Mi tío delincuente (30) y yo (6): la escuela
Mi vida con mi tío continúa, ya soy un puto respetado en la comunidad, pero llega el inicio de clases y un nuevo invitado cambia las reglas del juego, ¿qué nos deparará el destino? Disclaimer: este texto tiene escenas de sexo fuerte con menores, si no le gusta este contenido pase de largo. .
Después de ese primer trío la primera semana de enero, la rutina con mi tío Raúl era la siguiente: lo tenía que despertar, desnudo, con una chupa de pico. Esa esa mi primera leche del día. Al despertar escogía uno de los plugs anales, que Claudio nos regaló, para que usara durante el día. Cuando se levantaba tenía que ir a la cocina a preparar su desayuno. Después tenía que entrenar durante una hora en el patio desnudo con el plug dentro de mi recto. Mi tío siempre me supervisaba y aveces hasta me grababa. Después me follaba o me daba de mamar, luego el almuerzo, la siesta y el resto del día.
Así era más o menos mi día a día. Atender a mi tío. Drogarme a veces. Follar todos los días. A mis seis añitos ya me encantaba la pichula (pene) y tenía gran aguante. Los días jueves, Claudio el dealer de mi tío nos pasaba a buscar en su auto con los vidrios polarizados. Adentro me sacaban la ropa y ponían un jockstrap negro que realzaba mi culito redondito. Gracias al ejercicio diario y a la droga -habían días en los que ni mi tío ni yo tomábamos bocado- mi cuerpo era el de un pequeño dios griego. Todos los jueves Claudio nos llevaba a diferentes casas a fiestas de unos 15 a 20 hombres, en las cuales siempre se subastaban unos 8 a 12 niños. Yo siempre era el más chico de todos y a la vez el más osado. Cuando nos compraban teníamos que hacer lo que nos pidieran y yo era el único que siempre decía que sí, con una sonrisa y sin llorar. Las fiestas duraban hasta el domingo y las subastas se repetían cada doce horas. Por todo lo que dije por mí siempre pagaban grandes sumas de dinero, por lo que mi tío dejó de salir a “trabajar” (robar casas deshabitadas por ahí) y nos quedabamos en la casa en nuestro jardín del edén personal. De mi mamá nunca más supimos, nunca más llamó, nunca más nos escribió.
Yo hubiese sido feliz siguiendo esa rutina pero llegó el fatídico cinco de marzo. El primer día de clases en la escuela primaria. Como tenía seis años tenía que entrar a primero básico. Mi tío me compró todo nuevo y de marca.
-Tení que andar de pana po pendejo y ya sabí ya, al primer weón que intente pasarse de vio’ con vo lo agarrai a combos como prácticamos, ¿ya?
Ese fue el consejo que mi tío Raúl me dió el primer día de clases. Los meses pasaron lentos. La escuela me aburría. Mis compañeros no me interesaban. Menos me interesaban las materias que teníamos que cursar. Lo único que me gustaba era educación física y el equipo de fútbol con el que jugábamos todos los días. Todo iba normal hasta que dos hechos cambiaron el curso de mi historia para siempre.
Lo primero es que como las fiesta seguían siendo los días jueves, yo faltaba todos los viernes a clases. Mi tío inventó que era porque viajaba a ver a mi mamá al sur. Todo el colegio creyó la mentira menos mi profesor jefe, el profesor de deporte, el profe Miguel. El desconfiaba porque los lunes nos tocaba educación física a la primera hora y como yo siempre andaba con la caña participaba con menos ánimos de las actividades y a veces ni siquiera jugaba a la pelota. Una actitud totalmente distinta a la de los días jueves cuando era el primero en hacer todas las actividades en la clase de deporte.
Pero lo segundo fue lo que marcó la diferencia. Como ya les dije todos los días tenía que despertar a mi tío con una mamada y este escogía un plug para que usara todo el día. Sí, todos los días, yo, un nene de seis años, iba al colegio con plugs de hasta 18cm insertados en mi recto. Un día jueves de Julio en la ducha post deporte, el profesor Miguel nos hizo “un chequeo corporal” y fue despachando uno a uno a los alumnos de las duchas. Por una razón arbitraría yo quede al final. Estaba verdaderamente asustado, ese día llevaba un plug azul metálico de dieciséis centímetros y sabía que el profe lo iba a encontrar.
-Al fin solos señor Miranda -me dijo el profe cuando me tuvo desnudo frente a él- déjeme revisar como va creciendo, para tener seis años tiene un cuerpo bien desarrollado, ningún pelo aún pero sí hartos músculos y, ¿a ver?¿Qué tenemos aquí?, dijo cuando hurgando en mi culito encontró la base del plug azul, lo sacó con fuerza haciéndome gemir, sus ojos cambiaron de expresión y durante unos minutos me puso sobre sus rodillas y jugó a sacar y meter el plug de mi culito.
