Mi niño novio III
Descubriendo el lado sádico: Carne es carne..
Pasó todo el fin de semana y no me podía creer que había culiado a Jairo, mi niño de 9 añitos, anduve con el pico duro todo el tiempo, debo reconocer que tenía algo de temor también por si acaso él hubiera dicho algo, o si sus papás lo hubieran revisado descubriendo su culito ultrajado, o sus calzoncitos con restos de caquita y semen y algo de sangre, eso me daba pavor, pero no alcanzaba para quitarme la calentura. Al pueblo no fui estos días, ya dije que vivo apartado. La sorpresa fue el domingo en la tarde, cuando aun quedaba algo de sol en los cerros que vino a verme Arturo, se veía algo distinto, serio ya que no me saludo como de costumbre, como uno suele saludarse con los cumpas ¿Qué onda? Le dije, ese milagro ¿pasa algo? Nada especial, me dijo apartándonos un poco hacia unos matorrales.
En un par de pasos en silencio me mira y me la larga de golpe; me había seguido esa noche después de dejarlo en su casa, se había venido por dentro de los huertos detrás de la pirca que los separa del callejón y se quedó detrás viendo todo lo que hice con Jairo, sin entrar en detalles de cómo, me mira de frente y me dice con voz grave: ¡Weón, te culiaste al cabro chico! ¡Cómo pudiste! Me agarró de la camiseta y me sacudió al tiempo que me repetía varias veces, ya gritando ¡Te lo culiaste! …¡te lo culiaste! …¡te lo culiaste!
Al ver la reacción de mi amigo me sentí culpable, quizás había hecho algo muy malo, Arturo, a pesar de tener quince años era más maduro que yo. Después de su descargo, me mira con los ojos llorosos, me abraza fuertemente y me dice casi susurrando ¡A mí me hicieron lo mismo cuando era más niño! Sin soltarme y con la voz entre cortada, pero más calmado me cuenta que por eso no le gustaba las conversaciones que teníamos con Darío, pero que pensaba que eran solo eso.
Seguimos así un momento, yo sin saber que decir, tratando de transmitirle con mi cuerpo algo de tranquilidad, tomé su nuca entre mis manos y lo apreté un poco más hacia mí, perdón, le dije. No respondió, solo acerco su cara a mi cuello y me pareció que sus labios me besaban suavemente, en la confusión no estaba seguro, estaba yo todo traspirado y él tenía su cara llena de lágrimas, hasta que pude sentir que su pene se ponía duro y con su brazo me apretó más fuerte de la cintura para pegar completamente nuestros cuerpos. Carne es carne y un ser tan vulnerable como era Arturo en ese momento nubló mi mente, mi pico ya estaba duro y lo restregué contra el de él, lo besé con fuerza, con lujuria, sin importarme nada lo arrastré hacía una melga entre los matorrales y lo tiré al suelo, el solo se dejaba “hace cinco años que me violaron varias veces y de ahí no me han vuelto a culiar, necesito sentir de nuevo un pico que me rompa el culo, por favor, viólame, como se lo hiciste al Jairo, pero más fuerte, puedo aguantarlo”
No me importó ser el ser más despreciable, pero estaba poseído por la lujuria y ver la sumisión de ese desconocido Arturo, me abalancé sobre él, lo puse boca abajo en la hierba y le saqué los pantalones con rabia, dejando expuesto su culo, no me había dado cuenta de lo hermosos que era, muy formado, medio respingón y completamente lampiño. Me puse de cuclillas sobre sus muslos inmovilizándolo y comencé a golpearlo con fuerza en las nalgas, los golpes sonaban como percusión en el campo desolado e iban seguido de sus quejidos pidiendo más. Pide más el muy maricón, le dije, así que quieres más, date vuelta y mírame, él se giró quedando boca arriba para ver cómo me sacaba los short que traía puestos y dejaba mi pico izado como pabellón antes del combate, hace rato que traía ganas de mear y me pareció que el puto sumiso que estaba tirado en el suelo sería un buen recipiente para mis meados, así que con mucho esfuerzo (es muy difícil mear tan duro) empecé a lanzar chorros de meado sobre su pecho y cara, el putito arqueó hacia arriba su torso para recibirlos más directamente. Descargué mucho dejándolo completamente mojado, me tiré sobré él, le di dos cachetadas resonantes en su cara y lo besé con furia, sus labios sabían a mis meados y los saboreé con gusto lamiendo parte de su cara también.
Lo terminé de desvestir por completo y me desnudé yo también, encima de él y de frente a mí, hice que se abriera de piernas, levantando su cadera para que me ofreciera el culo, al que solo le tiré un par de escupos y algo de saliva en mi pico para enterrárselo de un golpe hasta lo más profundo de sus entrañas, dio un tremendo grito de dolor, pero no me importó, solo podían escucharnos un par de vacas cercanas. Dejé el pico enterrado un momento para sacarlo completamente y darle otro empellón, así un par de veces, afuera y adentro en unos milisegundos. La sensación de violar un culo resultó ser embriagadora, le di sin piedad varios minutos, él lloraba y se quejaba tras cada embestida, pero cuando paraba unos segundos me volvía a pedir más. Lo vi tan desecho que se despertó en mí mi lado más tierno y sin sacar el pico de su maltrecho culo, lo besé con amor, era mi amigo y lo quería tiernamente, Arturo respondió mis besos y me dijo que lo había hecho muy feliz, que su forma de vivir su sexualidad era así, así le habían enseñado y lo aceptaba como su forma de ser. Un par de bombeos más y pude descargar todo el semen acumulado desde el viernes, que por supuesto Arturo recibió acabando él también, increíblemente el dolor de ser desgarrado lo tenía muy caliente y se vino copiosamente sobre su mismo pecho.
Ya tranquilos después del acto más morboso que yo hubiera experimentado, nos fumamos un cigarro como viejos amigos “De lo del Jairo no te preocupes, estás cubierto, el que me violó hace cinco años fue su papá” me la soltó de una, con una risita algo perversa. Ese crio es tuyo ahora, no te olvides de compartirlo con los amigos, ya le conté al Darío y está esperando tu generosidad, Remató.
gran relato con ganas de leer la siguiente parte
gracias, me alegro que te guste