Mi madre me humilla y folla con otro hombre delante mía.
Mi madre me ensucia, me humilla y me pone los cuernos. .
Mi madre volvió a visitarme tras las últimas aventuras nuestras en las que hubo mucho sexo y ese día al llegar le noté la mirada extraña. Cómo sabéis hemos ido haciendo de todo juntos a sus 60 años y últimamente era ella quien comenzaba a sentirse más cómoda en roles de dominante y yo por el contrario disfrutaba con ciertas humillaciones y vejaciones por su parte.
Ya éramos amantes duraderos así que al llegar a casa me fui hacia ella y la saludé con un buen beso en la boca muy cálido y ella me miró seria, muy seria diría yo.
“¡Te estaba esperando hijo mío, has tardado demasiado hoy, estoy muy impaciente, no deberías ponerme así hijo, me pones nerviosa, muy nerviosa!””
“Lo siento madre” le dije, “se me complicó la tarde en el trabajo y como siempre me esperas pacientemente pues me relajé y me vine hacia casa tranquilamente paseando.”
Me miró y dijo: “Sírveme una cerveza hijo tengo sed”. Lo hice y le di un vaso que probó mirándome a la cara lascivamente. Me cogió de la mano y me dijo “ven aquí, llévame al baño. ¡Lleva a tu madre al baño ahora mismo!!!”, me dijo con voz enérgica y así hice.
La llevé de la mano al baño y una vez dentro ella se paró cerca del inodoro y muy seria me dijo:
“Súbeme la batita hijo y bájame las bragas a media pierna, ¡obedéceme hijo!”
Lo hice extrañado pero animado por sus modos dominantes de decírmelo. Subí su bata por encima de la cintura dejando sus muslos al aire y cogí sus bragas del elástico superior y las bajé a medio muslo. El hecho de bajarle las bragas a mi madre me excitó mucho. Ella, al ver donde las había dejado me cogió del pelo y me tiró fuerte de él. Grité de dolor y me dijo: “Bájamelas un poco más tonto, te he dicho a medio muslo y no tan altas desgraciado”. Las volví a coger y lo hice.
“¡Siéntame en el inodoro, quiero hacer pis, ponme a hacer pis hijo, tu madre quiere que tú la pongas a orinar, hazlo!”
La senté y me quedé delante de ella mirándola y comencé a excitarme aún más por la situación que mi madre estaba propiciando.
“Ahora pídeme que orine, ruégamelo, suplícamelo desgraciado, deséalo, sé que por muy dominante que hallas sido hasta ahora en el fondo eres un sumiso obediente y a mí me está gustando humillarte, me gusta humillar a mi hijo mayor!!!!”
Miré a mi madre y fijé mi vista en su entrepierna y en sus bragas bajadas y le dije: “haz pis mamá.”
“Quiero verte”. “Tu hijo te ha traído aquí para eso”.
Ella me miró y me dijo: “Eres un cerdo hijo, un obediente cerdo. Soy yo quien quiere que cuando tenga ganas de mear seas tú quien me traiga y me ponga a hacerlo.”
“Quiero que seas mi asistente para estas cosas femeninas, así que cambia el chip y vuelve a pedírmelo de otra forma”.
La miré humillado y le dije: “Madre por favor, si lo tiene a bien ya la tengo preparada, así que cuando usted lo desee puede comenzar a orinar”.
Así es como ella deseaba que esto sucediese y yo lo entendí rápido.
“Orine señora madre, ofrézcame ese momento inolvidable, su hijo la espera.”
Me encantaba hablarle de usted y ponerme a su servicio, ella comenzó a orinar con un buen chorro que golpeaba el inodoro saliendo de su meato y de repente cortó en seco de mear y me dijo: “¡Arrodíllate hijo y acerca tu cara, quiero que me veas mejor!”
Lo hice, me arrodillé y acerqué mi cara a su entrepierna y reanudó su meada y vi como salía de su vagina ese líquido dorado de mi musa, de mi ama, de mi madre, ese líquido que quisiera beber para desayunar todos los días de mi vida.
