Mi niño novio IV

Vengado el adolescente Arturo de su violador, al final cada oveja con su pareja. .
Al regresar al ritmo de la semana, ya sabía que de ahora en adelante nada sería igual, todo quedó confirmado cuando me encuentro cara a cara con mi niño Jairo, ambos tratamos de mirar hacia otro lado, caminé alejándome un poco hacia un rincón algo protegido en la escuela, como esperaba Jairo me siguió, hubiese querido besarlo, como debe ser un saludo entre novios, yo de 18 años y él de nueve. “Estamos en problemas” me dijo con cara de espanto y blanco como una pantruca; esa noche lo regañaron en su casa por llegar tan tarde, algo que justificó por distraerse jugando en la plaza. Sin embargo, parecía que su papá había visto su ropita, ya que la tiró al lavado ¿Y si se dio cuenta? Me dice …tu lechecita manchó mis chones.

Lo tranquilicé diciéndole que cuando los papás se dan cuenta de eso, lo dicen al tiro, si se callan es porque no se dieron cuenta o porque quizás a ellos también le gusta hacer esas cosas (estaba usando la información que me dio Arturo sobre el papá de Jairo, quien había sido su violador hace cinco años) Tal vez a tu papito le guste comer culitos también, le dije.

Ya más tranquilo, pero a la vez muy inquieto por lo que le había dicho de su papá, a quien llamábamos en el pueblo como “Ño Manolo” un hombre de unos 35 a 40 años, con aspecto de hombre de la tierra, rudo, bien formado, con una mirada desconfiada, siempre mirando de reojo, aunque debo reconocer que resultaba extrañamente atractivo, no sería raro que Arturo terminara enamorándose de su violador algún día.

Esa semana no tuve mucha oportunidad de estar con mi niño novio, solo un par de veces para una mamada y una metida rápida de verga. Pero con mis amigos empezamos a planear algo. Darío casi se cae de la impresión cuando con Arturo decidimos contarle todo, partiendo por la culiada que le hice a Jairo, la violación de Arturo a manos de Ño Manolo hace cinco años y la brutal cogida que le di yo al mismo Arturo en mi campo el fin de semana. El pobre Darío se agarraba la cabeza y daba vueltas en círculos exclamando ¡Wow, que cerdos, sucios pervertidos…! Después de un rato se sentó como digiriendo lo sucedido y de a poco se notó que se le empezó a subir la calentura, me acerque a Darío y le dije “No te hagas, si te gusta lo mismo” mientras que con un guiño le indique a Arturo, Ese quiere pico a toda hora, agregué.

Entre los dos nos violamos a Arturo, lo hicimos fuerte, como al putito reprimido le gusta, el pobre adolescente quedó todo moreteado de las cachetadas, chupones y con el culo y la garganta rotos por dos vergas y escurriendo semen por todos sus agujeros. Daba ternura verlo tirado en el piso como un estropajo sexual, acabado, pero con una sonrisa en los labios, Darío y yo no teníamos ganas de terminar aun, con unas señas nos pusimos de acuerdo y sacando nuestras vergas nuevamente lo empezamos a mear. Arturo reaccionó de inmediato y abrió su boca para recibir el chorro tibio que salía de los picos de sus dos mejores amigos. Lo empapamos entero, del pelo a la cara y al pecho, mientras que se retorcía de felicidad de sentirse tan mojado por los meados nuestros, líquido tibio y con ese olor tan fuerte y embriagador, nuestro putito amigo lo saboreo y disfruto de tal forma que acabó varios chorros de semen sin tocarse siquiera.

El plan que hicimos entre Darío y Arturo tenía que ver con vengar a nuestro amigo violado, requería tiempo y afinar detalles. Darío quiso incluir a su niño chinito Antonio, nos habíamos olvidado un poco de él, al menos yo con mi amorío con Jairo le había dejado de prestar atención. Sin embargo, en estas dos semanas a espaldas de Arturo y mías, el cínico de Darío se había acercado a ese niño, y por ser el mejor amigo de Jairo al parecer se habían confesado sus cosas.

No fue difícil sacarle información a Jairo, efectivamente esa misma noche que me lo culié en el callejón, antes de regresar a su casa se había ido donde el Antonio y le había contado con lujo de detalles lo que hicimos, también me contó que Darío y Antonio habían estado juntos, pero solo habían llegado a mamada de verga y de abrirle el hoyito con un par de dedos, pero me confesó Jairo que el chinito había estado ensayando con una zanahoria, ya que quería que Darío se lo culiara como yo a él.