-Ya sabía yo que algo raro pasaba con vo’h cabro chico. Dile a tu tío que me espere mañana a las cuatro contigo. Que no se le ocurra hacer ni una wea, porque sino lo voy a re cagar, ¿entendiste maricón culiao? Ahora vístete y andate al recreo. Ni una palabra a nadie que no sea tu tío weón. Ya partiste -terminó su amenaza dándome una bofetada que me dolió un poco.
Me asustó la forma en la que el profe Miguel me miró y habló. Él, a sus veintiocho años, con un metro setenta y nueve, blanco y musculoso, con sus ojos verdes, vestido siempre en su buzo adidas era sereno y amable con todos nosotros. Todo el mundo lo adoraba y no entendía como era capaz de hablarme así.
Llegué a la casa casi llorando. Mi tío me preguntó que pasó, ya a esa hora se estaba preparando para la fiesta de la noche. Le conté lo ocurrido, puso cara pensativa, llamo al Claudio avisando que no iríamos esta noche. Me mandó a hacerme un buen lavado y a entrenar. En su cabeza ya tenía solucionado el problema del profe Miguel.
Llegó el día viernes y tampoco fui a clases. Después de la rutina de siempre mi tío me mandó a bañar, a reforzar el lavado y a echarme crema en todo el cuerpo. A eso de las tres me puso un pequeño jockstrap, un collar negro al cuello y me amarró a la mesa del comedor. Sobre la mesa habían porros de marihuana armados, pipas de pasta base cargadas, gruesas líneas de cocaína, cervezas e implementos para tomar pisco, whisky y ron. Tío andaba de buzo sin polera. La estufa estaba prendida.
Justo a las cuatro de la tarde sonó el timbre. Era el profe Miguel, yo tenía vergüenza de que me viera así, pero no reconocí al hombre que entró por la puerta. Sin duda era el profe Miguel, pero como si lo hubiesen cambiado de personaje: vestía bototos negros, patalones de camuflaje, una chaqueta con la bandera de Estados Unidos y en su rostro solo había perversidad. Al verme amarrado a la mesa casi desnudo se le formo una sonrisa en el rostro.
-Y bueno po’h Migue, ¿que vai a querer? Todo en la mesa está pa compartir, era la voz de mi tío detrás del gran cuerpo musculoso del profe Miguel.
-Ya po compadre, voy por sus sakesitos (cocaína), aceptó el profe Miguel jalando dos gruesas líneas por su nariz, ahora a lo que vine po’h Raúl, dijo el profe Miguel sentándose con las piernas abiertas en el sillón frente a la mesa.
-Así me gusta, directo al grano. Descubriste a mi pequeño maraquito, por lo que me contó, este cabro chico lo estoy usando de puta pa mantenernos y le doy pico todos los días, a veces le meto jale (cocaína) o pasta pa pasarla mejor y eso es lo que pasa en esta casa. Pa que te voy a mentir. Ahora que ya sabí todo, dime, ¿qué queri?, remató desafiante mirando directo a los ojos del profesor.
-Oh weón, sabía que algo pasaba, pero no creí que fuera tanto, sí el José tiene seis no más, ¿o no? Pero bueno weón, como fuiste claro, voy a ser claro, quiero una putita aguantadora.
-No vai a encontrar otra más aguantadora que mi sobrinito José, le han entrado hasta 27cm y los recibe sin….
-No, no voy a ese tipo de aguantadora weón, mira -dijo el profe Miguel sacandose la chaqueta y la polera, mostrando un torso marcado y lleno de tatuajes, resaltando un aguila calva en los pectorales y un simbolo nazi gigante en medio de su estómago- como vei soy nazi y disfruto de hacer cagar a weones inferiores como el maricón de tu sobrino. Así que eso quiero, que me dejí todo el día y la noche a tu sobrino pa jugar con él.
-jajajaja la media vola weón, dijo mi tío fumándose un pipazo de pasta, te lo dejo po’h, la única condición es que me lo dejí vivo y sin heridas que me hagan llevarlo al hospital. Cagaste cabro chico, te tocó un cliente difícil parece, Migue, podi sacar lo que querai de la mesa, pasala bien. Y así pipa en mano mi tío me dejó de frente al musculoso profe Miguel.
-Ya maricón culiao, ahora soy mío, soy tu amo y señor, de esa forma vai a tener que dirigirte a mí, harás lo que diga y aguantaras mis caprichos ¿entendiste, basura inútil? -me aclaraba mientras su bototo derecho presionaba mi cara de niño contra el piso. Luego de patearme en el estómago jalo dos líneas más de coca y me desató de la mesa.
