Mi vida en la cárcel
No entendía que estaba pasando, mi mente estaba confusa y todo me resultaba extraño. .
No entendía que estaba pasando, mi mente estaba confusa y todo me resultaba extraño; no entendía lo qué pasa a mi alrededor y no comprendía con exactitud lo que me decían.
La tarde estaba nublada, fría y con fuertes ráfagas de viento helado, de esos que calan hasta la medula, era notable que estaba apunto de llover y la tarde lucia más nostálgica que de costumbre (de esas tardes que se acompañan con una taza de café y una manta cálida). Eran las 5:30pm cuando llegué al reclusorio, destrozado y con lágrimas en mis ojos. No entendía porque me pasaba esto a mi, porque tenía que cumplir una condena de 15 años por culpa de alguien que metió drogas en mi maleta antes de abordar el avión; me rehusaba con todas mis fuerzas a aceptar que esto me estaba pasando a mi y más porque recientemente acaba de terminar mi licenciatura y de la nada mi vida se había ido a la mierda por culpa de alguien que decía ser mi «amigo». La sentencia ya era formal y sin derecho a pagar una fianza. De pronto perdí la noción de todo y de pronto empecé a imaginas que me encontraba en mi habitación abrazado de mi novio y planeando nuestras próximas vacaciones y riendo a carcajadas, cuando de la nada siento que me golpean mi mejilla y me dicen:
-Muévete de ahí pendejo, esa es mi cama, era mi compañero de celda y ni cuenta me había dado que ya estaba dentro de una celda.
Solo me levanté y me senté en la cama que estaba frente a la de él y me percaté que solo había dos camas en esa celda; no puse atención a su cara, no gire mi mirada hacia él y solo me recosté y dormi toda la noche pero no descansé.
La mañana siguiente al despertar me di cuenta que no era una pesadilla, esta era mi nueva realidad y tenía que ser fuerte, a menos para esperar si mi familia podía arreglar algo. Cuando me voltee para ver a mi compañero de cuarto me di cuenta que era un chico guapo, sexy y rudo; el media al rededor de 1.80, moreno claro, delgado pero con músculos, sus brazos y abdomen eran perfectamente marcados; estaba acostado boca arriba y tenia puesto solo un shorts en el que se marcaba un gran bulto; no pude evitar mirarlo y escudriñar cada parte de su cuerpo, ver que tenía un poco de sexy bello en su pecho y un hilo de ellos que se perdían en su shorts; fui muy indiscreto y cuando me di cuenta él me estaba viendo fijamente, intente disimular y parecer lo más normal posible, pero me resultaba difícil al ver sus grandes ojos verdes y su boca carnosa y rosa (tenía esa mezcla de chico sexy y malo que lo hacía perfecto).
Me levante y el día transcurrió con problemas, burlas, nalgadas y miradas de viejos morbosos (ya que soy delgado, blanco, con buena nalga y con cara de inocente, y desde lejos se veía que soy gay y por lo tanto era blanco fácil para muchos).
Al llegar la hora de meternos a nuestra celda tuve la oportunidad de hablar con mi compañero, de la nada se voltea y me pregunta:
– hey «man» ¿cómo te llamas?.
– (yo con nervios) me llamo Fernando y tú ¿cómo te llamas?.
– Me llamo Santiago; y que fue lo que hiciste Fernando, por qué estás aquí?.
Le conté lo qué pasó, como me involucraron en algo que yo no tenía nada que ver y el tiempo que me habían dado; me dijo que era algo más normal de lo que pensaba y que lamentaba mi situación; sin pedirlo el me contó su historia, de como en defensa propia había matado a un hombre cuando ese lo había querido matar a él y que le habían dado una condena de 35 años de los cuales solo llevaba 5 y que las autoridades lo culparon ya que el muerto era hijo de un político muy reconocido y él hijo de un obrero. Pude darme cuenta como muchos actúan como él después de tantas injusticias por las que pasan, pero en el fondo aún existía una persona noble y buena.
– ¿Qué edad tienes? (Pregunté de la nada).
– Tengo 29 años, cuando salga de aquí tendré casi 60 años, mi vida desperdiciada dentro de una carcel (sus ojos repentinamente se llenaron de lagrimas pero se volteó he hizo como si bostezara).
– ¿Cuál es tu edad? (Preguntó siguiendo la dinámica).
– Tengo 20 (dije con mi cara claramente consternada y no pude evitar soltar unas lágrimas).
– Me has caído muy bien (dijo y me resultó reconfortante y extraño a la vez).
