Mi vida en incesto – Cap. 3.1 – Comenzando una relación con mi hijo Noah
Después de nuestra primera vez, me convierto en la puta de mi hijo .Mi vida en incesto – Cap. 3.1 – Comenzando una relación con mi hijo Noah
Ya han pasado más de 6 años de la primera vez que tuvimos sexo con mi hijo y, al recordar como siguieron esos primeros días, no puedo evitar mojarme y excitarme, no puedo dejar de desear tener a mi hijo nuevamente dentro mío. Así que voy a tener que suspender momentáneamente la escritura para que me coja mi hijo, así puedo escribir más tranquila. En un rato vuelvo…
Ahora sí, ya más relajada después de casi dos horas cogiendo con mi amor, mi hijo, y luego de haber tenido varios orgasmos vaginales y anales, comienzo a contarles como sucedieron las cosas después de nuestro primer encuentro.
Obviamente después de ese momento íntimo donde mi hijo perdió su virginidad cogiéndome, lo tenía como un perrito faldero detrás de mí abrazándome y expresando su cariño de forma muy efusiva, sin dejar que yo pueda realizar las tareas de la casa o de mi trabajo.
Por cierto, en ese momento yo ejercía la odontología y tenía mi propio consultorio en un edificio céntrico de la ciudad de Bahía Blanca, en la calle Alsina, a cuadra y media de la plaza central.
– Hijo, necesito hacer las cosas que me quedaron pendientes y si estás pegado a mí así como estás ahora, no puedo hacer nada
– Perdón mami, pero lo de hace un rato… me encantó. Quiero hacerlo otra vez
– Mi amor, a mí también me encantó, muchisimo, pero vas a tener que calmarte un poco. Entiendo tu ansiedad, pero si estás así de cargoso cuando esté tu papá presente va a sospechar. Y no podemos hacer nada cuando él esté en la casa. Lo sabés bien eso ¿no?
– Si mami, lo sé
– Está bien, se buen hijo y ayúdame a terminar con las cosas de la casa. Andá a ordenar tu cuarto y después el comedor. Si lo hacés rápido y bien, después vas a tener una recompensa linda
Se acercó por detrás mío y levantando la falda de mi vestido, me dio un chirlo en mi cola tan fuerte que resonó en toda la cocina, dejándome su mano marcada en el cachete izquierdo de mi culo. Realmente sentí un ardor tremendo cuando lo hizo, pero contrariamente a enojarme, sentí que la puta que estaba dormida hacía ya varios años, desde que murió mi papá y mi hermano se fue a vivir a España, se despertó con ese golpe en mi culo. Ese ardor que sentí recorrió mi cuerpo de una forma inexplicable, haciéndome tiritar y generando inmediatamente que mi concha se llene de flujo, haciendo que mi tanga se moje en el instante.
Y saliendo casi corriendo de la cocina, mi hijo se fue a hacer lo que le dije.
Al ver que en un rato ya tenía todo que le había encomendado hecho, le pedí que me ayude con otras tareas, prometiéndole una recompensa por su gran ayuda.
Para las 6 de la tarde ya teníamos todo ordenado. Y obviamente mi hijo reclamó su premio. Lo tomé de las manos y nos fuimos a la ducha, comenzando a desvestirlo mientras él, sin preguntar, comenzó a apretar mis tetas y mis pezones que ya estaban durísimos, bajando los breteles de mi vestido y comenzando a chuparlos de forma desesperada.
No hizo falta decirle que hacer, ya con la clase de sexo que habíamos tenido horas antes, había comenzado a aprender lo que me gustaba y cómo hacerlo, así que mientras se prendió de mis pezones, con una de sus manos, corriendo mi tanga por el costado, comenzó a masajear mi clítoris erecto, pasando sus deditos por entre los labios de mi concha, que ya estaban repletos de flujo, haciéndome gemir del placer y el morbo que me generaban los masajes en mi zona íntima y el chupeteo de su boca en mis tetas.
Tuve que separarlo y terminar de desvestirnos para meternos en el yacuzzi de mi habitación, ya que si bien teníamos un par de horas hasta que venga mi marido, quería aprovechar el tiempo que teníamos para disfrutar con mi hijo.
