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Dominación Hombres, Fetichismo, Gays

Mi dócil sobrinito bebé III

Se completa el círculo de amor total.
Después de haber saciado mis ganas con José Carlos, sentí algo de incertidumbre, si bien el muchacho dio muestras de aceptar el sometimiento, cabía la posibilidad que haya sido parte del shock del momento, sin embargo, todo se disipó apenas llego a la tienda, siempre, puntual y se puso a trabajar de inmediato, yo lo miraba desde mi oficina, habitualmente lo primero que hace es ir a saludarme, pero está ves no, me indignó un poco eso.

Corrió lenta la tarde y me contuve mis ganas de salir de la oficina para verlo directamente, no sé, pero sentí que eso lo empezó a poner nervioso, el no puede verme porque la puerta tiene vidrio espejo, pero yo miraba como sus ojos se volteaban muy seguido, a veces no sabía que movimientos hacer, tropezaba y se notaba muy torpe. Eso me gustó, sin verlo ni hablarle estaba ejerciendo presión psicológica sobre él. De solo darme cuenta de su nerviosismo me empaló muy duro. Ya terminando la jornada salí por fin de mi guarida y sin mirarlo a los ojos le dije “tu cierras” no lo salude ni me despedí, fui arrogante y soberbio como nunca lo he sido. Alcancé a escuchar cuando ya salía su vocecita temblorosa despidiéndose. No contesté.

Esa tarde, al anochecer llegué a mi casa más retrasado que lo habitual con un par de copas encima, sentí que lo necesitaba, tanto como demostrarle mi amor a Caramelo, en estos pocos días se hacía habitual nuestras caricias de amante, con bebé de cinco añitos. Jugamos desnudos algún rato en la cama, lo besé y me besó redescubriendo cada rinconcito suyo y por supuesto esa entrepierna tan jugosa, por primera vez le besé su penecito metiéndomelo completo a la boca, mi lengua lamía su perineo casi llegando hasta el hoyito, mientras succionaba su tulita que se puso durita, que gloria más grande ver que mi bebé estaba así de sano y fuerte. El gozó de una manera especial, se estremecía a cada chupada, habría sus piernecitas que luego apretaba contra mi cuello como abrazándome, llegue a creer que había tenido algo parecido a un orgasmo seco por cómo se contrajo en un momento su cuerpecito, apretándome más fuerte.

Sin pensarlo mucho, tomé mi celular para fotografiar su cuerpecito infantil, primero le puse un calzoncito de dibujos de unos ositos celestes, luego sin nada, y en distintas poses, el siempre reía mientras posaba, en cuclillas, acostado boca abajo con su culito en pompas, boca arriba con las piernecitas abiertas y la más rica de todas, introduciéndose su taponcito “conejito” en el culo mientras reía de forma pícara. Ese será mi regalo de reconciliación para José Carlos.

Ya el viernes consideré que era tiempo de acercarme a José Carlos, le llevaba un juguete de la misma tienda donde había comprado el taponcito para Caramelo, era un dildo vibrador anal. El vendedor, al que ya me acerqué con más confianza, se sorprendió un poco por la diferencia en tamaño del juguete comprado solo hace días atrás “este es para el niño más grande” le dije, aclarando sus dudas. Sentí una gran confianza con ese hombre. Aún quedaban unas horas para cerrar cuando llegué a la pastelería, José Carlos me miró con ansiedad de una señal de mi parte, lo ignoré unos minutos, luego lo llamé de forma seca a la oficina, llegó presto y expectante, quedándose de pie frente a mi sin hablar, me acerqué lentamente y esta vez sí mirándolo a los ojos de forma dominante. Sin hablar le desabroche su camisa hasta dejarlo a torso desnudo, él solo respiraba muy profundamente y seguido, continué desabrochando si cinturón y pantalones cayéndoseles hasta el suelo, me agache para sacarle las zapatillas y sus boxers. Estaba completamente empalado, su verga blanca, delgada y larga se empinaba hacia el cielo, asomando de su glande rosado y brilloso unas gotas de presumen, pensar que todo esto será muy pronto de mi Caramelo, pensé con el corazón latiéndome a mil.

Le di un suave beso en su pene palpitante, luego me incorporé alcanzando el juguete desde el escritorio. Toma, le dije, póntelo, vístete y vuelve al mostrador. Obedeció dócilmente, se lo ensartó con algo de lubricante reflejando su cara el morbo del sometimiento que era objeto. Volvió a trabajar con una cara de satisfacción. Cada cierto tiempo activaba el vibrador, especialmente cuando atendía clientes, sus respingos y cara enrojecida cuando lo hacía, mientras trataba de mantener la compostura ante los ojos de los clientes hizo que se me empalara muy duro el pico, sobre todo al darme cuenta que José Carlos tenía completamente mojados sus pantalones en la parte delantera, justo donde se le marcaba su duro pico, había acabado sin tocarse, este José Carlos es un puto pervertido, lo mejor es que no se cambió, siguió atendiendo todo manchado de moquito, eso me llenó de satisfacción.

