Mi abuelo es mi hacedor 2.
Aprendiendo cosas..
Mi abuelo entra en el baño completamente desnudo y yo estoy ahí, igualmente desnudo esperando a que me ayude a bañarme. Con la mente omnibulada después de haber visto por primera vez como mi abuelito se masturba.
Mi abuelito abre la llave de paso y un chorro de agua comienza a caer de la regadera. Él mete su mano al chorro y espera unos segundos. Cuando la temperatura del agua es la correcta me dice — ándale, ya está el agua, métete a bañar. — y con su mano mojada me empuja para entrar al chorro de agua.
Mi cabello y mi cuerpo empiezan a mojarse — abuelito, porque tienes tanto pelo? — le pregunto con la misma inocencia que si preguntase por su color favorito. –Jajajaja– se carcajea mi abuelo mientras toma un banquillo de madera que está dentro del baño y se sienta frente a mí. Dejándome ver a escasos centímetros de mis ojos su pene y WebOS cubiertos por una espesa mata de pelo negro.
Su pene pequeño, ahora, está cubierto por un pellejo pero aún así se puede ver qué una gran cabeza lo corona. Sus bolas parecen más hinchadas y aún más negras y pesadas que antes. Todo su aparato se mueve de un lado al otro mientras que con sus manos me restriega el shampoo en mi cabello.
Hace que levante mi rostro, así que cierro mis ojos en lo que él con ayuda del chorro de agua retira la espuma. Cuando termina, y me tallo los ojos para poder abrirlos me doy cuenta que en pocos segundos el pene de mi abuelo se había hinchado, se ve más grande que cuando entro y comienza a levantar se.
— ahhhh canijo… qué preguntón saliste — estira su mano y toma la barra de jabón con sus manos. La moja y comienza a restregarla contra mi cuerpo. — Cuando crezcas y estés más grandecito. También a ti te saldrán pelos, pero para eso falta mucho, cabrón —
Sus manos húmedas recorrían mi piel blanca. Poniendo énfasis en mi entrepierna, nalgas y abdomen. En otras ocasiones el baño con mi abuelito había sido corto y con él vestido. Pero está vez fue diferente.
— y también me voy a hacer pipi color blanco como tú? — pregunté nuevamente de forma inocente y con aún más dudas en mi mente. Mi abuelo detuvo sus manos y restregó nuevamente el jabón entre ellas. Se levanta del banquillo y frente a mi, vi como su pene creció enorme, tanto que la cabeza de su pene cubierta por ese cuerito quedaba el descubierto.
Su pene está hinchadisimo, su glande de un color rojo cereza y el resto del cuerpo cubierto de exaltadas venas. Mi abuelo me hace a un lado aún cuando todavía yo tenía restos de espuma de jabón en mi cuerpo. Él se mete bajo el chorro de agua y empieza a restregar el pequeño jabón en su entrepierna.
Por acudir a las barras de la colonia e ir de vez en cuando al gimnacio el cuerpo de mi abuelito ahora es más musculoso, ancho y sus manos son muy gruesas tanto que con una sola de sus palmas me cubre el rostro cuando jugamos. — Ayúdame. — me dice y me agarra mi manita con su mano y la dirige hasta su sexo caliente e hinchado. Fue la primera vez que toque el sexo de mi abuelito. Y por reflejo, con mi otra mano también agarre su pene. A dos manos pequeñas mi abuelito me tenía agarrando de su sexo. Era duro y caliente. Al principito solo eran mis manos alrededor de el. Pero después no sé si por instinto primario o porque mi abuelo lo empezó, mis manos comenzaron a deslizarse al frente y atrás con lento ritmo. Su sexo estaba lleno de espuma del jabón. Mis manitas fácilmente se comenzaron a deslizar por toda su circunferencia.
Cuando reaccione la cadera de mi abuelito se movía a un ritmo constante. En un Vaivén. Me empecé a reír , primero tímidamente para luego dar paso a la carcajada. — se siente raro abuelito. tu pene ahora está grande… Grueso… Caliente — mis manos y mis ojos no se apartaban del sexo de mi abuelito. Mi cuerpo temblaba no de frío sino de nervios. Y mi risa era incontrolable.
— Es porque me gusta que tus manitas jueguen con mi verga– dictó mi abuelito — pero sabes que más me gusta? Agustincito!– volteo arriba y mis ojos conectan con los ojos de mi abuelo, de la misma forma en que un ave rapaz mira a su presa. — Qué? — pregunté casi gritando. Mientras mis manos seguían deslizándose por la piel morena de la verga de mi abuelito.
— Que los niños bonitos como tú, me den besitos…–
Mi mirada bajo hasta posarse en el sexo hinchado de mi abuelito mientras mis manos le masajean al ritmo de sus caderas. Y sin pensar me lo mucho. Acercó mis labios a la verga de mi abuelito. Primero fue uno… Tímido. Volteo a ver el rostro de mi abuelo y el está sonriendo de oreja a oreja, con su rostro encendido y sus ojos llenos de lágrimas, pero sonriente. — Otro…– me dice con una voz casi susurrante y mis labios nuevamente se pasaron sobre su glande rojo y caliente.
Ni siquiera tuve que recibir otra instrucción más. Era mi abuelito quien me lo pedía. Y si mi abuelito lo pedía? Para mí era una orden que con gusto lo hacía.
Mis labios fueron ahí, por toda su caliente humanidad mi boca depósito besos. Mis labios sellaron el infinito amor que siento por mi abuelito. Mis labios una y otra vez, varias veces besaron su verga y glande.
— También aquí — me indico mi abuelito, tomando su glande entre sus gruesos dedos y descubriendo sus gruesas bolas. Mi cara de felicidad era notoria pues de alguna manera estaba haciendo feliz a mi abuelito. Sus bolas tenían un aroma característico, no era para nada desagradable sino al contrario.
Involucre mi lengua en nuestro nuevo juego. Mientras mi abuelo masajea su verga, con mi boca y lengua trataba de tomar el agua que escurría por la entrepierna de mi abuelito. Sus piernas comenzaron a temblar mientras su mano se movía rápidamente alrededor de su verga. Mi mirada era cubierta por el grueso tamaño de su verga. Comenzó a darme golpecitos con su glande. Y yo solo reía, reía mucho. Continúe dándole besos tantos que empuje su mano y me apodere de su verga, mis labios le llenaron de besos mientras que mi abuelito con rápidos movimientos de su cadera hacia que sus bolas chocarán contra mi barbilla.
Sus piernas se descontrolaron y su temblor fue a más fuerte. Con su mano izquierda me tomo por la parte de atrás de mi cabeza. Mientras su mano derecha tomo su verga y la movió vigorosamente. Él me veía con una mirada pesada, con su boca abierta y agachado sobre mí. Yo le veía. Lo ví gigante. Intrigado segui viendo, sin querer cerrar mis ojos a pesar de que gotas de agua caían, está vez aún más de cerca que la primera vez. Y de una un potente chorro de leche blanca me espanto, al salir disparada de su verga. Un grito fuerte salió de la garganta de mi abuelito acompañado de otros chorros calientes. Algunos de esos Chorros cayeron sobre mi húmeda piel y supe que eran calientes. Muy calientes. El agua aún caía sobre el cuerpo de mi abuelito. Mientras su último suspiro y chorro de leche caía en mi rostro.
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