuello y las muñequeras de cuero, usando una camisa manga larga y el cuello abotonado con la corbata.
Ya en el trayecto al trabajo note como permanecía excitadísimo por el morbo de estar vestido de esclavo y sometido bajo la ropa por las prisiones de mi Ama Wanda, era feliz sintiendo que le pertenecía. Era imposible quitarme el collar, el cinturón de castidad o las prisiones de los tobillos y muñecas por los candados colocados, cuya llave guindaba graciosamente de la cadenilla de oro que a modo de tobillera llevaba mi Wanda en su pie izquierdo.
Mas difícil fue conciliar las actividades diarias del trabajo con el morbo de mi nueva condición de esclavo de Wanda, cuya única evidencia, para cualquiera que me conociera solo era mi nueva apariencia de estar trajeado y mi cabeza rapada. Los recuerdos febriles del día anterior y la expectativa del porvenir al regresar a casa me causaban una divina turbación casi permanente.
Debo aclarar que fue fácil acostumbrarme a las prisiones debajo de la ropa, incluso al consolador en mi culo, que finalmente se apagaba por ratos, supongo por agotamiento de las baterías tras casi un día encendido. Para orinar tenia que quitarme los pantalones y acuclillarme descalzo sobre el albañal del lavabo. Era difícil porque inevitablemente terminaba bañado en mi propia orina y quedaba mojado bajo el cinturón de castidad. Esa humillante limitación recordaba la degradación a la que me sometía mi amada Wanda, elevándola a una situación casi celestial en la misma medida en que degradaba mi condición como su esclavo.
Ya de regreso me apure pues me había ordenado estar en casa puntualmente a las 5:45 pm; es decir solo quince minutos después de salir del trabajo. Llegue a tiempo exactamente, y siguiendo sus instrucciones me desnude justo en la puerta antes de entrar. Empresa harto difícil ante la posibilidad de que alguien mas me viera semidesnudo en la puerta.
Toque débilmente y mi Ama abrió la puerta, descalza como siempre y con el látigo en la mano:
-“llegas dos minutos tarde, esclavo inútil”
-Pero Ama, mi reloj…, apenas comencé a decir mientras besaba sus pies, cuando fue interrumpido por un fuerte azote en la espalda; callé y seguí besando sumisamente los pies de mi castigadora, quien parecía incansable, de pie, apoyada en el vestíbulo de la puerta, blandiendo hábilmente el látigo una y otra vez.
-“No me importa la hora, dije que llegaste tarde y punto; y te castigo por eso”.
-“tienes dos horas para asearte y depilarte; pero primero harás tu caca; sígueme”
En verdad casi no aguantaba el consolador en mi culo, y ya había digerido el almuerzo que tome en la oficina, de modo que aunque no tenía ganas de hacer caca, esa posibilidad era alentadora; pues mi Ama me disciplinaba imponiéndome horario para hacer incluso mis mas intimas necesidades.
Me llevo al baño, colando la cadena en mi colar y tirándola de modo que hube de seguirle a gatas detrás de Ella. Una vez allí me quitó el cinturón de castidad; me puso en cuatro patas, retiro el consolador y me introdujo una manguera dura para ponerme un enema en el culo. Casi desmayo al sentir el líquido caliente descargar en mis intestinos, en una nunca experimentada sensación de mareo, dolor y placer.
Cuando culminó el enema, ya tenía ganas irresistibles de evacuar, me dejó solo en el lavabo para que culminara de asearme, que lo realice con agua y jabón; pues no había papel sanitario.
Me encanto cuando mi Ama Wanda comenzó a acariciarme al salir del lavabo; elogiando mi aspecto:
-“me encanta verte así, depilado y marcado como un animal; me gusta mucho tu culo amoratado y con estrías de mi látigo”.
Y comenzó a azotar nuevamente mi ya malogradas nalgas con 30 nuevos y fuertes latigazos. Parecía excitadísima, y me complacía que me acariciara aun cuando fuera de esa forma.
