Mi sobrinito, un amor de putito
Un macho un poco homofóbico se deja llevar por su sobrinito.
Hola a todos, esta vez quiero contarles de una experiencia nueva que tuve hace unos días y todavía no me la creo, quiero dejarla plasmada acá para pajearme con ella si no puedo volver a repetirla.
Antes que nada he de presentarme, mi nombre es Leandro pero me dicen Lean desde siempre, tengo 43 años, tengo una esposa llamada Catalina y dos hermosas pequeñas llamadas Sabrina y Juliana.
Hace aproximadamente soy dueño de un gimnasio, físicamente soy muy musculoso, mido 1.86, soy calvo y tengo una barba negra que la cuido mucho, estoy totalmente depilado excepto los sobacos y tengo la cara bien cuadrada. Al quedarme pelado a temprana edad, a eso de los 18…, tomé la decisión de raparme y dedicarme al cuidado de mi cuerpo. Sé que apesar de no tener pelo, soy un macho muy apetecible por bastantes mujeres, además cocino y me ocupo de mis nenas.
Mi esposa siempre ha sido bastante cerrada de mente en el tema sexo, así que yo he aprovechado en varias oportunidades mi físico para acercarme a más de una chica en el gimnasio y aprovechar, sexo nunca me faltó pero el que relataré fue el más caliente de todos.
Llegó el verano y la hermana de mi esposa que se llama Roxana nos invitó a su casa, ella vive cerca de la playa junto a su hijo Lucio y hace varios años que no los veíamos, el nene tenía 11 años la última vez y actualmente tiene 15.
Preparamos todo, salimos bien temprano en la mañana con mi esposa y mis hijas, nos subimos al auto y cuatro horas después ya estábamos en el lugar.
-¡Hola, cuñada!
-¿Cómo estás Lean? – Nos recibió amablemente Roxana.
Toda la casa estaba muy linda, hace años que no la visitábamos. Roxana en ese momento llamó a Lucio para que nos venga a saludar.
-¡Luu, llegaron tus tíos! – Exclamó Roxana.
Cuando lo veo venir a Lucio no sabía que hacer, si reírme o qué, pero…
-¡HOLIS, TÍOS! – Dijo Lucio con una voz de maricón que nunca había escuchado antes.
-Hola, mi amor. – Le dijo mi esposa a Lucio.
-Hola, campeón ¿cómo estás? – Le dijo yo.
Me quedé pensando, ¿campeón de qué? ¿del concurso nacional de maricones?
Lucio es flaco, de piel blanca, con el pelo bien cortado, arregladito, tenía las uñas con unos brillitos, un chocker negro en el cuello, unas pulseras esas de Taylor Swift en la muñeca y vestía una camiseta blanca con unos shorts negros que, a lo que todo parecía, eran de mujer.
Dios mío, qué vergüenza, si lo viera el padre que era amigo mío los volvería a abandonar. Realmente me incomodaba mucho, no sabía que había esa clase de gente en mi familia.
Pero bueno, pasaron los días y obviamente fuimos a la playa, no me gustaba mucho que nos vieran con Lucio en la calle, me sentía un tonto porque yo me creía más abierto de mente pero por lo visto no lo era.
A mitad de nuestra estadía llaman por teléfono desde la capital para avisarnos que mi suegro, padre de Roxana y Catalina, había sufrido una caída en su casa. Las dos se preocuparon mucho y decidieron ir a ver qué pasó.
Las nenas, que son muy apegadas a su abuelo, quisieron ir con su mamá y su tía. Pero Lucio no se quería a la capital y no podíamos volvernos todos por un tema de espacio en el vehículo.
-Ayy Lean, se me cae la cara de vergüenza al pedirte esto pero, ¿no te quedarías con Lucio estos días?
En mi cabeza pensé: ¡¡¡¡NOOOO, NO PUEDE SER!!!! ME ENCAJARON A LA MARICONA ESTA DE LAS UÑAS PINTADAS.
-Emm, sí claro, no pasa nada. Yo me quedo con él.
-Mil gracias, Lean. ¡Te debo la vida! Lu, te vas a quedar con el tío. – Le dijo Roxana a su hijo.
-Sí, mami. – Asintió el maricón de mierda.
Yo me quería morir, me habían dejado a cargo de un maricón pesado con voz de putazo que me daba vergüenza ajena. Mi esposa y mi cuñada se fueron con las nenas y nos mantendrían al tanto de lo de mi suegro.
Esa tarde le dije a Lucio que iría a la playa y su respuesta fue:
-Ayy, tíoo… yo te acompaño, no quiero estar solito acá. – Hablaba como si fuese un niñito, está bien que 15 años no es mucho pero era demasiado.
-Emm, bueno. ¡Vamos! – Dije con cero ganas.
