Mi chulo en el colegio.
Un nuevo estudiante, se encuentra con un compañero de clases que es un abusador, que para no ser molestado por él le da dinero, pero un día estando en las duchas mientras el nuevo estudiante se enjabonaba llegó el abusador, y se da cuenta que el nuevo prácticamente le está ofreciendo sus nalgas..
Mi chulo en el colegio.
Cuando estaba en mi último año escolar, tenía un compañero de clases que era el tipo más duro y recio.
Se la pasaba jodiendo a todo aquel que se le atravesaba, cuando no estaba peleando, se la pasaba viviendo de los chicos más débiles del colegio, como era mi caso.
Fue cuando lo conocí, yo recién había llegado, además tenía pinta de todo menos de varón, delgado, con abundante cabellera larga y de un color castaño claro casi como la miel, y ojos marrones claros.
Desde que llegué, se fijó en mí, es decir me puso el ojo enseguida, ya que mi padre me dejaba todos los días en la puerta del colegio.
Desde el primer día me dijo que, si no deseaba tener problemas en el colegio, le debía pagar, y cual no fue su sorpresa que, sin problema alguno.
En ese momento saqué de mi bolsillo un billete y se lo entregué, cosa que continué haciendo diariamente cada vez que él se encontraba conmigo.
Yo era uno de tantos a los que él le quitaba el dinero de su merienda, no porque le hiciera falta realmente, sino por el solo hecho de hacerse sentir.
Un día a mitad del semestre escolar, se quedó en la cancha de futbol charlando con el entrenador, ya que como él era el capitán del equipo, quería que les dieran uniformes nuevos.
Pero al llegar a las duchas, la mayoría de los chicos del equipo, se habían marchado, así que aprovechó para darse una ducha.
Fue cuando al entrar a las duchas se encontró que yo me estaba duchando, desde luego que completamente desnudo, de espaldas a la puerta, me encontraba enjabonando mis nalgas, sin darme cuenta, de que el abusador ese había entrado a las duchas.
Al verlo me asusté, mientras que él comenzó a enjabonar todo su cuerpo y en especial sus huevos, sin prestarme mucha atención a mí.
Hasta que se dio cuenta, que yo aun dándole la espalda, continuaba enjabonándome bastante mis nalgas, pero con mi cabeza volteada para seguir viéndolo, sin quitar mi vista de su verga.
No sé si fue la manera en que me encontraba parado, que daba la impresión de que fuera una chica con toda esa agua cayendo sobre mi larga cabellera, chorreándole por la espalda, hasta seguir bajando entre mis nalgas.
En ese momento pensé. “Ya no va a entrar más nadie aquí a las duchas, déjame ver si el tipo este me da por el culo.”
Cuando me vio en esa posición, para él, fue una clara invitación, a que me empujase su verga entre mis nalgas.
Yo continué enjabonando y manoseando mis nalgas, la que nada más de pensar lo que me podía pasar, me sentía sumamente excitado, hasta que ya no pude disimular, que me llamaba mucho la atención su pedazo de carne.
De momento sin rodeo me preguntó si quería tocar su verga, yo me hice el desentendido, pero justo en ese instante, con toda la intención, dejé caer el jabón que estaba usando.
De inmediato en lugar de agacharme, simplemente incliné mi torso hacia adelante, previamente había separado ligeramente mis piernas, y así me quedé supuestamente tratando de agarrar el jabón, casi en cuatro patas.
Cuando me vio en esa posición, de seguro para él, fue una clara invitación, a que me empujase su ya parada verga entre mis nalgas.
Así que, se me acercó y tomándome por la cintura, pegó su cuerpo al mío, de inmediato reaccioné, haciéndome el que no sabía que estaba pasando, pero al mismo tiempo restregando mis nalgas contra su verga.
La que tomó con su mano derecha la dirigió directamente al centro de mis nalgas, al tiempo que pegaba mi cuerpo contra una de las paredes de las duchas.
El solo hecho de que le ofreciera una ligera resistencia, lo excitó mucho más, y con su brazo izquierdo sujetó mi cuerpo, dirigió su enjabonada verga directamente al hueco de mi apretado culito.
Lo único que yo alcanzaba a decirle en un tono muy poco convincente era. “Hay déjame, no me hagas eso, que me va a doler”. de inmediato, me dijo “¿y cómo sabes que eso te va a doler, mariquita?”
Él me hizo el menor caso, quizás por lo enjabonado de su verga y mi culo, comencé a sentir como me lo metía todo suavemente, cuando terminó de empujármelo, por un momento se quedó quieto, con su boca sobre mi nuca, y comenzó a mordisqueármela.