-“Ven que quiero cogerte como una puta”
Wanda se había puesto un enorme consolador de latex adherido a la cintura y me penetró con èl mientras golpeaba mi espalda con la fusta para obligarme a masturbarme
-“date, date duro, y acostúmbrate porque te violaré cuando quiera, putita”
Obviamente no era como para correrme, el fuerte castigo cesó y de un tirón me lo extrajo arrancándome un grito de ahhh!.
-“Vamos, vamos “
-“Ven a mamar y a lamerlo hasta que quede reluciente”
Me dijo Wanda, mientras me obligaba a tragarme la enorme verga de latex arrodillado frente a Ella. Me dejó descansar mientras veía TV, amarrado y sirviendo de taburete bajo sus pies.
Hasta la hora de la cena, me liberó y le preparé la ensalada como me indicó, le serví el vino y encendí sus cigarrillos. Luego hube de retirarme hacia la esquina de la habitación, arrodillado y con las manos hacia atrás y la cabeza dirigida hacia el piso, cual era mi posición de descanso, según me había instruido mi Ama Wanda.
Se incorporó, trayendo en un plato hondo, de esos usados para mascotas, me aderezo la comida escupiendo y orinando sobre las sobras de la ensalada, para hacerme una “sopita de esclavo” según dijo, y tuve que degustarla en cuatro patas frente a Ella.
Luego, me llevó a la mazmorra, me amordazo, colocándome nuevamente el consolador y las pinzas en mis tetillas como la noche anterior. La novedad fue que debí permanecer parado en una alfombra lacerante, construida con tapas metálicas de las botellas de cerveza.
Por supuesto que antes de dejarme “dormir” me obsequió “los besos de cuero de buenas noches”, agradecí con lágrimas los 40 azotes de esa noche.
Me dormí enseguida, a pesar de la presión de las pinzas, la mordaza y la tortura del metal incrustándose en mis pies, porque durante el día en el trabajo pude estar sentado en la oficina, y realmente estaba agotado.
Me desperté con frió, estimo que a eso de las seis de la mañana, temblaba cuando mi Ama me desato de la cruz de San Andrés, creo que fue por el balde que agua helada que me arrojo.
-“hora de trabajar, holgazán!”
Nuevamente le acompañe hasta el baño, echado en el piso mientras mi Ama Wanda evacuaba. Se levantó
-“limpia, come, limpia, esclavo lameculos”
Y levantó sus glúteos hacia mi rostro para que succionara la gruta de su ano lleno aun de heces.
Me hizo colocar mi cabeza dentro del WD y pisando mi cabeza rapada hacia abajo, accionó el mecanismo de vaciado del WC, Las heces y el agua sucia bañaron toda mi cara y yo trataba de contener la respiración. Cuando se vació el WD, me incorporé para que mi Ama Wanda se riera al ver mi cara embarrada de mierda, la escupiera y me dejara solo unos instantes:
-“Je je je lávate la cara esclavo-come mierda, y vístete para que trabajes para mi!
Me despide de mi Ama, sumisamente, como ayer, ocultando los grilletes y el collar bajo mi traje y corbata. Le agradecí los divinos suplicios a que había sido sometido y el privilegio de adorarle y servirle.
Así, transcurrió la semana, cada día al llegar a casa, debía desnudarme en la puerta, quedando solo vestido con el cinturón de castidad, las pinzas atormentando mis adormecidas tetillas, los grilletes y mi culo taponeado con un consolador. Cada día de lunes a viernes me recibió en la puerta con varios azotes, los últimos días me decía “llegas temprano, pero igual te azoto para que no pierdas la costumbre”. Todos los días a la misma hora me colocó un enema en el culo, todos los días me cogió con un consolador, y todos los días antes de dormir hube de lamer las plantas de sus pies hasta dejarlas relucientes. Comí sus sobras en la cena y recibí entre 30 y 40 azotes antes de dormir en la mazmorra, encadenado y amordazado; unas veces de pie, otras acostado con manos y piernas atados detrás de la espalda o de rodillas frente a la pared. Cada mañana mi lengua le servia de papel higiénico y una de cada dos veces hube de irme bañado en su orina al trabajo.
