Mi fantasía cumplida: Perro por horas.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por accionyas.
Cuando me abrió la puerta apareció un chico de mi misma altura aproximadamente, y un físico normal, esto es: 1,80 y 80 kg., sin musculos pero tampoco relleno. Rondaba los 30. Llevaba una bata de casa y zapatillas.
Pasa a esta habitación y quitate toda la ropa.
Era la primera vez que hacía algo asi, y estaba nervioso, pero el morbo me podía y esaba deseando empezar a jugar. Me desnudé completamente y al cabo de 5 minutos entró y me dijo: Arrodíllate, a partir de ahora y durante las próximas 2 horas serás mi perro. Me puso un collar alrededor del cuello y enganchó con un clik una correa al mismo.
Vamos.
Fuimos al salón, él delante agarrando la correa y yo detrás a cuatro patas. Me fijé que en una esquina del salón había un bebedero de perro. Todo empezaba a ser como en mis fantasías, porfin experimentaría el placer soñado. Se sentó en el sofá, se desabrochó el cinto de la bata y abrió las piernas dejando su polla colgando al descubierto. Practicamente no tenía vello y eso me gustaba. Tiró un poco de la correa y sabía que era lo que tenía que hacer. Me acerqué a su polla y comenzé a dar lenguetazos sobre la misma y sobre sus huevos. Su polla comenzó a crecer y yo empezé a chupar. Me arrodillé entre sus piernas y comenzé a saborear lo que se me acababa de ofrecer. Yo estaba cachondo por la situación de humillación que estaba empezando a vivir, pero a él también le estaba gustando, no había duda, su cada vez más gorda polla no daba lugar a confusión. De vez en cuando sacaba su polla de mi boca y me golpeaba con ella en la mejilla, y me decía: Eres un puto perro de mierda; entonces me escupía en la cara y volvía meter su polla en mi boca. Y llegó el momento en que su calentura le pudo, agarró su polla con la mano y empezó a soltar chorros de semen que caían sobre su barriga mientras me decía “chúpame los huevos” y yo obecía metiéndomelos en la boca mientras se vaciaban.
Se quedó un momento quieto, me desabrochó la correa y me dejó que fuera a beber un poco del bebedero, que por supuesto hice, pero a cuatro patas. Luego me pidió que fuese a la cocina y le trajese una cerveza. Le obedecí, le traje la cerveza fresquita de la nevera, se recostó sobre el sofa y dijo: Al suelo. Me tumbé debajo de sus pies y los puso encima mientras se bebió la cerveza comodamente. No tardó demasiado pues, al igual que yo, estaba sediento. Entonces mi dueño se levantó, paso por mi lado y me dijo, sígueme. Abrió una puerta y nos encontramos un cuarto de aseo. Ya sabía lo que me esperaba, y la verdad, lo estaba deseando, pues siempre fue una de mis mayores fantasías.
Me subí al plato de ducha, él se acercó y comenzó a mear. Me estaba meando encima, y yo me estaba excitando, de tal forma, que se me empezó a levantar la polla. Te gusta é, cerdo? Me decía, mientras un río de orina golpeaba mi pecho y cara, y recorría todo mi cuerpo. Cuando acabó de mear, y después de secarle las últimas gotas del capullo con la boca, me dijo que me lavara un poco y que fuese a la cocina. Salió, y yo me lavé tal y como me había pedido.
Me dirijí a la cocina y las sorpresas continuaron. Estaba desnudo preparándose un par de sandwichs para cenar. Quería que metiera mi cara entre sus nalgas y lamiera su culo mientras el se preparaba los sandwich y así hice. Y allí estaba yo, de rodillas, con la cara metida entre sus nalgas, y chupándole el culo a mi dueño. Era la primera en la vida que hacía todo aquello, pero me estaba gustando, y mucho. Se separó de mi y llevó el plato a la mesa.
Seguro que tienes un poco de hambre.
Cogió una bandeja, troceó un sandwich y lo hechó en el centro de la misma. Colocó la bandeja debajo de la mesa, puso un bebedero al lado de la misma y se sentó a cenar. Se descalzó las zapatillas y puso sus pies en la bandeja, a un lado y a otro de mi comida. Puedes comer, me dijo. Gateé hasta debajo de la mesa, y me dispuse a cenar literalmente a sus pies.
Pídeme permiso para beber.
Agua, le dije.
Entonces, sin moverse de su silla, metió un pié en el cuenco de agua, lo sacó de nuevo y dijo: Bebe. Yo bebí el agua que caía de su pié cada vez que lo metia en el cuenco. Repitió la operación 3 o 4 veces. Metía el pié en el cuenco, lo levantaba y el agua que se escurría del pié al cuenco era el que yo bebía. Ya basta, dijo. Entonces sequé los dedos de su pie con mi boca.
Cuando acabamos de cenar dijo: Seguro que ahora quieres algo de postre. Se levantó y cojió un donut. Cojió la correa, me la puso y tiro de mi hacia el salón. Se sentó de nuevo en el sofa y dijo: Te has ganado el postre, donut con leche, puedes empezar. Se colocó el donut en la barriga al lado de la polla, y ya sabía de donde saldría la leche. Empecé a chupar de nuevo su polla, mientras él me recordaba lo “puto cerdo que era” y me escupió en la cara: Sigue chupando, méteme algún dedo en el culo mientras. Yo seguí obeciendo, mientras chupaba su polla, follaba su culo con mi dedo indice y anular. Entonces llego el momento, se empezó a convulsionar y supe que estaba a punto de recibir el condimento necesario para que mi postre fuese completo. Se la agarré con la mano y empezó a correrse. El semen saltó en varias direcciones y parte de él se depositó sobre el donut que estaba justo en su bajo vientre.
A comer.
Cojí el donut y empecé a comer. Puto cerdo, decía, y me volvió a escupir mientras yo seguía comiendo el donut con semen. Ya sólo me quedaba un bocado y dijo: Aquí tienes un poco para untar, señalándome la punta de la polla aun humeda de leche. Pasé el trozo por ella, lo unte bien, y me comí el último trozo.
Bien, has cumplido como perro, dejaré que te masturbes para que calmes esa calentura de puto perro de mierda.
Jamás había estado tan cachondo en mi vida, con lo que ya me estaba apeteciendo masturbarme. Se dió la vuelta y de rodillas en el sofá poniendo el culo en pompa me dijo: Pega tu puta nariz a mi culo, y mientras lo hueles y lames mastúrbate. Poco aguanté de lo caliente que estaba. Solté un gran chorro de semen. Se giró de nuevo y me dijo: Hemos acabado. Puedes lavarte y vestirte.
Gracias amo. La sesión había acabado. Yo me vestí y me despedí de él. Era la primera vez que probaba esto pero me fui de alli con una única idea en la cabeza: la próxima vez, más.
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