Mientras que el agua de la ducha nos seguía cayendo a los dos encima, yo comencé desde ese momento, a mover sabrosamente mis nalgas, de lado a lado, a medida que él me lo comenzó a sacar y meter, yo apretaba y soltaba mi culo gustosamente.
No era la primera vez que alguien me daba por el culo, en las duchas, el año pasado, cuando me encontraba en otro colegio, otro chico que, a diferencia de este, era algo gordito y de cabello de corté tipo militar, me hizo lo mismo, solo que en esa ocasión nos descubrió otro chico, al que para que no dijera nada me puse a mamar su verga.
Pero definitivamente, el abusador del colegio se movía de una manera mucho más sabrosa, a medida que él seguía empujándomelo, yo me quejaba ligeramente y gemía, pero de placer.
Al tiempo que ya de manera bien clara le pedía que le diera más, y más duro, por un buen rato, lo único que hizo, fue darme más y más verga, mientras que yo continuaba meneando mis nalgas sabrosamente, quejándome de vez en cuando, con vos aflautada de manera bien excitante y seductora.
Por un largo rato mantuvimos esa posición, hasta que no sé por qué se le ocurrió decirme, que me acostase en el piso de la ducha, cosa que, sin chistar en lo más mínimo, lo hice de inmediato.
Levanté y separé completamente mis piernas, dejando mi abierto culito para él, que sin perder tiempo me volvió a enterrar, toda su verga, mientras que, en mi rostro, se reflejaba una tremenda felicidad.
A medida que él siguió clavándome por el culo, yo no pare de mover mis nalgas, en ese momento él se sentía todo poderoso, mientras que yo al mismo tiempo comencé a pajearme como loco.
Así estuvimos otro buen rato, hasta que finalmente, era tanta la excitación que yo tenía, que, sin poder evitarlo, se vino dentro de mi culo, así como yo me vine entre mis dedos.
Cuando finalmente me lo sacó, comencé a querer hacerme la víctima, lo acusé de que él había violado, mientras que él nada más me reía y me recordó que fui yo quien me puse en cuatro para que él me penetrase.
Como si estuviera llorando, le comencé a pedir que no se lo dijera a nadie, que yo haría todo lo que él quisiera, pero que yo no quería que nadie se enterara de que le había dado por el culo.
Cuando me escuchó decirle eso, mientras terminaba de lavar su verga bajo el agua de la ducha que aún seguía cayendo, me dijo. “Ok, no se lo diré a nadie, pero de ahora en adelante, como tú mismo lo dijiste, vas a hacer todo lo que yo te ordene. Así que comienza, mámame la verga ahora mismo”.
Al principio puse cara de no gustarme, lo que yo él me había dicho, pero no tuvo necesidad de repetírmelo, ya que casi de inmediato, lo me arrodillarse frente a él, y mientras el agua de la ducha seguía cayendo sobre nosotros, tomé su verga entre mis manos y delicadamente me la fui llevando a mi boca.
Al tener su verga frente a mis labios saqué mi lengua y comencé a pasarla lentamente por sobre su glande, en cosa de segundos, se le ha vuelto a parar, mientras veía como yo lamía y poco a poco me comencé a tragar casi toda su verga dentro de mi boca.
Desde ese día me convirtió en su puta privada, casi a diario o me ponía a mamar su verga o me daba por el culo, ya fuera en las duchas o preferiblemente en el baño del viejo almacén abandonado, que nadie usaba, desde hacía tiempo en el colegio.
Lo mejor de todo, fue el día que, entró al almacén, dio cuenta de que yo ya le esperaba, me había quitado el uniforme del colegio, pero estaba usando unas pequeñas pantaletas y sostén.
Lo cierto es que de primera impresión realmente creo que yo parecía una chica acostada sobre un viejo sofá, que usábamos como cama.
Por lo general simplemente me lo comenzaba a meter, pero ese día le provocó el jugar un rato conmigo, así que comenzó a besarme y a tocar mis nalguitas, y acariciar mis pequeños pechos.
A medida que lo hacía, yo gemía y con voz bien afeminada le pedía que me lo metiera, lo que no tardó nada en hacer, cada vez que yo estaba con él, me sentía de lo mejor.
Cuando llegó el fin del año escolar, no volví a verlo, hasta que años después, me enteré que había estaba preso, por supuestamente haber violado a una chica, caso del que salió no culpable después de todo.
Por casualidad él mientras buscaba un noticiero en la Tv, vio la promoción de una telenovela, en la que el galán principal era yo, según me contó después cuando nos volvimos a encontrar
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