– Gracias Santiago (dije sin muchos ánimos).
A la mañana siguiente por la mañana teníamos que ir a ducharnos, moría de miedo ya que nunca había estado en un baño con personas desnudas a mi lado y menos en una situación similar; al entrar llegué a una parte donde me tenía que quitar la ropa antes de entrar a las regaderas y no sabía que hacer, en eso se acerca Santiago y me toca el hombro por la espalda y di un salto de miedo, al voltear me di cuenta que era él completamente desnudo, intente con todas mis fuerzas verlo a la cara pero por inercia voltee a ver si cuerpo desnudo y «omg» jamás había visto un pene como el suyo, tan grande y grueso y eso que estaba dormido. Voltee rápidamente a su cara y me di cuenta que su cara se había tornado diferente y me veía con una sonrisa pícara.
– No tengas miedo, ya te acostumbrarás a bañarte con gente a tu alrededor (dijo para dame ánimos), anda quítate la ropa te voy a esperar para entrar juntos (dijo en forma protectora). Sin decir protesta alguna me empecé a desnudar, cuando me quité mi bóxer noté cómo se me quedó viendo a mi trasero perfectamente formado y me sonrojé.
– Bueno tenemos que entrar (dijo con voz protectora una vez más) y por lo que me doy cuenta serás la presa preferida de muchos (y volteó descaradamente a mi trasero) así que entraremos y te llevaré tomado de la cintura para que crean que me perteneces y así no te harán daño (acepté y decidimos a entrar).
Al entrar todos voltearon a vernos y empezaron a gritar cosas como «que buen culito traes Santi» «presta» y más guarradas como esas, él los ignoró completamente y en efecto nadie me molestó.
Cuando por fin estuvimos en nuestra celda aproveché para darle las gracias y me dijo que después de eso le debía un gran favor y que tarde o temprano le pagaría, a lo cual asentí con una sonrisa.
Pasaron los días y las semanas, cuando tenía tres meses nuestra confianza se había transformado en una buena amistad, podíamos pasar horas platicando y riendo, y siempre nos veíamos con unas miradas que decían más de mil palabras. Una noche platicamos sobre sexo y me contó sobre sus experiencias que había tenido antes quedar preso y me confesó que desde entonces no había tenido nada con nadie y que ya no aguantaba las ganas de estar con una chica (oh decepción, el quería estar con una chica lo que significaba cero posibilidades para mi); y de la nada me dijo:
– Aunque tú eres bonito y femenino, tienes cara y cuerpo de niña.
Su afirmación fue tan fuerte que me quedé sin palabras y solo me sonreí y me puse totalmente rojo y él solo se sonrió de una manera pícara.
– Lo bueno que me debes un gran favor (dijo y sentí calambres desde la punta de mis pies hasta la punta del último cabello de mi cuerpo, fue como una corriente eléctrica y sin darme tiempo de ocultarlo se percató de mi notoria erección y se empezó a reír a carcajadas, me sentí tan imbécil).
Llegó la hora de dormir y quedé dormido profundamente, cuando más dormido estaba siento una presión en mi pecho y abdomen y cuando abro los ojos me doy cuenta de que Santiago estaba arriba de mi y me miraba fijamente, sin camisa y con sus ojos inyectados de lujuria.
– Estás listo para pagar lo que me debes (dijo sin preguntar si quería o no).
– (Me armé de valor, ya que su mirada me cohibía mucho) «más que listo para pagarte» (dije y en el momento su sonrisa fue perfecta).
Con sus manos fuertes me tomó de la cintura y me hizo quedar arriba de él, después me tomó de la nuca y me llevó con rapidez hacia su cara y me dio un beso con mucha pasión, su cuerpo se sentía caliente y su boca sabía a gloria; mientras me tenía arriba de él besándonos, con sus manos empezó a acariciar mis nalgas y las apretaba con fuerzas, yo aprovechaba para moverlas de forma provocativa. – «que rico culo tienes Fer» (y me da una nalgada justo en ese momento que me hizo gemir de placer, por una razón que fuera rudo y que me hablara así hacían que me calentara más cada vez). Con sus dos manos me indicó que bajara y con gusto lo hice, bese cada parte de su abdomen, lo lamia y disfrutaba de su rico olor, él solo se retorcía de placer; cuando baje hasta su contra me di cuenta de que su shorts contenía una gran ereccion y se marcaba un gran bulto, no pude más y bajé ese shorts y como no traía bóxer su pene salió disparado hacia mi cara y me pegó en la frente ¡santo Dios! debía de medir entre 22 o 23 centímetros, grueso y con unas venas que se marcaban por todo su tronco, circuncidado y rosado por la punta; quedé maravillado y mis ojos brillaron al ver esa arma tan grande y potente. Sin pensarlo más engullí todo lo que pude dentro de mi boca y solo pude tragar un poco más de la mitad ya se era muy grueso y grande y él lanzó un gemido de macho y eso me incitó a intentar meter más dentro de mi, pudo más mi calentura y terminé por tragar todo su mástil, hasta que sus bellos tocaron mi nariz; su gritos y suspiros me hicieron saber que estaba haciendo buen trabajo, lamia su tronco y metía sus huevos dentro de mi boca, no creía que eso me estuviera pasando a mi y por un momento agradecí estar en ese lugar.
