Mi consejero me hizo ver mi verdadero yo, mientras me daba por el culo.
Un joven universitario, tras darse cuenta que su consejero le quería ayudar, acepta seguir sus instrucciones, desanudándose porque así se lo había pedido el consejero, quien tras darle unos intensos masajes, pasó a comerle el culo y ponerlo a mamar, y vestirse de mujer lo que le gustó mucho..
Desde que entré a estudiar a la universidad, me asignaron un consejero, que nos daba orientación grupal, o individual según él lo creyese necesario.
Pero la manera en que el consejero nos hablaba, era bien diferente, a otros consejeros, ya que era mucho más cruda, y en ocasiones hasta utilizaba palabras bien fuertes.
En una de esas orientaciones, comenzó diciendo. “Me he dado cuenta, de que alguien del grupo se encuentra muy confundidos con relación a su sexo.”
Claro que todos nos llamó la atención sus palabras, y máxime cuando dijo que esa confusión, le traería problemas a dicho individuo.
A todas estas comencé a sentirme nervioso, y aunque nunca había tenido relaciones sexuales de ningún tipo, cuando el consejero comenzó a describir, que dicha persona sentía interés por otros hombres.
Al escuchar esas palabras, me asusté más, ya que en ocasiones me había dado cuenta de que en cierta manera me atraían otros chicos de mi edad o mayores que yo.
Y en cierto momento al sentir su fuerte mirada, de inmediato procuré no mantener contacto con sus ojos, y él dijo a toda voz. “Yo sé que esa persona lucha muchos por dejarse controlar, por dicho impulso, pero si me lo pide, le ayudaré a trabajar con esos irrefrenables impulsos.”
El salón estaba lleno, y no puedo decir que me hablaba solo a mí, pero al finalizar la terapia, tuve que esperar un rato, para hablar con él, ya que varios estudiantes se me adelantaron, por lo que tuve que esperar hasta que finalmente estuviera solo.
Apenas, tuve oportunidad me acerqué a él, entonces se me quedó viendo directo a los ojos, y de manera muy cortes, me dijo. “Por favor, espérame en mi oficina, que haya hablamos.”
Yo le obedecí, y sin decir nada me dirigí a su oficina, y esperé sentado en un gran sofá, al poco rato el consejero entró a su oficina, sonriendo me dijo. “¿Esos impulsos que sientes, son muy fuertes?” Mientras que yo completamente asustado no atinaba a decir palabra alguna.
Mientras que el consejero continuó, diciéndome. “Para que te sientas bien, tienes que confiar en mí plenamente, hacer todo lo que te pida, eso sí, sin protestar o negarte, tienes que demostrarme que realmente me tienes mucha confianza.”
Yo me limité a mover mi cabeza afirmativamente, aun sin pronunciar palabra alguna.
Fue cuando acercándose a mí me dijo ya en un tono de voz más suave. “Ahora necesitamos que te quites toda la ropa.” Sin pensarlo dos veces, le obedecí, solo que al final me quedé en interiores.
Hasta que, de manera más dulce o suave, le escuché decirme. “También los interiores, y no te avergüences, que eso es parte precisamente de la terapia que quiero usar sobre tu subconsciente, para que no sigas confundido.”
Reconfortado por sus palabras, de inmediato me despojé de mis interiores, quedando completamente desnudo y sintiéndome muy avergonzado, ante mi consejero, quien de inmediato me ordenó que me recostase bocabajo en aquel mullido sofá.
Cosa que también hice sin demora, de inmediato me siguió diciendo. “Ahora comenzaras a escucharme decir cosas, que quizás no entiendas, pero no te preocupes por eso, y al mismo tiempo te comenzaré a dar unos masajes para que te relajes.”
Y tal como lo dijo comencé a escuchar como el consejero me decía cosas que realmente al principio no entendía, y también como con sus manos me iba masajeando suavemente, por todo mi cuerpo.
A medida que me seguía hablando, sus manos me las fue pasando por mi espalda, mis nalgas, y hasta mis muslos, haciendo que, a la vez, yo separase mis piernas.
De momento entendí que me preguntaba “¿Desde cuándo te llamaban la atención los hombres?” Yo no supe precisarle una fecha exacta, pero a mi mejor recuerdo después de que cumplí los once mi interés por otros chicos aumentó.
Sin dejar de acariciar todo mi cuerpo, siguió diciéndome. “Ese interés tuyo se manifestaba y aun se manifiesta en los baños, cuando te quedas viendo el miembro de otros chicos, ¿Cierto?”
Yo no tuve el valor de decirle que se equivocaba, ya que en gran parte estaba en lo cierto, por lo que, asintiendo con mi cabeza, sin decir nada respondí afirmativamente.
El consejero continuó masajeándome toda la espalda, mis nalgas, y mis muslos, sus siguientes palabras fueron. “Ese deseo te tiene poseído, y para hacer que te abandone, tienes que aceptarlo, con lo único que tu subconsciente desea que le hagan.”
En ese momento me sentí mucho más confundido, por sus palabras, y precisamente en ese instante sentí los embadurnados dedos del consejero penetrando mi esfínter anal, por lo que me quedé tenso, paralizado, sin saber que hacer, ni que decir.
Mientras que el consejero comenzó a seguir introduciendo sus dedos dentro de mi ano, una y otra vez, sin dejar de decirme. “No te preocupes, que yo sé lo que hago, antes de que te des cuenta, ya habrás aceptado que lo que realmente quieres ser, y lo mucho que te va a gustar.”
