Mi esposo ahora se viste de mujer, y yo lo penetro con mi juguete favorito.
Una pareja de mente abierta, deciden explorar otras alternativas sexuales, por lo que la esposa convence al marido de que se vista y actué como una mujer, mientras que ella hace el papel de hombre cosa que él eventualmente acepta y disfruta, permitiendo que ella y otros hombres lo penetren..
Desde que mi esposo y yo éramos novios nos dimos cuenta de que tanto él como yo somos personas de mente abierta, él no se considera dueño de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueña del cuerpo del.
Por lo que, si en algún momento llegábamos a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea disminuido.
En ocasiones tanto él como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte del.
Algo que a mí esposo le encanta, es que me vista como una puta barata, y tras recogerme en la calle, o en algún bar de mala muerte, vamos a algún motel barato.
En el que no se cansa de ponerme hacer, todo lo que se le antoja, aparte de penetrarme en las más variadas posiciones, por mi depilado coño, también me pone a mamar y desde luego que no puede faltar que me dé por el chiquito, mientras que me trata como a toda una puta, cosa que a mí me encanta.
Mientras que mis durante un buen tiempo mis fantasías se limitaban a cambiarle el nombre, y tratarlo como si él fuera mi amante, o mi cliente y no mi esposo.
Hasta que un día le dije que tenía una nueva fantasía, que consistía en que él se vistiera de mujer a la hora de que tuviéramos sexo.
Al principio le costó trabajo aceptar cumplir mi fantasía, pero finalmente y desde luego que, con mi ayuda, terminó no tan solo vestido de mujer.
Sino que se depiló todo su cuerpo, lo maquillé, y hasta escogí algunas de las bellas prendas íntimas que le hago usar, aparte de las pelucas que definitivamente le dan un aire bien femenino.
Lo cierto es que la transformación es tan exitosa que, en ocasiones, no es tan solo cosa de mantener sexo, sino que salimos a cenar, de compras, vamos al cine y en par de ocasiones hemos ido algún pub, para distraernos, como si fuéramos un par de amigas íntimas.
Pero hace par de meses atrás, un día en que mi esposo me tenía en cuatro patas, clavándomela por el culo.
Se me ocurrió decirle. “Me gustaría hacerte lo mismo a ti.” Mi esposo se comenzó a reír, diciéndome que me faltaba la herramienta principal, por lo que ni le dio importancia a mi deseo.
Pero como a la semana, un día en que le tocó a mí esposo ser mi mujer, se llevó tremenda sorpresa, ya que cuando salí del baño, entre mis piernas colgaba un grueso pene de goma negro, casi tan largo y grueso como el de él, pegado a mi cuerpo, gracias a unas correas.
Al ver eso, no le quedó más remedio que cumplir con su parte del trato, por lo que cuando comencé a actuar como un hombre, mi marido de inmediato continúo actuando como si fuera una mujer.
Esa primera vez, fui mucho más cortes y delicada de lo que él ha sido conmigo en esos momentos, cuando desea clavarme su verga por el culo.
Lo traté como si fuera mi amante, hasta lo orienté sobre cómo mantener una higiene completa de su ano, por medio de cánulas lavativas, y uno que otro laxante.
Así que en el instante en que comenzó a sentir ese grueso vergón de goma, pegado a sus nalgas, continuó actuando, de la manera en que él sabía que a mi me encantaba.
Pero cuando le ordené que me pusiera en cuatro patas, pensó negarme en hacer eso, pero finalmente ya recostado con su torso pegado al piso, sintió como esa cosa de goma negra se abría paso entre sus nalgas.
El dolor fue algo a lo que él nunca se había puesto a pensar, por lo menos hasta ese momento.
A medida que lo fui penetrando, y aunque le tuve mucha consideración, mi esposo me decía que el dolor iba en aumento, pero al mismo tiempo, comenzó a descubrir el placer, que yo le provocaba a medida que lo penetraba.