Permanecí súper excitado cada día de la semana, sin tener ningún orgasmo, mientras que mi Ama Wanda, recibía diariamente las caricias de mi lengua en su vulva y clítoris.
La única distracción permanente, que motivaba mi sumisión y los azotes reiterados de mi Ama, era lamer y relamerle los pies, que me obsequiaba expresamente sucios y polvorientos.
Solo el viernes en la noche fue algo distinto, pude dormir feliz, cuando antes de dormir, luego de los acostumbrados azotes me dijo:
-“Te haz portado bien en la semana, como premio, te liberaré el cinturón de castidad y te masturbaras con la mano mientras me limpias los pies”
Tenia tantas ganas que no me importó ya la desagradable tarea de lamer todo el semen derramado en el piso mientras me violaba rudamente por el culo con un consolador; ni tampoco que esa noche quedara amarrado en el piso empapado con el orine de mi Ama.
Mi garganta si estaba un poco pegajosa, por los restos de mi propio semen y la mordaza, cuando desperté nuevamente bajo las caricias de los azotes de la fusta de parte de Wanda.
Esta ves me tome casi toda la “champaña“ que me obsequió en el baño, tenia mucha sed cuando Wanda me orinó encima. Y me parecieron que los azotes eran suaves caricias sobre mi inmunizado trasero y espalda.
-“Haragán, hoy no trabajas en la oficina, así que serás mi domestica y sirvienta”
-“Comienza sirviéndome el desayuno”
-“ Muy bien Animal, ya que me has traído el desayuno puedes irte a trabajar y no olvides ponerte el cinturón de castidad y el vibrador en el culo”
Pase cerca de hora y media ordenando todo. Me demore mas barriendo y trapeando el suelo, menos mal que mi Ama Wanda, de cuando en cuando supervisaba mi trabajo y apuraba mi afanosa tarea al compás del látigo. El vibrador en el culo me apuraba también, pero el vaivén de las pesas en mis tetillas y en los testículos, retardaban la faena.
– “Ponte a barrer y coletear… de rodillas
-¡Mas vale que no se te caiga el vibrador del culo!”
Finalmente culmine el aseo, era casi medio día, mi hambre y sed fueron rápidamente zaceados por mi Ama Wanda como de costumbre, lanzándome las sobras del desayuno mezcladas con el resto de su comida del día anterior en un rincón del piso, las comí lentamente cada vez que mi Dueña las pisaba con sus sandalias y estiraba la pierna para que lamiera las sobras pegadas en la suela de su sandalias.
Luego tuve que limpiar el lavabo
-“lavaras el baño, usando solamente tus patas delanteras para restregar todo, y le sacaras lustro al WD con tu asquerosa lengua”
Y de inmediato comenzó a azotarme mientras yo lamía el borde del WD con el consolador encendido en el culo. El piso del lavabo tuve que restregarlo usando mis nalgas como coleto, apurándome porque de cuando en cuando Wanda pisaba mi sexo expuesto al estar boca arriba, meneando el trasero sobre el charco jabonoso del piso.
Por la tarde me dejo solo, para que lavar y planchar la ropa; pero esas tareas fueron mas arduas ya que me dejó como siempre con el consolador encendido en el culo y pinzas en mis tetillas y escroto.
La mordaza me molestaba pues introducía una enorme masa en forma de pera dentro de mi boca, haciéndome doler el maxilar. Y me daba una sed espantosa por la sal que le añadió antes de ponérmela. No podía quitármela porque al igual que los grilletes y el cinturón de castidad me fue colocada con candados.
En verdad me sobró un poco de tiempo antes del regreso de Wanda, que aproveche para reponerme un poco, acostándome en el piso tras la puerta de entrada, un descansar por fin tan libremente como me lo permitían los grilletes y la mordaza. También pude orinar y medio bañarme en la ducha, aprovechando su ausencia. Tenía hambre pero la mordaza no me dejaba ni comer ni beber ni tampoco fumar sin su permiso, por mucho que lo deseara.