-Lustra mis bototos con tu lengua, basura infantil. Obediente, de rodillas, cabeza gacha comencé a lamer sus bototos negros. El profe Miguel, mi señor, tenía sus musculosos brazos detrás de su cabeza, me miraba despectivamente, me escupía de vez en cuando, a veces me tiraba del pelo y me pegaba bofetadas insultándome. Yo tenía miedo, el cuerpo me dolía, pero mi verguita de niño estaba dura a más no poder.
-Mira como teni el pico parao maricón, así es como son ustedes, les encanta que los pongan en su lugar, vamos a probar esa boquita a ver si está bien entrenada. Se puso de pie, se bajó los pantalones de camuflaje y sacó un pico erecto de 20 centímetros. Me agarró fuerte del pelo, me dio un bofetón y de una penetró mi boca a un ritmo desenfrenado. Me ahogaba con ella, apenas podía respirar, botaba una mezcla espesa mezcla de saliva y bilis, pero disfrutaba de ser usado por un macho así. Bien cabrito chico, hace rato que no me la aguantaban así, tu tío me dijo que drogadito funcionai mejor, veamos si es cierto. Dicho eso me pasó una pipa de pasta base llena y me hizo fumarla mientras se sacaba la ropa. Di tres pipazos que me dejaron en saturno muy caliente deseando verga, deje la pipa a un lado y gateando intenté ponerme a mamar a mi señor, mi dueño, mi macho.
-Calma mariconcito -me detuvo con sus pies en mi cara- primero chupa mis pies.
-Sí señor, dije mientras desaforado devoraba sus pies gigantes con mi boca infantil.
-Eso puta, demuestra lo que eri, bien maraca te quiero -dijo poniéndose de pie- veamos cuanto aguantai po. Me levantó del piso con la correa que tenía amarrada al cuello dejándome unos momentos sin respiración. En dos minutos ya me tenía amarrado a una viga, me quitó el jockstrap y me dejo al aire libre con mi verga erecta. A penas podía respirar y del miedo me oriné encima.
-jajajajaja aún ni empezamos y ya te estai meando del miedo mariconcito -luego se echó mi verguita erecta y aun orinando a su boca, bebiendo mi blanco chorro de pichí- uff que delicia. Pero ahora viene lo mejor. Sacó su cinturón y con él me comenzó a pegar.
-Eso putita, así se tienen que marcar los maracos, vamos llora, dejame disfrutar de tu humillación, nadie va a venir a salvarte -decía entre azote y azote, pasado un rato una voz nos interrumpió.
-Bien cagaito de la cabeza me saliste Migue, ta bien si oh, tomemonos unas chelas y después seguimos, que me quiero unir a la fiesta.
Me dejaron amarrado a la viga aún sollozando. No sé cuánto tiempo pasó, solo sé que me quedé dormido y mi tío me despertó suavemente.
-Lo siento cabro chico, no quería dejarte con ese enfermo, pero tenía que pasar piola primero. Uste sabe mi rey que yo lo quiero y no dejó que le hagan daño. Venga arriba que le tengo una sorpresa.
Me tomó en su brazos y me llevó a la pieza principal, en ella estaba el tío Claudio jalando y el profe Migue amarrado de pies y manos a la cama con un bozal en la boca.
-Mire mi niño precioso, ahora con el tío Claudio nos vamos a vengar de todo lo que este loco le hizo, ¿ya mi bebé precioso? Usted miré no más.
El profe Migue parecía medio dormido, una cámara apuntaba directo a la cama y mi tío le metía un palo por el hoyo al profe Migue.
-Tío, ¡no! Por favor para, yo estaba disfrutando del profe Miguel.
Mí tío quedo en shock, el tío Claudio también y desde la cama, semi conciente, el profe Migue alcanzó a decir:
-Ven, si todas las putitas son iguales, ahora sueltenme y aprovechemos este regalo que tenemos aquí.
P.D: Gracias por sus comentarios, estos me motivan a seguir escribiendo esta saga. Ahora tengo una duda, ¿les gusta que vaya subiendo la intensidad del sexo o prefieren que lo mantenga más soft? Depende de sus respuestas seguiré con el siguiente capítulo.
rico
No necesariamente soft.
La intensidad de ahora está bien.
Ohhh! jajajaja menos violencia!!! mejor los anteriores
A mi me gusta el sexo, pero no el sado, esa wea no es sexo
Super buenos tus relatos, mil pajas, gracias a ti. Me gustaría más fuerte esos relatos, hoja algo en grupo una fiesta, o una de esas subastas que mencionaste.
Saludos.