Mi compa dormido 2
Parte 2 de otra ocasión en la que pude comerme el culito de mi amigo dormido y cómo sin que él lo supiera se volvió mi puta personal..
Pasaron como dos meses desde aquella noche. Dos meses de una rara normalidad. Lalo y yo seguíamos siendo cuates, seguíamos yendo a partidos y seguíamos haciendo pedas los fines de semana. Pero algo había cambiado, y solo yo lo sabía.
Cada vez que lo veía, mi mente se iba a la fuga y recordaba cómo se sentía su culo aquella noche, cómo se abría para mí, el calor de su cuerpo mientras me lo cogía dormido. A veces, en medio de una plática normal, me ponía duro con solo recordarlo. Me sentía un puto pervertido, pero también un cabrón que se había comido la mejor carne de su vida y que se la había ganado a puro morbo.
La oportunidad volvió a aparecer, como siempre, en forma de alcohol. Fue el cumpleaños de otro cuate, un wey de la facultad que rentó una casa para la peda. La cosa empezó medio temprano, con carne asada, pisto y toda la cosa, pero para las once de la noche ya todos estaban bien servidos. Yo, Lalo y otros tres weyes nos movimos a la sala a seguir la peda. Ya no había mujeres, solo puro macho, tequila, y la mota que no faltaba.
Lalo andaba con su rollo de siempre: coqueteando con un wey flaco y de pelo largo que estaba ahí. No era su novio, solo otro puto que se le tiraba. Yo me hacía el que no veía, pero los estaba cazando de reojo. Veía cómo le sonreía, cómo le tocaba la mano. Y en mi pinche cabeza, solo pensaba: «Él no sabe que este wey de aquí al lado (yo) ya se lo metió por el culo y que lo volvería a hacer sin pensarlo».
Llegó un punto en donde las bebidas para Lalo se salieron de control. Nomás veía como entre todos le echaban porras para que se fondeara los tragos y el muy puto succionada cada gota de alcohol mejor que como succionaba leche. Lalo nunca ha sabido medirse con el pisto así que muy pronto empecé a ver cómo se iba apendejando cada vez más. De repente le hacía plática a mi carnal y me respondía con balbuceos o con cosas sin tanto sentido. Debo decir que para este punto yo estaba pedo, pero no al punto de ese pendejo; a quien yo sentía que en cualquier momento le iba a dar un coma etílico.
Mientras avanzaba la peda, llegó un momento en que ya todos estábamos muy ebrios (aunque yo casi no tomé tanto en comparación a los demás), y como ya era tarde los cuates que estaban en la sala se fueron yendo a sus respectivas habitaciones para dormir.
Lalo (ya más pedo que vivo) y el otro wey, creo que se llamaba Alex, también se fueron a una de las recamaras y yo me quedé en la sala con un compa que ya estaba a punto de quedarse dormido en el sillón. Alex se tuvo casi casi que llevar cargando a Lalo porque ya no podía mantenerse en pie y de repente veía como «accidentalmente» le tocaba el culo a Lalo con la excusa de sujetarlo bien, pero el pendejo también estaba que se caía de pedo. Yo solo me imaginaba todas las cosas que ese pendejo estaba por hacerle al culito de mi amigo.
Debo aceptar que para ese punto ya había vuelto a mi mente la idea de tener otra noche con mi mejor amigo, la mota y el alcohol me habían puesto muy caliente y de solo imaginármelo se me hacía una erección tremenda.
Unos 15 minutos después me animé a subir a los cuartos a ver si podía divisar algo, me asomé a las distintas habitaciones encontrándome con algunos de mis amigos roncando profundamente, algunos en boxers y otros hasta con zapatos. ¡Verga! estaba tan caliente que hasta me la pensé en acercarme a esos compas a hacerles algo, pero mi mente pervertida ya tenía presa por cazar.
Unos ruidos muy queditos llamaron mi atención y me hicieron acercarme a una puerta en particular. Cuando llegué y pelé el oído me di cuenta que era una mezcla de gemidos y alguna que otra frase sucia, e inmediatamente supe que ahí estaba el Lalo, probablemente inconsciente con su culito siendo penetrado. No cabe decir que la erección que sentía en este punto era brutal.
Me esperé como unos 40 minutos sentado en la cama del wey del cuarto de al lado mientras él roncaba profundamente, yo seguía tomando tequila de vez en cuando para calmar los nervios y para avivar la bestia que llevaba dentro. A una de tantas, me vuelvo a acercar y ya no escucho nada así que decido abrir la puerta lentamente y asomarme. Todo estaba oscuro pero con la poca luz que entraba del pasillo pude distinguir a Lalo y al otro cabrón ya bien dormidos.
