MI CRISTOFER PARTE 3: haciendo el amor
Gracias a el destino, me quedo solo con mi pequeño Cristofer, con quien me tengo que poner al corriente después de tanto tiempo sin verlo..
Hola, antes de empezar con el relato de mi siguiente encuentro con mi niño me gustaría agradecerles el apoyo que le han estado dando a las dos partes anteriores, espero que de verdad mi escritura sea suficiente para transmitirles todas las emociones que este niño me llegó a provocar, espero que les guste la continuación de mis riquísimas experiencias con mi Cristofer.
Después de ese último día en el que le saqué el mayor provecho que pude al niño, paso algo de rato para que se me cumplieran las condiciones excelentes para volverlo a ver y poder repetir aquellas cosas tan cachondas que hicimos juntos. Como mencione antes veía a todos mis primos (incluyendo a Cristofer) bastante seguido, pues al vivir tan cerca todos era común que saliéramos a jugar por las tardes, pero no podía simplemente llevármelo a un lugar apartado porque todos notarían que faltábamos nosotros y seguramente nos iban a ir a buscar, así de unidos éramos como familia, y cuando estaba cerca de mi niño deseaba que no fuera así.
Claro está que nunca me abstuve de tocarlo cuando se presentaba la oportunidad, por ejemplo, mientras jugábamos a las escondidas y estábamos él y yo, así hubieran otras personas mi niño no se iba ahí sin tener mi mano en su culo por lo menos una vez, o cuando nos dábamos las típicas nalgadas jugando las de Cristo siempre iban con apretón de mi parte, y él siempre me devolvía una sonrisa como de complicidad, lo que me hacia saber que el pequeño iba aprendiendo.
Gracias a esta convivencia yo logre acercarme mas y mas con el pequeño, pues a pesar de que al principio no me había esforzado por conocerlo tan bien porque lo consideraba molesto, lógicamente algo iba a cambiar después de ver a ese pequeñín intentado comerse mi verga.
No pasaba ni un solo día en el que no me la jalara recordando todo lo que le hice a Cristofer. Apenas llegaba la noche y me acostaba, como si estuviera programado mi mente comenzaba a darle vueltas a los recuerdos de aquel niño, de como le chupe su pijita, de como lo puse a masturbarme, de como lo convencí para que se tragara mi verga, con todo y su leche. Mis mejores pajas siempre eran con sus recuerdos. El simple hecho de imaginármelo mirando tocarme hacia que sacara unas cargas tremendas de leche, leche que yo siempre deseaba estuviera en alguna parte de su lindo cuerpecito.
Todo era fantasía y recordar, hasta que un día se presento la excusa perfecta. Ese día mi mama se iba a pasar toda la tarde en casa de Mama Juana, pues le iba a ayudar a preparar algunos guisados para la fiesta de alguna vecina. Yo me la había pasado aburrido, esperando a que alguno de mis primos me viniera a buscar para sacar a los demás a jugar también, pero ese momento nunca llego, así que me resigne y estaba a punto de entrar a mi habitación cuando justo se fue la luz en la casa, a decir verdad me dio un poco de miedo pues aunque aun estaba el sol afuera siempre le había tenido miedo a la oscuridad, así que me salí a la calle y se me ocurrió una buena idea para ver a mi pequeñito Cristo. Como mi mama siempre andaba preguntando a los demás si ellos tenían luz en sus casas cuando en la nuestra se iba, yo emprendí camino a la casa de Cristo, que quedaba a una media cuadra de mi casa, iba a preguntarles que si ellos tenían luz, y no tenia muy planeado que iba a hacer después para ver a mi pequeño pero algo se me ocurriría estando ahí, aunque al parecer el destino estaba a mi favor. Al tocar el timbre pude escuchar que desde dentro la voz de Karina diciendo “ábrele por favor”, escuche unos pasitos hasta la puerta y ahí me recibió Cristo, quien al verme esbozo una sonrisa de emoción, que me dio mucha ternura. Desde la puerta pude ver a Karina quien estaba lavando trastes en la cocina, ella vio que era yo y me dijo
—Angelito! Que milagro, ¿qué andas haciendo? —me dijo, feliz, como si tuviéramos mucho tiempo sin vernos, así era la energía de ella siempre tan feliz.
—Nada Kari, es que me quede sin luz en mi casa y quería ver si ustedes tenían aquí
—Qué raro porque aquí si hay, a lo mejor sería algún fusible o algo así
—Uuuh, creo que así fue, y luego con lo que me gusta estar a oscuras a mi
—Ah si es cierto, tu mami siempre nos dice que te da miedo jajaja, pero no te culpo, yo también le tuve miedo por mucho tiempo, esta tu mama en tu casa?
