MI MADRE ME ENTREGÓ A MI HERMANA.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
21 años mi edad.
Chico apuesto, viril, conquistador de cuanta mujer se me pusiera delante si así yo lo quería, vivía una vida completamente libertina y con los resongos continuos de mi madre reprendiéndome.
Mi hermana, una hermosísima chica de 16 añitos, vivía fastidiándome con sus constantes éxitos estudiantiles, y sumándose permanentemente a mamá en sus críticas a mi modo descocado de vivir mi vida, y últimamente y con una astucia e inteligencia envidiable, también excitándome con sensuales maneras de incitarme con sus femeninos encantos.
Yo, advirtiéndolo y rechazándola aún más por sus cada vez más osadas y sutiles provocaciones, perdía mis estribos como quien dice, gritándole muchas veces encendido en rabias locas, que hacían poner el grito en el cielo a mamá reprendiéndome, y mi hermana adoptar de inmediato el papel de víctima, sabiendo siempre hacerme quedar, como el incorregible mal hermano que la hacía pasar canutas.
Su inteligencia y astucia, eran cosas cada vez, más crecientes, y sabía ella siempre, aplicarlas conmigo.
Cada día mi hermosa hermana sabía acosarme y llevarme a rabias atroces fastidiándome siempre escondida de mamá, hasta saber hacerme explotar, cuando veía que mamá andaba cerca.
Yo.
como un imbécil, caía siempre.
Entonces.
llegó aquel día.
Aquel, mi fatídico día.
Mamá compra un estupendo Mercedes alta gama, y la felicidad que tenía, era supra inmensa.
Esa noche, yo.
tenía una fiesta con mis amigotes.
Le robo el Mercedes, confiado en que no se enteraría, y se lo regresaría, al amanecer sin que lo hubiera ella notado.
Mamá y mi hermana esa nochecita salen llevadas por unas amigas a no sé qué fiesta donde estarían hasta el otro día para regresar recién al mediodía, y yo.
¡agarro el Mercedes y salgo hacia mi reunión con mis amigos!
Obviamente en esa "fiestita" en la cual está de más decir que habían chicas "nada santas", me emborracho a más no poder, y habiéndose insólitamente acabado el alcohol, salgo indignado a buscar más, saliendo en la nave así ya borracho por completo.
No sé dónde ni cómo ni por qué, choqué de manera tal que la máquina quedó absolutamente hecha chatarra, resultando yo como misteriosamente ileso y sin el más mínimo rasguño, aunque desvanecido por los efectos de mi elevadísimo grado alcohólico, quedando a disposición médica primero, y ni que hablar de las autoridades policiales, también.
Sé que dormí hasta el otro día a las tres de la tarde cuando me despertaron en el asistencial, cuando ya.
estaban mi madre y mi hermana, allí esperándome.
No sé.
no tengo palabras, para poder explicar la furia enceguecida que tenía mi madre.
Mi hermana.
me miraba con una cara en la que mezclaba sádicamente, el placer y el deseo, mostrándome sutilmente unas miradas, que me lo decían "todo".
Mi madre ya había hablado con ella acerca de lo que había decidido hacer conmigo, y ella.
era parte fundamental en esa decisión.
Me retornaron con ellas en la vieja camionetita, manejando mamá con los dientes apretados y en el más tenebroso silencio con una cara como si todos los diablos estuvieran poseídos en ella, mirándola yo desde mi lugar en el asiento trasero por el espejo mirándola de reojo, mientras mi hermana, también mirándome, me dirigía las más sutiles morisquetitas, y sacaditas de lengua.
yo: mudo.
Al llegar, aquello fue como si desde la boca de mamá, se hubiera destapado el mismísimo infierno para mí.
Dándome primero una sucesión como interminable de bofetadas con mi hermana mirándome desde atrás con la más silenciosa y sádica de las sonrisas, enseguida, y con mis mejillas hechas candela, comencé a escuchar a mi madre en la más arrasadora filípica sentenciándome a las más inapelables sentencias, hasta escuchar yo aquélla.
que me heló la sangre al oírla, como también.
me hizo arder en la más volcánica de las eróticas e insólitas calenturas, al oír cómo mamá hablaba fuerte y vertiginosamente, anunciándome aquélla su decisión, que así me comunicó sin ningun pudor ni escrúpulo, ahí delante de mi hermosa hermanita.
