Mi cuñado me sorprendió, no esperaba que me comiera el culo.
Un chico que vive con su hermana y su cuñado, luego que su hermana abandona al marido, este se aprovecha de su cuñado y lo comienza a tratar como si fuera su mujer, comiéndola el culo y poniéndolo a mamar su verga. .
Mi cuñado me sorprendió, no esperaba que me comiera el culo.
Desde que era un chico, al morir mis padres me mandaron a vivir con mi hermana mayor, y su marido.
Desde bien joven, comencé a robarle uno que otro trago de aguardiente a mi cuñado, así que poco a poco me fui acostumbrando a beber.
Ya más grande, él me invitaba unas cuantas cervezas, aun en contra de los deseos de mi hermana.
Así fue como me fui acostumbrando a beber con él, después de trabajar de sol a sol, charlábamos un rato, y siempre él, y yo terminábamos bebiendo, y él hablando de mujeres.
A todas estas mi hermana, siempre se molestaba, y mucho cuando nos veía bebiendo, y no paraba de criticarnos, cosa por lo apenas comenzaba a pelear, nos marchábamos a beber fuera de la casa.
La cosa es que, una noche cuando regresamos mi hermana, se había marchado para siempre de la casa, con un conocido de ella.
Mi cuñado lejos de enojarse, más bien como que lo celebró, y abrió una botella de aguardiente, invitándome a beber, con él.
La cosa es que a medida que fuimos bebiendo, comenzó nuevamente a hablar de mujeres, y de lo mucho que yo me parecía a mi hermana.
Al principio, yo no le hice mucho caso, pero ya con más de media botella de aguardiente que yo me había tomado, él por joder, me dijo que me pusiera una batola de mi hermana.
Lo que yo, en medio de la borrachera que cargaba, en lugar de mandarlo al carajo, riéndome como un idiota, le hice caso.
Solo que cuando agarré la batola, él me indicó que mejor me quitase toda la ropa, porque si no me iba a ver muy raro, con pantalones, y la batola encima.
Lo cierto es que, en ese momento, por lo bebido que me encontraba, no vi nada malo en eso, y sin dejar de reírme, frente a él me quité no tan solo los pantalones, sino que también la camisa, las medias, y hasta los interiores.
Sin dejar de beber, fui perdiendo el juicio, y en ocasiones imitaba a mi hermana cuando nos regañaba a él, y a mí por estar bebiendo.
Mi cuñado, por su parte, dejó de llamarme por mi nombre, y comenzó en tono de juego a decirme mujer, tal y como le decía a mi hermana, al tiempo que, sentándose a mi lado, de manera cariñosa comenzó a abrazarme, cosa que nunca en la vida nadie me había hecho, y que en ese momento me gustó.
Yo, a todas estas no dejaba de empinarme la botella de aguardiente, por lo que cuando entre los abrazos que me daba, también comenzó a besarme por el cuello, cosa a la que no le di importancia o, mejor dicho, estaba tan, y tan bebido que no le hice el menor caso.
Así seguimos, y entre sus abrazos, besos, y caricias, comenzó a pasar una de sus manos por mi espalda, hasta llegar a toquetearme las nalgas.
Sin que yo fuera capaz de decirle nada, es más cuando me dijo. “Mujer, prepara esas nalgas que te las quiero comer.”
Yo sin dejar de beber, me reía, he imitado la voz de mi hermana, le decía que él estaba borracho.
Yo no le di importancia a eso, y continúe bebe que bebe, sin importarme un bledo, si mi cuñado me agarraba las nalgas.
Yo me di cuenta, en cierto momento que él no me quitaba la vista de mi culo.
Yo en lugar de dejar de beber, e irme a dormir a mi cama, cuando me levanté a buscar más aguardiente, con toda la intención le mostré mis nalgas.
Por lo que, separando las piernas, un poco, me incliné sobre la caja donde estaban las botellas de aguardiente, y al hacer eso, mis nalgas quedaron completamente descubiertas.
Pero cuando comencé a incorporarme nuevamente, al terminar de enderezar mi cuerpo, sentí que justo tras de mí se encontraba él, de pie, agarrándome por las caderas, y colocando sus labios muy cerca de mí oreja me dijo. “Mujer, vámonos para la cama”
Él decirme más nada, me observó de pies a cabeza, y antes de que yo pudiera decir, o hacer algo, haciendo que me pusiera frente a él, me ha plantado un tremendo, y sabroso beso de lengua en mi boca.
Al mismo tiempo que introduciendo sus manos continuaron por dentro de la batola, comenzó a acariciar casi todo mi cuerpo, y en especial mis nalgas.
La verdad es que me sorprendió la acción de mi cuñado, no esperaba que él fuera a hacer eso.