Llegamos a la playa, como era tarde había unos lugares libres y me recuesto y Lucio fue al agua, él estaba con unos Speedo, que son una especie de sunga/slip super ajustado que me daba cosita que la gente se diera cuenta que estaba conmigo.
En la playa me empieza a hablar un tipo que me contó su vida, de esos típicos que nunca se callan pero bueno, yo le seguía la corriente. Me comentó su vida y todo eso hasta que me pregunta…
-¿Es tu hijo? – Refiriéndose a Lucio.
-Noo. – Lo miré con cara de rechazo.
-¿Es tu noviecito? – Me preguntó.
-Ehhh, no. Es mi sobrino. – Dije cortante.
-Ahhh. Entiendo. Qué pena… – Me respondió.
-¿Por qué? – Pregunté curioso.
-Porque los putitos esos son máquinas de sexo.
-Ehh, pero, ¿no me dijiste que tenías mujer y un hijo? – Pregunté.
-Sí pero esos son increíbles. No conociste en tu vida lo que es un buen polvo hasta que no te coges a una mariquita de esas. Hacen todo lo que las mujeres se niegan.
Esas palabras me dejaron helado, temblando, no había pensado en tal cosa nunca. Era raro, un tipo casado con hijos que andaba dándole verga por el culo a mariquitas.
-Jajajajaj, bueno. Gracias por la data. – Le respondí desinteresado.
Di por terminada la charla y volvimos a la casa, esa noche fue dura porque en mi cabeza retumbaba todo lo que este tipo me había dicho. Veía el culito de manzana de Lucio, unas curvas gloriosas, un espectáculo de femineidad, 100% lampiño, me quedé pensando cómo sería su pequeñito anito, si ya lo habían estrenado.
En mi estómago no había mariposas, había rinocerontes directamente. Tenía unos pocos días para concretar algo. Poco y nada dormí esa noche pero llegué a la conclusión de que quería probar ese culito de manzana. Yo sabía de lo “deseado” que podía yo llegar a ser para una mujer, no estoy nada mal de cuerpo y me gusta ejercitarme porque me gusta ser deseado pero no sabía si para un putito era igual.
A la mañana siguiente me desperté antes que Lucio, me duché y me puse un bóxer negro, bien sexy y ajustado y bajé a preparar el desayuno. Preparé todo tranquilamente hasta que se despertó la maricona.
-¡Holi tí, tío Leandro! – Dijo timidamente y entrecortado al verme casi desnudo en la cocina.
Mi plan estaba funcionando, le llamé la atención. Lucio estaba vestido con un shortcito amarillo flúor y una musculosa blanca.
-Hola chiquilín, ¿cómo estás? ¡Acá te hice el desayuno! Mira, huevito, quinoa, tomate y espinacas. Estás un poco flácido, tenés que comer más proteína. – Le dije con una muy forzada amabilidad.
-Gracias, tío. Sí, tengo que entrenar un poquito. – Respondió Lucio.
-¡Un poquito bastante! ¡Esas nalgas están bien flojas! – Le dije.
-Ayyyy, no me digas eso tío, ¿te parece? – Me respondió preocupadísimo.
Me mostró su culito pero sin ninguna malicia, mi aliento se cortó en ese momento. No sé pero algo en mí me dijo que lo tocase. Con mis dos manos toqué ese culito que no estaba nada flácido, Lucio se sorprendió, sus ojitos se abrieron todos, yo noté que su corazón empezó a latir más fuerte, sus pulsaciones aumentaron y su respiración también.
-Hay que trabajar acá, eh. – Le dije y le di una palmadita.
Desayunamos con un poco de incomodidad y así pasó la mañana, la tardecita, almorzamos por separado y así. Sin tocar nuevamente el tema.
Esa tarde noche le pregunté a Lucio si quería beber algo.
-Lu, ¿tomas alcohol?
-Emm, no tío Lean, ¿por? – Me respondió.
-¡Andaaa! ¿En serio? Yo a tu edad tomaba un montón. Voy a ir a comprar, ¿no te apetece nada, en serio? No le contamos a tu mamá, secreto de hombres. – Le dije, aún sabiendo que lo de “hombres” era un efuemismo.
-Emm, me gusta el ron con Coca, jiji… – Me dijo Lucio.
-¡Buenísimo! Entonces traigo.
Pasó el tiempo, volví de las compras y le pregunto a Lucio si quería beber algo antes de la cena.
-Jiji, tío bueno… dale. – Respondió con su voz aflautada de mariconazo.
Preparé todo le di para que pruebe.
-Ay, ¡qué rico tío! – Me dijo.
Empezamos a hablar un poco de la vida, me contó qué quería estudiar y dónde, preguntas típicas.
-Y, bueno pero, ¿cómo andan las novias? – Pregunté curioso…
-¿NOVIAS? ¿YO? ¡JAJAJA! AYY, TÍO, QUÉ GRACIOSO. – Respondió Lucio entre risas.