de 16 años:
-"¡A PARTIR DE ESTE MISMO MOMENTO, PASÁS A SER ESCLAVO ABSOLUTO DE TU HERMANA, Y DEBERÁS OBEDECERLE EN CUANTO ELLA HACERTE OBEDECERLE TE IMPONGA, Y DEBERÁS ESTAR PERMANENTEMENTE A SU DISPOSICIÓN PARA ACATAR CUÁNTO A ELLA SE LE ANTOJE HACERTE, ASÍ SEA LAMERLE LAS PATAS, LA CONCHA O EL CULO, O DEJARTE PAJIAR O MONTARTE PELADO POR DONDE QUIERA ELLA MONTARTE, COMO LAVARLE LAS MEDIAS O LAS BOMBACHAS O LO QUE ELLA TE ORDENE, Y TODO LO QUE A ELLA SE LE OCURRA, VAS A CUMPLIR OBEDECIÉNDOLE SIN CHISTAR!!! ¿LO ENTENDISTE?!?!?!" -Me dijo, y me volvió a dar otra andanada de bofetadas.
Mi hermana, indisimuladamente, bailaba alzando sus brazos haciendo en su hermosa cara, las más grotescas morisquetas burlonas que la dejaban todavía más hermosamente excitante.
Más.
sabiendo yo, lo que sabía yo, la que me esperaba con ella.
Con mamá ahí, ahí al lado, la primer órden de mi hermana fué:
-"¡Te desnudás, YÁ!!!
Mamá, con la furia dibujada en su mirada, esperaba mi inmediata obediencia.
Sin demorar ni medio segundo, comencé a desnudarme con rapidéz, quedando ahí delante de las dos.
completamente desnudo.
Mi hermana, colorada de vergúenza pero mostrando a la vez la más cochina felicidad, mirab mi fortísima erección al estar yo poseído por esa atr´z calentura sexual que me invadió como una voráz hoguera cuando mi madre comenzó a decirme todo lo que mi hermana podía hacerme y yo obedecerle; y así.
mi hermana comenzó a tenerme para ella, en aquel comienzo de mi esclavitud perpetua hacia ella, que ahí así comenzó.
Sin preámbulos y directa, comenzó a hacerme cosquillas eróticas manoseándome entero, conmigo gimiendo de placer y rabia a la vez, y comenzando también a sentir, una loca caravana de sentires que se entreveraban entre desesperación e impotencia, rabia y placer, deseo de ser esclavo de mi hermana y gozar, pero a la vez, un loco desespero por saberme caído así precipitadamente en esa suerte tan cochinamente favorable a ella.
mi hermana me hizo un bautismo dominante -por decirlo de alguna manera-, pajiándome como energúmena hasta hacerme saltar la leche a chijetazos ahí a la vista de mi madre que miraba atenta y seria.
Así, comenzaba la cosa.
Inmediatamente a mi acabada comenzó a ordenarme que le lamiera las plantas de los pies, descalzándose y tomando asiento en un sofá para hacerme postrar ante ella, y comenzar así yo mi obligación de lamerle los pies.
Súbitamente -lo confieso-, una avalancha placentera me invadió por entero, SABIENDO QUE COMENZABA YO, A SER ESCLAVO ABSOLUTO DE AQUELLA HERMOSÍSIMA NIÑA QUE ERA MI PROPIA HERMANA.
Sabía que toda mi acostumbrada vida pasada había definitivamente muerto ahí, y que, desde ahora, mi hermana.
era mi dueña.
Lamía yo aquellos hermosos pies de mi hermana, y aquel olor y aquel gusto saladito como a queso, iban impregnando en mí, un dese loco por seguir y seguir lamiendo.
Mi hermana.
reía.
Mamá, sentada en otro sofá, ahora.
también reía.
-"Las cosas.
las cosas que te voy a hacer.
!" Me decía sonriendo sádicamente, mi hermana.
Miré entonces a mamá, y ahora, medio sonriendo casi pero con la más sádica mirada, me hizo una morisqueta, y me sacó la lengua.
Mamá.
tenía también, una encantadora hermosura.
Mi verga vilvía otra vez a empalmarse grotescamente inmensa, gruesísima y dura, y mi hermana comenzaba a largarse las más cochinas de las carcajadas.
Era aquéllo, el comienzo de una cosa, digna de ser escrita en un libro.
Esto, que sólo es el comienzo, lo seguiré contando, si acaso hubiera manifiesto interés en saber cómo una niña de 16 años, se adueñó de su hermano de 21.
Sé que estos lares están dominados por el machismo misógino que sólo goza haciendo de la mujer un objeto de humillacioes mil, y lo mío no encaja por ningún lado en tales preferencias, que sólo ante cosas como las que cuento mueren en el más mudo silencio o la insultante crítica ordinaria, pero vaya uno a saber.
¿Quién dice que aceptación esta historia tenga?
Difícil.
muy, pero muy difícil.
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