Esa tarde no daba más de calentura, viendo como José Carlos se lucía con su entrepierna manchada y su evidente erección, yo estuve a punto de manchar mis pantalones también. Me apresuré y cerré media hora antes, José Carlos se vino solo a la oficina detrás de mi “Te tengo un regalo” le dije, mientras le pasaba las fotos de Caramelo en una Tablet. Se demoró en reaccionar y en reconocer a mi sobrinito, no dijo nada, así que yo le pregunté ¿te gusta Caramelo? Solo asintió con la cabeza sin dejar de mirar, y era solo la primera foto, donde salía con su calzoncito de ositos, me puse detrás de él y le agarré el pene por encima de la tela, estaba durísimo “se nota que te gusta, es un niño muy lindo, anda sigue viendo” lo motivé. Avanzó una por una las fotos y empezó a jadear al verlas, mientras yo no le soltaba la verga y lo punteaba por detrás.

Has sido muy obediente conmigo, le decía mientras le desabrochaba el pantalón, esta vez de forma suave, mientras le besaba la nuca. Le baje lentamente la ropa dejando una vez más su culo expuesto, él solo hecho la cabeza hacia atrás, lo mismo que su culo, que estaba muy abierto y húmedo por acción del consolador. Empuje muy suavemente mi pico hacia el esfínter lubricado de José Carlos, metiéndoselo lentamente, el me empezó a suplicar más “si, dame verga, por favor, dame, lo quiero…” así que lo sujeté de la cadera con ambas manos y se la clave de una hasta el fondo. Su grito esta vez fue de gusto ahogado en un Ahhh…Síiiii….Qué rico… se lo dejé quieto un segundo, metido bien adentro y le dije, te falta una, mira la última foto, era esa donde salía Caramelo jugando con su tapón anal. Wow!!!! Exclamó sintiendo mi pico como contrajo el culo de la emoción. Ese es mi otro regalo, te doy el culito de Caramelo para que lo desvirgues por mí, quiero que tu lo inicies y lo prepares para que pueda aguantar mi verga ¿Quieres? Le pregunte sin sacarle el pico de su culo, mientras ahora le apretaba su pene y sus huevos con mis manos. Se corrió por segunda vez esa tarde, esta vez en mis manos.

José Carlos preguntó nervioso varias veces, temía que podía ser una especie de trampa mía. Por fin lo convencí de todo, de mi reciente amor por Caramelo y que lo hacía para que el pudiera descubrir ese gusto tan rico, y qué mejor que con él, que era el único que me daba confianza y que además teníamos también esta relación incipiente. Quedamos en el día y la hora, no quería que fuera inmediato por miedo a que resultara apresurado para José Carlos, ni que se demorara tanto como para que se arrepintiera. Quedó entre excitado y nervioso, lo vi pocas veces antes de ese día.

A caramelo le cambié el tamaño de su taponcito para progresar con su iniciación, mi bebé lo recibió contento y se lo probó de inmediato, notando la diferencia en su culito puso una cara de placer muy rica, se estaba convirtiendo en un adicto a jugar con su hoyito así que le pregunté si quería que un pico le abriera el culito y le llenara de leche, se le abrieron los ojos como platos “De verdad… se puede… si quiero mucho…” se enredaba en la forma de expresar lo que quería ¿Me vas a meter tu pene en mi culito? Le bajé un poco las revoluciones y le explique porque sería José Carlos. Le gustó mucho la idea, le caía muy bien mi dependiente y lo encontraba bonito. Somos dos, le dije.

Llegamos a un departamento que había arrendado por dos días, a Caramelo ya lo había dejado ahí hace unas horas jugando con su conejito grande y venía ahora con José Carlos, si bien se veía nervioso, también se notaba expectante, en el camino venía viendo las fotos una y otra vez “quiero verlo ya en directo” me dijo, a lo que solo sonreí.

Cuando entré al departamento Caramelo se abalanzó en mis brazos y le di un beso muy tierno en su boca, para demostrarle a José Carlos lo lindo que teníamos entre mi sobrinito y yo. Saluda a… no supe cómo decirle. José Carlos se me adelanto: Tu hermanito mayor, le dijo, lo que al parecer le gustó mucho a Caramelo que se cambió rápidamente de brazos y también lo besó con mucho amor.  Nos besamos los tres. cambiando nuestras bocas, yo ya estaba empalado a mil y vi como José Carlos también, teníamos a Caramelo alzado y cada uno con una mano lo afirmaba del culito, juntando nuestros dedos en su rajita, lo que le daba muchas cosquillas al bebé. ¿Por qué no le muestras a tu hermanito mayor como juegas con tu conejito? Le dije. El niño se bajo de nuestros brazos y corrió a la cama, sacándose de una su shorcito y buscando en su mochila el tapón le echó lubricante y se puso de espaldas con las piernas abiertas dejando expuesto su hoyito ante nuestros ojos, procediéndose a meterse el tapón anal mientras emitía unos quejiditos que yo no le había escuchado antes.