—No Karina, se fue con mamá Juana a ayudarle con unas cosas.
—Ah que caray, pues no te apures si quieres aquí te puedes quedar hasta que llegue tu mamá, ahorita que acabe aquí le aviso que aquí andas, sirve que le ayudas a Cristo con sus tareas jaja —me dijo, y me cayo como anillo al dedo pues no tuve que hacer ningún esfuerzo que pudo resultar extraño, Cristofer al escuchar eso intervino en la conversación.
—Ay si Angelito quédate por favor, que no le entiendo a lo que me dejaron —dijo Cristo, en un tono de suplica que me dio ternura, casi me hace olvidar a lo que venia en realidad, pero lo que se veía en su cara era una mirada traviesa, y eso me hizo pensar que el ya sabia a que venía.
—Pues si no es mucha molestia jeje— le dije a Karina, intentando sonar un tanto apenado.
—No, ya sabes que no lo es, ándale Cristo enséñale lo que no entiendas.
—Vente Angelito, acá en mi cuarto tengo la mochila.
Seguí al pequeño a su cuarto, que estaba en el segundo piso de la sala casi al lado de las escaleras, ahí apena entramos el niño me dio un abrazo y yo se lo correspondí, para después darle un pequeño beso en sus labios rosaditos.
—Ya te extrañaba, principito. — le dije susurrando, apenas me separé de su boca, gracias al ruido que hacia la tele de su cuarto no sonaría extraño que bajáramos la voz de repente.
—Y yo a ti Ángel jeje, ya quería que estuviéramos solitos nomas tu y yo.
Esas palabras me dieron mucho morbo, pues el pequeño me estaba haciendo saber que no solamente le había gustado lo que hicimos, sino que también estaba buscando repetirlo.
—¿Quieres volver a hacer lo que hicimos?
—Si, si! Quiero que me hagas el amor! —me dijo, y esas palabras me confundieron un poco, pues en ningún momento le había mencionado el concepto, y me imagine que a su edad aun no lo iba a conocer.
—Achis, ¿y tu de donde sacaste esa palabra?
—De mis amiguitos de la escuela, la otra vez uno se llevo una revista donde una señora y un señor hacían lo mismo que tu y yo, la señora le sacaba la leche y le decía eso, que le hiciera el amor.
Imaginarme aquella escena tan rica de niños acercándose por primera vez al tema de la sexualidad me dio mas morbo aun, pero después una duda me cruzo por la mente
—¿Y no les dijiste nada de lo que hacemos tu y yo verdad?
—No! Te dije que iba a cuidar el secreto.
—Pues mas te vale que lo cuides, porque después te vas a quedar sin esto —le dije, mientras me saque la verga fácilmente gracias al pants que estaba usando ese día, y a la valentía que me brindaba el repentino sonido de que Karina estaba hablando con alguien mas por teléfono en ese mismo instante.
El pequeño al ver mi verga no pidió ni permiso y rápidamente se acerco a ella y la empezó a agitar, empezó a masturbarme lentamente y con una mirada en su cara como si llevara mucho tiempo esperando por esto. Tal vez porque así era, pues yo también había esperado por ello bastante rato. Sus suaves manitas se sentían también tocando mi mojadisima verga, que estaba lubricando mucho por la situación, le dije a mi pequeño que deberíamos sacar una libreta por si teníamos que despistarla en algún momento en el que Karina subiera o algo por el estilo, y el sin soltar mi verga me dio su mochila, yo saque su libro de matemáticas y lo abrí en una página al azar, después me volví a voltear para seguirle viendo la cara a mi pequeño, quien estaba concentradísimo ahora jalándomela con sus dos manitas blanquitas, que rodeaban a mi verga y la apretaban de una forma suculenta. Después de eso yo me hinque en el piso y quede a la altura de la cara de Cristo, le empecé a dar un beso tan apasionado que me tuve que controlar, pues los líquidos de nuestras bocas hacían ruidos cada que despegábamos nuestros labios y los volvíamos a pegar. Cristo me estaba besando mejor que las ultimas veces, pues aunque torpemente, ahora utilizaba su lengua también, pegándola con la mía de una manera muy puerca. Mientras nos besábamos como si no hubiera un mañana, yo lleve mis manos hacia su cintura, para después llevarlas a sus nalgas y meter mi mano entre sus calzoncitos, cuando estaba a punto de separar sus nalgas para poner mis dedos y sentir su hoyito escuche que Karina había dejado el celular y estaba subiendo las escaleras, Cristo también se dio cuenta de esto así que se quito y se sentó en el piso, yo rápidamente me guarde la verga como pude y agarre el libro de matemáticas que había dejado en la cama.
