Mi primera sesión de bondage
Esta es mi experiencia de cómo conocí a mi primer amigo fetichista, y el pervertido (lo digo con cariño) me metió al mundo del BDSM.
Esta es la historia de como inicié con algunas prácticas fetichistas, de cómo conocí este mundillo y a mucha gente muy buena.
Cabe resaltar que este es un relato personal, no es una fantasía ni cuento, esto me pasó de verdad y por ello seré cuidadoso con los detalles.
Me llamo Diego, actualmente tengo 29 años pero esto me ocurrió cuando tenía 22, era alto, robusto con pancita, piel morena, cabello corto color castaño oscuro y ojos cafés, lo sé… No muy interesante, no era ni soy modelo de revista ni de telenovela, por eso todo lo que diré es 100 porciento real.
Yo siempre he tenido un gusto particular por los pies, tanto de hombres como mujeres, me encantan, su forma, color, textura, olor, me fascinan pero durante mi adolescencia pensé que solo estaba loco (y sí lo estoy jeje) pero después pensé que no debía ser el único, así que me puse a buscar por internet.
En una página de clasificados encontré a un usuario que decía gustarle los pies, y que le gustaría tener un encuentro conmigo. Por simple curiosidad empecé a chatear con este usuario y todo estuvo excelente. Hablamos largo y tendido, sus gustos se parecían a los míos y por suerte vivíamos en la misma ciudad (cosa extraña pues era una ciudad pequeña en donde mucha gente se conocía entre si)
Me compartió su número de teléfono y su dirección, y he de admitir que tenía mucho miedo, era el clásico truco, ven aquí, te atrapamos y Dios sabe adónde acabaría, pero no, para mí sorpresa (y buena fortuna) me topé con uno de mis mejores amigos.
Al llegar al destino me recibió muy amablemente y se presentó; se llamaba Efraín, tenía 21 años, era güero, de ojos verdes, tenía el cabello muy corto casi rapado, era delgado pero tenía pancita, bajito como de 1.65 más o menos y era muy sociable.
Platicamos un poco, probablemente me vio muy nervioso y no quiso apurar las cosas, para esa ocasión él me propuso algo interesante, una sesión de «bondage» pues a él le encantaban esas experiencias. Yo no tenía ni perra idea de qué era esa cosa, pero aunque me lo describió muy bien yo no quise, y solo le pedí la sesión de pies, que era lo que me interesaba, Efraín aceptó, e hizo todo lo posible para cumplir mi fantasía de ese entonces, una simple y aburrida sesión de pies.
Yo la pasé increíble, era algo muy padre para mí, toqué, olí, chupé y froté los pies de Efraín todo lo que quise y él hizo lo mismo con mis pies pero algo no estaba bien, sentía que mi nuevo amigo estaba triste, como frustrado, y con justa razón. Hasta después de terminado ese primer encuentro me dí cuenta que fuí egoísta, yo no quise cumplirle a mi nuevo amigo y él sí me cumplió todo lo que quise, y esa idea estuvo en mi cabeza todo el fin de semana.
De esa forma llegó un día martes, cinco días después de mi primer encuentro con Efraín. Le mandé un mensaje en la mañana para preguntarle cómo estaba, simplemente mantener el contacto, pero su respuesta me dejó sorprendido;
«Hola Diego, perdón, debo preguntarte algo rápido, aquí conmigo hay un amigo, dice que quiere tener una sesión doble con nosotros dos ¿Cómo ves? ¿Te gustaría?»
«Digo, sí me interesa, pero ¿Qué haríamos o qué?»
«Será algo relajado, le gusta masajear, hacer cosquillas, meter dedo y esas cosas, dime rápido, no hay mucho tiempo ¿Te unes?»
Yo ya le había quedado mal a Efraín antes, así que confiando en mi amigo y agarrando valor, le confirmé y me aventuré en ese momento.
«Está bien, me meto a bañar y llegaré contigo en 20 minutos»
«Que sean 15» – respondió él
Momentos después, tomé el auto y lo más rápido que pude fuí a la casa de mi amigo y vi afuera de su casa una camioneta gris muy elegante. Al tocar, mi amigo Efrain me recibió con gusto y me presentó a su otro amigo.
No me dijo su nombre pero lo describiré un poco; era un señor alto y gordo de unos 40 o 45 años, tenía pelo negro muy corto, barba corta un poco canosa, ojos color miel, usaba lentes cuadrados, vestía elegante y tenía una extraña voz suave y profunda, como si te hablara un locutor de radio.
