Mi papá me dijo hijo estás borracho no sabes lo que haces.
Un hijo le confiesa a su padre y madre que es gay y que le gusta ser pasivo en el sexo, la madre se desentiende y se va a ayudar a su hija que espera un hijo, y el padre se queda con el hijo, que borracho seduce a su padre y se acuesta con él dejando que le de por el culo. .
Mi papá me dijo hijo estás borracho no sabes lo que haces.
Después de que le dije a mis padres que yo era gay, también le dije que estaba teniendo sexo con mi novio, el viejo como padre responsable, se limitó a recomendarme que me cuidase.
Si bien pudo montar toda una tragedia, regañarme, amenazarme, y hasta presionar para que dejase de ser gay, mi viejo sabía que yo continuarían acostándome con mi novio, por más que mi madre y él se opusieran.
Lo que mis padre ignoraban que eso de tener sexo, a mí me encantaba, y mucho, tanto que aparte de acostarse con mi novio, también lo hacía con varios de sus mejores amigos de él, con mis primos, y hasta con algún que otro desconocido.
En fin, como dicen vulgarmente lo hago por ver la leche correr.
Mis padre, eventualmente se dieron cuenta de lo que pasaba, terminaba con un novio, y bien no había comenzado con otro cuando ya nos estábamos acostando.
Además para esos momentos comencé a usar ropa femenina, me maquillaba, y ya me había dejado el cabello bien largo.
A los viejos se les caía la cara de vergüenza, tanto que cuando mi hermana se casó, y salió preñada, mi mamá para no tener que soportar las habladurías de los vecinos, se marchó de la ciudad a casa de mi hermana, supuestamente para ayudarla durante el embarazo.
Mientras que mi padre se tuvo que quedar, soportando mis loqueras, ya que, en varias ocasiones, me sorprendió en casa acompañada por alguno de mis marinovios de turno.
Cuando no era que andaba prácticamente desnudito caminando por toda la casa, en pantis, y sostén, ya que por estar tomando pastillas anticonceptivas, mis pequeños pechos comenzaron a desarrollarse.
Mi viejo procuró en más de una ocasión hacerme entrar en razón, pero todo era en vano, apenas comenzaba a hablarle del tema, le me daba un beso en la mejilla, y me marchaba.
Pero un viernes en la noche, después de que me vestí, y arreglé para salir, como a la media hora de haber salido regresé, bien molesto.
Mi padre ni tan siquiera se atrevía a preguntarme que me había pasado, pero apenas entré a la casa, me serví un fuerte trago de ron, y se lo bebí como agua.
No había terminado de tragarme el primero, cuando me serví un segundo, y casi de inmediato un tercero.
Ya en ese momento quizás por curiosidad, a mi padre se le ocurrió preguntarme que me pasaba, tras darme otro trago, me serví uno a mí, y otro trago a mi viejo, y continué bebiendo a pico de botella, y ya algo mareado, le dije. “Lo que me pasa mi viejito lindo, es que el macho con que pensaba salir, su mujer no le dio permiso.”
Y a medida que le fui diciendo esas palabras, comencé a quitarme la ropa sentado en el sofá en el medio de la sala, frente a él.
Mi Viejo por su parte, inocentemente procuró calmarme, sentándome a mi lado me dijo, que quizás no me convenía salir con ese hombre, pero riéndome y volviéndome a dar otro trago le dije. “A quien no le convenía era a él, ya que su mujer es la dueña del negocio, y por eso le hace caso.”
Ya en esos momentos me había quitado el ajustado vestido que tenía puesto, y me encontraba en pantis, y sostén.
Mi viejo no sabía a donde mirar, la verdad es que él no sabía ni que hacer, aunque trató de calmarme.
Me volví a servirle otro trago a mi viejo y otro para mí, de inmediato me di otro trago, y le pedí a mi padre que me soltase el sostén, él por no llevarme la contraria, apenas le di la espalda me soltó el sostén.
Fue cuando volteándome hacia a él le pregunté descaradamente. “Mira papito lindo dime si mis tetas no son bonitas.”
Desde luego que me dijo que sí, apenas viéndomelas de reojo.
Pero de inmediato le dije a mi viejo, algo sentido. “Eso lo dices porque eres mi papá, pero míralas de verdad.”
Por lo que muy a su pesar, y de la vergüenza que sentía, fijó su mirada en mis pequeñas tetas, y así me lo dijo. “Tú tienes unos pechos hermosos.”
A lo que le respondí diciéndole. “Si son tan lindos por qué no me los agarras.”
Al tiempo que le dije eso, agarré su mano izquierda, ya que en la derecha la tenía con el trago de ron, y de inmediato la coloqué sobre mis parados y esponjados pechos, mi viejo se quedó boquiabierto sin saber que decir, ni que hacer.