Mientras que, en mí se operó un cambio total en mi manera de actuar, por lo menos al momento en que manteníamos sexo de esa manera.
Definitivamente yo disfruto tremendamente, el penetrarlo por el culo, mientras que mi esposo por su parte también disfruto bastante, el vestirse y actuar como mujer para mí, así como dejar que lo penetre las veces que yo lo desee.
Al principio, nos habíamos acostumbrado a realizar esos juegos una o dos veces al mes, pero con el tiempo pasamos a mantener ese tipo de relación unas dos y hasta tres veces a la semana.
En las que después de que salimos de compra, o regresamos de ver alguna película, lo comienzo a acariciar y a besar por todo su cuerpo, a medida que mis manos acarician profusamente todas sus nalgas.
Para después de un rato de juegos y caricias paso a penetrarlo como a mí me encanta y a él le gusta.
Pero recientemente un día en que después de que se vistió con un lindo conjunto color rosa, algo atrevido, y lo maquillé estupendamente, fuimos a abrir nuestra floristería.
Tanto él como yo nos encontrábamos despachando algunos pedidos de flores, cuando me di cuenta que uno de nuestros clientes habituales, un hombre mayor no le quitaba la vista de encima, y comencé a vacilarlo diciéndole que había capturado la atención de ese cliente.
De momento no me tomó en serio, pero aquel hombre no dejaba de verlo, así que, reté a mi marido diciéndole. “A que no te atreves a seducirlo.” A lo que él me respondió “Si me lo propongo lo puedo tener rendido a mis pies, en cosa de par de horas.”
Yo tomé en serió lo dicho por mi esposo, y le aposté que a que no se atrevía conquistarlo, y acostarse con él.
En ese momento como que no pensó en las consecuencias, y rápidamente me respondió que sí se atrevía.
Después de que llegamos al acuerdo que, si él ganaba, yo haría lo que a él se le antojara, por espacio de un mes.
Y desde luego que si él perdía le correspondería hacer lo que a mí se me antojara por espacio de un mes.
De inmediato me pidió que me fuera a la tras tienda, para que le diera oportunidad de tratar de conocer al tipo ese, sin que yo lo distrajera.
Una vez que desaparecí tras la cortina que conduce a la tras tienda, él se quedó pensando en que lio se había metido, pero como ya la apuesta estaba hecha, no podía echarse para atrás, así que comenzó a atender a ese cliente que no dejaba de mirarle.
Mi esposo me dijo luego que pensó en pararse frente a ese señor y de frente preguntarle seductoramente que deseaba, pero a medida que se fue acercando a él, me dijo que sintió un frio olímpico, por el miedo que le dio de hacer el ridículo.
Por lo que, en lugar de detenerse, continuó caminando, estaba tan y tan nervioso, que justo al pasar al lado del cliente, como aun no tenía un dominio completo de los zapatos de tacón, dio un pequeño tras pies, y sin intención alguna, terminó entre sus brazos.
Ese hombre, resultó ser todo un caballero, viudo y según me comentó luego mi esposo, le dijo. “Usted es el vivo retrato de mi difunta esposa, a la que todas las semanas le compro flores para llevárselas al cementerio.”
Rápidamente mi esposo entró a la tras tienda para decirme que se iba a caminar un rato por el centro comercial con el cliente, ya que él la había invitado a tomarse un café.
Esa tarde pasearon por todo el centro comercial conociéndose, intercambiaron números de teléfonos, mi esposo también me dijo que al mismo tiempo que se preguntaba a sí mismo, hasta donde pensaba llevar esa apuesta, ya que eso de acostarse con ese señor no era algo que realmente le llamase la atención, por lo menos en esos momentos.
Por lo que cuando finalmente regresó a nuestra floristería, nos marchamos a casa y llegando me dijo que había decidido perder la apuesta.