– Mami, que hermosa que sos
– Gracias bebé, me gusta que te guste mi cuerpo
A decir verdad, realmente tenía en ese momento (y aun lo tengo) un cuerpazo modelado por el ejercicio y la buena alimentación que siempre procuré mantener en nuestro hogar. Realmente tenía unas tetas firmes, con la clásica forma de peras, con un tamaño creo que ideal, ya que no son ni pequeños ni tampoco gigantes. Además, mi vientre totalmente plano y un poco marcado en los abdominales, mis caderas en sintonía con mi cuerpo, una cola parada y dura, con unas piernas super estilizadas. Asi que realmente mi cuerpo es muy lindo, o al menos a mí me gusta muchísimo.
– Vos también mi amor sos muy lindo y cuando termines de crecer, vas a ser mucho mas
– ¿En serio mami crees que lo soy?
– Por supuesto mi amor. En serio que sos muy lindo
Y realmente lo es. Mi hijo, si bien en ese momento no tenía un cuerpo desarrollado, era un nene muy lindo con bellísimas facciones.
– Vení, vamos al agua
Y tomándolo de la mano lo llevé adentro del agua apenas tibia y que ya burbujeaba. Nuevamente comenzamos a besarnos con mucha pasión, siendo nuestras lenguas y manos las que habían comenzado a hablar por nosotros, recorriéndonos cada parte de nuestro cuerpo, disfrutándonos con cada lamida, chupada, caricia y pellizco.
Los dedos de su mano derecha rápidamente se introdujeron entre los labios de mi conchita que no dejaba de destilar flujo mientras su lengua no dejaba de estrujar mis tetas y mis pezones haciéndome delirar del morbo y placer de que sea mi pequeño hijo de 12 años quien profanaba incestuosamente las partes más íntimas de mi ser.
– Así bebé, no pares, seguí tocándome así
– Me gusta cómo se siente tocarte ahí mami. Estas toda mojada y se siente super suave y resbaloso
– Y si mi amor, como no voy a estar así de mojada si me estás volviendo loca con tus dedos dentro mío y como me chupás mis tetas. Pero ahora mami va a ser algo para vos
Y arrodillándome en el yacuzzi pude sentir el agua tibia como mojaba mis piernas y hasta mi cintura, apoderándome con mis manos de la pija dura de mi hijo, que así como yo estaba mojada, el falo estaba bañado de líquido preseminal. Esa pija hermosa, grande y gruesa, bastante más grande y gruesa que la de mi marido, me la introduje en la boca sin dudarlo, saboreando ese líquido en mi lengua que inundó mi paladar.
Comencé a hacerle una chupada cómo lo había hecho horas antes, introduciéndome su pija hasta lo más profundo, chocando con mis labio su vientre, sintiendo como su pene pasaba los límites de mi campanilla. Por Dios… como extrañaba sentir esa sensación de ahogo en mi garganta cuando chupaba una verga grande. Y así como lo sentía diariamente con mi papá o mi hermano, nuevamente sentía esa sensación placentera de ahogo con la pija de mi bebé, mi hijo, que claramente había heredado el tamaño de su miembro de mi papá, nuestro papá.
Y así continue chupando ese palo duro, jugoso, hermoso y suave mientras las manos de mi hijo me tomaban por la cabeza presionando para llegar hasta lo más profundo. Pero si bien me encantó el sabor de su semen y me generaba mucho morbo saborearlo y tragarlo, quería sentirlo dentro mío, en mis intestinos. Así que me separé de él, me giré y apoyándome sobre el borde del yacuzzi, le ofrecí mi cola que ya estaba deseosa de sentir como mi esfínter seiba a abrir ante su verga, por lo que me abrí las nalgas mostrándole mi agujerito del culo.
– Tu pija la quiero aquí adentro de mi cola
– Mami, tenés un culo hermoso. ¿En serio puedo cogerte por tu cola?
– Por supuesto mi amor, es tuya desde hoy, desde este momento, es toda tuya. Y para que sepas, tu papá nunca me lo metió por ahí.
