Mientras estaba en el muelle del Club Náutico, admirando un lujoso yate, su dueño me invitó a verlo por dentro, me sirvió una copa de champaña, y ….
Un joven que se encuentra en el Club Náutico, el dueño de un yate lo invita a bordo, le ofrece una copa de Champan, y el joven a manos del dueño del yate y un marinero, pasa por una experiencia que lo deja impresionado. .
Desde muy niño siempre he sido un gran fanático de las lanchas o botes, ya sean de pesca, de esparcimiento, o de carrera, por lo que cada vez que puedo, hago lo imposible por ir al club náutico.
Ya que hace un par de años cuando cumplí los dieciocho, pude comprar con la ayuda de mis viejos, una pequeña lancha Boston Whaler de 13 pies, de segunda mano, a la que le puse un motor Mercury de 40 caballos, aunque es pequeña me sirve para ir a pescar, o salir a divertirme con mis familiares o amigos.
Por lo que estando en el Club Náutico, me encontraba viendo un lujoso yate por fuera, se trataba de un Azimut de super lujo, yo estaba que me babeaba nada más de verlo, cuando su propietario un hombre mayor, bastante más alto que yo, que se encontraba de pie de tras de mí, me preguntó si deseaba subir a bordo para verlo por dentro.
Y aunque ya era la hora de cerrar el restaurante y la casa club, él sonriendo me dijo. “No te preocupes por eso, al fin y al cabo, de seguro no seremos los últimos en salir.”
Yo subí a bordo, y me encontraba emocionadísimo, la verdad es que dicho yate, emanaba lujo por todas partes, apenas lo abordamos apareció otro hombre con ropa de marinero, como de un metro noventa de alto, bien moreno, y con unos brazos más gruesos que mis piernas.
De inmediato nos sirvió Champan y el propietario comenzó a mostrarme todo el yate por dentro, comenzamos por el cuarto de máquinas con dos impresionantes motores, el área del bar así, como el comedor y la cocina ni se diga, pero lo que más me llamó la atención fueron los baños y los lujosos camarotes.
Al llegar al camarote principal, me llamó la atención la fina ropa de cama toda de seda, pero no sé qué me pasó, pero al parecer esa sola copa del espumoso bastó para que yo me sintiera al principio un poco mareado.
Y a medida que él me iba explicando todas las características del camarote, por lo mareado que me encontraba, le dije como me estaba sintiendo, a lo que él rápidamente lo atribuyo al fuerte calor del verano, y me propuso que me pusiera más cómodo, que si yo quería podía quitarme la camiseta.
Lo raro es que en lugar de decirle que no, como que me comencé a sentir muy alegre, y sin pensarlo mucho le hice caso, quitándome no tan solo la camiseta, sino que el short también, o sea los pantalones cortos que estaba usando.
De inmediato comenzó a alabar lo bien formado que estaba mi cuerpo, y aunque mido apenas un metro sesenta, y soy bien delgado, me sentía de lo mejor, fue cuando me pidió que caminara de un lado al otro dentro del camarote.
Lo que hice de inmediato, la alfombra era bastante suave, y sin pensarlo más casi como si fuera un modelo di unos cuantos recorridos frente a él.
Luego me preguntó si deseaba acostarme en la cama y sentí lo fina que eran las sábanas, lo que en ese raro estado en que me encontraba lo disfruté bastante, y la verdad es que me pareció algo increíble la suavidad de esas sábanas de seda.
Yo me encontraba recostado, cuando él tomó asiento a mi lado, y suavemente comenzó a pasar una de sus manos sobre mi casi desnudo cuerpo, lo que, en esos momentos, no me pareció malo, y de esa misma manera continuó acariciándome, hasta que no sé cómo lo hizo, pero me retiró los pequeños interiores que cargaba puestos.
En esos momentos, lejos de sentirme incomodo por su manera de estar acariciando mi espalda, mis muslos y hasta mis nalgas, me comencé a sentir de lo más feliz, de momento comencé a verlo a él, como si se moviera en cámara lenta.
Primero mientras se bajaba los pantalones, y luego se terminaba de quitar el resto de su ropa, hasta quedar tan desnudo como me encontraba, yo no sabía que me pasaba, pero en lugar de levantarme de la cama, agarrar toda mi ropa y salir corriendo, me quedé de lo más tranquillo viendo que su miembro era por mucho más grande, grueso y venoso que el mío.
Él me seguía diciendo algo, pero en el estado en que me encontraba no lo podía entender, casi de inmediato comenzó a pasar sus dedos embadurnados con una crema por entre mis nalgas, sin que yo me opusiera, es más hasta me seguía riendo a medida que él una y otra vez, iba penetrando mi esfínter con sus gruesos dedos.
