MIKEL, MY FUCKING FRIEND…Invocación desesperada.
¿Dónde perdimos eso tan extraordinariamente excitante que era ser hombre/hombre culiando? ¿Volveré a gozar de esa noche en que soñábamos despiertos en brazos en piernas entrelazadas y los sexos recibiéndose con mutuo placer? Te invoco, Mikel, junto con la machi hechicera que azota el fuego con ramas.
¿Dónde perdimos eso tan extraordinariamente excitante ‘
Te invoco, Mikel, junto con la machi hechicera que azota el fuego con ramas de canelo:
¡Que venga, que venga que nada lo detenga! ¡Ven. Mikel, no te detengas hasta que su glande bese la boca de mi poto ardiente!
No sé si pueda volver a vivir contigo esa noche que recuerdo con el ano palpitante y mi verga dura…
Me apresté a vivir las mejores noches de mi vida de puta…
Esa noche dormí en cucharita y con tu hermosa verga metida en mi culo. El cansancio me había hecho dormir profundamente. Sin embargo, unos intensos suspiros y ahogados gemidos me hicieron abrir los ojos. En la litera del frente alguien era violentamente enculado patas al hombro por una enorme verga negra que entre soplidos y resoplidos le limaba el orto a su compañero. Los suspiros y gemidos subían en intensidad con cada embestida del moreno. El follado estaba gozando y a punto de orgasmo… Sentí tu estocada en mi anhelante carne. Mikel macho mío llevabas también un tiempo observando la performance y te habías calentado al punto de continuar con las penetraciones en mi alborozado culo que recibía verga con sumo placer y respondía abriéndose y cerrándose aprisionando la cabeza del pene alojado en su interior… Dejé de prestar atención a la escena y me concentré en darte todo el goce posible a ti, mi macho, que me besabas la nuca. Frenéticos movimientos laterales de cadera me hacían sentir el miembro viril en todo su esplendor que punteaba como su fuera una locomotora internándose en un oscuro túnel sediento…
Un concierto de murmullos entrecortados precedió al final. Un chorro caliente, ardiente, de semen, mientras movía mi culo al ritmo de retroexcavadora y el pene se debatía entre aleteos y empujones arrítmicos pero muy certeros…
Así hubiera sido o podría ser una noche de lascivia homosexual entre tú y yo que solo pudimos compartir esos momentos que robábamos cada cierto tiempo…
Viniste a instalar el wifi de la compañía en que trabajabas y cuando estaba en el baño, sentí el ruido insistente del timbre de la entrada. Quise hacerme el desentendido, pero recordé que vendrían a instalar internet en la residencia temporal de un edificio en el que había arrendado por ese verano.
Apresuradamente, cogía una toalla de baño y me envolví.
Corrí hacia la puerta y abrí.
Me quedé absorto un instante ante la figura de un macho recio, moreno de intensos ojos negros y brillantes. El corazón -y mi culo, por cierto- sintieron el impacto de esa voz profunda.
-¿Dónde debo firmar? Me señaló el final del documento que servía de guía. Me di vuelta para buscar el lápiz que había dejado encima de la mesa y se me resbaló de la mano. Me agaché a recogerlo junto con el moreno. Lo sentí muy cerca y su mano deslizó el lápiz en la mía…
Un movimiento impensado y la toalla se desprendió de mi torso y cayó al piso del departamento.
MI culo y bolas al aire… Miro por el hombro y los negros ojos del varón estaban deleitándose con la vista de mi trasero.
Sin decir nada, me acerqué y le susurré con voz de maraca caliente: ¿Te gusta lo que viste?
El no dice nada, solo me rodea en sus vigorosos brazos y me aprieta. Una mano y luego la otra me aprisionan las nalgas y de pronto la abren para que sus dedos exploren la entrada que palpita con la ansiedad de la inminente irrupción deseada y esperada…
Lo cojo de la mano y lo llevo hasta el lecho del dormitorio principal. Lo empujo para que caiga de espaldas y después de abrirle la bragueta y darme un breve momento de mamar esa verga que me hace sentir como hembra cachonda, lo monto de espaldas y empezó mi rutina de baile de caño…pero en carne viva.
No bien acabas llenando mi culo de abundante leche, me giro con el pene aùn dentro de mi canal y giro para escrutar el rostro…
No pasa mucho para que me de vuelta y en posición de perrito me encule con fuerza y sin miramientos hasta acabar de nuevo, pero esta vez juntos…
Esos recuerdos deben rondarte también, Mikel, porque fueron intensos y calientes.
Te invoco, Mikel, junto con la machi hechicera que azota el fuego con ramas de canelo:
¡Que venga, que venga que nada lo detenga! ¡Ven. Mikel, no te detengas hasta que su glande bese la boca de mi poto ardiente!
(CONTINUARÁ)
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