– Te amo mami, te amo
– Y yo a vos hijo. Sos lo más hermoso de mi vida
Sólo para aclarar. Si bien mi hijo es fruto de la relación con mi papá, ni mi marido ni mi hijo lo sabían en ese momento.
Siguiendo con el relato, me incliné bien sobre el borde de la bañera levantando lo más que pude mi cola, poniendo un poco de mi saliva con mi mano en mi esfínter, lo guie para que acerque su pene a mi cola y sintiendo la presión que comenzó a ejercer con su glande, pude revivir las sensaciones que hacía años que no sentía con mi papá o mi hermano cuando me cogían apoderándose de mi culito.
– Despacio mi amor. Hace mucho que mi cola no se usa y tu pija es muy grande. Sacala un poquito y lubricala con tu saliva para que entre mejor
Y apuntando con sus labios, acertó justo en mi esfínter con su escupida cuando su pija salió un poquito, sólo para volver a meterlo dentro.
Dicen que los músculos tienen memoria. Y eso lo pude comprobar por cómo se estiraba mi culito ante la penetración de la pija de mi bebé, sintiéndola como muy rápido llegó hasta el fondo de mis tripas, generándome un placer que ya casi no recordaba desde la última vez que mi cola la había utilizado mi hermano hacía ya varios años. Pero un placer que se incrementó exponencialmente, haciéndome gemir como la puta que había sido en mis años de adolescencia con mi papá y mi hermano, resonando en todo el baño y seguramente también se escuchaban en toda la casa y desde afuera seguramente, mientras no paraban de escucharse ese plaf plaf plaf plaf plaf de su vientre chocando contra mis nalgas.
– Aaaaaaaah, aaaaaaaaah, aaaaaah, siiii, siiii, siiii, asiii, aaaaaaaah, aaaaaah, por dios, asiii siiii hijito, no pares, no pares, me encanta, te siento muy adentro, siento que tu pija me llega hasta el pecho mi amor, así, así, no pares
– Mami, tu culito me aprieta mi pija mucho, me encanta mami, aaaaaaah, aaaaaaaah, siiii siiii mami ya quiero acabar dentro tuyo
– Aguanta un poquito mas mi amor, no pares por favor, no pares mi vida, cogeme toda, cogeme, cogeme fuerte
Cerré mis ojos concentrándome en las sensaciones que me generaba cada embestida y como su glande y toda su pija recorría y rozaba las paredes de mis intestinos, haciendo que se intensifiquen mis sensaciones de placer, cuando pude sentir además que mi hijo me abrazó con una de sus manos llegando a mi clítoris, apresándolo con sus dedos mientras que recorría los labios de mi vagina que era un charco de flujo, intensificando aun más el placer que estaba a punto de desencadenarse en un orgasmo anal maravilloso.
– Aaaaaaaah siii, siiii, así, así, tocame mi amor, tocame y cogeme, cogeme bebé, cogete a la puta de tu mami, porque soy tu puta mi amor, sólo tu puta hijito mío, haceme acabar y llename mis tripas con tu semen, quiero sentir tu lechita en mis intestinos mi amor, así, así…
No terminé de decir eso que se separó un poco de mí sin sacar su pija de mi interior y sentí como comenzó a darme chirlos muy fuerte en ambos cachetes de mi cola, sonando, además de sus envestidas corporales otro plaf plaf plaf de cada nalgueada que me daba
– Entonces si sos mi puta, te voy a tratar como mi puta mami, desde ahora y para siempre vas a ser mi puta personal y este culo es sólo mío, ¿escuchaste?
– Siii mi amor, soy tu puta, solo tuya bebé y este culito es tuyo y de nadie más, pero seguime cogiendo por favor mi amor, quiero seguir sintiendo como tu pija entra y sale de mi cola… Aaaaaah siii, siii hijo, siii, cogete el culo de mami así… más fuerte bebé, que el culito de mami aguanta
– Que puta que sos mami, pero te voy a convertir en la mas puta de todas. Sos mi puta ahora, ¿te queda claro?
Plaf plaf plaf plaf resonaban sus chirlos en los cachetes de mi cola mientras no paraba de penetrarme más y más.
