Mujercita Parte II Necesidad de papá
Antonella sigue su descubrimiento de su meta en la vida, de la mano de su padre que hace lo necesario para poder guiarla por el camino de una hembra funcional.
-Te amo papi-. Respondí. Esa mañana no quise lavarme los dientes solo para conservar el gusto del pene de mi papa en mi boca. Me sentía plena y viva después de lo que había vivido la noche anterior. La forma en que fui tratada, como me hizo sentir, despertó algo en mi que cambio mi vida para siempre. Tenia ganas de contarle a todo el mundo que yo ya era una mujer. Pero sabia que no podía, mi papa me había dicho que no lo hiciera, y los deseos de el eran mis ordenes.
A la tarde, esperaba con ansias verlo llegar cansado de su trabajo en la fabrica. Sudado. Agotado. Y quería ser yo quien lo relaje. Quería decirle que mi boca esperaba su descarga de semen. Quería que me haga feliz de vuelta.
Por fin la puerta de casa se abrió y entro ese hombre hermoso. Me miro, con una sonrisa. Y corrí a su abrazo. Me encantaba sentir el olor a transpiración de su cuerpo.
Era una tarde de calor por lo que decidí no ponerme pantalón y andar por mi casa solo en tanguita y una musculosa rosa, con mis rulos sueltos. Aunque algo dentro mío pedía a gritos que el me viera desnuda. Recuerdo que mi mama me había dicho que no anduviera suelta de ropas delante de mi papa. Nunca supe por que hasta ese momento en que todo empezó a cerrar en mi mente. Ella estaba celosa. No quería compartir el semen de mi padre con nadie mas, lo quería todo para ella. Pero tenia que empezar a entender que ahora iba a ser todo mío. Yo sabia que mi papa me amaba, mas que a ella, por eso el iba a elegirme a mi como deposito de su esperma. Y cuando lo hiciera, mi boca iba a estar esperándolo.
-Como esta mi princesa?-. Me pregunto mientras yo estaba en sus brazos.
-Feliz ahora que llegaste papi. Feliz y ansiosa-. Respondí.
-Ansiosa? Ansiosa por que?-. Me miro asombrado.
-Ansiosa de que llegue la noche así puedo comerme tu semen-. Le dije. El se puso serio, mirando que no viniera mi mama.
-Shhhh!. Que hablamos Antonella?! Este tiene que ser nuestro secreto!-. Me dijo en voz baja, pero cono tono serio. Su cara había cambiado a alerta, de seguro temía que mi madre haya escuchado. Pero yo sabia que mama estaba en el balcón colgando ropa y mi hermana en el cuarto. No iba a arriesgar todo, ya no era tan estúpida.
-Ya se papi, nadie nos escucha. Mama esta arriba.- Le dije sonriendo.
-Ok, veo que te gusto después de todo. Mira princesa, yo cuando pueda te lo voy a dar. Pero no se si va a poder ser esta noche, o todas las noches-.
La angustia me invadió en el acto. Había esperado todo el día volver a probar la delicia que salía del pene de mi papa, y ahora de repente no sabia si iba a poder hacerlo. Los ojos se me llenaron de lagrimas.-Papa, yo quiero tenerte dentro mío. No me hagas esto-.
-Es que es peligroso, por que tu mama padece de insomnio, y no se duerme bien. Puede descubrirnos y todo se acaba-. De ninguna manera quería que eso pase.-Déjame ver que invento y te voy a buscar a tu cuarto como anoche-. Eso me dejo satisfecha, yo sabia que el quería derramar su semen en mi tanto como yo.
Horas después yo estaba en mi cuarto con mi hermana ,cada una en lo suyo. Yo pensando en que podía inventar para ayudar a mi papa, para que le sea mas fácil escaparse a la noche y llenarme la pancita. Cuando se abre la puerta. Era el, nunca golpeaba. -Princesa. Acompañame que voy hasta la farmacia-. Antes que termine la frase ya estaba a su lado, como una buena chica obediente. El me miro de arriba a abajo. -Aunque te veas hermosa, vas a tener que ponerte un pantalón que te tape-. Me dijo sonriendo. Recordé que aun seguía en tanga.
-Adonde van?-. Pregunto mi mama desde la cocina.
-Vamos hasta la farmacia-. Respondió el.- Me voy a comprar un calmante por que me duele la espalda. Me agarro de la mano y me saco de la casa.
Una vez estuvimos los dos en el coche en marcha me dijo:- Esto querías no?-. Mientras se agarraba el pene por arriba del pantalón.-Si papa, quiero-.
Me agarro una mano y me llevo a tocárselo mientras el manejaba. -Acariciala pendeja-. Otra vez con ese lenguaje de macho que me encantaba. Mis dedos empezaron a notar que su pene se ponía duro como la noche anterior. Hizo unas cuadras conmigo acariciándolo, hasta que en una calle bastante oscura por los arboles que tapaban las luces de los postes, de repente estaciono y freno el auto justo en la vereda de una antigua fabrica abandonada. Nadie pasaba por ahí.