De inmediato le dije. “No te quedes así apretarlas, suelta ese trago, y agárrame la otra.”
Automáticamente después de terminarse el trago, dejó el vaso sobre la mesa de centro de la sala, y dirigió su mano derecha a mi pecho izquierdo, obedeciendo ciegamente lo que yo le decía.
Mi papá comenzó a apretar suavemente mis paradas y esponjadas pequeñas tetas, al tiempo que gimiendo le dije. “Dime viejito lindo, ¿qué te parecen?”
De inmediato sin dejar de tocármelas y acariciarlas me respondió. “Son magníficas hijo.”
En ese momento creo que se le escapó decirme. “Hasta dan ganas de besarlas y mamarlas.”
Sonriendo de manera seductoramente picara, le dije. “Papito lindo ¿Por qué no lo haces?” Y al tiempo que le dije eso, colocando una de mis manos sobre su nuca, hice que pegase su cara a mis pequeñas tetas.
Mi viejo por un corto momento dudó en seguir mis órdenes, diciéndome nuevamente a mí. “Hijo está borracho, no sabe lo que hace, mejor detente, no sigas con esto.”
Pero de manera automática su boca se abrió, y comenzó a chupar, y lamer mis parados y pequeños pezones, al tiempo que yo continuaba restregando su rostro contra mi pecho.
A medida que mi viejo fue mamando, ambas tetas, yo me fui recostando sobre el sofá, por lo que mi padre quedó recostado sobre mí, sentí el calor de su verga, entre mis muslos.
Fue cuando le dije, con su seductora voz. “Papito lindo, y precioso, eso de allá abajo lo tienes bien duro, y caliente.”
Casi de inmediato con mis manos, solté la correa de su pantalón, y en un dos por tres, a los pocos segundos, la parada verga de mi viejo ya chocaba con mi transparente panti.
Mi padre tenía cara de que no podía creer lo que le estaba sucediendo, fue cuando riéndome le dije. “¿Ahora quieres violar a tu propio hijo? sinvergüenza.”
Yo le di la espalda y movía mis caderas bajo su cuerpo, restregando mis paradas nalgas contra su verga, al tiempo que le decía con voz seductoramente infantil. “Papito lindo, no me lo vayas a meter en mi culito.”
Mi padre, no sabía qué hacer, pero su cuerpo reaccionó, tratando de penetrarme, ya que me mantenía con mis piernas y nalgas bien abiertas, restregando sabrosamente todo mi caliente culo contra su cuerpo.
Yo mismo de un solo jalón prácticamente me arranqué los pantis, que impedían que mi viejo me penetrase.
Casi de inmediato, de manera certera toda su verga comenzó a penetrar mi lubricado, y caliente esfínter, al tiempo que, le decía sonriéndome, una y otra vez, con seductora voz. “Papi no me lo metas.”
Sin dejar de mover mis caderas, no dejaba de quejarme, diciéndole con una gran sonrisa en mi rostro. “Hay me duele, que rico papito, no dejes de metérmelo.”
Mi viejo no podía dejar de acariciar mis pequeñas tetas, al tiempo que divinamente continuaba penetrándome, como un verdadero salvaje.
Por mi parte, no paraba de mover mis caderas salvajemente, y de decirle entre risas, y de manera seductora, que parase, que me dolía mucho.
Mi viejo continuó clavando toda su verga dentro de mi caliente culo, al tiempo que gemía, de placer, y ocasionalmente, como si se tratase de una travesura le decía que no continuara metiéndome toda su verga.
Después de un buen rato, finalmente mi padre se vino dentro de mí.
Cuando terminamos, comencé a reírme, diciéndome. “Viejito pervertido, me sodomizaste.”
Mi viejo la verdad es que no sabía ni que hacer, pero al ver mi sonriente rostro de satisfacción supo que estaba jodiendo con él.
No bien tomé asiento sobre el sofá, le dije al tiempo que también me sentaba. “Papi, no pensé que fueras tan bueno.” y acto seguido, mientras que él permanecía sentado, yo agarré su verga y de inmediato llevándomela hasta mi boca me dediqué a mamarla.
En cosa de pocos, minutos o segundos, su verga se había vuelto a tonificar a poner bien dura, y no bien la llegó a tener bien parada, nuevamente le ofrecí mi apretado culito, el que casi de inmediato volvió a penetrar sabrosamente.
Después de esa noche, ambos nos acostamos en mi cama, y así lo seguimos haciendo hasta que mi madre regreso.
Desde luego que ella ignora todo lo sucedido, ocasionalmente aprovechamos cuando mi madre sale de día, para revolcarnos juntos en mi habitación.
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