Entré tratando de no hacer ruido. Lalo estaba acostado boca arriba, completamente dormido. Tenía los ojos cerrados y la boca un poco abierta. Estaba en calzones mal puestos y una playera de alguna banda de rock. El pendejo de Alex lo había desnudado de la cintura para abajo y cuando terminó medio le subió los calzones.
Cerré la puerta con llave. Me quedé con mi trofeo. Me acerqué a la cama y le susurré: «Lalo, wey, ¿estás despierto?». Nada. Olía a tequila, a sudor y a sexo. Mi verga estaba tiesa como roca.
Esta vez quise hacer las cosas diferentes. Quería llevar mi perversión a otro nivel. Me la pensé en prender la luz, pero lo que quería hacer era digno de ser visto claramente. Prendí la luz y volví a echarle un vistazo a la situación: ver a mi bro con esa boquita abierta esperando verga fue la señal que necesité para iniciar mi plan.
Saqué mi teléfono de mi bolsillo y empecé a documentar la escena. Tomaba un chingo de fotos de todos los ángulos habidos y por haber, quería que capturar con lujo de detalle el momento antes de profanar el culito de mi mejor amigo. Juntaba su cara y la mía y tomaba selfies y videos donde se veía que le escupía en la boca o en la cara y le esparcía la saliva por los cachetes y el rostro. –Se te pasó machín el pedo carnalito– pensé entre risas.
–Pinche perrita, te pasaste de tragos– decía en el video. –Voy a dejarte bien cogidito carnal. Esta vez no quería solo su culo. Esta vez lo quería todo. Puse mi cel en un ángulo en donde se pudiera ver todo y dejé grabando video.
Le bajé el calzón despacio, con cuidado de no despertarlo. Después me acerqué a su cara y le escupí, me desnudé rápidamente y cuando me quité el último calcetín, acerqué mi pie a su rostro y lo frotaba desesperadamente. Jugaba con mi pie en su cara, viendo como mi pie era un poco más grande que su rostro y de vez en cuando le metía los dedos a su boca. Quería que le quedara mi olor a macho, le pasaba toda la planta del pie por su cara, desde el talón hasta los dedos y me aseguraba de que me chupara cada uno de los dedos.
–Que rica putita, esto es lo que querías a final de cuenta, pinche joto– le decía de vez en cuando. Me sentía un degenerado total, y me encantaba.
Repetí el procedimiento con el otro pie, pero quería intentar más cosas. Lo moví y me puse de tal forma que mi verga quedó a la altura de su cara y empecé a frotársela y embarrarle todos los jugos que soltaba (que para ese momento era un chingo). Como dije antes, quería marcarlo. Dejarlo lleno de mi esencia para que se despertara oliendo a un verdadero macho.
Después le movi un poco la cabeza mientras con un dedo le abría la boca y puse mi verga en medio de sus labios; y empecé a puntear su boquita de mamadora con la que tanto había fantaseado. Se a fui metiendo más a fondo, hasta que mis pelos púbicos toparon con su nariz y lo encontré haciéndome una garganta profunda digna de aventarle a sus sobrinos en la garganta. Pero me contuve, cuando sentía que me iba a venir se la sacaba y me calmaba para volvérsela a meter hasta el fondo y escuchar sus arcadas ahogadas por mi vergota. Aumenté la velocidad y llegó un punto en donde parecía que me estuviera follando a un juguete de plástico jajaja. Le cogía la boca con odio y en ratos intentaba metérsela con todo y huevos, pero no le entraron, así que alternaba metipendole mis bolas y mi verga a la boca. Sin duda estaba en la goria. Le metía mi huevo derecho y lo masajeaba dentro de su boca y ya que estaba bien húmedo cambiaba al izquierdo y después le cogía la boca y así por un buen rato hasta que quedé satisfecho.
La neta siempre había tenido curiosidad por saber que se sentía que te chuparan el culo, así que aproveché que tenía a mi compa dispuesto para lo que fuera y acomodé su cabeza en el borde de la cama, después, me fui sentando lentamente en su cara. Como Lalo estaba dormido la neta no se sentía la gran cosa, pero aun así seguí moviéndome en círculos o de atrás para adelante, ahogando a este cabrón con mi culo. Con el calor de la fiesta y toda la actividad había sudado, y ahí estaba embarrándole todo mi sudor y mi olor a la perra de Lalo, estaba poniéndole toda mi hombría en la cara y el simple hecho de pensarlo me hacía venirme. Estaba tratando a mi carnalito como la puta más barata de todas.
