MI HERMANA, SUS HIJITAS… segunda crónica.
Con el panalito ya ensalivado y mi tronco ya encendido lo clavé despacito y suavemente, el movimiento de su pelvis al elevarse para recibir más verga, me indicaba cuan fuerte y veloz tendría que ser en mis impeles. Hicimos cinco posiciones y de perrito me pidió que le acabara adentro y le vacié .
(Saludos chein13, suaveprofundo, morfeo3x18, camy y a elfarsante89)
Dado el fuerte ardor sexual que el incesto infantil me despierta y considerando que Esperanza me debe casi la vida, quise hacerle saber que sus niñas eran mis amantes y que sus orificios infantiles ya habían sido mancillados por su mí; tal vez su reacción sería muy agresiva y peligrosa pero la subsistencia de su familia estaba en mis manos. Algo tenía que hacer para seguir comiéndome a esas tres hembras.
Al salir Esperanza de la clínica de desintoxicación quise hacerle un “regalo especial” y, a manera de bienvenida le preparé una fiesta, de la saldrían las tres un tanto intoxicadas y con las vaginas reventadas. El desorden moral puede hacerse cada día más cabrón y enfermizo siempre que se trabaje en ello.
En el jardín interior de la casa, había dispuesto un pabellón armado con tela vinílica un tanto obscura que para en anochecer no dejaría entrar nada de luz, su interior solo sería iluminado por las llamas de tres pequeñas antorchas artificiales. La reunión inició en la tarde en cuanto ella llegó a casa, Sharon y Romina abrazaron a su Madre y ella percibió un cierto olor a sexo en sus niñitas. Por la mañana ambas infantas habían “rezado” con mucho fervor para que la mamita saliera finalmente del encierro.
Ese día, a Sharon la pasé a mi cama a las siete de la mañana y de inmediato le unté lubricante en su conchita y, sentado en la orilla de la cama, me la senté de frente en las piernas y con mi verga hacia su rajita, mi pene sintió aquella cosita y poco a poco se fue hundiendo en esas delicadas carnes, Sharon se arqueó hacia atrás permitiendo que mi mazacuata alcanzara el canal de su cérvix, mi dedo índice derecho se lo clavé en el fundillo para que apretara más su vaginita. Metiendo y sacando el dedo y el pene de manera simultánea, ambos entraban y salían al mismo tiempo, generando en mí una especie de embrujo y en ella una avaricia desmedida por el sexo que yo le daba. Saqué el dedo de su culo y con ambas manos le agarré las nalgas para apretujarla hacia mi pene y poder aventarle toda mi lecha en su pepa seductora. Con la verga hasta adentro y la niña arqueada, pude ver el escurrimiento de nuestros fluidos saliendo de ese hermoso panalito, y de inmediato me bajé al rio, eso es el néctar de los dioses.
Dos horas más tarde, llamé a Romina al comedor, pues dada su pequeña estatura, al sentarla en la mesa y yo en una silla, su pequeñísima panocha quedaba en el mejor lugar para que mi boca lamiera sus labios vaginales y mi lengua le raspara el sabrosísimo clítoris. Después de mamarla por un largo rato, la chiquita me pidió le metiera la verga, quería sentir ese femenino y deleitante dolor de sentirse penetrada y sometida por un hombre; ya era una perra. Mi pene estaba lleno de sangre y su grosor estaba al máximo, los güevos me dolían por el excesivo control de mi eyaculación. La bajé de la mesa y la llevé a un silloncito de la sala, la recargué y yo hincado le metí la pistola en la cuca, la niña me miraba con ojos enormes y enrojecidos, la empecé a bombear desenfrenadamente y al sentir que la erupción era ya inevitable le saqué la bichola y se la metí en la boca para que se tragara el semen de su enardecido amante.