Metió sus manos por entre mi musculosa y empezó a apretar mis pequeños pechos, yo usaba un corpiño talla chica, que no le dificulto en lo mas mínimo pellizcar mis pezones. Nunca sentí tanta desesperación por algo, como por tener su pene en mi boca. -Quiero tu semen papi!- Le pedí casi como una suplica.
-Queres la leche pendeja puta?! Queres la leche de papa? Ahora la vas a tener-. Saco las manos de mi cuerpo solo para enfrentar la dificultad de bajarse la bragueta sentado y con tamaño abdomen. De repente su pene estuvo a fuera, oscuro y peludo, hermoso. Llevo su mano detrás de mi nuca y me empujo la cabeza dirigiéndome a su entre pierna. Una vez mas tenia la boca llena de su virilidad. -Ahhh chupa, puta de mierda. Chupa, como una buena zorra. Atende a tu papa-. Decía con voz ronca, se transformaba en una bestia cada vez que mis labios humedecían su miembro. Yo, volvía a sentir ese sabor amargo, sabor a orina, sabor a sudor, a todo un día de caluroso trabajo en una fabrica. Pero era el sabor mas rico que había probado alguna vez. El de mi hombre. El de mi papa.
La pequeña cabeza de su pene chocaba contra el fondo de mi garganta. Sentía arcadas, pero buscaba mas. – No vayas a vomitar. Me escuchaste?!-. Me ordeno. Sus palabras fueron claras. No debía vomitar.
-Ahhg. Ahhg. Ahhg-. Era el único sonido que podía emitir. De nuevo, mis ojos llenos de lagrimas. Y cada respiro me costaba horrores, pero todo valía la pena por el premio que recibiría si hacia bien mi trabajo. El movía la cadera de manera de poder llegar lo mas profundo dentro de mi boca. Cada vez que hacia eso yo estaba al limite del vomito. Aun así, si venia algo, el lo notaba y con su mano me agarraba el pelo levantándome la cabeza por un instante para dejar que pueda tragármelo. Después de eso volvía.- Ahhh, comete la pija de papa-. Decía el. Yo estaba feliz como nunca antes al escucharlo. «Si papi, lo voy a hacer siempre que quieras. Soy tu mujercita» Pensaba, mientras me ahogaba con su pene.
Los minutos pasaron, y todo siguió al mismo ritmo. Por momentos yo me sentía desmayar. Pero no quería dejar de disfrutar, creo que por eso aguante consciente.
-Ahhh. Ahi viene… Ahhh…. Aaaaaaahhhhhhgggg-. Una vez mas, caliente, espeso, grumoso. Hermoso y delicioso. Todo en mi boca, en mi garganta, en mi nariz. Todo dentro mío. Instantes después todo en mi estomago. Pude sentir la respiración agitada de ese hombre que tanto amaba. Mi deseo se cumplió una vez mas. Yo era su princesa y también su mujercita. Su pendeja putita.
Una vez mas agarro mi pelo enrulado, pero esta vez para devolverme a la posición de sentada a su lado. Hilos de saliva y semen se resistieron a cortarse hasta el ultimo instante entre mi boca y su miembro, que ya no estaba erecto, lentamente comenzaba a perder rigidez.
-Te gusto princesa?-. Me pregunto, cansado, volviendo a ser mi papi. Yo tarde unos instantes en contestar, no por que no quisiera si no porque aun tenia la boca llena de fluidos. En cuanto pude aclarar mi garganta conteste:- Si papi, quiero ser tu descarga de semen siempre-. -Lo vas a ser, no porque quieras, sino por que es tu obligación como hembrita, y de acá en adelante cuando seas toda una hembra. Lo único que vas a tener que hacer siempre es atender a tu macho-.
-Yo quiero que vos seas mi macho siempre papa-. Conteste, sumisa.
-Lo voy a ser todo el tiempo que pueda. Pero vos sos muy puta y pronto vas a querer probar mas semen de otros-. -Noo, papa yo nun…- . -Callate cuando tu hombre habla!-. Me interrumpió, yo entendí al instante mi lugar al lado de un hombre como el. -Solo yo te voy a decir cuando y como vas a poder comerte otra carga que no sea la mía-. Me escuchaste?!-. – Si papa-. Respondí.
– Ahora vamos a ir a la farmacia y vamos a comprar clonazepam, es una pastilla que le voy a poner a tu mama en la cena para que se duerma profundamente. Cuando eso pase, voy a ir a tu cuarto en la madrugada, y vos vas a estar lista para ser mi putita de vuelta, y todas las veces que yo quiera-. Las palabras de mi papa me dieron una alegría casi comparable a la sensación de su descarga en mi boca. -Si papi, cuando vos lo desees, yo lo deseo-.
Esa noche y todas las siguientes durante dos semanas, mi papa visito mi cuarto en la madrugada y me hacia su putita. Aprendí términos como ; «Pija, esperma, zorra, etc» Aprendí a ser su putita, aprendí a ser una mujer, de la mano de mi hombre. Mi papa.
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