Pero mi objetivo principal estaba en otro lado. Me enderecé y lo moví para ponerlo boca abajo. Le levanté una pierna y le acomodé la almohada, igual que la vez pasada. Su culo se ofrecía a mí, perfecto, blanco, con ese vello casi imperceptible que lo hacía ver aún más masculino. Le abrí las nalgotas. Su hoyo esta vez se veía más usado, más húmedo. Se notaba que Alex sí se la había metido bien. No me importó. Esta vez quería probar el culo de mi mejor amigo, y así lo hice. Me acerqué a su ano y le di una mamadota de culos digno de ser recordada (y para eso tenía el video jajaja). Pude percibir el sabor del lubricante que usó con Alex pero no me importó. Seguí mamando mientras le metía un dedo en ratos. ¡Uff me sentía en la gloria!
Continué con mi plan. Le escupí un buen salivazo y le metí dos dedos de un jalón. Entró fácil. Estaba suelto, caliente y listo.
Mi verga estaba palpitando, goteando. Me la froté por su ranura, sintiendo su humedad. «Otra vez, carnal», pensé. «Otra vez te la meto sin que te des cuenta». Me la apoyé en su entrada y empujé. Empecé a puntearlo y entró un poco más fácil que la última vez, pues estaba recién cogido. Empujé y dejé que mi verga se acomodara adentro, sintiendo sus paredes calientes y suaves.
Empecé a moverme, lento al principio, disfrutando cada centímetro de su interior. Él solo emitía unos ronquitos bajos. Pero esta vez quería más. Quería ver su cara. Lo volví a mover con cuidado, esta vez dejándolo de lado, con una pierna levantada y su cara hacia mí. Así podía verlo mientras me lo cogía. Sus ojos seguían cerrados, su boca entreabierta. Le metía la lengua en la boca, le chupaba el labio inferior, y él no respondía, solo recibía.
La cosa se me fue de las manos. Le agarré la cara con fuerza y le metí la verga a toda madre. Ya no me importaba si se despertaba. De hecho, una parte de mí quería que lo hiciera. Quería que abriera los ojos y me viera, que supiera quién era el que lo estaba rompiendo en ese momento. Me pregunto si alguna vez cruzaría por su mente que el macho con el que se reía y al que llamaba mejor amigo se lo cogía en las pedas y lo rellenaba como pavo mientras dormía como angelito.
– ¿Qué onda, Lalo? ¿Así te gusta, perrita? – le decía en la cara. – ¿Te gusta que tu mejor amigo te la meta, puto? – Y le daba una bofetada suave en la mejilla. Él solo movió la cabeza, como si soñara.
Sentí que me venía. Quería llenarlo, que mi leche se mezclara con su ser, que lo tuviera caliente desde adentro por horas. Saqué mi verga apenas un centímetro, solo para clavársela de nuevo a toda madre hasta el fondo. Un último jalonazo, profundo y seco, y sentí cómo mis bolas se apretaban. No pude contenerme y solté un gemido fuerte mientras varios chorros de mecos calientes y espesos explotaron dentro de sus tripas. Me vine como un cabrón, dejándole toda mi carga bien adentro, hasta la última gota. Me quedé quieto un momento, con mi verga todavía clavada en mi brother, disfrutando el calor de su culo recién llenado. Era la escena más perra y excitante que había visto en mi vida.
Me esperé un rato adentro y dejé que mi polla se saliera sola del culo de Lalo. Pensé en ir a limpiarlo a consciencia, pero la neta quería que se quedara con sus sobrinos en las tripas jajaja. Mi corazón seguía latiendo a mil y me acosté un minuto al lado de Lalo para calmarme. Aún sentía a la bestia cogelona hirviendo dentro de mí, y bastó con poner las manos en las nalgas de mi carnal y tentar su hoyito mequeado y destrozado para que mi fierro se pusiera como mástil de nuevo.
Me paré y agarré la mano de Lalo poniéndola alrededor de mi fierro como si me estuviera dando una paja y cuando sentía que me iba a venir me acerqué a su cara y lo bauticé con mi esperma recién salido de la fábrica. Tomé mi teléfono que había grabado cada segundo de la cogedera y acerqué la toma para que se viera su cara mequeada con mi sucios mecánicos. Le tomé unas cuantas fotos más y un video donde se veía como juntaba la mayoría del esperma de su cara y lo llevaba a su boca para perderse y mezclarse con la saliva del buen (y aguantador) Lalo. Tomé otro video donde al semen que quedó en su cara lo fui embarrando con mi propia verga por toda su cara. Se los embarré por todos lados, debajo de la nariz para que quedara impregnado de la semilla de un verdadero hombre y hasta en los oídos, para que escuchara a sus sobrinos diciéndole tío jajaja.
Le subí el calzón con cuidado, cubriendo esa obra de arte que acababa de hacer, y fue ahí donde caí en la cuenta de que no había ido al baño en todo el rato. Como buen hombre, después de venirme dos veces y de estar a punto de explotar de tanta cerveza, me dieron unas ganas de orinar bestiales. Sentí la vejiga llena y pesada. Miré a Lalo, ahí tirado, inconsciente, con mi leche calentándole por dentro. Y una idea más perversa que la de fallármelo dormido, cruzó mi mente. Esta sería la cereza del pastel para decir que de verdad le hice de todo.