Podía sentir el calor que me generaba el ardor de esos tremendos chirlos que mi hijo me estaba dando mientras me cogía bruscamente. Sus golpes resonaban en el baño, pero mas resonaban dentro de mi cuerpo, dentro de mi mente, dentro de mi alma, generándome una sensación de pertenencia, como una vez había sido de mi hermano y de mi papá, ahora mi concha, mi ano, mis tetas, mi boca… todo mi ser, le pertenecían a mi hijo. Era suya, completamente suya. Así lo sentía y así me había entregado a partir de ese momento a sus caprichos, a su antojo, a sus deseos carnales y claro está, que mi hijo, Noah, aprendió muy rápidamente a ser mi amo, a ser mi dueño, y yo a ser su esclava, su puta sumisa para satisfacerlo en todo lo que él desee hacerme.
Siguió cogiéndome y con cada arremetida sentía dentro mío que el placer se incrementaba. Sabía que pronto iba a acabar en un orgasmo como hacía años no experimentaba y mi hijo, mi amo, mi dueño, lo supo por el ritmo de mi respiración, gemidos y jadeos
– ¿Ya vas a acabar puta?
– Si mi amor, estoy por acabar, llename mi culo de tu lechita por favor… haceme acabar
– Puta, todavía no vas a acabar, no hasta que yo te diga que podes acabar, sos mi puta y yo tu dueño y ya sabés que desde ahora vas a hacer lo que te diga putita ¿me entendiste?
– Pero mi amor…
– Que no vas a acabar todavía puta, ¿no entendiste?
Plaf… resonó mas fuerte en mi culo un chirlo que me generó un ardor como no había sentido todavía. Pero lo que me sorprendió es que ese ardor se transformó en la cuota de placer que necesitaba para llegar al orgasmo que ya no había forma de detener, por más que intentaba complacer a mi hijo, mi dueño, para retrasar mi acabada
– No aguanto más mi amor… necesito acabar… por favor… dejame acabar…
Y sintiendo como sus embestidas se hicieron mas fuertes, me agarró con ambas manos de mis caderas, acelerando sus embestidas con fuerza contra mi esfínter, él también acabó llenándome de su semen muy profundo en mis intestinos
– Aaaaah, aaaaaah, siii, siii puta, siiii…
– Siii mi amor, siiii llename de tu lechita mi culito… dejame todo adentro
Hacía como cinco años que mi cola no era usada como depósito de semen. El último fue mi hermano el día que se fue a vivir a España y desde ese momento, mi culito no volvió a ser usado ya que ese era terreno vedado para mi marido y estaba sólo destinado a ser penetrado, cogido y llenado del semen exclusivamente de mi hermano y mi papá en su momento, y ahora del de mi hijo. El calor de su semen en el interior de mis intestinos se expandió por mi vientre, generándome oleadas de un placer que extrañaba y que ahora era consciente que necesité todo este tiempo.
– Mi amor… no te das una idea de lo feliz que me siento de tenerte dentro mío, de que tu pija siga clavada en mi cola como lo está y de que me hayas regalado tu lechita para dejarla bien adentro
– Putita, esto fue increíble. Nunca me imaginé que podía sentir algo así. Me encantó, mucho. Todos los días quiero cogerte y en todos lados. Y mas vale que no se te ocurra decirme un no, porque sos mí puta, sos mía y te voy a coger siempre
– Claro que sí mi amor, soy tuya, toda tuya…
Pero había algo que había cambiado claramente desde la tarde. Cuando cogimos por primera vez horas antes, era un niño de 12 años, tímido, que no sabía bien que hacer. Pero este niño de 12 años que me acababa de coger por mi ano, claramente se había transformado en otra persona, en una persona demandante y controlante… se había convertido en mi dueño y yo en la puta de su propiedad.
Sentí como sacó su pija de mi ano, girándome y haciéndome arrodillar, puso su verga a la altura de mi boca. Claramente ya sabía sus intenciones y deseos. Y como una buena puta obediente, hice lo que tenía que hacer
– Así puta, así… chupame la pija… dejala bien limpia
Mi boca se apoderó de esa verga que me tenía loca de excitación y deseo, y mi lengua no dejó de masajearla, limpiando los restos de semen que le habían quedado, recorriéndola desde la base hasta el glande, mientras mi amo me agarraba de los pelos y me presionaba para que su pija llegue hasta mi garganta, ahogándome nuevamente como lo había hecho al principio, pero el ahogo era tal que intenté retirarme. Mi dueño no lo permitió y me presionó aun mas fuerte para mantenerme en esa posición de sumisión, hasta que unos segundos después sacó su pija de mi boca, permitiendo el ingreso de aire a mis pulmones.
