Mi mujer manda en casa 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una noche yo llegué tarde y ella estaba en casa con sus amigas. Le dijo a una de ellas, “a mi marido le he dicho que no llegue tarde porque tiene que arreglarme los pies porque mañana voy a salir con vosotras, como no llegue antes de que me acueste se va a enterar.
Venid mañana a buscarme que lo vereis” Esa noche me entretuve con mis amigos y llegué como a las 2 de la mañana. Ella dormía y yo me acosté. Cuando me desperté por la mañana no podía moverme y enseguida note que estaba atadito y ella frente a mí con un traje de látex negro y un látigo de 7 colas. “A que hora te dije que vinieras.
Tú que te crees que vas a hacer lo que te de la gana, el cuidado de mis pies es lo primero, ahora te vas a enterar” Como la vez de la luna de miel empezó la somanta de bofetadas con sus preciosos pies que me pusieron la cara marcada y mi ojo totalmente morado.
Después me azotó con el látigo durante un buen rato hasta que se cansó de pegarme. Ella además abrió las ventanas del dormitorio y la puerta de la terraza para que los vecinos oyeran la paliza. Me he dado cuenta que le excita muchísimo la cara que ponen los vecinos cuando piensan lo que está pasando en nuestra casa. “Ella le zurra al marido”. Después tomó mi rabo y encima mía se lo introdujo, tuvo un par de orgasmos pero a mí me prohibió que me corriera.
Como cada vez que me hincha a golpes se la tocó encima de mi cara y me prohibió también que me lavara la cara. Después de zurrarme, me mandó masajearle sus pies y ponerle cremita y luego me mandó a comprar esmalte de uñas a la perfumería y a lavar el coche porque iba a salir de fiesta con sus amigas. Mientras lavaba el coche los vecinos que me veían me miraban y a algunos notaba como se aguantaban la sonrisa.
Llamó a sus amigas y quedó con ellas en casa para tomar la primera copa antes de salir, cuando iban llegando me veían poniendo el coche reluciente con mi cara amoratada y mientras yo hablaba con uno de los vecinos que me preguntaba que me había pasado en la cara, en ese momento, ella salió a la puerta de la casa con sus tacones de pompom negro y me dijo “acaba prontito el coche que me tienes que arreglar los pies o te pongo el otro ojo también a juego”, el chico me dijo “bueno te dejo que veo que tienes cosas que hacer”, mientras miraba estupefacto. Y allí estaba yo en el salón sentado en el suelo con mi cara marcada y mi ojo que apenas lo podía abrir arreglándole los pies a mi ama mientras ella sentada en el sofá y con los pies en mis rodillas sobre un toalla, le contaba a sus amigas lo bien enseñadito que me tiene y como lo consigue. A la hora de salir con las amigas me dijo, sube que tengo un trabajito para ti antes de irme, al entrar en la habitación me dio una patada en las pelotas y caí redondo al suelo, luego me agarró por las pelotas y me dejó totalmente inmóvil, me esposó mis manos a la espalda y ya más cómoda me ató una cadenita con un collar de mis pelotas a la cama.
Al lado mio puso todos sus zapatos de tacón y me dijo que cuando volviera los quería ver todos relucientes. Le dije como podía si estaba atado, y ella me dijo “con tu lengua lo puedes hacer perfectamente”. Empieza por los que llevo ahora puestos que me voy a un strip- tease masculino con mis amigas y quiero ir bien sexy. Lamí sus sandalias y ella dijo que lo hiciera más rápido, pero como no iba muy deprisa sacó el látigo del cajón de su mesa de noche y me azotó hasta dejarme el culo bien marcado, previamente dejó la puerta del dormitorio abierta para que sus amigas oyeran los azotes. La oí marcharse bajando las escaleras con unos tacones y una minifalda imponente y mientras me decía que “cuando vuelva quiero mis tacones relucientes y tus pelotitas llenas y tu rabo dispuesto, vale pringao. Ahí te dejo un cacharrito con agua no porque te lo merezcas sino para que tengas saliva para lamer mis sandalias”.
Allí estaba yo tumbado en el suelo amarrado por los huevos, con un cacito con agua, con mi culo azotado y con 10 pares de sandalias para limpiar mientras que mi ama se iba con sus amigas a ver tios cachas en un striptease. No se puede ser más pringao pensé. Oí que una amiga le preguntaba al salir de la casa que habían sido esos golpes (los azotes) y ella le contestó, “le he tenido que poner en su sitio a mi maridito ya que estaba tardando mucho en hacer sus obligaciones”.
Esa situación me produjo tal excitación que mi rabo estaba a punto de reventar, pero encima mi ama no me permitía correrme. Ahí me di cuenta que estaba condenado a ser el pelele de mi mujer. Ella ahora solamente con su mirada consigue que me acojone, me tiene totalmente dominado. A veces pienso de lo que he sido a lo que soy ahora y no puedo remediarlo porque la adoro.
Me gustaría que algun lector/a hiciera algun comentario de alguna de las 3 entregas.
El marido enseñado
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