Mi dócil sobrinito bebé II
Cuando el bebé no está listo debe haber un reemplazo para no reventar de calentura.
A la mañana siguiente me levanté temprano, y ahí estaba Caramelo, dormía como un tronco y su cara de inocencia me conmovió, me pareció justo darle de desayunar, no se me había pasado la calentura en toda la noche. Acerqué mi verga a sus rosados labios, los cuales abrió como un acto reflejo, aun medio dormido inhalo fuerte, como para reconocer su presa, inmediatamente empezó a succionar como solo un bebé sabe hacerlo, abrió los ojitos y al reconocerme sus ojitos reflejaron una sonrisa que su boca completamente llena no podía. Me tomo la cadera con sus manitos, como para asegurarse que no le iba a quitar la mamadera de carne. Esta vez la hice cortita, fueron apenas unos diez minutos hasta que descargué toda mi leche, apenas empezó a salir, Caramelo trato de meterse más el pico y apretó muy fuerte sus manitas en mi cuerpo, hasta las uñas, fue un dolor muy rico. Entendí que entonces el dolor se puede disfrutar, el mismo niño me lo estaba dando a entender. Cuando terminé y le saqué el pico de la boca, se corrió algo de semen por la comisura de sus labios, lo que con los dedos se los devolví a su lengüita, luego lo besé sintiendo el sabor y olor de mi propio semen en la boca del niño.
salí a hacer algunos trámites para luego pasar a la pastelería a revisar los pedidos de la semana, me sorprendió encontrarme a esa hora con José Carlos, tipo diez de la mañana, debo confesar que el corazón me dio un salto al verlo. Lo miré a los ojos al saludarlo, mantuve mi mano un segundo más en el contacto y con la otra toque su cabeza, entre la nuca y las orejas, nada extraordinario, pero que puede ser muy significativo según se haga, todo está en el cómo. Se notó nervioso y se ruborizó, luego saludé al resto, haciendo notar a José Carlos la diferencia.
Necesito hacer un orden en la bodega y actualizar el inventario ¿será posible que un día te quedes hasta más tarde conmigo? Le dije, nuevamente mirándolo muy fijamente. Me respondió afirmativamente, como siempre lo hace, pero nuevamente se ruborizó, luego sonrió con su expresión infantil que tanto me gusta. Mañana entonces, le dije. Les avisé al resto que hoy no me aparecería hasta el turno de la tarde.
De ahí me fui a comprar un juguete para empezar a dilatar el anito de Caramelo, justo encontré un taponcito para principiantes, no me da pudor comprar esas cosas, pero me calentó un poco la expresión del vendedor cuando le expliqué que necesitaba algo para un primerizo “Esto es lo que necesita, muchos papás lo compran” dijo maliciosamente. De solo escucharlo se me puso duro el pico y se anunció bajo la tela del pantalón, él mismo me ofreció un lubricante con lidocaína “pal dolorcito” y una pomada “pa’ después” Me fui enseguida a la casa, Caramelo ya debía estar levantado y desayunado, la abuela lo acostumbró a llevarle el desayuno a la pieza. Efectivamente ahí estaba mi bebé, que solo al verme se me fue a abrazarme, poniendo su carita a la altura de mi verga como queriendo comprobar que seguía ahí.
La tarea de enseñar a usar el tapón a Caramelo fue muy excitante, estuve a punto de no contenerme y reventarle el culo sin anestesia, si fuera un niño de la calle ya estaría con la verga adentro, desmayado y el culo roto y sangrando, pensé. Mi bebé fue muy aventajado, aprendió rápido a lubricarse solito, metiendo el dedito adentro del culito para prepararlo bien y luego entre pujando y dilatando el esfínter introducir de a poco el tapón, cuando por fin entro su carita se iluminó con una expresión de asombro. Puedes sacarlo cuando quieras, y luego volvértelo a meter, para que tu culito se abra varias veces, le explique, y él inmediatamente pujó y se lo saco despacito, con la cara que se pone cuando cuesta cagar, pero cuando salió con un sonoro “plop” le dio mucha risa, y así estuvo un rato, sacándolo y metiéndolo. Yo me pajeaba con rabia de no poder meter mi tapón de carne en ese estrecho agujero, me apretaba y golpeaba el pico de pura contención, pero en un instante volteé al bebé y le lancé los mocos en la entrada de su hoyito y le empecé yo a meter y sacar el tapón de silicona de forma rápida y brusca, y en una de esas le puse la cabeza de mi pico, que alcanzó a entrar la punta y descargué por segunda vez. Por una fuerza externa que me detuvo no se lo enterré.
Cuando pude a reaccionar, Caramelo estaba llorando en posición fetal sobre la cama así que lo empecé a calmar a besos, hasta que suspirando me dijo “me dolió un poquito” y me prometió que ejercitará su culito todos los días con el “conejito” (así le había puesto al tapón anal) le puse la pomada en su enrojecido hoyito y se quedó dormido un rato. Después se levantó, obedientemente se puso de nuevo su conejito, sus pantalones y salió a jugar al patio con uno de sus primos, con el tapón puesto.