Ese botín, ese manjar infantil que mis niñas representan para mí, no podía dejar de ser mío; por lo que decidí hacer cualquier cosa para que las niñas siguieran siendo mías hasta que por su edad pudieran decidir otra cosa. Mi hermana tenía que estar de acuerdo o permanecería de manera indefinida en aquella clínica de desintoxicación o ser sometida por otro medio. Me valía madre lo que aconteciera.
Esperanza llegaría el sábado por la tarde, pues al haber estado internada por casi tres meses, estaba desarreglada y su aspecto no era el mejor. Ella fue dada de alta del tratamiento el jueves; sin embargo, le ordené que antes de ver a sus crías, se sometiera a un tratamiento de belleza de un día y se comprara ropa que la hiciera ver como lo que era, una hermosa mujer en la plenitud de su belleza. Quedaría hospedada en un hotel de lujo, en donde recuperaría la confianza y pusiera en orden sus pensamientos.
El viernes pasé a verla al hotel, comimos ahí mismo y más tarde, subimos a su habitación para ultimar detalles de su regreso. Era de verdad un espectáculo erótico verla, ya arreglada y enfundada en ese vestido corto, me paró la verga y decidí clavar con ella hasta que segregara todo el jugo sexual acumulado durante el encierro, de nuevo seríamos “esposos”. ¡Ah! mi primera vagina y mis primeros besos; la adoro, pero me la cojo. Al entrar a su habitación me miró con picardía y me pidió opinión respecto de su ropa interior; se levantó el vestido y giró haciendo que la tela del mismo formara un circulo que enmarcaban un par de muslos de infarto. Me le fui encima, la tiré en la cama y le arranqué la ropa como pude, quería admirar de nuevo esa escultura viviente y cogerla hasta por las orejas. Me excitó de manera muy cabrona y tenía ella que recordar nuestro juego prohibido, dándome a mordidas salvajes en los labios y dejándome en libertad plena, su cuerpo quedó a mi merced para satisfacer mis antojos.
Con el vestido roto y con la tanga a medio muslo, le pedí que recargara sus manos contra el muro y me puse en cuclillas frente a su culo de diosa; con los pulgares le separé las nalgas y le planté el beso negro más apasionado que jamás había yo entregado. Se dio la vuelta y me besó como cuando era niña, con una pasión desbordada y con una deliciosa lengua sabor a miel. Me agarró la víbora y la masajeó para que llegara muy levantada a su sexo, se tiró en el piso y dijo “aquí”. Me desnudé con la reata bien parada y me puse encima de ella, la besé, me recorrí un poco para chupar sus senos y muy despacio me bajé al pozo para abrevar ese néctar del amor ¡qué delicioso!
El perfume de su vagina y su sabor dulce y ácido los llevo en la cabeza como el recuerdo más evocador de mi adolescencia. Con el panalito ya ensalivado y mi tronco ya encendido lo clavé despacito y suavemente, el movimiento de su pelvis al elevarse para recibir más verga, me indicaba cuan fuerte y veloz tendría que ser en mis impeles. Hicimos cinco posiciones y de perrito me pidió que le acabara adentro y le vacié la carga tal como pidió, pues quería sentir el fluido por sus muslos y ver mi cara de satisfacción por la inmoral y depravada clavada entre hermanos.
Ya el sábado casi al terminar su fiesta de bienvenida, a la tenue luz de las antorchas reuní a las tres mujercitas, me desnudé y al ver sus caras de incertidumbre, les ordené que bebieran de esas pequeñas copas que les había servido. Esperanza quiso decir algo y llevándome le índice a los labios, hice la señal de que tendrían que esperar en silencio. El licor vertido en esas copas empezó a producirles una leve sonrisa y una evidente tranquilidad. Diez minutos después, les metí la verga hasta reventárselas, y les clavé los dedos a las tres, les mamé el coño y el culo ¿cómo le hice? bueno eso sería motivo para seguir describiendo mis vilezas y mi irracional vicio por las nalgas.
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Julio 2023.
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