—Me hablo una tía niños, quiere que la lleve a unas cosas al centro, ¿no me quieren acompañar? — pregunto Karina cuando llego al cuarto, matándome la ilusión pues estaba con la verga al mil y yo pensaba que iba a ser la oportunidad perfecta para deslecharme en todo el cuerpecito de mi niño.
—Ay mami es que le dije a Angelito que nos pusiéramos a jugar cuando acabáramos mi tarea —dijo Angelito con tono triste
—Ayy Cristo, ¿pero seguros que están haciendo la tarea?
—Si Kari, estaba leyendo para entenderle mas que creo que estos yo nos lo vi jaja —le dije a Karina, en un intento de convencerla
—Andele pues, quédense aquí entonces pero nomas que no la acabes y por tu culpa le voy a dar nalgadas a Angel eh —le dijo Karina a Cristo en tono de broma, y me volteo a ver guiñándome un ojo divertida —de rato vengo entonces, ahí te encargo a Cristo que no vaya a hacer ninguna travesura.
Karina salió del cuarto, pudimos escuchar como busco las llaves de su auto, abrió la puerta principal y el carro se fue.
Abrí por completo la puerta del cuarto de Cristo para escuchar mejor cuando Karina regresará, por Víctor no tenia que preocuparme pues sabía que el salía de su trabajo hasta la noche, así que ni corto ni perezoso me baje el pantalón por completo y deje libre a mi verga, que pareció ponerse mas dura cuando supe que tendríamos tiempo para nosotros dos solos. Segui con los besos apasionados con Cristo mientras le quitaba su pantalón, y pude ver unos calzones tipo slip que tenían patitas de perro como dibujo por todos lados, lo que me hizo recordar que estaba a punto de hacer cochinadas con un niño, y eso me prendió aun más.
De un tirón le bajé los calzones al niño y pude ver que el también tenia su verguita parada, no lo dude y me la metí a la boca, empecé a darle una mamada como pude mientras yo me jalaba la verga, el pequeño daba unas pequeñas risitas y me decía que le daban “cosquillas ricas”, después de eso le dije que era su turno y me paré, pegándole sin querer con mi erección que estaba tan dura que se balanceaba sola, esto le dio risa a mi pequeñito, quien después de carcajearse por eso se la metió a la boca, y paso de lamerla a meterse todo lo que le cabía. Si de algo estaba seguro es que sea lo que sea que le hayan enseñado sus compañeritos de la escuela, debió haberle cambiado algo por dentro pues nunca lo había notado tan caliente como ahora, y eso me encantaba. El chupaba y chupaba mi pija, haciendo sonidos de arcadas de vez en cuando y esa sensación de su gargantita chocando con la cabeza de mi verga me volvía loco, así que dejándome llevar por la euforia del momento lo tome de la nuca, y justo cuando el me iba a ver a los ojos empuje su cabeza, haciendo que casi toda mi verga entrara en su boca a la vez. Esto lo tomo por sorpresa y le ocasiono una arcada tan grande que al separarse, escupió una gran cantidad de saliva. Yo me di cuenta de que fui demasiado brusco e iba a disculparme, cuando el niño, tallándose las lágrimas de los ojos estallo en carcajadas, aquello le había ocasionado gracia y a decir verdad me contagio la risa, así que lo acerque a mi y le di un cálido beso, al que el correspondió.
—Entonces dime, ¿Qué sabes de hacer el amor? —le pregunte, bastante curioso por conocer su respuesta.
—Es cuando te meten la verga, eso le hizo el hombre a la mujer de la revista.
—¿Entonces viste que un hombre se la metía a una mujer?
—Siiii, pero en la revista también lo hacían entre dos hombres, y yo quiero que me hagas el amor.
Saber que el pequeño Cristo, a quien consideraba tan inocente, acababa de ver porno en su escuela y ahora estaba consciente de lo que estábamos haciendo me hizo sentir que había todo un mundo de probabilidades nuevas abiertas para nosotros, aunque a la vez m hizo sentir algo apenado pues eso significaba que probablemente se había dado cuenta de que le había estado mintiendo porque todo este tiempo quería cogérmelo.