Cuando me explico que no tenía corazón para hacerle eso al señor ese, por lo que en un tono triunfante le dije. “Está bien, la primera tarea que vas hacer, será invitar a tu conquista para que venga a cenar a casa, y aquí le dirás toda la verdad, y después veremos qué pasa.”
Mi esposo no podía creer lo que yo le había propuesto, pero como me dio su palabra, apenas pudo lo llamó por teléfono, para invitarlo a cenar en nuestra casa.
Mi esposo no pensaba vestirse de mujer, sino recibirlo vestido de hombre, disculparse mil y una vez, y dar por terminado todo eso.
Pero yo haciendo uso del poder que él me había dado al decidir perder la apuesta, le ordené que se vistiera lo más bonita que pudiera ponerse, que por mi parte lo ayudaría a pedirle disculpas a ese señor.
Esa persona llegó puntualmente a nuestra casa, mi esposo me presentó a mí, como su cuñada y socia, cosa que a él no le extrañó para nada.
Así que después de cenar, contrario a lo que mi esposo pensaba, me desaparecí, dejándolo a solas con su conquista, quien sin perder tiempo comenzó a tratar de besarlo.
En ese momento, mi esposo discretamente trataba de eludirlo, hasta que, ya no pudiendo más, le dijo. “Tengo que confesarte algo bien serio.” y acto seguido le dijo, “No soy una mujer verdadera.”
Mi esposo me dijo que cuando el terminó de hablar, ese hombre se le quedó viendo con los ojos extremadamente abiertos, y mi esposo continuó tratando de explicar lo inexplicable, mientras que yo los observaba escondida tras un biombo
Al terminar de hablar, mi esposo esperaba que su invitado sumamente molesto se retirase de casa, quizás hasta que tratase de golpearlo, pero jamás se le ocurrió, ni a mí tampoco que lo tomase entre sus brazos y le plantase un tremendo beso en la boca.
Mi esposo, estaba más que confundido, y a medida que su invitado continuaba besándolo, me di cuenta que mi esposo, no pudo o mejor dicho no quiso oponer resistencia alguna, a los besos y caricias, que le daba su invitado.
En cierto momento le comentó que le recordaba tanto a su difunta esposa, que el hecho que fuera un hombre en nada cambiaba lo que sentía, siempre y cuando siempre se vistiera y comportase como toda una mujer en todo momento que estuviera en su compañía.
Mi esposo, no salía de su confusión, ya que a medida que fue diciéndome todo eso, continuó besándolo y acariciando su cuerpo, y pudo sentir el grueso y cálido bulto que se había formado dentro del pantalón, de su invitado
Entre los besos y caricias, él en el sofá en que ambos se encontraban sentados, suavemente le fue subiendo la falda, sin soltarlo ni un solo instante.
Luego se colocó tras del, y pude ver que mi esposo sintió las gruesas manos de su invitado, como le fueron bajando los pantis que tenía puestas en ese momento.
Hasta que sus nalgas quedaron totalmente expuestas ante sus ojos, luego vi como sus gruesos dedos exploraban su esfínter.
Mientras que mi esposo sabía que yo me encontraba en casa, comenzó a desear intensamente que su invitado lo penetrase, en ese mismo lugar.
A los pocos segundos, me di cuenta que mi esposo, comenzó a sentir lo duro y caliente del glande, de su amante, presionando contra su cerrado esfínter anal.
A medida que, sujetándolo por las caderas, lo fue penetrando, mi esposo me dijo posteriormente que sintió un placer inconmensurable, tan es así que al abrir sus ojos, me vio parada frente a ellos dos, oculta tras el biombo, de pie, con mis piernas bien abiertas.
Los observaba, mi falda la mantenía recogida a la a la altura de mis caderas, sin mis pantis puestos.
A medida que no les quitaba la vista de encima, me introducía los dedos dentro de mi coño, con fuerza, una y otra vez.
Cosa que, a mi esposo, no le importó en lo más mínimo, ya que en sus ojos pude ver que ella estaba disfrutando de eso, tanto como él estaba disfrutando de lo que su amante le estaba haciendo sentir.