En la tarde me fui a la pastelería, José Carlos estaba recibiendo el turno, saludé a ambos, pero con un guiño a mi nicaragüense adolescente y me encerré en mi oficina, tenía un gran desorden y necesitaba enfocarme un poco en el trabajo. Una vez que terminé miré por la ventana que daba al local cuando José Carlos atendía a una familia con dos niños pequeños, muy hermosos de unos cinco y seis años, ya no los veía como hace poco tiempo, ahora son pequeñas presas de carne jugosas y culitos andantes, húmedos de tanto brincar y saltar, de solo contemplar a esas preciosidades se me empaló la verga, definitivamente tenía que descargarme con José Carlos sin dilación, sería mío hoy, quiera o no quiera él.
Antes de cerrar me acerqué al mesón y pasé por detrás de José Carlos, le toqué los hombros y luego la cintura, lo hice un par de veces cuando aún tenía tiempo de poner una excusa y dejar lo del inventario para otro día, ya la última vez fui mucho más evidente ya que acerqué mi pelvis a su trasero, siendo imposible que no sintiera mi dureza entre las blanduras de su carne ¿te vas a quedar hoy a ayudarme? Le pregunté muy cerca de su oreja, casi mordiéndole el lóbulo donde tenía un coqueto colgante con un circón. Me dijo que sí “Sí, señor Tommy” (era el único que me llamaba así) en medio de un pequeño escalofrío de su cuerpo. Cerré media hora antes, no podía aguantar más.
Apenas nos quedamos solos, fui a la oficina y detrás de mí, José Carlos. ¿Qué vamos a hacer primero, señor Tommy? Me dijo. ¿tú que crees? Lo tomé con fuerza y lo atraje hacia mí, lo besé y él intentó resistirse, en otra situación hubiera intentado seducirlo románticamente. Ahora no. Desde que tan solo hace unos días Caramelo me tomó el pico mientras meaba, necesita urgente romper un culo, y el de Caramelo sería el postre, no la entrada. No hice caso a su resistencia, lo besé con fuerza, mientras restregaba mi humanidad contra la suya, su cuerpo parecía más frágil aun, se sentía suave y sus curvas se habían mantenido disimuladas con su ropa suelta, pero entre mis manos se evidenciaban, sus hombros, su pecho y vientre, y por supuesto sus nalguitas ¡Qué redondez más exquisita!
El adolescente solo trataba de zafarse, se resistía según sus fuerzas lo permitían, tuve que ponerme algo rudo, lo abofetee en la cara, charchazo que resonó seco en la sala, ante el golpe se le soltaron las lágrimas y redujo su oposición, solo atinó a decir entre sollozos moqueados ¡Por favor, no, Señor Tommy! Casi inaudible. El muñeco estaba entregado, la diferencia de envergadura física y la dependencia económica del trabajo que lo sostenía eran el sustento de la sumisión.
Lo bese en todo su cuerpo, con deseo y fuerza, le dejé enrojecido su cuello y tetillas y otras partes, lo voltee contra el escritorio, desnudo e indefenso, aun lloriqueando, pero sin ninguna resistencia, su culo blanco y lampiño, con sus nalgas pequeñas pero firmes estaban a mi disposición, quería romperle ese culo, pero también impregnarme de su sabor, lo agarré con mis manos, les separé las nalgas y dejé a la vista su ojete redondo y sueve. Recibió mi lengua con un estremecimiento, después de un par de intentos su esfínter cedió y pude lamer un poco más adentro y sentir el sabor indescriptible de un esfínter adolescente.
Después de unas nalgadas fuertes para mantener mi dominio y dejar marcadas mis manos en su blanco culo. Tuve la deferencia lubricarme el pico antes de meterle de un solo empellón la cabeza. Ahora no pedía que parara, eso era causa perdida, así que solo repetía mi nombre sollozando ¡Señor Tommy! ¡Señor Tommy! … lo tomé como un indicador que yo seguía siendo su señor, ahora su amo también. Dejé un rato mi pico ensartado hasta solo la cabeza antes de meterlo entero en un segundo empellón, mientras le sujetaba la cabeza y oía sus sollozos y cada vez más bajito como repetía mi nombre como un cantito. Estaba consumando mi descargo de tanta calentura acumulada por culpa de mi sobrinito, así que le di fuerte por mucho rato, ahora bombeando mi pico dentro del esfínter de José Carlos, lo sacaba completo y lo volvía a meter de nuevo en ese estrecho pero rendido agujero, finalmente lo abracé fuerte y le hice saber con mis contracciones que lo iba a preñar, al tomarlo por el vientre bajé mi mano hasta su pene y me sorprendí de que tenía una potente erección en su pene, ese contacto con su herramienta caliente y sus bolitas tan hinchadas como las mías, no hizo más que apurar mi eyaculación, llenando su intestino con mi semen.
Quedé esperando que mi verga saliera expulsada de ese culo que la acogió casi media hora, parado detrás de José Carlos que seguía tendido como desmayado sobre el escritorio. Por fin se da vuelta y me mira directamente a los ojos, los de él abiertos como platos y brillosos de sus lágrimas derramadas “Señor Tommy ¿necesita algo más de mi esta noche?”
Algo me quedó dando vueltas en mi cabeza, cuando deslicé mi mano a su pene erecto noté que su tamaño era casi la mitad del mío, no tanto en longitud que para su edad era respetable, pero si en grosor. Ideal para un culito que se está iniciando, como el de mi Caramelo, pensé. El morbo de la idea hiso que se empalara de nuevo y me masturbara pensando en mis dos amores, mi sobrinito y José Carlos.
@cairo1310
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