MI PRIMERA CITA CON MI AMA DEL CHAT
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por servicial10.
Nos conocimos en un chat, yo buscaba una mujer que sintiera como dominante y disfrutara haciéndome suyo. Estuvimos hablando varios días de una forma amigable, conociéndonos y diciéndonos lo que cada uno deseaba tener.
Aunque habíamos dejado por un tiempo de charlar en el chat y viviendo algo alejados, se dio la coincidencia de que volvimos a encontrarnos de nuevo al cabo de unos años. Pronto encontramos nuestra afinidad, Ella era dominante y yo sumiso. Por casualidades del destino Ella se desplazaba por trabajo a mi ciudad casi todas las semanas y en el apartamento que tenía vivía sola. La discreción era algo que ambos demandábamos, yo tenía pareja y Ella también. Yo como sumiso no me sentía con fuerzas para dar el paso de pedirle el conocernos en real. Ya eran muchas ocasiones en las que mi interlocutor era un farsante o un pajillero.
Pasadas unas semanas, en las que Ella vino a mi ciudad nos pusimos en contacto:
– Llego esta noche pero mañana estaré sola toda la tarde y deseo conocerte y usarte.
– No sé si podré ya que he de prepararlo todo con cierto tiempo.
– Quiero que lo intentes
– Si por supuesto –le contesté yo-
Pasé todo el día nervioso, por fin le iba a conocer. No sabía que ropa ponerme y opté por algo informal de diario con el fin de no levantar sospechas en mi salida de casa. De la misma forma debía preparar una serie de juguetes que cuando hablamos me dijo que le encantaban: un arnés doble, ropa femenina, bolas anales y un buen lubricante. Cuando llegué a casa, almorcé rápido y me las ingenié para prepararlo todo y decir que tenía trabajo esa tarde no sabiendo a la hora que iba a volver. Todo salió a pedir de boca.
Ya en el coche le mandé un wasap para decirle que estaba disponible para Ella. Me puse a deambular con el coche por las calles a la espera de su respuesta. Pasado un rato y no habiendo recibido respuesta me atreví a llamarle. No me cogió el teléfono. Seguí deambulando hasta que mi móvil sonó con un timbre que aunque era el mismo a mí me pareció totalmente diferente. Era Ella, mi Señora.
– He visto tu llamada, dime.
– Pues solo era para decirle que estoy en el coche y dispuesto para cuando usted me lo diga ir a servirle.
– Estaba ahora pensando en ti, porque aunque ya me he despertado no me apetece levantarme para hacer nada y si estuvieras aquí te lo mandaría hacer a ti.
– Solo ha de indicarme su dirección y ahí estaré, mi Señora.
Una vez anoté su dirección arranqué el coche y me dirigí a donde me había indicado. Sinceramente mi nerviosismo era muy grande y no quería parecer un hombre inseguro y nervioso ante Ella. Toqué al timbre y al verle me cautivó, aunque ya le conocía por fotografía y me había parecido preciosa y el tipo de mujer a la que siempre había soñado servir. Su cara, sus formas, algo gordita pero ideal, etc. me hicieron sucumbir ante Ella. Le tomé la mano y se la besé diciéndole “encantado mi Señora de conocerle, a sus pies”. Esbozó una sonrisa y me hizo pasar al comedor. Se sentó en el sofá y al ir a hacerlo yo junto a Ella me dijo
– ¿Dónde te vas a sentar tú, mi perrita? ¿Crees que una perrita se sienta al lado de su Ama?
Señalando con su dedo el suelo me arrodillé ante Ella
– Perdóneme usted, mi Señora
– Veo que de palabra eres muy sumiso pero no me lo has demostrado ahora. Deberías saber cuál es tu sitio cuando estás conmigo. ¡Entendido!.
– Estuvimos hablando durante un buen rato de ambos de una forma casi natural. Yo no paraba de recorrerla con mis ojos, fijándome en cada detalle de su vestimenta y de su cuerpo. Me pareció una mujer encantadora, de una belleza especial y con una sensualidad tal y como la había imaginado en nuestros días de charla en el chat.
– Prepárame un café perrita, me apetece. Aunque antes quiero que me enseñes lo que has traído.
– Tomé la bolsa y fui sacando y enseñándole todo: un arnés doble, lubricante, preservativos, unas bolas anales con vibración, la pera para enemas, unas pinzas de tornillo con cadena, un collar, una correa, ropa interior femenina, una fusta, una paleta, varios látigos de cuero y piel y un plug anal.