En esos momentos yo sabía lo que me iba a pasar, pero en lugar de negarme, o de tratar de ponerme de pie, seguía escuchando su voz como un susurro, como si estuviera muy lejos, diciéndome, lo paradas que eran mis nalgas, y lo mucho que yo iba a disfrutar, esa noche.
Fui viendo y sintiendo, como lentamente él se fue acomodando sobre mi cuerpo, sentí como separó mis piernas, y también como con una de sus manos fue separando mis nalgas, para que, a los pocos segundos, comenzara a presionar la cabeza de su miembro contra mi esfínter.
Lentamente fui sintiendo como me fue penetrando, y aunque tuve la sensación de que me causó algo de dolor, cuando sentí todo su cuerpo sobre el mío, dicha sensación fue desapareciendo, a medida que él comenzaba a meter y sacar toda su verga de mi cuerpo.
A todas estas, yo no sé qué me pasaba, ya que sin que él me lo indicase, o me lo sugiriera, voluntariamente comencé a mover mis caderas de lado a lado, a medida que él seguía metiendo y sacando toda su verga de mi apretado culito, en esos momentos comencé a pedirle en un tono de voz aflautada, bien femenina que me diera mucho más duro.
Lo cierto es que yo estaba de lo más concentrado en todo lo que él me estaba haciendo sentir, cuando de momento, al voltear mi cabeza hacía otro lado, que encuentro frente a mis ojos, la negra verga del marino que nos sirvió el Champan.
Se encontraba al igual que nosotros dos completamente desnudo, y sin exagerar su miembro era quizás el triple de largo que el mío, y sumamente grueso y venoso.
La verdad es que no sé si fue el marino, o el propietario del yate, quien me agarró por mi largo cabello, y levantó mi cabeza, hasta que mi boca se encontró a la altura de esa negra verga, creo que uno de ellos me dijo, que me pusiera a mamar, y sin pensarlo así me dediqué hacerlo.
Esa cosa apenas y cabía dentro de mi boca, pero aún y así por un buen rato estuve mama que mama, al punto que en par de ocasiones hasta sentí nauseas, cuando esa tremenda verga me llegaba hasta mi garganta, pero aun y así seguí mamándosela, y aunque ahora me avergüence el decirlo, en esos momentos estaba haciendo todo eso con mucho gusto.
En cierto momento, cuando el viejo se comenzó a venir, sacó su verga de mi culo y regó toda su leche sobre mis nalgas, la que luego con una toalla húmeda limpió, mientras que yo seguía mama que mama la gruesa y larga verga del marinero, hasta que este me la sacó de a boca.
Yo a todas estas, me sentía de lo más feliz, y super excitado, y cuando vi que el marinero hizo que me diera la vuelta quedando boca arriba, no comprendí lo que sucedía, hasta que él me tomó por los tobillos, levantó mis piernas, y diciéndome que tenía un lindo culito, comenzó a penetrarme aquella enorme cosa, por mí ya abierto culo.
El propietario creo que regresó del baño, y sin más ni más me puso a mamar su adormilado miembro, en ese momento me pareció escucharlo decirle al marinero. “Si te la pudo mamar, de seguro que también le va a poder entrar por el culo toda tu verga.”
Pero a diferencia del primero, cuando el segundo colocó la cabeza de su verga contra mis nalgas, fui yo quien, separándolas con mis manos, abrí lo más que pude mi culo para recibir semejante herramienta.
Así que nuevamente mientras uno me daba por el culo al otro le estaba mamando su verga, la que en cosa de pocos segundos se volvió a poner bien dura y no sé qué me sucedió que me puse a comparar aquellas dos vergas con la mía, y en esos instantes la mía me pareció, que era muchísimo más pequeña, pero no por eso dejé de masturbarme,
Así que a medida que el marinero, me seguía penetrando con aquella monstruosidad, y el propietario del yate, me tenía mama que mama, al mismo tiempo de lo excitado que me encontraba, me continué a pajear, y en cosa de unos segundos me vine.
Mientras que ellos dos continuaban clavándome sus pedazos de carne, por mi culo y por mi boca, lo que recuerdo es que en ciertos momentos yo restregaba mis nalgas contra el cuerpo del marinero, y que, al dueño del yate, en ciertos momentos le llegué a lamer y chupar no tan solo su verga, sino que también sus bolas.