Yo me moría en parte de la vergüenza, y el temor de tener dentro de mí a esos pervertidos deseos, pero al mismo tiempo deseaba que mi consejero continuase haciendo lo que me estaba haciendo.
Mientras que los dedos del consejero continuaban entrando y saliendo de mi culo, al principio seguramente fue uno, luego dos, y posteriormente todos, ya que no era tan solo sus dedos, sino gran parte de su mano, que la tenía metida entre mis nalgas.
Lo cierto es que en un principio me resultó incómodamente doloroso, pero poco a poco la sensación de tener su mano dentro de mí, como que se fue convirtiendo en algo agradablemente placentero.
Mi consejero en ese instante me siguió diciendo. “No te mortifique si te das cuenta de que te está agrando, ya que es a ti a quien realmente le gusta lo que te estoy haciendo.”
Por un buen rato las caricias, y la penetración continuaron, a medida que yo, de manera involuntaria, pienso yo, comencé a menear mis nalgas, a medida que mi consejero continuaba metiendo y sacando casi toda su mano de entre mis nalgas.
Al tiempo que con la otra mano no dejaba de acariciar mis muslos, y agarrar suavemente mis testículos y mi pequeño miembro.
Era algo sumamente increíble para mí, que el tener esos raros deseos, me estuviera provocando tanto placer.
Ya estaba yo con los ojos cerrados, sintiendo como esa mano entraba y salía una y otra vez de mi apretado culito, cuando mi consejero me dijo al oído. “Ahora es que vas a saber lo que es bueno.”
Mi consejero extrajo sus dedos de entre mis nalgas, mientras que yo me quedé con mis piernas bien abiertas, y a los pocos segundos comencé a sentir que algo grande, duro y caliente me comenzó atravesar mi esfínter.
La sensación, era única, yo seguí moviendo mis nalgas, hasta que él me dijo al oído. “Si cariño síguete moviéndote así.” acto seguido sentí sus labios y lengua sobre mis orejas, y cuello.
A medida que mi consejero continuaba enterrando y sacando toda su verga de mi culo, seguía hablando, o mordisqueando mi cuello o mis orejas, mientras que yo no paraba de mover mis caderas, como jamás ni nunca lo había hecho.
En cierto momento me preguntó si me gustaba lo que me estaba haciendo, y la verdad era que sí, y así se lo hice saber.
Yo no me lo esperaba, pero de golpe me sacó toda su verga de entre mis nalgas, y agarrándome por el cabello, dirigió su verga a mi boca diciéndome. “Ahora ponte a mamar, para que te vayas acostumbrando.”
En esos momentos me encontraba tan y tan excitado, no tuvo que decírmelo dos veces para que yo ciegamente le obedeciera.
Sin importarme donde antes había tenido metido su miembro, mientras que yo estaba mama que mama, sintiendo su venosa verga dentro de mi boca, él me agarró mi miembro y comenzó a masturbarme, y nuevamente sin previo aviso, y sin decirme nada se detuvo, sacó su verga de mi boca.
Pero en lugar de volverse a colocar tras de mí, me tomó por los tobillos, separó mis piernas y vi claramente como toda su verga comenzó a desaparecer dentro de mi culo nuevamente.
Yo seguí moviéndome, disfrutando plenamente del placer que me estaba haciendo sentir, gimiendo, y hasta dejando salir algunos femeninos quejidos de mi boca.
En una de esas, no pude aguantarme más y comencé a masturbarme, y en un dos por tres me vine.
Y al poco rato sentí como mi consejero se venía dentro de mi culo, me quedé extenuado, jamás había hecho algo semejante, en toda mi vida, pero me sentí agotado, pero a la vez sumamente complacido.
Fue cuando al poco rato después de sacarme su verga de mi culo, me dijo de manera bien seria. “Ya comenzaste el proceso de cambio y aceptación, pero como en ocasiones te puedes llegar a sentir ansioso, deprimido, o hasta frustrado.”
Me preguntó. “¿Y si eso sucede que piensas hacer?” Yo sin dudarlo le respondí que lo volvería a buscar a él para que me ayudase.
Lo cierto es que después de esa primera terapia, seguí buscando a mi consejero en un innumerable número de ocasiones, para que me volviera a ayudar, penetrando mi culo con su sabrosa verga.
Hasta que finalmente me di cuenta, de que la verdad es que me gusta, no tan solo que me hagan eso, sino también vestirme de nena.
Por lo que, siguiendo su consejo, en una ocasión, salí vestidito de chica, con varios compañeros de clase, y tras tomarme unas cuantas cervezas, nos dirigimos a unos de los salones de terapia.
Donde bajo la supervisión directa de mi consejero, varios de ellos comenzaron a ir dándome por el culo, y poniéndome a mamar sus sabrosas vergas.
Desde entonces, he comenzado a tomar hormonas femeninas, por lo que mis pequeños pechos ahora se han comenzado a transformar en pequeñas tetas, además que gustosamente sigo vistiéndome de nena, y actuando como una.
¡Qué delicia de experiencia! Y qué coincidencia, pues una de mis fantasías recurrentes ha sido recibir un masaje para que termine siendo penetrado.
Jajaja soy ese tipo de consejero XD
Uffffff 😋