Rápidamente nos dijo qué quería;
«Voy a ser breve, lo que quiero es tenerlos a ustedes dos en una sesión de bondage, frotarlos, masajearlos, se lo van a pasar bien»
Yo no sabía que esperar, pero Efraín me dijo que estaría bien, así que yo acepté todo lo que dijeran y así empezó esta gran locura.
Pasamos los tres a la habitación de Efraín y de inmediato, nos ordenó quitarnos toda la ropa. Cabe resaltar que para este punto yo jamás había estado desnudo frente a otra persona, pero ya no había vuelta atrás, y si me negaba, iba a verme aún peor, así que hice lo propio y tanto Efraín como yo quedamos desnudos frente a aquel señor.
En ese momento fue la primera vez que ví el pene de mi amigo, era güero y grande de unos 15 cm, estaba rasurado y estaba ligeramente erecto, cosa opuesta al mío, que era mediano, de unos 8 o 10 cm y tenía pelo por todos lados.
El señor le dió unas cuerdas a Efraín.
«Anda, amárralo, que no lo conozco todavía, no lo vaya a lastimar»
Y dicho esto, Efraín me empezó a atar con esas cuerdas, fue algo muy extraño, lo hacía como todo un experto, no dolía, era cómodo y muy rápido. Me amarró las manos detrás de la espalda, me tumbó sobre su cama boca abajo, me amarró los pies juntos de los tobillos y luego juntó mis tobillos con mis manos, me dejó en un hogtied durísimo, pero muy cómodo a la vez.
Después de eso, el señor le hizo lo mismo a mi amigo, lo dejó en la misma posición, lo tumbó a un lado mío y ahí empezó la locura.
Nos puso a ambos una mordaza de bola que sacó de una mochila, era rígida y tenía agujeros, así que me dejaba respirar, pero no podía cerrar la boca ni tragar saliva, por lo que empecé a babear como un desgraciado, y lo mismo para Efraín.
El señor sacó unas vendas de tela de la misma mochila y nos vendó los ojos, a partir de ahí no pude ver nada, solo escuchar y sentir, no podía hablar, no podía moverme, solo me dejé ser y todo se dió.
El señor nos masajeó los pies, la espalda, las nalgas, los hombros, nos masturbó un poco, nos frotó los pezones y, para rematar, nos metió el dedo en el culo, era delgado pero muy hábil, era la mejor sensación que había probado en la vida, al inicio dolió muy poco, pero cómo movía su dedo dentro de mí me provocó una erección inesperada, no sabía que alguien pudiera hacer esas cosas.
Llevábamos así un buen rato, unos 20 minutos y yo ya estaba muy cansado de mi boca, estaba muy mojado frente a mí y era bastante incómodo, pero sorpresivamente el señor se apiadó de mí y me quitó la mordaza, pensé que era considerado y me había dejado descansar. Apenas le iba a dar las gracias cuando me tapó la nariz con sus dedos y me dijo «Abre la boca» yo eso hice y de inmediato sentí algo blando y húmedo entrar a mi boca, algo que poco a poco se fue haciendo más grande y duro. Era su pene, una enorme verga que no podía ver, pero era lo suficientemente grande para llenar mi boca por completo, era salada y olía a perfume, en general no era desagradable pero no quería mamar verga, intenté resistirme y solo con escuchar la voz del hombre en mi oído me hizo erizar la piel. «Cuidadito con morderme, si lo haces, vas a conocerme de verdad»
Seguí mamando por unos minutos, parecía que al señor le gustaba porque me movía la cabeza agarrándome del pelo, marcaba el ritmo y me tenía muy excitado. Repentinamente, sentí un líquido caliente en la boca, algo muy amargo y viscoso, fue asqueroso, intenté escupirlo de inmediato y me alteré pero el señor me tapó la boca, rodeó mi cuello con su brazo y me intento calmar.
«Shhh, shhh, tranquilo, tranquilo, respira, no pasa nada, no lo vayas a escupir, calma, calma»
Después de eso, me calmé un poco y el señor me puso una cinta en la boca,
«No lo vayas a escupir, tampoco a tragar, sé que sabe feo, pero trata de aguantar, será solo un poco»
Estaba atado de pies y manos, vendado y amordazado, no podía hacer otra cosa más que obedecer sus instrucciones, así que eso hice, tomé fuerzas y luchando por no vomitar mantuve su semen dentro de mi boca por unos minutos, tiempo en el que sentí que mi amigo Efraín se movía mucho y se quejaba bastante.
Por fin, el señor volvió conmigo, me puso de lado y me habló al oído.
