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Dominación Hombres, Fantasías / Parodias, Gays

MI AMIGUITO MAU

Siempre le tuve ganas, hoy finalmente me lo cogí .
Desde niños, siempre tuve un crush con Mau, aunque nunca dije nada, ni él tampoco. Él era ese amigo que, a pesar de ser súper femenino en su forma de hablar, moverse y reaccionar, nunca tuvo etiquetas que lo definieran; simplemente era él. Siempre cercano, divertido y con esa energía que me volvía loco sin que él se diera cuenta.

Cuando nos volvimos a ver, Mau tenía recién 16 años, y aunque sólo me sacaba cuatro centímetros, parecía más maduro, pero igual de encantador. Su cuerpo seguía siendo delgado, sin músculos exagerados, pero trabajado; su trasero redondo se notaba perfectamente bajo sus pantalones, y sus labios rosados, gruesos y carnosos me hicieron recordar todas esas veces que quise besarle y nunca me atreví.

Esa noche, la primera vez que estuvimos a solas en mucho tiempo, todo parecía cargado de una electricidad imposible de ignorar. Mau hablaba con su voz suave, casi melódica, y aunque se mostraba un poco nervioso, había algo en su mirada que me decía que también sentía lo mismo que yo, aunque nunca lo hubiera admitido.

Nos sentamos en el sillón, tan cerca que nuestros cuerpos casi se tocaban. Yo sentía el calor de su piel y el aroma dulce de su colonia. Él se mordía el labio inferior, ese gesto que siempre me desarmaba.

Sin pensarlo, dejé caer mi mano sobre su muslo, rozando suavemente su piel. Mau no se alejó, al contrario, su cuerpo se relajó y sentí cómo un escalofrío le recorría.

—Luis —me dijo con esa voz dulce y casi temblorosa—, ¿qué estás haciendo?

Sonreí, juguetón, y le susurré:

—Recordando todo lo que nunca te dije cuando éramos niños.

Su mirada se clavó en la mía, y en ese instante todo se volvió un silencio cómplice, una promesa de lo que estaba por venir.

Mau se quedó congelado un instante cuando mis labios rozaron los suyos por primera vez, como si estuviera tratando de procesar todo lo que sentía. Su respiración se volvió profunda y temblorosa, y entonces, poco a poco, sus brazos me rodearon con timidez pero con ganas. Sentí la calidez de su cuerpo acercándose aún más, como si quisiera fundirse conmigo, como si cada centímetro de distancia desapareciera en ese instante.

Sus labios, carnosos y suaves, se abrieron para dejar que mi lengua jugara con la suya, ancha y exploradora, buscando cada rincón, cada suspiro escondido. Era como si ese beso fuera la revancha de años de silencios, de miradas furtivas y sueños callados.

Mientras nuestras bocas se movían al unísono, sentí cómo Mau se estremecía, sus manos temblorosas pero decididas empezaron a acariciar mi espalda, bajando lentamente hasta apretar mis caderas. Su cuerpo delgado pero trabajado se pegaba contra el mío, y podía sentir perfectamente el contorno redondo de su trasero contra mi mano, suave y firme.

Con un suspiro entrecortado, Mau se separó apenas para mirarme a los ojos, llenos de una mezcla perfecta de deseo y vulnerabilidad.

—Luis… yo… —empezó, pero no pudo continuar.

Yo le acaricié la mejilla, intentando transmitirle que estaba bien, que no tenía que decir nada, que lo único que importaba era lo que sentíamos ahora.

Poco a poco, comencé a desabrochar su camisa con dedos delicados, dejando que mi piel sintiera cada centímetro suyo. Él se dejó hacer, sin prisa, sin miedo, mientras su respiración se hacía cada vez más rápida.

Mis manos bajaron a su cintura, apretando suavemente mientras deslizaba sus pantalones, revelando la piel cálida y tersa de su abdomen hasta llegar a la zona más íntima. Vi cómo sus mejillas se teñían de un rojo intenso cuando mi mano tocó la tela de su ropa interior, y no pude evitar sonreír ante su timidez tan atractiva.

Sin embargo, él no se apartó. Su cuerpo respondía, se ofrecía, y eso me volvió loco de deseo.

Con cuidado, le bajé la ropa interior, y ante mis ojos apareció su entrepierna pequeña pero erguida, con ese brillo húmedo que me decía lo mucho que lo quería ya.

—Eres hermoso —le susurré, mientras me inclinaba para besar su abdomen, bajando lentamente hasta su miembro, rozando con mis labios la punta húmeda, sintiendo cómo Mau cerraba los ojos y mordía su labio para contener un gemido.

Mi lengua ancha empezó a acariciar su longitud con lentitud, jugando con cada centímetro, alternando movimientos suaves y firmes que hacían que su respiración se acelerara y sus manos se aferraran a mis cabellos.

—Luis… —susurró, su voz quebrada por el placer—, más…

No me hice esperar. Con más intensidad, comencé a explorar con la boca, sintiendo cómo Mau se derretía entre mis labios y lengua, sus gemidos subiendo de volumen mientras su cuerpo se tensaba contra mí.

