Mi hermano mayor 6
Continuado la historia de Daniel con su hermano mayor Esteban..
Pueden leer las otras partes de esta historia en mi perfil.
Después de haber estado con Sergio las cosas cambiaron en la relación que mi hermano tenía conmigo. Él había rechazado todas y cada una de mis insinuaciones a lo largo del fin de semana.
Yo me sentía confundido y profundamente dolido. Sabía que el haberme acostado con Sergio iba a traer problemas, pero no pensé que Esteban iba a comportarse de esa forma conmigo.
Después de una semana yo ya no insistía. Era claro que mi hermano estaba molesto, y cada vez que intentaba tocar el tema él ignoraba cada uno de mis comentarios.
Llevaba más de 15 días sin tener sexo con mi hermano, hasta que en una noche sentí entre sueños que alguien besaba mi cuello. Tardé en reaccionar y comprender lo que te estaba pasando. Era mi hermano quien inesperadamente me tenía abrazado mientras restregaba su erección contra mi trasero con mucha insistencia. Pude oler su aliento que me avisaba que estaba algo borracho.
Por un momento me removí incómodo, no iba a dejar que me usará cuando él quisiera, él me debía una explicación. Así que cuando pude moverme apartar su cuerpo de mi, hablé en voz baja.
—¿Qué rayos te pasa Esteban?, ¿crees que puedes ignorar por semanas y luego venir aquí a querer tener sexo conmigo cuando tú quieras? —pregunté con coraje mientras él intentaba acercarse más a mi.
—Por favor, Dany, déjame hacer esto, prometo que será la última vez…
—No, no quiero hacerlo ahora.
Mi hermano se quedó quieto mientras su mente parecía meditar mis palabras.
—Es por él, ¿cierto?, te enamoraste de él cuando te la metió…
—¿Qué?, ¿de qué estas hablando, Esteban?
—De Sergio, ese imbécil te endulzó el oído, decidiste quedarte con él…
Yo no creía lo que estaba escuchando. ¿Porque Estaban creía que estaba enamorado de Sergio?
—Nunca debí permitir que te cogiera, así me seguirías amando solo a mi…
Y de nuevo no entendía lo que mi hermano me estaba tratando de decir. Era él quien había estado ignorandome todo este tiempo, porque pensaba que yo estaba interesado en Sergio.
—Esteban, no sé que es lo que estás pensando. Yo no amo a Sergio.
Me miró incrédulo mientras se enderezaba un poco en nuestra cama.
—¿No lo amas?
—Por supuesto que no, tonto. ¿Porque lo haría?
—Él está enamorado de ti…
—Supongo que si, pero eso no quiere decir que yo lo esté de él —respondí desviando un poco la mirada, ahora entendía que pasaba —. ¿Me estuviste ignorando todo este tiempo porque pensaste que yo me había enamorado de Sergio?
Esteban no respondió, así que hice caso a ese viejo dicho “El que calla, otorga”.
—¿En serio pensaste que porque tuve sexo con él sentiría algo más?
—Pensé que ambos iniciarían algo.
—¿Él te dijo algo?
—Tal vez lo insinuó…
Suspiré derrotado. No podía creer que mi hermano me hubiera evitado todo este tiempo por no arruinar lo que se supone que Sergio y yo teníamos.
—Sergio es un gran chico, es muy guapo y me trata muy bien. Pero si alguien se ha ganado el derecho de estar conmigo ese serías tu, tonto.
Dicho esto me acerque a él, ya sin miedo a que se alejara de mi, me coloque encima de él y comencé a desabrochar los botones de la camisa que usaba para dormir.
—Tú eres el hombre que más quiero en este mundo. Y no cambiaría lo que tenemos por nada.
Una vez terminé de quitarle la camisa me baje a besar su pecho, poniendo gran énfasis en los pectorales tan duros y bien definidos que tenía mi hermano. Repartí pequeños besos desde su cuello hasta llegar a su ropa interior, misma que ya presentaba una pequeña mancha de precum.
Le miré con picardía justo antes de bajar su boxer con rapidez, haciendo que su enorme pene casi me golpeara en la cara. Él solo mordía su labio.
—Habia extrañado tanto a este amiguito…
Esteban estuvo a punto de decir algo, pero sus palabras fueron calladas cuando por fin metí su pene en mi boca.
Trate de hacerlo lento, pero llevaba tanto tiempo sin tener uno en mi boca que rápidamente aceleré el ritmo de mi mamada.
Esteban estaba en el cielo. Apretaba las sábanas y ahogaba sus gemidos mientras yo metía y sacaba su enorme miembro de mi boca. Su sabor era ligeramente dulce, y su olor no hacía nada más que excitarme aún más.
No sé exactamente cuanto tiempo estuve chupando el miembro de Esteban, pero estoy seguro que no fue mucho tiempo, ya que mi hermano mayor explotó en mi garganta liberando 6 potentes chorros de semen dulce y abundante.
Pero si piensan que eso fue lo único que hicimos se equivocan. Pues después de un par de segundos recuperando el aliento, mi hermano me jalo hasta quedar cara a cara y comenzó a besarme como solo él sabe hacerlo. Se deshizo de mi ropa rápidamente y llevo una de sus manos a mi boca.
—Chupalos, no aguanto más, quiero estar dentro de tí…
—Hazlo, tómame así —respondí mientras tomaba su duro pene embarrandolo con mi propia saliva —, quiero sentirte por completo.
—¿Estas seguro?, llevamos días sin hacerlo…
—Hazlo, hermanito, mételo ya.
Debo aclarar que yo estaba perdido en un mar de excitación y deseo, no pensé que me fuera a doler tanto como la primera vez. Cuan equivocado estaba.
Cuando mi hermano tomo mis piernas y las subió en sus hombros, posicionó su miembro en mi entrada e hizo presión, experimente el mayor dolor que había sentido hasta ese momento. No sé si fue la falta de acción, o que está vez no había lubricado correctamente. Pero el pene de mi hermano mayor me perforó haciéndome sentir que me partían en dos.
Esteban debió notar la estrechez en mi trasero pues se quedó quieto por unos minutos, mientras yo me taba el rostro con mi brazo. Las lágrimas se hicieron presentes mientras mis piernas temblaban. Esteban comenzó a besarme intentando distraerme mientras iniciaba con las embestidas.
Yo llore un poco más, está vez el dolor no desapareció por completo, sentía un mezcla de dolor y placer que no podría explicar con palabras. Aunque lo que más me importaba era saber que mi hermano volvería a ser el mismo de siempre.
Fueron varios minutos en los que mi hermano me hizo sentir lleno, su pene alcanzaba a tocar ese rincón en mi interior que me provocaba ganas de ir al baño. Pero que a su vez hacían que mis piernas temblaran.
Una y otra vez, sacaba su miembro y lo volvía a enterrar en mi interior, arrebatandome varios gemidos ahorrados ahora por la almohada con la que él solía dormír.
Nuestra habitación olía a sexo. Afortunadamente las paredes eran lo suficientemente gruesas para amortiguar los gemidos y el sonido de nuestros cuerpos chocando.
Esteban se vino dentro de mí, cayendo sobre mí, encajando su pene aún más profundo.
—Te amo, Dany.
—Yo también, Esteban…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!