-¿Por? A tu edad es lo más normal. – Acoté.
-Sí tío pero… o sea, ¿no notas nada en mí?
-Emm, sí pero quería que me lo confirmes para no meter la pata. – Respondí tímido.
-Sí tío, soy gay. No pasa nada, jiji.
Me relaje mucho más con esa conversación mientras bebíamos ron con Coca. Desvié la conversación y Lucio me contó que a los 12 hizo su primera mamada a un chico de su colegio que tenía 16, a los 13 perdió la virginidad con un chico de 17 años, me contó con lujo de detalles cómo se dilataba, como se pasaba la vaselina, que le encantaba ser pasiva, que lo traten como una puta perra sin dueño. Yo oía todo incrédulo, mi verga estaba durísma.
-Bueno, jejeje… también con mi ex hicimos un trío con su mejor amigo, fue buenísimo pero, no vayas a pensar que soy una cualquiera, ¿te cuento con detalles? – Preguntó entre risas.
En ese instante me paré y le dije.
-No, bebé. Si me cuentas algo más me va a explotar… – Le dije a Lucio señalandole la terrible erección que me habían dejado sus historias.
-¡Aia, tío! – Respondió Lucio mientras se quedó tieso.
Obviamente el maricón ni se había imaginado que me estaban excitando sus palabras, para él era algo gracioso que me contaba pero no.
-Gracias por las imágenes mentales, ahora me voy a clavar una rica paja, sobri. – Le dije buscando otro tipo de respuesta.
-Ayy, no tío… ¿cómo vas a desperdiciar esa lechita en una paja? – Me dijo con una voz de marica que nunca me la voy a olvidar.
-Sí, bebé. No se me ocurre otra cosa, ¿y a ti? – Pregunté babosamente.
-Uyyy, tiii… se me ocurren tantas, jiji.
Tomé la mano de Lucio y la puse encima de mi bulto erecto, la toco un poco sobre la ropa y nos dimos un besote de lengua con terrible pasión contenida, toqué salvajemente el culo de mi sobrinito putito.
-¿Alguna vez te cogió alguien de mi edad, putita? – Le pregunté mientras agarraba su cara con mi mano derecha.
-No tío, ¿te gustaría ser el primero? – Preguntó suciamente.
-Claro mi vida. – Respondí.
-Vamos a mi cuarto, tío. – Dijo Lucio.
De la mano me llevó hacia su dormitorio y me senté sobre su cama de adolescente y me quité mi short dejándome el bóxer para para que Lucio me lo quite.
Acto seguido, Lucio se quitó su short femenino dejándome ver que llevaba puesta una tanguita negra que se le metía entre la raja. ¡Qué pedazo de culo! Era un espectáculo esas nalgas redondas, se notaban que la comían toda hasta el fondo.
-¡Qué culo mi amor! – Mencioné.
-¿Te gusta tío? ¿No está flácida? – Me preguntó Lucio.
-No, bebé. Está perfecta para reventarla a vergazos. – Respondí.
-Ufff, tío… ¡Qué rico!
Empecé a besar el orto de mi sobrinito maricón, lo olfateaba buscando algún mal olor de forma inconsciente pero tenía aroma a sexo, a perra en celo.
-Así que usas tanguita, bebé.
-Sí, me siento más libre tío…
-Ufff, qué reverenda puta. – Dije.
Fue ahí que Lucio se acercó a mí y me dijo al oído:
-Tío, tratame como quieras, como gustes. No tengas miedo ni piedad, estoy para complacerte, tu goce es mi goce.
Sonreí y le di una pequeña cachetada y se arrodilló ante mí, mientras yo estaba sentado en su cama. Con sus manitas de adolescente Lucio dejó salir mi polla toda erecta, sudada y mugrosa de ácido precum proveniente de mi gran testosterona de macho.
Era la primera vez que me iba a coger a una persona que no fuese una mujer pero Lucio es tan femenino que ni cuenta me di hasta que vi su pitito.
Lucio alzó sus manos para tocar mis duros pezones mientras me la demoraba hasta el fondo, su boquita se la tragaba entera, sus labios cubrían sus dientitos con ortodoncia y sus ojitos miraban como un macho como yo disfrutaba de la mamada de una perrita maricona como él.
-Ufff, see así bebé, ¿te gustan las vergas de los machos? – Preguntaba yo mientras Lucio la mamaba.
-Uhummm. – Respondía el maricón.
La chupó un rato largo, la comía entera, ninguna mujer me la había comido entera pero él la tragaba como una loca.
-Glup, glup, glup, glup. – Era lo único que se oía.
-Seee, bebita, así, así le gusta al macho. Complace a tu macho, putita.