Me di cuenta que ya una vez que el miembro de su amante estuvo completamente dentro del cuerpo de mi esposo, comenzó a entrar y salir una y otra vez.
Mientras que mi esposo aparte de mover sus caderas, con mucho sentimiento y sabor, apretaba y soltaba su esfínter una y otra vez, al mismo tiempo que restregaba sus nalgas contra el cuerpo de su amante.
Aunque ser penetrado por mí, era toda una experiencia gratificante para mi esposo, en nada se comparaba con lo que en esos momentos su amante le estaba haciendo sentir.
Creo que fue la primera vez en vida, que mi esposo intensa y realmente deseó ser toda una mujer, yo podía ver que se sentía tan y tan seguro y protegido entre los brazos de su amante, que ni ganas le dieron de masturbarme, simplemente disfrutaba todos y cada uno de los fuertes apretones y empujones que su amante le daba.
Al tiempo que gemía y suspiraba profundamente de placer, y le pedía que le diera más y más duro, moviendo sus caderas intensamente.
No sé cuánto tiempo pasaron, teniendo sexo en el sofá de la sala, bajo mi satisfecha mirada, yo no dejaba de penetrarme con mis dedos dentro de mi coño, pero cuando su amante estuvo a punto de venirse y se lo comunicó, a mi esposo.
No sé dé donde se le ocurrió decirle a su amante, que le pusiera su verga en la boca, y sin misericordia alguna apenas sintió su grueso y caliente miembro entre sus labios mi esposo se dedicó a mamar y chupar todo su miembro.
Hasta que una oleada de caliente semen inundó toda su boca, semen que, sin complejo alguno, después de saborearlo intensamente, se ha tragado gustosamente.
Por un largo rato permanecieron quieto, mi esposo con la verga de su amante dentro de su boca terminando de chupar y tragándose todo lo que salía de su miembro, mientras que él le acariciaba las nalgas.
Al terminar, apenas pudo de manera bien discreta sin dejar que le viera su pene, se volvió a vestir, su amante se arregló la ropa, y a los pocos segundos aparecí yo.
Como si no me hubiera dado cuenta de nada de lo ocurrido entre su amante y mi esposo, al poco rato su amante se marchó, no sin antes quedando de acuerdo con mi esposo, en que lo iría a visitar a su casa.
Una vez quedamos a solas, le dije. “Querida te has graduado.” y de inmediato le pedí que me contase todo lo sucedido, con lujo de detalles.
Al principio a mi esposo, le dio una gran vergüenza, pero a diferencia de estar con su amante, a medida que me fue contando toda la experiencia por la que recién y había pasado.
Pero en lugar de penetrarlo a él, mi esposo me penetró a mí divinamente por mi depilado coño, luego tras un largo rato de salvaje sexo ambos disfrutamos, de un tremendo clímax.
Su amante continúa visitando y teniendo sexo con mi esposo, ocasionalmente salen a pasear como si fueran una parejita de novios, cuando no es que se van directamente a su casa, donde mi esposo actúa como si fuera su mujer, en todos los aspectos.
Esto sin que, por ello, yo me incomodé para nada con mi esposo o con su amante, por mi parte, traje a casa y le presenté a un chico con el que estoy saliendo, y acostándose ocasionalmente.
Aunque ya le dejé saber a mi esposo, que me encantaría que mi nuevo amigo, él y yo hiciéramos un trio, en el que mi esposo siguiera actuando como mujer, dejando que tanto yo como mi nuevo amiguito le diéramos por el culo.
Verán al principio la idea no le llegó a gustar del todo, pero cuando sin decirle nada a mi esposo, invité a mi nuevo amigo, mi esposo de momento se encontró mamando la verga de él, mientras que yo le daba salvajemente por el culo con la ayuda de mi juguete favorito.
Quiero detalles de esa segunda parte con tu amigo, que seguro es más joven y salvaje jeje