Terminó de orinar y la ayudé a levantarse. La iba a limpiar con celulosa cuando ella me lo impidió y me ordenó que le subiese las bragas y le bajase la batita, lo hice cogiendo sus bragas y subiéndolas despacio hasta cubrir su sexo y bajando su bata hasta quedar tapada del todo. Ella se movió y se puso delante del espejo y me dijo muy seria: “péiname un poco cariño, coge mi cepillo y péiname hijo, ponme guapa.”
Lo hice alisando su pelo despacio, recreándome en ello.
Al momento me dijo: “Para, me gusta cómo me lo has hecho, hazme alguna cosa más, a ver que se te ocurre hijo para satisfacer a tu madre.”
Cogí su desodorante y levanté su brazo y cuando su axila estaba bien abierta acerqué mi nariz a ella y olí su sudor, eso me puso excitado aún más, estaba depilada y sudada y cogí el bote y apliqué un poco en cada axila, al terminar cogí su barra de labios y pidiéndole permiso pinté sus labios de rojo intenso asegurándome de dejarlos perfectamente perfilados. Cogí su perfume y apliqué un poco en su cuello y en su escote, y ella me ordenó que hiciese algo más.
Saqué mi crema de pies y arrodillándome ante ella quité una de sus sandalias diminutas y comencé a besarle el pie y a lamerlo como un perro, con sus maravillosas piernas delante de mí. Lamí los pies de mi mamá como si fuesen un manjar delicioso, incluidos sus dedos, sus uñas y sus talones, me gustó hacérselo allí arrodillado y sumiso.
“Que bien lo haces hijo mío, eres un cerdito muy divertido, me tienes contenta, sigue lamiéndome el pie, lámeselo a tu madre, a la señora de tu madre, y ahora sigue con el otro, lámelo, bésamelo cerdito”.
“Si señora madre”, le contesté, “lo que me pida será un honor para mí.” Apliqué crema para pies y la calcé con sus sandalias y me puse de pie.
“Llévame al sofá y ayúdame a sentarme cómoda, ponme un cojín detrás, tráeme la cerveza y tráete unas medias negras, quiero las nuevas.” Lo hice y ella me dijo:
“Mañana acuérdate de salir y cómprame medias nuevas quiero que gastes dinero y me compres también dos o tres bragas de las más caras, ya sabes mi talla, tráete todo tipo de cremas para tenerme guapa, eres un perfecto asistente para tu mamá, lo haces bien por ahora, me estás sorprendiendo gratamente, ya sabía yo que ibas a hacer esto muy bien”.
Llegué con las medias y me puse de pie delante suya y le dije que mañana haría todo eso, me miró y me dijo: “ponme las medias tonto, arrodíllate y pónmelas”.
Lo hice despacio y ella disfrutaba mucho, cogí sus piernas y comencé a ponerle las medias llegando hasta su muslo y no podía remediar mirar su entrepierna.
Ella lo vio y me dijo: “Hijo mío, que osado eres, mirarme la entrepierna mientras me vistes, veo que disfrutas humillado por mamá.” Cuando tuve sus medias puestas en sus piernas ella me miró mientras seguía arrodillado ante ella y me dijo:
“Acércate y huéleme las bragas recién meadas.” Me abrió las piernas delante de mi cara y me dijo:” eso es huélelas así cerdo, huele a tu madre, huele sus bragas.” Y metí mi cara entre sus muslos y acerqué mi nariz hasta sus bragas y comencé a oler esa tela maravillosa.
“Si, eso es, muy obediente, bésamelas, pásame bien la lengua por ellas, sí, me gusta, lame hijo, lame a mamá, que llevas un rato mirándola descaradamente, sigue, sí, límpialas bien con tu lengua sé que lo deseas, pásame toda la lengua por la raja, otra vez hazlo pasándome tu lengua desde abajo hasta arriba por toda mi abertura, lámelas enteras” oh, a tu madre le encanta hijo mío, eso es lo que debe importarte”.
“Eres muy sucio hijo y conmigo vas a poder serlo más porque tu madre también es muy guarra. Sigue lamiendo, sé que te gusta que huelan a pis y estas huelen mucho, llevo todo el día con ellas puestas y acabas de ver como no me limpio tras hacer pis, huéleme cerdo, huele a tu madre. ”Ay, qué bien lo haces hijo, me estás excitando de lo lindo”. Sigue excitando a mamá”. Oh, me pones a cien siendo tan guarro hijito”.