– ¡Puta! ¿No entendiste que sos MÍ PUTA? Si me estás chupando la pija, me la vas a chupar hasta que yo saque mi verga de tu boca, ¿entendiste?
– Pero mi amor…
Plaf… sonó un cachetazo en mi mejilla, dejándome marcados sus dedos y con un ardor que hizo que me ponga colorada.
– ¡Pero nada! Vas a aprender a ser una buena puta
Era claro que no tenía control de la situación… Yo, una mujer de 32 años, siendo dominada completamente por su hijo… un niño de 12 años. Me había convertido en su puta y él en mi dueño y se comportaba como tal.
– Ahora vamos a bañarnos puta, porque mi papá va a llegar en cualquier momento.
– Si mi amor, mejor nos apuramos antes que llegue
Nos bañamos rápido porque faltaba menos de media hora para que llegue mi marido, nos cambiamos y seguimos como por esos momentos como si nada hubiera pasado. Yo me puse a cocinar y mi hijo se fue a su habitación.
Llegó mi marido, nos saludó y fue a ducharse. Mientras estaba cocinando, siento que me abrazan por la espalda. Claramente reconocí las manos de mi hijo que rápidamente se escabulleron una por debajo de mi remera y mi corpiño agarrando una de mis tetas y pellizcando mi pezón, mientras la otra se coló dentro de mi calza y mi tanga, llegando a mi conchita que reaccionó velozmente comenzando a mojarse.
– ¿Te gusta que te toque puta? Sentí como esta conchita se está mojando…mmmm me encanta sentirte así mami, me encanta que seas mi putita
– Aaaaaah mi amor… me encanta como me tocas y me haces mojar… Pero tu papá va a bajar en cualquier momento de bañarse… por favor mi amor… quisiera que sigas tocándome así… pero es peligroso…
Me giró y levantándome la remera y el corpiño se apoderó con su boca de mis tetas, chupándolas y mordisqueándolas suavemente mientras que con una mano me agarró por mi culo y la otra seguía pajeándome, haciéndome retorcer de placer. Me volvió a girar y me hizo recostar sobre la mesada, me bajó la calza y la tanga al mismo tiempo y acomodando su verga en la entrada de mi vagina llena de flujo, sin ningún esfuerzo y con un solo empujón me penetró.
La cogida violenta que me estaba dando, sabiendo que mi marido podía terminar de bañarse en cualquier momento y llegar a la cocina, me generaba una adrenalina que hacía mucho mas intensas las sensaciones de placer que mi hijo me estaba haciendo experimentar.
– ¿Te gusta putita que te coja sabiendo que tu marido puede entrar en cualquier momento y ver que su hijo se coge a su mamá?
– Siii mi amor, cogeme, cogeme, así, así, no pares por favor…
Estaba fuera de mí. Sabía que mi marido podía descubrirnos en nuestro primer día de estar cogiendo con mi hijo, pero en ese momento no me importaba. Lo único que quería es que mi hijo acabe dentro de mí y que me llene con su semen mi útero
– Aaaaah mami… me encanta cogerte… me encanta meterte la pija…
– Y a mi me encanta que me la metas por donde quieras bebé, cogeme más que voy a acabar, cogeme mi amor, quiero que me hagas acabar…
– Voy a acabar putita… voy a acabar…. Aaaaaaaah, siii, siiii aaaaaah
– Siiii mi amor… llename… aaaaaaaah siiii, siiii, asíiii, asíiii, aaaaaaah
Y acabamos ambos al mismo tiempo. Nos quedamos así pegados unos segundos mientras nuestras palpitaciones y respiración trataban de recomponerse.