«Te voy a quitar la cinta, pero no vayas a escupir, solo abre poco a poco la boca»
Eso hice, me quitó la cinta y sentí que su verga entraba otra vez a mi boca, pero esta vez era diferente, se sentía más larga y más delgada, y fue entonces que descubrí que no era su verga, era la de Efraín, y lo supe porque al mismo tiempo que entró en mi boca, sentí como una boca rodeó mi pene y lo succionó con fuerza.
La boca de Efraín era deliciosa, caliente, húmeda y estaba ligeramente viscoso, así como la mía, fue una sensación impresionante, impactante, se me hace difícil describirla, fue como un choque eléctrico combinado con un mareo. Fue puro placer.
El señor nos estaba obligando a mamar nuestras vergas con su leche dentro de nuestras bocas, era una perversión como nunca me hubiera imaginado.
Fue demasiado placer de golpe, de pronto sentí la necesidad de eyacular, pero Efraín me estaba mamando la verga, no podía hacerle eso, así que luché todo lo que pude para no venirme. Sin embargo fue una lucha perdida, el señor vió lo que ocurría y me metió el dedo en el culo otra vez, «no te resistas, hazlo» escuché en mi oreja.
No podía hablar por tener la verga de Efraín en mi boca, y pidiendo perdón en mis pensamientos, no aguanté más y me vine en la boca de mi amigo. El karma me llegó muy rápido porque instantes después, sentí otro lechazo dentro de mi boca, esta vez, siendo el semen de mi amigo que eyaculó como un desgraciado, casi me llenó la boca. Escuché los gemidos de placer del señor, que en cuando vió que eyaculamos nosotros, nos saco las vergas de nuestras bocas y nos tapó la boca, para no escupir el semen.
«Adelante, traguen» nos dijo.
En ese punto yo estaba muy cansado, las ataduras me dolían y los brazos me punzaban como agujas y estaba recién deslechado, no pude resistirme más y me tragué todo lo de mi boca. El señor vió que hice eso tan dócilmente que incluso me felicitó, me acarició la cabeza y sentí mucha emoción.
Momentos después, nos dijo «abran la boca» y sentí que un calcetín entró a mi boca, estaba duro y olía muy mal, pero yo seguía atado, no podía rechazarlo, y después de eso, me tapó la boca con cinta.
El señor dijo esto «¿Te puedes soltar Efraín?» Y escuché que mi amigo, aún amordazado, hacía un gesto diciendo que sí, así que el señor dijo lo siguiente:
«Me encantaría tenerlos así toda la tarde, pero me tengo que ir, ya se me hizo muy tarde, ustedes se quedan aquí, les regalo mis calcetines para que me recuerden, nos vemos»
El señor tomó sus cosas, salió del cuarto y alcancé a escuchar el portón de la casa y su camioneta encender. ¡Así nos dejó, se largó y nos dejó amarrados y desnudos!
Pasaron unos minutos hasta que escuché la voz de Efraín «¿Qué te pareció? ¿Te gustó?»
Yo quedé atónito, ¿Cómo logró soltarse? Yo no me podía mover lo más mínimo y él se soltó como si fuera lo más normal del mundo, y entonces llegó el final.
«La semana pasada me quedé con ganas, no me dejaste intentar lo que yo quería, pero ahora te tengo aquí amarrado, me la voy a pasar bien»
Mi amigo empezó a darse placer conmigo, se masturbo, me dió nalgadas, me hizo cosquillas hasta reventar y al final me hizo control de orgasmo, me obligó a venirme una última vez.
Finalmente, sentí cómo Efraín me soltó muy lentamente las manos y los pies de sus ataduras.
«muévete despacio, no te vayas a lastimar»
El cuerpo me dolió mucho, estaba muy entumecido y agotado.
«¿Qué pasó? ¿Si te gustó?» – me preguntó Efraín.
«Fue una locura, sí me gustó, pero fue muy intenso»
«Anda, eso fue suave, pero es cierto, para ser tu primera sesión aguantaste mucho más de lo que yo imaginé»
«¿Qué hora es? Debo regresar a comer a mi casa»
«¿Comer? Será cenar»
«¡¿Qué?!»
Efectivamente, estaba atardeciendo, y cuando ví el reloj ví que la sesión había durado ¡cerca de 5 o 6 horas! Definitivamente fue la mejor forma de comenzar en este mundillo de fetichismos.
Después de despedirme de Efraín, manejé de vuelta a mi casa totalmente adolorido, incluso tuve que inventar a mis padres que había ido al gimnasio y me había lastimado, todo para justificar el estado como regresé a casa.
Y esa fue la manera cómo Efraín me inició en las aventuras del Bondage. Después de esa experiencia tan abrumadora, he tenido muchas más experiencias de todo tipo con él, y por mi propia cuenta, pero esas son otras historias.
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