Cerca de la seis de la tarde la sentí llegar, me incorporé de rodillas tras la puerta con los brazos extendido, ofreciéndole el látigo de tres colas, su favorito; arrodillado con las piernas muy abiertas, rectas, en ángulo de noventa grados, los talones muy juntos tras de mi y la barbilla pegada del pecho haciendo aparecer mi cabeza cabizbaja.
Wanda abrió la puerta, y sin mediar palabra tomó el látigo que le obsequiaba y comenzó a azotarme, mientras yo, sin cambiar de posición, baje el torso, coloque mis manos y frente en el piso, elevando mi grupa y trasero para recibir los azotes.
Se descalzo y me dejo en el suelo mientras revisaba cual Jefe militar la labor domestica que me había encomendado
-“Bien bien, hay algunas imperfecciones, te daré 20 azotes para que te esmeres mas la próxima vez, como premio te quitare la mordaza para que lamas mis pies y lustres mis sandalias llenas de barro.”
Los azotes de la fusta sobre mis nalgas malogradas me resultaron interminables, zas! Zas! “uno, dos, tres,… once, once, once…diez, once”
Y de vez en vez, decía que se había equivocado de contar:
-“un cuantos iban?…no recuerdo, creo que empezare de nuevo”
Y zas, zas, “uno, dos, tres, :::
Llore y suplique que parara, que no aguantaba, Ella me tomo del collar del cuello y dijo
-“esta bien, pobrecito el esclavito…”
Y a rastras me llevo a la mazmorra, me ató con cadenas dejando las plantas de mis pies y mis nalgas elevadas, me amordazó y se retiro por unos minutos, al cabo del cual volvió
-“para que aprendas a no quejarte te daré otra azotaina!”
Y zas, zas, comenzó a golpearme las plantas de los pies con la vara de abedul, primero contó 20 en un pie, luego 20 mas en el otro, yo lloraba y casi me atragantaba con la mordaza que ahogaban mis gritos.
Siguió con 20 mas en cada nalga y finalmente cansada, creo, me quitó el vibrador del culo; y me violó con el terrible pene de latex.
Apago la luz y me dejo aquel odioso falo plástico desgarrándome las entrañas y un escozor interminable en mis plantas y nalgas, no se si estas sangraban pero el ardor era indescriptible.
Un lapso de tiempo largo, que juzgo seria de varias horas después, se me acercó y me retiro la mordaza, escupiéndome el rostro; solo dije con voz quebrada y entre sollozos por el fuerte castigo recibido:
-“Gracias Señora y Ama por corregirme, prometo no quejarme y agradezco la educación que le da a su esclava y sirvienta!”
Fueron palabras mágicas, me liberó de mis ataduras y me puso a lamerle su coño,
Al terminar de darle placer se paro sobre mi obsequiándome directamente en mi boca parte de su orine, que trague completamente y después sin azotarme mas, me ordenó que me masturbara mientras me restregaba sus pies en mi rostro.
Esta vez no tuve que lamer mi semen del suelo, Wanda alternativamente restregaba con sus pies el piso y mi cara, hasta que el piso quedo completamente seco y sus pies sin una gota de mi semen. Al tiempo que toda mi cara quedaba embadurnada con el semen derramado y el sucio de sus pies.
-“a la mazmorra”
Obedecí y en un abrir y cerrar de ojos estaba nuevamente atado con grilletes en el piso, las piernas y brazos estirados en forma de X atadas a cada esquina de la mazmorra impidiendo moverme, boca abajo, con el consolador encendido en mi culo, la mordaza y las pinzas en mis tetillas; y esperando los besos de buenas noches de mi Ama Wanda.
La trazas del látigo bifido o de dos colas son caricias comparadas con la vara de abedul, así que las recibí con cierta excitación mas que con la dolorosa desesperación de los golpes de la víspera.
Dormí placidamente, al menos en lo que va de semana mi Ama Wanda solo me había castigado una sola vez por quejarme, y le había servido bien, incluso me había premiado y pude masturbarme en dos ocasiones…juzgue el balance como positivo. Espero que mañana domingo pueda complacerla sin ninguna contrariedad en todo sus deseos, como Dueña y Señora de mi ser.