Gran parte de la noche, ambos me volvieron a dar salvajemente por mi apretado culito, y de igual forma o manera me pusieron a mamar las veces que quisieron, y de cuando en cuando me daban a beber otra copa de champan, además de eso en cierto momento, ambos comenzaron a pasarme sus vergas por todo mi desnudo cuerpo.
Cuando yo pensaba que ya todo había terminado, de momento entraron otros tres marineros, se desvistieron, y casi de inmediato uno de ellos me ha penetrado por el culo, mientras que otro me puso a mamar su verga, y al tercero lo tuve que masturbar, aunque sus vergas en comparación con la del propietario del yate, y el primer marinero, era normales, aunque más grandes que la mía.
Mientras yo recibía por mi abierto culo, aquellos los miembros de cada uno de ellos, me puse a pensar que hasta ese día jamás me habían llamado la atención ingún otros hombres, pero a partir de esos momentos, me encontraba disfrutando placenteramente de todo lo que ellos me estaban haciendo.
Lo cierto es que cuando me desperté, era de madrugada, además de tener mi cabeza y mi culo bastante adoloridos, y chorreando leche, me encontraba tirado cerca de los contenedores de basura, completamente desnudo, pero con toda mi ropa mi ropa a un lado mío.
Como pude me fui vistiendo, muerto de vergüenza y de miedo de que alguien me fuera a encontrar así, en el estado en que estaba, con mi culo chorreando leche, y con toda mi cara también.
Finalmente me pude poner de pie, y dando tumbos salí del Club, me metí en mi auto, y ahí me volví a quedar dormido, cuando me vine despertando ya era de día, todo mi cuerpo apestaba a quien sabe qué, y me seguía doliendo el culo, y la cabeza, acordándome de todo lo que me había sucedido.
Luego llegué a casa me di un buen baño y expulsé lo que los dos desgraciados esos me dejaron dentro de mis tripas, y mi boca, pero en mi ropa encontré bastante dinero, por lo que dejé de pensar en ir a la policía.
Pero que les iba a decir, que me dieron de beber una copa de Champan y que eso hizo que me portase como una puta, por lo que me comieron el culo, y me pusieron a mamar las veces que quisieron, el dueño del yate y varios de sus marineros, y que encima de eso me dejaron bastante dinero.
Días después, cuando regresé al Club, el lujoso yate no se encontraba en el muelle, y nadie me pudo decir nada de su paradero, pero cada vez que puedo pasó por el muelle del Club, a ver si me los vuelvo a encontrar.
Ahora por los momentos he vuelto a salir de pesca, pero en lugar de llevar a varios de mis amigos me llevo a uno solo, la primera vez me lo llevé a los canales de los manglares, y después de que fumamos de la buena, y bebimos cerveza.
En medio de mi borrachera, se me ocurrió decirle que yo era tan fuerte que podía levantar mi bote y sacarlo del agua, con él dentro del bote, que si lo hacía él me tenía que dar su culo y ponerse a mamar mi verga, pero si no podía hacerlo dejaría que él me clavase su verga y me pusiera a mamársela.
Por lo que de inmediato me tiré al agua, e infructuosamente traté de levantar mi bote, no una sino tres o cuatro veces más.
Desde luego que perdí, por lo que, tras aceptarlo, sin más ni más me quite el pantalón corto que estaba usando quedando por completo desnudito frente a mi amigo, le di la espalda, separé mis piernas, y le dije que, si yo hubiera ganado, le hubiera exigido que me diera el culo.
Por lo que mi amigo, sin pensarlo mucho, se bajó los pantalones, pero su miembro se encontraba decaído, por lo que yo al darme cuenta de eso, me agaché frente a él, se la agarré y sin perder tiempo me dediqué a mamársela, hasta que comencé a sentir como se fue poniendo bien dura y erecta dentro de mi boca.
Por lo que de inmediato, me detuve, saqué su verga de mi boca, le di la espalda, y le ofrecí mis nalgas, la que en cosa de breves segundos me comenzó a penetrar con su verga, aunque reconozco que jamás será igual que el propietario del yate y su moreno marinero.
Pero peor es nada, por lo que a medida que mi amigo, comenzó a penetrarme, de inmediato comencé asentir ese extraño placer, por lo que comencé a menear mis nalgas, restregándolas contra su cuerpo, pidiéndole que me diera más duro, por lo que él no se cansó de meter y sacar toda su verga de mi culo, hasta que finalmente se vino dentro de mí.
Desde esa ocasión él y otros amigos míos y conocidos, los he llevado a pescar en mi pequeño bote, aunque recientemente uno de ellos me propuso que me pusiera alguna prenda intima femenina, lo que la verdad es que no me parece mala idea.
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