“¡Me excitas, sí, me pones cachonda hijo sigue, lame perro, lame, lame! lame! sí, lame hijo, ¡lame a mamá hijo, así, eso es!
La estuve lamiendo y observé como aparte de mi saliva sus bragas iban mojándose de flujos provenientes de su sexo excitado y su olor era fabuloso.
“Espera un momento” me ordenó. Ella metió su mano dentro de sus bragas y la pasó por su raja y metió su dedo dentro hasta el fondo, lo sacó y me lo puso en la nariz, “huele a mamá”. Luego me lo dio para lamerlo, “pruébame hijo” y metió su dedo en mi boca.
“Chúpamelo cerdo, chúpame el dedo mojado como si fuese una polla” lo hice mirándola y volvió a meter su mano dentro de sus bragas y esta vez dio un pequeño tirón con sus dedos y sacó dos o tres pelos negros de su pubis y me dijo: “cómetelos, abre la boca y cómete estos pelos de mi coño, esta es tu cena hijo” y me metió los pelos en mi boca obligándome a chuparlos y a tragarlos, “sigue lamiéndome las bragas, eso es sigue cerdo, sí. Estoy muy excitada hijo mío, y quiero algo más, necesito algo fuerte así que levántate y tráeme el periódico.”
Lo hice y buscó en la página de contactos algunos anuncios de casas de boys y cuando tuvo dos o tres llamó a esos números de teléfono. Uno de ellos contestó y oí como mi madre hablaba con una señorita y le explicaba lo que deseaba y tras hacerlo le daba la dirección y colgó.
Mi madre había llamado a una casa de boys y había sido muy clara pidiendo un hombre fuerte y que le aseguraran que aguantaría duro una hora o algo más y que fuese de fuera de la ciudad, un extranjero. Colgó el teléfono.
Me miró y me dijo: “vienen a follarme hijo, así que llévame al baño y me vas a lavar mi coñito para él. ¡Tú no follas conmigo cerdo, sólo me asistes!”
Lo hice como ella me pidió ya que antes la había peinado y perfumado.
Me dijo: “ Usa toallitas perfumadas, bájame las bragas del todo y límpiamelo bien” Así cogí mi paquete de toallitas y bajé sus bragas sacándolas por los pies y dejándolas en el suelo y comencé a limpiar su coño con una toallita.
Usé otra más para dejarlo bien aseado y fui a buscarle otras bragas limpias y elegí las que más me gustaban, regresé y se las puse a mi madre, junto con una falda negra y una camisa blanca que creí lo más elegante para que ella lo llevase al llegar él. Ella me dio su consentimiento y le quité la batita y la vestí. Al terminar me miró y me dijo: “Arrodíllate y a cuatro patas coge mis bragas sucias con la boca y vente al sofá a lamerlas perro”, Así lo hice andando como un perro con su presa en la boca y llegué al sofá y me las metí en la boca delante de ella. Eran una delicia.
Al rato llegó ese chico y entró en casa, ella lo miró de arriba abajo y lo saludó dándole un beso en la boca y le comentó que no se preocupase de que yo estuviese allí que estuviese tranquilo y me presentó de forma educada. Él se llamaba Claudio y tenía buen cuerpo, moreno y guapetón.
Mi madre le cogió de la mano y lo sentó en el sofá y me ordenó que le sirviese una cerveza y me fui a por ella, cuando vine Claudio se había sentado con ella y su chaqueta estaba en el sofá y sin decirme nada la cogí y la colgué, y fui a la habitación y preparé la cama sin darme cuenta de que lo estaba haciendo por iniciativa propia y puse luz tenue y un par de vasos con dos cervezas heladas y saqué los preservativos del cajón poniéndolos a la vista y regresé al salón.
Al llegar vi como Claudio besaba a mi madre y como ella metía su lengua en su boca y le desabrochaba la camisa dejando su pecho al descubierto, moreno y musculado.