Wanda me despertó como siempre, con las caricias de sus besos de cuero y me desató del piso, sentí que me volvía la circulación a las extremidades al encogerlas sobre mi cuerpo. Corrí a traerle su desayuno, mientras Wanda se bañaba y vestía. Se termino la totalidad del desayuno: pan tostado con mantequilla y mermelada, los huevos, el jugo y el café. Debió gustarle porque no quedaron ni migajas para sobras.
-“no quedan sobras para darte, pero como hoy es domingo, esclavo, te haré yo misma tu desayuno”
Yacto seguido me amarro en el lavabo cerca del WD; acostado boca arriba y con las manos y piernas bien sujetas entre si, de modo que quede estirado de largo a largo. Quitó mi mordaza, se agacho colocando su sexo a unos centímetros de mi rostro y comenzó a pujar
-“ A comer cerdito! Y abre bien la boca para no derramar nada”
Un leve ah! Escapó involuntariamente de mi garganta, pues me estremecía que tuviera que tragarme su caca que ya veía asomarse como gelatina pastosa por el extremo se su ano. Wanda halo la cadenilla de mis tetillas fuertemente hacia arriba ocasionándome un dolor enorme en ellas que me obligó a abrir la boca como nunca
– No te quejes porque te arranco las tetillas
Me produjo arcadas la primera porción, y la posición no me dejaba tragar, termine con toda la cara embarrada con sus heces y el escozor de su orine en mis ojos y oídos.
Se levanto, quitándome entonces el citaron de castidad comenzó a azotar cada vez mas fuerte mi escroto con el látigo de siete colas, entre aullidos y suplicas se detuvo cuando ya casi había terminado de tragarme todo aquello, y tenia unas ansias de vomitar terribles.
-“No olvides dejar todo impecable, cerda comemierda!, ja, ja, ja”
Se retiró y apenas si pude voltearme adolorido y degradado como nunca sobre la tasa del WC para dejar caer allí los restos que aun estaban en mi cara y devolver aquella sustancia indigerible.
Era evidente que no tenia como limpiar el piso con nada; pues no me atrevía a salir del baño so pena de algún terrible castigo como el de anoche.
Así resultó hiper super degradante limpiar toda la caca derramada en el piso, en el borde del WC y en mi cara empleando solo mis manos y el agua del WC; ni pensar en usar el lavamanos porque quedaría manchado de aquello.
Culmine no sin dificultad aquel mandado, y me presente en posición de sumisión frente a Wanda: de rodillas con las manos atrás y cabizbajo.
-“bien cerdita, ya desayunastes; ponte la mordaza y el cinturón de castidad y anda al estacionamiento a lavar el coche que saldré mas tarde”
No podía creer esa orden, el estacionamiento se ve de la calle y cualquiera me pillaría en la facha de esclavo, ese pensamiento solo cruzo mi cabeza un instante porque también cruzò mi pecho un par de latigazos que me despejaron las dudas
Me dedique a la faena de lavar el vehiculo de mi Ama Wanda, que de vez en cuando se asomaba sonreída sobre todo porque mas de un viandante se quedaba mirando mi facha, creo que no se sorprendían por mi desnudez sino mas bien por la suerte de disfraz de esclavo que era evidente, junto a las también evidentes cicatrices de los azotes y latigazos de la semana, que dejaron mi cuerpo como una sucesión interminable de estrías rosadas y moretones.
Creo que ya podía considerarse que mi condición de esclavo de Ama Wanda no seria un secreto entre nosotros, sino también un convenio tácito de morbo mutuo al ser exhibido como tal.
Mi Ama estaba esplendida, cuando termine de lavar el coche, me ato las manos detrás de la espalda y estas a mis tobillos, quedando así arrodillado, en el patio trasero de la casa; ato la cadena de mi cuello al poste y me refresco el cuerpo lanzándome todo el contenido del balde, lleno de agua sucia y jabonosa con la cual había trapeado el coche.