Cuando le dije eso Lucio empezó a mamarla más rápido, lentamente puse mi mano sobre su cabeza y lo tomé por sus pelos y lo separé de mi verga.
-¡Chuuuuu! – Le escupí en su cara de puta.
Correaba mi escupitajo espeso sobre la carita de Lucio.
-No me imaginaba que eras una puta de mierda, Lucia. – Le dije cambiándole el género.
-Soy una perrita sin dignidad, tío. – Me respondió sacandola le lengua.
Tomé a Lucio de su cuello y le ordené que me dijera que él es una puta sin dignidad.
-Soy una putita sin dignidad, tío.
Fue ahí que me puse un poco violento y le propiné una gran bofetada a Lucio con toda mi mano abierta la cual quedó marcada en su carita y hasta lo hice lloriquiar un poquito. Lo levanté con desdén del pelo de su cabeza y le dije.
-Ponete en cuatro y te abres el culo que es una orden.
Sin ningún tipo de reparo Lucio lo hizo y yo enterré mi boca en sus nalgas, Dios mío, ni un pelito, nada, 100% lampiño natural. Este fue el mejor regalo de mi vida.
Chupé ese orto como si fuese la concha más deseada del mundo, mi lengua recorría el recto del pequeño Lucio, que con 15 añitos ya era una zorra arrastrada e inmunda.
Puse a Lucio en cuatro con el culo bien empinado y abierto, abrí sus nalgas y se la refregué por la puertita del ano. Ufff, hace tanto que no tenía sexo anal que estaba como loco para enterrar mi venosa y húmeda verga en ese culo.
-Tío, tengo preservativos… – Me dijo preocupado.
-¿Preservativo? A las putas regaladas se las coge a pelo. – Dije y le enterré todo mi falo en su cavidad anal.
-AAAAAYYAAAA, no, tío, no así no. – Decía Lucio.
-Puta callate, no grite. Dije y le pegué en la boca.
Tomé mi bóxer sucio con olor a verga y se lo pase por la cara para que huela el olor a huevo de hombre.
-Cometela toda, puta, así, a pelo, toda entera. – Le decía al oído.
-Ayyy ayyy ayyy ayy… – Gemía la puta de Lucio.
Bombeé ese culo por unos cuantos minutos mientras manoseaba todo el cuerpito de mi sobrinito maricón. Se movía como una puta perra loca, me.
-Cabalgame bebé. – Le pedí.
-Mmm, sí tío. – Accedió de inmediato.
Me tumbé en su cama y Lucio incrustó mi verga en su orto que ya estaba más abierto que nunca y empezó a moverse.
-Ummmm, tíiii. – Decía mientras meneaba su orto con mi verga dentro.
-¡¡¡Más fuerte, puta de mierda, demostrá lo puta que sos!!! – Grité
Las piernitas de Lucio se movían divinamente hasta que AHHHHHH…
-AAAAAAAAAAGGGHHHHHH SEEEE PERRITAAAAA, SEEEEEE!!!!
Todo el recto de Lucio se inundó de mi esperma bien espeso mientras el peque seguía moviéndome el culo.
-UMMMM, TÍO QUÉ RICO, VOY A SER LA MAMÁ DE TUS HIJITOS.
-Seee, mi amor. – Dije derretido de placer.
Todo el ano de Lucio quedó lleno de mí, nos habíamos apareado como dos animales pero por pura lujuria. Nunca había llenado un culo de leche de esa forma tan abusa.
Esa noche fue hermosa, nos quedamos dormidos todos sucios los dos, nos despertamos después, nos duchamos juntitos, me hizo una rica paja con sus piecitos. También hicimos el amor lentamente, él totalmente vestida de mujer pero no pudimos seguir haciendo nada porque mi cuñada y mi esposa volvieron, que con el viejo no había pasado nada.
Quiero seguir culeándomelo pero no tengo cómo aunque ya me las arreglaré.
Espero sus comentarios y sugerencias. ¡Un abrazo!
Excelente relato hermano, lógicamente besarse con un machito es de gay pero mi curiosidad es por tus hijas… Dejarías que las admiraramos…?
gran relato como sigue
Como sigue?
Uff que delicia de relato, necesito mas.
No sabes lo cachondo que me he puesto mientras leía el relato… has conseguido que me excite tanto que me saliera un montón de presemen, antes de correrme.
Me encanta la inocencia de Lucio, hace todo lo que su tío le dice con alegría y ilusión. Me parece muy excitante y caliente.
Uff tengo la polla durisimaa…. estoy super cachondoooo…. necesito mas de esta historia…
como sigue?
Has conseguido excitarme con tu historia… espero que la continúes.
Necesito mas de esta historia, me pone muy hot 🔥🔥 como sigue?
Que delicia…. Lucio es toda una putita hambrienta de verga. Necesito más