Después de varios minutos de estar mamando su hermoso y enorme pene, de gozar con su sabor salado y limpio, me agarró por los hombros y de manera rápida y desesperada me despojó de mi ropa y me hizo recostar boca abajo, quedando mi culito a su disposición, levante mis nalgas y arquie mis cintura para que se viera más provocador y me dijo: – «que rico culo tienes mijo, me encanta como de ve blanco y rosado».
Sin darme tiempo de nada sentí como hundía su cara y su lengua en mi hoyito, sin poder evitarlo di un gran grito de placer que retumbó en las paredes, pero no nos importó ser escuchados; él estaba haciendo un trabajo espectacular, hundía su lengua lo más que podía dentro de mi ano y hacía círculos dentro de el que me hacían saber que el paraíso si existía; después empezó a meter un dedo (cielos tenía tanto esperando esto), lo hizo lentamente pero sin detenerse hasta que todo su dedo estuvo dentro de mi, empezó a hacer círculos y rozaba mi próstata haciendo que me retorciera de placer, después empezó a meter dos dedos y después tres, estaba en la gloria y no existía nada más en el mundo más que él y yo; cuando sacó sus dedos volvió a darme un beso negro para lubricarme más; se recostó y me hizo subir para cabalgarlo y dijo: -«Es hora de pagarme».
Supe lo que tenía que hacer, agarré su pene y lo puse en la entrada de mi hoyito que ha están bien lubricado y poco a poco empecé a meter su gran herramienta dentro de mi; cuando su glande entró di un grito de placer y mi ano se contrajo haciendo que mi macho babeara de placer, me sostenía de la cintura lo que me hacía saber que él tenía el mando, poco a poco empecé a meter el resto de su mástil hasta que por fin sus bellos tocaron mis nalgas, sentía mi ano extendido, me dolía pero era más fuerte la calentura y el placer; «soy todo tuyo papi» dije perdiendo el conocimiento y solo eso bastó para que se convirtiera en un animal.
– Que rico estás Fernando, ahora eres mi putita verdad?
– Si papi soy tu putita, toda tuya.
Esto bastó para que empezara a embestirme de manera fuerte, yo brincaba lo más que podía y me ensartaba todo su miembro de un solo golpe, sentirlo dentro de mi era lo mejor que me había pasado en mi vida; de pronto salió por completo y sentí un enorme vacío dentro de mi.
Me puso boca a bajo y me empezó a penetrar así, clavó todo su pene de un solo golpe lo que hizo que un gemido se ahogara en mi, me taladraba con fuerza y sin parar, sentía como con cada penetración me habría más y mas; de pronto mi pene empezó a pulsar y súpe que venía mi orgasmo, sin tocarme, solo con su verga dentro y su cuerpo arriba de mi; sentí que mi vista se nublaba y empecé a correrme de manera abundante, gritando y haciendo que mi ano se contrajera, lo que hizo que el pene de Santi tuviera más fricción; al sentir como mi ano lo apretaba más no pudo evitar venirse y 6 chorros de su sabrosa leche se depositaron dentro de mi culito, sentía como me llenaba y me preñaba; «ahora si eres toda mía», me dijo y le respondí «si toda tuya papi, las veces que quieras».
Se salió dentro de mi y hubiera preferido dormir con su pene dentro de mi y nunca sacarlo; con sus dedos agarro un poco de su semen que salía de mi colita he hizo que me los tragara y después sin que me dijera nada me metí su pene para dejarlo limpio, me dio un beso y se fue a dormir a su cama.
Desde entonces somos una pareja feliz, tenemos sexo todos los días y hacemos que la vida sea más llevadera en ese lugar; un día me pidió que lo hiciera con el y tres de sus amigos tatuados, pero esa es otra historia.
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