Cuando sentí que estaba listo, lo invité a recostarse y me coloqué entre sus piernas, mirándolo con deseo. Él me miró con ojos brillantes, entregado, completamente mío.

Después de que nuestros labios se perdieron en ese beso intenso y lleno de deseo, sentí que la tensión entre nosotros crecía aún más, como una corriente eléctrica que nos consumía lentamente.

Mau se recostó ligeramente, con esa mirada vulnerable pero llena de ganas, y sin que yo dijera nada, bajó su rostro hacia mi entrepierna. Sentí la calidez de su aliento mientras su lengua empezaba a acariciar mi piel, moviéndose con una mezcla perfecta de dulzura y ansia.

Sus labios rosados y su lengua ancha exploraban cada rincón, haciendo que mi respiración se acelerara y mis manos buscaran su cabello para guiarlo más cerca. Él disfrutaba tanto como yo, sus suspiros y gemidos suaves llenaban el aire, intensificando ese momento íntimo.

Cuando me sentí al borde, tomé su cadera y lo acerqué más para que sintiera también mi deseo por él. Mi boca bajó lentamente hasta su trasero redondo y firme, y con dedos suaves abrí sus mejillas para besar y lamer con cuidado esa zona tan sensible que sabía que le hacía temblar.

Mau arqueó la espalda y soltó un gemido bajo cuando mi lengua tocó su piel tersa y caliente, explorando con paciencia, jugando con cada pliegue y rincón. Su respiración se volvió entrecortada, sus manos me apretaban con fuerza, dejando claro que le encantaba ese juego.

Sin prisa, alternamos caricias y bocas, él complaciéndome y yo complaciéndolo, disfrutando cada gemido y cada suspiro que escapaba de nosotros, acercándonos más y más al punto donde ya no había vuelta atrás.

Cuando sentí que estábamos listos, me incorporé, mirándolo a los ojos con deseo y ternura, y sin más palabras, entré en él lentamente, sintiendo cómo su cuerpo se ajustaba al mío, cálido, suave y perfecto.

CSentí cada centímetro de Mau acomodándose a mi ritmo, cálido y apretado, mientras sus manos se aferraban a mi espalda con fuerza, marcando el deseo y la entrega total. Su respiración acelerada se mezclaba con mis suspiros, creando una melodía perfecta de placer.

Comencé con movimientos lentos y suaves, explorando su cuerpo y dejando que cada embestida fuera una caricia profunda, un susurro entre nuestros cuerpos. Mau arqueaba la espalda, gemía con intensidad y me miraba con ojos llenos de pasión y vulnerabilidad.

—Más fuerte… —susurró entre jadeos, pidiendo lo que también yo quería darle.

Respondí a su petición con embestidas más firmes y rápidas, sintiendo cómo el calor entre nosotros aumentaba, la conexión se hacía más fuerte y cada movimiento nos acercaba a un punto irrepetible.

Mis manos recorrían su torso, bajaban por su abdomen y se perdían en sus caderas, mientras su trasero se apretaba contra mí con un temblor que me desarmaba. Sentí su piel erizarse y un temblor recorrer todo su cuerpo.

—Luis… —jadeó, apretando mis hombros con fuerza—, estoy cerca…

Yo también sentía el clímax acercándose, la presión en mi abdomen y pecho, la sensación de que todo estallaría en una ola de placer intensa y prolongada.

Con un último impulso, nos fundimos en ese momento explosivo, gritos y gemidos escapaban de nuestras bocas mientras nuestras respiraciones se entrelazaban y nuestros cuerpos temblaban, aferrados el uno al otro.

Después de unos segundos, nos quedamos abrazados, sintiendo el calor, la ternura y la conexión que sólo la pasión puede dejar.

Después del último gemido y el estremecimiento que nos recorrió, nos quedamos ahí, pegados, con el cuerpo aún temblando por la intensidad. Mau apoyó la cabeza en mi pecho, respirando agitadamente, mientras yo acariciaba su cabello con suavidad, intentando transmitirle que estaba bien, que todo estaba bien.

Sus dedos jugueteaban con los bordes de mi camiseta, y aunque su cuerpo todavía reflejaba el calor del encuentro, sus ojos se llenaron de una ternura inesperada, como si una mezcla de vulnerabilidad y satisfacción lo envolviera.

—Luis… —susurró, levantando la mirada—. Nunca imaginé que esto podría sentirse así.

Sonreí, acercando mis labios para un beso suave en su frente.

—Yo tampoco, Mau. Pero ahora sé que no puedo negarme a esto que somos.

Nos quedamos abrazados un buen rato, disfrutando del silencio y del latir sincronizado de nuestros corazones, dejando que la cercanía hiciera todo el trabajo.

Finalmente, con una sonrisa pícara, Mau levantó la cabeza y susurró:

—¿Otra vez?

 

¿CONTINUARÁ?

111 Lecturas/1 noviembre, 2025/0 Comentarios/por SexualBoy23
Etiquetas: amigo, amiguito, maduro, metro, primera vez
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