– Bien, ve a la cocina mientras veo detenidamente todo esto.
Me dirigí a la cocina mientras Ella iba tomando cada una de las cosas que le había llevado. Yo miraba de reojo viéndola como las tocaba y la expresión en su cara que adoptaba.
Cuando estuvo preparado el café lo puse sobre una bandeja y me presenté en el comedor dejando la bandeja sobre la mesa y yo de rodillas ante Ella.
– Inclina tu cuello, perrita. Te voy a hacer mía.
Me puso el collar, apretándolo fuertemente a mi cuello y con la correa me atrajo hacia Ella.
– Desde ahora serás mi perrita, de mi propiedad, obedeciéndome en todo lo que te mande y me complacerás a mi modo y manera, ¿has entendido?
– Si mi Señora, soy de su propiedad desde este momento.
– Bien, desnúdate. Una perrita no lleva ropa más que la que yo le pondré.
Me desnudé y esperé. Mientras Ella daba un sorbo al café.
– Muy bueno el café, me gusta. Ahora ponte estas medias creo que estarás monísima con ellas puestas.
Me puse las medias que al llevar abiertos unos orificios delanteros y traseros dejaban tanto mi culo como mi polla y huevos a la vista.
– ¡Acércate, perra!, te voy a poner este sujetador negro a juego pero antes te pinzaré tus pezones.
Sus manos eran preciosas, así las vi yo mientras tomaban las pinzas unidas por una cadena y esbozando una sonrisa de malicia las acercaba a los pezones. Antes de colocarlas tomó con sus uñas cada uno de mis pezones y las fue clavando muy despacio. El dolor iba en aumento.
– ¡Mírame a los ojos, perra!
Conforme sus uñas se iban clavando en mis pezones su mano iba girando de forma que a la vez los iba retorciendo, haciendo que el dolor se multiplicara para satisfacción suya. Su expresión denotaba que estaba disfrutando con mi dolor y eso hacía que mi umbral del dolor subiera hasta donde Ella deseara.
– Veo que te excita esto a juzgar por tu pollita de mierda.
Su pie enfundado en unos botines de tacón altísimo golpeó mis huevos de una forma continua y cada vez más intenso. Esto hizo que mi erección disminuyera ante el dolor provocado por la puntera de sus botines.
– ¿Qué te ocurre?, ¿No te excitas ahora?. Recuerda que te excitarás solo cuando yo te lo mande y no cuando tu desees. Te controlaré entero, tanto tu mente como tus instintos. Has de saber que deseo un sumiso a mi servicio de una forma total y completa, para todo lo que yo quiera en cada momento. Por eso has de estar dispuesto a obedecer siempre incluso llegarás a conocerme tanto que solo con mi mirada sabrás lo que no me gusta.
– Si –le contesté.
– Bien, lo espero y lo deseo, porque me has gustado desde el principio. Me gustas como sumiso, el hacer de ti mi criado y mi sirviente personal así como el saber que serás usado para cualquier menester que desee.
– Espero no defraudarle.
– Seguro que no lo haces. Ahora voy a ir al baño y quiero que me acompañes.
Tomó la cadena y dándome con el látigo en el culo me hizo acompañarle a cuatro patas.
– Eres mi perra, no lo olvides.
Andar a cuatro patas tras Ella me hizo saber cuál era mi condición cuando estuviera ante Ella. Tiraba fuerte con el fin de que lo hiciera muy junto a sus pies.
– Hoy solo te haré oír como cae la orina de mi coño pero no siempre será así, ¿lo entiendes, mi perra?. Pronto me evitaré desplazarme al baño para hacer mis necesidades pues tú estarás a mi lado para servirme.
Dio un tirón a la correa para poner mi cara entre sus piernas y sentir como orinaba.
– ¿Te gusta su olor?
No puede responder pues sus piernas me impedían que hablara.
– Ahora quiero que me limpies muy bien con tu lengua, perra de mierda.