Dadas así las cosas le dije a Darío que si quería que incluyéramos al chinito Antonio en el plan, tenía que culiárselo sí o sí en una semana, estábamos a jueves y la venganza la teníamos planeada para el sábado de la próxima y el chinito tenía que llegar culiado y recuperado. Efectivamente ese sábado en nueve días más hay una fiesta de carnaval en el pueblo, donde casi todos al final terminan bien embriagados y es sabido que Ño Manolo no le hace asco al alcohol. Como Darío ya tenía a Antonio a medio camino no le fue difícil y ese mismo domingo en el río se lo llevó entre unos cañaverales y le dio verga como el chinito quería, yo lo seguí entre curioso y caliente y vi como después de chuparle la verga a Darío, Antonio solito se puso a lo perrito y le ofreció el culito oriental a mi amigo, que fue medio bruto parece ya que el alarido del chinito retumbo entre las cañas, menos mal que con el ruido del río y la protección de los matorrales nadie escuchó, después de los quejidos Antonio se entregó y empezó a gozar como chino que es, parece que la zanahoria fue efectiva. Finalmente, mi amigo se descargó en el culito del pequeño y una segunda en su garganta. Me sentí orgulloso de mi amigo, sabía cómo hacer feliz a un niño casi tan bien como yo.

Ese sábado estábamos todos (Darío, Antonio, Jairo y yo) en una construcción abandonada a un costado de dónde se hacía la fiesta. Arturo tal como le encargamos, fue a buscar a Ño Manolo a la fiesta, ya cerca de la media noche. Le fue difícil conseguir que el hombre lo siguiera, seguramente por la culpa de haberlo violado hace unos años, pero con la excusa de que Jairo estaba en problemas, consiguió que lo siguiera a pesar de la borrachera.

La impresión de Ño Manolo cuando llega y encuentra a su hijito en cuatro con mi verga completamente  enterrada en el culo casi hace desmayarse al hombre, intentó tirarse encima de mí, pero Darío y Arturo con más ímpetu que fuerza lo detuvieron un momento, Miró fijamente a Jairo que estaba con esa expresión de calentura que se tiene cuando te están reventando el culo lo dejó petrificado sin saber como reaccionar, Darío dejó solo a Arturo con el hombre y se fue a buscar al Chinito Antonio para culiárselo también, en unos minutos estábamos los cuatro delante de Manolo, el hombre tenía la mirada perdida, entre el impacto y el alcohol ingerido, que hizo la magia de una tremenda erección.

Arturo se arrodillo frente a su violador y le bajó el cierre del pantalón, dejando expuesta su enorme verga, la comenzó a lamer como reconociendo el sabor impregnado en su memoria, sin defensa el papá de Jairo se dejó hacer, mientras miraba con resignación y morbo como un extraño se culiaba a su hijo. Yo le daba pico con todas mis fuerzas a mi niño novió haciendo que aplaudieran sus nalgas al chocar con mi pelvis y sacándole grititos de dolor, que se replicaban en la pareja al lado nuestro, de Darío y Antonio. Darío y yo levantamos a los niños y los pusimos de frente con los pies en el aire de forma que tuvieron que abrazarse para afirmarse, ambos se comenzaron a besarse mientras nosotros le taladrábamos el culo de forma sincronizada.

El Ño Manolo se entregó a la lujurio y aceptó el culo que le ofrecía Arturo “Viólame como hace cinco años” y así sin piedad el hombre le ensartó el pico al adolescente quien cayo boca abajo en el suelo, mientras su violador se montaba encima de el con todo el peso de su cuerpo. Eso hizo que el hombre se despreocupara un poco de nosotros y no nos viera cuando nos acercamos por detrás, Darío lo tomó inmovilizándolo sin que comprendiera bien por qué y sin darle tiempo a reaccionar le inserté mi pico en el culo virgen del hombre que empezó a gritar de dolor, eso solo hizo que me calentara más y aumentara la rudeza de mis embestida por algunos minutos, luego le cedí lugar a Darío que con la misma fuerza que yo le rompió el culo por segunda vez en unos minutos. Mi amigo le daba fuerte mientras Jairo se puso delante de él viendo como se lo violaban, la cara de Manolo de verse expuesto de esa forma ante su hijo hizo que se pusiera a llorar de forma desconsolada.

Ahora te toca, le dije a Arturo quien reemplazó a Darío en el culo del padre de Jairo, ya no había resistencia y el hombre se dejaba violar por quien el mismo había violado. Luego de un rato y totalmente humillado Manolo entre sollozos empezó a pedir perdón. Si quieres que te perdonemos tienes que entregarme a tu hijo para que sea mi novio, y tienes que dejar que Arturo sea tuyo también, le dije mientras Arturo se descargaba dentro de los intestinos del hombre, dejándolo preñado. Sin articular palabra, acepto con la cabeza ¡Dilo fuerte! Lo espeté al momento que agarraba su mandíbula con mi mano, apretándosela… ¡Si acepto! Dijo esta vez, te entrego a Jairo y acepto a Arturo.

Seguimos hasta la madrugada con nuestra orgía, ya sin rencores y con todo el consentimiento, Darío con el chinito, yo con Jairo y la nueva pareja de Manolo con Arturo, quienes se preñaron mutuamente varias veces. Al final cada oveja con su pareja.