Me senté en el extremo del sofá y así estuve mirándolos hasta que ella se levantó y lo cogió de la mano y se lo llevó al dormitorio y antes de entrar me miró y me dijo: “espéranos ahí sentado, no será más que una hora, me voy a la cama con Claudio, necesito un hombre ahora mismo” Cerró la puerta y me quedé allí sentado y excitado.
Se oían palabras tras la puerta y risas de ambos, la luz tenue salía por debajo de la puerta y oí como abrían las cervezas y como seguían riendo y hablando.
Me acerqué y oí a mi madre lo que parecían besos muy sonoros y como le decía que había pedido un hombre que pudiese estar duro una hora o así y que le habían hablado muy bien de él.
“Claudio, desnúdame, quítame sólo la camisa y el sujetador corazón” le dijo ella a él, y mírame los pechos que tengo. “Preciosos pechos mamita” le dijo
Él y seguramente que comenzó a besárselos y a tocarlos.
Al momento la oí decirle que se desnudase por completo y él se levantó y lo hizo.
Mi madre exclamó al verlo y comentó lo bueno que estaba y el buen cuerpo que tenía y la oí decirle: “voy a comerme esa verga Claudio y a ponértela bien dura, así que déjame sentarme y acércate macho mío”.
Al rato oí como Claudio comenzaba a gemir y a alabar la boca de mamá. “Sigue guapa, sigue comiéndome la verga cielo, lo haces de maravilla, pónmela dura mamita, eso es chúpala madura viciosa, chúpala bien”.
“Sigue comiéndomela mamita, oh sí, linda boca que tienes y sabes usarla. Me pones a cien con esta mamada, se nota que hace tiempo que no te dan de comer bien porque mamas con hambre, sí, sigue mamita, veo que te gusta mi polla, ¡sí, sigue!
Mi madre estuvo chapándole la verga un rato y cuando la tuvo bien dura y chupada le oí decir; “Joder Claudio, que verga más enorme y más gorda tienes animal, vaya semental que estás hecho, justo lo que necesito en la cama de mi hijo, no me cabe toda en la boca y la de mi niño la meto entera”. “Ven y tiéndete conmigo, ponte encima de esta madura deseosa de macho, quiero que me cubras con tu cuerpo”.
Oí como se acostaban y como se besaban por el sonido de sus lenguas y mi madre le dijo: “Súbeme la falda pero no me la quites, quiero sentir tu rabo entre mis piernas y sobre mi coño, súbeme la falda hasta la cintura cielo, así querido levántamela así hasta mi cintura, ¡súbeme la falda!”
Al notar el enorme miembro sobre su cuerpo mi madre comenzó a pedirle que se moviese encima de ella y comenzó a calentarse mucho. “Frótate machote, dame con eso tan enorme que tienes, frótate que me estás poniendo cachonda”. “Ahora cógeme las bragas de un lado y arráncamelas, rómpemelas y fóllame duro sin parar lo estoy deseando”.
Oí como rompía las bragas de mamá y como comenzaba a meterle la verga dura y profunda y le dijo: ¿Así querida? ¿Así quieres que te folle en la cama de tu hijo, delante de él para que te oiga? Mi madre comenzó a respirar más fuerte y le dijo: “Soy mucha mujer para él, somos amantes pero se queda corto desde que descubrí mi rol dominante, necesito humillarlo y estar con un buen semental”.
“Fóllame toro. Fóllame muy duro, reviéntame así. Así me gusta Claudio bien dura, bien grande y bien profunda, ¡ah que gusto me das y que puta que soy contigo amor!!!!!”
Al oír eso me fui al sofá y estuve viendo la tele y escuchando los gritos de mamá y en ese rato la oía gritando sin importarle mis vecinos y sin tener consideración de mí por lo menos tres veces se corrió durante la sesión de sexo que estaba disfrutando.
A la media hora me llamó mi madre y fui a la habitación, entré pidiendo permiso y ella estaba tendida bocabajo y su cara estaba desencajada. Había dos condones sobre la cama usados y vi sus bragas rotas que seguían colgando de una de sus nalgas y su falda levantada con sus medias puestas aun, sólo tenía su pecho desnudo pero al estar así bocabajo no pude verle las tetas a mi madre. Olía a sexo y a sudor la habitación y ella me dijo: “Hijo mío, coge ese bote de crema y ponme un poco en mi culito” Lo hice con cuidado y lubriqué el ano de mi madre bien y ella me dijo que mirase a Claudio y que observase su verga que tras media hora jodiendo aún estaba dura y perfecta para seguir.