Ni cortos ni perezosos no tiramos a la cama con él y empezamos a jugar metiendo y sacando nosotros su tapón, viendo como quedaba abierto su culito después de cada sacada. Cómetelo con la lengua, le dije al muchacho, quien obedeció al instante metiendo su lengua en el rosadito botón que lo recibía con suspiros del niño. José Carlos se puso a lamer el culo de Caramelo como desesperado, metiendo su cabeza entre sus piernecitas, en una posé que me llevó al éxtasis ya que quedaba él con su culo en pompas, le saqué el pantalón de buzo que llevaba y comencé a lamerle yo también el culo a José Carlos, en un sonido de chupetones que llenó la habitación. Nos besamos nuevamente compartiendo entre los tres el sabor de los culos que habíamos probado. Ya estábamos completamente desnudos los tres y podía ver como Caramelo se extasiaba con nuestros picos, así que le dimos a probar. Agarró cada uno con una mano y los empezó a lamer, jugando con nuestros glandes con su lengua y labios, mientras Caramelo se embelesaba con nuestras vergas, yo besaba apasionadamente a José Carlos en la boca, en una pausa le dije “ya es hora, hazlo tuyo”

Tendimos nuevamente a Caramelo en la cama, con sus piernitas abiertas de par en par con un cojín debajo de su cintura para levantarlo, le untamos el culito con mucha prolijidad llegando lo más adentro que podíamos con nuestros dedos, José Carlos puso su pico durísimo en la entrada, mientras yo ponía el mío en sus labios. Sentí por lo quejidos del niño cuando empezó a hacer presión. Despacio le dije, así empezó muy lentamente a hundir el mástil de la victoria, Caramelo se ponía muy agitado y rojo, estaba sintiendo como la cabeza del pico de José Carlos se habría camino, empezó a soltar lágrimas y a quejarse “lele mucho” dijo lloriqueando entrecortado, José Carlos detuvo un poco su penetración, respirando tan agitado como el mismo niño. Besé a mi amante muchacho para darle apoyo y luego le di más pico en la boca a Caramelo, quien se aferró a él para calmar el dolor que estaba sintiendo en el culito. Prosigue, le indique a José Carlos, quien obedientemente siguió introduciendo su pico en ese estrechísimo culo. Caramelo sintió la embestida, pero aguantó como un campeón. Me arriesgué a preguntar, jugando con saber la respuesta ¿quieres que paremos? Le dije a Caramelo. Entre sollozos y gemidos giró su cabeza. No, dijo, quiero comérmelo todo por mi culito.

De a poco comenzó a amainar su llanto, dejando en claro que había empezado a sentir gustito, escapándosele un “lele, pero está muy rico” Dejé mi posición en la boca de Caramelo y me puse detrás de José Carlos, quien adivinó de inmediato. Sin sacarle el pico del culo del niño, lo giró dejándolo boca abajo, exponiéndome su propio culo, de esa forma sería yo empujando mi verga dentro del culo del muchacho que le daría el empellón final a la penetración de Caramelo, simultáneamente las dos vergas penetraron hasta el fondo los culos que se ofrecieron para el goce de todos. Caramelo lanzó un grito muy fuerte y José Carlos un alarido de placer. Así nos sincronizamos, sintiendo yo en mi pico las contracciones que hacía el culo del muchacho al meter y sacar su pico del culito de mi bebé que ya no lloraba, solo gemía y respiraba muy fuerte, estuvimos varios minutos más pero el movimiento del culo de José Carlos pudo más que mi resistencia y acabé copiosamente dentro de sus entrañas, casi simultáneamente que él se vació dentro de mi bebé.

Nos tiramos en la cama, sudorosos y cansados, yo al medio con mis dos amantes a cada lado, tendidos en mi pecho, besando mis tetillas, una para cada uno. En ese momento comprendí algo: Caramelo es mi niño, y lo será por siempre y lo querré toda la vida, pero amaba a José Carlos, me había enamorado de ese muchacho tímido que trabajaba en mi tienda, que a sus dieciséis años se había revelado como un amante pervertido, capaz de desvirgar a un niño de cinco años, mi Caramelo, solo para satisfacerme y preparar su culito para mí, que maravilloso acto de amor habíamos hecho.

@cairo1310

204 Lecturas/9 junio, 2025/2 Comentarios/por Cairo
Etiquetas: anal, culito, culo, hermanito, leche, mayor, orgasmo, puto
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2 comentarios
  1. barcelona22 Dice:
    10 junio, 2025 en 3:36 am

    con ganas de leer la continuacion

    Accede para responder
  2. Amoayeguas1978 Dice:
    10 junio, 2025 en 10:46 am

    Excelente

    Accede para responder

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