-“me esperas aquí, puerquita, mientras regreso de paseo”
Me quede atónito, esperando descansar un poco, durante el domingo de esta semana interminable, la posición me permitía apoyarme en la rodillas y conciliar el sueño, ya poco me importaba si algún curioso se acercaba a la verja que separaba la casa de la acera y me recubría en aquella postura; después de todo ya me había exhibido caminando como esclavo por la ciudad aquella mañana hace exactamente siete días. Esa reflexión me tranquilizó, como también el hecho de que me hubiera acostumbrado en solo una semana a recibir diariamente las caricias de Wanda con su látigo, e incluso se me atojaban insuficientes las horas nocturnas que pasaba a su lado. Ciertamente la experiencia de la mañana de hoy, cuando me uso como WC no fue agradable, pero creo que con mas esfuerzo podría acostumbrarme como me acostumbre rápidamente a degustar su orine y a lamer el sucio de sus pies.
Wanda se apareció más pronto de lo esperado:
-“la puerquita esta cómoda?”
-“fo, hiedes y esta sucia”
Y acto seguido comenzó a bañarme con manguera, el agua fría en esa tarde soleada me reanimo y aun cuando casi no podía moverme, me resultó muy gratificante.
Wanda esparció un poco de jabón en polvo sobre mi, y con el cepillo de barrer comenzó a restregar todo mi cuerpo a distancia, las púas del cepillo maltrataban mi piel, y Ella lo notó, haciendo hincapié en restregar las zonas mas sensibles como la cara, las axilas y la entrepierna, quitándome el cinturón de castidad y restregando mi pene erecto con el cepillo.
Luego me liberó y me arrastró hasta el medio del salón, me puso en posición de sumisión de rodillas, y aplastando mi cara con su bello pie contra el piso comenzó a hablarme:
-“ahora que tengo un esclavo limpio y dispuesto a servirme sin rechistar, te preparare un bautizo, pero eso deberás contarlo en una segunda edición.”
-“ha pasado una semana y la rutina de entrenamiento se repetirá siempre, aunque te tengo preparado otras sorpresa, por lo pronto te leeré tus deberes que deberás repetirlos en voz alta”
Y comenzó a leerlos seguido de un terrible latigazo sobre mi espalda cada vez que repetía lo que Ella había leído en voz alta, uno por uno:
“Animal, desde hoy serás un verdadero esclavo” :
1. Tu Ama Wanda tendrá toda la libertad que me venga en gana y su esclavo lamepies solo azotes y humillaciones
2. El esclavo lamepies limpiaras la casa todas las semanas en forma humillante.
3. El Esclavo siempre estará accesible por teléfono y responderá: “ a sus ordenes mi Ama”
4. El esclavo dormirá en su mazmorra echado en el piso amarrado y azotado
5. Plancharas y lavaras la ropa, como esclavo
6. El esclavo lamepies llevará siempre el cinturón de castidad, los grilletes y el collar que indica la propiedad de su ama Wanda
7. El esclavo recibirás feliz los castigos y humillaciones que le imponga su Ama Wanda: limpiando y adorando sus pies diariamente.
8. El esclavo solo tendrá permiso para trabajar hasta las 5.30 PM, si llega tarde será castigado por su Ama Wanda rudamente, halla o no razón alguna.
9. El esclavo traerás toda la quincena y suplicara a su Ama Wanda para los gastos mínimos a cambio de azotes.
10. El esclavo es propiedad de Wanda, vestirás como se le mande, y podrá ser alquilado o prestado como un objeto de su Señora Wanda.
11. El esclavo lamepies solo comerá las sobras, echado a cuatro patas en el piso.
Su Ama Wanda lo mearé y lamepies limpiara el culo de su Ama todos los días.
12. Wanda usará y violará a su esclavo cuando le de la gana, el esclavo solo se correrá cuando su Ama lo permita y siempre de manera degradante; tragándose luego la leche que derrame.
lamepies67@gmail.com
¿Fantasía o realidad?
El FemDom y el BDSM es creativo e inteligente, juzga Tu amigo lector, donde comienza en esta historia la primera y donde acaba la segunda.
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