—¿Estas seguro de que quieres que te lo haga? —le pregunto, mientras lo puse dándome la espalda y me acerque a su cuello para comenzarlo a besar, él se retuerce de placer, pero me responde:
—Estoy muy seguro, quiero que me metas tu verga.
—Tus deseos son órdenes.
Rápidamente me bajé a sus nalgas y se las comencé a lamer por fuera y a darles pequeños mordiscos, a los que el reaccionaba con pequeños saltitos y gemidos de una mezcla de dolor y placer. Después, le abrí sus dos nalguitas y dejé a la vista su cerrado hoyito, que claramente necesitaba un poco de amor. Pegue mi lengua al ano de mi Cristofer, quien al sentirla se dejo caer sobre la cama soltando otro gemido de placer y dejando mas expuesto su culito para mi deleite, yo le mame toda esa raja que tenia un poco de gusto a sudor, pero eso solo me hacia ponerme aun mas caliente, estaba como endemoniado metiéndole lengua en todo ese culo, volviéndome cada vez mas loco con cada sonido que hacia mi niño hasta que tome un dedo, me lo meti en la boca bien ensalivado y le dije que se preparará, porque tenia que preparar su culito.
Cuando Cristo me dijo que si con la cabeza, lentamente fui introduciendo mi dedo, que entro con relativa facilidad, pues ese tremendo beso negro debió de dejar su culito algo dilatado. Metí y saqué mi dedo un par de veces y noté que el lo estaba disfrutando, pues no oponía ninguna resistencia, asi que lo saque y me ensalive ahora un par de dedos y lentamente los introduje, esto pareció comenzar a molestar a mi pequeño Cristo pues dio un pequeño brinco y un quejido, muy apenas audible, le pregunte si estaba bien y me dijo que si, que le había dolido un poco pero que estaba bien. Yo seguí metiendo y sacando ahora este par de dedos que estaban dentro de su culo y después de un rato el niño pareció acostumbrarse pues su cuerpo ya no estaba tenso y de vez en cuando dejaba escapar uno que otro quejido que sonaba mas a placer que a dolor. Cuando metí el tercer dedo Cristo intento safarse, pero yo lo detuve mientras le di besos en su espalda y le dije que estaba bien, que lo estaba preparando para meterle mi verga, el parecía no poder soportar el dolor pero lo mire a los ojos y le di el beso mas cálido que pude, el me lo correspondió y después de un rato hizo un movimiento con su cabecita que me dio a entender que quería que siguiera, y yo seguí con el mete y saca, primero lentamente y luego dándole un poquito mas duro, intentando llegar lo mas profundo posible en su ano. El pequeño ya no se quejaba para nada y volteaba como podía para ver lo que estaba haciendo en su culo, cuando mis dedos ya casi no sintieron ninguna resistencia de parte de su ano los saque y le di una lamida a su ya dilatado culo, que succiono a mi lengua de una forma tan rico que me provoco seguir mamándoselo por un ratito más, pero mi erección ya no podía esperar, si no se la metía rápido sentía que iba a venirme de solamente mirar su culo palpitando por mí.
Acomode al pequeño Cristo en cuatro en su camita y puse mi verga en sus nalguitas, arrimándosela sin dejársela ir todavía, nervioso por lo que le fuera a ocasionar pues, si bien ya estaba dilatado, la penetración siempre es un sentimiento muy diferente, y mi verga era mucho mas grande que mis dedos.
—Quiero que sepas algo Cristofer —le dije mientras punteaba su culo con mi verga durísima.
—¿Qué cosa?
—Tal vez te lastime un poco esto, pero si te dejas llevar va a ser la mejor sensación de tu vida.
—No me importa, quiero sentir tu verga dentro de mí.
—¿Estás seguro, seguro?
—Estoy seguro segurísimo —me responde, con un tono agitado que me calienta a mil.
—Quiero que sepas otra cosa más.
Le dije, mientras acomodaba la punta de mi verga en la entrada de su culito.
—Te amo, mi pequeño, y después de hoy te aseguro que vas a ser solo mío.
Fue lo último que se escuchó en aquella habitación de niño, llena de juguetes de un chamaquito de 9 años, antes de que comenzara a meter mi pija, y el soltara algunos gritos que se confundían con un gran dolor y un extremo placer.
Poco a poco nos estábamos uniendo en uno solo.
CONTINUARÁ EN LA PARTE 4
Que rico relato, No pares uwu
💦💦💦 como sigue?
Felicidades por tan buen relato, espero la siguiente parte.
gran ralto con ganas de leer la 4 parte