Mi lengua comenzó a dar pasadas por sus labios probando el sabor de su orina caliente y recién echada. Estaba su coño mojado y caliente. Tras dar varias pasadas por sus labios fui introduciendo mi lengua en su coño. Me sentí como un auténtico criado y siervo suyo, obedeciendo y cumpliendo con lo que se me había ordenado. Sus manos apretaban mi cabeza contra Ella, y mi lengua cada vez se introducía más en su coño recogiendo sus fluidos fruto de la excitación. Me sentía bien al saberla excitada. Ahora sus manos me movían como queriendo más y más. Procedí a buscar su clítoris que estaba muy hinchado y tomarlo entre mis labios. A la vez que lo chupaba le daba golpecitos con mi lengua. Estaba a punto de correrse, sus gemidos y sus movimientos me lo decían. Tomó entonces la correa y empezó a azotarme con fuerza el culo
– ¡Vamos perra!, lo estás haciendo muy bien, sigue, quiero correrme, no pares. Estarás así hasta que me corra y no pueda más.
Seguí lamiendo y chupándole todo el coño. Era incansable, necesitaba tomar aire pero sus manos me apretaban cada vez más haciendo que mi boca abarcara todo su coño, sus labios su clítoris y lo penetrara con mi lengua. Era maravilloso su sabor, manando flujo sin parar y bebiéndomelo todo sin dejar escapar una sola gota de su orina, era una exquisitez.
Cuando hubo quedado exhausta me propinó un puntapié con su botín
– Aparta de mi lado perro, ahora no te necesito. ¡Lámeme los zapatos mientras me relajo un poco! No he terminado contigo.
Mientras mi Ama se relajaba estirada en el sofá yo me dispuse a lamer, adorar y limpiar sus botines. Deseaba que estuvieran relucientes, para su agrado y mi esmero era mayor. De vez en cuando sentía rechistar el látigo sobre mi culo o mi espalda.
– Lo has hecho muy bien mi perra, pero simplemente me apetecía escuchar el látigo sobre tu cuerpo. ¿lo entiendes, verdad?
– Si mi Ama, le pertenezco y puede hacer lo que le plazca con su perro y siervo.
– ¡Sigue! Enséñame tu lengua asquerosa. Me gusta verla sucia de mí. Sabes que eres un cerdo y que me encanta que lo seas. ¡Uy, rápido deja eso y pon tu boca en mi culo! Creo que tengo un premio para ti.
Dejé mi labor de limpiador de botines y pegué mi boca a su culo. Abrí todo lo que pude mi boca y Ella se encargó de que estuviera bien pegada a su orificio anal. Notaba sus contracciones, como se abría y cerraba su ano. Supe que estaba a punto de recibir mi premio….. El ruido fue previo a la salida de aire de su culo. Era un aire impregnado de su caca, maloliente para cualquiera menos para mí que mientras iba tragándolo y oliéndolo me estaba sabiendo divino. Solo pensaba en que provenía del interior del cuerpo de mi Ama, de la mujer a la que pertenecería de por vida y por la que daría todo. Fue realmente un premio al que mostré su agradecimiento dándole las gracias por su esfuerzo en regalármelo. Me empujó con su mano despegándome de su culo y volví a proseguir con mi limpieza y adoración de sus botines.
Mientras estaba dedicándome a ello mi Ama recibió una llamada. Por lo que hablaba se trataba de alguien con quien tenía amistad y confianza ya que mi sorpresa fue cuando le hablo
– Pues mira, ahora mismo está limpiándome los botines mientras descanso un poco ya que me ha proporcionado unos orgasmos divinos. Es un buen sumiso aunque he de pulirlo y educarlo a mis formas y gustos pero estoy muy contenta de haberlo encontrado. ¿Dónde estás tú?……. Ah que bien, pues si quieres pásate esta tarde por casa y disfrutamos un rato juntos. ……………… Si, sobre las cinco es buena hora, te espero entonces. Adiós adiós.
– ¡Perra! No sé si habrás oído la conversación. Me ha llamado un amigo, ese del que te hablé, que también es Amo, para decirme que está de paso aquí. Como comprenderás no voy a desaprovechar la ocasión y le he invitado esta tarde a las cinco para que se pase por casa y se quede hasta mañana que continúa viaje. Así es que ya te prepararé yo la ropita que te pondrás para que estés muy guapa y por supuesto no creo que tenga que decirte que a él le obedecerás como si fuera yo y espero y deseo que me hagas sentir muy orgullosa de poseerte como sumiso mío en propiedad.
– Si mi Ama, no le defraudaré y haré que se sienta orgullosa de mi. No lo dude. (continuará)
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