Mi hijo se separó de mí, sacando su pija dura todavía del interior de mi vagina, se agacho y me dio un beso en cada uno de los cachetes de mi cola, dejándome un chupón en mis nalgas, como dejando una marca de que esa parte de mi cuerpo le pertenecía sólo a él.
Me levanté la tanga y la calza y sin decirme nada mi hijo se fue al comedor a poner la mesa.
Terminé de cocinar y mientras servía la comida podía sentir como el semen de mi hijo bajaba por mi canal vaginal, mojando mis labios vaginales, además de toda mi conchita y mi tanga.
Mi hijo delante de mi marido cambió de lugar en la mesa, sentándose a mi lado. Claramente ya veía sus intenciones. Y no pasaron dos minutos de comenzar a cenar que, cubriéndonos con el mantel, comenzó a acariciar la parte interna de mis piernas, llegando nuevamente a mi conchita. Hábilmente coló su mano por adentro de mi calza y mientras cenamos, no dejó ni un momento de jugar con mi clítoris y los labios de mi concha con sus dedos, masajeando cada sector. Realmente era algo tan morboso, que mi hijo me esté masturbando delante de mi marido que no sabía cómo disimular el placer que me estaba generando la situación.
– ¿Qué te pasa Ani? estas transpirando y como agitada…
– Es que hace mucho calor hoy
– Te sentís bien mami, pareciera que te pasa algo. Parece que estás nerviosa o algo, ¿no papá?
– Si hijo… pero bueno, las mujeres a veces ni ellas saben que tienen
En realidad sí sabía lo que me pasaba y es que estaba nuevamente por tener un orgasmo generado por los masajes en mi concha que me estaba dando mi hijo, pero mi marido estaba tan concentrado en comer y mirar la tele que no se dio cuenta jamás que mi hijo me estaba haciendo una paja a sólo cincuenta centímetros de él.
Y sin poder aguantar más, el orgasmo en mi cuerpo se desató, haciendo que todo mi cuerpo se tensara, mientras mis piernas apretaban la mano de mi hijo mi mano se cerraba con fuerza apretando la servilleta, cerrando los ojos y tratando de jadear lo mas lento posible, exhalando aire de a poco para evitar gemir.
– Ani, ¿Qué te pasa, estás bien?
Silencio. No podía decir nada ni emitir sonidos. Si abría la boca, lo único que iba a salir sería un gemido, mientras mi hijo, con toda su malicia, no dejó ni un momento de apretar mi clítoris sabiendo que yo no podía hacer ni decir nada.
– Mami… mami…
El orgasmo se estaba atenuando. Pude sentir la fuerza con la que apretaba la servilleta que tenía en la mano y como mis piernas estaban tensas apretando la mano de mi hijo.
– Si, si, ya está pasando… Me agarró de repente un espasmo en la panza. Permiso, voy al baño
Como pude me levanté retirando la mano de mi hijo del interior de mi calza y me fui con las piernas temblando hasta el baño.
Mi entrepierna era un mar de jugos íntimos. El orgasmo que había sentido tratando de reprimirlo para que mi marido no se de cuenta de lo que pasaba me había generado un placer extremo que jamás había experimentado. Y me encantó.
Me bajé la calza y mi bombacha y sentí como de mi vagina salió parte del semen de mi hijo de la cogida de la cocina mezclado con el flujo del orgasmo que me había provocado minutos antes.
Me limpie y desde la perta del baño les dije que me iba a acostar, que traten de limpiar todo que no me sentía bien. Y directamente me fui a mi habitación, donde en horas de la tarde había sido cogida por primera vez por mi hijo y que desde ese momento sería mi nuevo altar de incesto como una vez lo fue la cama de mi papá.
Un rato después mi marido entró a la habitación, se cambió y se acostó. Intentó inútilmente calentarme abrazándome, acariciando mi vientre e intentando llegar a mis tetas pero lo detuve diciéndole que no me sentía bien y quería descansar.
Había sido un día demasiado intenso y necesitaba descansar. Pero lejos de poder lograr eso, la noche recién estaba comenzando…
Espero que les haya gustado mi relato, si fue así pongan estrellitas. La historia obviamente continúa, así que estén atentos al próximo capítulo y si quieren, dejen un comentario. Hasta la próxima!
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