“Hijo mío, ahora pon un poco de crema sobre el miembro de Claudio y asegúrate de que queda lubricado” Lo hice y era la primera vez que tocaba un miembro que no era el mío y comprobé lo enorme y duro que lo tenía. Eso me humilló muchísimo porque Claudio me miraba y sonreía al verme lubricarlo.
“Ahora sal de aquí, déjanos solos y vete” Al salir oí cómo ella le pedía que la follara el culo bien duro, quería sentir su poder, su fuerza y él se puso encima y comenzó a joderla. Esta vez los gritos eran audibles en toda la casa, mi madre gritaba y lloraba de tener esa verga dura dentro de su ano y así estuvo como 20 minutos rogándole que la follara fuerte, que la sujetara del pelo, que la azotara mientras la sodomizaba, que la insultara y la cama sonaba como si hubiese una batalla encima hasta que de repente se quedaron en silencio.
Al rato Claudio salió vestido y me dijo que le pagase 250 euros por orden de su madre y cogí mi billetera y pagué la cuenta, los contó y me dio la mano y salió de casa sonriendo.
Al rato sale mi madre del cuarto con su pelo alborotado por completo, parecía una loca, su rímel caía por sus mejillas de haber llorado y su carmín de los labios estaba corrido por su cara. Su falda aún estaba levantada y sus medias estaban destrozadas, echas jirones. Sus bragas colgaban de su muslo tras haber sido arrancadas y caminaba con dificultad hacia mí.
¡Oh hijo mío que hombre! Me ha destrozado entera, me ha follado sin parar durante una hora por delante y por detrás hasta el punto de correrme tres veces primero y dos cuando follaba mi culo el cual me arde por completo. Mira como me ha dejado, mira que aspecto tiene tu madre. La miré y le dije:
“Me gusta verte así mamá, estás preciosa de verdad”
“Lo sé hijo, sé que te gusta verme así destrozada de follar, hasta mañana no me asistirás y pasaré la noche contigo en tu cama con este aspecto para que lo disfrutes” “Ahora llévame al baño, estoy orinándome”
La llevé y la senté en el inodoro y comencé a suplicarle que orinase, “mamá cuando quiera ya puede hacerlo, ella cogió el vaso de lavarse los dientes y lo metió entre sus nalgas y lo comenzó a llenar de pis y continuó meando hasta terminar.
“Levántame y bájame la falda y llévame a la cama hijo mío” Así lo hice y la ayudé a tenderse y la dejé vestida como ella quería y fui al baño a por el vaso y volví con él.
Ella me miró y me dijo: “Bébetelo hijo, bébete mi meada con los restos de flujo de mi sexo provocados por Claudio” Bebe mi pis cerdo, el pis de mamá.
Bebí medio vaso delante de ella y me pareció algo maravilloso, su sabor salado me gustaba mucho y al verme parar se dio la vuelta y me dijo: “ahora lámeme el culo que lo tengo irritado, lámemelo y cálmamelo” Lo hice a conciencia procurando aliviar su ano que estaba al rojo vivo, cuando me ordenó parar volví a beber el resto de su meada y recogí los preservativos usados por Claudio y los tiré a la basura y volví al dormitorio y me acosté a su lado a dormir tranquilo, ella ya dormía en mi cama.
Me siento muy humillado y a la vez feliz porque todo esto me excita mucho, así que me gusta.
Que rico.
Me calienta mucho la idea de comerme duro a la madre, hija, o hermana de alguien mientras lo ve. Que la vea siendo usada y emputecida.
Que ella sepa o no que estamos coludidos, me da igual.
Morboso es pensarlo tanto de una madre, como de una esposa o de una hija o de las tres a la vez.
A algunos hombres nos excita ver como nuestras mujeres caen en manos de otro u otros hombres. Yo soy uno de ellos.