Me acerqué más a la cama, le bajé los calzones hasta dejar al descubierto su pene y sus bolas. Apunté mi verga directamente hacia él y empecé a mear. Un chorro caliente cayó justo sobre su glande, expandiéndose por su torso y mojando su vello púbico. El sonido de la orina cayendo sobre su piel me puso más duro que nunca. Desplacé el chorro hacia sus huevos, viendo cómo se empapaban, y luego subí por su abdomen, dejando un rastro húmedo y caliente.
¡Me estaba orinando en mi mejor amigo! Marcándolo como si fuera mi territorio personal, y la sensación de poder era absoluta. Me reí bajo, un sonido de puro morbo. «Ahora ni como decir que no eres mi putita personal» pensé.
Cuando terminé, lo dejó todo mojado, oliendo a meados, a esperma y sobre todo a macho. Con lo borracho que estaba, cuando se despertara, solo pensaría que fue él mismo se orinó dormido como niño. Nadie podría sospechar que su mejor amigo lo había usado como baño personal. Fui al baño, traje una toalla seca y sequé únicamente el exceso de líquido. Le volví a subir el calzón y lo acomodé en la misma posición en la que lo encontré al inicio. Le iba a dar un beso de despedida, pero el cabrón en las partes donde no estaba orinado estaba mequeado, así que opté por meterle dos dedos en el culo y aprovechar para meterle parte del semen que ya se le escurría. Mis dedos quedaron llenos de leche así que se los metí a la boca para limpiármelos con su lengua.
Agarré mi celular y tomé unas últimas fotos, con mi verga en su cara, en su boca, hasta con mi culo y mis pies sudados en su cara, pero con cuidado de no quitarle mis mecos de la carita. El último video que tomé fue de como acercaba mis axilas (que para ese momento apestaban a macho) a su cara, específicamente a su nariz y las restregaba por unos minutos para que se impregnara con mi olor a macho, con la otra mano le apreté las mejillas para que abriera la boca y con la punta de su lengua frote ambas axilas para que se quedara también con mi sabor.
Apunté el video al puto de Alex que para ese punto seguía bien dormidote y nomás se escuchaban los ronquidos del pendejo. Me acerqué y le escupí a la cara, embarrándole la saliva, le di una suave cachetada y me saqué la verga y le di unos golpecitos, me pelé el glande y se lo restregué por la nariz. –Así es como huele un hombre, pinche puto–, dije en voz alta.
Por un momento pensé en el verdadero novio de Lalo y se me escapó una risita de satisfacción, «otra vez volví a darme su carne y el pendejo ni en cuenta». Cada que el pendejo se acostara con Lalo se estaría acostando con un culo que ya no era suyo, que estaba marcado por mí.
Pausé el video, guardé mi celular, tomé toda mi ropa y me vestí completamente. Eché un último vistazo a toda la escena que acababa de pasar y podría imaginarme los mecos escurriendo por su hoyito en ese mismo instante. Ojalá pudiera ver las reacciones de Lalo y de otro cuando se despertaran; me moría de risa de solo pensarlo. Ver al wey que te acabas de coger todo miado, y ser el wey cogido y despertarte todo mequeado, oliendo a puro sudor, orina y semen y con la boca llena de semen recién salido de tu propio culo. Me imaginaba que Lalo se molestaría con Alex por haberse venido adentro y en su cara y ni siquiera haberlo limpiado. Pero ya sería problema de Alex buscar una explicación de cómo llegó todo ese semen ahí jajajaj.
Apagué las luces del cuarto, y antes de salir de la habitación le puse seguro a la puerta para que pensaran que todo había pasado entre ellos y nadie pudo haberse metido al cuarto. «Ni modo carnalito, se te pasaron las cervezas y yo solo aproveché la oportunidad», me reí.
Salí de la habitación y me fui a la sala sintiéndome el rey de los putos. Me tomé una última cerveza y me acosté en los sillones, donde ya había otro compa dormido. Revisé mi galería y fácil eran más de 100 fotos y videos que había tomado en total, y ni hablar del video más largo que fue el que documentó toda la cogedera. Sonreí perversamente, ya que ahora tendría muchísimo material para mis futuras jaladas de verga.
Esa noche me dormí con la conciencia tranquila y la satisfacción del rey más pervertido y degenerado de todos.
«Soy la mera verga. El cabrón más cabrón de todos», pensé.
Sabía que apenas estaba iniciando una rutina que me encargaría de repetir cada vez que pudiera.



(17 votos)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!