Yo por mi parte, casi de forma automática, lo abracé, y dejé que nuestras lenguas siguieran jugando, hasta que él separó su cuerpo del mío, y sin soltarme me llevó hasta su cama
Ya recostado, mi cuñado me continuó besando, y acariciando por todas partes, lentamente de estar besando mis labios, su lengua se deslizó hasta mi plano pecho, y se dedicó a besar y chupar, mis planas tetillas, sin que yo supiera que hacer.
Mi respiración comenzó a acelerarse, cuando volví a sentir que su lengua nuevamente se deslizó un poco más abajo, deteniéndose por unos breves pero sabrosos segundos, sobre mi ombligo, produciéndome unas ricas cosquillas.
Yo estuve a punto de decirle que se detuviera, pero casi de inmediato su lengua continuó deslizándose hasta mis nalgas, hasta que su rostro, boca, y sabrosa lengua se detuvieron entre mis nalgas.
Sus labios comenzaron a besarlas, y luego con sus dedos, me fue penetrando hasta que con su lengua comenzó a lamer, deliciosamente todo mi culo.
A medida que mi cuñado, continuaba lamiendo y mordisqueando mis nalgas, todo mi cuerpo vibraba cada vez que sentía su lengua, labios, o dientes que entraban en contacto con cualquier parte de mi piel, yo disfrutaba de ese placer por primera vez.
Cuando mi cuñado, retiró su cara de mi culo, yo estaba que no cabía en mí cuerpo, de lo feliz que me sentía.
Fue cuando lo vi como con toda su calma, se fue quitando la camisa, luego soltó la hebilla de su pantalón, para írselo bajando junto con sus interiores al mismo tiempo, fue cuando vi su tremenda, y parada verga, apuntado al techo de la casa.
Él se reclinó sobre mí, yo separé un poco más mis piernas, y comencé a sentir como su fabulosa verga comenzó a penetrar divinamente, mi culo.
Es verdad que me dolió mucho al principio, es más hasta me hizo llorar por el fuerte dolor que sentía en mi culo, creo que del susto hasta se me quitó la borrachera.
Llorando, comencé a pedirle que me lo sacara, y más él me lo enterraba, diciéndome. “Mujer, deja de llorar, y mueve esas nalgas, para que veas como te va a gustar.”
A mí en ese momento, no me quedó más remedio que hacerle caso, y en realidad, a medida que fui moviendo mi culo, aunque el dolor no desapareció del todo, lo cierto es que comenzó a gustarme y mucho.
El placer que me estaba proporcionando, para mi había sido completamente desconocido hasta ese instante.
Con él, disfruté esa noche, no descansamos lo hicimos en diferentes posiciones, hasta me puso a mamar su tremenda verga en varias ocasiones.
Eventualmente nos quedamos dormidos, al despertar al día siguiente, no podía creer que mi cuñado, me hubiera comido el culo, y puesto a mamar su verga, y que yo sin chistar se lo hubiera permitido.
Pero al darme cuenta, que él ya no estaba en la cama, yo me levanté y por aquello de no ser un desvergonzado, me puse una pequeña toalla, y me fui lo más rápido que pude a bañarme, y lavarme el culo.
Pensando una, y otra vez, como mi cuñado, había podido ser capaz de comerme el culo, y yo de permitírselo.
Al salir de la ducha, únicamente con la pequeña toalla alrededor de mi cintura, me lo encontré en la cocina, me vio de pies a cabeza, y con una sonrisa me preguntó cómo había dormido.
Yo la verdad es que no sabía ni que responderle, hasta que él mismo me dijo. “No te sientas mal por lo de anoche, los dos la pasamos bien.”
Yo pensaba preguntarle como había sido capaz de hacerme eso, cuando él siguió diciéndome. “Ahora cuando tú no quieras que yo te toque con decirme no, basta. De la misma manera si en alguna ocasión, tú tienes deseos de pasar un buen rato, y yo te digo que no, eso debe bastar, ¿entendiste?”
La verdad es que si, y al responderle, casi de inmediato me tomó entre sus brazos, la pequeña toalla que me cubría se cayó al piso, y me comenzó a besar, y acariciar nuevamente todo mi cuerpo, de manera ardiente, y desenfrenada.
Yo estuve a punto de decirle que no, pero la verdad es que, al estar entre sus brazos, y sentir sus ardientes besos, y como me agarraba sabrosamente mi culo, yo también deseé volver a sentir su verga entre mis nalgas.
Pero en lugar de eso en la misma cocina, me obligó a que me agachara, y apenas lo hice me puso a mamar su tremenda verga, para luego hacer que me recostase bocarriba sobre la mesa, tomarme por los tobillos, separar mis piernas, y ver asombrado como me volvía enterrar toda su verga por mi culo.
En ocasiones, me basta con que me diga. “Mujer, ya llegué” para saber que me va a volver a comer el culo, por lo que yo, sin importar lo que esté haciendo, me quito toda la ropa que tenga puesta, me pongo una de las viejas batolas de mi hermana, y gustosamente salgo a recibirle.
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